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Anne Fausto Mitos Del Género (Muy Pocas Páginas) PDF
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La construcción de la ciencia
Los escritos de un famoso y altamente imaginativo científico italiano, Abbé Lázaro
Spallanzani (1729-991), ilustran que el funcionamiento interno de la mente de un dedicado
científico experimental es complejo y frecuentemente mantenido bajo envolturas
subconscientes. Aunque Spallanzani es probablemente mejor conocido por su refutación
experimental de la idea de la generación espontánea, él también hizo una contribución
importante al pensamiento del siglo XVIII acerca de la fertilización y el desarrollo embrionario.
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Anne Fausto-Sterling, nacida en 1944 en Nueva York, Nueva York, es profesora de ciencias médicas en la Universidad Brown. Es autora de Myths of
Gender: Biological Theories about Women (Los mitos de género: teorías biológicas acerca de las mujeres) (1985). Nota: se han omitido las notas al pie de
página del original.
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La presencia de espermatozoides en el semen había sido descubierto en la época de
Spallanzani, pero el papel de estos ‘vermicelli’ (o ‘gusanos espermatozoides’ como solía
llamárseles) continuó siendo un tema polémico dentro del contexto de una controversia larga
acerca del origen del embrión. Los ovistas creían que surgía solamente del óvulo, mientras
los espermacistas mantenían que la matriz era una vasija pasiva que ofrecía “tierra fértil”
para el crecimiento y el desarrollo del semen.
Los primeros y más famoso biólogos más pertenecían a diferentes campos. La
portada frontal de Concerning the Generation of Living Animals (Acerca de la generación de
los animales vivientes) de William Harvey representa a Zeus sentado sobre un trono y
abriendo lo que parece ser un huevo de pájaro, del cual brincan, vuelan y gatean todo tipo de
bestias, míticas y reales. Sobre el huevo está escrito Ex ovo omnia. Por el otro lado
encontramos a Anthony van Leeuwenhoek argumentando que los animáculos en el semen
buscan el camino a la matriz, donde se portan como semilla: él desestima a los óvulos
llamándoles “emunctory”, órganos que se llevan los desperdicios del cuerpo... pegándose a
los intestinos de animales.”
Spallanzani, ovista, realizó una serie de experimentos con ranas en apareamiento
para refutar la afirmación de Carolus Linnaeus sobre la inseminación interna. En una
demostración clásica del método científico, él observó que la rana macho, agarrando a la
hembra mientras desova, deposita semen encima de los huevecillos cuando emergen de su
útero. Para someter a prueba la función del semen, él construyó pequeños pantalones de
tafeta para las ranas machos (inconscientemente presagiando el libro infantil The Wind in the
Willows, El viento en los sauces, de Kenneth Grahame, en el cual los sapos usan ropa y
manejan carros) e hizo las siguientes observaciones:
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En otras palabras, Spallanzani no sólo demostró que prevenir la deposición de semen
impidió el desarrollo del huevecillo, sino que cuando él regó semen sobre los huevecillos, la
fertilización resultó. En verdad, un modelo de buena experimentación.
Pero Spallanzani no concluyó de estos u otros experimentos que los ‘vermicelli’ eran
necesarios para el desarrollo del embrión. En cambio, llevó a cabo una serie de
experimentos tratando de averiguar cuánto semen era necesario para lograr la fertilización.
Observando que aun cantidades muy pequeñas eran suficientes, concluyó que el factor
importante era algo que él llamaba el “aura seminal”, la cual pensó que era “solamente el
vapor de la semilla enrarecida extremadamente”. Creyendo que sus resultados habían
probado la teoría de los ovistas, procedió a realizar una serie de experimentos sobre el aura
seminal, todos los cuales diseñó con el propósito de refutar el papel del espermatozoide en la
fertilización. Diluyó muestras de semen hasta que no se pudiera ver el esperma y descubrió
que el líquido diluido todavía era capaz de fertilizar. También filtró el semen a tal grado que
ya no podía ocasionar desarrollo. Tomó los primeros resultados como prueba de la
existencia del aura seminal; ignoró los últimos resultados.
En Spallanzani tenemos el ejemplo de un científico altamente talentoso del siglo XVIII
haciendo experimentos con mucho cuidado que muestran, al entendimiento moderno, lo
opuesto de lo que él concluyó. Como interpretó sus investigaciones dentro de una estructura
teórica particular -el ovismo- su mente estaba cerrada a las conclusiones alternativas que
parecen obvias a los no tan comprometidos. Ya que Spallanzani era un científico de
autoridad e influencia considerables, sus conclusiones, en vez de sus resultados
experimentales, dominaban el pensamiento biológico sobre la fertilización. Una versión
corregida del papel del esperma en la fertilización y el desarrollo no fue aceptada en general
por otros 100 años. El punto aquí no es que un científico incompetente cometió una serie de
errores experimentales sino que un extremadamente buen científico realizó una serie de
experimentos bellamente controlados, de los cuales no sacó las conclusiones correctas. El
proceso por el cual las categorías culturales forman la percepción e influyen el razonamiento
es poco estudiado. El caso de Spallanzani y sus experimentos sobre espermatozoides y su
papel en la fertilización serían un excelente punto de partida para una o un antropólogo
cultural con ganas de analizar este proceso. Veremos en el próximo ejemplo más
contemporáneo que este fenómeno también ocurre en la actividad científica moderna.
Durante el desarrollo mamífero todo embrión (sin tener en cuenta su sexo potencial)
pasa por una etapa que los embriólogos han apodado “el período indiferente”. El examen de
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embriones XX y XY durante este período no muestra evidencia de las diferencias sexuales ni
en la gónada embrionaria ni en las estructuras somáticas relacionadas sexualmente tales
como los oviductos o los vasos deferentes. Presentes están una sola gónada que más tarde
tomará el camino masculino o femenino de desarrollo, y dos juegos de accesorios conocidos
como los ductos mesonéfricos y paramesonéfricos. En el desarrollo femenino los ductos
mesonéfricos se desintegran mientras los ductos paramesonéfricos forman los oviductos, el
útero y parte de la vagina. En el desarrollo masculino los ductos paramesonéfricos se
degeneran mientras los ductos mesonéfricos se desarrollan hasta convertirse en el ducto
epididimal y los vasos deferentes. En general, entonces, los mamíferos primero desarrollan
un solo par de gónadas, el cual consiguientemente toma una dirección masculina o
femenina, y ambos accesorios (masculinos y femeninos), de los cuales solo un juego
sobrevive mientras el otro se degenera. Dicho sin rodeos, hasta cierto punto, todos los
embriones son completamente bisexuales.
La elección de seguir el camino masculino o femenino de desarrollo se hace por la
intervención de los cromosomas de sexo y las hormonas presentes en el útero. Es en este
punto de la historia que entra un uso curioso de lenguaje que ha puesto límites a las
preguntas experimentales hechas acerca del desarrollo sexual. Primero contaré la historia
como se cuenta en los libros de texto, la literatura popular y la gran mayoría de los trabajos
científicos y después subrayaré algunas de las peculiaridades de la historia, enseñando
cómo han resultado en un relato supuestamente general del desarrollo de los sexos que en
realidad es solamente un relato del desarrollo masculino. Este ejemplo ilustra un caso en el
cual el significado de hombre como una palabra universal supuestamente inclusiva se ha
convertido inadvertidamente en una categoría biológica exclusiva. En fin, lo que los biólogos
proveyeron como relato del desarrollo de género desde un punto de vista mecanizado en
realidad es solamente un relato de la diferenciación masculina.
Los siguientes fragmntos vienen de un texto universitario de embriología actualizado y
usado a gran escala escrito por el doctor Bruce M. Carlson. Mi intento no es atacar a
Carlson, quien expone una serie de creencias mantenidas casi universalmente, sino que
simplemente analizar el texto para descubrir algunas de las estructuras subyacentes de estas
creencias. Carlson escribe:
Conclusión
¿Qué debemos de concluir acerca de la función social de la ciencia, y sobre la ciencia como
una actividad intelectual? Escritos bastante recientes sobre la ciencia han involucrado un
tipo de pensamiento lineal unidireccional: la función social de la ciencia está presentada ya
sea como buena o mala; la ciencia es tomada como totalmente objetiva o completamente
parcial, una forma de pregunta a través de la cual el conocimiento progresivo puede ser
ganado o una forma de pregunta formada por la cultura en la cual ha crecido. En lugar, la
relación entre la actividad de los científicos, sus actitudes culturales, las teorías que generan
y sus efectos en la biología humana y las instituciones sociales son no lineales y
multidireccionales. Lo mismo es verdad de las reflexiones sobre el proceso científico. Las
actividades de los científicos son auto-engañosas y auto-correctivas, al mismo tiempo son
potencialmente progresivas y reactivas. Lo que nosotros debemos hacer al escribir sobre
ellas es transportarnos en vaivén por los hilos del significado para obtener una comprensión
más compleja y precisa de los procesos involucrados.
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