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Jesus María Poveda Pérez

Especialización en Proyectos del Desarrollo

DEZPLAZAMIENTO EN LA FRONTERA

Abstract

This paper will explore the linkages between, violence, displacement and poverty, with the
aim of providing an overall view of existing theories, evidence and methods, and of looking
at possible ways to provide better guidance to policy-makers in the use of available
techniques and information to set priorities for public investment to decrease de inequality.
The development of a society depends largely on the investment of their government. So a
society can be considered developed when the state is a priority to invest a good amount of
its budget on health, education, and ensuring the minimum conditions for life, ensuring
compliance with fundamental rights, basic sanitation, healthy, the right to life and food,
decent housing.

Este documento explorará los vínculos entre la violencia, el desplazamiento y la pobreza,


con el objetivo de proporcionar una visión global de las teorías existentes, las pruebas y
métodos, y de ver las posibles formas de ofrecer una mejor orientación a los responsables
de las políticas públicas en el uso de las técnicas disponibles y la información para
establecer prioridades para la inversión pública para disminuir la desigualdad. El desarrollo
de una sociedad depende en gran medida la inversión de su gobierno. Así que una sociedad
puede considerarse desarrollada cuando para el estado es una prioridad invertir una buena
cantidad de su presupuesto en salud, educación, y garantizar las condiciones mínimas para
la vida, asegurando el cumplimiento de los derechos fundamentales, saneamiento básico,
salud, el derecho a la vida y la alimentación, una vivienda digna.
INTRODUCCION
El presente artículo pretende mostrar, una problemática que se vive en la frontera colombo-
venezolana y cuáles son los posibles actores causantes de este fenómeno como lo es el
desplazamiento, y así mismo lo que el desplazamiento causa para la zona de frontera, ya
que desde el interior del país hay muchas personas que llegan a esta zona fronteriza en
busca de mejores oportunidades, por qué quizá lo perdieron todo por causas que más
adelante serán detalladas en este documento.

Cúcuta, la perla del Norte, la frontera más viva de Colombia, y quizá la de toda
Latinoamérica, puerta de entrada hacia Venezuela, es como un puerto terrestre por así
decirlo, una frontera junto con el municipio Vecino de Bolívar de parte del territorio
Venezolano, donde se encuentran las poblaciones de Ureña y San Antonio en el Estado
Táchira, es quizá la zona por donde más mercancías son transportadas y más dinero es
transferido a través de sus entidades bancarias, fruto del comercio binacional.

El estado Táchira es el destino de los cucuteños para sus compras, ya que, al encontrar la
divisa venezolana más económica frente al peso, este es un lugar favorito para hacer sus
compras, en cuanto a alimentos y productos cosméticos y farmacéuticos; y Cúcuta se
convierte en el destino para los venezolanos, en cuanto a vestimenta, calzado, y otros
productos que no pueden conseguir allá.

Infortunadamente no todo es positivo, y como la frontera colombo-venezolana es una


frontera extensa, así mismo posee problemas extensos, y uno de esos problemas es el
desplazamiento forzado, desplazamiento que es fruto de la violencia que vive Colombia,
violencia que no tiene en cuenta edad, sexo, o religión, creencias o raza, violencia que hace
que las personas deban abandonarlo todo y huir donde encuentren un lugar donde conservar
sus vidas, abandonándolo todo, dejando de lado todas esas cosas que han conseguido a lo
largo de sus vidas.
1. UN ACERCAMIENTO A LA SITUACIÓN DE CRISIS HUMANITARIA
DE LA REGION.

Las ciudades al otro lado de la frontera, San Antonio y Ureña, son la puerta para llegar a
San Cristóbal, la capital del Estado Táchira, cuya población está conformada por miles de
colombianos y sus descendientes. Definir a Cúcuta con la terminología social de frontera
viva” parece casi una ironía: ¿Frontera viva o frontera de muerte? ¿Frontera de paso a la
esperanza o punto de decepción?

Hoy la ciudad se ha transformado en puerto de acogida para algunas personas y familias


que llegan en situación de desplazamiento. La gran mayoría prefiere camuflarse entre los
pobladores de los extensos barrios periféricos, crecidos con el tiempo por medio de
periódicas invasiones de terrenos baldíos. Con el pasar de los años se ha venido creando
otra Cúcuta en la periferia de ciudad: la Cúcuta de las colinas, la Cúcuta más allá de
Atalaya, oculta y silenciosa bajo el verde follaje que esconde los ranchos de madera con sus
techos de zinc, habitaciones precarias de familias numerosas, sin servicios de agua y con
vías de comunicación polvorientas o que se transforman en lodazales en la época de lluvias.

El Desplazamiento Forzado Interno es la manera como internacionalmente se ha nombrado


una forma particular de éxodo: aquella que ocurre dentro de las fronteras del territorio
nacional y que está motivada por desastres naturales o por diversas formas de persecución,
amenaza o agresiones que atentan contra la integridad de las personas. A pesar de que es un
fenómeno mundial ligado desde hace décadas especialmente a conflictos internos y guerras
civiles, sólo desde 1997 se cuenta con un instrumento internacional que nombra su
especificidad con respecto a otros tipos de migraciones y propone unos principios básicos
para la atención, protección y restablecimiento de las personas que se encuentran en esta
situación (Jaramillo, Villa y Sánchez, 2004).

Desde la mirada de la movilidad, Cúcuta se ha transformado en un auténtico lugar de paso:


del norte y del occidente llegan las víctimas del desplazamiento del Catatumbo y de la costa
Caribe; por el este y el sur salen los que buscan refugio en Venezuela o una luz de
esperanza en las ciudades del interior del país. Y toda ciudad que vive en constante
movimiento corre el riesgo de perder su propia identidad: no logra impulsar el arraigo
social y cultural y al mismo tiempo está esparciendo por el país y fuera de él miles de
desarraigados. En estas condiciones se dificulta la labor de los organismos públicos y de las
organizaciones de la sociedad civil para lograr una mejor integración de todos los
ciudadanos.

Las personas desplazadas son aquellos individuos o grupos que: “Se han visto forzadas u
obligadas a escapar o huir de su hogar o de su lugar de residencia habitual, en particular
como resultado o para evitar los efectos de un conflicto armado, de situaciones de violencia
generalizada, de violaciones de los derechos humanos o de catástrofes naturales o
provocadas por el ser humano, y que no han cruzado una frontera estatal
internacionalmente reconocida”
(Acnur, 1998).

Las estadísticas recientes sobre violación de los derechos humanos y el DIH muestran que
las principales víctimas, por sectores sociales, son en su orden: campesinos, obreros y
empleados e indígenas. Este es el punto neurálgico del impacto de la guerra interna en los
actores sociales: el asesinato selectivo de dirigentes y miembros de las bases debilita o
destruye las organizaciones y cercena severamente su autonomía.

El derecho a no migrar es, a pesar de que parezca contradictorio, el primer derecho que
tienen las personas con respecto a las migraciones (Marmora, 2002, 112); se trata de la
posibilidad de quedarse en condiciones de seguridad y dignidad en el lugar donde se ha
nacido o el que se ha elegido estar y en el que es posible acceder a toda la gama de
derechos conquistados o construidos a lo largo de la historia por la sociedad. Es debido a
este derecho que los Principios Rectores sobre el Desplazamiento Forzado sustentan la
obligación de los Estados a la “protección de las personas contra desplazamientos
arbitrarios que le alejen de su hogar o de su lugar de residencia habitual” y por tanto
plantean la prohibición explícita de los desplazamientos arbitrarios.
En Norte de Santander existe antigua presencia guerrillera, pero sólo a partir de los años
ochenta adquirió intensidad el conflicto armado. Además del interés estratégico de lograr
incidencia política y fortaleza militar en la región, las organizaciones insurgentes
consideraron importante la ubicación geoestratégica de la zona. Consiguieron relacionarse
con un campesinado que, ante las condiciones de miseria, fue receptivo al mensaje social
reivindicativo. Después, aprovecharon progresivamente las posibilidades económicas y
fronterizas de la región. La ciudad de Cúcuta, con su área metropolitana de Los Patios,
Villa del Rosario y El Zulia, vive una de las problemáticas sociales más seria del territorio
colombiano. En esta región su problemática de crisis humanitaria se acentúa en: una
economía dependiente, el contrabando (mafias), el narcotráfico, violaciones de los DDHH y
DIH, corrupción e impunidad, lo heterogéneo del conflicto armado y sus dinámicas bélicas,
la escasa claridad en las políticas de frontera y la deficiencia en las propuestas educativas.

Según Monseñor Oscar Urbina (2006), la frontera, desde ambas partes, presenta una serie
de dificultades que luego se concentran en la ciudad de Cúcuta creando un problema muy
serio: el empobrecimiento de personas que tenían posibilidades económicas y fueron
despojadas de ellas en el campo y tuvieron que venirse a la ciudad, buscando una utopía
que sin embargo no satisfizo aquello que buscaban para sí mismos y para sus hijos. Ellos
entonces tuvieron que contentarse con lo poco que pudieron encontrar: un poquito de tierra
sin agua, sin energía eléctrica desde donde empezar a imaginar su nueva vida. Según él
cuando en los foros que se hacen en la ciudad se tratan los problemas de la frontera,
inmediatamente se dice que es el Catatumbo, quien envía todos estos desplazados, pero el
problema es mucho más serio; es toda la frontera, todo el eje fronterizo, inclusive desde la
Guajira, pero que se agudiza en el departamento de Norte de Santander y en Arauca. Y esto
también de ambas partes de la frontera, porque gran parte de las personas que en Cúcuta ya
no encuentran la forma de vivir, ahora se están ubicando en Venezuela. Hay un grupo
grandísimo de colombianos en Ureña, Venezuela, en condiciones casi peores de las que se
ven en los asentamientos de la ciudad. Se trata entonces de un problema macro, que va
agrandándose y que baja por esta frontera en gran parte hasta Arauca. Este es como un
primer elemento para resaltar.
Causas del desplazamiento.

La información recolectada, correspondiente al estudio de Crisis Humanitaria de Cúcuta,


señala como motivo predominante causante del desplazamiento la amenaza y la extorsión,
seguida por el miedo y la violencia. También influye la realización de asesinatos y
bombardeos. En menor proporción se presenta la amenaza o el hecho del reclutamiento,
tanto de menores como de adultos, la coacción para la venta de las tierras y la desaparición
forzada, torturas y mutilaciones.
Según Prada Gladys (2006) el propósito más amplio que perseguía este ejercicio de disputa
y control territorial por parte de los grupos paramilitares era el de establecer un corredor
que divida al norte con el centro del país, uniendo el Urabá con el Catatumbo; esto se
manifiesta concretamente en el corredor Tibú… Cúcuta con el que se pretende comunicar
el Catatumbo y el área metropolitana de Cúcuta, y de ahí a la región del Sararé en la
frontera con Arauca para impedir el paso de la guerrilla de este departamento hacia Norte
de Santander y de controlar la frontera con Venezuela, fuente de grandes ventajas
estratégicas por el control sobre rutas de comercialización de la coca y de más productos
contrabando, así como el acceso al mercado negro de las armas, municiones y explosivos.”

La confrontación entre diversos grupos armados por el dominio de territorios estratégicos,


el narcotráfico, el desarrollo de proyectos macroeconómicos, la debilidad del Estado
colombiano para proteger a su población, entre otras, se ubican como parte del contexto
explicativo. Esto quiere decir que si bien es cierto los grupos armados (paramilitares,
guerrilla y fuerzas armadas) son los que aparecen en primer renglón como autores del
desplazamiento forzado en Colombia, es necesario interpretarlos en el contexto de una
guerra que conjuga todos estos factores, que tiene particularidades regionales y también
dimensiones internacionales y en el que el desplazamiento forzado, más que su efecto, es
parte constitutiva de sus estrategias y dinámicas (Zulúaga, 2004).

El desplazamiento forzado en Colombia nos habla del uso de estrategias de terror


empleadas de manera indiferenciada por parte de los actores armados para expulsar a la
población y controlar territorios estratégicos: masacres, persecución y asesinatos selectivos
de personas acusadas de ser auxiliadores de la guerrilla o de los paramilitares, tomas
armadas de pequeñas poblaciones, retenes y control de acceso a víveres, prohibición de la
circulación y de la práctica de determinadas actividades económicas o ejercicios
profesionales, reclutamiento forzado de hombres y jóvenes para los diversos ejércitos,
violación de mujeres, entre otros, son algunas de las situaciones que han “motivado” estos
desplazamientos forzados. El desplazamiento, antes que un suceso intempestivo e
inesperado, es el resultado de un proceso de exacerbación de un ambiente de terror, de
miedos acumulados, de una ya larga historia de control de la población por parte de los
grupos armados (Castillejo, 2000).

El miedo juega un papel central en los éxodos, independiente de la forma que estos tomen;
se trata de un sentimiento que se genera ante la percepción de un peligro real, supuesto o
anticipado y que motiva respuestas diferentes, ya sea de aquietamiento, acción o huida
(Delumeau, 1989 y Mannoni, 1984). Así, podemos decir en principio que el desplazamiento
se inscribe en las respuestas de huida: es una forma de evitar un peligro real o latente; se
huye para salvar la vida.

Finalmente, como se puede observar detrás del desplazamiento está la violencia, pero así
mismo, está la falta de escolaridad, la desintegración de la familia, y cuando no se da un
tratamiento especial estas personas y el apoyo del estado, estas personas pueden pasar de
victimas a victimarios y empezar a hacerle daño a la sociedad que muchas veces los
excluye.
REFERENCIAS
Acnur. “Principios rectores sobre el desplazamiento forzado”. ACNUR. Bogotá. Colombia.
1998.

Castillejo, Alejandro. “Poética de lo otro. Antropología de la guerra, la soledad y el exilio


interno en Colombia”. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Colciencias.
Bogotá. Colombia. 2000.

Jaramillo, Ana. “Miedo y desplazamiento “. Bogotá. Colombia. 2005.

Mármora, Lelio. “Las políticas de migraciones internacionales”. Paidós. Buenos


Aires, Argentina. 2002.

Mons. Urbina Oscar. Revista RUT Informa. 2006. Pp 7.

P. Maurizio Pontin, c.s. Revista RUT Informa. 2006. pp 1-3.

Prada Pardo, Gladys. “ Cúcuta, conflicto armado, narcotráfico y desplazamiento en línea de


frontera”. CODHES. Bogotá.Colombia. Novimbre de 2006.

Zulúaga, Jaime. “La guerra interna y el desplazamiento forzado”, en Bello, Marta Nubia
(compiladora), Desplazamiento forzado. Dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo.
Unhcr-Acnur, Universidad Nacional. Bogotá. Colombia. 2004.

Delumeau, Jean, 1989, El miedo en occidente. Siglos XIV-XVIII: una ciudad sitiada,
Madrid, Tauros.

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