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¡Cuántas voces más tendrán que alzarse en la esperanza que el gobierno provincial en su

conjunto se digne escuchar?

También puede estar sucediendo que no sea un problema el volumen o la cantidad de las
voces sino un caso de sordera adquirida por decisión… o por interés ¿no?

Pero es indiscutible la necesidad urgente de conseguir un diálogo constructivo, por lo cual


habrá que seguir insistiendo y en eso estamos.

El Gobierno Nacional ha planteado la necesidad de la austeridad y aquí tenemos que asistir


con tristeza al desfilfarro que significan los haberes de nuestros legisladores, por dar un
ejemplo nomás. Sin olvidar la falta de confianza que generan los entes de control
administrativo y fiscal.

Pero sumado a la eterna burocracia judicial y sus expedientes “viajeros” cuando conllevan
intereses obvios para determinados sectores, la ciudadanía debe sufrir

el discurso permanente de oportunistas políticos que avanzan prometiendo a viva voz lo que
saben de antemano que no tienen posibilidades de cumplir, quedando así en una posición
heroica no recibiendo respuestas de un gobierno “malvado” que no atiende a este “paladín de
los necesitados”, a quién, en realidad sólo le interesa su imagen pública en vista a lograr algún
futuro cargo. Estos personajes no son tan difíciles de identificar (cuando la limosna es
grande…) y tampoco es necesario andar nombrándolos y darles así la publicidad que buscan…

Es justo decir también que el avance evidente de la pobreza en la provincia no es solamente


resultado de la herencia reciente del liberalismo, también hay mucho de descuido gral. y un
repetido análisis erróneo de la realidad. Es necesario y con urgencia reveer las políticas
sociales comenzando por las necesidades más urgentes, pero con una visión justa y práctica:
atendiendo a la creación y cuidado de empleos legítimos, reales, posibles. Brindando la
atención que realmente necesitan los niños y los jóvenes; estos últimos, casi abandonados,
inmersos en la delincuencia y la droga. Dando a la ciudad los cambios que necesita en
profundidad, no en apariencia.

Debemos abandonar esa mala contumbre inculcada de sólo mirar por encima, fugazmente,
de dar por sentado lo que nos dictan los medios, de atender más las redes sociales que al
prójimo, de ver la solidaridad como una inconveniencia económica…. Si no lo hacemos…
estaremos perdidos…

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