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SARITA RAMÍREZ AMAYA-0902639

Después de años de contraposiciones, la coyuntura internacional puso en el poder de dos de los

países históricamente se han enfrentado en los campos militar, económico y de supremacía

política (Estados Unidos y la Federación Rusa), a dos personajes que por sus características,

podrían generar no solo enfrentamientos ideológicos, sino que dichos enfrentamientos podrían

escalar en su nivel a tal punto de poner, aunque ya no en peligro la seguridad física internacional,

sí la seguridad económica, ambiental y de otros niveles en la vida diaria de no solo los

ciudadanos de dichos países, sino de naciones enteras alrededor del mundo, teniendo en cuenta

que la interconexión que existe entre hemisferios y Estados hoy, es una de las más grandes y

fluidas de la historia contemporánea.

Vladimir Putin es el presidente de la Federación Rusa desde el año 2012 sin interrupciones.

Cabe resaltar que ostentó esta posición en el período comprendido entre el año 1999-2008,

regresando al poder en el 2012 y manteniéndose en él desde entonces. Un ex oficial de la KGB,

pero político por excelencia. Putin se ha caracterizado por velar por los intereses de la

Federación Rusa de la forma en la que se habría hecho cuando ésta era parte de la URSS,

apuntando a convertirse en la potencia global. Con un cambio radical en los métodos, teniendo

en cuenta que la coyuntura internacional no es la misma, pero en busca del mismo objetivo y con

un uso maximizado de la diplomacia, Rusia ha logrado incorporarse en la arena internacional,

aliándose con los Estados que por diferentes circunstancias nacionales, políticas y económicas no

se encuentran alineados con la línea de pensamiento liberal y capitalista que ha abanderado

Estados Unidos a lo largo de los años.

Estados Unidos por su parte, hoy se encuentra bajo el mandato de Donald Trump. Un

empresario desde sus inicios y quien llegó al poder con un discurso tintado de xenofobia y la
preponderancia de la legalidad sobre la humanidad. ‘Make America great again’ puso en el poder

a una persona que incluso internamente genera oposiciones tan marcadas que pocos pueden creer

que haya logrado escalar hasta la presidencia. Sus promesas hacia el manejo de múltiples crisis

internacionales alrededor del mundo se han quedado cortas, y su personalidad le ha costado la

pérdida de confianza de muchos de sus aliados y lo que es peor, se espera una disminución en el

crecimiento económico que presupone el des escalamiento de su posición de ‘potencia’ en un

mundo que hoy se rige más por la interconexión, las alianzas culturales y económicas y no la

supremacía militar y la inflexibilidad diplomática en el manejo de los problemas de índole

mundial.

De esta forma, la política exterior de ambos Estados se ha visto direccionada por estos dos

líderes, que han tratado cada uno por su parte y a su manera, de alcanzar la cima del poder y la

posición anhelada en el sistema internacional. Sin embargo, ninguna estrategia ha sido suficiente

para que se considere que alguno de los dos hoy ocupa dicho privilegio.

En medio de distintas crisis alrededor del mundo, China es otro actor que ha venido cobrando

importancia en la arena internacional. Así pues, ni Rusia ni Estados Unidos a cabeza de Putin y

Trump han logrado abanderar sus causas con la suficiente fuerza como para que el resto de los

Estados los consideren de tal forma que se generen bloques como en la época de la Guerra Fría.

Lo anterior demuestra que en la actualidad no se puede hablar que se desarrolla un mundo

unipolar, sino más bien se refuerza cada vez más la idea que el mundo está interconectado y que

ningún país ostenta el suficiente poder como para no verse afectado por las decisiones que toman

los demás países, o en su defecto que sus decisiones afecten a los demás; sobre todo, si se habla

de países con gran poderío e incluso veto en el Consejo Permanente de las Naciones Unidas,

como lo son la Federación Rusa y Estados Unidos.

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