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FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE EDUCACIÓN
TRABAJO DE GRADO
PARA OPTAR POR EL TITULO DE:
Sustentantes:
Luz Celenia Villar Tejada 2016-00387
Amarily Sánchez 2016-00329
Decana
Victoria Jerez, M.A
“Los conceptos emitidos en el presente trabajo de grado son de la exclusiva responsabilidad de sus sustentantes”
Diseño de programa para trabajar la inteligencia emocional
con estudiantes de 3er grado de la primaria en la escuela
Rubén Darío del Distrito Educativo 15-01, en el año escolar
2019-2020.
ÍNDICE
Para realizar esta investigación nos apersonamos a la escuela básica Rubén Darío, llevamos
unos instrumentos para hacer el diagnóstico de entrada como dice Stufflebeam, realizamos
unas entrevistas al director, la coordinadora, al departamento de psicología, maestro, padres
y a los estudiantes.
1ro- El curriculum del nivel primario no establece las competencias para trabajar la
inteligencia emocional en los esttudiantes.
2do- El director nos plantea que ellos no tienen un programa para trabajar con los estudiantes
las emociones y que a él le gustaría que se diseñe un programa donde se trabaje el manejo de
las emociones en el aula. Por otra parte fueron observadas las planificaciones diarias,
mensuales y anuales y no se encontraron evidencias de que se establezca la inteligencia
emocional en los estudiantes.
3ro- Visitamos el departamento de orientación, nos dijeron que los estudiantes referidos al
departamento de orientación con diferentes tipos de emociones como: agresividad, tristeza,
enojo, rabietas, ira, enfado, que son parte de los comportamientos que se presentan cuando
no se trabaja la inteligencia emocional
4to. Los maestros nos plantearon que hay en el aula estudiantes que no se controlaban en el
manejo de sus emociones.
5to- Los coordinadores establecieron que ya que el currilum no plantea las estrategias ni
competencias para trabajar la inteligencia emocional, el centro no la utiliza dentro de sus
planificaciones.
6to- En la reunión realizada con el consejo de padres y amigos de la escuela, los mismos nos
comentaron que no se trabajaba la inteligencia emocional con los estudiantes, pero que si
están de acuerdo de la necesidad de la misma para el desarrollo integral de sus hijos.
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De igual forma, observamos en el recreo que los niños se muestran tristes, otros se agreden
y se aíslan en el recreo por miedo a las agresiones de sus compañeros.
El contexto de esta investigación es la Escuela Primaria Rubén Darío, está ubicada en la calle
Nicaragua No.17, Chavón Los Alcarrizos, R.D., la misma es un Centro Educativo público,
perteneciente al Distrito Educativo 01 de la Regional 15.
El barrio Altos de Chavón donde está ubicada la Escuela Primaria Rubén Darío, está situado
en la parte norte del municipio Los Alcarrizos, quedándole al norte el barrio La Unión, al sur
el Hospital de Los Americanos, al este el barrio La Fe y al oeste, el barrio Landia.
El 16 de septiembre del año 2000, se inician las clases públicas en el sector de Chavón en la
calle Luperón #15 del Municipio Los Alcarrizos, recibiendo como nombre Altos de Chavón,
los dirigentes comunitarios y docentes de esa época le asignaron este nombre por ser la única
escuela pública de la comunidad.
La Escuela Básica Altos de Chavón, ahora Escuela Primaria Rubén Darío funcionaba como
un anexo a la Escuela La Unión. En el transcurrir de los años la escuela ha experimentado
grandes avances. Para dar continuidad al proceso de desarrollo educacional en ese sector, el
Sector Educativo.
Visión:
El Escuela Primaria Rubén Darío será una institución que satisfaga las expectativas y
necesidades de los niños y las niñas, maestros y maestras, padres, madres y tutores de esta
comunidad.
Misión:
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insertarlo en la sociedad, reconociendo la dignidad de cada uno y una. La democracia, la
justicia, la responsabilidad, actitud de cambio, el sentimiento patriótico, el amor y respecto a
cada ser humano.
De acuerdo al Proyecto Educativo de Centro (PEC), (2014-2019), dicho Centro cuenta con
el personal siguiente:
Personal Docente
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El Proyecto Educativo de Centro (PEC), (2014-2019), describe la matrícula del centro
educativo siguiente:
Inicial 1ro 2do 2do 3ro 4to 7mo 7mo B 7mo 8vo 8vo Total
A A B A A A C A B General
V=18 V=12 V=16 V=18 V=18 V=12 V=12 V=18 V=14 V=16 V=17 V=171
H=09 H=20 H=18 H=19 H=10 H=13 H=18 H=12 H=19 H=19 H=17 H=174
T=27 T=32 T=34 T=32 T=28 T=25 T=30 T=30 T=33 T=35 T=34 T=345
Inicial 1ro 3ro 3ro 4to 4to 5to 5to 5to 6to 6to Total
A A B A B A B C A B General
V=09 V=19 V=10 V=20 V=13 V=12 V=10 V=10 V=17 V=17 V=13 V=150
H=17 H=11 H=18 H=08 H=12 H=08 H=17 H=16 H=10 H=15 H=18 H=160
T=26 T=30 T=28 T=28 T=25 T=20 T=27 T=26 T=27 T=32 T=31 T=310
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1.3 Formulación del Problema
¿Es necesario para el sistema educativo diseñar un programa para trabajar la inteligencia
emocional en 3er grado en la escuela básica Rubén Darío?
3. ¿Cuáles son los tipos de emociones que reflejan los estudiantes en el 3er grado?
13. ¿Cuáles son las capacidades en los niños con inteligencia emocional?
14. ¿Cuáles problemas enfrentan los niños cuando no manejan su inteligencia emocional?
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1.5 Objetivos
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1.6 Justificación
¿Por qué?
Porqué el diseño curricular debe trabajar y establecer las emociones, para de esta forma
fomentar el aprendizaje social y emocional, comprender y conocer la importancia del miedo,
el hecho de controlar la ira y la posibilidad de empatizar con el entorno, así mismo resulta
importante dicha investigación, porque los docentes no han sido capacitados para trabajar las
emociones y es importante gestionar las emociones contando con el resto de individuos que
nos rodean, pues la inteligencia, cualquiera que sea su tipología, ha de ser social para poder
ser considerada como tal.
Por otra parte, la investigación debe ser realizada porque los departamentos de psicología en
la escuela en su planificación anual no trabajan las emociones, la misma les ayudará a conocer
ciertos datos que permitirá contribuir a tener una mayor comprensión de las necesidades de
los estudiantes.
Los estudiantes de 3er grado de la escuela Rubén Darío tienen un descontrol con la
inteligencia emocional, la investigación ayudará a tener un acompañamiento pedagógico
eficaz a partir de su realidad emocional.
¿Para qué?
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encontrar una posible solución a su estado emocional, por lo tanto expresar estas emociones
de un modo correcto o adecuado frente a los demás.
Esta investigación se realiza en la Escuela Primaria Rubén Darío, Distrito Educativo 15-01
de Santo Domingo, D.N, República Dominicana, ubicada en la calle Nicaragua No.17,
Chavón Los Alcarrizos.
Dentro de los límites que se podrían presentar durante la realización de dicha investigación
es no encontrar a los actores del proceso educativo para la realización de las entrevistas y
encuestas que nos permitan obtener los resultados que miran la inteligencia emocional en el
centro.
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CAPITULO II.
El término inteligencia emocional es tan amplio que se aplica en todas las áreas profesionales
y vivenciales. Daniel Goleman; doctor en psicología que ha estudiado a fondo la Inteligencia
Emocional y su separación del coeficiente intelectual. Este autor señala que varios
profesionales, gerentes, expertos en gestión empresarial, ejecutivos, religiosos asesores
comerciales, profesores y estudiantes se interesan por el tema de la inteligencia emocional y
la manera de mejorarla en sus vidas.
Entonces, el estudio de la IE; a pesar de ser nuevo, muestra una importancia fundamental, ya
que está vinculado estrechamente con la toma de decisiones, y con las respuestas ante las
situaciones que se representan a lo largo de la vida.
Fue en este marco que aparecieron dos divulgadores voceros de la teoría de la inteligencia
basada en otros aspectos como son Howard Gardner quien en el año 1983 propuso su teoría
de las inteligencias múltiples y en ellas incluyó a la interpersonal e intrapersonal; y, Daniel
Goleman quien en el año 1995 directamente planteó la existencia de la inteligencia emocional
como fundamental para el resto de inteligencias.
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propios y ajenos, con el fin de lograr discriminarlos y utilizar esta información en la
orientación del pensamiento y el comportamiento propio” (López & González, 2005, pág. 8).
Es así que se diseñó una de las definiciones más originales y controversiales para la
inteligencia emocional: “…la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en
el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de regular nuestros propios estados de ánimo,
de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último, la
capacidad de sentir y confiar en los demás.” (Goleman, 2008, pág. 75).
López y González (2005, pág. 22) precisaron que las personas que carecen de conciencia de
sus propias emociones terminarían siendo controladas por las mismas o dejándose contagiar
por las emociones de los demás. Según ellos, cuando se identifican adecuadamente las
emociones, se percibe la influencia que ejercen en el pensamiento y comportamiento de la
persona.
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2.1.1. Antecedentes de Inteligencia Emocional
Los precedentes del constructo de Inteligencia Emocional pueden encontrarse en los trabajos
de Thorndike (1920), representante de las posiciones factorialistas de la inteligencia, propuso
que la inteligencia se dividía en tres componentes: la inteligencia abstracta, la inteligencia
mecánica y la inteligencia social. Thorndike (1920, p. 228) expone que la inteligencia social
es la capacidad de la persona para comprender y dirigir a los individuos y de emplear las
relaciones humanas de forma adecuada y eficaz y, así involucrarse en situaciones sociales
adaptativas. En este sentido, Vernon (1933) entendió a la inteligencia social como la
capacidad para llevarse bien con las personas, el conocimiento de los asuntos sociales, la
susceptibilidad a los estímulos provenientes de otros miembros de un grupo, y el insight a
los estados de ánimo temporales y a los rasgos de personalidad de las personas que no conoce.
En este sentido, nos parece muy interesante tener en cuenta las aportaciones realizadas por
Wechsler (1940) que definió la inteligencia como “la capacidad global para actuar
deliberadamente, para pensar racionalmente, y para hacer frente eficazmente a su entorno”
(Wechsler, 1940, p. 444), enfatizando el componente social de la inteligencia. Wechsler
(1940) postula que la inteligencia forma parte integrante de la personalidad. Por tanto, la
personalidad engloba diferentes dominios tales como: los rasgos de personalidad, los
procesos emocionales y actitudinales o las capacidades cognitivas.
En relación a este tema, Kaufman y Kaufman (2001) resaltan que todos estos dominios tienen
una alta correlación entre sí como para no estudiarlos como un conjunto. Wechsler (1940)
recogido por Bar-On (2005) añadió que su modelo conceptual de la inteligencia estaría
incompleto hasta que no se pudieran describir adecuadamente todos los factores que la
componen, sin olvidar los factores afectivos, de personalidad y sociales, los cuales pueden
facilitar o inhibir el comportamiento inteligente.
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la capacidad de adaptación y moldeamiento del ambiente que incluye las capacidades para
un funcionamiento emocional y social (Sternberg, 1997)
Según esta teoría, la inteligencia puede ser explicada en torno a tres subteorías:
3. Inteligencia contextual (práctica) que hace referencia a la relación con el ambiente que
rodea al individuo, destacando, en este sentido, el componente social de esta subteoría,
reforzando las ideas que realizó Wechsler (1940).
En definitiva, estos autores, aún reconociendo la vital importancia de los aspectos cognitivos,
defendían el valor y la aportación de los componentes denominados “no cognitivos”, es decir,
factores afectivos, emocionales, personales y sociales, como predictores adecuados de las
habilidades adaptativas y del éxito en la vida. (Extremera y Fernández-Berrocal, 2001)
Pero apareció por primera vez desarrollado en 1990, en un artículo titulado “Emotional
Inteligence” publicado por Peter Salovey y John Mayer. Además estos investigadores
también desarrollaron los primeros estudios empíricos relevantes (Mayer, DiPaolo y Salovey,
1990).
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primordial de este libro se resume en que necesitamos una nueva visión del estudio de la
inteligencia humana más allá de los aspectos cognitivos e intelectuales, que resalte la
importancia del uso y gestión del mundo emocional y social para comprender el curso de la
vida de las personas.
Goleman afirma que existen habilidades más importantes que la inteligencia académica a la
hora de alcanzar un mayor bienestar laboral, personal, académico y social. Esta idea tuvo una
gran resonancia en la opinión pública y, a juicio de autores como Epstein (2001), parte de la
aceptación social y de la popularidad del término se debió principalmente a tres factores:
En este sentido, compartimos la idea de que “la venta de la Inteligencia Emocional como una
panacea para los males del mundo ha sido severamente criticada, y es ampliamente aceptado
que las pretenciosas afirmaciones que siguieron el libro de Goleman no tienen credibilidad”
(Roberts, Zeidner, y Matthews, 2007, p. 430). Además autores como Davies, Stankov y
Roberts (1998) defienden que la Inteligencia Emocional es un concepto difuso, cuyo estatus
empírico resulta aún cuestionable (ya que, aún existen graves problemas para su medición
objetiva y en cuanto a su fiabilidad), pero no por ello, carente de interés, sobre todo, en la
medida que se encuentren procedimientos adecuados para estimarla y se consolide su
identidad específica.
13
Es necesario, también añadir, que el constructo de Inteligencia Emocional cuenta con algunos
detractores, en nuestra opinión estas críticas tienen su origen en las desmesuradas
afirmaciones sin base empírica que pueden servir de explicación a la popularidad de la
Inteligencia Emocional (Murphy, 2006; Furnham, 2006). Las críticas más importantes que
podemos señalar, en esta línea, son las conclusiones sobre el estado actual de la Inteligencia
Emocional formuladas por Murphy (2006), en una obra colectiva titulada A Critique of
Emotional Intelligence. Éstas son:
A pesar de estos aspectos, en la última década se han empezado a dar los primeros pasos
firmes en la constatación empírica de los efectos que una buena Inteligencia Emocional puede
ejercer sobre las personas. En general, los primeros trabajos se encaminaron a examinar el
constructo de Inteligencia Emocional, se centraron en el desarrollo teórico de modelos y la
creación de instrumentos de evaluación rigurosos (Mayer et al., 2000; Salovey, Woolery y
Mayer, 2001).De hecho, la línea de investigación vigente se centra en establecer la utilidad
de este nuevo constructo en diversas áreas vitales de las personas, con el objetivo de
demostrar cómo la Inteligencia Emocional determina nuestros comportamientos y en qué
áreas de nuestra vida influye más significativamente (Extremera y Fernández-Berrocal,
2004a).
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La Inteligencia Emocional en veinticinco años de vida científica (Salovey et al., 1990), ha
pasado de ser un concepto de moda a convertirse en un apasionante y fructífero campo de
investigación. Aunque a veces enfrentados los diversos planteamientos teóricos y de
evaluación, así como las posibles implicaciones del constructo en importantes áreas del
funcionamiento vital de las personas (e.g., salud, educación, trabajo, familia…), se han
convertido en detonantes del interés por el estudio de la Inteligencia Emocional (Fernández-
Berrocal y Extremera., 2006).
Sin embargo, para no incurrir en una teoría soñadora, los defensores de esta corriente han
planteado el “principio de la realidad” para ajustarse a una percepción objetiva del mundo,
los seres y las cosas del mundo. Esta cualidad se echa de menos en las ilusiones del paranoico
que se cree Jesús o Napoleón o que distorsiona la realidad externa o interna. Tales
distorsiones pueden provenir de motivaciones o prejuicios personales; también los
sentimientos y emociones intensas pueden ser un factor determinante de muchas distorsiones;
el individuo se puede convertir en víctima de la “percepción selectiva” (Jiménez, 2007, pág.
84).
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Integrar los impulsos, pasiones, afectos, sentimientos y emociones con la razón, la
voluntad y la libertad humanas.
Coordinar la inteligencia intelectual con la inteligencia emocional.
Desarrollar el crecimiento y aspiraciones personales con un profundo sentido social
y generoso.
Y, finalmente, armonizar todos los elementos anteriores con los valores religiosas,
orientando en último término toda la vida y actividad hacia Dios, creador y fin de la
existencia humana. (Jiménez, 2007, pág. 84)
Como se pudo observar el principio de realidad tiene sus limitaciones al considerar a cada
una de las categorías anteriormente señaladas pues, lejos de identificarse con una perspectiva
racional que evalúe hechos concretos, se ciñe a parámetros fenomenológicos, es decir, que
estudian el mundo bajo normas intuitivos (automáticos) y subjetivos (personales) que por
cierto guardan mucha coincidencia con las filosofías orientales.
Para hacer frente a esta idealización, Goleman planteó la necesidad del “manejo del estrés”,
según él, la Inteligencia Emocional, en términos prácticos debe entenderse como la capacidad
de permanecer en un estado de calma en situaciones difíciles. Esta competencia contribuye a
un mejor modo de resolver los problemas, la personas con una mejor capacidad de manejar
el estrés, buscan soluciones prácticas y alternativas sin perder la calma. ”Las personas más
flexibles empiezan a controlar el estrés desde el momento mismo en que se dispara la
situación conflictiva” (Goleman, 1998).
A ella, Goleman sumó otra característica a la que denominó “adaptabilidad”, según la cual,
las personas que destacan en esta competencia disfrutan con los cambios y saben sacar
provecho de la innovación. Son personas que permanecen abiertas a los nuevos datos y que
(…) pueden renunciar a sus antiguas creencias y adaptarse a los nuevos tiempos (Goleman,
1998). De este modo, al menos se identifican dos parámetros susceptibles de ser medidos a
los que conviene agregar la autoestima. Hoy en día casi nadie pone en tela de juicio la
existencia de una inteligencia basada en las emociones como fundamental en el desarrollo de
la inteligencia en su más amplio sentido (Acosta, 2008).
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2.2 Los modelos teóricos de Inteligencia Emocional
A pesar de que actualmente existen diversos autores que han desarrollado un enfoque propio,
cuyas bases se encuentran arraigadas en uno de estos dos modelos (de habilidad o mixto),
son tres los enfoques pioneros que dieron el fundamento inicial a estos modelos.
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Según señalan Fernández-Berrocal y Extremera (2006b y 2006c) los tres modelos teóricos
con más apoyo científico son: el Modelo de Habilidad de Mayer y Salovey 1997, Brackett y
Salovey 2006, el Modelo de Bar-On de Inteligencia EmocionalSocial (Bar-On, 2006), y el
Modelo de Competencias Emocionales de Goleman (Boyatzis, 2006; Goleman, 1998, 2001).
Por otra parte, Pena y Repetto (2008) distinguen en su estudio tres modelos de Inteligencia
Emocional. Las características principales de cada modelo serían las siguientes:
a) Modelo de Peter Salovey y John Mayer: Este modelo percibe la inteligencia emocional
como una inteligencia pura, es decir, de habilidad mental.
c) Modelo de Daniel Goleman: Igual que el modelo de Bar-On, se incluye dentro del
modelo mixto, con la diferencia de que el de Bar-On destaca la manera en que la cognición
y los factores de personalidad influyen en el bienestar general del individuo, mientras que
Goleman se centra en la influencia de la inteligencia emocional para el éxito en la empresa.
A pesar de las divergencias halladas, según Mestre, et. (2003), los dos Modelos de
Inteligencia Emocional pueden considerarse complementarios, siempre que las medidas
utilizadas por ambos no correlacionen significativamente entre sí por encima de un valor de
r= 0.3 -si se trata de escalas- a la vez que cada medida aporte una varianza independiente
explicada respecto a algún criterio establecido (Mestre, Guil y Gil-Olarte, 2004).
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Los modelos señalados, básicamente identifican cuatro áreas de la Inteligencia emocional:
identificar, expresar, regular y aplicar. Goleman (1995), Bar-On y Parker (2000) incluyen
algunas cualidades personales, tales como empatía y control de impulsos en sus definiciones,
mientras que Mayer y Salovey (1997) se centran solamente en los criterios basados en la
habilidad. La diferencia crítica en estos modelos se encuentra en sus respectivas herramientas
de medición. Bar-On, Mayer y Salovey desarrollaron distintos instrumentos para medir la
inteligencia emocional.
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naturaleza emocional y relacionar el proceso emocional con un campo más amplio, como es
el de la cognición (Mayer, Salovey y Caruso, 2000).
Estos autores definen la Inteligencia Emocional como “la capacidad para supervisar los
sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellos y de
usar esa información para la orientación de la acción y el pensamiento propios”. (Salovey y
Mayer, 1990, p.189).
Según esta visión, los autores integran en su modelo original de inteligencia emocional, tres
procesos mentales implicados en la información emocional: la utilización de la emoción, la
regulación de la emoción y la valoración y expresión de la emoción. (Mayer y Salovey,
1990).
Este modelo expone que los procesos de regulación y valoración están subdivididos en
apreciación de “uno mismo” y “de los demás”. Salovey y Mayer consideraban de gran
importancia la percepción y regulación emocional que los individuos realizaban, no sólo a
nivel personal, sino hacia los demás. Dividieron la valoración y expresión emocional propia
en los dominios verbal versus no-verbal, y subdividieron la valoración y expresión emocional
hacia los demás en percepción no verbal y la empatía.
Respecto a las críticas de este modelo, hemos de señalar que la tercera de las ramas
(utilización emocional) ha sido criticada, por una parte debido a la imprecisión y falta de
nitidez de los conceptos empleados, y por otro por el empleo libre de constructos
pertenecientes a otros campos (personalidad, motivación) que cuestionan si la inteligencia
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emocional es un nuevo tipo de inteligencia (Neubauer y Freudenthaler, 2002; Weber y
Westmeyer, 2001; cit. por Freudenthaler y Neubauer, 2005). A pesar de ello, Mayer y
Salovey (1997) han argumentado que la inteligencia emocional representa de forma clara y
significativa, un nuevo tipo de inteligencia, ya que las habilidades que ellos defienden en su
modelo, encajan bien dentro de los límites conceptuales de la inteligencia.
Debido a las críticas realizadas al planteamiento original, Mayer, Salovey y Caruso presentan
en 1997 una versión revisada de su modelo de inteligencia emocional. Este restringe el
enfoque sólo a la habilidad mental, eliminando los rasgos de personalidad referidos a factores
sociales y emocionales que se encontraban incluidos implícitamente en el modelo inicial.
Este modelo propuesto por Mayer y Salovey (1997), defiende la Inteligencia Emocional
como un conjunto de habilidades cognitivas para percibir, usar, comprender y manejar las
emociones, cuyas consecuencias son adaptativas para el sujeto.
Estos autores señalan cuatro habilidades básicas o dimensiones que favorecen la función
adaptativa: 1) percepción y expresión de las emociones; 2) facilitación emocional del
pensamiento; 3) comprensión emocional y 4) gestión de las emociones. Posteriormente, junto
con Caruso mostraron la Inteligencia Emocional como la habilidad para identificar, procesar
y manejar las emociones propias y las de los demás (Mayer, Salovey y Caruso, 2000). Según
el modelo, la inteligencia emocional está compuesta por dos áreas subdivididas para formar
cuatro “ramas”.
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pensamiento y generar sentimientos que lo faciliten. Los autores destacan la
importante influencia que las emociones tienen en el pensamiento.
Esta estructura de “cuatro ramas emocionales” del modelo se organiza jerárquicamente, cada
rama va implicando progresivamente procesos psicológicos más complejos. Además, cada
una de las ramas emocionales está dividida en cuatro habilidades representativas, organizadas
según se van adquiriendo desde la más temprana hasta la más tardía.
Este modelo considera la Inteligencia Emocional como una inteligencia genuina, basada en
el uso adaptativo de las emociones, de manera que el individuo pueda resolver problemas y
adaptarse de forma eficaz al medio que le rodea. Diferentes investigaciones realizadas abogan
por la existencia de una Inteligencia Emocional que es considerada como una habilidad
mental distinta de la inteligencia estándar, analítica (Mayer, Salovey y Caruso, 2000).
Por lo que respecta a la crítica que discute si la inteligencia emocional no es un nuevo tipo
de inteligencia, Mayer, Salovey y Caruso defienden que el constructo cumple los criterios
conceptuales, correlacionales y evolutivos necesarios para la construcción de una nueva
inteligencia. Los críticos del concepto consideran el modelo de Mayer y Salovey un enfoque
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genuino al estudio de la inteligencia, que podría añadir interesantes contribuciones al campo
de las diferencias emocionales individuales. (Matthews et al., 2002).
Otro de los modelos de habilidad a señalar es el postulado por Lane y Schwart en 1987. Estos
autores plantean el concepto de “consciencia emocional” y definen la inteligencia emocional
como la habilidad de identificar y describir las emociones propias y las de los demás.
Basándose en este concepto, se diseñó el modelo de nivel de conciencia emocional (LEA),
que se centra en la capacidad de los individuos para diferenciar las emociones de uno mismo
y de los otros, y en el nivel de complejidad emocional inherente en la descripción de las
experiencias emocionales.
Estos modelos aparecen como consecuencia de la incorporación de una serie de términos que
tienen alguna relación con la inteligencia o las emociones, y que se engloban bajo una misma
terminología. Combinan la habilidad mental con otras características. Se integran las teorías
de Goleman, orientadas hacia una Competencia Emocional y las de Bar-On encuadradas en
una visión socio-emocional de la Inteligencia Emocional junto con el modelo de Autoeficacia
emocional de Petrides y Furnham (2001).
23
2.2.6 Modelo de competencias emocionales de Goleman
El modelo de Goleman tiene sus orígenes en el propuesto por Salovey y Mayer (1990). A
diferencia de éstos, el autor tiene una visión de la inteligencia emocional en la que se
combinan habilidades cognitivas y otros rasgos psicológicos y de personalidad. Igual que el
modelo de Bar-On, su objetivo es predecir el éxito en la vida, aunque este autor se centra más
en el ámbito laboral. La teoría de inteligencia emocional de Goleman tuvo gran éxito tras la
publicación de su obra “Emotional Intelligence” (1995), la cual contribuyó notablemente a
la difusión del constructo.
Su teoría está basada en el análisis de las capacidades que han sido identificadas a través de
investigaciones sobre el rendimiento laboral en multitud de compañías y organizaciones de
todo el mundo. Así, refleja cómo el potencial de un individuo para una serie de ámbitos o
dominios se traduce en éxito en su lugar de trabajo.
24
Sobre estas competencias, Goleman establece la idea de que no son innatas, sino aprendidas.
Mientras que la inteligencia emocional es representada por Mayer y Salovey como nuestro
potencial para conseguir la maestría de habilidades específicas en este dominio, la
competencia emocional constituye en sí misma el grado en que el individuo ha conseguido
dominar las destrezas y habilidades y mejoran la efectividad en el ámbito laboral. (Goleman,
2001). Por tanto, para Goleman, los sujetos nacen con una inteligencia emocional que
determina su potencial para el aprendizaje de las competencias emocionales. (Stys y Brown,
2004).
El acento en los factores no cognitivos representa una renuncia a los conceptos tradicionales
de inteligencia que subrayaban la relevancia de los factores cognitivos. La intención de esta
propuesta era encontrar los factores clave y los componentes del funcionamiento social y
emocional que permiten a los individuos un mayor bienestar psicológico. (Bar-On, 2000,
2004, 2006).
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Frente al modelo de Mayer y Salovey, basado en habilidades en el procesamiento de la
información de naturaleza emocional, Bar-On trata de buscar una explicación al hecho de
que unas personas alcanzan un éxito en la vida muy superior al de otras.
4) Manejo del stress se refiere a la capacidad para hacer frente al estrés y controlar las
emociones, está compuesto por los subfactores: tolerancia al estrés y control de impulsos
y por último
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El modelo representa un conjunto de conocimientos empleados para enfrentarse a la vida de
manera efectiva. (Mayer et al. 2000). Como tal, la inteligencia emocional es determinante en
el éxito en la vida e influye directamente en el bienestar general del individuo (Bar-On y
Parker, 2000).
Para entender el concepto de Inteligencia Emocional se debe tener en cuenta la forma en que
se ha evaluado el constructo.
Petrides y Furnham realizaron diversos estudios (2000a, 2000b, 2001) sobre la investigación
en Inteligencia Emocional realizada hasta el momento. Tenían como objetivo esclarecer la
confusa situación del constructo debida a resultados contradictorios en la medición de la
inteligencia emocional a partir de diversos instrumentos derivados de los diferentes modelos.
Los autores llegaron a la conclusión de que la manera en que se mide el constructo tiene un
impacto directo en su operacionalización. El constructo de Inteligencia Emocional había sido
medido desde los distintos modelos, diferenciándose dos tipos de métodos: los autoinformes,
frente a las pruebas de rendimiento máximo. De esta forma, los instrumentos basados en
cuestionarios de autoinforme conllevan la operacionalización de la inteligencia emocional
como un rasgo de personalidad, mientras que los instrumentos de rendimiento-máximo nos
conducen a una operacionalización de la inteligencia emocional como capacidad
cognoscitiva.
27
La distinción entre inteligencia emocional rasgo e inteligencia emocional capacidad está
basada en el método de medida utilizado para medir el constructo y no en los elementos que
hipotéticamente abarcan los diferentes elementos teóricos Petrides y Furnham (2001)
también constataron el hecho de que la Inteligencia Emocional mostraba claras correlaciones
con las dimensiones de la personalidad. Siguiendo a Ciarrochi, Chan y Caputi (2000), los
autores consideran que independientemente de los elementos que componen cada medida de
evaluación de la inteligencia emocional, la mayoría de los modelos tienden a ser
complementarios, más que contradictorios.
Podemos concluir señalando que este modelo se trata de un modelo que entiende la
inteligencia emocional como un conjunto de disposiciones y percepciones emocionales que
comprenden los aspectos afectivos de la personalidad, por tanto como un rasgo de nivel
inferior dentro de la estructura de la personalidad. Se trata de un modelo multifactorial, que
aúna diferentes factores comunes a los modelos de Inteligencia Emocional existentes, que se
relacionan con disposiciones emocionales de la personalidad y habilidades auto-percibidas,
lo cual otorga gran importancia a la percepción del individuo sobre sus destrezas emocionales
más que a sus capacidades reales.
Por otra parte, tomando como referencia la psicología de la personalidad, desde ésta vemos
como la Inteligencia Emocional puede ser considerada como un aspecto de la personalidad
(McCrae 2000b).
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2.3 Desarrollo de la inteligencia emocional
Aprendemos por imitación y a través de las propias vivencias. Como veremos a continuación,
siguiendo a Goleman (1996), el contexto familiar interviene indirectamente en el desarrollo
emocional al proporcionar y regular las oportunidades para experimentar y compartir
emociones:
Durante los tres o cuatro primeros años de vida, el cerebro de los bebés crece hasta los dos
tercios de su tamaño total y su complejidad se desarrolla a un ritmo irrepetible. Durante este
período clave, el aprendizaje en general y especialmente el emocional, tiene lugar más
rápidamente que nunca. Las consecuencias de las lecciones emocionales aprendidas durante
los primeros cuatro años de vida son extraordinariamente importantes.
Durante estos primeros años se asientan los cimientos de la inteligencia emocional, aunque
estos sigan modelándose durante todo el período escolar.
29
A medida que un niño es capaz de asimilar las lecciones emocionales concretas que está en
condiciones de aprender, experimenta una transformación. El aprendizaje de la empatía
comienza en la temprana infancia, siendo necesario que los padres presten atención a los
sentimientos de su bebé. A pesar de que algunas de las habilidades emocionales terminen
estableciéndose en las relaciones con los amigos, los padres emocionalmente hábiles pueden
ayudar a que sus hijos asimilen los elementos básicos de la inteligencia emocional como son;
aprender a reconocer, canalizar y dominar sus propios sentimientos y empatizar y manejar
los sentimientos que aparecen en sus relaciones con los demás.
a) Ignorar completamente los sentimientos de sus hijos. Estos padres consideran que los
problemas emocionales de sus hijos son algo trivial y molesto, que no merece la
atención y que hay que esperar a que pase. Son padres que desaprovechan la
oportunidad que ofrecen las dificultades emocionales para aproximarse a sus hijos e
30
ignoran la forma de enseñarles las lecciones fundamentales que puedan aumentar su
competencia emocional.
b) El estilo laissez-faire. Este tipo de padres se dan cuenta de los sentimientos de sus
hijos, pero opinan que cualquier forma de manejar los problemas emocionales es
adecuada, incluyendo por ejemplo, pegarles. Igual que ocurre con quienes ignoran los
sentimientos de sus hijos, estos padres pocas veces intervienen para ofrecerles una
respuesta emocional alternativa. Sus intentos se reducen a que su hijo deje de estar
triste o enfadado, recurriendo para ello incluso al engaño o al soborno.
c) Menospreciar y no respetar los sentimientos del niño. Este tipo de padres suelen ser
muy desaprobadores y muy duros, tanto en sus críticas como en sus castigos. Pueden
llegar a prohibir cualquier manifestación de enojo por parte del niño y ser sumamente
severos ante el menor signo de irritabilidad.
Sin embargo, hay padres que aprovechan los problemas emocionales de sus hijos como una
oportunidad para desempeñar la función de preceptores o mentores emocionales. Estos
padres se toman lo suficientemente en serio los sentimientos de sus hijos como para tratar de
comprender exactamente lo que les ha disgustado y les ayudan a buscar formas alternativas
positivas de apaciguarse.
Las emociones intervienen en todos los procesos evolutivos, tales como procesamiento de la
información, desarrollo de la comunicación, organización del apego, desarrollo moral,
conocimiento social, etc., y pueden ser consideradas la principal fuente de las decisiones que
tomamos a lo largo de nuestra vida. Cuando hablamos de desarrollo emocional nos referimos
a la capacidad de detectar y explicar los cambios evolutivos que se producen en: la expresión
emocional, en la conciencia sobre los propios estados afectivos, en la comprensión de las
emociones, en la regulación emocional o en la empatía. Este conjunto de aspectos son claves
a la hora de comprender el desarrollo y el funcionamiento de la personalidad de cada
individuo.
31
Indudablemente, la inteligencia emocional no puede prescindir excluir de los procesos
formales de educación, por lo que, es de vital importancia considerar su manejo dentro de las
aulas de clase. Tradicionalmente, la educación formal anterior, durante mucho tiempo se
mantuvo bajo un precepto errado sobre el papel de las emociones sobre las personas y su
desarrollo intelectual; de hecho, se llegó a creer que las emociones eran algo negativo, es
decir, se limitaban en todo ámbito, por lo que, “debían ser eliminadas de la mente, para que
no influyan de manera negativa sobre el desarrollo educativo” (López & González, 2005,
pág. 23).
En los últimos años ha existido una expansión de trabajos positivos relacionados al bienestar
psicológico de los alumnos. El modelo de Mayer y Salovey permitió un marco adecuado para
conocer los procesos emocionales básicos profundos al desarrollo de un adecuado equilibrio
psicológico mismo que permitiría ayudar a comprender mejor el papel mediador del docente.
Esta no es la única propuesta, existen muchas otras más; en todo caso, lo importante es que
se haya empezado a dar importancia al metaconocimiento, (distintas clases de saberes)
mismo que permitía atender otros aspectos del ser humano; dándole una particular
importancia a los aspectos afectivos. De este modo, experimentar con claridad los
sentimientos propios y poder reparar los estados emocionales negativos, se convirtió en la
punta de lanza de la concepción integral del ser humano. La salud mental de los estudiantes
hizo hincapié formó perseverancia empeño en el equilibrio psicológico, el cual, a su vez,
estuvo relacionado con el desempeño académico. Por ejemplo, algunos estudios americanos
anteriores, realizados en población universitaria habían avalado relaciones directas entre
Inteligencia Emocional y rendimiento académico (Extramera & Fernández, 2003, pág. 107).
32
Otros estudios revelaron que los estudiantes con limitaciones en su habilidad emocional
experimentaban estrés y dificultades emocionales en sus estudios. Consecuentemente,
quienes tenían altos niveles emocionales adaptativos podían beneficiarse de mejor manera en
los diversos aspectos de sus estudios. La Inteligencia Emocional se convirtió de este modo,
en un moderador de los efectos de las habilidades cognitivas sobre el rendimiento académico
(Acosta, 2008, pág. 170).
Es por ello que varios autores encabezados por Daniel Goleman, han planteado la necesidad
de incluir el estímulo de la inteligencia emocional en los currículos escolares en vista que es
el nivel educativo en el que más se puede influir con una adecuada trayectoria en el desarrollo
de las capacidades afectivas, motivacionales y sociales del niño (Extramera & Fernández,
2003, págs. 110-111).
Con estos lineamientos se puede señalar que no solamente los Adultos proveen la Inteligencia
Emocional de sus hijos, sino que también los Niños podrán aprenderlo dentro de su currículo,
al desarrollar habilidades sociales. Así, las interacciones que se vivan en los Centros
Educativos deben procurar escenarios propicios para el logro de los aprendizajes esperados
33
además de aquellos otros que la comunidad considere adecuados para llevar a cabo el
proyecto curricular. (Jurado, 2009).
Es importante señalar que toda la tendencia de la Inteligencia emocional tuvo mucho auge
en Estados Unidos y luego con las traducciones a otros idiomas del libro de Goleman llegó a
muchas lenguas, entre ellas la lengua castellana. En España fue donde despuntaron varios
estudios sobre esta corriente. Aunque no precisa cuándo exactamente, Margarita Sánchez
(2014) identifica a los docentes ecuatorianos universitarios como los primeros portadores de
las ideas de Daniel Goleman, Howard Gardner y Lawrence Shapiro.
Una de las primeras incursiones en este campo de estudio fue la desarrollada por Andrade
(2002) quien concluyó que “los modelos educativos importados de otros países y aplicado
como una copia sin sentido crítico ni validación de experiencias sin una adaptación que
responda al contexto educativo nacional han resultado un fracaso” (pág. 98), sin embargo
enfatizó la necesidad de “desarrollar la inteligencia emocional desde los primeros años de
EGB reforzándola continuamente durante la adolescencia” (pág. 100).
34
En esta misma línea otro estudio es el desarrollado por Luisa Cedillo (2006) quien también
utilizó el CTI, sin embargo, recomienda el uso de una entrevista como una herramienta para
generar información real de los hechos y antecedentes vividos por el sujeto de investigación
(pág. 73).
En el campo educativo propiamente dicho no se encuentran registros sino hasta el año 2010
sobre tesis que se hayan ocupado por entero de la Inteligencia Emocional. En este sentido,
Donoso (2010) planteó una serie de juegos y actividades que pueden ser útiles para estimular
la Inteligencia Emocional dentro del aula de clases para trabajar la ira, el miedo, la angustia,
entre otros estados emocionales que pueden ser convertidos en aspectos positivos de modo
que generen vínculos sanos y positivos generando una alta autoestima en los niños (pág. 144).
López Calle (2010), señaló que a partir del bestseller de Goleman, inteligencia emocional, la
incursión el campo educativo ha ido impresionando, sin embargo, está pendiente la tarea
experimental para probar si realmente es efectiva la aplicación en el currículo regular, sin
embargo recalca en su diagnóstico al Colegio La Asunción de la Ciudad de Cuenca que las
competencias socio-afectivas al menos permiten una convivencia más armónica, de este
modo, señala que un acompañamiento del docente escuchando activamente, no
escandalizándose, sonriendo, interpretando rostros, tratando por el nombre, entre otros
aspectos es mucho más efectivo en términos emocionales y contribuye mejor a generar un
clima de confianza entre los estudiantes.
Por su parte Quintanilla (2011), en su tesis de grado encontró que en los estudiantes
riobambeños no se encontró asociación alguna entre el rendimiento académico y las
necesidades emocionales y sentimentales de los niños, según este autor, el rendimiento
académico discute de la inteligencia emocional.
35
En el ámbito de las políticas públicas no se identifica con precisión la presencia de la
Inteligencia Emocional en la Actualización y Fortalecimiento Curricular del año 2010, sin
embargo en el Perfil del Currículo de Educación Inicial (MIEDUC, 2007) se advierte no sólo
una definición sino que se pone empeño en salir del mutismo o silencio emocional (pág. 18),
lo mismo ocurriría en el año 2013 cuando se oficializó dicho perfil.
Algunos países han incursionado programas con gran éxito, llegando hasta los niveles
universitarios. Los alumnos de ciencias empresariales de la India estudian la Inteligencia
Emocional y el liderazgo, los CEO de Argentina recomiendan a sus alumnos el libro que
posteriormente escribí sobre ese tema y también he escuchado decir a personas que se
dedican al estudio del cristianismo, el judaísmo, el islam, el hinduismo y el budismo, que han
descubierto la existencia de grandes paralelismos entre la noción de Inteligencia Emocional
y sus propias creencias (Goleman, 2008, págs. 10-11).
Existe cierto grado de confusión entre los términos Inteligencia Emocional, Competencia
Emocional y Educación Emocional (Bisquerra y Pérez, 2007). Por tanto, es conveniente
realizar una aclaración de términos.
36
otros muchos). La Competencia Emocional se basa en la interacción entre persona y
ambiente, y consecuentemente presta más importancia al aprendizaje y desarrollo. Por tanto
las aplicaciones educativas son inmediatas (Bisquerra y Pérez, 2007).
Por otra parte, para estos últimos autores, la Educación Emocional es entendida como un
proceso continuo y permanente, cuyo objetivo es potenciar el desarrollo de las Competencias
Emocionales como elemento esencial del desarrollo integral de la persona, con vistas a
capacitarle para la vida. La finalidad de la Educación Emocional es el desarrollo de
Competencias Emocionales.
37
El concepto de competencia emocional tiene su origen en la expresión “habilidades sociales”
que se difundió en los años 80 (Fabes et al., 1999; Segura et al., 1998, 1999; Topping et al.,
2000). No existe un total acuerdo entre los expertos sobre el concepto de competencia
emocional. Para muchos, las competencias sociales se deben complementar con las
competencias emocionales y se pasa a hablar de competencias sociales y emocionales (o
socioemocionales) por parte de autores como Cherniss (2000), Coombs-Richardson (1999),
Zins et al. (2000) etc mientras que otros se refieren específicamente a las competencias
emocionales: Goleman y Hay/McBer (1999), Greenberg et al. (1995).
Mattews y Zeidener (2000) han hallado resultados prometedores en sus estudios, ya que
afirman que la Competencia Emocional ayuda a prevenir y superar situaciones de estrés,
favoreciendo la adopción de comportamientos saludables.
38
Algunos autores como Valverde (2001) y Echevarría (2005) analizan el constructo desde la
dimensión laboral. Este ámbito de aplicación es uno de los que mayor interés tiene, debido a
las consecuencias económicas que los avances en el tema aporta a las organizaciones
empresariales (Bisquerra y Pérez, 2007).
Dentro del ámbito educativo, cabe destacar que en España la Orientación Educativa concede
un papel relevante a la formación en Competencias Socio-emocionales de los alumnos
(Bisquerra, 2002, 2004a, 2004b; Bisquerra y Pérez, 2007; Repetto, 2003). Se encuentra
necesario diseñar, aplicar y evaluar programas de intervención sobre habilidades y/o
competencias de la Inteligencia Emocional (Álvarez, 2001; Bisquerra, 2004a) siendo
consciente de que se necesita práctica y entrenamiento para su aprendizaje. (Fernández-
Berrocal y Extremera, 2002).
Para ello es necesario adquirir una serie de competencias que podrán aplicarse en diversas
situaciones. Las competencias emocionales deben articularse a través de “la educación
emocional, la cual ha de aspirar a colaborar en el proceso de desarrollo integral de la
personalidad del individuo, dotándole de herramientas y estrategias emocionales que le
permitan afrontar de forma coherente, digna y consciente los retos y demandas que plantea
la vida cotidiana” (Alvarez, 2001, p. 11).
39
En cuanto a los términos para referirnos a ella, en el contexto anglosajón se utiliza el término
“Alfabetización Emocional” (emotional literacy), mientras que en el ámbito
hispanoamericano empleamos “Educación Emocional”. Otros autores prefieren utilizar el
término “Educación Socioemocional”, ya que consideran que así se engloba tanto a lo social
como a lo emocional (Allen y Cohen, 2006; Halberstadt, Denham y Dunsmore, 2001).
40
e. Las relaciones entre emoción y bienestar subjetivo. Esto lleva a delimitar el
constructo “bienestar subjetivo” y los factores que lo dificultan o favorecen.
En los programas de educación emocional deben estar presentes unas bases teóricas, teniendo
en cuenta la edad de los destinatarios.
A partir de los años sesenta va cambiando el rígido modelo conductista de estímulo respuesta
por otro neoconductista. La elaboración de constructos teóricos no directamente observables,
es característico de los trabajos posteriores.
41
omisión. En los primeros modelos cognitivos basados en el procedimiento de la información,
llama la atención la ausencia de referencias a lo emocional. (Bisquerra, 2000).
A partir de los 50, la psicología humanista con Carl Rogers como principal representante,
presta especial atención a las emociones y sentimientos. En Psicología de la Educación
destacan los movimientos del constructivismo y la psicología cultural. Surge un área de
trabajo sobre las relaciones entre iguales muy productiva que ha documentado componentes
y modelos de la competencia social y emocional, así como dificultades y problemas en las
relaciones sociales. La psicología clínica y la terapia cognitiva ponen énfasis en el papel que
juegan las emociones en la génesis de psicopatología e incluyen en el tratamiento el control
o cambio de las emociones. (Trianes y García, 2002).
A partir de los años ochenta y última mitad de los noventa surge una mayor preocupación
por el tema dentro del campo de la psicología y la educación.
Nuestra sociedad actual no concibe esta educación integral del individuo como
un lujo o una meta a alcanzar, sino como una necesidad urgente para poder
solventar los múltiples problemas reales con los que se enfrentan tanto las
escuelas como los alumnos. (Fernández-Berrocal, Ruiz, 2008, p.165).
Estamos descubriendo por fin la prioridad que deberíamos otorgar al aprendizaje emocional.
La ciencia está constatando la importancia de la gestión de estas emociones básicas y de su
prioridad frente a los contenidos académicos de los más pequeños. “Aquí, en aprender a
manejar las propias emociones -que no reprimirlas como hemos venido haciendo durante
siglos, reside la clave del éxito de los futuros adultos”. (Punset, 2012, p. 5).
42
A partir de esta situación se hace necesaria la toma de conciencia por parte de los docentes
de un cambio postmoderno de “valores”. El trabajo inicial de Salovey y Mayer sobre
Inteligencia Emocional surge de la constatación de que el clásico Cociente Intelectual (CI)
de naturaleza esencialmente cognitiva, ya no servía para predecir el rendimiento académico.
Por tanto, los profesores deben ser en primer lugar, hábiles en el manejo de esas relaciones,
antes incluso que buenos expertos en un tema o grandes conocedores de la didáctica de su
materia. El rol tradicional del profesor, centrado en la transmisión de conocimientos está
cambiando.
Para educar, conviene que maestros y profesores no sólo tengan un buen conocimiento de los
contenidos curriculares y capacidad de enseñarlos, sino que también tengan habilidades y
estrategias para gestionar la vida afectiva y relacional del grupo clase y la convivencia
positiva que cuide de los aprendizajes.
El hecho de abordar la vida emocional del alumnado y de orientarlo para que la conozca y la
mejore implica una formación del profesorado en la materia. Para ello, resulta necesario
formar al profesorado en un saber hacer emocional (Abarca y Sala, 2002; Palomera et al.,
2008), ya que el tratamiento de la dimensión emocional solamente es posible con un
profesorado que haga patente la alfabetización emocional, marcado por su capacidad para
tomar conciencia emocional y de regulación, con positivos efectos sobre el profesorado y el
alumnado (Yoon, 2002; Zins et al. 2004; Bisquerra, 2008; Jiménez Benedit, 2008).
Por tanto, no sólo se trata de saber unos conocimientos, sino que también hay que saber
aplicarlos a la vida diaria contemplando su carga emocional, siendo el aula uno de los
principales espacios de experimentación desde edades tempranas, sin olvidar el papel de la
familia y del grupo de iguales para estos aprendizajes (Sánchez y Hume, 2004), la
importancia del aprendizaje situado (Guarro, 2008) y en contextos reales y relevantes en
términos de autenticidad (Monereo y Pozo, 2007; Sánchez Santamaría, 2010).
Sin lugar a duda, los centros ofrecen un marco idóneo para la interacción social, para el
aprendizaje de la convivencia, de las competencias emocionales y de la sociabilidad.
43
Es muy importante que en los centros educativos no se obvie la importancia del mundo
afectivo y relacional en el desarrollo integral de las personas y en el aprendizaje humano. No
obstante, es necesaria la colaboración de todos los estamentos para llevar a cabo esta tarea.
Conducir a los niños y niñas para que aprendan a gestionar su propia vida emocional es un
factor decisivo para la socialización. Muchas de las conductas antisociales y agresivas tienen
como telón de fondo los problemas emocionales. Los teóricos coinciden en afirmar el valor
de las emociones en la motivación y organización de la conducta.
De la misma manera que existen diferentes modelos para explicar qué se entiende por
Inteligencia Emocional, y que cada autor que trata el concepto elabora su propia definición,
surgen diferentes instrumentos y medidas de evaluación para intentar medir el nivel de
Inteligencia Emocional de una manera fiable (Bar-On, 1997; Mayer, Caruso, y Salovey,
1999; Salovey, 1999; Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995; Shutte, Malouff,
Hall, Haggerty, Cooper, Golden y Dornheim, 1998). Precisamente, dicha creación de
instrumentos para medir la inteligencia de las personas de una manera fiable, constituye una
de las principales líneas de investigación en inteligencia emocional, junto con el desarrollo
de modelos, delimitación de componentes esenciales y los estudios de validez predictiva.
Por otra parte, hemos de tener en cuenta que dependiendo del concepto de partida sobre
inteligencia emocional, se han desarrollado diferentes tipos de medidas destinados a evaluar
unos u otros componentes, ya que no existe consenso sobre los contenidos o factores que
constituyen dicha inteligencia.
44
La Inteligencia Emocional empezó a ser evaluada a partir del uso de cuestionarios o auto-
informes que evaluaban dicho nivel de Inteligencia Emocional mediante una serie de ítems,
a través de una escala tipo Likert, mediante varias opciones de respuesta (Extremera y otros,
2004).
Estos mismos autores encuentran que uno de los primeros instrumentos fue creado por el
grupo de Mayer y Salovey. Se trataba de una medida objetiva de reconocimiento emocional
que evaluaba la percepción no verbal de emociones en rostros, colores y diseños abstractos
(Mayer, Di Paolo y Salovey, 1990).
Otros instrumentos que evalúan aspectos emocionales, hallados por estos autores, son el
TAS-20 (Bagby, Parker y Taylor, 1994, adaptación al castellano, Martínez Sánchez, 1996),
el Emotional Control Questionnaire (Roger y Najarian, 1989), el Emotional Creativy Test
(Averill y Nunley, 1992), el Constructive Thinking Inventory (CTI; Epsein y Meier, 1989;
adaptación al castellano Editorial TEA, 2001), o el Styles Questionnaire (Nolen-Hoeksema
y Morrow, 1991).
Analizando la literatura actual, Extremera y otros (2004) encuentran que existen dos grandes
vertientes dentro de la evaluación de la Inteligencia Emocional. Por un lado encontramos
instrumentos clásicos de medidas basados en autoinformes y cuestionarios, y por otra se
encontrarían medidas de ejecución o de habilidad. La principal diferencia entre ambos se
encuentra en que los instrumentos clásicos se basan en enunciados verbales cortos, en los
cuales la persona realiza la evaluación mediante la estimación de sus niveles en determinadas
habilidades emocionales, sin embargo las medidas de ejecución o de habilidad implican que
el individuo resuelva o solucione determinados problemas emocionales. Posteriormente su
respuesta será comparada con criterios de puntuación objetivos y predeterminados.
Además de estos dos tipos de instrumentos, surge una nueva forma de evaluación de la
Inteligencia Emocional (Extremera y otros, 2004). Estos instrumentos están basados en la
observación externa. Para ello se pide a los compañeros, profesor/jefe, etc., que den su
opinión y valoración sobre cómo es percibida la persona por ellos. Este tipo de evaluación es
complementaria a las dos anteriores y con ello se evita la deseabilidad social, encontrándose
ya incorporadas en algunas medidas (Bar-On, 1997; Boyatzis, el al., 2000).
45
Por tanto, podemos resumir diciendo que la medición de la Inteligencia Emocional se realiza
a partir de tres métodos principales, como son los Autoinformes, las Pruebas de Ejecución y
la Evaluación de 360 grados (Extremera y Fernández-Berrocal, 2003). El modelo de Mayer
y Salovey ha basado todas sus investigaciones en los dos primeros métodos. Por otra parte,
debemos tener en cuenta que cada uno de estos métodos, presenta sus ventajas y desventajas.
Debido a la excesiva creación de diferentes medidas emocionales, muchas de ellas sin claras
propiedades psicométricas, se puede concluir señalando que en este campo todavía no existe
un criterio único y consensuado (Extremera y otros, 2004).
a) Medidas de Habilidad
46
fiables y válidas en consonancia con el Modelo de Habilidad que defienden, al tiempo que
evitan las dificultades derivadas del uso de cuestionarios como sesgos de representación y de
deseabilidad social, y no necesitan que las personas que responden sean conscientes de su
propia conducta. (Ciarrochi, Chan y Caputi, 2000).
b) Medidas de Autoinforme
Las medidas de auto-informe (rasgo) son apropiadas para utilizarlas si nos acercamos a la
inteligencia emocional de una manera más amplia, basada en rasgos de personalidad, ya que
nos proporcionan un mapa completo del perfil socio-emocional de la persona incluyendo
competencias sociales, constructos emocionales tradicionales y variables de personalidad
estables. En estas medidas es el propio sujeto quien siente y percibe sentimientos, el que
evalúa su “nivel” o capacidad emocional mediante un cuestionario. En líneas generales están
formados por enunciados verbales cortos en los que el sujeto evalúa su inteligencia emocional
a través de una escala tipo Likert, que varía desde nunca (1) a muy frecuentemente (5). Este
indicador se denomina “índice de inteligencia emocional percibida o autoinformada” y revela
las creencias y expectativas de los individuos sobre si son capaces de percibir, discriminar y
regular sus emociones
Este tipo de medidas han sido las primeras herramientas desarrolladas para evaluar las
habilidades de Inteligencia Emocional y actualmente son las más utilizadas, debido a su fácil
administración y su fácil corrección e interpretación. Por otra parte, cuentan con un bajo coste
económico y permiten al investigador disponer de un amplio corpus científico de
investigaciones previas para la comparación de sus datos (Fernández-Berrocal y Extremera
2006c).
47
Dentro de las medidas de autoinformes, podemos distinguir dos conceptos diferentes de la
Inteligencia Emocional:
Este tipo de prueba comenzó a utilizarse a mediados de los ochenta, aunque fue a finales de
los noventa y principios del siglo actual cuando se ha dado una mayor producción y difusión
de experiencias, instrumentos, investigaciones y obras sobre este tipo de medida (Lepsinger
y Lucía, 1997; Lévy-Leboyer, 2000; Waltman y Atwater, 1998).
La importancia de esta prueba se debe a la información que se obtiene con esta medida: a)
Se trata de observaciones más realistas que el autoinforme; b) es importante saber cómo nos
perciben los demás, ya que esta percepción influye en el propio comportamiento; c) si la
opinión de los demás es inexacta, es conveniente saberlo (Walkman y Atwater, 1998).
Extremera y Fernández Berrocal (2003), igual que Bisquerra et al. (2006), consideran que la
Evaluación 360º puede ser un instrumento muy útil para evaluar los programas de Educación
Emocional, ya que compara las valoraciones de tres categorías diferentes de informantes: el
propio sujeto, el profesorado y el alumnado que tienen relación con éste.
48
Esta forma de evaluación es complementaria a los demás tipos de medidas y sirve de
información adicional y como medida para evitar posibles sesgos de deseabilidad social.
Otros ejemplos relacionados con la evaluación de las emociones por parte de observadores
externos serían: Evaluación del temperamento con el Children´s Behavior Questionnaire
(CBQ), (Rorthbart et al., 1996, versión traducida al castellano por Ato y otros, 2000);
Inventario de Miedos, (Pelechano, 1984); Inventario de Miedos. (Sosa y otros, 1993);
Inventario de Miedos Escolares; (Méndez, 1988); Escala de adjetivos de empatía y de
ansiedad. (Batson, Fultz y Schorenrade, 1987), (Adaptación de Fuentes, 1989).
Como hemos visto en diferentes capítulos, hasta hace poco tiempo, se ha dado mayor
importancia en el ámbito escolar al desarrollo de funciones principalmente cognoscitivas
como son la memoria, el razonamiento, la percepción, las funciones intelectuales de análisis-
síntesis, etc.
49
en el sentido genérico del término. Sin embargo, emocionalmente son más
inmaduros, parece que están disminuyendo sus capacidades emocionales y
sociales, tal y como se evidencia en los problemas de convivencia social que
se producen diariamente en los centros. (Vallés, 2000, p.249).
En los últimos años, se han elaborado programas mixtos de Inteligencia Emocional, con la
finalidad de desarrollar habilidades socio-emocionales (Bisquerra, 2000; Valles y Valles,
1999), aunque como veremos más adelante, no han resultado demasiado eficaces.
Uno de los medios utilizados para el desarrollo de este tipo de competencias es la creación
de ambientes adecuados para la expresión de emociones y exposición de experiencias
emocionales diferentes dentro del aula (Mayer y Cobb, 2000; Mayer y Salovey, 1997; Sanz
y Sanz, 1997). El alumno puede generalizar su aprendizaje a otros contextos con
posterioridad, obteniendo los cimientos para adquirir competencias más complejas
(Fernández-Berrocal y Ramos, 2004).
Pérez-González (2008) se basa en una revisión crítica de la literatura, para estudiar las
debilidades de los programas hispanoamericanos de Educación Socio-emocional.
50
Inteligencia Emocional ni cubren todo el dominio muestral de este constructo, tanto
de la Inteligencia Emocional-capacidad como de la Inteligencia Emocional-rasgo.
b) Respecto a la población destinataria y el contexto de intervención: Estos programas
deberían abarcar todo el ciclo vital de las personas, si bien hasta el momento actual
la mayor parte de los mismos se encuentran enmarcados en la educación formal no
universitaria (Infantil, Primaria y Secundaria) o en el contexto organizacional. Existe
un vacío de propuestas educativas para fomentar el desarrollo de la Inteligencia
Emocional y de las Conductas Socio-Emocionales en la familia y en la educación
universitaria (Sánchez et al., 2008).
Por otra parte, los denominados programas SEAL “Social and Emotional Learning” entrenan
habilidades básicas directamente relacionadas con la Inteligencia Emocional tales como: la
Percepción Emocional, la Comprensión Emocional o la Regulación Emocional, junto con
otros aspectos más amplios de orden superior vinculados con la Personalidad como la
Autoestima, la Perseverancia, la Asertividad o el Optimismo (Zins, Weissberg, Wang, y
Walberg, 2004). Estos programas consiguen unos resultados muy prometedores (Ruiz-
Aranda, Fernández-Berrocal, Cabello y Salguero, 2008; Weissberg y O´Brien, 2004).
51
y más recientemente los programas de desarrollo de la Inteligencia Emocional. Se trataría de
enseñar a los alumnos las habilidades de la vida para ser competentes personal y socialmente
en todos los ámbitos: escuela, familia y el tiempo libre.
Estos programas se rigen por la concepción del sistema educativo actual como una educación
integral, que debe integrar las dimensiones cognitivas con los aspectos afectivo-emocionales
de los alumnos. Están dirigidos a modificar comportamientos conflictivos de los alumnos en
el ámbito escolar, muchos de los cuales tienen un origen emocional y abordan el control
emocional como componente fundamental para conseguir sus objetivos. Presentan una
práctica educativa que debe formar parte del currículo ordinario, teniendo en cuenta la
carencia que ha tenido éste en educación emocional hasta la actualidad.
El programa PIELE (Hernández y García, 1992). Este programa tiene una naturaleza
fundamentalmente afectiva (Programa Instruccional para la Educación y Liberación
Emotiva) dirigido al desarrollo de la dimensión social y afectiva de los alumnos entre 10-15
años de edad. Los contenidos de este programa socio-afectivo se estructuran en el aspecto
personal, social, escolar y familiar del alumno.
Este programa está orientado a los alumnos a partir de los 10 años y fomenta los aspectos
afectivos y sociales como el entusiasmo, altruismo, amor y preocupación social en los
jóvenes, la prevención de conductas negativas, evasivas y drogodependencias.
Dimensión cognitiva: Basa los criterios de la inadaptación humana en los modos inadecuados
en que la mente interpreta y valora la realidad, como fundamenta Ellis (1981) en su Terapia
Racional Emotiva, en los errores o distorsiones de la mente. Dimensión afectiva: La
inadaptación se debe también a los modos inadecuados de canalizar las emociones, que
originan los desajustes afectivos.
DSA. Programa de Desarrollo Afectivo (De la Cruz y Mazaira, 1997). Este programa está
dirigido al desarrollo de la sociabilidad y la afectividad para alumnos a partir de los 12 años.
Estimula el desarrollo afectivo y social de los alumnos a través de actividades integradas en
la programación habitual del aula. Se intenta ayudar a los alumnos a reconocer, clasificar y
aceptar sentimientos y también a comprender la relación entre algunos hechos
interpersonales y los sentimientos. Desarrolla pautas de colaboración social y los procesos
de pensamiento que ayudan a elegir conductas personalmente satisfactorias y socialmente
constructivas.
53
El programa Desarrollando la Inteligencia Emocional (DIE) (Vallés y Vallés, 1999). Este
programa está integrado por los siguientes contenidos:
Objetivos:
Metodología: Las actividades propuestas están diseñadas para ser desarrolladas en las
sesiones de tutoría, con los alumnos y alumnas de niveles educativos comprendidos entre 1º
curso de Educación Primaria hasta la Educación Secundaria Obligatoria y el alumnado de los
cursos de Bachillerato. Debe hacerse uso de las técnicas didácticas de dinámica de grupos:
trabajo en equipo, debate, torbellino de ideas, etc.
El programa debe estar al servicio de los objetivos que el tutor o tutora se haya propuesto con
el grupo-clase, haciendo uso de los bloques del programa y sus actividades, según las
necesidades de mejora de las relaciones personales e interpersonales, esencialmente en la
mejora del clima de clase.
El programa S.I. Siendo inteligente con las emociones. S.I.C.L.E. (Vallés, 1999). Este
programa está estructurado según la definición de la Inteligencia emocional como un
conjunto de habilidades que permiten al individuo tanto conocer y regular sus propias
emociones, sentimientos y estados de ánimo, como conocer y empatizar con las de los demás.
(Vallés, 1999).
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Objetivos: El principal objetivo de este programa es enseñar a los alumnos habilidades
emocionales, que les permitan enfrentarse a las dificultades de la vida diaria que se producen
en el ámbito escolar. Lograr un buen desarrollo de la Inteligencia emocional permitirá a los
alumnos comprender que la vida diaria en el centro escolar no está exenta de dificultades en
la convivencia interpersonal, y que hacerles frente de manera segura, socialmente adecuada
y personalmente equilibrada es una buena manera de ser feliz al mismo tiempo que aprenden
los contenidos curriculares ordinarios.
Habilidades que desarrolla: Las habilidades tratadas en este programa constituyen una amplia
muestra de las que se consideran recomendables para que los alumnos y las alumnas de la
Educación Primaria y Secundaria las aprendan en el medio escolar y las generalicen a otros
ambientes.
El programa vivir con otros. Arón y Milicic (1992). Es un programa de competencia social
que incluye bloques de contenidos relacionados con la emocionalidad. Los contenidos que
desarrolla son los siguientes:
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g. Buscando soluciones a un problema.
h. Aprendiendo a manejarse a sí mismo.
a. Educación emocional.
b. Yo y el mundo.
c. Habilidades cognitivas
d. Habilidades sociales.
Contenidos:
a) La autoconsciencia. Autoconocimiento.
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b) El control de los propios sentimientos.
c) La motivación.
d) La empatía.
e) Las habilidades sociales.
Metodología:
a) Autoaceptación
b) Sentimientos
c) Creencias y comportamientos.
d) Solución de problemas y toma de decisiones.
e) Relaciones interpersonales.
El metalenguaje se trata de la conciencia que se tiene sobre el propio lenguaje que se emplea
en cualquier actividad. En el caso del programa, se centra en las actividades que tienen como
componente el lenguaje oral que se utiliza en las interacciones sociales de los alumnos en el
contexto escolar.
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El metalenguaje pasa a ser una herramienta de mejora de la convivencia escolar, si se utiliza
de manera consciente, reflexionada y siguiendo los principios de no infringir ningún daño
psicológico a los demás, y respetar los derechos que concurran en cualquier situación
interactiva, en el marco de la escuela.
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Capítulo III.
Diseño Metodológico
Capítulo III. Diseño Metodológico
La metodología que se pondrá en práctica en esta investigación será descriptiva, ya que este
método no solo describe el problema o fenómeno observado, sino que se acerca y busca
explicar las causas que originaron la situación analizada.
Método deductivo:
Porque permitirá hacer análisis de hechos generales para llegar a situaciones particulares
sobre el tema de investigación.
Método analítico:
Con la ayuda de este método podremos analizar la eficacia, los avances y las problemáticas
que ha tenido este Centro Educativo, con los programas para trabajar la inteligencia
emocional con estudiante.
Método Longitudinal
Con este método realizaremos una investigación para ver la evolución de los programas que
se han utilizado para trabajar la inteligencia emocional (Hernández, 2006).
Las fuentes son: Libros, internet, base de datos del Centro Educativo, monografías,
Ministerio de Educación, tesis, entre otras. Serán utilizadas estas fuentes por la gran gama de
informaciones que contienen.
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Técnicas
Entrevistas:
Cuestionario:
Fue aplicado un cuestionario a los maestros del 3er grado de la primaria en la escuela Rubén
Darío del Distrito Educativo 15-01
3.4.1. Universo
El universo está conformado por toda la población o conjunto de unidades que se quiere
estudiar y que podrían ser observadas individualmente en el estudio (Bravo, 1998, p. 179).
La Escuela Primaria Rubén Darío, consta de un personal administrativo de 3 personas, 13
docentes y 196 estudiantes del nivel primario.
3.4.2. Población
3.4.3. Muestra
La muestra está conformada por los 4 docentes que pertenecen a 3er grado del nivel primario.
60
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ANEXOS
Universidad de la Tercera edad
(UTE)
Instrumento: Entrevista cerrada
Dirigida a: Director, Sub Director, Depto. Orientación, Psicología, Coordinadores,
Maestro.
Objetivo: Recabar información sobre la necesidad de trabajar la inteligencia
emocional en la escuela.
Datos generales:
Grado académico: -------------------------------------------------, ----------------------------------
--------------------------------------------------------, --------------------------------------------
Titulación: -----------------------------------------------------, -----------------------------------------
----------------------------------------------------
Tiempo laborando en el Miner: ----------------------------------------------------------------
Labor que desempeña:
Directo/a
Sub Director/a
Depto. Orientación
Psicólogo/a
Coordinador/a
Maestro/a
Preguntas:
Contesta lo más sincero que puedas
1-¿Sabe usted el concepto de inteligencia emocional? SI------- NO------
2-¿En el currículo de básica existe un programa para trabajar la inteligencia
emocional? SI-------- NO----------
3-¿Tacha los beneficios de formar los alumnos en la inteligencia emocional?
-Mejora el rendimiento escolar.
-Protege y evita el estrés.
-Mejora las relaciones.
-Reduce la ansiedad.
-Ayuda a superar la depresión.
-Ayuda a dormir mejor.
(UTE)
Instrumento: Entrevista cerrada y abierta
Dirigida a: Padres
Objetivo: Recabar información sobre la necesidad de trabajar la inteligencia
emocional en la escuela.
Preguntas:
Contesta lo más sincero que puedas
1-¿Sabe usted que la inteligencia emocional existe? SI------- NO-------