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LO QUE HAY DETRÁS DE LOS PROFETAS Y

APÓSTOLES MODERNOS

Por Richard D. Silvera

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LO QUE HAY DETRÁS DE LOS PROFETAS Y APÓSTOLES MODERNOS

Por Richard D. Silvera

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CONTENIDO GENERAL

Creo en milagros
No todos los evangélicos pensamos igual
Tres posturas diferentes sobre los dones
Experiencia versus doctrina
Un gran factor de división; conceptos diferentes de la Biblia
Por que están aquí
Que los motiva
Por que sustituir un apóstol por otro
El método de Dios de poner personas bajo la autoridad de otra
Se lo veía venir
A esta película ya la vimos
Idolatría
En la practica; nuevos mediadores
No nos engañemos; la semilla siempre estuvo
Nuevas adicciones
Quien lo nombró
Desarrollo teológico
Satanistas infiltrados
¿Porque crecen?
Creo en un avivamiento
La palabra apóstol en el Nuevo Testamento
Podemos confiar
El profeta en el Nuevo Testamento
Argumentos a favor del cese de los dones profeticos y apostolicos
El fantasma de la neo ortodoxia y el misticismo
Conclusión

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¡CREO EN MILAGROS!

¡Creo en milagros!
Me veo en la necesidad de hacer esta aclaración desde el comienzo mismo de mi
presentación, porque como con tantas otras cosas, muchos al escuchar los argumentos
de quienes sostenemos una teología crítica para con todo esto de los profetas y
apóstoles, livianamente nos llaman de fríos e incrédulos. Pero eso no es cierto. En
primer lugar creo que no hay milagro mayor y mas impresionante que el Nuevo
Nacimiento. Esto es algo que solo el Espíritu Santo de Dios puede hacer; nada ni nadie
puede cambiar una vida como lo hace Dios. En segundo lugar, creo que Dios
actualmente, en respuesta a la oración de los cristianos, interviene providencialmente,
cambiando circunstancias, provocando giros increíbles e inexplicables al curso normal
de los acontecimientos, y en ocasiones, efectuando lo que podríamos llamar “un
milagro”. No creo, desde luego, que todo aquello que llaman milagros lo sean
realmente; de hecho la mayoría de ellos pueden ser explicados de otra forma. Pero sí
acepto que hay algunos hechos que ocurren en respuesta a la oración de los santos,
simplemente son inexplicables a menos que creamos que Dios obró de forma
sobrenatural.
El punto de discrepancia de los que creemos en una evangelio llamémosle ortodoxo
(sepan disculparme si este término pueda alguno no sentirlo el mas apropiado) es “el
como” Dios obra hoy, y no el hecho en si de que “puede hacerlo”.

Otra aclaración que siento la necesidad de hacer, es que no sostengo que “todos los
apóstoles y profetas modernos” sean personas malas y perversas, o que sean algo así
como “instrumentos de Satanás para destruir a la Iglesia”. Creo si, que sostienen una
teología incorrecta sobre los dones del Espíritu Santo y especialmente sobre el lugar y
sentido que tiene realmente la Biblia en la fe cristiana. Pero muchos de estos hombres,
son buenos hombres; honestos y sin duda hermanos en la fe. De no creerlo así, no
perdería el tiempo tratando de escribir este ensayo. Pero porque creo que muchos de
ellos y de quienes le siguen, son genuinos hermanos en Cristo, es que anhelo debatir,
discutir y convencer, para que podamos regresar todos a una doctrina y practica de fe
legítimamente neo testamentaria.
Por otra parte, entiendo que no todos los apóstoles y profetas y no todos los ministerios
apostólicos y proféticos, son iguales. Algunas de las posiciones sostenidas en este
sentido son francamente extremistas, se diría que sectarias. Otras, sin embargo,
podríamos llamarlas moderadas y hallan mas puntos de contacto y diálogo entre los que
sostenemos un evangelio conservador.

Y finalmente quisiera aclarar, que durante mi presentación, expresaré pensamientos


muy ardientes, que a mas de uno le resulte ofensivo. Pero no es mi intención ofender.
No ataco personas, sino ideas. No cuestiono el corazón de nadie, sino los hechos. ¿Pero
de que otra forma se puede predicar y enseñar lo que se cree y vive, sino con el
corazón? Deben entender mis amados lectores, que me formé teológicamente en un
ambiente pentecostal tradicional, fui durante mas diez años pastor pentecostal también,
y un buen día (considero yo por gracia de Dios) comenzamos a descubrir en la Biblia
que mucho de lo que sosteníamos era incorrecto, y fuimos “convertidos” (otra vez
discúlpenme por el término) al cristianismo ortodoxo. Y lo que nos pareció mas extraño
fue descubrir en el “mayor poder y unción, que la que jamás habíamos experimentado”.

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NO TODOS LOS EVANGELICOS PENSAMOS IGUAL

Nuestro país siempre ha tenido la presencia evangélica. Pero reconozco que fue la
andanada de denominaciones pentecostales de a partir de mediados del siglo XX, la que
“hizo mas conocida entre la gente el mensaje de Cristo”. Este avasallamiento
denominacional, difundió la doctrina, naturalmente pentecostal, de que todos los dones
del Espíritu Santo siguen vigentes y de que Dios obra por medio de “esa forma” tan
peculiar que caracteriza a los pentecostales y carismáticos. Por eso muchos cristianos,
siquiera tienen idea que hay iglesias evangélicas y hermanos en la fe que piensan
distinto; y no por eso dejan de ser hermanos. Esta ignorancia generalizada, fue y es
ayudada por mas de un seminario teológico o instituto bíblico que a la hora de preparar
a sus obreros y pastores le enseñan la doctrina “de su denominación” sin siquiera
analizar los argumentos de los “otros” evangélicos. Naturalmente que esto divide a la
Iglesia, innecesariamente; porque genera distancias basadas en la ignorancia sobre “el
otro” y no sobre opiniones y doctrinas.
Quisiera citar un par de ejemplos al respecto.
En estos días un pastor que se considera pentecostal, cuando en realidad pertenece a la
denominada “nueva ola”, solo que el no lo sabe, dijo que debemos ser equilibrados,
medio “bautistas y medio pentecostales” (quizás dijo eso para congraciarse con migo).
Y esto dando a entender que debemos ser “estudiosos de la Biblia” como los bautistas y
también debemos “dar lugar al Espíritu “ como los pentecostales. Esta observación es
absolutamente prejuiciosa y falsa, y por supuesto ignorante. Los pentecostales no son
menos estudiosos de la Biblia que los bautistas, solo que hay puntos doctrinales a los
que han llegado a conclusiones distintas a las que sostienen las iglesias conservadoras.
Y los bautistas, ¡por supuesto que dan lugar al obrar del Espíritu Santo!, solo que no
creen que este obre como muchos dicen que obra. Según me explicaba este hermano, lo
que pretende decir además, es que en la vida cristiana, tanto la Biblia como el obrar del
Espíritu Santo deben estar presentes; esta es otra confusión de conceptos. La Biblia (lo
entiende cualquier evangélico de cualquier grupo), es inspirada por el Espíritu Santo,
por lo que no podemos hacer esa “diferenciación” simplista de la Biblia versus el
accionar del Espíritu. Son la misma cosa.
Otro ejemplo de cómo se ignora sobre doctrina, es lo que le sucedió a un amigo mío que
visitaba a una pastora de la zona donde trabaja nuestra Iglesia. Cuando mi amigo le
pregunto ¿son ustedes calvinistas o arminianos?, la pobre mujer ni supo de lo que se
estaba hablando y pregunto si acaso aquello, eran nuevas denominaciones evangélicas
que ella no conocía.
Pero sin duda, los que mas prejuicios tienen sobre doctrinas evangélicas son muchos de
los promotores del sistema apostólico y profético moderno. Sus exponente sostienen que
“su sistema es el bíblicamente correcto” mientras que los otros, son la obra de
tradiciones, reglamentos de hombres y posturas denominacionales arbitrarias o a lo
menos “no bíblicas”. Esto es absolutamente prejuicioso. Yo puedo decir que el otro
“piensa diferente” porque entiende diferente la Biblia; las líneas denominacionales son
también el intento “de hacer las cosas bien como Dios manda”. Pero no puedo acusarlo
livianamente de tradicionalista y seguidor de preceptos humanos. Siempre es mas fácil
pararse de este lado de la vereda y decir “nosotros somos bíblicos y los otros no”; así se
corta todo diálogo presuponiendo que nosotros somos los buenos y los otros son los
malos. Pero si reconocemos que tanto unos como otros buscamos en la Biblia a nuestras
preguntas, podremos ayudarnos; podremos dialogar.

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TRES POSTURAS DIFERENTES SOBRE LOS DONES

Fríos o calientes. Bíblicos o herejes. Legalistas o libres. Poderosos o débiles. Estas son
algunas de las simplistas diferenciaciones que nos hacemos los cristianos. Surgen de
quienes no se detienen ni un momento a escuchar los argumentos del otro; de quienes
no se atreven a confrontar o comparar doctrinas. Sin embargo cuando prestamos
atención a las voces de nuestros hermanos notamos que a lo menos hay tres posturas
diferentes sobre los dones del Espíritu Santo.

Los pentecostales, son los que creen que “el bautismo en el Espíritu Santo es una
experiencia posterior a la conversión que da poder al creyente para ser testigo y vivir en
victoria”. Entienden los pentecostales que esta experiencia es invariablemente
acompañada por la evidencia física de hablar en lenguas. También creen, en la vigencia
de todos los dones del Espíritu de los que el Nuevo Testamento habla.

Los carismáticos, son quienes creyendo lo mismo que los pentecostales, permanecen en
sus denominaciones “tradicionales”, generando una verdadera “renovación” (según
ellos) en el seno de sus vetustas organizaciones eclesiásticas. Hay carismáticos entre
incluso, los católicos apostólicos romanos.

Los evangélicos de la nueva ola (yo les llamaría neo pentecostales aunque hay autores
que no compartirían este calificativo), entienden que el “bautismo en el Espíritu Santo
no es una experiencia posterior a la conversión, sino que es la conversión misma, y que
la glosolalía es un don que se puede o no tener. Entienden que todos los cristianos
tienen un don del Espíritu Santo, y que todos los dones son vigentes, pero no enfatizan
como los pentecostales, a las lenguas como una señal del bautismo en el Espíritu ni
entienden a este como una experiencia posterior a la conversión.

Los cesacionistas, son los que creen que el bautismo en el Espíritu Santo es la
conversión misma, pero que además algunos dones del Espíritu Santo (lenguas,
interpretación de lenguas, milagros, sanidades, profecías y palabras de revelación de
ciencia y sabiduría) han cesado; no suceden hoy porque fueron solo para el tiempo en el
que el canon bíblico no se había cerrado.

Cualquiera de estas posturas “tiene sus argumentos”, dignos de ser escuchados. Los que
mantienen la posición de la vigencia de todos los dones del Espíritu hoy, naturalmente
aceptan la presencia de apóstoles y profetas. Pero hay casos, extraños de pentecostales,
carismáticos y neo pentecostales, que no aceptan apóstoles y profetas, negando de
alguna forma sus propias convicciones originales. Los cesasionistas directamente no
aceptan la vigencia de tales ministerios.

EXPERIENCIA VERSUS DOCTRINA

Hay básicamente dos formas de “afrontar la fe cristiana”.


La mas difundida es “tengo una experiencia con Dios y luego moldeo mi doctrina y mi
interpretación de la Biblia en base a ella”. Este “acercamiento” a la verdad (conste que
digo acercamiento y no llegada a la verdad) es muy subjetivo, intenso y profundo. No
suele ser fácil confrontar doctrinas con quien ha experimentado una experiencia
profunda de este tipo; los sentimientos están a flor de piel y casi siempre tienen que ver
con asuntos cruciales para la vida y la felicidad del individuo. Esta forma no deja de ser

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algo racional, pero la capacidad de razonar doctrina de quien la asume, esta limitada;
difícilmente podría llegar a la conclusión de que la Biblia enseña que su profunda
experiencia transformadora es falsa.
Un hermano que asiste a nuestra Iglesia me narraba sobre su experiencia lo siguiente.
“Se encontraba en una reunión de oración, clamando a Dios por ayuda en sus
problemas. De pronto sintió algo como “un fuego que le recorría el cuerpo, y un
profundo gozo que le saturaba los sentidos. En su oración comenzó a expresar palabras
que no comprendía. Al principio se trataba de una torpe repetición de sílabas, Pero poco
a poco pareció tomar forma en palabras algo mas complejas, que aún no entendía.” No
entendió lo que ocurría, sus pastores no quisieron explicarle, así que comenzó a leer en
la Biblia, haber si hallaba alguna explicación. Se encontró con el libro de Hechos
capítulo dos, y concluyó; -he hablado en lenguas, acabo de recibir el bautismo en el
Espíritu Santo”.
A muchos pastores les ha pasado algo parecido. Pasan años de ministerio “infructuoso”
con pocas conversiones y sintiéndose solos y defraudados. Sus denominaciones nos les
brindan apoyo (este es un factor crucial que ha permitido el desarrollo del sistema
profético- apostólico) De pronto aparece un apóstol que le extiende su cobertura o un
profeta que les da una palabra fresca de Dios. Y de inmediato “sus iglesias crecen” y sus
ministerios florecen. Tal experiencia es tan renovadora para ellos y sus congregaciones,
que no dudan en concluir que la única explicación legítima es que la interpretación que
el movimiento apostólico hace del Nuevo Testamento es la correcta; los apóstoles y
profetas son para este tiempo.

La otra forma de afrontar la fe cristiana es la menos difundida. En mi búsqueda por la


verdad, “estudio la Biblia para hallar respuestas a mis interrogantes. Por medio ella
descubro cosas que luego pongo en practica. Y al poner en practica lo que la Biblia me
enseña, experimento la gracia de Dios en todas sus formas”. Este acercamiento a la
verdad, es menos emocional, mas racional que el anterior. La experiencia importa,
desde luego, pero como un resultado de lo que descubro y pongo por obra, y no como
un condicionante a mi investigación. Es posible que en mi indagación bíblica me tope
con mis propios prejuicios que de alguna forma condicionan mi interpretación del texto
(esto no lo podemos negar), pero por lo menos me he desembarazado de la carga de
“hallar una prueba bíblica (y a veces intentar forzarla), para dar explicación y sentido a
algo que experimenté sin entender. En esta postura entiendo, luego experimento. En la
anterior, experimento, y luego entiendo.
Un ejemplo bastará para ilustrarla. Al comienzo de mi ministerio pastoral era
profundamente pentecostal. Y me sentía bien con ello. Pero siempre consideré que el
estudio bíblico es crucial, de modo que continué abocado a esa tarea. Y
progresivamente fui descubriendo que la Biblia no “reflejaba exactamente lo que yo
pensaba”. Aquello fue un proceso traumático. Debí analizar mis experiencias pasadas
desde un ángulo demasiado frío y racional, pero necesario. El Nuevo Testamento fue
avasallador en sus argumentos. Llegue un momento en que pensé; “si sigo manteniendo
lo que creo y ahora veo contradice al Nuevo Testamento de la Biblia, tendré que
cometer suicidio intelectual y deberé negar el dogma fundamental de la fe cristiana”.
Tendré que ceder –pensé- y reevaluar mis experiencias.

El pretender alcanzar el conocimiento de la verdad por medio de la experiencia es


incorrecto a lo menos por las siguientes razones.
-Si la experiencia vivida contradice un claro mensaje de la Biblia, nos veremos forzados
a concluir que la Biblia se equivoca. Y si llegamos a pensar eso, tendremos también que

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ultimar que ella no es palabra inspirada por Dios, o que es Dios quien se equivoca.
Parece extraño que alguien pueda llegar a esta conclusión, pero dentro de un sistema de
fe irracional, es común verlo. Una mujer, por ejemplo, de la zona donde nuestra Iglesia
ministra, contaba que “Dios le había revelado en el espíritu, que su próximo hijo sería
varón. Resulta que nació una niña. Y cuando la mujer fue cuestionada respecto a su
experiencia, contestó; -Bueno parece que Dios se equivoco.” Entendemos a esta mujer;
es mas difícil negar una experiencia espiritual como válida, que rebajar el concepto que
tengamos de un Dios que todo lo sabe.
-Las experiencias espirituales pueden perfectamente ser falseadas por hábiles
manipuladores mentales. Si lo que la persona necesita es simplemente “experimentar
algo” para creer que tal cosa es así, no faltarán los falsos predicadores del evangelio que
manipulando las emociones, falsearán el accionar de Dios, con el fin de proveer “las
evidencias requeridas” que confirmen sus herejías. La persona con este criterio se
transforma en presa fácil de los oportunistas.
-Nuestro sub consciente, puede jugarnos una mala pasada. A veces alguien desea tanto,
sentir algo o experimentar algo (aunque no sea cierto) que la mente puede y de hecho
habitualmente en tales casos lo hace, simular o recrear ficticiamente lo que se pretende
sentir. Si no usamos a razón, caemos pues víctimas de la fantasía.
-Si lo que experimenta un cristiano es diferente a lo que experimenta otro y conduce
además a conclusiones teológicas dispares, no hay forma de solucionar la discrepancia.
Los dos no pueden tener la razón. No hay en definitiva, una palabra final concluyente.
Por eso las corrientes teológicas dentro de los grupos evangélicos que basan su fe en la
experiencia mas que en el estudio objetivo de las Sagradas Escrituras, se enfrentan
tanto.

Dentro del movimiento profético y apostólico, lo que se difunde como verdad no surge
sino de la experiencia personal del profeta o apóstol. Hablan de sueños, visiones,
revelaciones y experiencias inusuales que les brindan una mejor y mas profunda
comprensión de lo espiritual. A lo menos una comprensión que el resto de los cristianos
no poseen. No siempre prueban con la Biblia lo que reciben como nueva revelación o
experiencia. Y cuando la usan, es apenas para “citar” (no analizar) el texto
pretendidamente probatorio. De hecho, no sienten necesidad de hacerlo, porque el
fundamento mas recurrido de su fe y de la fe de sus feligreses, es la experiencia y no la
investigación independiente y razonada de la Biblia. Y es por esto donde a veces no
hallamos un campo adecuado donde debatir. Porque para un evangélico ortodoxo, la
Biblia es esencial para definir y descubrir la verdad revelada. Pero para estas nuevas
corrientes teológicas no lo es. Puede transformarse en una discusión de sordos
realmente.
Pero seríamos injustos si dijéramos que “todos” los que defienden la presencia hoy de
apóstoles y profetas, lo hacen arbitrariamente, sin presentar argumentos bíblicos.
Algunos pocos lo hacen. A mi juicio, no tienen tanto fundamento como pretenden y su
exégesis bíblica es dudosa e inexacta. Pero como fuere en ese campo si podemos
debatir.

UN GRAN FACTOR DE DIVISIÓN; CONCEPTO DIFERENTES DE LA BIBLIA

De modo que la gran piedra de toque en la discusión entre cesacionistas y continuistas,


es el concepto que tienen de la Biblia, la palabra de Dios. Para unos, ella es la “única
regla de fe y conducta suficiente y completa como palabra de Dios”, para otros es solo
una “norma general” que no tiene siempre respuestas a problemas puntuales, por lo que

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se hace necesario depender de profetas y apóstoles que suplan esa falta. Dentro de esta
segunda posición, hay desde luego, matices.
Sin embargo tenemos pruebas mas que suficientes que solo la Biblia es palabra de Dios
y que no son legítimos los reclamos de poseer y entregar revelación fresca y dirección
mas “contemporánea” de los profetas y apóstoles modernos. Para contemplar tales
evidencias permitámonos evocar a la aún no bien ponderada reforma protestante. En
ella se proclamó...

Solo la Biblia es la palabra inspirada por Dios y la única regla de fe y conducta.

Esta declaración es radical. Lo primero que dice es que “solo la Biblia es “palabra
inspirada por Dios para nuestro tiempo”. Dios no habla a través de otro medio, agente, o
persona. Y dice también que por causa de esto, ella es “la única regla de fe y conducta
del cristiano”. En otras palabras es la única con derecho de decirnos que creer y como
vivir. No tiene autoridad pues, ni puede reclamar provenir de Dios toda otra palabra,
profecía, sueño, visión, declaración, credo, confesión, etc. Estas cosas en el mejor de los
casos son de origen humano; “pero no divino”.

Esta declaración reformada golpeó duro a la creencia de la Iglesia oficial del 1600, que
creía que por medio del Papa, y por medio de apariciones, sueños, profecías, visiones y
tradiciones, Dios continuaba comunicándose con el hombre y emitiendo sus juicios.
Pero también golpea muy duro a la creencia de la mayoría de los grupos cristianos de
nuestros días que creen que Dios continúa hablando por otros medios aparte de la
Biblia.

Ahora bien ¿en base a que sostenemos esto?

El primer argumento a favor de que solo la Biblia es palabra de Dios, es el testimonial.


Los Escritores del Nuevo Testamento, conocieron cara a cara a Jesucristo o a los
apóstoles suyos. Escribieron de lo que vieron, de lo que presenciaron y de lo que
aprendieron directamente de la persona de nuestro Señor Jesucristo. De modo que sus
declaraciones expresadas en lo que conocemos como la Biblia, merecen toda nuestra
atención. Ellos no hablan de cosas que oyeron, sino de lo que vieron y experimentaron.
Cristo ya no está entre nosotros de forma física ni ejerce un ministerio presencial y
directo; de modo que toda pretensión de haber recibido palabra de Dios, posterior a la
partida de Cristo, no puede ser comprobada. La Biblia pues supera toda supuesta
revelación posterior.

Pero también hay una razón practica por la cual creer que solo la Biblia es la palabra
inspirada por Dios. Pablo escribe a Timoteo “Toda la Escritura es Inspirada por Dios y
útil para enseñar, redargüir, corregir, instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios
sea perfecto y enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16). En otras
palabras la Biblia cumple el propósito cabal de Dios para con el hombre, al punto de
conducirlo a la perfección. Aquello que es perfecto no puede ser mejorado. Si la Biblia
por si sola logra perfeccionar al hombre de Dios, obviamente no se requiere otras, o
nuevas revelaciones. Con la Biblia es suficiente. Lo que necesitamos aprender, la Biblia
nos lo enseña. De lo que necesitamos se nos refute, la Biblia nos redarguye. De lo que
necesitamos se nos corrija, la Biblia lo hace. Y en lo que necesitamos instrucción, la
Biblia sola se basta en satisfacérnoslo. Y es tan perfecta su labor que “hace al hombre
de Dios perfecto y plenamente preparado para toda buena obra”. Creer que por otro

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medio (sueños, profecías, visiones, etc) o personas (profetas, emisarios, dirigentes
cristianos, etc), Dios se comunica hoy, es creer que la Biblia no satisface todo lo que se
necesita, y es contradecir el pasaje de 2 Timoteo 3.16.

El pasaje de 1 Corintios 13. 8 al 10 nos brinda otro argumento contundente a favor de la


idea de que solo la Biblia es palabra de Dios. Allí leemos: “... las profecías se acabaran,
y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte (de forma imperfecta)
conocemos y en parte profetizamos. Pero cuando venga lo perfecto lo que es imperfecto
se acabará.” El apóstol Pablo estaba hablando de los dones del Espíritu, particularmente
de los dones relacionados con la revelación, aquellos que comunicaban un mensaje de
parte de Dios (profecías, lenguas y palabra de ciencia). De esos dones dice que cesarán.
¿Cuándo cesarán? Pues cuando venga lo que es perfecto nos dice el texto. ¿Y que es eso
perfecto que desplazará (y de hecho desplazó) todo otro medio o forma de expresar un
mensaje de Dios? Pues eso es “el canon bíblico”; la Biblia. Se que hay quienes dirán
que lo perfecto es el regreso de Cristo o el mundo perfecto que en dicho regreso
establecerá. Sin embargo cuando en la Biblia encontramos la palabra “perfecto” es para
referirse fundamentalmente “a la palabra de Dios a las Sagradas Escrituras”. 2 Timoteo
3.17 dice que la Escritura hace al hombre de Dios “perfecto”. Es como si Dios estuviera
diciendo “cuando entregue mi palabra estos dones cesaran porque no serán mas
necesarios. Todo lo que Dios tiene que decirnos esta en la Biblia, por lo que no se
necesita nuevas revelaciones. En Efesios 4.11 se nos dice que Jesucristo constituyó a los
autores de la Biblia (apóstoles y profetas) y a los que se limitan a difundirla y enseñarla
(evangelistas, pastores y maestros), con el fin de “perfeccionar” a los santos. Otra vez
vemos que la Biblia es aquello perfecto que esperábamos y que desplazó toda otra
supuesta revelación divina contemporánea.

En Apocalipsis 22.20 hallamos mas evidencia a favor de que solo la Biblia es palabra de
Dios. Allí leemos “Respecto a las “palabras de las profecías de este libro: Si alguno
añadiere a estas cosas traerá sobre el las plagas escritas en este libro. Y si alguno quitare
de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida”.
Sabiendo Juan que por ser el último apóstol con vida, y el último que había visto y
estado con Jesús, la fuente de inspiración cesaría con su partida. Por eso al escribir su
libro de Apocalipsis (el último del canon bíblico que se escribió), puso fin a la
revelación con las palabras citadas. Ya no se podía agregar nada a lo revelado; la
revelación divina estaba completa. Dios callaría obrando únicamente para confirmar y
hacer efectiva su revelación ya entregada. Si alguien luego de eso profiriera palabra de
Dios o emitiera juicios de Dios como dirigente cristiano que supuestamente le
representaría, sus declaraciones deberían incluirse en canon bíblico. Pero eso no puede
hacerse.

Finalmente citaremos Judas 3 para demostrar que solo la Biblia es palabra de Dios. El
libro de Judas se escribió por el año 80 d.C. muy poco antes del Apocalipsis de San
Juan, y también son palabras que van poniendo broche final a la revelación. Y por eso
escribe. “...me ha sido necesario escribirles para exhortarles que contendáis
ardientemente por “la fe, que ha sido una vez dada a los santos””.
Esta frase “la fe que ha sido una vez dada a los santos”, nos expresa que la fe, la
doctrina, la palabra completa de Dios, fue dada “de una vez y por todas” a los santos. El
término griego que se traduce “una vez” es “hapax”, el cual da la idea de algo hecho de
forma definitiva. El pasaje también incorpora el término “entregada” lo cual nos da la
idea de algo completo que no tiene continuación.

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Como vemos el cuerpo de fe y doctrina, toda la palabra de Dios para el hombre, “ya fue
entregada”, no esta siendo constantemente entregada, ni se dice que habrá un momento
en la historia que Dios entregará nuevas revelaciones. La palabra de Dios ya vino de una
vez y por todas. Esta en la Biblia, y por eso solo la Biblia es la palabra inspirada por
Dios. Esto implica también que la guía y dirección, la autoridad y mando sobre la
Iglesia, lo ejerce la Biblia. Ningún hombre puede atribuirse ese privilegio.
Debemos pues negarnos a seguir la guía de los apóstoles por no ser bíblica y la palabra
de los profetas modernos por tampoco serlo.

PORQUE ESTAN AQUI

Las sectas siempre han tenido profetas y apóstoles modernos. La Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los últimos días (por ejemplo) siempre ha tenido desde su fundación a sus
profetas y apóstoles. La Iglesia Católica Apostólica Romana ya es famosa por la
centralidad del poder en el “papa”, a quien se le considera “el vicario de Cristo”. Pero
por siglos la Iglesia evangélica no se vio en la necesidad de fundamentar su existencia.
Sin embargo en los últimos años, el tema parece haberse transformado en una
necesidad. ¿Por qué? Pues hay una serie de factores que han favorecido la aparición de
estos nuevos ministros cristianos.

La poca ayuda y presencia que brindan las denominaciones a las iglesias afiliadas a
ellas, es uno de los factores. Donde quiera vemos pastores y congregaciones luchando
por sobrevivir, manteniendo una identidad denominacional que solo se ve reflejada en
sus carteles. En la practica están solos. De tanto en tanto asisten a alguna confraternidad
o reunión de pastores, pero requieren mayor presencia. Esta situación genera un
sentimiento de soledad y desamparo muy particular. Y si aparece de pronto un ministro
de éxito, con una actitud paternalista y dispuesta, y un respaldo espiritual (y a veces
hasta económico), el solitario pastor, tiende a ceder ante la propuesta. Este hecho es un
desafío a las denominaciones “tradicionales”, que tienen por necesidad, que proveer de
una estructura social mas cercana y dispuesta.

Otro de los factores que favorece el surgimiento de apóstoles y profetas, es el sistema de


gobierno eclesiástico de tipo episcopal. Tenemos necesidad de responder a una
autoridad; esto es lo mas cristalino y correcto. Pero realmente muy pocos pastores y
muy pocas Iglesias conocen que hay mas de un sistema de gobierno eclesiástico, que el
episcopal. Esto se suma al hecho de que muchas Iglesias han surgido por el esfuerzo de
un abnegado pastor que trabajó desde abajo levantando su ministerio. De pronto el
pastor o ministro se ve al frente de un grupo, creyendo que no hay otra forma de llevar
adelante un ministerio que gobernándolo como único responsable, pero que no tiene a
nadie sobre el que le aconseje y mande. Si la congregación fuera democrática en su
gobierno, el pastor sentiría en su propia iglesia el respaldo que necesita y ante ella
misma respondería. Pero no teniendo este conocimiento, siente la necesidad de buscar
quien le gobierne o a lo menos supervice, fuera de su Iglesia.

Otro de los factores que he notado favorece la aceptación de los nuevos apóstoles y
profetas, es la poca o mala educación teológica de los pastores. Muchos, siquiera han
pisado un seminario teológico, y algunos de los institutos y seminarios bíblicos de
nuestro entorno, quizás motivados por la urgencia que sienten de “enviar obreros”, los
educan rápidamente, con lo esencial, y nos les brindan las herramientas necesarias para

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enfrentar los desafíos por venir. Estos mal preparados ministros, simplemente no tienen
el conocimiento suficiente para identificar el error y la herejía. He tratado con mas de un
pastor que siquiera comprende la Biblia que predica cada domingo. Este analfabetismo
escritural, les obliga a brindar a la gente una pobre alimentación espiritual, mas basada
en la intuición que en la exposición razonada de la Biblia. Esta carencia obliga a
muchos a buscar en apóstoles y profetas, la palabra y autoridad de la que carecen.

El surgimiento de pequeños grupos desorganizados de cristianos en todas partes, es un


hecho innegable. Decepcionados de las grandes denominaciones y de pastores
opresores, muchos cristianos optan por reunirse en sus casas a orar y leer la Biblia.
Estos grupos desorganizados de cristianos, suelen ser presa fácil de los falsos apóstoles
y profetas.

El deseo de crecer. El fracaso de las estrategias misioneras y evangelísticas habituales,


ha llevado a mas de un pastor al borde de la desesperación. Mas de uno siente deseos de
abandonar el ministerio. Ha probado casi de todo, pero nada funciona. Comienza
entonces a sospechar que debe ser un problema espiritual y no de estrategias. Entonces
aparece el apóstol y profeta moderno diciendo que el sistema tradicional no es el
correcto, que Dios puso apóstoles en la Iglesia para protegerla y potenciarla, y que sin
ellos la Iglesia fracasa. La Iglesia y el pastor deseoso de crecer escucha además,
testimonios de iglesias hermanas y pastores colegas que experimentaron un crecimiento
real y sostenido de sus ministerios. Esto es una gran tentación para los pastores sinceros
que quieren ver a sus iglesias crecer.

La perdida de los verdaderos líderes espirituales de la Iglesia, es también otro factor que
favorece el florecimiento de esta nueva casta de ministros evangélicos. Como en todos
los órdenes sociales, parece que entre los evangélicos no estamos produciendo tampoco,
una renovación en el liderazgo espiritual de nuestras denominaciones e Iglesias. Los
ministros de antaño, sin las pretensiones de los nuevos apóstoles, eran agresivos
fundadores de Iglesias, competentes y poderosos predicadores y maestros de la Biblia y
arriesgados y decididos conquistadores. Estos cada día disminuyen en número. Nos
hemos acostumbrado tanto el “buen vivir” que ya no estamos dispuestos como ministros
del evangelio a “sufrir y entregarlo todo” por el avance del reino de Dios. Entonces
aparecen los nuevos apóstoles y profetas llenando ese vacío.

La tendencia al culto a la personalidad que nuestra cultura experimenta, explica también


en parte la aparición de los apóstoles y profetas modernos. La sociedad mediática y
global que nos subyuga tiene a levantar a hombres y mujeres de carne y hueso como
ídolos y paradigmas incuestionables. El mundo esta lleno de ídolos de carne y hueso. Y
la Iglesia que se ha secularizado demasiado, crea los propios. Ellos son los apóstoles y
profetas modernos. Quieran o no reconocerlo, la mayoría de los seguidores de estos
nuevos predicadores, los consideran “intocables” casi únicos y dotados de dones
especiales de los que el resto de los mortales carecen. No dudo que haya mas de un
apóstol o profeta que tenga sus argumentos bíblicos, pero la mayoría de los cristianos
que los siguen no los tienen. Y uno lo nota cuando hablan; tratan a sus ídolos como
intocables e incuestionables emisarios de Dios.

Todos estos factores y algunos mas quizás, explican porque los nuevos apóstoles y
profetas son aceptados entre los evangélicos, pero no los justifica. El que tengamos
carencias, es aprovechado por el error, pero no es razón suficiente par sustentarlo. Hay

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una forma bíblica y sin duda mas poderosa y efectiva de suplir estas necesidades sin
tener que caer en el error.
Si creáramos y sustentáramos denominaciones cristianas más solidarias, si
difundiéramos el sistema de gobierno congregacional y educáramos mejor en la Biblia a
nuestros pastores e iglesias locales, si pudiéramos desear mas el ser fieles a Dios, que el
crecer y ser populares, si estuviéramos dispuestos a realmente brindar el liderazgo
espiritual que la Iglesia necesita y dejáramos de delegar a otros lo que debemos
nosotros hacer, y si adoráramos a Cristo con todo nuestro ser, no escucharíamos tanto a
los nuevos falsos ministros que florecen en nuestras ciudades.

QUE LOS MOTIVA

Ya hemos visto que favorece el florecimiento de este sistema. Pero, nos resta
preguntarnos, ¿y que motiva a algunos a aceptar el título de apóstoles y profetas?

Los sueños y visiones, y experiencias espirituales que estos hombres alegan tener, en
algunos casos son reales. No con eso quiero decir que provengan de Dios. Pero para
quien tiene estas experiencias, no cabe duda de que su origen es divino. En algunos
casos, se percibe la acción inequívoca de los demonios, que falsificando el obrar del
Espíritu Santo, logran convencer a mas de un incauto. En otros es meramente un engaño
emocional, producido por el sub consiente, por delirios religiosos, que mas se parecen a
una patología sicológica que una revelación divina. Quienes experimentan estos
desvaríos, tienden desde luego, a interpretar la Biblia de forma muy subjetiva para que
se acomode a sus experiencias de las que no tienen ninguna duda. La mente juega en
ocasiones una mala pasada. Mas de un cristiano angustiado, “escucha” una voz interior
que no es otra cosa que sus propios pensamientos, que le alientan o dirigen. Pero en su
angustia experimenta una disociación de la personalidad, que le impide ver que es él
mismo pensando; e interpreta su voz interior, como proviniendo de Dios. Esto es muy
parecido a la recepción de revelación o palabra profética. Una persona así afectada, se
convence y convence a otros que tiene una revelación fresca de Dios.

Lo que motiva a mas de un apóstol y profeta moderno es su propio éxito ministerial. En


medio de una constelación de pastores y ministros que a diario luchan por sobrevivir en
un mundo que les es hostil, ellos logran prosperar en sus ministerios. Fundan iglesias
que crecen e impactan a la sociedad. Predican con una unción especial (a veces con una
enorme cuota de desparpajo) que sacuden las conciencias. Se dicen a si mismos en
cierto momento. “–Valla, ¡como Dios me ha bendecido mas que a mis compañeros de
milicia..! ¿será porque tengo algo especial que ellos no?-” Este tipo de razonamiento
puede conducir a pensar que hay dones de Dios que el ministro exitoso tiene que su par
no tan exitoso no tiene. ¿Qué otro don puede ser, que el profético o apostólico? No
sugiero que este hombre tenga malas intenciones. Probablemente no las tiene; lo que
anhela es brindar lo que cree Dios le dio, a sus compañeros de milicia. Solo que parte de
una teología deformada de los dones del Espíritu Santo.

En el fondo, el pentecostalismo esta presente. La perspectiva de los dones del Espíritu


Santo de los pentecostales favorece el que haya quienes crean ser apóstoles y profetas.
La mayoría de las denominaciones pentecostales entienden que esto es correcto. Un
pentecostal coherente con su propia fe no puede negarse aceptar apóstoles y profetas.
Pienso que la aparición y explosión de este movimiento, era el paso siguiente e

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ineludible, de una iglesia mediática de doctrina pentecostal. Tarde o temprano la
teología continuista de los dones del Espíritu Santo conduciría a esto.

Hay sin embargo, quienes son motivados por sentimientos malos. La ambición de
poder, es uno de ellos. Siempre ha estado presente en las Iglesias, y esta ha encontrado
siempre la forma de revelarse. En un sistema congregacional de gobierno
denominacional, el que quiera perpetrarse en el poder, tendrá serias dificultades, porque
periódicamente las denominaciones congregacionales renuevan a sus líderes. Pero en un
sistema episcopal de gobierno, e incluso en algunas formas de presbiterianismo, esto es
mas difícil de prevenir. En el pasado surgieron, obispos, reverendos, y toda clase de
pastores o ministros religiosos que procuraron estar por arriba de los otros ministros, y
de esa forma ejercer autoridad. El sistema apostólico y profético moderno, es una nueva
forma que ha adoptado la ya añeja sed de poder del hombre. En la practica el discurso
es; “yo estoy sobre ti, soy tu autoridad, debes obedecerme”.

Mucha gente al convertirse al evangelio, trae consigo sus filosofías e ideas de cómo
deben hacerse las cosas. Otros, en su afán de hacer las cosas bien, pueden sentirse
tentados por el éxito de ciertos criterios seculares de organización social. Se acaba
incorporando en el ministerio cristiano, pues, métodos seculares, a los que simplemente
se les da nombre cristiano. El sistema empresarial piramidal de gobierno, es exitoso.
Funciona. Por eso hay quienes pretenden aplicarlo al cuerpo de Cristo. Pero necesita
este sistema la figura que sustituya al empresario mayor; esa figura es el apóstol. Hay en
todo esto también la concepción del éxito en términos seculares. Según la Biblia un
ministro exitoso es quien se mantiene fiel predicando el evangelio sin ceder ante las
presiones del mundo. Pero según el mundo, el éxito es sinónimo de popularidad,
riqueza, crecimiento y desarrollo extensivo. Este es el criterio de éxito de los modernos
ministerios apostólicos. ¡Que contraste con los verdaderos apóstoles del Nuevo
Testamento los cuales acabaron sufriendo el martirio por causa de su fe! Ellos no fueron
exitosos según los criterios del mundo, pero si, según el criterio de Dios.

¿PORQUE SUSTITUIR UN APÓSTOL POR OTRO?

Una vez un pastor me preguntó si me hallaba bajo la cobertura apostólica de alguien. Le


conteste que si. Le dije que me hallaba bajo la cobertura apostólica de Pablo, Pedro,
Mateo, Juan, y la del mismo Jesucristo. El Nuevo Testamento de la Biblia es el
ministerio apostólico que sostiene a nuestra congregación. Le dije además que no había
necesidad de sustituir aquella por alguna otra, porque la cobertura apostólica del Nuevo
Testamente es cabal y suficiente.

Solamente quien piensa que la Biblia es obsoleta o que su acción no es completa y deja
“baches”, puede querer buscar y someterse a la acción ministradora de algo o alguien
mas. Pero el ministerio apostólico y profético de la Biblia, no ha cesado. Si bien sus
escritores están muertos, el Espíritu Santo que les inspiró esta vivo, y la palabra que nos
dejaron es “viva y eficaz y mas cortante que espada de dos filos”. Como dijimos, si algo
es completo y cabal, no necesita de nada mas. La Biblia es completa y cabal. Es
suficiente. No hay necesidad de sustituirla o ayudarla de alguna forma.
Algunos creerían que la comparación es innecesaria, pero no lo es. ¿Podría alguno de
los apóstoles modernos ser mejor que el mismo apóstol Pablo? No lo creo. ¿O podría
algún profeta moderno, superar en efectividad y pertinencia que los profetas bíblicos?
Pues tampoco lo creo. Cuando estudio la Biblia, “hallo el consejo, dirección, sustento,

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ministración, y cobertura apostólica que necesito”, y de la fuente misma, que son los
apóstoles originales. Cuando estudio la Biblia “hallo la revelación fresca y pertinente de
Dios que guía y dirige mi vida y ministerio, y con seguridad inspirada.
Alguien podría decir que se necesita alguien “vivo” y presente, que nos hable, ministre
y guíe. Y estoy de acuerdo con ello. Pero agrego. El Espíritu de Dios, que inspiró las
Sagradas Escrituras está vivo. Esa palabra que el inspiró dice la epístola a los Hebreos
“esta viva”. No es preciso nada mas.

Si se esta lleno, no se desea mas. Y la palabra de Dios expresada en la Biblia, llena


realmente el corazón, y satisface todas las demandas de la vida cristiana y del ministerio
cristiano. Y por que es así, es que siento que todo lo que ofrecen los apóstoles y profetas
modernos está demás. De hecho, al compararlo con lo que hallo en la Biblia, encuentro
toda esta nueva propuesta realmente pobre y menesterosa.
Sin embargo; ¡cuánto satisface a algunos los modernos apóstoles y profetas! Me temo
que es porque nunca accedieron realmente a la palabra misma de Dios. Se ve que apenas
rasparon la superficie, o que fueron cegados por la incredulidad.

EL METODO DE DIOS DE PONER PERSONAS BAJO AUTORIDAD DE OTRAS

Mas de un apóstol, pretendiendo defender su posición, argumenta que el método de


Dios es colocar autoridades, a las que hay que respetar y seguir. Agregan que la legítima
autoridad de la Iglesia son los apóstoles, y que quienes no se le sometan, salen del orden
establecido por Dios y serán “menos bendecidos”. Algunos se atreven a afirmar que los
que no se someten caen bajo el juicio de Dios.
Estoy de acuerdo que estamos bajo autoridad. Estoy de acuerdo que esa autoridad debe
ser la apostólica. Pero no estoy de acuerdo en el reclamo que hacen de ser ellos los
apóstoles a los que hay que someterse ni que sean sus profetas, los voceros a los que hay
que escuchar. Nuestra autoridad es la Biblia, la palabra de Dios, escrita por los profetas
y apóstoles legítimos, e inspirada por el mismo Dios. La autoridad que pueda ejercer
una iglesia, un pastor, un predicador o una junta directiva no es una autoridad directa.
Ellos solo son autoridad “en la medida que se limiten a exponer la Biblia”. Nadie hoy
tiene autoridad por ser quien es, sino por limitarse a predicar o enseñar la palabra de
Dios. Sinceramente no tendría problemas en escuchar, evaluar y acatar el consejo de los
nuevos apóstoles y profetas, si lo que dicen y hacen se sujeta a las Escrituras. El
problema es que ellos no tienen este discurso. Ellos reclaman ser autoridad en la Iglesia
porque se les delegó la misma, por el propio Jesucristo. Ellos dicen que hay que
escucharles y obedecerles porque “son” apóstoles o “son” profetas. Eso es lo indignante.
No basan su autoridad en la palabra de Dios, sino en la presunción de que Dios “los
eligió diferencialmente” del resto. Un predicador legítimo del evangelio no le dirá debe
obedecerme o escucharme porque soy tal o cual cosa, sino porque “esta explicando,
exponiendo o difundiendo la Biblia, la palabra de Dios”.

Siendo un pueblo de hijos de Dios, no cabría de hecho otra posibilidad. Nadie puede ser
mas grande que un hijo de Dios, excepto naturalmente, Jesucristo mismo. E hijos de
Dios, somos todos los salvados. Este simple hecho, hace sonar absurdo el reclamo
apostólico y profético. Un hijo puede aconsejar a su hermano menor, hasta que este
alcance la madurez. Nunca el hermano mayor puede reclamar tener una autoridad
distinta a la de simplemente tener mas experiencia.
El pretendido método de Dios de colocar cristianos sobre cristianos, es en realidad una
proyección del sistema de las Iglesias falsas que deben mucho de su permanencia y

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éxito numérico, al control y dominio. Siempre les digo a mis hermanos; no soy diferente
a ustedes excepto solo en el hecho de que puede que sepa algo mas de la Biblia. Por eso
no deben seguirme, y solo han de escucharme en la medida que les enseñe fielmente la
Biblia. Nunca sin embargo, deben dejar de usar su capacidad de raciocinio –les insisto-
para juzgar constantemente si lo que les predico o enseño es bíblico y si esta
correctamente interpretado además.

SE LO VEÍA VENIR

Primero comenzó (hablo de mi país únicamente) durante la década de los años setenta,
un intenso interés por los milagros que venían de la mano de los famosos evangelistas
sanadores; dentro de los pentecostales. Esto dio lugar, una década mas tarde al despertar
y desarrollo de la teología relacionada con el echar fuera demonios, y luego incluso de
discernir el nombre y el accionar de las potestades espirituales maléficas que regían las
regiones, para poder cabalmente “liberar” las regiones del poder satánico. Esto ya de
forma tangente a la revelación bíblica.
A esto a su vez siguió, en la década de los noventa, la irrupción de los ministerios
evangélicos mas poderosos económicamente y mas agresivos evangelísticamente
hablando, a los medios masivos de comunicación. Y especialmente el surgimiento de
los llamados ministerios proféticos, y la andanada de predicadores que testimoniaban
haber ido y vuelto del cielo, e incluso del infierno, y de haber visto y experimentado
revelación increíbles. Revelaciones estas que en la practica sustituían a la Biblia. La
iglesia se lleno prácticamente de profetas de todo tipo y tamaño.
Y los profetas finalmente hicieron su parte, introdujeron de alguna forma al ministerio
apostólico, nombrando donde quiera iban, a los nuevos dirigentes apostólicos que hoy
conocemos. Hicieron esto a un pueblo que ya tenía a la Biblia como un elemento
decorativo pero no como fuente indispensable de revelación divina.

De alguna forma, se lo veía venir. Como también podemos aventurar lo que seguirá.
Los apóstoles comenzarán a unir fuerzas, creando redes apostólicas y procurando hallar
entre ellos figuras que los nucleen y además les dirijan. Este abandono masivo del
congregacionalismo eclesiástico e intento de unificar al pueblo de Dios, puede que
acabe procurando hallar al hombre que represente a toda la cristiandad evangélica y
protestante, así como el catolicismo lo tiene en la figura del Papa. Y cuando se llegue a
este punto, las bases para la unificación final del cristianismo apóstata estará
establecida. Si fuera premilenial dispensacionalista me atrevería a decir, que lo único
que restaría entonces es la aparición del falso profeta que nuclearía a toda la cristiandad
y del mismo anticristo.
Pero sin llegar a extremos tan dramáticos, no cabe duda que toda agrupación de Iglesias
que acepten este criterio de gobierno eclesiástico, terminará en tal unificación del poder
que solo puede acabar en la aparición de una organización religiosa semejante a la
unificación de autoridad que ostenta el catolicismo romano.
En épocas de comienzo de la reforma protestante, muchos cristianos se alejaron
despavoridos de esto, favoreciendo la aparición de millares de Iglesias independientes,
en toda Europa, y con ello, el creciente espíritu de independencia y el individualismo
que caracterizo a los evangélicos. Pero con este “retornar al oscurantismo espiritual”,
solo podemos esperar un nuevo criterio avasallador de las conciencias.

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A ESTA PELÍCULA YA LA VIMOS

Una expresión que antes escuchaba mucho, era “a esta película ya la vimos”. La decían
quienes vivían o veían situaciones que en el pasado ya se habían dado y que conducían a
estados y conclusiones inevitables.
San Agustín entendía que los clérigos de la Iglesia, y solo ellos, tenían el poder o la
autoridad de “atar y desatar”. La declaración o sentencia de los pastores y dirigentes
religiosos debe siempre ser respetada, aunque “aten o desaten” injustamente; Dios
exonera al pueblo de culpa porque hizo lo que debía; someterse a la autoridad
establecida. El dirigente equivocado sería quien daría cuentas por su error. El
catolicismo romano se fundo sobre estas bases. Y así generaciones de cristianos fueron
arrastrados a la esclavitud espiritual de hombres que aprovechándose, dominaron la fe y
la vida de la gente. No niego el hecho irrefutable de que hubieron buenos hombres al
frente de la iglesia institucional; pero el sistema en si, era vulnerable a la degradación. Y
los falsos obispos y Papas, hicieron su parte. La Biblia fue abandonada como única
fuente de autoridad. Se tomo la voz autoritaria de la dirigencia cristiana de turno como
la “voz de Dios”. Y el pueblo fue tras sus cabecillas espirituales.
La historia se repite. Entre cánticos de gozo y grandes concentraciones evangélicas que
impresionan a cualquiera, los nuevos apóstoles y profetas repiten el error. Enseñan que
“pueden atar y desatar y que deben ser respetados como mensajeros de Dios y canales
de su bendición”. El pueblo evangélico antes era un pueblo de reyes y sacerdotes. Ahora
han sido relegados y colocados bajo la autoridad de nuevos mediadores. Y la sentencia
de muerte espiritual ha sido establecida.

¿Qué esperar? Y lo inevitable.


Éxito institucional, fracaso doctrinal y catástrofe espiritual.
Sin duda tendrán un enorme éxito institucional. Nada funciona mejor en este sistema
fundado en los principios de Satanás de dominio y opresión, que un sistema de
dirección religioso en el que la unción, el poder y la autoridad se concentren o fluyan,
por medio de autoridades humanas. Aunque digan recibir su autoridad de Dios (¿que
líder religioso no pretende eso?), no es mas que autoridad humana, porque Dios “no da
su Espíritu por medida” y a elevado a todos los salvados a la condición de “hijos”, y no
de seguidores. Pero el sistema funciona. El mundo lo favorece; y mas en un universo
que brinda culto a la personalidad y necesita “super estrellas” mediáticas que le den un
sentido de pertenencia y referencia filosófica. El crecimiento numérico de estos grupos
apostólicos no es sorpresa. Por eso el catolicismo romano es exitoso. Lo serán también
los nuevos apóstoles y profetas.
Hablando a lo criollo; a la gente le gusta que le digan que hacer, y le gusta tener “sus
dioses” que adorar, aunque estos hoy no sean de piedra o madera, sino de carne y hueso.
A la mayoría de la gente no le gusta asumir responsabilidades personales; por eso le dan
la bienvenida al sistema y los apoyarán hasta sus últimas consecuencias.

Pero aunado al éxito institucional esta el fracaso doctrinal. La degradación en lo que a


doctrina se refiere, apenas comienza. Abandonar a la Biblia como única palabra de
Dios, es dar entrada a otras voces. La solidez doctrinal se pierde para siempre. La
herejía entrará (si no ha entrado ya) avasalladoramente. El sistema post moderno en el
que vivimos, parte de la base de que “no hay verdades absolutas” y que “toda idea debe
ser respetada y aceptada como legitima”. “Si te hace bien, continua con lo tuyo y yo con
lo mío, sin confrontar”, es el criterio post moderno. Y un sistema apostólico y profético,
que no posee un cuerpo “final” de doctrina, tarde o temprano incorporará nuevas

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doctrinas. Los profetas, buenos y malos, harán sus aportes. Algunos los aceptarán otros
no, pero tales aportes estarán dentro. En una fe reformada (refiriendo a la reforma
protestante) si prefiere llamarla ortodoxa, es todo mas simple; si es bíblico es palabra de
Dios, si no es bíblico y surge de sueños, visiones, sentimientos o lo que sea, no lo es; y
fin de la discusión. Pero en un sistema abierto como el apostólico y profético, el cuerpo
doctrinal es permeable y abundará la herejía.

Pero acompañando el fracaso doctrinal se halla la catástrofe espiritual. La fuente misma


del poder cristiano, está en la relación personal y directa que cada creyente tiene con su
Señor. Esa relación esta minada irremediablemente en el sistema apostólico y profético.
Sin la acción del Espíritu Santo sobre el convertido a Cristo, no podemos esperar
verdadera renovación espiritual. Y no pueden pretender este sistema dar a la gente “esa
relación personal con Dios” mientras que a la vez argumentan” usted necesita a este
padre espiritual para ser plenamente bendecido”. Para mi la operación es sencilla; si mi
relación con Dios es directa no puedo creer, que otro me sirva como mediador.

IDOLATRIA

¡Miren como reaccionan! Solo observe. Cuando cuestionan la autoridad o posición del
pastor, del presidente denominacional o de cualquier obrero de la Iglesia, me siento en
la obligación (por supuesto) de defender la integridad de mi hermano, pero no me
ofende ni mucho menos, que le cuestionen. Creo que es necesario que así sea. Están en
todo su derecho de preguntarse, ¿este hombre realmente representa los intereses del
evangelio? Pero los seguidores de estos nuevos apóstoles y profetas, realmente se
angustian, se ofenden, y reaccionan como si uno estuviera “ entremetiéndose con Dios”
cuando se cuestiona el origen de la autoridad que pretenden tener. No se puede evitar
ver en la actitud de estos seguidores, la espantosa faz de la idolatría. Creo que el apóstol
Juan cuando nos advierte, en sus epístolas generales, ¡cuídense de la idolatría!, tenía
también en mente esto. La idolatría puede y de hecho lo hace, mutar, adoptar diferentes
formas y hasta se diría que evolucionar, para acomodarse al sistema religioso presente.
Y la idolatría que es un obra de la carne, ha hallado una clara forma de expresión en el
sistema apostólico y profético. No se si todos los profetas y apóstoles modernos son
conscientes de ello. Pero es claro, para quienes tratamos a diario con los “seguidores” de
estos grupos, que los adoran. Una frase que repiten es “no toquéis a mis ungidos” para
defender a sus apóstoles y profetas, mal usando un pasaje del antiguo testamento que se
refiere a Cristo únicamente. Son dioses vivientes, modelos incuestionables, dirigentes
inexpugnables, falsos cristos modernos. Mi relación con mis pastores siempre ha sido
emancipada. Los considero compañeros de milicia, amigos de todas las horas,
consejeros invaluables y por encima de todos, hermanos en la fe. Nunca los vi como
superiores, como padres espirituales, o como dirigentes incuestionables. Y tiendo a
desconfiar de quienes llamándose pastores del pueblo, se protegen en un halo de
inaccesibilidad, por ser quienes son y estar donde están. Pero no todos pensamos así.
Como cuando al anciano hechicero de barrio se le derriba un ídolo de cera al que venera
religiosamente, reaccionan los que siguiendo apóstoles y profetas, escuchan de alguien
poner en tela de juicio la integridad o la pertinencia de sus dirigentes religiosos. Son
ídolos de carne. Ídolos de carne; nada mas.

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EN LA PRACTICA NUEVOS MEDIADORES

No importa cuanto repitamos las viejas frases aprendidas de memoria. Si en la practica


acudimos a alguien mas que Cristo, por bendición, hemos abandonado la fe cristiana
genuina. La Biblia es clara en 1 Timoteo 2.5, al decir que hay un solo mediador entre
Dios y los hombres, el cual es Jesucristo. Los apóstoles modernos “gentilmente” nos
extienden “su cobertura espiritual”, cosa que no hicieron siquiera los apóstoles
originales, alegando que eso es una bendición. Pero si hay una “cobertura” sobre mi,
estoy implícitamente aceptando que entre Cristo (que esta sentado en el trono celestial)
y yo, hay alguien mas. Mas dramática se vuelve esta herejía, cuando a la cobertura
pretendida, se le añade la sentencia de que sin ella, estamos desprotegidos en alguna
mediada del ataque satánico. El concepto de “otro mediador” entonces, se refuerza. Lo
mismo ocurre con los pretendidos ministerios proféticos de nuestro tiempo. Dios habla,
dicen; pero no directamente a cada uno, sino por medio de alguien mas. Nuevamente la
idea de un nuevo mediador. Dios ya no habla a cada uno directamente por medio del
estudio concienzudo de la Biblia, y los predicadores han dejado de ser meros
expositores falibles de la palabra de Dios. Ahora si usted necesita “palabra fresca de
Dios” debe recurrir a los nuevos profetas.
Protestamos durante siglos por la herejía del catolicismo romano de hacer de los
cristianos muertos, santos mediadores entre Dios y los vivos. Protestamos con
vehemencia contra el error de orar e interceder ante los santos difuntos. Pero hicimos
algo peor. Elevamos a la categoría de mediadores a creyentes vivos. No veo la
diferencia. O quizás si; es peor esto último.
Pero las palabras del apóstol Pablo resuenan en el tiempo: “Hay un solo mediador entre
Dios y los hombres... Jesucristo hombre”.

El llamado pueblo cristiano corre tras estos nuevos mediadores. Siempre buscando algo
nuevo de Dios, siempre buscando una nueva gracia o bendición. Dependen de ellos. Los
necesitan. Creo que Jesucristo esta celoso por ello.
Puede que algún que otro apóstol y profeta, negaría rotundamente que esa es su
intención y con toda honestidad. Pero no pueden negar lo que el sistema produce. La
gente los adora.

NO NOS ENGAÑEMOS LA SEMILLA SIEMPRE ESTUVO

Pero seríamos hipócritas si no reconociéramos que la semilla del error siempre estuvo
en el ceno de la Iglesia. Cuando niño recuerdo que se acostumbraba al terminar la
reunión, invitar a la gente a pasar al altar para recibir la imposición de manos y la
oración del pastor. Y si era otro hermano el que oraba, no era de igual forma recibido.
Recuerdo también que había temor reverente de cuestionar a los pastores; su palabra era
final y decisiva. Ahora los apóstoles, dicen que “debemos obedecerlos” a toda costa;
pero eso siempre se dijo. El argumento agustiniano de que de el pueblo responde al
pastor y este a Dios, siempre estuvo. Por eso no tienen argumentos sólidos muchos
pastores “tradicionales” que protestan contra el sistema apostólico; ellos por años
hicieron lo mismo aunque llamándose solo pastores y no apóstoles o profetas.
Siempre también se favoreció el temor reverente al propio lugar de reunión, a los
templos y santuarios. Recuerdo que no se permitía hablar en el salón principal de
reuniones, que colocaban carteles que decían “esta es la casa de Dios”, y que se
diferenciaba la plataforma como lugar santísimo. Los católicos tenían sus lugares
sagrados y nosotros también. Era de esperarse que con este criterio casi fetichista, que

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olvida que el verdadero templo de Dios es cada creyente y no el mero lugar donde se
reúnen, no tardaran los que acostumbran a pararse en el “lugar santísimo” en
contagiarse con algo de la herejía y se consideraran en alguna forma por encima del
pueblo.
También es verdad, que en muchos lugares, los pastores son verdaderos dictadores
espirituales. Si alguno de estos se arriesga a quejarse contra el sistema apostólico, no
tiene razón de hacerlo. El hace lo mismo. Y cuando les llamo dictadores no estoy
diciendo que sean gente mala. Creo que hay dictadores benévolos también (entre los
nuevos apóstoles y los viejos pastores), pero dictadores al fin, que minan la libertad en
Cristo, que en el calvario se conquistó a precio de sangre. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta
que alguno de estos “super pastores” confundido por el éxito, comenzara a creer que es
un apóstol o un profeta ungido?
Confieso que yo mismo he luchado con esto. Durante todo este tiempo en que he
trabajado como pastor de una iglesia local, no faltaron los bien intencionados hermanos
que “estaban dispuestos a seguirme donde fuera” sin cuestionarme, e insistían con sus
hermanos que debían hacer lo mismo. “El es el pastor”, decían; “sabe lo que hace”.
Partían de la base que si no entendían algo de lo que yo decía o decidía, de igual forma
debían aceptar y obedecer ciegamente, porque yo sabía lo hacía. Trataba por todos los
medios de explicarle que no debía ser así. Si no entienden algo –les explicaba- y si no lo
ven claro en las Escrituras, no importa quien lo diga, no deben obedecerlo ni observarlo.
Pero para algunos era mas fácil obedecer ciegamente que estudiar en la Biblia. Y por
momentos esta actitud era muy reconfortante para el pastor, pero peligrosa en extremo.
Reconozco que perdimos mucha gente así; preferían como líder a alguien que les
reclamara obediencia absoluta sin demandarles investigación bíblica, que alguien que
les diera libertad pero con responsabilidad.

NUEVAS ADICCIONES

¿Quién dudaría que nuestro mundo es un mundo atado a las adicciones? El alcohol, el
tabaco, las drogas ilegales, los ansiolíticos, los calmantes, inundan nuestras calles. Pero
también están las drogas sociales que nublan la mente y embrutecen el corazón; una de
ellas es la religión. ¿Nunca se ha preguntado por que algunos grupos cristianos tienen
tanto éxito en sumar a sus filas a “ex adictos”? No es porque los liberan de sus
adicciones. Lo único que hacen es sustituir una droga por otra. La gente cree que es la
sustancia química la que hace adicto a alguien; no es solo eso, la adicción, es en mayor
medida una conducta aprendida y una enfermedad emocional y espiritual. Por eso
reinciden en la droga algunos que son librados de la adicción “química”; porque nunca
fueron libres de la adicción mental. Y es aquí donde los grupos religiosos adictivos,
aprovechan y suman fieles, pero sin salvarlos ni conducirlos a los pies de Cristo.

Es que la gente busca “escapar de sus problemas”. Para algunos una buena borrachera
es un aliciente temporal. Para otros el fumar, le calma los nervios a lo menos. Para otros
mas, los ansiolíticos y calmantes le dan por un breve tiempo una falsa paz. Y para un
número cada vez mas creciente de gente, la religión es esa “válvula de escape”. Por eso
algunos evangélicos pasan largas horas en el templo; escapando de los problemas de la
casa y de su incapacidad de afrontar la vida. Se los confunde con gente espiritual, pero
son gente atada. Que no nos confunda su espiritualidad superficial.
Pero como ocurre con las adicciones, hay un momento que “se necesita mas”. Una
droga siempre da paso a otra mas fuerte. Y el descenso acaba en la destrucción total de
la persona. El sistema apostólico y profético es el siguiente paso en la cadena de la

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adicción social del cristianismo apóstata. Al principio la gente se “conformaba” con
cultos “de poder” y liturgias cargadas de emoción ,dirigidas por pastores carismáticos
que movieran los sentimientos. Pero al tiempo, tal cosa comenzó a dejar sabor a poco. Y
aparecieron los profetas con “nuevas revelaciones” y tras ellos los apóstoles con “una
nueva autoridad”. La adicción tomó entonces, una dimensión mayor. Y así como con las
adicciones a las sustancias químicas, la personalidad y la individualidad del adicto se va
perdiendo. Cada vez tiene menor capacidad de decisión. Cada vez se vuelve mas un
autómata de lo que lo esclaviza y aprende a vivir en función de ello.

La libertad es posible. El adicto social de los falsos grupos evangélicos y pentecostales,


puede ser libre. Pero debe encontrarse con Cristo, y debe ser hecho libre por él. La
verdad que nos imparte la palabra de Dios, nos liberta. El remedio, pues, sigue siendo el
mismo; volvámonos a Jesucristo. Antiguamente los predicadores y pastores de la radio
y de la televisión gritaban a viva voz “no me siga a mi, siga a Jesucristo”. Pero hoy los
apóstoles y profetas dicen “sígame soy su padre espiritual y Dios le bendecirá a través
de mi”. ¡Es tan claro el error! ¡Es tan evidente la diferencia! ¿Cómo es que no nos
damos cuenta? Solo alguien adicto puede no notar la diferencia. Necesita algo mas, y lo
busca desesperadamente.

Hay un persistente sentimiento de “necesito algo mas”. Así como el adicto siempre
siente que “necesita mas”. Muchos llamados cristianos sienten esto. Pero el verdadero
seguidor de Cristo esta lleno (Colosenses 2.10). No necesita buscar algo “nuevo de
Dios” cada día, porque lo tiene morando en su corazón. Solo alguien que esta
constantemente vacío puede sentir eso. ¡Que fácil es a una persona que se siente así,
introducirle la herejía del sistema apostólico y profético moderno! Pero quien realmente
tiene a Jesucristo en su corazón, ¿podrá sentir como necesaria o interesante la invitación
a “recibir algo nuevo”? Pues lo dudo.

QUIEN LO NOMBRO

Hace algún tiempo atrás, un pariente de mi esposa que es pastor pentecostal y pertenece
a una denominación apostólica, me hablaba de “como hacen las cosas bien” en su
grupo. En cierto momento de la charla me atreví a decirle que “los apóstoles” como lo
dice la palabra, son personas “enviadas” por alguien para realizar una tarea. Por
definición, continué diciendo, su apóstol es un “enviado”. Entonces pregunté:
- ¿quién lo envió?
Por supuesto que respondió sin dudar, que Cristo lo había enviado. Fue entonces que
alegue.
- Bueno. Los apóstoles del Biblia sabemos que fueron enviados por Cristo porque él en
persona se les apareció vivo y resucitado y les comisiono una función.
- ¿El Cristo vivo y resucitado se les apareció en persona a los nuevos apóstoles y les
envió? Le pregunté.
De inmediato dijo:
- ¡No! ¡eso no puede pasar!
Entonces volví a preguntar
- ¿Pues quien lo nombro y envió pues a tu apóstol, si no fue Cristo?
No supo que contestar.
Finalmente concluí:
- Si me dices que tu apóstol es enviado y comisionado por ustedes, entenderé que esta
bajo la autoridad de la iglesia: porque mayor es el que envía que el que es enviado... por

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lo tanto no puede reclamarles que se le sujeten. Pero si me dices que fue enviado por
Cristo directamente, tendrás que reconocer que la Biblia se equivoca.... decídete en que
vas a creer.

Creo que el Espíritu Santo llama y capacita a su pueblo sin distinción para la obra del
ministerio. Pero creo que “representantes plenipotenciarios” de Cristo, ya no hay. Los
pastores son los que “desean realizar la obra del obispado” (1 Timoteo 3.1). El Espíritu
Santo los capacita para ello, ¿Cuántas veces hemos visto que personas que incluso no
“querían ni sentían de afrontar semejante responsabilidad” obligados por las
circunstancias, lo hacen, y lo hacen bien? No se trata de que Dios los llamó y ellos no lo
sabían ¿Cómo podría ser Dios tan poco convincente y claro en algo tan serio? Lo que
sucede es que el Espíritu de Dios capacita y suple la necesidad en el cuerpo. Creo
también que de alguna forma el Espíritu de Dios llama a su servicio a todos los
redimidos y no solo a algunos pocos, para que cumplamos funciones de acuerdo a
nuestras capacidades y dones en una multiplicidad de áreas. Ojalá mas gente “deseara”
la obra del obispado, y menos personas pretendieran ser “ungidos exclusivos de Dios!

Es muy peligroso pretender ser un “apóstol” de Jesucristo, ser un “enviado directo” del
Señor. Quien tenga tal pretensión, debe demostrarlo fehacientemente. Los apóstoles del
Nuevo Testamento “estuvieron con Jesucristo y le vieron vivo y resucitado”. Podían
demostrar eso con total facilidad. El caso del apóstol Pablo, era el que podía caer en
algún tipo de duda; pero esta fue totalmente descartada cuando los apóstoles directos del
Señor le dieron la mano en señal de consentimiento. Pablo también había recibido el
evangelio de forma directa; de Jesucristo en persona (ver Gálatas 1.11-12) Ninguno de
ellos recibió el evangelio por otro que no fuera el propio Jesucristo. Por eso eran
“apóstoles” de Cristo.
Sin embargo. Todos los pretendidos apóstoles modernos, recibieron el evangelio por
otro. Cristo no se les apareció y reveló directamente, ni les entregó el evangelio de
forma directa. No pueden pretender pues ser sus “enviados”. La pregunta persiste;
¿quién los nombró pues apóstoles?
Me considero un pastor de una Iglesia local. Fue la iglesia local misma quien me
nombró para la función. El Espíritu Santo me capacitó para la labor. Pero el evangelio
lo aprendí y recibí por medio de los apóstoles bíblicos, por medio de la Biblia que a su
vez, alguien mas, me la explicó en su momento. No pretendo, ni ningún otro ministro
del evangelio que entienda bien la Biblia pretende, ser un “enviado directo del Señor”.
Pero estos nuevos apóstoles con total desparpajo o con algo de ignorancia, no temen
pretender semejante cosa. Pero no pueden demostrar que el Señor mismo les haya
enviado... ¿quién los nombro entonces?

DESARROLLO TEOLOGICO

Estudios realizados sobre la moralidad de los individuos, revelan que hay a lo menos
tres etapas en el desarrollo moral de las personas.
En la primera nuestros valores son absolutamente egoístas; no distinguimos el bien del
mal. Simplemente buscamos nuestro beneficio sin considerar al prójimo. Esta es una
moralidad infantil. Aunque mucha gente adulta jamás la supera y pasa toda su vida
considerando solo sus propios intereses; y por ende sufriendo toda clase de conflictos
con sus semejantes.
En la medida que maduramos, pasamos a una segunda fase, en la que consientes de que
el prójimo también tiene deseos y derechos, aprendemos a hallar un punto medio en el

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que “pretendemos lograr nuestros fines sin afectar los derechos del otro”. Es lo que
podríamos llamar una moral social, o contractual. No existen valores absolutos en esta
fase del desarrollo ético. Simplemente creemos que si algo que hacemos no daña a
nadie, no tiene por que ser condenado o juzgado como malo. En esta fase, la persona
dice “no le hago mal a nadie con la forma en que llevo mi vida”, y con ello se siente ya
justificada.
Finalmente podemos distinguir una tercera fase de desarrollo moral o ético. Se trata de
la etapa de la moral autónoma. En esta la persona ha adquirido valores trascendentes y
no negociables. Algo es bueno o malo en si mismo. La persona con esta percepción
evolucionada de la moral, vive y razona de forma libre e independiente de las presiones
externas. No es arrastrada por sus pasiones, ni siente la necesidad de estar
constantemente midiendo si sus acciones se acomodan o no, a la sociedad. Simplemente
tiene valores y principios superiores e innegociables, en los cuales basa su vida y rige
sus acciones.

En el plano teológico, ocurre algo parecido. También podemos distinguir tres fases en el
desarrollo teológico de los cristianos. No olvidemos que la teología y la moral y la ética
están íntimamente relacionadas. Nuestra moral esta condicionada y determinada por
nuestra fe.
Es así que las personas con una moral infantil, desarrollan una fe o doctrina en la que
Dios es una especie de “proveedor de bendiciones”. Estos cristianos reclaman sin cesar
que Dios les bendiga. Puede que se frustren cuando las cosas no salen como esperan. Y
por eso están llenos de dudas e insatisfacción en su vida religiosa.
Quienes poseen un desarrollo moral que alcanza el nivel de “moral social o
contractual”, aprenden que “Dios tiene sus derechos y ellos los propios”, por lo que
pretenden “hacer un trato con Dios”. Razonan con Dios diciendo; “yo hago esto para
que tu me des esto otro”. Ellos oran, leen la Biblia, asisten a la iglesia y ofrendan porque
entienden que Dios así los beneficia.
Y quienes poseen una moral autónoma, tienen valores espirituales y doctrinas
innegociables, que valen por si mismos, cualquiera sea las circunstancias de la vida. Son
verdades, en si mismas, y por lo tanto, no negociables bajo ningún concepto. Hacen lo
que deben, porque creen en lo que entienden es la verdad. Y cueste lo que cueste,
mantendrán sus convicciones.

Estas fases del desarrollo teológico explican en parte el fenómeno moderno de los
apóstoles y profetas. Nuestra sociedad post moderna forma individuos inmaduros en lo
moral; que a su vez, forman cristianos inmaduros; o viceversa. La enseñanza teológica y
bíblica no ha sido muy buena en muchos lugares, lo que ha favorecido esta situación.
La doctrina y la moral que poseemos es infantil, o en el mejor de los casos contractual.
Queremos que Dios nos bendiga y buscamos a toda costa, de forma egoísta, que nos
favorezca y libre de los problemas. Y aparecen los apóstoles y profetas modernos,
brindándonos una fácil salida. No habiendo verdades absolutas ante las que tengamos
que responder, nos vamos sin pensarlo dos veces, tras estos hombres.
Otros, poseyendo una teología contractual, creen que deben negociar con Dios, que
deben cumplir algo para que él a su vez haga lo suyo. Si el someterse a los apóstoles y
profetas son la condición para la bendición, se someten con facilidad. Están dispuestos a
tranzar, con tal de obtener lo que de Dios esperan.
Si poseyéramos una doctrina y moral autónoma, descartaríamos de plano toda
conveniencia “social” en este sentido. La gracia de Dios es otorgada por la simple fe en
Jesucristo; ningún otro requisito se establece en el Nuevo Testamento. Este principio es

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inviolable para quien posee un teología y moral madura y autónoma. Como es
irreconciliable el concepto “salvo y bendecido por gracia y por fe”, con el “salvo y
bendecido por estar bajo alguien más, además de Cristo”, el creyente maduro opta por el
principio primario y bíblico. Y no negocia.

SATANISTAS INFILTRADOS

Algunos afirman que hay una bien y macabra organización demoníaca en todo esto de
los apóstoles y profetas. Afirman de hecho que satanistas se han infiltrado haciéndose
pasar por profetas y apóstoles para destruir en pocos años a la Iglesia, transformándola
en mega congregaciones apostatas que en la práctica niegan los principios del
evangelio. Quienes afirman esto, alegan que pueden probar la filiación de mas de uno de
los predicadores de la prosperidad y del sistema apostólico, con grupos satanistas.
Sinceramente no puedo decir que eso es así. En realidad, tiendo a creer que la mayoría
de los auto pretendidos apóstoles y profetas son personas sinceras; engañadas pero
sinceras. Los considero a muchos de ellos como hermanos en la fe, que necesitan ser
convencidos del error.
Pero hay un aspecto de esta acusación, en el que estoy de acuerdo.
Es sin duda, en el fondo, este movimiento, una estratégica jugada del diablo, para
engañar a la Iglesia. No creo que le valla a salir bien, después de todo. Pero es, lo
reconozco, una de las mejores jugadas que ha hecho, en su larga tarea de engañar.

Se podría decir que desde hace tiempo, el enemigo ha aprendido que la persecución
directa de nada sirve. La sangre de los mártires es siempre semilla de nuevos conversos.
Bajo el fuego de la persecución, la Iglesia prospera. Es como la historia de la libre que
fue atrapada por el zorro. Ella le dijo que si quería realmente dañarla debía arrojarla con
fuerza entre los espinos. El zorro considero aquello como una buena idea, y así lo hizo.
Pero la liebre, entre carcajadas escapó diciendo: -Necio, yo me he criado entre espinos.
Pues bien. La Iglesia también, se ha formado en el fuego de la persecución.
Pero hoy en día, el diablo le ha dado prosperidad a la Iglesia, libertad absoluta y una
comodidad originada en el modo de vida occidental. En estas “optimas” condiciones, a
la mentes y corazones engordados por la buena vida, el diablo ha sugerido sus herejías.
Y las mentes desprevenidas de los dirigentes cristianos post modernos, no distinguieron
el error.
El diablo primero llevó a muchos a buscar y experimentar “la unción y el poder de
Dios” de forma sensorial. Les hizo creer a muchos que ese emocionalismo carnal, era el
mover del Espíritu Santo. Luego hizo que muchos sustituyeran el estudio profundo de la
Biblia por reuniones mas “populares y divertidas”, cargadas de emocionalismo y buena
música. Sin la Biblia, y bajo la dependencia del emocionalismo, comenzaron los
demonios a sugerir sus doctrinas, haciendo pasar su voz, como la voz de Dios al
corazón de los nuevos profetas y apóstoles. La Iglesia se lleno de nuevas revelaciones,
sueños y profecías. Estas fueron aceptadas como palabra de Dios. La Biblia fue devuelta
a su estante en la biblioteca, y la voz autoritaria que en el mejor de los casos usa la
Biblia como pretexto, sustituyó a la palabra inspirada de Dios. A todo esto, el enemigo
lo barnizó con milagros y señales mentirosas.
Quizás no podamos decir en todos los casos, que sean satanistas directos los promotores
del sistema apostólico y profético moderno. Pero si podemos entre ver, algunas
doctrinas de demonios en el sistema.
He aquí algunas de las marcas:

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-Sustituyen al único mediador Jesucristo por nuevos mediadores, lo cual francamente la
Biblia condena.
-Hacen que el cristiano deje de simplemente confiar en la cobertura directa de Dios,
para en base al miedo (de no tener ninguna) someterle a la cobertura de algo o alguien
mas. ¿Qué es esto sino perdida de fe en la gracia de Dios que nos protege de todo?
-Sustituye la simple fe en Jesucristo como condición para la salvación y la bendición,
por el estar tras el líder correcto. Esto no es mas que culto a la personalidad, y el
preludio del adoración al anti cristo.
-Sustituye la Biblia, por las nuevas revelaciones de los profetas modernos, o en el mejor
de los casos relegan la Biblia a un lugar secundario.
Si esto no es estrategia demoníaca, dígame que lo es.

¿POR QUÉ CRECEN?

Esta es una buena pregunta.


Para responderla debemos primero aclarar, que el crecimiento no es señal de nada. No
significa que Dios este con alguien porque su iglesia o ministerio crezca. El éxito
numérico también lo tienen las sectas seudo cristianas, e incluso el espiritismo esta
experimentando una avivamiento sin precedentes.
Los grupos equivocados del movimiento neo apostólico y profético, han sabido usar
eficazmente estrategias de crecimiento que no son malas en si mismas, aunque
lamentablemente le han dado un contenido doctrinal herético.

Crecen porque su predicación es fervorosa. Lo que proclaman lo proclaman con


convicción. La gente no le cree a los predicadores taciturnos y melindrosos. Lo que
anuncian no es verdad cien por ciento, pero lo dicen de tal forma que convencen.

Crecen porque su liturgia es participativa y alegre. Mientras otros grupos religiosos


celebran cultos aburridos al criterio del mundo moderno, estos presentan verdaderas
fiestas espirituales.

Crecen porque su liderazgo es fuerte y carismático. El mundo tiende en estos tiempos a


rendir culto a la personalidad, y estos nuevos apóstoles y profetas, ejercen un liderazgo
cautivante. Esto no es garantía de nada por supuesto; solo han aprendido a presentar la
imagen del líder que la gente quiere tener.

Crecen porque buscan ver “milagros” de Dios. Y la gente quiere eso. Lo sobrenatural e
inexplicable atrae a multitudes. Y estos hombres alardean de manejar o a lo menos
desatar un poder sobrenatural sin límites. Muchos de los supuestos milagros que ocurren
son falsos cuando son analizados cuidadosamente. Pero la gente no se dispone a
investigar cada caso. Acepta el testimonio directo de los involucrados y ya.

Crecen porque buscan crecer. Son agresivos en la evangelización. No dan tanta


importancia al adoctrinamiento bíblico. Por encima de cualquier otra cosa, su propósito
es llenar templos y estadios.

Crecen porque han sabido formar dirigentes y pastores dispuestos a todo realmente. He
conocido a muchos de estos “pequeños” pastores que haciendo lo imposible inician
Iglesias en los lugares mas difíciles y mantienen su testimonio allí por años. Valiéndose

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de ellos, los apóstoles suman seguidores, convenciendo a esos pastores que no pueden
trabajar solos sin la debida cobertura.

Crecen porque han sabido movilizar eficazmente a toda la Iglesia y no solo a una elite
de ministros ordenados. El que no gana almas, no es muy bien visto en estos grupos. Y
cada miembro de estas Iglesias hace lo indecible por traer a otros a la Iglesia.

Crecen porque invierten grandes sumas de dinero en la evangelización a través de los


medios masivos de comunicación. No escatiman en gastos, en estos menesteres. Su
prioridad es contratar los espacios radiales y televisivos que sean necesarios. Este
manejo de los medios, les hace populares. No tienen para nada, un bajo perfil.

Crecen porque apuntan sus esfuerzos a la clase social mas numerosa, y mas vulnerable
de nuestros países; los pobres. El grueso de sus feligreses son de la clase pobre de
nuestros países. Por supuesto que procuran a la gente de buena posición económica y se
valen de su dinero para obtener sus propósitos. Pero persiguen a las multitudes. Y la
gente “trae gente”. Cuanto mas gente asiste a una iglesia, mas gente es atraída por la
curiosidad a lo menos.

Ninguna de estas condiciones son malas en si mismas. Creo que si los otros grupos
cristianos las utilizaran, claro que con un criterio mas honesto y menos manipulador, y
mas didáctico y menos popular, tendrían igual éxito en crecer. Pero debe quedarnos en
claro, que los grupos apostólicos y proféticos modernos, no crecen porque “el poder y la
unción del Espíritu Santo les asista” necesariamente, ni porque la “cobertura espiritual
que ostentan poseer” les de algo que los otros no tienen, sino porque usan herramientas
acordes a su propósito.

CREO EN UN AVIVAMIENTO

Necesitamos experimentar un avivamiento de los principios evangélicos propios de la


reforma protestante. Si viviéramos esto, millones de almas serían liberadas,
fundamentalmente liberadas de los seudos ministerios apostólicos y proféticos. Creo
que ese avivamiento es posible. Pero no mientras observemos impasibles como muchos
de nuestros hermanos abrazan la herejía, y nos limitamos a decir; “bueno, que cada uno
haga lo que le parezca”. No creo que sea correcto permanecer en silencio, manteniendo
la apariencia de ser “poco belicosos”, cuando nuestras convicciones son atacadas y
desafiadas por la verborrágica predicación de los apóstoles y profetas de hoy.
Nosotros mismos éramos una congregación de doctrina pentecostal. ¡Gracias a Dios
algunos libros y algunos predicadores ortodoxos, expusieron con intrepidez la doctrina
cristiana original, desafiándonos a dar razón de nuestra fe! Fue por eso, que
comprendimos que estábamos en error. Algunos critican el tono acometedor de mis
escritos. Pero no es mal intencionado ni mucho menos. Créame que la mayoría de los
grupos evangélicos que abrazan los errores tratados en este libro, no aceptarían otra
forma de expresarse. Entienden la predicación frontal como evidencia del poder de
Dios; y quizás no estén muy errados en esto. Creíamos y creemos más aun hoy, que el
evangelio hay que gritarlo, proclamarlo, y contrastarlo desafiantemente con la herejía.
No hay otra forma de salvar a los que, como nosotros estábamos, se hallan hoy
confundidos. Y esto no es orgullo, sino pasión.
Los predicadores reformados de antaño, no estaban dispuestos a ceder. No exponían sus
verdades con timidez. Lo proclamaban con voz de trueno; y conmovieron naciones

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enteras. Esto ya no se hace tanto. Son los predicadores carismáticos de los sistemas
apostólicos y proféticos, quienes parecen tener la primicia en esto hoy. Pero creo que
eso puede cambiar.
¡Ah, solo Dios sabe cuanto impacto se puede causar, si a través de los medios masivos
de comunicación, y con voz de trueno, proclamáramos “Solo la Biblia, solo la gracia,
solo la fe...”! ¡Cuantas vidas serían libertadas!

En relación con esto permítame referir a una historia mas. Una señora se hallaba en la
cama de un hospital. Pertenecía a uno de esos grupos evangélicos (no creo que debieran
llamarse así) que enfatizaban todo eso de los milagros y prodigios. Mi madre, quien
visitaba a otra persona, tuvo la oportunidad de hablar con ella. Lo primero que constató,
fue que no entendía la obra de Cristo en la cruz. Le habían enseñado sobre como
obtener “milagros de Dios” y respuestas a sus oraciones “de poder”, y entendía que la
vida cristiana era una especie de “contrato” en el que si ella se comprometía a diezmar y
asistir a las reuniones de la Iglesia, recibiría a cambio salud, prosperidad y felicidad
familiar. Puesto que, los que mayor “ruido” hacen a través de los medios masivos de
comunicación, hoy por hoy de alguna forma están involucrados con todo esto de lo
apostólico y profético, probablemente entendía sobre eso de la cobertura apostólica y
demás. Pero sobre los principios de la reforma de “solo la Biblia, solo la gracia y solo la
fe”, nunca había escuchado nada. Simplemente era nuevo para ella, la esencia misma
del evangelio.
Entiendo perfectamente lo que sintió esta señora del hospital. En mas de una ocasión,
“cristianos” de otras congregaciones visitaron nuestra iglesia y asistieron a una de
nuestras reuniones, y sencillamente se mostraron asombrados e impactados por una
simple presentación de lo esencial del evangelio, de los principios de la reforma
protestante. Hasta cuesta creer a algunos, que el plan de salvación sea tan simple, y que
la gracia de Dios en todas sus formas sea de libre fluir para cualquier hijo de Dios “si
tan solo puede creer”.

Creo que es posible vivir un avivamiento de los principios de la reforma. Creo que la
reforma de hecho, si bien se inició en siglos pasados, aún no acaba. Ha tenido a través
de su historia buenos momentos, y otros no tan buenos. Los tiempos que vivimos hoy
son de esos tiempos no tan buenos. El error del clericalismo y sacerdotalismo de la
Iglesia institucionalizada, vuelve a recobrar fuerzas, aunque ya no por medio del
catolicismo romano. Nuevos ministros se han embanderado de la herejía. Pero podemos,
como lo hicieron Lutero, Calvino y otros, levantar nuestras voces y protestar. Solo que
esta vez, no contra el catolicismo romano que ha quedado ya bien diferenciado de los
evangélicos, sino contra las denominaciones evangélicas que se alinean tras las nuevas
autoridades apostólicas y proféticas.
Así como en siglos pasados, miles de católicos apostólicos romanos se volvían al
clamor de “solo la Biblia, solo la Gracia, solo la fe, solo Cristo y solo a Dios sea la
gloria”, si ponemos manos al arado, creo que en breve veremos a miles de cristianos de
todas las confesiones volverse a la misma consigna. Pero tenemos que predicar.
Tenemos que contender por nuestra fe. Tenemos que no evitar confrontar y debatir si es
necesario. Tenemos que creer que millones de almas están esclavizadas y esperan ser
libertadas por la palabra genuina de Dios, incluso en las bancas de muchas llamadas
Iglesias evangélicas.

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LA PALABRA APÓSTOL EN EL NUEVO TESTAMENTO

La palabra “apóstol”, traducida del griego “apostolos” es una derivación de la palabra


“apostello”, que se traduce siempre “enviar”. Un apóstol, pues, es simplemente alguien
“enviado” por alguien mas a cumplir una misión. “Apostolos” aparece 79 veces en el
Nuevo Testamento.
En los cuatro evangelios aparece la palabra en
Mateo 10.2, Marcos 6.30, Lucas 6.13, 9.10, 11.49, 17.5, 22.14, 24.10
En todas las ocasiones, la palabra apóstol aparece refiriéndose a los doce elegidos por
Cristo para acompañarlo en su ministerio y servir como sus enviados luego de su
partida. Lucas 6.13, es claro al indicar que Cristo designó “sus” apóstoles a los que el
quiso, y tal designación fue personal y directa.
Nadie puede pues recurrir a algún pasaje de los evangelios, para atribuirse el honor de
ser un “apóstol de Cristo”, sin verse obligado a forzar el texto.

En Hechos de los apóstoles, la palabra “apóstolos” aparece en:


Hechos 1.2, 1.26, 2.37, 2.42, 2.43, 4.33, 4,35, 4.36, 4.37, 5.2, 5.12, 5.18, 5. 29, 5.40,
6.6, 8.1, 8.14, 8.18, 9.27, 11.1, 14.4, 14.14, 15.2, 15.4, 15.6, 15.22, 15.23, 16.4
En la mayoría de las ocasiones, el texto se refiere exclusivamente a los doce escogidos
por Cristo excepto en Hechos 1.26, 14.4 y 14.14, donde se hace referencia a Matías,
Pablo y Bernabé, como apóstoles. El caso de Pablo, tendría perfecta explicación en el
hecho de que él fue llamado personal y directamente por Cristo al ministerio apostólico,
y eso fue reconocido por los doce (Hechos 9). ¿Pero que de Bernabé y Matías (Hechos
1.26), de quienes no se tienen referencias claras de haber sido llamados por Cristo a tal
función, y de Andrónico y Junias (Romanos 16.7). Bien. Recordemos que la palabra
apóstol es sencillamente “enviado”. En las ocasiones en las que se hace referencia a
Pablo y Bernabé, y de Andrónico y Junias, como apóstoles, se refiere a que eran
“enviados” como misioneros por una Iglesia local. Allí no se dice que eran “apóstoles
de Cristo”, sino apóstoles de una Iglesia local, como lo es cualquier cristiano que ejerce
un ministerio o servicio comisionado y autorizado por una Iglesia local. En el caso de
Matías, no faltan quienes entienden que la nominación fue un error que Cristo reparó al
llamar a Pablo. Pero tal conclusión es forzada porque se dice de Matías que “fue
contado entre los doce”, aún luego de que el ministerio de Pablo fue reconocido; eso no
podría haber sido así, seguramente se hubieran retractado los otros apóstoles de haber
entendido que fue un error la designación. Es en la serie de requisitos que imponen en la
designación de Matías, y que luego veremos, que hallamos argumentos para aceptar a
Matías como uno de los doce.
En principio debemos preguntar a los nuevos apóstoles; “¿y quien te envió?”. A los
doce y a Pablo, se les apareció en persona el Cristo resucitado y les envió. A Bernabé le
envió una iglesia local y el nunca pretendió ser mas que un misionero. Pero ¿quién
envía a estos nuevos apóstoles? Si entienden que el Espíritu Santo fue quien les envió,
eso no les hace en nada diferentes al resto del cuerpo de Cristo que también por el
Espíritu Santo hemos sido enviados a ser testigos del poder de Dios ante el mundo. Si
entienden que “la Iglesia local tal o cual o la denominación tal o cual” les nombró o
considera “apóstoles”, han de reconocer por fuerza que “no son enviados de Cristo” sino
“de los hombres” o en el mejor de los casos, “de una iglesia local”. Y esto no les da para
nada la autoridad y poder que reclaman. Y si dicen “que Cristo en persona” se les
apareció, pretenden algo muy especial, que no pueden probar fehacientemente, como los
doce y Pablo podían probar.

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Cuando Matías es designado se imponen las condiciones del verdadero apóstol de Cristo
(Hechos 1.21-22)
-Debía haber sido testigo de la resurrección
-Y debía haber acompañado todo el tiempo a Cristo durante su ministerio, desde el
momento de su bautismo hasta su crucifixión
Ninguno de los apóstoles modernos puede pretender esto.

En las epístolas aparece la palabra apóstol en


Romanos 1.1, 11.13, 16.7
1 Corintios 1.1, 4.9, 9.1,2,5, 12.28,29, 15.7,9
2 Corintios 1.1, 8.23, 11.5,13, 12.11,12
Gálatas 1.1,17,19
Efesios 1.1, 2.20, 3.5, 4.11
Filipenses 2.25
Colosenses 1.1
1 Tesalonicenses 2.6
1 Timoteo 1.1, 2.7
2 Timoteo 1.1,11
Tito 1.1
Hebreos 3.1
1 Pedro 1.1, 3.2
Judas 17
Es en las epístolas donde la palabra apóstol, más claramente demuestra lo falsa de la
pretensión de los nuevos apóstoles. Veamos rápidamente cada uno de estos pasajes.
Un apóstol de Cristo, es llamado por Dios para ejercer tal función, no es una
prerrogativa que alguien se pueda atribuir (Romanos 1.1).
Pablo se consideraba apóstol de los gentiles, mientras que los doce habían sido envidos
a las tribus de Israel (Romanos 11.13, ver Mateo 10.6).
Romanos 16.7 es traducido; “Andronico y Junias son muy estimados entre los
apóstoles”; y esto ha servido para respaldar el supuesto hecho de que había otros
apóstoles además de los doce (y en la misma altura y autoridad que estos), y la
legitimidad del ministerio apostólico y pastoral de la mujeres (si se entiende Junias
como Junia, pues en este caso se trataría de una mujer). Pero otras versiones mas
confiables, traducen el texto así: “Andrónico y Junias, son muy estimados “por” los
apóstoles”. En este caso, el texto no probaría la continuidad del ministerio apostólico.
Sin embargo, aunque adoptáramos la primera de las traducciones mencionadas,
deberíamos interpretar la palabra “apóstoles”, como refiriéndose al enorme grupo de
misioneros, de personas “enviadas” por las iglesias a predicar el evangelio a otras
tierras, y no como “enviados” de Cristo, si mantenemos el sentido común de interpretar
los pasajes oscuros de forma que no violenten o contradigan otros pasajes que son claros
y específicos en el tema que se trata.
Hay apóstoles que son apóstoles de Cristo (1 Corintios 1.1, 2 Corintios 1.1, Efesios 1.1,
Colosenses 1.1, 1 Tesalonicense 2.6, 1 Timoteo 1.1, 2.7, 2 Timoteo 1.1,11, Tito 1.1, 1
Pedro 1.1, Judas 17). Puede, como dijimos, que haya apóstoles de una Iglesia local, o de
un grupo de Iglesias locales. Pero los apóstoles del Nuevo Testamente distinguían
claramente a los “apóstoles de Cristo”.
Se dice que Dios los ha exhibido a los apóstoles en último lugar, como siervos de todos,
y no como autoridad y cabeza de la Iglesia (1 Corintios 4.9). Que diferente es la actitud
de los auto pretendidos apóstoles modernos que reclaman autoridad y mando mas que el
último lugar.

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Pablo entiende que “ver al Señor resucitado” es una condición imprescindible para ser
un apóstol de Cristo (1 Corintios 9.1,2,5).
Los apóstoles de Cristo ocuparon el primer lugar en la iglesia (1 Corintios 12.28-29),
como fundadores de la doctrina cristiana. Ese fundamento ya esta establecido por lo que
no se necesita nuevos fundadores.
El apóstol Pablo incluso hace una breve reseña de las apariciones del Cristo resucitado
diciendo “apareció a Jacobo, luego a todos los doce, y al último de todos... me apareció
a mi también...” (1 Corintios 15.7-9). Se aclara muy bien que “la última aparición” del
Cristo resucitado, fue hecha a Pablo. No volvió y ni volverá a aparecer hasta su regreso,
por lo que no puede haber nuevos apóstoles suyos.
Hay apóstoles o enviados de las Iglesias también, pero se los distingue claramente de
los apóstoles de Cristo (2 Corintios 8.23). Los primeros estaban bajo la autoridad de la
congregación local que los había enviado, los segundos respondían solo ante el Señor.
Hoy solo podemos esperar que halla “enviados” de las Iglesias que deben estar sujetos a
ellas, y no al revez como algunos suponen.
Pablo entiende que quien pretenda ser apóstol de Cristo y no haya sido comisionado
directamente por el Señor luego de su resurrección, es “un falso apóstol, un obrero
fraudulento, alguien que se disfraza como apóstol de Cristo” (2 Corintios 11.5,13). En el
verso cinco incluso los trata con gran ironía, demostrando la ignorancia que ostentan
Pablo se ve en la necesidad de defender su apostolado ante los falsos apóstoles que
como hoy, reclamaban la eminencia en la iglesia (2 Corintios 11.11) Y también muestra
los milagros, como señales de un verdadero apostolado (2 Corintios 11.12) que solo
pueden ejercer los que lo vieron a Jesús resucitado y fueron comisionados por él. Esto
nos da una pista de donde provienen los milagros falsos que realizan los apóstoles
modernos.
Hay apóstoles, sin duda, que son “apóstoles de hombres y por hombres”, es decir;
enviados por un grupo de personas o por otro supuesto inminente líder cristiano. Pero
deben distinguirse estos falsos apóstoles de Cristo de los que realmente fueron enviados
por Jesús (Galátas 1.1)
Cuando Pablo recibió su revelación (Gálatas 1.17,19) decidió no ir a los que eran
apóstoles antes que el y que se hallaban en Jerusalén. Esta afirmación paulina demuestra
que los apóstoles de Jesucristo que eran portadores originales del evangelio directo, eran
solo los doce que se hallaban en la mencionada ciudad, y que no había apóstoles de
Cristo por todas las regiones, como algunos creen.
Los apóstoles, (su doctrina y enseñanza expuesta en el Nuevo Testamento) junto con los
profetas (el Antiguo Testamento) son el fundamento de la fe y doctrina cristiana. Un
fundamento una vez establecido no puede volverse a establecer. El ministerio apostólico
y profético es cosa del pasado (Efesios 2.20)
El evangelio es una revelación que fue entregada a los apóstoles y profetas (Efesios
3.5). Esta “entrega” del evangelio, es citada en este pasaje como ocurriendo dentro de
un marco histórico definido. Cuando el Nuevo Testamento se estaba escribiendo, los
apóstoles estaban recibiendo “su evangelio” por revelación divina.
El pasaje de Efesios 4.11, ha sido muy manoseado por los auto pretendidos apóstoles
modernos. Allí se dice que Jesucristo “constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a
otros evangelistas y a otros pastores y maestros”... y mas adelante se agrega en el verso
12 y 13 “para la edificación del cuerpo de Cristo... para que todos lleguemos a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios”. Usando este texto algunos sostienen que
aquí tenemos una lista de los dones de liderazgo que la Iglesia posee, siendo el apóstol
la autoridad máxima a la que siguen por orden de jerarquía los profetas, los evangelistas
los pastores y finalmente los maestros. Otros menos atrevidos reconocen como actual la

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lista en cuestión, solo que nos los jerarquizan. Lo cierto es que este pasaje “hace todo lo
contrario a lo pretendido” en realidad, prueba que los apóstoles y profetas no son para
este tiempo. Allí se dice “el Señor constituyó”, esta en tiempo pasado, tal designación
había ocurrido ya. Si se tratara de ministerios y jerarquías permanentes diría “el Señor
constituye apóstoles y profetas”, pero dice “constituyó apóstoles y profetas”. Algunos
afirman que en este caso tampoco los evangelistas pastores y maestros deberían existir
hoy. Y se debe concluir que este pasaje no prueba que los otros ministerios además del
apostólico y profético, sean permanentes. Otros pasajes si hacen esto (y en ellos se basa
la pretensión de la continuidad del ministerio pastoral), pero no hay otros pasajes que
prueben que los apóstoles y profetas deberían continuar luego que el canon bíblico se
cerró.
Filipenses 2.25, es una prueba indiscutible de que había “apóstoles o enviados de las
Iglesias” que no tenían la autoridad ni el derecho de revelación de los doce, y que por
ende “estaban sujetos a obediencia a la iglesia local y no en autoridad sobre ella”. En
este pasaje se dice que Epafrodito era un “mensajero” de la iglesia de Filipos. En griego
la palabra traducida mensajero es “apostolos”. Pero se aclara bien que era un apóstol de
la iglesia de Filipos, puesto al servicio del “apóstol de Cristo”, Pablo. Insisto que si
alguien hoy quiere llamarse apóstol, debe entender que solo puede ser “enviado” por
una Iglesia y sujeto a ella. Pero este entendido de la función del apóstol, no es el
compartido por los nuevos apóstoles modernos. Por el contrario, ellos quieren elevarse a
la altura de los doce y de Pablo, para reclamar el poder y el mando en el cuerpo de
Cristo.
Cristo es también un apóstol. El apóstol por excelencia. El único que fue enviado
directamente por Dios Padre para revelar la voluntad del creador y redimir al hombre
(Hebreos 3.1). Los doce y Pablo fueron apóstoles enviados por Cristo. Y todos los
redimidos son enviados por el Espíritu Santo gracias a la obra de Cristo, como luz y sal
de la tierra. Dios delego su autoridad a Cristo, Cristo a los doce y a Pablo, y el Espíritu
Santo a todos los salvados. No hay lugar para otra línea de mando. Los modernos
apóstoles o “son uno mas de nosotros”, o no son nada. No caben en un pueblo de “reyes
y sacerdotes”.
Cuando Judas escribe su carta, los apóstoles de Cristo ya estaban comenzando a ser cosa
del pasado, quedando solo (y eso es mas que suficiente) sus palabras y escritos. Por eso
en Judas 17 escribe: “tened memoria de las palabras que antes (note como dice antes)
fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo” (Judas 17).
Creo que a la luz de todo lo que hemos visto debemos adoptar el criterio sugerido en
Apocalipsis 2.2; de probar a los que hoy dicen ser apóstoles de Cristo para hallarlos
como mentirosos porque eso es lo que son.
Debemos recordar que la santa ciudad de Jerusalén (Apocalipsis 21:14) tiene solo doce
cimientos. No mas que doce. Si los apóstoles continuaran hoy, el Apocalipsis diría que
habría miles de cimientos. Pero no es así. Esto es mas patente cuando reparamos en el
hecho, de que los modernos apóstoles insisten en ser “fundamento de las Iglesias que
ministran”. No pueden ser fundamento de nada, porque hay solo doce cimientos. Solo
doce.

PODEMOS CONFIAR

Hablando en alguna que otra ocasión, con algunos partidarios del liderazgo apostólico,
escuche el argumento de que “el pueblo (refiriéndose a la Iglesia) no puede regirse por
si mismo”, que necesitan que alguien les ministre en este sentido. Según entendí, la
iglesia parece no poseer la capacidad de auto gobernarse y auto ministrarse en la

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palabra, y necesita de personas con dones o ministerios especiales. Incluso algún que
otro pastor congregacionalista me dio a entender en mas de una ocasión, que el sistema
de gobierno democrático de la Iglesia evangélica, es imperfecto, porque la gente a veces
“decide de forma contraria a la voluntad de Dios”. Quienes argumentan así, aseveran
que mejor sería que alguien “guiado por el Espíritu Santo y capacitado por Dios para
ello, dirigiera y ministrara el cuerpo de creyentes. De plano no veo que diferencia habría
entre permitir que me dirigiera una congregación que por voto de la mayoría nombrara
sus pastores y diáconos, y por un cuerpo de cristianos que en igualdad de condiciones
estudien la Biblia y establezcan su doctrina, a permitir que uno solo hombre lo hiciera (o
un grupo de ellos) delegando completamente en el liderazgo de estos hombres, la
responsabilidad. Se requiere de hecho, mas fe en aceptar el postulado de que por medio
de un solo hombre o por medio de un grupo reducido de hombres guiados por Dios, la
Iglesia debe marchar, a creer que el Espíritu Santo opera en todo los creyentes
guiándolos hacia toda verdad. Y esta última postura no es para nada absurda; por el
contrario, lógicamente sería hasta preferible.

En este concepto de que “el pueblo de Dios no se puede guiar por si mismo y necesita
que alguien le diga cual es la palabra y voluntad de Dios a cada momento”, me parece
ver algunas concepciones seculares de los regímenes totalitarios y estadistas. Hay una
creencia en el mundo, de que el estado, representado por la clase gobernante es mas
culto, mas capaz, mas bueno y mas visionario que el individuo; y que por lo tanto el
individuo debe someter incluso su conciencia al mismo. Extrapolado este concepto a la
Iglesia evangélica, muta en una forma de gobierno episcopal o presbiteriano, que insiste
en el hecho de que la revelación de Dios y la autoridad divina fluye de forma lineal
desde las autoridades hacia el pueblo. Por eso muchos creyentes no saben tomar
decisiones ni pueden por si mismos estudiar la Biblia y extraer de ella la palabra que
necesitan de Dios, y recurren a que alguien mas les dirija. Creen que así es mejor. Pero
no lo es. Porque en definitiva es rechazar la palabra y autoridad directa de Cristo, para
seguir a otro que pretende representarlo.

Creo que la palabra de Dios enseña que el Espíritu Santo habita y dirige a cada persona
redimida y salvada. Creo que por ende, la iglesia local, que esta compuesta por personas
redimidas y salvadas, es guiada por Dios, y puede por si misma “sin temor a
equivocarse” dirigir su propio destino, nombrar sus pastores y diáconos, y
especialmente determinar cual es la doctrina correcta y la forma mas acertada de
interpretar la Biblia. Confiar todo esto en alguien mas, y no aceptar el hecho de que el
pueblo de Dios, es un pueblo de reyes y sacerdotes, es un riesgo mas grande. Por
asumirlo algunos, han caído presa de los falsos apóstoles y falsos profetas de estos
tiempos finales.

Podemos confiar. Si estamos dispuestos a creer que Dios guía y sostiene a sus ministros,
también debemos estar dispuestos a creer que Dios guía y sostiene a la iglesia. En cada
reunión de asamblea de nuestra iglesia, en la que tomamos decisiones y determinamos
cual es la correcta forma de interpretar la palabra de Dios (La Biblia) entiendo que esta
presente y guiando el Espíritu Santo de Dios. Por eso rechazo cuando alguien quiere
“quitar de la iglesia” este derecho y monopolizarlo en las manos de los nuevos apóstoles
y profetas. Ellos dicen que “debemos entregar nuestra libertad en Cristo para confiar en
ellos como nuestra nueva casta dirigente y nueva fuente de revelación”. No estoy de
acuerdo con ello. Prefiero confiar en Dios directamente. La Biblia hasta ahora no nos ha
decepcionado. Y aunque las iglesias locales a veces cometen errores al tomar sus

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decisiones, aprenden pronto, y Dios las preserva dándoles sabiduría para reponerse y
continuar. El sistema apostólico y profético moderno no es bíblico, ni siquiera es mejor
que lo que tenemos ya. Prefiero confiar en la palabra inspirada de Dios y en la iglesia
compuesta por quienes tienen en su corazón la presencia misma del Espíritu Santo.

EL “PROFETA” EN EL NUEVO TESTAMENTO

La palabra traducida “profeta”, en el Nuevo Testamento, es en el original griego


“prophetes”, y aparece 143 veces. La palabra profecía es en el idioma original del
Nuevo Testamento “propheteia” y aparece 19 veces. La palabra profético aparece solo
una vez y es en griego “prophetikos”. Y la palabra “profetizar” es traducida del griego
“propheteuo” y aparece 28 veces. Analicemos brevemente los textos neo testamentarios
que utilizan estos términos para tratar de descubrir si el ministerio profético, o los
profetas, son para este tiempo.

La palabra “profeta” es mencionado en los evangelios refiriéndose en todas las


ocasiones a lo que los profetas antiguo testamentarios dejaron escrito respecto al Señor
Jesucristo y su ministerio, y en relación con el ministerio de Juan el Bautista y del
propio Señor Jesús.
En los Hechos de los apóstoles, si tenemos claras indicaciones de que el ministerio
profético continuaba activo en aquellos tiempos, en que el canon bíblico no se había
completado y los creyentes por ende no contaban con toda la palabra inspirada de Dios.
Estas indicaciones las hallamos en Hechos 11.27, 13.1, 15.32, y 21.10.
En las epístolas, son abundantes también las referencias a los profetas en relación con
los escritos antiguo testamentarios, pero son claras también las expresiones que indican
la existencia en ese momento de profetas. Vea 1 Corintios 12.28,29, 14.29, 14.32,
14.37, Efesios 4.11.

La palabra “profecía” se menciona en relación al ejercicio en ese momento de tal


ministerio en Romanos 12.6, 1 Corintios 12.10, 13.2, 13.8, 14.6, 14.22, 1
Tesalonicenses 5.20, 1 Timoteo 1.18, y 4.14. En todas las otras ocasiones, la palabra se
usa en referencia exclusivamente a los escritos antiguo testamentarios.

La palabra profético aparece solo en Romanos 16.26 y 2 Pedro 1.19, refiriéndose al


Antiguo Testamento.

La palabra “profetizar” aparece como dijimos 28 veces, de las cuales en referencia al


don ejerciéndose en ese tiempo se utiliza en Hechos 2.17, 18, 19.6, 21.9, 1 Corintios
11.4, 5, 13.9, 14.1, 3-5, 14.24, 31,39,

Es claro que el ministerio profético y los profetas estaban activos en tiempos neo
testamentarios. Junto con los apóstoles ejercieron una labor fundamental en la iglesia
cristiana. De hecho, el apóstol Pablo anima a los Corintios a usar el don de la profecía y
recomienda a los Tesalonicenses a no menospreciar dicho ministerio. Evidentemente
había muchos profetas. Superaban en número a los doce apóstoles y probablemente
incluso superaban numéricamente a los “otros apóstoles”, es decir aquellas personas
enviadas como misioneras y que estaban sujetas y bajo la autoridad de las Iglesias que
las enviaban.
Pero la pregunta en cuestión, es si el profeta, sería un cargo o una función que
continuaría en el tiempo, luego que el Nuevo Testamento se terminara de compilar. Y

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hay pasajes bíblicos que indicarían que el ministerio profético ceso ya con la muerte de
aquella primera generación de cristianos.

No todos en la Iglesia eran profetas (1 Corintios 12.10,28,29, Romanos 12.6). Debían


ejercer su ministerio en la iglesia local de forma ordenada; no debía permitirse que
hablaran mas de tres por reunión. Y al intervenir debían hacerlo por turno, expresándose
de forma que todos pudieran entender, sin usar otras lenguas desconocidas para los
oyentes (1 Corintios 14.6,22,27,29-33,37). Junto con los apóstoles, los evangelistas y
los pastores, los profetas constituían un elemento fundamental en el cuidado y extensión
de la iglesia (Efesios 4.11). La Iglesia debía tomar en serio las profecías (1º
Tesalonicenses 5.20). En el caso de Timoteo su ministerio fue confirmado por medio de
una profecía (1 Timoteo 1.18, y 4.14)
En la historia narrada por Lucas, los profetas estaban ejerciendo un activo ministerio en
las Iglesias locales (Hechos 2.17, 18, 19.6, 21.9)
Las mujeres también podían profetizar (1 Corintios 11.4,5).
Era un ministerio imperfecto. Solo brindaba parte de conocimiento; no era completo en
si mismo (1 Corintios 13.9,10) y tenía una fecha de terminación que era cuando “viniera
lo perfecto”.
Era un don preferido y sobresaliente (1 Corintios 14.1) que edificaba, exhortaba y
consolaba a la Iglesia (verso 3 al 5)
Y se trataba de una expresión inteligente y controlada; el espíritu del profeta estaba
sujeto al profeta (1 Corintios 14.31,39)

Pero aquel ministerio profético tenía una fecha de vencimiento; por decirlo de alguna
forma.
La función que cumplía de exhortar, consolar y edificar a la iglesia (1 Corintios 13.1,5),
sería mas adelante efectuada por las Sagradas Escrituras cuando estuvieran una vez
terminadas de compilar (2 Timoteo 3.16.17). Recordemos que al momento de estos
ministerios proféticos existir, la Biblia aún no estaba en manos del pueblo. Solo
circulaba el Antiguo Testamento y los escritos neo testamentarios no se habían
producido todos ni circulaban ampliamente. Al carecerse de los evangelios y las
epístolas que exponen las enseñanzas de Cristo y sus discípulos, la Iglesia solo podía
acceder a la palabra de Dios si tenían un profeta en medio de ellos.
Todos los dones en ejercicio en tiempos neo testamentarios, incluso el de profetizar, no
eran lo mejor ni lo ideal. Había una forma mas excelente de hacer las cosas que en breve
se iniciaría (1 Corintios 12.31). Las profecías, junto con el don de lenguas y de palabra
de conocimiento y sabiduría habrían de cesar (1 Corintios 13.8-10), cuando llegara lo
perfecto. Y eran un don propio del período en que la iglesia era inmadura e infantil (1
Corintios 13.11-12) por no contar con toda la revelación ya entregada que mostraría
cabalmente la verdad de Dios y de forma fraccionada e intermitente como hasta ese
momento.

ALGUNOS ARGUMENTOS MAS A FAVOR DEL CESE DE LOS DONES


PROFÉTICOS Y APOSTÓLICOS

Ya hemos visto algunas razones bíblicas por la que no podemos aceptar los dones de
profecía y liderazgo apostólico. Pero me gustaría volver a reseñar algunas de ellas.

Argumento 1º. Según Efesios 2.20, los dones proféticos y apostólicos constituyen el
fundamento o cimiento de la doctrina cristiana. Como sabemos un fundamento se

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coloca una sola vez. La doctrina, la palabra cabal de Dios, fue entregada ya en un
período especial y único de la historia cristiana. Ahora podemos desarrollar, aplicar y
extender la influencia y poder de la revelación entregada, pero no volverla a “entregar”
o “recibir”, porque ya fue dada y establecida. Si nos entretenemos “recibiendo nuevas
revelaciones”, dejaremos de lado el cimiento original; estaríamos estableciendo otro
fundamento espurio y corrompiendo o haciendo peligrar en el mejor de los casos la
perfecta e intocable palabra de Dios. Este concepto de “fundamento doctrinal”, nos
permite descubrir que los dones de servicio y aquellos que tienen que ver con la
exposición y explicación de las Sagradas Escrituras, siguen vigentes, mientras que
aquellos dones diseñados para entregar nuevas revelaciones o ejercer autoridad, han
cesado porque la Biblia es la que cumple ahora esa función.

Argumento 2º. Si aceptamos que Dios sigue entregando nuevas revelaciones y nuevas
palabras a su Iglesia, y que el liderazgo de la Iglesia no reside en el pueblo mismo (un
pueblo de reyes y sacerdotes) sino en los apóstoles modernos, tenemos que concluir
también que el “canon bíblico” no esta completo, que la Biblia no es suficiente, y que
debemos incorporar como palabra inspirada toda esa enorme cantidad de nuevas
revelaciones y profecías de nuestro tiempo. Aceptar a los profetas y apóstoles
modernos, es creer también que la Biblia por si misma no es suficiente y útil para
enseñar, redargüir, corregir, e instruir en justicia y que no es suficiente para hacer
perfecto al hombre de Dios (2 Timoteo 3.16.-17)

Argumento 3º. Según Judas 3, la fe ya ha sido entregada de una vez y por todas. No es
un proceso continuo. La entrega de revelación y palabra de Dios, ha cesado. Ya tenemos
en la Biblia toda la palabra de Dios que necesitamos y que Dios dispuso entregar. Si se
continuara hoy “entregando” palabra nueva y fresca de Dios y se siguiera ejerciendo
una autoridad del tipo apostólica, entonces no se cumpliría eso de que la fe ya fue de
una vez y por todas, dada a los santos.

Argumento 4º. Los hechos mismos demuestran que los apóstoles y profetas modernos le
hacen mal a la iglesia. Por supuesto, las congregaciones crecen numéricamente, y los
medios masivos de comunicación son alcanzados por estas personas. Se hace mas ruido,
sin duda. Hay mas popularidad. Y el ir a las reuniones de la Iglesia se ha transformado
en una fiesta. Pero los hogares de la mayoría de las personas que se adhieren a estos
movimientos, sufren, se resquebrajan y se destruyen. Los individuos sienten que
experimentan grandes luchas espirituales que antes no tenían y que excusan diciendo
que el diablo les ataca mas porque ahora si Dios les bendice. El nivel espiritual y moral
de la Iglesia decae, y las personas caen en pecados groseros que no siempre tales
iglesias pueden o saben disciplinar. Esto lo puede comprobar cualquiera que asiste a
estos grupos. Basta con que examines su propia vida y su propio hogar. ¿Por qué pasa
esto? La respuesta es tan simple que asusta. Cristo dijo que por sus frutos conoceríamos
a las personas. Si los creyentes experimentan estos problemas es porque no están siendo
alimentados debidamente de la palabra de Dios, es porque están siendo mal dirigidos,
por falsos ministros del evangelio, y es porque “no son bendecidos” realmente por Dios;
están engañados. Si alguien se encuentra en un grupo apostólico o profético, y esta
leyendo este libro, sabe de lo que hablo. Usted sufre, porque esta en un mal lugar.
¡Salga de allí! ¡Y vuélvase a Jesucristo!

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EL FANTASMA DE LA NEO-ORTODOXIA Y EL MISTICISMO

En respuesta al liberalismo teológico, que tanto mal le hizo al evangelio en el pasado,


surge lo que se conoce hoy como la neo-ortodoxia. Según esta tendencia teológica
iniciada por Carl Barth y Brunner, la Biblia no es la revelación misma, sino un testigo
de la revelación entregada por Dios en el pasado. Según la neo-ortodoxia pues, es un
error grave el que cometemos al declarar que la Biblia “es la palabra inspirada por Dios
y por ende la única regla de fe y conducta”. Como sabemos, la neo-ortodoxia fue un
intento por desmentir el postulado de la teología liberal de que la Biblia no es palabra de
Dios en ningún sentido sino apenas una obra producida por los hombres. Pero la
teología Barthiana se quedó corta, sin llegar a ser una teología ortodoxa ni menos aún
reformada, dejando a medio camino el asunto, haciendo de la Biblia un mero registro de
la revelación pasada de Dios.
Ahora bien. Si la Biblia no es “palabra de Dios” por si misma, ¿cómo Dios se revela al
hombre? Para la neo-ortodoxia, Dios se revela a cada uno de forma directa. Cuando
leemos la Biblia el Espíritu de Dios nos habla por medio de ella, y entonces, y solo
entonces, la revelación de Dios se da. Bajo esta interpretación, la revelación
naturalmente, no fue un hecho dado en el pasado, al que podemos recurrir y debemos
estudiar, sino que es un proceso constante, que se interpreta por el subjetivismo humano
al momento de leer la Biblia. Esto abrió camino a toda clase de interpretaciones de la
Biblia. Después de todo Dios no entregó su palabra una vez por todas y ya, sino que la
entrega uno a uno. Es por eso que floreció tanto ese método de estudio bíblico en el que
cada uno da su interpretación de la Biblia, partiéndose de la base de que todas son
correctas y de que Dios le dice una cosa a uno y otra a otro en base a un mismo pasaje.

La neo-ortodoxia, es claramente visible en la teología mística del pentecostalismo


moderno. Los profetas y apóstoles con sus nuevas revelaciones y sus interpretaciones
antojadizas, aplauden gozosos la postura de Barth. Aunque la mayoría de los
pentecostales y carismáticos ignoran de donde surge su forma de pensar e interpretar la
Biblia y el asunto de la revelación de Dios, muchos de los seminarios y escuelas
teológicas que forman a los nuevos dirigentes pentecostales son fuertes promotores de la
neo-ortodoxia. Pero el error se ha potenciado a limites excesivamente peligrosos,
cuando el misticismo hizo aparición.

El misticismo es la creencia de que Dios se revela a cada uno de otra forma además de
solo la Biblia. Por eso, los místicos, cuando buscan una respuesta de Dios, se recluyen a
orar y ayunar, y esperan que por medio de sueños, visiones y nuevas revelaciones, el
Señor les de la respuesta. En este contexto la Biblia adquiere un nuevo significado.
Debe leerse con subjetivismo y con el corazón (emocionalismo), para que realmente
tenga sentido. El misticismo siempre ha estado presente entre los llamados cristianos.
Pero en este tiempo, potenciándose en la neo-ortodoxia, ha prácticamente invadido a la
Iglesia cristiana. Ellos nos acusan de dar demasiada atención a la “letra muerta”,
insistiendo que la “la letra mata pero el Espíritu da vida” (Obviamente mal
interpretando el pasaje que citan), y argumentando que debemos prestar oídos a la voz
del Espíritu Santo. Pero al Espíritu que ellos apelan, no es el que inspiró las Sagradas
Escrituras, sino a ese espíritu espurio que debería aparecer cada vez que alguien dejando
a un lado la Biblia, se deja guiar por el corazón.

El fantasma del misticismo y la neo-ortodoxia esta presente entre los apóstoles y


profetas modernos. Si leyendo la Biblia, estos hombres reciben una revelación fresca, la

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aceptan sin mas ni mas. Y si esta es fortalecida por un sueño, una visión o una
impresión fuerte en el corazón, pues no se dice mas, y se abraza lo revelado como si
proviniera de Dios. Bajo el postulado de la neo-ortodoxia, lo que experimentan no se
puede cuestionar; porque es una experiencia personal irrepetible. Esto se ha enseñado
desde ya varios años; tanto que la fe ortodoxa es prácticamente desconocida. Hemos
nacido en medio de la apostasía. Y tenemos incorporados estos conceptos errados como
si fueran el evangelio de siempre.

La ortodoxia, por otro lado, sostiene que la Biblia “es la palabra de Dios, su revelación
al hombre”. Y como “palabra escrita” debe ser interpretada bajo los recaudos necesarios
de la hermenéutica y el sentido común. La palabra de Dios no es lo que “Dios le dice a
cada uno” cuando lee la Biblia o cuando sueña o tiene visiones, sino “lo que tácitamente
esta escrito”. Lo que dice la Biblia, es lo que dice y ya. La verdad no esta en lo que
entendemos nosotros liberalmente de la Biblia, o lo que sentimos en el corazón, sino en
la correcta interpretación de lo que simplemente dice la Biblia. La neo-ortodoxia y el
misticismo, tienen en poco a la hermenéutica y al estudio Biblico, puesto que el proceso
de revelación es mas emocional y subjetivo que racional y bíblico. Pero el evangelio
original deja a un lado los dictámenes del corazón “porque este es engañoso”, y usa la
razón para entender cabalmente la palabra escrita de Dios.

EN CONCLUSION

Cuando era pequeño, recuerdo haber quedado profundamente impresionado por un


cuadro representativo que se hallaba colgado en la pared de la casa de un cristiano. En
ese cuadro se mostraban dos caminos. Uno angosto, transitado por muy pocas personas,
que partiendo de una cruz, se dirigía en línea recta al cielo. El otro, ancho, repleto de
gente, lleno de color y diversión, y nutrido de templos y predicadores, pero que
terminaba en las puertas mismas del infierno. Recuerdo que observaba los detalles del
cuadro, tratando de comprender ampliamente su significado. Entre la multitud que
caminaba en ignorancia al infierno, notaba que muchos cargaban una Biblia y parecían
ser cristianos. Supe que ellos representaban a todos los religiosos que creen ser salvos
cuando en realidad creen y viven el error.
Había sin embargo un detalle de aquel cuadro. que mas horror me provocaba. Muchos
de los que caían en el infierno, se veían sorprendidos; simplemente no lo esperaban.
Caían en el abismo preguntándose porque. Pero otros, resignados, conscientes y dóciles,
se dejaban sumergir en las tinieblas. Sabían exactamente lo que estaba ocurriendo;
habían sido advertidos pero escogieron continuar.

Muchos de los que van tras los modernos apóstoles y profetas, lo hacen en ignorancia.
Pero si me ha acompañado en este estudio, usted ya no estará entre ellos, sino entre los
personajes del cuadro que mencione recién. Si es un seguidor de estos hombres, y
continua con su camino, no será sorprendido al final; sabe que no hay esperanza para
quien adopta para si, a otro mediador que no sea Jesucristo. Ha escuchado la voz de
alerta. Por lo que no tiene otra alternativa que la de meditar profundamente en lo que ha
oído. Debe necesariamente replantearse sus doctrinas y convicciones sopesándolas con
la Biblia la palabra de Dios. Y debe solo retener aquello que sea bueno. Por el bien de
su alma. Hay mas en juego que “dos formas de vivir la fe cristiana”. La verdad es la que
esta en la balanza; y la verdad siempre es la que al final prevalece.

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