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248 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000

neros, y exigieron una investigación del Congreso que condujo en CAPÍTULO 5


1929 a la dimisión forzada del ministro de la Guerra. Al año siguiente,
el Partido Conservador perdió las elecciones, y un presidente liberal EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO,
fue electo. Este primer presidente liberal desde la década de 1880 era 1930-2000
del ala derecha del partido, pero a medida que la depresión se agravó,
el siguiente presidente liberal -Alfonso López, elegido en 1934-
salió del ala izquierda del partido, y disfrutó del apoyo total del movi-
miento obrero nacional.
La Gran Depresión de los años 30 puso fin al boom de las exporta-
ciones, y con él, a las repúblicas oligárquicas y sus proyectos de blan-
queamiento. En toda Afro- Latinoamérica las diferentes naciones se
sumergieron en la tarea de construir nuevas economías, nuevos siste-
mas de gobierno y nuevas imágenes de la identidad y las metas nacio-
nales. Al hacerlo, buscaron inspiración no en las civilizaciones y cul-
ara las naciones de Afro- Latinoamérica, el período que va de
turas de Europa, sino en los movimientos políticos y culturales
1930 hasta la actualidad no ha sido un período de blanquea-
multirraciales creados durante la época del boom exportador. Estos
miento, sino de empardecimiento. Hacia el final de la época del
movimientos eran a la vez profundamente modernos y enraizados en
boom de las exportaciones, los esfuerzos de la elite por transformar
el pasado afrolatinoamericano. Y del mismo modo que durante las
América Latina en Europa habían fracasado visiblemente, igual que
guerras de independencia, 100 años antes, ahora conducirían a una
las estructuras políticas y económicas en las que esos esfuerzos se sus-
segunda gran ola de reforma política y social.
tentaban. Estos fracasos abrieron el camino a nuevos experimentos en
la construcción del Estado nacional: experimentos en modernización
económica e industrial, en formas nuevas de participación política y
ciudadanía de las masas (el «empardecimiento» político), y en la cons-
trucción de nuevas identidades nacionales que, en lugar de negar o
intentar esconder la historia de mestizaje racial de la región, la adopta-
ron como esencia del ser latinoamericano («empardecimiento» cultu-
ral). Cada uno de estos tres experimentos reforzaba y estaba vincula-
do a los otros dos. Todos ellos estaban también relacionados con el
proceso continuo de amalgama racial y «empardecimiento» demográ-
fico que tenía lugar en la región desde 1930.

EMPARDECIMIENTO DEMOGRÁFICO

Durante los años del boom de las exportaciones, todos los gobier-
nos latinoamericanos habían convertido la búsqueda de inmigrantes
europeos para blanquear a su población en un principio rector de la
política nacional. La mayoría de los países carecía de las condiciones
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necesarias para atraer a los trabajadores europeos y sus familias. Y en constante. Sólo tenemos datos del censo para documentar este proce-
el puñado de países que recibieron grandes cantidades de inmigrantes, so en Brasil y Cuba, pero en ambos países la tendencia es clara (tabla
el blanqueamiento trajo consigo una serie de nuevas tensiones y pro- 5.1 ). La inmigración europea realmente «blanqueó» la población
blemas. Los inmigrantes compitieron por los empleos y el ascenso nacional entre 1890 y 1940, aunque con un impacto mayor en Brasil,
social no sólo con los trabajadores nativos, sino también con los donde los inmigrantes llegaron más frecuentemente con sus familias
miembros de las clases medias locales. En una fecha tan temprana para acabar asentándose en el país. Los inmigrantes españoles en Cuba
como 1890, en Brasil surgieron movimientos «jacobinos» nativistas tendían a ser hombres jóvenes solteros que venían a trabajar en la tem-
para protestar contra la presencia inmigrante en los oficios y el comer- porada de cosecha de la caña de azúcar, y después retornaban a sus
cio minorista. En las décadas de 1920 y 1930, «ligas nacionalistas» y hogares.
«patrióticas» y partidos de derechas basados en el fascismo europeo se Desde 1940 en adelante, las poblaciones afrocubanas y afrobrasile-
habían formado en Argentina, Brasil, Chile y otros países, adoptando ñas crecieron más rápidamente que la población blanca. Esta tenden-
un discurso de xenofobia anti-inmigrante como parte de su progra- cia fue consecuencia no sólo de la reducción de la inmigración euro-
ma 1• Los empresarios y los terratenientes tampoco estaban contentos pea, sino también de mayores tasas de crecimiento vegetativo entre los
con los inmigrantes, que resultaron rechazar las condiciones locales en grupos no-blancos. Desde 1930, la mayoría de América Latina ha
la misma medida que sus pares latinoamericanos, y que lucharon con- experimentado una «revolución demográfica» con agudas caídas de la
tra esas condiciones mediante el movimiento obrero y las huelgas. mortalidad y, décadas más tarde, similares caídas en las tasas de fertili-
Claramente, la inmigración europea no era la respuesta a los pro- dad. Históricamente, estas reducciones de la mortalidad y la fertilidad
blemas de la región. En consecuencia, durante las décadas de 1920 y han ocurrido primero entre clases altas y medias, y después entre
1930 la mayoría de los países abandonaron el esfuerzo de «europei- familias de campesinos y trabajadores. Dado que en Afro-Latinoamé-
zar» a sus poblaciones nacionales. Cuba y el estado brasileño de Sao rica esas clases medias y altas son desproporcionadamente blancas, y
Paulo eliminaron sus subsidios para los inmigrantes europeos duran- los trabajadores y campesinos desproporcionadamente negros y
te la década de 1920, y cuando la depresión golpeó la región, Argenti- mulatos, las tasas de fertilidad blancas cayeron varias décadas antes de
na, Brasil, Cuba y Uruguay impusieron severas restricciones sobre la lo que lo hizo la fertilidad negra 3 •
inmigración en un esfuerzo por preservar el mercado de trabajo para En Brasil, la tasa de fertilidad de negros y mulatos excedió ligera-
los obreros nativos. Brasil y Cuba adoptaron este objetivo explícita- mente a la de los blancos entre 1940 y 1960. Después, entre 1960 y
mente al aprobar leyes de nacionalización del trabajo, que requerían 1984, la fertilidad de los grupos blancos cayó a menos de la mitad, de
que todas las empresas dieran trabajo a un mínimo de trabajadores 6,2 niños por mujer, a 3,0. La fertilidad de los afrobrasileños también
nativos, en un porcentaje del 50% (Cuba, en 1933) o de dos tercios disminuyó, aunque más lentamente, de 6,6 niños por mujer a 4,4, con
(Brasil, en 1931 )2. el resultado de que en 1984 la fertilidad de los afrobrasileños era casi
Aunque la inmigración se retomó en 1945, nunca volvió a alcanzar un 50% más alta que la de los euro brasileños. En Cuba, en las mismas
los niveles de los años del boom exportador. En ausencia de un reem- décadas, la fertilidad de negros y mulatos también excedió a la de los
plazo continuo desde Europa, la población blanca de Afro-Latinoa- blancos, aunque en una proporción mucho más pequeña: 4% más alta
mérica alcanzó su punto máximo como proporción del total en 1940, entre negros y 16% más alta entre mulatos. El origen de esta igualdad
y en las décadas siguientes empezó a declinar, de manera lenta pero relativa ha de buscarse en los programas sociales y de salud pública
que la Revolución Cubana implementó a partir de 1959, y que hacia

l. Topik, «Middle-Class Nationalism»; Magee, Las Derechas.


2. Morner, Adventurers and Proletarians, 86-91; Andrews, Blacks and Whites, 87, 3. Sobre la revolución demográfica, ver Frenk et al., «Epidemiological Transition»;
291; De la Fuente, Nation for All, 104. Díaz-Briquets, Health Revolution.
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los ochenta habían casi igualado los índices demográficos (incluyendo La mortalidad negra era también mayor que la blanca en ambos
el de esperanza de vida) entre negros, mulatos y blancos. Antes de que países, pero no lo suficiente como para superar los diferenciales racia-
esas políticas surtieran efecto, desde 1950 hasta finales de los sesenta la les en fertilidad. Las tasas de crecimiento vegetativo entre la población
fertilidad de negros y.mulatos había excedido a la de los blancos entre negra eran así mayores que entre los blancos, con el resultado que la
un20yun35%4. población afrobrasileña aumentó ligeramente, de algo más de un ter-
cio (35,8%) de la población nacional en 1940, a casi la mitad (47,4%)
Tabla 5.1. Composición racial (en porcentaje) en 1991. Los afrocubanos crecieron de un cuarto (25,2%) de la pobla-
de Brasil y Cuba, 1890-2000. ción nacional en 1943, a un tercio de ella (33,9%) en 1981.
La población afrobrasileña en términos relativos cayó después duran-
te los noventa, hasta el 45% de la población total en 2000. Las causas de
Mulatos Negros Blancos Otros Total (en millones)
este declive todavía no están claras. La campaña de activistas y organiza-
Brasil ciones negras de 1991 «No dejes tu color en blanco», dirigida a persuadir
1890 32,4 14,6 44,0 9,0 14,3 a los afrobrasileños a censarse como pardos o pretos en lugar de blancos,
pudo haber incrementado el número de pardos en ese año 5 • En ausencia
1940 21,2 14,6 63,5 0,7 41,2
de una campaña similar en 2000, los porcentajes de pardos y pretos vol-
1950 26,5 11,0 61,7 0,8 51,9 vieron a sus niveles de 1980. Los porcentajes de blancos, aunque se incre-
1980 38,9 5,9 54,2 1,0 119,0 mentaron entre 1991 y 2000, siguieron siendo más bajos que en 19806•
Con la excepción de Puerto Rico, ningún otro país latinoamerica-
1991 42,4 5,0 51,6 1,0 146,8
no ha recolectado información censal sobre raza con la misma consis-
2000 38,9 6,1 53,4 1,6 169,8 tencia y regularidad en el tiempo que Brasil y Cuba. De hecho, la
Cuba
mayoría de los países ha eliminado la categoría raza o color como
categoría informativa de sus censos nacionales; las tasas de crecimien-
1899 17,2 14,9 66,9 0,9 1,6
to y las características demográficas de sus diversos grupos raciales
1931 16,2 11,0 72,1 0,6 4.0 son, por ello, imposibles de determinar. La información oficial ocasio-
15,5 9,7 74,4 0,4 4,8 nal y las estimaciones hechas desde la academia dejan clara, no obs-
1943
tante, la presencia permanente de grandes poblaciones (7 millones o
1953 14,5 12,4 72,8 0,3 5,8
más) afrodescendientes en Colombia, República Dominicana y Vene-
1981 21,9 12,0 66,0 0,1 9,7 zuela, así como de poblaciones más pequeñas (entre 0,2 y 1,3 millones)
en Ecuador, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico y Uruguay 7• Estos tota-
Fuentes: Andrews, «Racial inequality», 233; IBGE, Censo demográfico 1991, 162- les nacionales producen un cómputo regional combinado estimado de
64; <www.ibge.net/home/estatistica/populacao/censo2000/tabulacao_avancada/ unos 110 millones de personas de ascendencia africana (tabla 5.2).
tabela_brasil_l_l_l .shtm> (20 de junio de 2002); De la Fuente, «Race and Inequa-
lity», 135. 5. Nobles, Shades of Citizenship, 146-162.
6. La información 1el censo cubano de 2001 no estuvo disponible a tiempo antes de
finalizar este libro. Esa información cuantitativa nos permitirá saber más sobre el cre-
cimiento poblacional de los afrolatinoamericanos durante los noventa, y sobre la cues-
tión de cómo los afrodescendientes eligen identificarse a sí mismos a finales de siglo XX.
7. Poblaciones negras de este orden (1 ~2 millones) también existen probablemente
4. Bercovich, «Considera<;6es»; De la Fuente, «Race and Inequality,» 136-142. en México y Perú. Ver Minority Rights Group, No Longer Invisible, XII-XIII.
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Tabla 5.2. Población (arriba, cantidad absoluta; abajo, porcentaje) El 70% de todos los afrolatinoamericanos viven en un solo país,
de Afro-Latinoamérica, 2000. Brasil. Y en Brasil, como en todos los países latinoamericanos, los
«pardos» superan claramente a los negros, por márgenes que van de 2
a 1 en Colombia, Cuba y Panamá, hasta 3-4 a 1 en Venezuela, 5 a 1 en
Afrol.-ttinoan1ericanos
Uruguay y 6-7 a 1 en Brasil y la República Dominicana. Cada vez más,
País Negros Subtotal Blancos Mestizos Imtígcnas Otros Total
1\'lulatos ser una persona de ascendencia africana en América Latina significa
D,ans censales ser pardo o mulato, y no negro. «Pardo» es una categoría racial nacida
Br,1sil 66,017,000 10.402,000 76,419,000 90,647,000 701.000 2,032,000 169,799,000 de la mezcla racial, y como categoría social intermedia entre las condi-
>1 1 99
39 /, 45 53 ciones de negro y blanco, puede ser un medio de escape de la negritud,
Cuba 2.464.000 1.344,000 3.808,000 7,391.000 11.199,000 como muchos observadores han notado 8 . Algunas investigaciones
34 66 100
22 12 realizadas con la información de los censos de Brasil sugieren que de
Puerto Rico 416,000 3,065,000 13,000 315.000 3,809,000 los individuos que se identificaban a sí mismos como pretos en el cen-
81 >1 100
11
so de 1950, el 38% se reclasificó como pardo en el de 1980, lo que ayu-
Uruguay 167,000 33,000 200,000 3,103,000 7,000 7,000 26.000 3,337.000
da a entender el notable incremento de la población parda durante
6 93 >l >1 100
5
esos años, así como el declive relativo de la población preta 9 .
Estimaciones Esas investigaciones también sugieren que no sólo ~ran los negros
Venezuela 8,097,000 2.417,000 10,514,000 5,075,000 8.097,000 483,000 24,169,000 los que se reclasificaban a sí mismos como pardos; una parte significa-
34 2 101
34 10 44 21 tiva de los blancos también lo hizo: un 8% de los individuos que se
Colombia 5,925,000 2,962,000 8,887,000 8.464,000 24,546,000 423,000 42,320,000 identificaron a sí mismos como blancos en el censo de 1950 cambiaron
58 100
14 7 21 20
su identificación racial a pardo en 1980 10 . La posibilidad de que uno de
República 6,129,000 924,000 7,053,000 1.343,000 8,396.000 cada doce blancos quisiera cambiar la condición de blanco por la de
Dominicana 100
73 11 84 16 pardo sugiere que algunos cambios importantes en el pensamiento
Panamá 914,000 400,000 1,314.000 286,000 914,000 228,000 l 14,000 2,856.000 racial latinoamericano tuvieron lugar durante la segunda mitad del
46 10 32 4 100
32 14 siglo XX. Como tantos otros procesos posteriores a 1950, estos cam-
Ecuador 632,000 632,000 1.897,000 5,058,000 5,058,000 12,645.000 bios empezaron en las décadas de 1930 y 1940.
15 40 40 100
5

Nicaragua 456,000 862,000 3.499,000 254,000 5,071.000


456,000
9 17 69 5 100
9
EMPARDECIMIENTO POLÍTICO: EL AUGE DEL POPULISMO

Nota: Las cifras en cursiva de Venezuela y Panamá indican estimaciones del Desde la década de 1920 (e incluso con anterioridad en México), a
autor. Las celdas vacías indican falta de información. medida que las economías de exportación de la región entraban en cri-
Fuentes: Ver apéndice. sis, también lo hicieron los regímenes políticos que se sustentaban

8. Ver por ejemplo' la discusión clásica de Car! Degler sobre la «válvula de escape
del mulato», en Neither Black nor White, 224-245.
9. Wood, «Categorias censitárias»,
1O. Wood, «Categorias censitárias», 100, 102. En ambos censos los individuos iden-
tificaron su propia raza.
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gracias a ellas. Este hecho inició un período de intensas luchas políti- bajo rango, muchos de ellos afrocubanos, tomaron al poder y se pro-
cas, en el que diversas fuerzas en pugna lucharon para determinar el movieron a sí mismos a posiciones de autoridad. El mismo Batista se
futuro social, político y económico de América Latina. La indepen- convirtió en jefe del Estado mayor, posición desde la que dominó la
dencia y las luchas que le siguieron en torno a la creación de nuevos política nacional durante los años treinta. Como gobernador de facto
gobiernos nacionales había sido otro de estos momentos, en el cual la de la isla, emprendió un programa de reforma económica y social que
necesidad de atraer el apoyo popular de los esclavos y los negros y incluyó la reforma agraria, el control de los arrendamientos urbanos,
mulatos libres por parte de las diversas fuerzas en pugna las llevó a la atención sanitaria estatal y, como parte de la Constitución de 1940,
realizar importantes reformas sociales y económicas. Aunque con- un código de relaciones laborales inusualmente avanzado. Elegido
quistadas con muchas dificultades y no siempre aplicadas adecuada- presidente ese año, Batista continuó y expandió estos programas
mente, esas reformas del siglo XIX produjeron beneficios reales para durante los años cuarenta 13.
los afrolatinoamericanos. Las luchas de las décad~s de 1930 y 1940 En Venezuela los gobiernos militares retuvieron el poder durante
produjeron una segunda gran ola de reforma basada no en términos los años treinta y continuaron reprimiendo los sindicatos de trabaja-
raciales, como durante el período independentista, sino en términos dores del petróleo, de forma muy notable en la huelga general de
de clase 11 • 1936. Algunos activistas del partido Acción Democrática (AD, fun-
En Brasil, después del derrocamiento de la Primera República por dado en 1931) trabajaron para unir a trabajadores y miembros de la
una revuelta militar en 1930, el presidente provisional Getúlio Vargas clase media urbana en una alianza multiclasista de oposición al régi-
no sólo buscó el apoyo del ejército y la clase media urbana, sino tam- men militar. En 1945, con la ayuda de algunos jóvenes oficiales de las
bién del movimiento obrero organizado. Gobernando como presi- fuerzas armadas, AD consiguió derrocar al gobierno y reemplazarlo
dente provisional entre 1930 y 1937 y como dictador entre 1937 y con una junta civil-militar que emprendió inmediatamente la reforma
1945, Vargas instituyó una serie de reformas sin precedentes en la his- agraria y la laboral, así como un amplio programa de servicios socia-
toria brasileña: la legalización de la negociación colectiva, el salario les pagado con los beneficios del petróleo. La rapidez de estos cam-
mínimo, las vacaciones pagadas, la jornada laboral de ocho horas, la bios provocó una poderosa respuesta conservadora: después de arra-
seguridad social, la asistencia sanitaria pública y la implicación del sar en las elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales de
gobierno federal en la educación pública. Depuesto por los militares 1947-1948, Acción Democrática gobernó durante menos de un año
en 1945, Vargas fundó el Partido Trabalhista Brasileiro, y como cabe- antes de ser derrocada y reemplazada por una dictadura militar que
za de lista de éste fue elegido presidente en 1950 con apoyo masivo de duró hasta 1958. Cuando el país volvió a tener un gobierno civil, AD
las organizaciones sindicales 12 • volvió al poder con la elección de Rómulo Betancourt como presi-
En Cuba el agravamiento de la depresión económica llevó a la dente.
Revolución de 1933, el derrocamiento de la dictadura de Machado y la Colombia fue uno de los pocos países de la región en los que las
subida al poder del militar Fulgencio Batista. Siendo un afrocubano de luchas políticas de los años treinta y cuarenta se dieron mediante una
clase baja de la provincia de Oriente (tenía diez años cuando estalló el competición electoral dentro de los márgenes constitucionales. El ini-
levantamiento del PIC en 1912), Batista fue el líder de la Revuelta de cio de la depresión puso fin a casi 50 años de dominio del Partido
los Sargentos de 1933, en la que un grupo de sargentos y oficiales de Conservador, con la elección en 1930 del primer presidente liberal
desde la década de 1880. Como hemos visto, los liberales se dividían
entre un ala «popular» y obrera de izquierdas, y un ala derechista más
11. Sobre este período de la historia latinoamericana, ver Bergquist, Labor; Collier
y Collier, Shaping the Political Arena; Halperin-Donghi, Contemporary History, 208-
291. 13. Farber, Revolution and Reaction, 78-108; Whitney, State and Revolution, 149-
12. Sobre Vargas, ver Levine, Father of the Poor? 176.
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conservadora. A medida que la depresión se hizo más profunda, el ala Los epítetos raciales también se usaban a nivel nacional, donde los
izquierda del partido consiguió que su candidato presidencial, Alfon- conservadores llamaban a Jorge Gaitán, un mestizo de piel oscura, «el
so López, fuera elegido en 1934 y de nuevo en 1942. Durante su pri- negro Gaitán». Como los concejales de Manizales, Gaitán respondió
mer mandato López pudo promulgar un modesto programa de refor- usando el término en sus discursos y su propaganda electoral, además
ma, incluyendo la r~stauración del sufragio universal masculino, los de emplear constantes invocaciones a «el pueblo» y su lucha contra «la
inicios de la seguridad social y una reforma agraria limitada. Las oligarquía». Tanto a nivel nacional como local, las identidades raciales
luchas permanentes entre el ala derecha y el ala izquierda del partido y de clase sirvieron para cimentar la identificación entre el liberalismo
minaron la capacidad de los liberales de impulsar mayores cambios, y de izquierdas y su base trabajadora 16 •
finalmente eso les costó las elecciones presidenciales de 1946. Al año Esta identificación entre negritud y movimientos populistas vincu-
siguiente Jorge Gaitán, un antiguo socialista, abogado laboralista vete- lados al movimiento obrero se dio a través de toda Afro- Latinoaméri-
rano y durante largo tiempo líder de los liberales de izquierdas, fue ca. Incluso en Argentina, uno de los pocos países que tuvo éxito en su
nombrado también líder del partido a nivel nacional, lo que marcaba proyecto blanqueador durante el cambio de siglo, los seguidores de
una renovada influencia para el ala izquierda del partido. Su asesinato Juan y Evita Perón eran identificados tanto como los «descamisados»,
en Bogotá en 1948 desencadenó una oleada de disturbios urbanos y un término basado en la clase social, como con la expresión «cabecitas
una violencia política que escaló durante la década y se prolongó has- negras», en referencia a los mestizos de piel oscura de las provincias
ta la siguiente, la de 1950 14. del interior que migraron a Buenos Aires y otras ciudades en busca de
Estas luchas entre liberales del ala izquierda y derecha en Colom- trabajo. En términos abiertamente raciales, que recordaban a la aso-
bia, y entre liberales y conservadores, se expresaron en términos de ciación entre el dictador del siglo XIX Juan Manuel de Rosas y la
clase y raza simultáneamente. De hecho, para muchos oponentes del población negra, los anti-peronistas denunciaban las manifestaciones
liberalismo de izquierdas era imposible separar ambos aspectos. Algu- y reuniones públicas de los peronistas como «un nuevo candombe
nos empresarios del puerto caribeño de Barranquilla se quejaban en federal>Y.
1937 de que los activistas sindicales fomentaban «odios africanos, tra- En Venezuela, Acción Democrática se presentaba a sí misma como
bajadores contra propietarios». En Cali, un observador conservador la representante tanto de los campesinos, trabajadores del petróleo y
notaba que los líderes obreros avivaban «antagonismos de clase y trabajadores urbanos como de los negros y mulatos de clase media que
raciales ... entre propietarios y trabajadores». Cuando una lista electo- históricamente habían estado excluidos del acceso a la elite blanca del
ral de sindicalistas liberales de izquierdas fue elegida para el consejo país. Los afrovenezolanos eran prominentes en el liderato del partido:
municipal de Manizales en 1933, el líder local del Partido Liberal se el más exitoso de ellos, Rómulo Betancourt, fue presidente de la junta
refería a ellos sarcásticamente como «el Consejo de los Negros». Los civil-militar desde 1945 hasta 1947, y posteriormente presidente de
concejales revertieron el sentido de este insulto contra el que lo for- Venezuela de 1959 a 1964. Durante el breve primer período del parti-
muló, al aceptar de lleno la expresión. Al describirse a sí mismos como do en el poder, éste nombró más funcionarios civiles negros y mulatos
«el Consejo de los Negros» y los «Hijos de los Talleres y los Cam- que nunca antes en la historia del país, lo que permitió al presidente
pos», reconocieron abiertamente las identidades de clase y de raza del Rómulo Gallegos anunciar en septiembre de 1948 que «ahora mandan
liberalismo de izquierdas 15 •

16. Braun, Assassination of Gaitán, 82-83; Green, «Vibrations», 292. Sobre el libe-
14. Sobre el liberalismo de izquierdas, Gaitán y la Violencia, ver Long, «Dragon ralismo de izquierdas en el Chocó, que durante los años treinta se constituyó como
Finally Carne»; Sharpless, Gaitán; Braun, Assassination of Gaitán; Bergquist et al., Vio- partido separado (Acción Democrática) bajo el liderato del populista negro Diego Luis
lence in Colombia. Córdoba, ver Wade, Blackness and Race Mixture, 116-120.
15. Long, «Dragan Finally Carne», 229, 272. 17. Page, Perón, 64-65, 136-137, 240; Nállim, «Crisis of Liberalism», 215-17.
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los negros». Los conservadores reaccionaron con furia, y denunciaron las (de nuevo, expandidas) burocracias estatales que administraban
a Gallegos por promover el «odio racial» y la división; su declaración esos programas 19 •
pudo muy bien haber contribuido al golpe militar que acabó con el Getúlio Vargas, creador del Partido Trabalhista Brasileño (PTB),
gobierno civil dos meses después. Pero la intensa identificación entre era menos directo que AD o el PLN en su uso de la terminología y la
Acción Democrática y la población negra continuó durante el perío- retórica racial, y prefería dirigir sus llamadas al «pueblo» o «los traba-
do de la dictadura y posteriormente, mientras que la oposición cen- jadores», en lugar de a los afro brasileños explícitamente. Pero el culti-
trista, los Demócrata Cristianos, «nunca intentaron atraer a los negros vo de la imagen de Vargas como «Padre de los Pobres», combinado
a sus filas», y en lugar de ello se aliaron con las clases medias y altas de con la extensión a los brasileños de clase baja de los beneficios de las
blancos 18 • políticas de desarrollo económico y previsión social de sus gobiernos,
En Costa Rica, el presidente populista José Figueres hizo llama- resultaron ser particularmente efectivos con la población afrobrasile-
mientos igual de directos a la población negra. Amigo y protegido de ña. Un estudio llevado a cabo en Río deJaneiro en 1960 descubrió que
Rómulo Betancourt, Figueres llamó inicialmente a su movimiento la adhesión de los votantes al PTB era mucho más intensa entre negros
Acción Democrática en homenaje a la AD venezolana, pero después que entre blancos. Incluso los miembros de la clase media negra favo-
lo rebautizó Partido de Liberación Nacional (PLN). Como la AD recieron al partido por márgenes sólo ligeramente más bajos que entre
venezolana, Figueres y su movimiento eran liberales, reformadores los trabajadores negros, y significativamente mayores que entre los
sociales y anticomunistas confesos. Después de la huelga de trabaja- trabajadores blancos20 • El motivo de esto es que muchos de los votan-
dores bananeros de 1934 contra la United Fruit Company, que fraca- tes negros de renta media habían salido de las filas de la clase obrera
só en buena medida por la incapacidad de los organizadores sindicales sólo recientemente, y a consecuencia obvia y directa de las políticas de
comunistas de movilizar a los inmigrantes de las Indias Occidentales, Vargas. Como en Costa Rica en la misma época, grandes incrementos
los comunistas costarricenses dieron finalmente la espalda a los anti- en el empleo público entre 1930 y 1960 expandieron enormemente las
llanos y centraron sus esfuerzos en organizar los hispanos nativos. oportunidades para los afrobrasileños durante un período en el que,
Esto dejó el camino libre para que el PLN apelara directamente a los como nota el historiador Robert Levine, «las prácticas de contratación
antillanos de primera y segunda generación, y a finales de los cuaren- [en el sector privado] excluyeron abiertamente a los no-blancos». La
ta y principios de los cincuenta Figueres hizo numerosos viajes a la industrialización impulsada por el Estado y el crecimiento económico
provincia de Limón para reclutar adhesiones entre la población negra. crearon oportunidades adicionales para el avance negro. En conse-
Ayudado por el político local Alex Curling, durante los cincuenta el cuencia, «muchos ciudadanos de color acabaron debiendo su estatus
partido emprendió una campaña de registro de votantes que quintu- social más alto a los cambios provocados por los programas de Var-
plicó el número de ellos registrados en la provincia. Esos votantes gas, ... [y] él acabó siendo un héroe para muchos de ellos» 21 • E incluso
permanecieron fieles al PLN, y ayudaron a elegir a Figueres para la -o especialmente- para la gran mayoría de los afrobrasileños que
presidencia en 1952 y 1970 y a colocar a Curling y otros políticos siguieron formando parte de la clase obrera, la escritora negra y anti-
negros en el Congreso. A cambio de su apoyo, Figueres derogó la gua favelada Carolina Maria de Jesús observaba que el trabalhismo de
legislación de 1934 que prohibía que los negros trabajaran en las plan- Vargas «cambió las reglas del juego para los trabajadores. Los salarios
taciones bananeras de la costa pacífica, incluyó Limón en los progra-
mas sociales (expandidos) establecidos por el PLN, y dio empleo a
muchos costarricenses antillanos de segunda y tercera generación en 19. Fernández Esquive! y Méndez Ruiz, «Negro en la historia», 186-203.
20. El porcentaje de votantes que optaron por el PTB era: 70% entre los trabajado-
res negros, 61 % entre los votantes de clase media negros, 55% entre trabajadores blan-
cos y 29% entre votantes de clase media b'lancos. De Souza, «Ra¡;a e política».
18. Citas de Wright, Café con Leche, 106, 122. 21. Levine, Father of the Poor?, 1'19.
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262

eran mejores, ahora podían abrir cuentas bancarias y otras ventajas su apoyo y obediencia24 • Aunque este argumento tiene algo de cierto,
debidas a la legislación laboral. Un trabajador es capaz de jubilarse ignora o infravalora el grado en que los «favores» otorgados por el
cuando es viejo y mantener su sueldo íntegro ... Su objetivo [el de Var- populismo se materializaron y beneficiaron no sólo a una pequeña
gas] es beneficiar a los trabajadores» 22 • clientela, sino a la población negra y de clase obrera en su conjunto. El
Los afrocubanos se identificaban igualmente con el régimen de populismo representó una apertura de las puertas políticas, económi-
Batista, tanto durante su período presidencial (1940-1944) como cas y sociales para la población negra en un grado que no se había dado
durante la dictadura subsiguiente (1952-1958). Las dos fuentes princi- desde el período independentista y la emancipación. Políticamente, el
pales de apoyo de Batista eran el movimiento obrero y las fuerzas populismo adoptó la democracia basada en un sufragio amplio e
armadas, ambas con una militancia muy afrocubana, y en el caso del inclusivo, y expandió el papel de los trabajadores y los pobres en la
sindicalismo, con una cúpula de igual composición. El movimiento política nacional. Económicamente, propuso sacar a Latinoamérica de
revolucionario que finalmente derrocaría a Batista, el Movimiento 26 su dependencia de los productos primarios para la exportación
de Julio de Fidel Castro, en cambio, estaba compuesto desproporcio- mediante programas de industrialización y diversificación económica
nadamente por miembros de la clase media blanca. No obstante, al dirigidos por el Estado, programas que beneficiarían directamente a la
desembarcar en la provincia de Oriente en 1956 y establecer su cam- base obrera del populismo. Propuso asimismo redistribuir la renta
pamento guerrillero allí, Castro hizo un gran esfuerzo por obtener el nacional a través de programas de salud pública, educación y previsión
apoyo de los campesinos negros que vivían en la Sierra Maestra. Des- social también dirigidos por el Estado, y a través de la promoción per-
pués de tomar el poder, en 1959, amplió esos esfuerzos a toda la isla, y manente de la sindicalización y la movilización obrera. Finalmente, el
se dirigió a trabajadores y campesinos como primera fuente de apoyo populismo no sólo significó la igualdad de clase, también la de raza, así
para su régimen. Como en el caso de Vargas en Brasil, sus llamamien- como el aumento de la participación social, económica y política de
tos a estos grupos se expresaban casi enteramente en términos de cla- minorías previamente excluidas de la vida nacional.
se, y no de raza. Pero el gobierno revolucionario también enfatizó su Ninguno de los regímenes populistas fue capaz de cumplir total-
compromiso con la erradicación de la discriminación y las desigualda- mente estas promesas, pero la mayoría de ellos las materializó al
des raciales en la isla, con el resultado de que algunos estudios de opi- menos parcialmente. En consecuencia, para la mayoría de los países de
nión conducidos por el sociólogo norteamericano Maurice Zeitlin en la región, el período que va desde los años cuarenta hasta los ochenta
1962 hallaron que «los trabajadores negros tienden a favorecer a la fue una época de incrementos sustanciales en la industrialización, en el
revolución más que los trabajadores blancos». Entre los 350.000 cuba- tamaño de las clases urbanas obrera y media, y en los servicios socia-
nos que dejaron la isla durante los años sesenta, sólo el 13% eran les proporcionados por el Estado 25 • Al combinarse con el compromi-
negros o mulatos, una proporción mucho más baja que la de la parte so del populismo por la igualdad racial, todos estos procesos genera-
de la población total de la isla que constituyen23. ron oportunidades significativas para que los afrolatinoamericanos
Algunos observadores han afirmado que la identificación negra y pudieran mejorar su posición económica y social, algo que muchos de
el soporte a los movimientos populistas basados en el movimiento ellos persiguieron con ahínco.
obrero era simplemente una continuación de la larga tradición de la El camino clásico hacia la movilidad social es la educación, parti-
estrategia afrolatinoamericana de unirse a poderosos patrones, quie- cularmente la superior, y a medida que los sistemas universitarios se
nes proporcionan favores y protección para sus clientes a cambio de expandieron durante este período en gran parte de Afro-Latinoaméri-

22. Citado en Levine, Fatherof the Poor?, 102-103. Ver también Conselho Estadual 24. Ver por ejemplo Freyre, «Escravidao, monarquia»; Duncan y Melénde, Negro
da Condic;ao Feminina, Mulheres operárias, 59, 70. en Costa Rica, 136; Altez, Participación popular, 53-59.
23. Zeitlin, Revolutionary Politics, 52, 77; Pedraza, «Cuba's Refugees», 274. 25. Thorp, Progress, Poverty, 127-158; Cárdenas et al., Industrialization.
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ca, también lo hizo el acceso a ella de los afrodescendientes. En Brasil, educacionales negros durante este período. En Costa Rica, los hijos y
Cuba y Uruguay el crecimiento del número de negros y mulatos que nietos de los inmigrantes antillanos empezaron a acceder a la Univer-
accedieron y se graduaron en las instituciones de educación superior sidad de Costa Rica, en San José, durante los años cincuenta y sesenta.
fue dramático, aunque en Brasil y Uruguay ese crecimiento estaba En los setenta eran una presencia lo suficientemente importante como
bastante condicionado por el tamaño extraordinariamente pequeño para organizar una conferencia en 1978 sobre la «Situación del Negro
de las conquistas educativas negras a mediados de siglo. Hacia 1950, en Costa Rica» 29 • En Venezuela, algunos observadores describieron la
de una población afrobrasileña total de casi 20 millones, sólo 51.000 entrada masiva de estudiantes negros y pardos en las universidades del
negros y mulatos se habían graduado en la escuela secundaria, y 4.000 Estado durante los setenta y los ochenta. La antropóloga Angelina
en la universidad. En 1991, esa cantidad había explotado hasta llegar a Polla-Eltz estimaba en 1993 que el cuerpo estudiantil en la mayor uni-
3,3 millones y 600.000 respectivamente, de un total de población afro- versidad del país, la Universidad Central de Venezuela, era mayorita-
brasileña de 70 millones. Otro millón y medio de afrobrasileños esta- riamente afrovenezolano 30 •
ban inscritos en la escuela secundaria y la universidad, lo que prome- Después de obtener la educación requerida para ascender en la
tía más graduados negros en un futuro próximo26 • sociedad latinoamericana, estos graduados de nuevo cuño con título
Las cifras de graduación de los afrodescendientes en la escuela universitario o de secundaria intentaron acceder a las florecientes cla-
secundaria y la universidad a mediados de siglo no están disponibles ses medias de la región 31 • El crecimiento económico posterior a la
para Uruguay, pero en esa época la mayor universidad del país, la Uni- Segunda Guerra Mundial generaba millones de nuevos empleos de
versidad de la República, había producido sólo cinco graduados cuello blanco, profesionales y administrativos, y la retórica oficial, no
negros en toda su historia, y sólo un puñado de afrouruguayos traba- sólo del populismo sino de todos los partidos políticos durante este
jaba como profesionales con un título educativo superior. En 1996, el período, prometía acabar con las preferencias y la discriminación
7,5% de afrouruguayos había terminado los estudios en la escuela racial en estos empleos. Y de forma realmente sorprendente (en com-
secundaria, y un 2% en la universidad, tasas considerablemente más paración con la exclusión racial de los años del boom de las exporta-
altas que las registradas en Brasil2 7• ciones), el sueño largamente aplazado de entrar en la clase media real-
El avance educacional negro más impresionante se dio en Cuba, mente se cumplió. Hacia 1987 cerca de un millón de afrobrasileños
donde los afrocubanos capitalizaron las oportunidades creadas por el trabajaba en empleos técnicos o profesionales de cuello blanco, y casi
gobierno revolucionario después de 1959 a un nivel que hizo que las dos millones tenían posiciones administrativas (una amplia categoría
disparidades raciales en educación casi desaparecieran. Para 1981 un censal que incluye ejecutivos, directivos y trabajadores de oficina).
total del 11 % de negros y 10% de mulatos se habían graduado en la Estos números eran considerablemente menores que los 3 millones de
secundaria, comparados al 10% de blancos. Además, el 3,5% de los blancos que trabajaban como profesionales o técnicos, o que los 6
negros y el 3,2% de los mulatos tenían títulos universitarios, compa- millones de blancos que trabajaban en puestos administrativos. Sin
rados al 4,4% de los blancos 28 • embargo, ellos constituían una proporción significativa tanto de la
Las estadísticas sobre r1atriculación y graduación no están dispo- mano de obra afrobrasileña como de la mano de obra de cuello blanco
nibles para otros países latinoamericanos, pero algunas evidencias
anecdóticas hacen patentes un incremento sustancial en los logros
29. Purcell, Banana Fallout, 96-97, 162.
30. Pollak-Eltz, «¿Hay o no hay?», 9-10; Wright, Café con Leche, 131. A juzgar
sobre la base de una semana pasada en esa universidad en 1994, soy escéptico acerca de
26. IBGE, Brasil: Censo demográfico [1950], Vol. 1, 24; IBGE, Censo demográfico que el cuerpo estudiantil sea mayoritariamente negro y mulato, aunque los estudiantes
1991,209-210,215-216. afrodescendientes constituyen por lo menos una minoría muy sustancial. '
27. Pereda Valdés, Negro en el Uruguay, 190; INE, Encuesta Continua, 1-5. 31. Sobre las crecientes clases medias durante este período, ver J ohnson, Política!
28. De la Fuente, A Nation far Ali, 310. Change; Jiménez, «Elision».
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en su conjunto. Uno de cada nueve afro brasileños (11,2%) asalariados b~jadores rurales afrolatinoamericanos que buscaban educarse a sí
eran trabajadores de cuello blanco, y éstos constituían casi un cuarto mismos Y a sus hijos, apr~vechar otros servicios sociales del Estado y
(23,5%) del total de la fuerza de trabajo de cuello blanco 32 . entrar en la clase obrera 111dustrial en expansión. El resultado fue la
En Cuba, las polfticas igualitarias de la Revolución produjeron de m~gración, desde los años cuarenta y cincuenta hasta el presente, de
nuevo una enorme ola de ascenso social negro, y una situación muy millones ~e ~ampesinos negros del campo a la ciudad. El mayor de
cercana a la paridad vocacional entre blancos y negros. En 1981, el es:os movin:iientos fue el de los nordestinos y los mineiros (nativos de
22% de blancos y negros y el 23% de mulatos trabajaban como profe- Mmas_ Gerais) brasileños hacia las zonas industriales de Río de Janei-
sionales de cuello blanco. Incluso en el área del comercio minorista, ro Y ~a~ Paulo. _Más de 2,6 millones de inmigrantes de esas dos regio-
un área del mercado laboral notoriamente resistente a la entrada de los nes vivian en Sao Paulo en 1970, la mayoría de ellos afrobrasileños.
afrodescendientes en toda América Latina, negros, blancos y mulatos (En,tre esos millones de inmigrantes estaba la superestrella de fútbol
habían alcanzado la igualdad, con entre un 6 y un 7% de cada grupo Pele, Edson Arantes do Nascimento, cuyos padres lo llevaron a Sao
trabajando en tiendas y almacenes 33 • Paulo en 1946; y Carolina Maria de J esus, cuyo diario de su vida en
En Uruguay, a finales de los noventa, un 9% de asalariados negros una favela de Sao Paulo, Quarto de Despejo, se convirtió en un best-
trabajaban en posiciones profesionales, técnicas o administrativas, y seller internacional durante los años sesenta35 .) Su llegada a esos esta-
otro 9% eran administrativos de cuello blanco. Un análisis de 1973 de ~~s prov~có una ola de sentimiento anti-nordestino, pero la expan-
la estructura racial y de clase de la ciudad de Cartagena, Colombia, s10n contmua de la economía industrial de Sao Paulo dependía de la
desveló que la mayoría de la clase media de la ciudad (que constituía ll.e,gada c~nstante de nuevos trabajadores del Nordeste, y la inmigra-
más de un cuarto de la población urbana) era negra y mulata. Y en cion contmuó sin pausa36 •
Costa Rica, algunos observadores notaron que en los años setenta Flujos migratorios comparables, aunque más pequeños, se dieron
emergía una «nueva generación de profesionales negros» con base en en toda Afro- Latinoamérica durante esos años. En Venezuela los
San José y Limón. A un nivel laboral algo más bajo, los hijos de los campesinos deja.ron las zonas de plantación de Barlovento para b~scar
campesinos y los pequeños propietarios negros de la provincia de nuevas oportumdades en Caracas, la ciudad industrial de Valencia 0
Limón se desplazaron en masa a la capital provincial y a la nacional a las, e~plo~aciones petrolíferas de Maracaibo. En la parte oriental del
buscar empleo de cuello blanco: «Típicamente, entre los afrocostarri- pa1s, 111migrantes de Cumaná y los llanos del sur se mudaron a la nue-
censes casi cualquier ocupación de oficina es más valorada que una va ciudad industrial de Ciudad Guayana, en el río Orinoco. Los
ocupación manual, incluso si la remuneración es más baja» 34 • po.bladores afrocolombianos de los bosques del Chocó buscaron tra-
Los afrolatinoamericanos que querían ascender en la escala social baJo en las fábricas de Medellín. En Puerto Rico, nuevas fábricas lle-
habitualmente tenían que mudarse a los centros urbanos, primero ~ad~s a la isla por la {_)peración Manos a la Obra (Bootstrap) atrajeron
para obtener educación y después para competir por empleos urba- 111m1grantes del med10 rural a San Juan y Ponce. Y en los años setenta
nos de cuello blanco. Esto también se aplicaba a los campesinos y tra- Y ochenta, a medida que el gobierno brasileño intentó reducir la con-
~entrac~ón industrial en Sao Paulo desarrollando nuevos proyectos
mdustn:le~ en el Nordeste -refinerías de gasohol, un complejo
32. IBGE, PNAD 1987, Vol. 1, 18. petroqmm1co en Salvador, proyectos hidroeléctricos y mineros en
33. De la Fuente, N ation f or All, 311.
34. INE, Encuesta Continua, 12; Solaún y Kronus, Discrimination Without Violen-
ce, 105-106; «Negros avanzan en su incorporación al país», La Nacidn (San José, 3 de
septiembre de 1977); Purcell, Banana Fallout, 64; ver también 57-58, 89. Sobre el
empleo de clase media entre los afrocolombianos, ver Wade, Blackness and Race Mix- 35. Sobre P:lé, ver Nascimento, My Life; Harris, Pelé. Sobre Carolina Maria de
ture, 199-200; Constanza Martínez Buendía, «Negro, ni el Cadillac», Cromos (Bogotá, Jesus, ver su Child of the Dark y Bitita's Diary; Levine y Meihy, Lije and Death.
9 de octubre de 1984), 38. 36. Graham y Hollanda, Migrar;i5es internas, 65-89.
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268

Maranhao y Pará- la población afrodescendiente también fluyó minar sus identidades nacionales y recrear en ellas la imagen de Euro-
hacia esas zonas. pa. Cuando tanto las economías exportadoras como los regímenes oli-
Una vez en la ciudad, los migrantes negros, que ya no tenían que gárquicos se colapsaron en la crisis económica de la década de 1930,
competir contra inmigrantes europeos, fueron rápidamente incorpo- los estadistas, los intelectuales y los ciudadanos de a pie respondieron
rados al proletariado' industrial. Tanto en 1950 como en 1987, los tra- al fracaso del blanqueamiento con un cambio de rumbo. En lugar de
bajadores industriales afrobrasileños representaron aproximadamente ignorar y rechazar la herencia indígena y africana y su historia de mes-
la misma proporción en la fuerza laboral industrial que en el total de tizaje racial, los latinoamericanos reconocieron ambas, e incluso llega-
la población en edad de trabajar. En el ínterin, sus números se habían ron a proponerlas como fundamentos para construir nuevas identida-
37
más que quintuplicado, de 1 millón en 1950 a 5,5 millones en 1987 • des nacionales. Y esas identidades se basarían, además, en una nueva
Esta entrada masiva de trabajadores negros y pardos en el proleta- ética del igualitarismo y la inclusión, reemplazando las repúblicas oli-
riado industrial representó una movilidad ascendente en varios senti- gárquicas de los años del boom de las exportaciones con la democracia
dos: salarios más altos y más regulares que en la agricultura; acceso a racial y política.
los servicios sociales vinculados al empleo y a la militancia sindical; Desde sus inicios, la ideología de la democracia racial, como se dio
acceso también a la representación sindical en las disputas laborales; y en llamar, estuvo estrechamente asociada con el surgimiento del popu-
acceso a otros servicios sociales, especialmente la sanidad y la educa- lismo. La primera declaración importante del pensamiento de la
ción concentradas en áreas urbanas. Todos estos cambios, combina- democracia racial, La raza cósmica de José Vasconcelos (1925), apare-
' la entrada de los afro brasileños al trabajo de cuello blanco, se
dos con ció en México poco después de la revolución que derrocó la dictadura
tradujeron en importantes mejoras en la medida más básica del bien- de Díaz y la reemplazó con los inicios de un régimen electoral de
estar de una población: la esperanza de vida. Entre 1950 y 1991 la masas. Los manifiestos seminales de la democracia racial -Casa-
esperanza de vida negra en Brasil se incrementó en un 50%, de 47,5 a grande y senzala (1933) y Sobrados y mucambos (1936) de Gilberto
70,8. La distancia entre la esperanza de vida blanca y la negra cayó de Freyre, y el Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940) de Fer-
7,4 años en 1950, cuando los blancos vivían de media un 18% más que nando Ortiz- siguieron a las revoluciones de 1930 y 1933 en Brasil y
los negros, a 6,8 años en 1991, momento en el que los blancos vivían Cuba respectivamente; La formación del pueblo venezolano (1941) de
un 11 % más 38 • Carlos Siso apareció poco después del fin de la dictadura de Gómez,
en 1935 39 •
A primera vista, la democracia racial representaba un rechazo de la
EMPARDECIMIENTO CULTURAL Y DEMOCRACIA RACIAL europeización y el blanqueamiento y una rehabilitación, aceptación y
adopción del pasado racial propio de América Latina. Latinoamérica
Igual de importante que estos cambios sociales y económicos fue la no era Europa ni tampoco era europea, afirmaban estos escritores, y
redefinición de las identidades nacionales y regionales que tuvo lugar nunca lo sería. En lugar de eso, sus sociedades y civilizaciones eran algo
durante el populismo. Los proyectos de blanqueamiento habían completamente nuevo en la historia del mundo. Aquí europeos, africa-
representado los esfuerzos más intensos por parte de las elites de eli- nos, amerindios y (en años recientes) asiáticos habían producido entre
todos unas sociedades genuinamente multirraciales y multiculturales.

37. IBGE, Censo demográfico [1950}, Vol. 1, 30; IBGE, PNAD 1987, Vol. 1, 16.
Sobre la entrada negra al empleo industrial, ver Andrews, Blacks and Whites, 90-121; 39. Vasconcelos, Cosmic Race; Freyre, Masters and Slaves y Mansions and Shanties;
Tell es, «Industrialization». Ortiz, Cuban Counte1point; Siso, Formación del pueblo. Sobre la emergencia del pen-
38. Datos de 1950 de Wood y Carvalho, Demography of Inequality, 145; cifras de samiento de la democracia racial, ver Grapam, Idea of Race; Wright, Café con Leche,
1991 proporcionadas generosamente por Peggy Lovell. 97-124; Andrews, «Brazilian Racial Democracy».
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Y debido a la experiencia histórica única de la región, lo habían hecho total nacional, el contenido africano de esas danzas era parcial y con-
en términos de inusual cordialidad, igualitarismo y convivencia entre siderablemente atenuado por los añadidos indígenas y europeos, de
los diferentes grupos raciales. Algunos escritores atribuyeron este hecho, fue precisamente este proceso de mezcla y síntesis el que hizo
resultado al carácter supuestamente benigno y amistoso de la esclavi- de estas formas musicales unas expresiones apropiadas para sus socie-
tud latinoamericana. 'Otros enfatizaron los aspectos igualitarios de la dades racialmente mixtas. Pero aun así, estas danzas seguían teniendo
independencia y las guerras civiles del siglo XIX, en las que negros, sus orígenes en formas musicales tempranas africanas y afrolatinoa-
blancos y mulatos lucharon codo con codo para acabar con el orden mericanas: en Perú, la marinera descendía directamente de la zama-
colonial. Fueran cuales fueran las razones, el resultado fueron unas cueca afroperuana; y en Argentina y Uruguay, el tango y la milonga
sociedades nuevas y «mestizas», basadas en la mezcla de sangre: en descendían e incorporaban elementos del candombe del siglo xrx 41 •
México, de acuerdo a José Vasconcelos, una «raza cósmica» basada en La samba brasileña, la rumba y el son cubanos y el merengue domi-
la extendida miscegenación; en Cuba, «ese inmenso amestizamiento de nicano, todos ellos tenían claros antecedentes africanos, y eran por
razas y culturas» que produjo una cultura y un pueblo completamente ello más problemáticos para las elites y las clases medias locales. En
nuevo; en Brasil, una «meta-raza» en la que la figura arquetípica, «en el todos estos casos, sin embargo, una combinación de presiones comer-
sentido de correspondencia con el brasileño medio y... sus intereses, ciales y apoyo público transformó estos géneros de música callejera
sus gustos, sus necesidades» era «el mestizo, el mulato, o más delicada- negra en iconos de la cultura nacional popular. La llegada a la región
mente, el moreno» 40 • de las tecnologías de la radio y las grabaciones sonoras en los primeros
En lugar de mantener la condición de blanco como el ideal nacio- años de 1900 permitió que se iniciara una industria y un mercado
nal, el pensamiento de la democracia racial exaltó la condición de par- musical de masas, así como la consiguiente búsqueda de artistas y
do o mulato. Y éste fue el caso no sólo en conceptos de identidad racial géneros que se usaría para atraer a ese mercado de masas. En cada país,
nacional, también de identidad cultural nacional. Durante los años del las formas musicales de origen africano resultaron ser la respuesta a
boom de las exportaciones, las elites regionales intentaron esconder y esa búsqueda (como pasó en Estados Unidos al mismo tiempo con el
reprimir la música, la religión y la danza de origen africano, pero la Dixieland y el jazz). En Brasil, una de las primeras sambas que se gra-
cultura popular basada en lo africano resultó ser imposible de borrar. baron, «Pelo telefone» (1917), fue el gran éxito de la década de 191 O, lo
En los años veinte y treinta, los latinoamericanos empezaron a reeva- que abrió el camino para un aluvión de grabaciones (y éxitos) en los
luar esa cultura y a emprender una transformación cultural tan tras- veinte, los treinta y los cuarenta. El son siguió el mismo camino hacia
cendental, a su modo, como fue la transformación política del popu- la respetabilidad en Cuba, conquistando buena parte de la parrilla
lismo. Partiendo de una posición previamente marginal y reprimida, radiofónica y disfrutando de grandes ventas durante los años veinte.
las formas culturales de origen africano devinieron símbolos y expre- La rumba, asociada todavía más estrechamente que el son con la vida
siones centrales de la identidad nacional. callejera y las tradiciones africanas, tuvo unos inicios más difíciles,
El caso más claro de este proceso se dio con la música y la danza de pero la «locura de la rumba» en los años veinte en Europa y Estados
raíz africana, que ahora se tenían por las expresiones más «auténticas» Unidos persuadió finalmente a los oyentes cubanos del valor de esa
de la especificidad nacional. En Argentina y Perú, donde con el tiem-
po la población negra se había reducido a una proporción mínima del 41. Sobre estos bailes, ver Romero, «Papel de los descendientes», 83-84; Cuche,
Poder blanco, 179-181; Rossi, Cosas de negros, 98-150 pássim; Natale, Buenos Aires;
Araníbar, Breve historia, 10-34. Especialmente en los noventa, el candombe ha hecho
una reaparición en Uruguay, y ahora es aclamado como «la única música folclórica ori-
40. Vasconcelos, Cosmic Race; Ortiz, Cuban Counte1point, 99; Gilberto Freyre, ginal» del país y como su «danza universal». «Uruguay Is on Notice: Blacks Ask
Mansions and Shanties, 431. Sobre las construcciones raciales de la identidad nacional Recognition», New York Times (7 de may:o de 1993), A4; Ferreira, Tambores del can-
cubana, ver Kutzinski, Sugar's Secrets; Bronfman, Measures of Equality. dombe; Montevideo, Ciudad Abierta, 9 (mayo de 1998).
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música (igual que la «moda del tango» europea y norteamericana de la ladas por una legislación muy restrictiva, en los años treinta, a las
década de 1910 había legitimado esta danza en Argentina). En las comparsas de origen africano (reorganizadas en Brasil como escalas de
décadas de 1920 y 1930, grupos afrocubanos como la Sonora Matan- samba) se les concedió el reconocimiento oficial, se les otorgaron sub-
cera, el Septeto Nacional, el Septeto Habanero y muchos otros, a los sidios provenientes del Estado, y se les permitió -de hecho, se les
cuales antes no se les permitía tocar en los mejores hoteles, teatros y impulsó a que lo hicieran- desfilar en el carnaval y en otras festivida-
restaurantes, desarrollaron ahora nuevas estilos de son y rumba que des religiosas y nacionales 44 . Legitimadas y apoyadas por el Estado,
conservaban las formas rítmicas y la energía en los acordes de esos financiera y políticamente, las comparsas y las escuelas de samba
estilos, pero que suavizaban sus aspectos más ásperos. Esto inició a su devolvieron el ritmo, el color, el movimiento y la alegría a las calles y
vez un proceso de crecimiento y evolución musical que ha continuado los barrios de Afro- Latinoamérica, aunque no sin pagar un precio. A
en marcha hasta el presente, a medida que el son, en particular, daba las comparsas se les requirió que aceptaran la supervisión y el control
lugar a dos géneros derivados de él, el mambo y la salsa, que han con- del Estado, también sobre el contenido y forma de sus desfiles, músi-
quistado audiencias de masas en América Latina, Europa, Estados ca y canciones. Las autoridades cubanas les permitieron desfilar sólo
Unidos y Japón42 • bajo supervisión policial, e intentaron producir, en sus propias pala-
Frente a la tesitura de necesitar nuevos símbolos y unidad nacional bras, espectáculos más «purificados», «elevados» y «perfeccionados»,
durante un período de crisis económica y política y una cantidad cre- que pudieran atraer tanto a los cubanos como a los turistas de Estados
ciente de conflictos de clase, los regímenes populistas buscaron activa- U nidos. Prácticamente el mismo proceso se dio en Brasil, donde a la
mente adosarse estos símbolos de la cultura popular. Poco después de Comisión Nacional de Turismo se le otorgó autoridad sobre las escue-
su elección en 1925, el presidente cubano Gerardo Machado hizo una las de samba en 1935, y empezó así un proceso que duraría décadas, en
declaración pública de apoyo al son, promocionó el primer festival el que el carnaval fue transformado en la importantísima atracción y
público de son, e invitó a la Sonora Matancera a tocar en su fiesta de negocio turístico en que hoy se ha convertido45 •
cumpleaños. Como parte de su propia campaña de construcción Incluso la capoeira, prohibida en 1890 y reprimida sin miramientos
nacional, el dictador Rafael Trujillo declaró al merengue la «música a principios del siglo XX, fue rehabilitada y transformada en un vehícu-
nacional» de la República Dominicana. A todas las bandas de baile, lo de identidad nacional. La transición desde la marginalidad ilícita a la
incluyendo las de los restaurantes, hoteles, y clubes sociales de elite, se aceptación nacional fue liderada por el legendario maestro Manoel dos
les exigía tocar merengue, y a los dominicanos de clase alta bailarlo, Reis Machado (Mestre Bimba), quien en 1927 abrió en Salvador la pri-
para el regocijo de los espectadores de clase baja. Petán, el hermano de mera academia de todo Brasil que ofrecía instrucción formal en ese
Trujillo, lideraba la banda más conocida de la nación, así como la arte. Él reclamó el haber desarrollado una forma nueva y más moderna
mayor emisora de radio del país, que emitía doce horas diarias de de capoeira, orientada a la actividad física y la danza y alejada del com-
música de baile en directo, incluyendo más de 1 300 merengues com- bate real. Machado bautizó a esta nueva forma «capoeira regional» (o
puestos en honor a Trujillo 43 • ' sea, brasileña, por oposición a la africana), y empezó a vendérsela a los
En Brasil y Cuba, los regímenes populistas post-1930 expresaron blancos de clase media como un tipo de ejercicio y actividad física. Al
su conexión con la cultura afrolatinoamericana cambiando su postura asistir a una demostración de los estudiantes de Machado en 1953, el
sobre una de los aspectos más controvertidos de esa cultura: las cele- (¡ presidente Vargas declaró a la capoeira «el único deporte verdadera-
braciones del carnaval. Previamente prohibidas o severamente contra- ¡ mente nacional» de Brasil. A medida que se expandió por todo el país,

42. Vianna, Mystery of Samba; Shaw, Social History; McCann, Helio, Hello Brazil; 44. Moore, Nationalizing Blackness, 80-86; Bronfman, Measures of Equality, 159-
Moore, Nationalizing Blackness; Roberts, Latin Tinge. 171; Raphael, «Samba», 89-122. ,
43. Austerlitz, Merengue, 62-77. 45. Sobre este proceso, ver Rodrigues, Samba negra; Sheriff, «Theft of Carnaval»,
274 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 275

el Consejo Nacional de Deportes emitió leyes y regulaciones para «lle-


var a cabo la institucionalización definitiva [de la capoeira] como arte
marcial brasileño». En los años setenta, cuando el ejército brasileño
adoptó la capoeira como forma de entrenamiento físico, el deporte
había recorrido el cfrculo completo, pasando de ser el objetivo de la
represión militar a finales del siglo XIX, a ser un medio de adiestra-
miento un siglo después 46 •
Incluso las religiones de origen africano, en algunos aspectos las
formas culturales afrolatinoamericanas más subversivas e incómodas,
fueron integradas a la cultura nacional. Como pasó con la capoeira,
parte de la iniciativa para este proceso de integración vino de los mis-
mos sacerdotes y sacerdotisas afrobrasileños y afrocubanos. Como
parte de su estrategia para sobrevivir a la represión de los años de las
exportaciones, los líderes de las religiones basadas en lo africano
habían cultivado lazos clientelistas con patrones de clase media y alta
que pudieran protegerlos de la policía y otras formas de persecución
oficial. En las décadas de 1920 y 1930 las filas de estos patrones se
expandieron hasta incluir intelectuales brasileños y cubanos interesa-
dos en estas formas de religiosidad popular de origen local. Gilberto
Freyre y Edison Carneiro invitaron a sacerdotes y sacerdotisas a par-
ticipar en los Congresos Afrobrasileños que celebraron en 1934 y
1937. Carneiro colaboró en la creación de la Unión de Sectas Afro-
brasileñas en Salvador en 1937, una organización que era a la vez con-
federación y grupo de presión, y en octubre de ese año el alcalde de
Salvador ayudó a poner la primera piedra del nuevo templo de Axé de
Opó Afonjá, una de las congregaciones más antiguas e importantes
de la ciudad. Durante la populista Segunda República (1946-1964 ), e
incluso durante el período de gobierno militar (1964-1985 ), los polí- Figura 5.1. Percusionistas del candomblé, Bahía, ca. 1941-1942. Crédito: Pho-
tographs and Prints Division, Schomburg Center for Research in Black Cultu-
ticos cultivaron sus relaciones con los sacerdotes y sacerdotisas más
re, The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundations.
poderosos, a los que ofrecieron empleo, favores y otras formas de
patronazgo oficial a cambio de los votos de los miembros de los
Incluso más popular que el candomblé era la umbanda. De la mis-
terreiros. Cuando Mae Menininha, la más venerada de las sacerdoti-
ma manera que la capoeira regional representaba una forma «moder-
sas del candomblé, murió en 1986, políticos e intelectuales viajaron
nizada» de capoeira, la umbanda era una forma nueva y «brasileñiza-
desde todo Brasil para asistir a su funeral 47 •
da» del candomblé. Originada en Río de Janeiro en los años veinte y
después extendida al resto del país, la umbanda es una religión de
posesión espiritual en la que los orishas del candomblé continúan pre-
46. Citas de Lewis, Ring of Liberation, 59-60; Santos, «Mixed-Race Nation», 126. sidiendo el mundo de los espíritus. Pero los dioses gobiernan desde
47. Matory, Black Atlantic Religion, 161-164, 173.
276 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 277

lejos, sin tomar parte directamente en los asuntos terrenales. Los cre- controles y restricciones que mantuvieron a la santería semiclandesti-
yentes buscan asistencia divina no de las deidades yorubas, sino de los na en los sesenta y los setenta fueron suspendidos, y tanto el gobierno
espíritus de los caboclos (indígenas) nativos, los negros viejos y los como los templos aprovecharon los ingresos que los fieles extranjeros
muertos, todos los cuales se comunican con los practicantes a través proporcionaron51 •
de los médiums de esta religión 48 . En la perspicaz formulación del musicólogo Robin Moore, la cul-
Hacia la década de los ochenta la umbanda tenía unos 20 millones tura negra fue «nacionalizada» por los gobiernos latinoamericanos,
estimados de practicantes en Brasil, muchos más que el candomblé o del mismo modo que los pozos petroleros, las minas de cobre y esta-
la macumba, y se había extendido al vecino Uruguay, a Argentina y ño y otros recursos estratégicos políticos y económicos lo fueron en la
Venezuela49 • La expansión transnacional también se dio con la sante- misma época 52 . Tal y como pasó con las nacionalizaciones económi-
ría cubana, en buena medida como resultado de la Revolución de cas, la «nacionalización de la negritud» cultural trajo inmensos bene-
1959. Cuando la diáspora de los exiliados cubanos se fue de la isla, se ficios a las sociedades que la practicaron. A medida que la religión, la
llevaron la santería con ellos. Durante los setenta y los ochenta esta música y la danza afrolatinoamericanas fueron promovidas y difundi-
religión echó raíces en Nueva York, Nueva Jersey, Florida y Puerto das, no sólo en América Latina sino a escala global, trajeron alegría,
Rico. También lo hizo en Venezuela, donde ganó miles de adhesiones liberación, iluminación y solaz a incontables millones de personas. La
y transformó el culto de María Lionza, una forma popular de espiri- promoción oficial y comercial de la cultura negra también proporcio-
tismo que, como la umbanda brasileña, apareció durante la primera nó un medio de vida, y en unos pocos casos fama y fortuna, para sacer-
mitad del siglo y adoró a espíritus y deidades firmemente asentados en dotes, músicos, bailarines, compositores, coreógrafos y otros artistas
el lugar: la diosa indígena María Lionza, jefes indígenas del período que, antes de 1930, practicaban sus artes en la pobreza, la oscuridad y
colonial, héroes nacionales como Simón Bolívar y varios santos cató- casi la criminalidad.
licos. Durante los setenta y los ochenta estas deidades locales fueron La apropiación de la cultura negra por parte de los gobiernos
gradualmente reemplazadas en el culto por los orishas yoruba, adora- nacionales significaba una mejora tal sobre la casi prohibición previa
dos mediante los ritos santeros del toque de tambor, el sacrificio ani- que la mayoría de los practicantes de formas culturales negras estaban
mal y la adivinación50 • más que dispuestos a aceptar la «nacionalización», como una condi-
En un caso notable de influencia cultural recíproca, la popularidad ción para emerger de las sombras y practicar sus artes abiertamente.
de la santería en Venezuela acabó fortaleciendo esta religión en la mis- Sin embargo, cuando un recurso valioso se nacionaliza para el bien
ma Cuba. A medida que la santería se expandió por las clases media y público, los propietarios previos dejan de controlarlo. Conforme las
alta de Venezuela, una cantidad creciente de fieles venezolanos viaja- décadas pasaron y los límites y constricciones del control oficial se
ron a Cuba a visitar templos y lugares sagrados, y a consultar directa- hicieron más claros, una nueva generación de artistas, activistas e inte-
mente con los sacerdotes santeros. Ansioso por recibir los dólares de lectuales negros empezaron a culparlos de constreñir a la cultura afro-
los turistas venezolanos, a finales de los ochenta el gobierno cubano latinoamericana. En los setenta y los ochenta, los descendientes de los
empezó a impulsar estas visitas y a hacer de los templos de la santería creadores originales de esa cultura hacían una llamada a la reapropia-
parte de los itinerarios turísticos, tal y como los funcionarios brasile- ción, la reimaginación y la remodelación de las formas culturales basa-
ños y cubanos habían hecho con el carnaval en la década de 1930. Los das en lo africano.
Para muchos de estos artistas y activistas más jóvenes, esta reapro-
piación significó.un retorno a las raíces africanas de la música, la reli-
48. Ortiz, Marte branca; Birman, O que é umbanda; Brown, Umbanda.
49. Pallavicinio, Umbanda; Pi Hugarte, Cultos de posesión; Segato, «Voca<_;ao de
minoría»; Pollak-Eltz, Umbanda. 51. Oppenheimer, Castro's Final Hour, 338-355.
50. Pollak-Eltz, María Lionza, 104-105. 52. Moore, Nationalizing Blackness. ·
278 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 279

gión y el arte negro, y una reimposición de las formas y las i~~ntida- como en el sudeste urbano del país. Cuando Radio Favela, una peque-
des negras a esos medios culturales. La re-africanización fue v1S1ble en ña emisora comunitaria de un suburbio de Belo Horizonte (capital de
toda la región 53 , pero probablemente se sintió con más intensidad en Minas Gerais), empezó a emitir en 1979, la canción con la que abrió
Brasil. En Salvador, nuevas comparsas de carnaval conocidas como sus emisiones fue «Say it loud: I'm black and I'm proud», de James
blocas afros adoptaron nombres (Ile Aiye, Olodum, Muzenza), estilos Brown55 • En los setenta y los ochenta multitud de adolescentes y adul-
de vestido, percusión y temas narrativos africanos en sus canciones, tos adoptaron estilos estadounidenses de baile, vestido y negritud, y se
danzas y celebraciones anuales. La tradicional insistencia en la «pure- congregaban en las salas de baile y los centros recreativos de los
za» africana del ritual y el dogma del candomblé bahiano se extendió barrios proletarios de las principales ciudades para los bailes »Black
a los terreiros de Sao Paulo. Y en Salvador, Río de J aneiro y el resto del Soul», «Black Rio» y «Black Sao Paulo» (nombrados en inglés). En los
país, los capoeiristas en busca de una forma más «tradicional» y menos noventa, el hip-hop y el rap se convirtieron en la música elegida en
nacionalizada de ese deporte recurrieron a la capoeira Angola, como estos eventos, mientras los jóvenes afrobrasileños continuaban inspi-
. a 1a capoeira
a1ternativa . 154 .
. reg10na
rándose en sus pares del extranjero 56 •
Estas formas culturales re-africanizadas conquistaron una amplia Los creyentes en la democracia racial brasileña condenaron al
participación en toda Afro-Latinoamérica. Sin embargo, no les llega- movimiento Black Soul como evidencia de la alienación sin remedio
ron plenamente a todos los consumidores de cultura negra, muchos de de los jóvenes negros urbanos de su cultura nacional y sus raíces his-
los cuales consideraban que las afirmaciones de autenticidad africana tóricas. Pero como otros observadores han notado, fue precisamente
eran poco convincentes, o simplemente poco atractivas. Para algunos la cooptación y conversión de la cultura afrobrasileña en una cultura
de estos artistas y audiencias, la cultura negra podía ser mejor reapro- «nacional» desracializada lo que llevó a los jóvenes a adoptar modelos
piada experimentando con formas culturales negras de Estados Uni- foráneos de negritud. La samba, el carnaval y otras creaciones cultura-
dos y el Caribe, en lugar de buscarla en las raíces africanas. Durante les negras habían sido convertidas en símbolos de la identidad nacio-
los setenta y los ochenta la música soul y funk afroamericana, la salsa nal y la «democracia racial» de un modo tan concienzudo y exitoso,
hispanoamericana y el reggae jamaicano tuvieron un impacto tremen- que aquellos que deseaban expresar su oposición al modelo predomi-
do en la música y la danza afrolatinoamericana. En Colombia y Vene- nante de relaciones raciales podían hacerlo solamente yendo a buscar
zuela la salsa penetró con especial intensidad y propició la aparición formas culturales alternativas en el repertorio cultural foráneo 57 •
de numerosos artistas autóctonos, como el bajista y cantante afrove- En los setenta y los ochenta, miles de afrobrasileños y afro-hispa-
nezolano Óscar de León, probablemente el más famoso de ellos. El noamericanos buscaban modos de expresar su disidencia. A medida
soul, el funk y el reggae hallaron sus audiencias entre los antillanos de que lo hacían, construyeron una crítica mayor y más atrayente, no
tercera o cuarta generación en Costa Rica y Panamá y, curiosamente, sólo de la democracia racial y otros símbolos de la cultura nacional,
en Brasil. El reggae tuvo un éxito tremendo en Salvador y allí engen-
dró nuevas formas musicales, el afro-reggae y la samba-reggae, que
55. «Central Bankers Come and Go; Radio Favela Delivers Another Brazil» (Wall
aún hoy siguen siendo fundamentales en la escena musical de la ciu- Street ]ournal, 3 de febrero de 1999, Al, A14). Tanto Antonio Carlos dos Santos, fun-
dad. El soul y el funk fueron todavía más populares, tanto en Salvador dador del bloca afro lle Aiye, como Carlinhos Brown, un importante músico bahiano,
recuerdan que escuchar a James Brown les impactó profundamente en los setenta
(«Vov6, do lle Aiye, é o novo coordenador do Carnaval», Correio da Bahia, 17 de
53. Ver por ejemplo el caso de las celebraciones comunitarias en Barlovento, Vene- mayo de 1995; «A música franca do inventivo Carlinhos Brown», Bahia Hoje, 12 de
zuela. Guss, «Selling of San Juan»; García, Afroamericano soy y Afrovenezuela. O el mayo de 1996, AS). ·
resurgimiento del candombe en Uruguay; además de las fuentes de la nota 41, ver 56. Vianna, Mundo f unk carioca; Hanchard, 01pheus and Power, 110-119;
Andrews, «Rhythm Nation». . McCann, «Black Pau»; ver también las revistas de funk y hip-hop Pode Cre (Sao Pau-
54. Risério, Carnaval ljexá; Prandi, Candomblés de Sao Paulo; Rego, Capoetra lo, 1993-) y Agito Geral (Sao Paulo, 1995-).
angola. 57. Para esta importante apreciación, ver Fry, Para ingles ver, 47-53.
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sino del movimiento político que había cultivado y promovido esos esclavitud. En comparación al sector industrial, los empresarios del
símbolos: el populismo. ámbito agrario y los empleadores domésticos retienen un nivel muy
alto de control personal directo sobre sus empleados. Los lugares de
trabajo tienden a ser relativamente aislados e impermeables a la intru-
Los LÍMITES DEL POPULISMO sión de personas externas, y la mayoría de los trabajadores del servicio
doméstico y la agricultura tienen una educación muy elemental, ade-
Desde la década de 1930 en adelante, los afrolatinoamericanos for- más de no conocer sus derechos laborales. En estas condiciones, inclu-
maban parte del núcleo de apoyo del partido venezolano Acción so los empleadores benevolentes ejercen altos niveles de autoridad
Democrática, el trabalhismo brasileño, el liberalismo de izquierdas paternalista sobre sus empleados, y los más explotadores imponen
colombiano, el PLN puertorriqueño, el torrijismo panameño y otros condiciones de trabajo que recuerdan a las de la esclavitud. El sirvien-
movimientos populistas. Hacia la década de 1970, sin embargo, la fal- te doméstico «no tiene derechos», explicaban Anazir Maria de Olivei-
ta de capacidad o de intenciones reales de esos movimientos para cum- ra y Odete Maria de Concei¡_;ao, dos criadas que lucharon por organi-
plir sus promesas con sus seguidores negros (y blancos) era cada vez zar un sindicato de trabajadoras domésticas en Río de Janeiro a
más notoria. Es más, el populismo latinoamericano resultó ser incapaz principios de los años ochenta. «Ella pertenece a la familia para la que
de promover suficientemente el crecimiento y el desarrollo económi- trabaja. No tiene ningún tipo de horario», y puede ser llamada para
co como para satisfacer la inmensa demanda de la región de empleo trabajar en cualquier momento 59 • Las trabajadoras domésticas están
adecuadamente pagado, o de eliminar las barreras raciales tradiciona- además completamente aisladas en casa de sus patrones, y aisladas de
les a la movilidad social negra. las trabajadoras que hacen la misma tarea que ellas: «En una fábrica,
En toda América Latina, los movimientos populistas situaron en por ejemplo, cincuenta o cien personas trabajan juntas; la trabajadora
primer lugar de su lista de prioridades la promoción del crecimiento doméstica sólo se tiene a ella, y está bajo la influencia de su patrona» 60 •
económico nacional, idealmente crecimiento basado en el sector La mano de obra es mucho mayor en las plantaciones y haciendas,
industrial, y la creación de empleo. Pero incluso en Brasil, uno de los pero también más aislada de los organismos del Estado, que están más
casos más exitosos de desarrollo económico de después de la Segunda presentes en el ámbito urbano. Especialmente en el norte y el nordes-
Guerra Mundial, y donde el crecimiento industrial alcanzó un 9% de te, los terratenientes conservan una autoridad casi total sobre los tra-
media anual entre 1946 y principios de los ochenta, la tasa de creación bajadores de sus propiedades. Durante las décadas de 1980 y 1990
de empleo cayó muy por debajo de su demanda. En 1987, 5,5 millones algunos hacendados se aprovecharon de esa autoridad para resucitar
de trabajadores afrobrasileños habían encontrado empleo en el sector una forma moderna de la esclavitud por deudas, en la que los trabaja-
industrial, pero 12 millones de trabajadores negros y mulatos -la dores y sus familias son mantenidos por el terrateniente y forzados a
mitad del total de la fuerza de trabajo afrobrasileña- continuaban trabajar para pagar «deudas» adulteradas 61 • Sólo una pequeña minoría
trabajando en las dos áreas de la economía nacional históricamente de trabajadores agrarios -a mediados de los noventa, las estimaciones
asociadas con la negritud: la agricultura y el empleo en los servicios,
principalmente en el servicio doméstico 58 •
Los inconvenientes de trabajar en esas dos áreas de la economía 59. Como observaba uno de los periódicos afrobrasileños en 1924, «una criada es
siempre más infeliz que los obreros que trabajan ocho horas en determinados servi-
son inmensos. Ambas mantienen unas relaciones de trabajo y unas cios» y luego se van a sus casas (Andrews, Blacks and Whites, 70).
relaciones raciales poderosamente moldeadas por la herencia de la 60. Oliveira y Concei~ao, «Domestic Workers», 364, 367.
61. Americas Watch, «Forced Labor» y «Forced Labor Re-Visited»; Sutton, Sla-
very in Brazil; «Brazilians Chained to Job, and Desperate», New York Times (10 de
agosto de 1995), Al, A6; «Brazil's Prized Exports Rely on Slaves and Scorched Land»,
58. IBGE, PNAD 1987, Vol. 1, 16. New York Times (25 de marzo de 2002), Al, A6.
282 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 283

iban de 25.000 a 85.000- trabajaba en estas condiciones de explota- en el famoso diario de Carolina Maria de Jesus sobre su vida en una
ción extrema. Pero la mayoría de los empresarios agrarios, como la favela de Sao Paulo, donde casi cada página hace referencia a la impla-
mayoría de los empleadores del servicio doméstico, usan su con:rol cable e ineludible presión de encontrar lo suficiente como para comer.
sobre los trabajador~s para pagarles salarios extremadamente ba¡os: «Parece que cuando nací el destino me marcó para pasar hambre ... Mi
los sectores de servicios y de la agricultura son los únicos de la econo- problema siempre es la comida», anotaba. «El ofuscamiento del ham-
mía brasileña en los que el trabajador medio, blanco o negro, gana bre es peor que el del alcohol. El ofuscamiento del alcohol nos impele
menos del salario mínimo fijado a nivel nacional62 • a cantar. Pero el del hambre nos hace temblar... ¡qué sorprendente
Como resultado de que los afrobrasileños estén desproporciona- efecto tiene la comida en nuestro organismo! Yo que antes de comer
damente representados en esos sectores de la economía, el índic.e de veía el cielo, los árboles, los pájaros, todo amarillo, después de comer
pobreza de negros y mulatos durante la década de 1980 era aproxima- todo se normalizó ante mis ojos ... ¿Habrá un espectáculo más lindo
damente el doble del de los blancos 63 • En 1987, un cuarto de los asala- que tener algo para comer?». El hambre, concluye Carolina, es «la
riados afrobrasileños tenían una renta mensual de 20 US$ o menos; esclavitud actual», una afirmación penosamente confirmada cuando
otro cuarto de ellos ganaba entre 20 y 40 US$ 64 • Obviamente, las fami- su hija Vera le pide ser vendida a una vecina «porque allí tienen comi-
lias con rentas así de bajas no pueden satisfacer las necesidades vitales da deliciosa» 67 •
más básicas, empezando por la comida y la vivienda. Éste es en espe-
cial el caso de la inmigración urbana reciente, cuyos miembros afron-
tan precios mayores para cubrir esas necesidades pero carecen del
poder adquisitivo necesario para pagarlos. Es por el~o ~ue un prod~c-
to del éxodo rural-urbano post-1945 ha sido el crecimiento explosivo
de las favelas y las periferias urbanas, asentamientos provisionales
construidos por sus mismos habitantes y que a menudo carecen de
infraestructuras tan básicas como agua corriente, sistemas de alcanta-
rillado y gestión de los residuos 65 •
En los asentamientos más pobres los residentes todavía han de
afrontar uno de los horrores de la esclavitud: la lucha cotidiana por la
alimentación. En sus años de investigación en una favela de mayoría
negra en el estado nordestino de Pernambuco, la antropóloga Nancy
Scheper-Hughes encontró a residentes que experimentaban. una. for-
ma de «inanición lenta», que se convierte en una «fuerza pnmana de
motivación en la vida social» 66 • Esa fuerza toma una voz muy vívida
Figura 5.2. Carolina Maria deJesus, visitando su antiguo hogar en la favela de
62. Datos sobre el salario de 1980 proporcionadas al autor por el IBGE; IBGE, Canindé, Sao Paulo, 1960. Crédito: Colección de Audálio Dantas, Sao Paulo.
Censo demográfico 1991: Mao de obra, Vol. 1, 323-364.
63. Andrews, «Racial Inequality»; Silva, «Cor e pobreza».
64. Entre los trabajadores blancos, el 17% ganaba 20 US$ o menos, y el 10% entre 67. Jesus, Child qf the Dark, 42, 45, 50; Dimenstein, Brazil, 6. Ver también los
20 y 40 US$. IBGE, PNAD 1987, Vol. 1, 14, 16. . . comentarios del antropólogo afrobrasileño Edison Carneiro sobre la pobreza de los
65. Sobre las favelas, ver Leeds y Leeds, Sociología do Brasil urbano; Pmo, Family practicantes del candomblé en Salvador. «¡Pobres! Nunca sabrás cuánto.¿ Ves qué arru-
andFavela. gada está su piel, y qué decaídos sus dientes? No han tenido suficiente para comer duran-
66. Scheper-Hughes, Death Without Weeping, 135. Sobre el hambre en Brasil, ver te décadas». Landes, City of Women, 40. Para reflexiones similares por parte de la ex-
Instituto de Pesquisa Economica Aplicada, Mapa da fome. senadora y favelada Benedita da Silva, ver Benjamin y Mendorn;a, Benedita da Silva, 17.
284 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 285

Los pobres afrobrasileños, como los pobres afrolatinoamericanos lia nuclear, incluso (o especialmente) cuando esos recursos son míni-
de otros países, responden a la pobreza con varias estrategias, cada una mos. Esta necesidad es particularmente acuciante para las familias
de las cuales se dirige a satisfacer las necesidades inmediatas, aunque encabezadas por mujeres, cuyo poder adquisitivo es incluso más bajo
con altos costes a largo plazo. Una estrategia es emplear las redes que el de los hombres. Las activistas afrolatinoamericanas denuncian
extendidas de parentesco y amistad, que pueden proporcionar sopor- amargame~te la «doble discriminación» que sufren, como negras y
te material, psicológico y de otros tipos. Estas redes son absolutamen- como mu¡eres. Algunas investigaciones realizadas por la socióloga
te esenciales para la supervivencia familiar, y la ayuda que sus miem- Peggy Lovell, basadas en los datos del censo brasileño, demuestran que
bros se brindan entre ellos es en consecuencia altamente valorada en la los efectos de la discriminación de género sobre los ingresos son inclu-
vida comunitaria. En la favela que Scheper-Hughes estudió, «no hay so mayores que los efectos de la discriminación racial, y para las muje-
hogar tan desdichado como para no dar su hospitalidad a parientes del res negras, los efectos combinados son totalmente devastadores 7º.
campo que emigran o van de visita, o para negar su ayuda a un vecino Esos efectos empiezan por la relegación de las mujeres negras y
cuya despensa esté totalmente vacía». En toda la región, los pobres mulatas, a un nivel mayor que el de los hombres, a las actividades eco-
afrolatinoamericanos comparan agudamente su propio espíritu de nómicas peor pagadas. A pesar del hecho de que el avance educativo es
generosidad con el egoísmo y la avaricia de los que están mejor situa- ligeramente mayor entre las mujeres que entre los hombres afrobrasi-
dos en la escala social68 • leños, en 1987 casi el 60% de mujeres afrobrasileñas trabajaban en la
Sin embargo, el cariño y la solidaridad aparentes de estas redes agricultura y el servicio doméstico, frente a sólo un 45% de hombres
están surcados por tensiones y conflictos internos. Éstas son redes de afro brasileños. Esta situación no se da únicamente en Brasil. Un estu-
escasez, no de abundancia, en las que los recursos son transferidos dio nacional de 1.000 mujeres afrouruguayas realizado en 1997 con-
permanentemente de los miembros relativamente más exitosos de las cluyó que la mitad de ellas trabajaban en el servicio doméstico. En la
familias a los pobres, mucho más numerosos. Esos recursos nunca son ciu~ad colombiana de Medellín, el 60% de mujeres inmigrantes pro-
suficientes como para rescatar a las familias de la pobreza, pero redu- venientes del Chocó trabajaba como sirviente doméstica, una «impac-
cen los de por sí limitados recursos de los miembros más exitosos de tante concentración» marcadamente desproporcionada, tanto respec-
la red, con la consecuencia de que estas redes «actúan como un meca- to al peso específico del trabajo doméstico en el mercado laboral de la
nismo de igualación sobre la movilidad social negra». Esta función de ciudad, como, igual que en el caso brasileño, respecto al nivel educati-
igualación es abiertamente aplaudida por muchos de los pobres vo de las mujeres chocoanas, más alto que el de las sirvientes domésti-
negros, quienes «son muy reticentes a que uno de su clase ascienda cas blancas 71 •
sobre sus compañeros. Tienen una cultura de IGUALDAD [sic] que La discriminación continúa dándose, con salarios diferentes recibi-
dice a uno de su clase que es malo para un individuo adquirir más que dos por el mismo trabajo, o por uno comparable. En Brasil, en casi
los otros». Pero esa cultura de la igualdad puede ser otro obstáculo al cada área de la economía, la renta de los hombres negros en 1980 exce-
avance económico y social de la población negra en su conjunto69 • día a la de las mujeres negras por cantidades del 70% o más. Los hom-
Del mismo modo que las familias pobres explotan los recursos de bres negros que trabajaban en la agricultura y el servicio doméstico
las redes familiares extendidas, también han de explotar los de la fami- ganaban el doble que las mujeres 72 • Estas cifras significan en la prácti-

68. Scheper-Hughes, Death Without Weeping, 98-99; ver también Wade, Blackness 70. Lovell, «Race,, Gender»; Lovell y Wood, «Skin Color»; Lovell, «Regional
and Race Mixture, 159, 160; Norman Whitten, Black Frontiersmen, 146-150; Streicker, Labor Market».
«Policing Boundaries», 56-57; Purcell, Banana Fallout, 63-82. 71. IBGE, PNAD 1987, Vol. 1, 16; Diagnóstico socioeconómico, 31 (ver también
69. Citas de Wade, Blackness and Race Mixture, 161; Mina, Esclavitud y libertad, lNE, Encuesta Continua, 12); Wade, Blackness and Race Mixture, 187,205.
163-164; ver también Whitten, Black Frontiersmen, 86-87, 163-66; Purcell, Banana 72. Lovell, «Race, Gender», 21; Andr~ws, «Racial lnequality», 247-254. El área de
Fallout, 63-82; Wilson, Crab Antics, 58-64. actividad económica donde la diferencia salarial hombre/mujer era menor del 70% era
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ca un desastre para los numerosos hogares liderados por mujeres de de niños trabajaban como ladrones y delincuentes a pequeña escala
entre los afrolatinoamericanos pobres, y tiempos realmente duros pro~oca~do una sangrienta respuesta de las fuerzas policiales, la vigi~
incluso para aquellos en los que tanto el hombre como la mujer son la.~c1a pnvada y las b~ndas de crimen organizado. En la «guerra a los
asalariados. «Si yo fuera hombre», lamentaba Carolina de Jesus, «no 111nos» de Brasil, los 111ños negros son el principal objetivo: de los más
dejaría que mis hijos vivieran en este agujero miserable», en referencia de 4.600 niños y adolescentes asesinados en Brasil entre 1988 y 1990,
a la favela en la que ella y sus tres hijos vivían. Pero incluso con la ren- muchos por fuerzas de seguridad públicas y privadas, el 82% eran
ta del marido, para la mayoría de las familias pobres es imposible lle- afrobrasileños 74 .
gar a fin de mes, forzándolas a emplear el último recurso familiar: el . Retira~ a los niños de la escuela y ponerlos a trabajar es otro «meca-
trabajo de sus hijos. Éste es un acto de verdadera desesperación. A rnsmo de igualación», con un efecto particularmente vicioso. No sólo
cambio de las ínfimas cantidades de dinero que sus hijos traen al los P~~e en un potencial peligro de abuso e incluso muerte, sino que
hogar, las familias sacrifican tanto el futuro de los niños a largo plazo tambien los condena a la pobreza y la opresión en el futuro. Cuando
como, demasiado a menudo, su bienestar inmediato. Sin embargo, es los niños van a trabajar habitualmente acaban dejando la escuela, con
una práctica muy extendida entre las familias pobres. En 1990, una resultados que pueden ser apreciados con claridad meridiana en el
cantidad estimada de 7,5 millones de niños y adolescentes, la mayoría censo nacional de 1991. Mientras que 3, 9 millones de afrobrasileños
negros y mulatos, trabajaban en las calles de Brasil como vendedores habían acabado sus estudios en la escuela secundaria o la universidad
ambulantes, porteadores y limpiando coches, o en otras ocupaciones el ~~mero de afrobrasileños de 10 años o más sin ningún año de edu~
informales. La ex-senadora Benedita da Silva, ella misma una antigua c.ac10n, o con menos de un año, se mantenía en 14,4 millones. La can-
favelada, recuerda haber ido a trabajar a la edad de siete años como tidad de afrobrasileños sin educación equivalía a casi cuatro veces el
limpiabotas y vendedora ambulante. Años después envió a sus pro- número de afrobrasileños con diploma de la universidad o la escuela
pios hijos a trabajar a la misma edad: «cuando [su hijo J Leleco cumplió secundaria. Difícilmente puede imaginarse una receta más efectiva
siete años ya repartía pan al amanecer, algunas veces bajo una lluvia para mantener en la ~obreza y la subordinación a la población negra 75 ,
torrencial. Si no lo hacía hubiéramos pasado hambre ... Siempre fue A ,resar de estos mmensos obstáculos, las familias negras, incluso
muy responsable, usaba su dinero para comprar comida y otras cosas las mas pobres, perseveraron en sus sueños de ascensión social. Desde
para la familia» 73 • los año~ posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la clase media negra
Como veterana de las calles, Benedita era muy consciente de los ha c:ecido remarcablemente en toda Afro-Latinoamérica, en buena
peligros que allí acechaban a los niños. Uno de los principales riesgos medida a ~onsecue~cia ~e los programas de desarrollo económico y
son los abusos sexuales, de los cuales la misma Benedita fue víctima. las prestaciones sociales implementadas por los gobiernos populistas.
No obstante, «siempre me resistí a caer en la prostitución ... no impor- Esos programas no fueron suficientes para integrar a toda o incluso a
taba lo mal que estuvieran las cosas, yo nunca vendí mi cuerpo», aun- la mayoría de la población negra en la vida política y económica nacio-
que, como recuerda lacónicamente, «muchas mujeres lo hicieron». Y nal, ~er? ayudaro~ a yroi:iover la creación de una clase media negra
también muchas niñas y niños, de las cuales se estima que medio estadist1camente sigmficativa en la mayoría de los países de la región.
millón trabajaban como prostitutas en Brasil en 1990. Otros millares

'.4. Benjamin Y M~~don.i;a, Ben~dita da Silva, 10, 18; Human Rights Watch, Final
en el trabajo de oficina, en el que los hombres negros ganaban de media un 37% más fu:tzce, 1-12; ver tamb1en D1menstem, Brazil; Hecht, At Home in the Street, 118-148;
que las mujeres negras. Marquez, Street Is My Home.
73. Benjamín y Mendon<¡;a, Benedita da Silva, 18, 72; ver otra descripción de un 75. IBGE, Censo demográfico 1991, 183-198, 215-218. En comparación, los núme-
hijo adolescente por parte de otra favelada como «sus "brazos y piernas", ... más ros para l?s blancos eran: 7,8 millones de individuos con la escuela secundaria termina-
impottante para ella que el hombre viejo con el que vivía» (Scheper-Hughes, Death da, 3,4 ~ 111?,nes de graduados en la universidad, y 7,1 millones con un año o menos de
Without Weeping, 347). escolanzac10n.
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288

A medida que los miembros de esa clase media negra buscaban su yendo muchos negros y mulatos 78 . Y dado que son casi siempre los
lugar en las sociedades, las economías y los sistemas políticos naciona- blancos de clase alta y media quienes toman las decisiones sobre el
les, sin embargo, se topaban con el segundo gran fracaso del populis- empleo que determinan el tipo de trabajo al que acceden los afrolati-
mo: su incapacidad para eliminar, en el lugar de trabajo o en la socie- noamericanos, lo que cobran por él y si ascenderán en él o no, los pre-
dad en general, la herencia de siglos de discriminación y prejuicios juicios anti-negros a ese nivel de la sociedad tienen un impacto funda-
mental en las oportunidades de vida negras.
raciales.
Esto no quiere decir que los gobiernos populistas no hicieran un Los que creen en el igualitarismo racial de las sociedades latinoa-
esfuerzo para combatir esas lacras sociales. A finales de la década de mericanas sostienen que los empresarios no tienen prácticamente nin-
1940 y durante la de 1950, algunos incidentes muy publicitados de dis- gún incentivo para practicar la selección racial, especialmente a nivel
criminación racial provocaron discusiones nacionales sobre el proble- de las clases trabajadoras. Su necesidad de mano de obra es suficiente-
ma del racismo, así como la aprobación de leyes federales anti-discri- mente grande, y la oferta de trabajadores blancos en la región sufi-
minatorias en Venezuela (1945), Brasil (1951), Panamá (1956) y Costa cientemente limitada, como para que insistir en la contratación de tra-
Rica (1960, 1968)76• Sin embargo, ninguna de estas leyes fue aplicada bajadores solamente blancos aumente significativamente los costes
con rigurosidad. Lo que indicaban en realidad no era el fin de la dis- laborales, máxime cuando el sindicalismo y los gobiernos nacionales
criminación racial en esas sociedades, sino su intensificación a un nivel están formalmente comprometidos con la igualdad racial, y presumi-
social medio y alto, a medida que algunos afrolatinoamericanos ambi- blemente impondrían sanciones ante cualquier intento de practicar la
ciosos y educados luchaban para ser admitidos en la floreciente clase selección racial en la contratación.
media. Estas afirmaciones parecen estar respaldadas por los millones de
La supervivencia en la América Latina del presente de estereotipos negros y mulatos incorporados al proletariado industrial latinoameri-
y prejuicios anti-negros que datan del período colonial y la esclavitud cano en los últimos 50 años, al menos hasta que se miran más de cerca
ha sido ampliamente documentada en investigaciones por toda la los progresos de esos trabajadores en sus empresas. Algunas investiga-
región77 • A menudo se afirma que estos estereotipos tienden a limitar- ciones llevadas a cabo entre trabajadores industriales hallaron que
se a los blancos de clase media y alta, y que tienen por ello un impacto tienden a estar desproporcionadamente representados en el nivel
limitado en los miembros de la clase obrera negra. Las investigaciones laboral más bajo, en términos tanto de salario como de calificación,
ponen de relieve, no obstante, que los estereotipos anti-negros tam- son despedidos y disciplinados más a menudo que los blancos y sue-
bién están muy extendidos entre miembros de la clase obrera, inclu- len tener tasas de promoción y avance muy bajas 79 • Los empresarios
insisten en que esas diferencias raciales reflejan diferencias en los nive-
les educativos, la experiencia laboral y el rendimiento de los trabaja-
76. Wright, Café con Leche, 97-98; Conniff, Black Labor, 132; Duncan y Powell, dores blancos y negros. Aun así, hay disparidades problemáticas que
Teoría y práctica, 75. Un incidente similar en Uruguay en 1956 provocó un debate Y la persisten. En las industrias del papel, el caucho y el cemento, la educa-
cobertura informativa en la prensa nacional, pero ninguna acción legislativa. Carvalho-
Neto, Estudios afros, 208-215. En Cuba, el presidente Prío Socarrás promulgó un ción media de los trabajadores negros y blancos es exactamente la mis-
decreto en 1951 que prohibía la discriminación racial en la contratación laboral. Los ma, aunque los salarios blancos medios en esas industrias son casi un
esfuerzos por parte de las organizaciones afrocubanas en los cincuenta para aprobar
una ley similar en el congreso fracasaron. De la Fuente, Nation far Al!, 238-247. .
77. Ruiz, Racismo; Duharte Jiménez y Santos García, Fantasma de la esclavitud;
América Negra 15 (1998), editada por Alejandro de la Fuente, especialmente Hernán- 78. Además de las 'fuentes citadas en la nota previa, ver Streicker, «Policing Boun-
dez, «Raza y prejuicio racial», Alvarado Ramos, «Estereotipos y prejuicios», y Duhar- daries»; Almeida, «Entre nós, os pobres»; Mijares, Racismo e endoracismo; Souza, Tor-
te Jiménez y Santos García, «Cuba y el fantasma»; Valcárcel C., Universitarios Y ~re- nar-se negro; Twine, Racism.
juicio; Turra y Venturi, Racismo cordial; Carvalho-Neto, Estudios afros, 208-224; Bntto 79. Andrews, Blacks and Whites, 90-121; Silva, Negros aluz; Hasenbalg, «Negro na
indústria»; Castro y Guimaraes, «Rac;ial Inequalities».
García, «Racismo, inmigración».
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50% más altos que los negros. En la industria textil, los trabajadores este tipo, y algunas van incluso más allá, declinando simplemente el
negros tienen en promedio más años de educación que los blancos, considerar las solicitudes de los aspirantes negros, sin tener en cuenta
aunque los salarios de los trabajadores negros son más bajos que los de si las compañías solicitan estas prácticas excluyentes 82 •
los trabajadores blancos 80 • Estas barreras nos ayudan a entender las conclusiones de una
Si el papel que desempeña la discriminación en los trabajos de cue- periodista uruguaya, Alicia Behrens, quien en 1956 se propuso verifi-
llo azul sigue sin estar del todo claro, a nivel de la clase media es indis- car las cifras de los afrouruguayos en las ocupaciones de baja cualifi-
cutible. En todos los países, los análisis de los patrones de contrata- cación en Montevideo. En una ciudad con una población que era entre
ción arrojan como resultado que los empresarios son muy reticentes a el 5 y el 10% negra, y cuyos habitantes se enorgullecían de su igualita-
contratar a no-blancos para posiciones directivas, profesionales o téc- rismo y su amplitud de miras social, la periodista descubrió que los
nicas; para trabajos funcionariales; e incluso para empleos de bajo negros estaban completamente ausentes del empleo comercial y de
nivel en el comercio minorista. En uno de estos análisis, realizado con servicios. De 2.000 camareros y 500 mujeres del servicio de limpieza
gerentes de recursos humanos de compañías venezolanas, todos los de hoteles que pertenecían al sindicato de camareros, ni uno sólo era
entrevistados insistieron en que ellos no consideraban la categoría negro o mulato. De 4.000 conductores y revisores en las dos mayores
racial cuando contrataban empleados. Sin embargo, al prestar aten- compañías de autobús de la ciudad, 10 eran negros. De los 1.600
ción a los requerimientos para el empleo de cuello blanco en esas empleados en las tres mayores tiendas de Montevideo, uno era negro.
empresas, los mismos individuos especificaban siempre «buena pre- Y de los 7.000 barberos y estilistas de la ciudad, ni uno era afrouru-
sencia» como el requisito más importante, una expresión que en Vene- guayo. Un representante de la asociación profesional de peluqueros
zuela (como en casi toda Latinoamérica) se considera habitualmente explicó por qué: los aspirantes a peluqueros tenían que ser «jóvenes,
que significa «blanco», y que los mismos directivos definieron en tér- finos, delicados. Puede buscar: yo le aseguro que en ninguna peluque-
minos de pelo y color de piel. Es más, los investigadores notaron que ría encontrará nunca un negro». Behrens concluía preguntándose
«[los directivos J no pudieron disfrazar sus tendencias negativas y de sobre cómo podría ascender socialmente la gente de color, si incluso
rechazo hacia las personas negras, al momento concreto de responder estas posiciones laborales no cualificadas les estaban vedadas:
las preguntas. Al parecer la carga afectiva del prejuicio se imponía a su
deseo de dar la imagen de sujeto desprejuiciado» 81 • ¿Habrá que imaginar que el cliente que no se deja cortar el pelo por un
Al tratar con las agencias de empleo, muchas empresas latinoame- negro le permitirá sin embargo que le practique una operación quirúrgi-
ricanas indican explícitamente que no aceptarán aspirantes no-blancos ca? ¿ Qué si no admite que lo sirva a la mesa, que le cobre el boleto en los
para las posiciones de cuello blanco. A pesar de que las leyes de ómnibus, que lo reconvenga como policía o le ofrezca telas como emple-
muchos países prohíben estas prácticas, no se sabe de ninguna agencia ado de tienda, lo admitirá después como gerente del hotel, gerente deban-
co, general o diputado? Si los negros tienen cerradas las puertas de los
de empleo de la región que alguna vez haya rechazado peticiones de
puestos subalternos, debe existir toda una larga cadena de prohibiciones
tácitas que les impedirá elevarse económicamente, prosperar, cultivarse,
educarse 83 .
80. Hasenbalg, «Negro na indústria», 116.
81. Rodríguez D. y Viscuña L., «Discriminación racial», 136-137; ver también 78-
91. El significado racial de «buena presencia» aparece sugerido en un incidente de 1991,
en el que una agencia brasileña de empleo publicó un anuncio para encontrar un encar- 82. Ver por ejemplo Dawkings, «Condiciones laborales»; Andrews, Blacks and
gado de taller. Cuando los activistas negros protestaron por la especificación del anun- Whites, 166-171; Graceras, «Informe preliminar», 23-25; Merino, Negro en la sociedad,
cio de que los aspirantes debían ser blancos, el director de la agencia respondió que 60-66.
«hubo un error en el anuncio. Aparecía la exigencia de color blanco, cuando debería ser 83. Alicia Behrens, «La discriminación racial en el Uruguay», Marcha (15 de junio
buena apariencia» («Anúncio racista vira caso de polícia», Estado de S. Paulo, 2 de abril de 1956, 9); ver también Alicia Behrens, «¿Cuál es la situación de los negros en el Uru-
de 1991). guay?», Marcha (4 de mayo de 1956, 10).
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La información censal de Brasil sugiere que a pesar de la aproba- buscado refugio, históricamente, en el empleo proporcionado por el
ción de la ley federal anti-discriminación en 1951, la discriminación estado. Incluso durante los años del boom exportador, el período de
laboral en realidad se incrementó durante los sesenta y los setenta. Los más alta exclusión racial en la región, el empleo público fue uno de los
investigadores que an.alizan esos datos determinan la diferencia entre pilares de las clases media y trabajadora negras, cuyos miembros a
salarios pagados a negros y blancos que hacen una tarea similar, y des- veces podían obtener empleos en el gobierno a cambio de votos y apo-
pués toman en cuenta qué parte de esa diferencia puede ser estadísti- yo político 85 • Con la expansión de los servicios sociales durante el
camente explicada por diferencias «de composición» en cuanto a edad, populismo y la intervención del estado en la economía nacional, la
experiencia laboral, educación, etc., entre ambos grupos. A continua- cantidad de esos trabajos creció exponencialmente en la segunda
ción, atribuyen a la discriminación el resto de disparidad salarial no mitad del siglo XX, y el compromiso del populismo con el igualitaris-
explicada por esos factores. De acuerdo a estos estudios, en 1960 la mo racial, combinado con la necesidad continua de cimentar el apoyo
discriminación determinaba entre el 16 y el 17% de la diferencia de electoral entre los votantes no-blancos, hizo del empleo público uno
renta entre hombres trabajadores blancos y negros. Para 1980 la pro- de los puntales de la clase media negra. En la región colombiana del
porción de la diferencia salarial atribuible a la discriminación se había Chocó, la burocracia estatal y las escuelas públicas proporcionaron
doblado, hasta llegar al 32%. Mientras que la diferencia salarial virtualmente las únicas posiciones de cuello blanco a las que podían
negro/blanco había disminuido entre los trabajadores de cuello azul, acceder los afrocolombianos. En la ciudad portuaria costarricense de
ésta se había incrementado en las ocupaciones funcionariales, directi- Limón, la compañía pública de los muelles JAPDEVA resultó ser tan
vas y profesionales. En 1960 el trabajador blanco medio con un accesible para los aspirantes negros, que los costarricenses blancos
empleo de cuello blanco ganaba un 70% más que su par negro o mula- empezaron a referirse a ella sarcásticamente como BLACKDEVA
to; para 1980 esa diferencia se había incrementado al 80%. Lo mismo (aunque de hecho, sólo una minoría de los trabajadores de la empresa
sucedía con las mujeres que trabajaban: las mujeres blancas con un eran afrocostarricenses). En Uruguay, un estudio de asalariados afrou-
empleo administrativo ganaban de media un 50% más que sus contra- ruguayos a finales de los setenta constató que todos y cada uno de los
partes afrobrasileñas en 1960, y un 60% más en 198084 • trabajadores administrativos de cuello blanco entrevistados era un
En ausencia de datos comparables para otros países latinoamerica- empleado público. «Para los negros», afirmaba uno de ellos, «es tan
nos, es imposible saber si la discriminación y la desigualdad siguieron importante obtener un empleo público como para los blancos un títu-
trayectorias similares en otros lugares de la región. No obstante, bas- lo universitario» 86 •
tantes indicadores sugieren que las barreras raciales como mínimo No obstante, los recursos del Estado por sí solos han sido insufi-
siguieron intactas en el período de posguerra, si no es que empeoraron cientes para elevar el estatus social de la población negra. Y el fracaso
en sus efectos. Uno de tales indicadores es el conjunto de investiga- de los gobiernos populistas en eliminar de raíz las prácticas discrimina-
ciones realizadas en prácticas de contratación discriminatorias, pre- torias del sector privado significa que existen obstáculos formidables
viamente discutidas. Otro es la alta concentración, en toda Afro-Lati- para el avance de los afrolatinoamericanos que todavía están en plena
noamérica, de los trabajadores de la clase media negra en el sector vigencia. Estos obstáculos, a su vez, producen un tercer indicador de la
público. Al denegárseles un acceso igualitario a los empleos del sector discriminación racial: los sueños truncados y las ambiciones frustradas
privado, los afrolatinoamericanos en proceso de ascenso social han
85. Debemos notar _que una cuestión básica para los tres partidos negros de princi-
pios del siglo XX -el Partido Independiente de Color, el Frente Negra Brasileira y el
84. Silva, «Updating the Cost»; Telles, «Industrialization»; Lovell y Wood, «Skin Partido Autóctono Negro- fue el igual acceso al empleo público. Ver capítulo 4.
Color». Datos del censo de 1991 indican que después de haberse doblado entre 1960 Y 86. Ignacio Castillo, «El umbral de color», SIC (Caracas, febrero de 1982, 59); Fer-
1980, los indicadores de discriminación se incrementaron todavía más entre 1980 Y nández Esquive! y Méndez Ruiz, «Negro 'en la historia», 239; Wade, Blackness and
1991. Lovell, «Regional Labor Market». Race Mixture, 118-122; Graceras, «Informe preliminar», 12, 18.
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de los afrolatinoamericanos, quienes mediante la educación y el traba- Fueron los inicios de la movilidad social ascendente en los cincuenta
jo se han preparado para avanzar socialmente, pero de nuevo hallan las y los sesenta los que desencadenaron los incidentes que llevaron a las
barreras de la discriminación racial. Este tema surge una y otra vez en leyes anti-discriminatorias de esos años, aunque dichas leyes tuvieron
las entrevistas con afr.olatinoamericanos con educación superior: cómo poca efectividad en reducir la resistencia blanca al avance negro. Esto fue
casi tuvieron que resignarse frente a los obstáculos que hallaron, o bien en buena parte porque la resistencia era muy poco visible y abierta, lo
cómo algunos tuvieron que hacerlo. Un periodista afrobrasileño que la hacía muy difícil de detectar y castigar. De hecho, los efectos y las
recuerda cómo «mis hermanos, ya medio cansados y acomodados a la consecuencias de la discriminación racial pueden ser tan esquivos y difí-
situación, no entendían por qué yo trabajaba por la mañana en la feria ciles de definir que muchos afrolatinoamericanos no saben con certeza si
y después iba a estudiar. ¿Estudiar para qué, si no sirve para nada?, me esta discriminación existe, y si en realidad han sido víctimas de ella. Sin
decían». Una mujer afrouruguaya entrevistada a mitad de los cincuen- embargo, en los setenta suficientes afrolatinoamericanos que ascendían
ta recuerda cómu «me creé un complejo de inferioridad entre los com- socialmente se toparon con las barreras de la resistencia blanca como
pañeros de trabajo. Ellos sabían que estudiaba y decían: "Esa negra que para llevarles a concluir que el populismo, basado en la clase social, tenía
estudia se cree que va a llegar a algo"». Otra informante afrouruguaya pocas probabilidades de acabar por sí solo con las lacras de los prejuicios
recuerda una amiga cuyos compañeros de clase la desanimaban cons- y la discriminación, con siglos de historia a sus espaldas. En su lugar,
tantemente en su objetivo de continuar en la escuela: «"Mirá, a vos no pensaron que lo que necesitaban era un cuarto y final indicador de la per-
te conviene seguir. Si te recibís vas a tener dificultades. ¿Cómo vas a manente discriminación en la región: nuevos movimientos «negros»
hacer para trabajar en tu profesión siendo de color?" Tanto se lo dije- dirigidos a combatir los obstáculos raciales que impedían la plena inte-
ron que se desmoralizó y dejó de estudiar» 87 • gración de los afrodescendientes en la vida nacional.
Frente a estos obstáculos, los logros de los millones de afrolatino-
americanos que tuvieron éxito en dejar el mundo del empleo de cuello
azul para ingresar en el de cuello blanco impresionan bastante más. Sin ENNEGRECIENDO
embargo, cuanto mayor fue el número de afrolatinoamericanos que
aspiraban a competir por un empleo de clase media, mayor era tam- «Ya somos muchos los profesionales negros», notaba el funciona-
bién el número de aspirantes blancos amenazados por esa competi- rio público afrocostarricense Garret Britton en 1974, «que por nues-
ción, y cuanto mayor era el nivel de resistencia blanco, como observa- tra .capacidad y dedicación al trabajo comenzamos a competir por los
ba el sociólogo brasileño Florestan Fernandes a finales de los setenta: meJores puestos y comenzamos a sentir la oposición». Britton propu-
so crear una «asociación profesional afrocaribeña» que representara
Cuando los negros y los mulatos demuestran que no sólo son capaces de l~s intereses de los graduados universitarios negros, y que les prote-
competir, sino que están dispuestos a ello, la situación se redefine. Es en giera de los prejuicios y la discriminación 89 • Esta asociación costarri-
ese momento cuando se da una proporción muy grande de blancos que se cense ~o se formó hasta 1991 90 • Pero en otros países los estudiantes y
comportan realmente de una forma democrática y aceptan la competencia profes10nales afrolatinoamericanos se unieron en los setenta y los
[con los negros]. Pero existe también otro tipo de blanco que, en esa con- ochenta para crear organizaciones latinoamericanas análogas al movi-
frontación, entra en estado de pánico, y pasa a verse a sí mismo y a la civi- miento por los derechos civiles de Estados Unidos.
lización amenazados ... No es un grupo tan pequeño como se cree, y crea
problemas muy graves para la competitividad de negros y mulatos, ya que
encuentra diversos modos de disimular esa resistencia88 . 89. «¿Gobierno contra negros?», La República (San José, 27 de junio de 1974).
90. El Grupo de Empresarios y Profesionales Afrocostarricenses, creado a iniciati-
87. Costa, Pala, crioulo, 94; Carvalho-Neto, Estudios afros, 231-232. va de la educadora negra Eulalia Bernard. «Los negros se organizan», Contrapunto
88. Citado en Andrews, Blacks and Whites, 169. (San José, diciembre de 1991, 44-46).
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Este parecido no era accidental. En el transcurso del siglo XX, l.os no al gobierno civil. En Panamá, el militar populista Ornar Torrijas,
afrolatinoamericanos con educación y activos políticamente tendie- que tomó el poder en 1969 y negoció los Tratados del Canal de Pana-
ron a prestar mucha atención al estado de las relaciones raciales en má de 1977 con Estados Unidos, reclutó abiertamente el apoyo políti-
Estados Unidos. Cu.;tndo las organizaciones afroamericanas por los co de lo~ panameños antillanos, y apoyó la movilización negra. Y en
derechos civiles empezaron a desmantelar la segregación en los cin- Colombia, los esfuerzos para negociar la paz con las guerrillas del país
cuenta y los sesenta, y después siguieron adelante ha~ta consegui~ }ª en los ochenta, y luego la reestructuración del sistema político expre-
implementación de políticas de igualdad de oportumdades Y acc10n sada en la Constitución de 1991, generaron oportunidades para que
afirmativa en los setenta, los afrolatinoamericanos que intentaban los grupos de afrocolombianos pudieran acceder a las deliberaciones a
combatir la ardua oposición blanca a su avance social tomaron nota de nivel nacional.
ello. El resultado, en buena parte de Afro-Latinoamérica, fue una súbi-
Éste fue particularmente el caso de los afrocostarricenses y afropa- ta escalada de las movilizaciones con contenidos raciales. Los casos
nameños anglófonos, algunos de los cuales, al estudiar o trabajar en más conocidos se dieron en Brasil, donde numerosas organizaciones
Estados Unidos durante los sesenta y los setenta, habían estado en surgieron en los setenta y ochenta. Un directorio preparado a finales
contacto directo con los movimientos por los derechos civiles y con el de los ochenta enumeraba 343 de estos grupos, la mayoría de ellos
Black Power en su momento de máxima influencia. En Panamá ese localizados en los estados de Sao Paulo, Río de Janeiro, Minas Gerais
contacto se reforzó todavía más por la presencia de soldados afro- Y. Bahía. Muchos d~ ellos eran escuelas de samba, academias de capo-
americanos en la Zona del Canal, quienes introdujeron a Martin ~ira ~ otras organizaciones culturales que decidieron adoptar una
Luther K.ing, Malcolm X y los Black Panthers a la cultura política identidad «negra» más politizada y unirse a la lucha por los derechos
local91 • Pero incluso en otros países donde los afrolatinoamericanos civiles. Otras eran organizaciones nuevas, creadas en respuesta al fer-
tuvieron poco contacto directo con Estados U nidos, los movim~e~tos mento de los, setenta y los ochenta, y explícitamente raciales en su
americanos se siguieron con gran interés por parte de los activistas orientación. Estas incluían el Movimento Negro Unificado, un movi-
locales, y sirvieron como modelos para la creación de organizaciones miento político a nivel nacional fundado en 1978; los «grupos negros»
políticas negras durante los setenta92 • o «comisiones negras» asociados a los partidos políticos; el Grupo de
Las luchas de liberación negras en el África portuguesa y en Sud- Uniao e Conciencia Negra, una organización nacional asociada con el
áfrica también inspiraron a los movimientos afrolatinoamericanos de ala izquierda de la Iglesia católica; instituciones culturales y educativas
los setenta, igual que las condiciones políticas internas en América como el Centro de Cultura e Arte Negra en Sao Paulo y el Instituto de
Latina. En Brasil, la creciente oposición a la dictadura militar y el Pesquisa das Culturas Negras en Río de Janeiro; los blocas afros de
retorno gradual al gobierno civil a finales de los setenta y principios ~e Salvador, nuevas organizaciones carnavalescas que combinaban la
los ochenta, crearon una «abertura» para la movilización de un amplio ~úsica y la diversión con un mensaje de avance comunitario, autoes-
abanico de movimientos de oposición, incluyendo un movimiento tima y una mayor dedicación a promover la cultura africana y afro-
negro por los derechos civiles. Lo mismo aconteció en Uru~uay, don- brasileña93 •
de la dictadura militar acabó en 1985, año en que se produjo el retor- Ningún otro país latinoamericano produjo un torrente de movili-
zación negra tan impresionante como el de Brasil. Aunque eso no es
muy sorprendente, dado el hecho de que ningún otro país latinoame-
91. Entrevista con Quince Duncan (Heredia, Costa Rica, 7 de julio de 1994); ricano tiene una población negra o mulata de un tamaño siquiera cer-
Gerardo Maloney, «El movimiento negro en Panamá», La República (Panamá, 10 Y 17
de agosto de 1980, 2-F); Conniff, Black Labor, 165; «Los 500 años y los negros pana-
meños», La Prensa (Panamá, 9 de octubre de 1992, 6A). 93. Damasceno et al., Catálogo de entidades; ver también Lindsey, Afro-Brazilian
92. Wade, «Cultural Politics», 343; Hanchard, Orpheus and Power, 88-91. Organization Directory.
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299

cano a la de Brasil. Además, el país latinoamericano con la tradición


más fuerte de movilización política negra, Cuba, era gobernado
durante este período por un partido comunista que no permitía nin-
gún tipo de organización política fuera de la estructura oficial del par-
tido, especialmente ninguna que pudiera dividir a la sociedad cubana
con criterios raciales. No obstante, incluso en Cuba se formaron gru-
pos de estudios negros en 1974 y 1975 para dialogar sobre la literatu-
ra producida por escritores, académicos y activistas africanos y afroa-
mericanos. Estos grupos fueron reprimidos por la policía, y no
volverían a surgir94 • En otros países latinoamericanos, donde la liber-
tad para la movilización era mucho mayor, los afrolatinoarnericanos
se unieron para formar organizaciones similares a las de Brasil, aunque
menores en número.
Después de Brasil, en términos tanto de cantidad corno de impacto
político, está la movilización negra en Colombia. En este caso, las
organizaciones negras también se formaron durante los setenta: el
Centro para la Investigación y el Desarrollo de la Cultura Negra, en
Bogotá; el Centro de Estudios e Investigaciones Frantz Fanon, tam-
bién en Bogotá; Cimarrón, que empezó corno un grupo de estudian-
tes negros de la costa del Pacífico que cursaban estudios universitarios Figura 5.3. Estandarte de carnaval bloca aíro lle A' , ,
estandarte conmemora el 300 , ' . d 1 ' d iye, Bahia, 1995. Este
arnversano e 1a est · , d 1 ·¡ b
en la ciudad de Pereira; y otras. Durante los ochenta, a estas entidades Pa1mares (esquina superior iz uie d . . rucc10n. e qui om o de
del ámbito urbano se les unieron asociaciones regionales y comunita- zaciones de resistencia negra qEl r ~)? y lla h1st?na cen~enana de las «organi-
'd . ». ongma es ro¡o am 11 bl
rias que representaban a los campesinos y silvícolas afrocolornbianos m1 e aproximadamente 1 X 1 30 C -'d' . 1' . ,an o, negro y aneo, y
, m. 1e 1to. co ecc1on del autor.
de la costa del Pacífico. Si los movimientos urbanos se orientaban pri-
mariamente hacia cuestiones de discriminación y desigualdad, los dos~:.~ena ¡11edid~ ?ºm?, resultado de los lazos de Panamá con Esta-
afrocolornbianos del ámbito rural intentaron establecer sus derechos 1 os, a rnov1hzac10n negra empezó en ese país algo anterior-
de propiedad sobre la tierra tropical que históricamente habían poseí- mente que en Colomb' A d' d d
. . ia. me ia os e los sesenta un activista de
do cornunitariarnente, en lugar de individualmente, y sobre la cual no ascendencia antillana Walter Smith , 1M . .
- d 1 , , creo e ov1m1ento Afro-Paname
solían tener un título formal de propiedad. A consecuencia de la pre- n:, m~ .~ ad; explícitamente sobre la base del movimiento por los dere~
sión política de estas organizaciones, la Constitución colombiana de c os :,1v1 es e Estados Unidos. En 1968, algunos profesionales afro a-
1991 incluyó varios artículos que reconocían y protegían los derechos ~a;enos ~rearon ~,os organizaciones de clase media en Colón y Ciudad
a la tierra, y la integridad territorial y cultural de las comunidades de e an~ma: la Umon Afro-Panameña y la Asociación Afro-Panameña
campesinos negros 95 • res~ect1vamente .. A principios de los setenta las tres organizacione;
ha;1an ~e;~arec1do para ser reemplazadas por la Asociación Reivindi-
94. Moore, Castro, the Blacks, 313-316. ca! oraOeb egro Pa~a?1eño (ARENEP) y la Asociación de Profesio-
95. Wade, «Cultural Politics»; Arocha, «Negros y la nueva constitución». Para ver na es, reros y D1 d A d .
una lista de casi 90 organizaciones afrocolombianas,.. ver Wade, «Lista de organizacio-
A b . ngentes e scen enc1a Negra (APODAN)
nes». Sobre los aspectos raciales y étnicos de las reformas constitucionales recientes en 't m .~s ent1;ades estaban respaldadas e impulsadas por el régimen d~
América Latina, ver Van Cott, Friendly Liquidation. orr1Jos, y esempeñaron un papel importante en la movilización del
300 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 301

apoyo negro tanto para Torrijos como para los tratados del Canal. Pos- de Educación para crear un Día del Negro Costarricense anual,
teriormente fueron víctimas de disputas y divisiones internas, y estaban durante el cual se enseñan en las escuelas del país la cultura y la histo-
prácticamente acabadas cuando Torrijos murió, en 1981. Las nuevas ria negras 99 •
organizaciones creadas durante el régimen autoritario de Manuel Nor- En el impulso y el desarrollo de estos movimientos, los activistas
iega, en la década de i'980 -el Centro de Estudios Afro-Panameños, el negros no sólo se dirigieron a un público local, también actuaron a
Museo Afro-Antillano y los tres Congresos Nacionales del Negro nivel internacional. Desde 1977, los activistas y organizadores negros
Panameño- tendían a concentrar su acción en temas más culturales celebraron una serie de encuentros y congresos internacionales -en
que políticos. Con la vuelta a la democracia electoral en los noventa, Colombia en 1977, Panamá en 1980, Brasil en 1982 y 1995, Ecuador en
estas organizaciones pusieron de nuevo en el punto de mira las espino- 1984 y Uruguay en 1994- en los que exploraron los obstáculos
sas cuestiones de la discriminación racial y el papel de los antillanos (los c.omunes que encontraban, así como las tácticas y estrategias necesa-
descendientes de tercera·y cuarta generación de los inmigrantes de las nas para vencer1os 100 . A part1r
· de estos encuentros se cayó en la cuen-
Indias Occidentales que vinieron a Panamá a principios del. siglo XX a ~a de que algunas instituciones de fuera de la región podían ser una
construir el Canal) en la comunidad nacional 96 • importante fuente de apoyo político y financiero. Algunas fundacio-
Incluso en países con comunidades negras relativamente pequeñas, ~es n01'.teameri~anas y europeas dedicadas a la promoción de la justi-
los setenta y los ochenta fueron un período de fermento y agitación cia soCial y raCial, así como el Banco Interamericano de Desarrollo
racial. En Perú, la Asociación Cultural de la Juventud Negra, el Insti- como parte de su misión de impulsar la «inclusión social», proporcio~
tuto de Investigaciones Afro-Peruano y el Movimiento Negro Fran- naron. bec.as y préstamos para la defensa de los derechos negros y las
cisco Congo esponsorizaron investigaciones, conferencias, cursos y orgamzaciones de desarrollo cultural y comunitario. Al buscar lazos
debates públicos sobre la población negra del Perú. El trabajo conti- más estrechos con sus miembros negros y mulatos, y en respuesta a la
nuó en los noventa, con la Agrupación Palenque y la Asociación Pro- presión interna de su ala política izquierda (la de la Teología de la
Derechos Humanos del Negro 97 • En Uruguay, la principal organiza- Liberación), la Iglesia católica creó Pastorales Negras por toda la
ción negra de los años cuarenta y cincuenta, la Asociación Cultural y región, las cuales trabajaron codo con codo con las organizaciones
Social Uruguay, siguió activa en los setenta y los ochenta. En 1989 un negras locales. Finalmente, algunos movimientos negros se alinearon
grupo de miembros jóvenes se retiró de ACSU para formar una orga- con .las políticas antirracistas de Naciones Unidas, y las usaron para
nización nueva, Mundo Afro, con una orientación más politizada98 • pre~10nar a sus go?iernos. Un informe de 1996 sobre discriminación y
En Costa Rica, algunos profesionales y estudiantes universitarios de desigualdades raciales en Brasil de la Comisión de Derechos Huma-
San José crearon varios grupos de estudios negros a mediados de los nos de la ONU fue una herramienta importante para convencer al
setenta, y en 1978 organizaron el Seminario Nacional sobre la Situa- presidente Fernando Henrique Cardoso de añadir propuestas de
ción del Negro en Costa Rica, en donde académicos, políticos, inte-
lectuales e incluso el presidente Daniel Oduber se reunieron para
99. «Centros educativos darán a conocer cultura del negro», La Nación (San José,
debatir acerca de las condiciones de la población negra del país. Varios 27 de octubre de 1980, 8ª); «Día del negro costarricense», La República (San José, 31 de
grupos de conciencia negra se formaron durante el evento, y el sindi- agosto de 1983); Purcell, Banana Fallout, 162. En el año 2000 Panamá estableció un Día
cato de profesores de Costa Rica presionó exitosamente al Ministerio de la Etnia Negra simila1; a celebrar el 31 de mayo. Corinealdi, «Black Organizing» 98-
102. ,
.1 OO. Davis, «Postscript», 362-369. La comunicación transnacional entre las organi-
96. Corinealdi, «Black Organizing»; Maloney, «Movimento negro en Panamá»;
Conniff, Black Labor, 165-169; Primer Congreso, «500 años».
zac10~es. negrasfu: enormemente facilitada por el surgimiento de Internet y el correo
electromco en la decada de 1990. Para una introducción a los recursos en Internet sobre
97. Luciano y Rodríguez Pastor, «Peru», 281-282. Afro-Latinoamérica, ver la página web de la diáspora africana en el Latín American
98. Organizaciones Mundo Afro, Informe, 7-9; Ferreira, Movimiento negro en Network lnformation Center, <http://lanic.utexas.edu/la/region/african> (20 de junio
Uruguay. de 2002).
302 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 303

acción afirmativa al Programa Nacional de Derechos Humanos. Un centenario de la abolición, en 1988. A un nivel sin precedentes en la
informe similar de la ONU para Uruguay en 1999 llevó a la adminis- historia de América Latina, funcionarios del Estado, universidades, la
tración del presidente Jorge Batlle a reconocer oficialmente la existen- prensa nacional y la Iglesia católica reconocieron la existencia de des-
cia de discriminación racial en ese país y, como en Brasil, a proponer igualdades raciales en la sociedad brasileña, y se posicionaron a favor
medidas de acción afi~mativa para combatirla. En 2001 la Conferencia de adoptar medidas que pusieran a la población afrobrasileña al mis-
Mundial contra el Racismo de Durban (Sudáfrica), renovó las fuerzas mo nivel socioeconómico que la población blanca. Una ley antidiscri-
de las organizaciones negras de la región, y colocó más presión sobre minatoria bastante reforzada fue añadida a la Constitución de 1988, y
sus gobiernos nacionales. En Brasil, la administración de C~rdoso se aprobaron leyes locales en Río de Janeiro, Sao Paulo, Salvador y
creó el Consejo Nacional para Combatir la Discriminación, e imple- otros estados. Una nueva agencia federal, la Fundación Palmares, fue
mentó programas de acción afirmativa en los Ministerios de Desarro- creada para canalizar recursos federales hacia la población negra, e ins-
llo Agrario, Justicia y Relaciones Exteriores. En Panamá, el Congreso tituciones similares emergieron en muchos estados y municipios. En
aprobó un estatuto f edera1anti'd'1scnmmatono
' · ' 101 . . . . 1996, como parte de su Programa Nacional de Derechos Humanos, el
Estas propuestas y concesiones gubernamentales denotan el irnc10 presidente Cardoso propuso la implementación de «políticas com-
de un auténtico «cambio de paradigma» en cómo los latinoamericanos pensatorias para la promoción social y económica de la comunidad
piensan los temas raciales. Los intelectuales de la democracia racial en negra», incluyendo «discriminación positiva» y «acciones afirmati-
las décadas de 1930 y 1940 aseguraron a sus conciudadanos que Amé- vas» dirigidas a incrementar el acceso negro a la educación y el
rica Latina era racialmente igualitaria, y que estaba libre de los prejui- empleo. Aunque estas propuestas nunca fueron aprobadas por el
cios y la discriminación que desfiguraban la vida social en Estados Congreso, en 2001 algunas agencias gubernamentales, universidades y
Unidos. Durante muchas décadas los latinoamericanos, incluyendo a empresas privadas empezaron a instituir sus propios programas de
muchos latinoamericanos negros y mulatos, habían creído y aceptado acción afirmativa al reservar posiciones para estudiantes y empleados
este mensaje. Pero a medida que la evidencia que lo refutaba se acu- negros 1°3.
mulaba en la vida de los afrolatinoamericanos, estos finalmente exigie- Pero lo cierto es que si bien Brasil constituye el caso más notable de
ron que las sociedades de la región reconocieran que la democracia intento de reparación de los problemas raciales, también muestra a la
racial era en realidad un mito 102 . vez las limitaciones de estos esfuerzos. La ley anti-discriminación de
En Brasil, Colombia, Costa Rica y Panamá, los activistas negros 1988 generó una ola de casos en los tribunales, pero hasta 1995 las sen-
tuvieron éxito en obligar a sus sociedades a reconocer la existencia de tencias que la aplicaban podían «contarse con los dedos de una sola
racismo y discriminación anti-negros, y a empezar al menos a actuar 104
mano» • Los presupuestos y el personal con que contaba la Funda-
contra estos problemas sociales. Donde este proceso está más avanza- ción Palmares y otras agencias estatales y municipales dedicadas a
do es en Brasil, como se pudo ver durante las conmemoraciones por el temas negros han resultado inadecuados para llevar a cabo sus objeti-
vos de manera eficiente, y aunque las propuestas del presidente Car-
101. «ONU denuncia discrimina<;:ao racial no país», Con-eio da Bahía (30 de abril de doso de llevar a cabo «políticas compensatorias» fueron ampliamente
1996); «Comité de la ONU señala omisiones del gobierno uruguayo», Brecha (1 ?e oct:1.1-
bre de 1999); Organizaciones Mundo Afro, Rarismo, 10; <http://www.m¡.gov.br/
debatidas en la sociedad brasileña, e incluso adoptadas fragmentaria y
sedh/Cncd/index.htm> (16 de octubre de 2002); Corinealdi, «Black Organizing», 108,112.
102. Para trabajos de activistas afrolatinoamericanos que señalan esta cuestión, .ver
Santos, O que é o racismo; Nascimento, Genocídio do negro; Moura, O negro; Sm1th- 103. Andrews, Blacks and Whites, 218-233; Maggie, Catálogo; Contins, Visi5es da
Córdoba, Cultura negra; Mosquera, Comunidades negras; Montañez, Rammo oculto; abolir;ao; Presidencia da República, Programa Nacional, 29-31; Telles, Race in Another
Duncan y Powell, Teoría y práctica; Moore, Castro, the Blacks; Barrow, No r:ze pidas; America, 56-73; Htun, «From 'Racial Democracy'».
Rodríguez, Historia de los afrouruguayos y Racismo y derechos humanos; Gmmaraes y 104. «Racismo nao vé a cor da condena<;:ao», Tribuna da Bahia (19 de octubre de 1995);
Huntley, Tirando a máscara. «A popula<;:ao negra precisa ser indenizada», Tribuna da Bahia (2 de agosto de 1995).
304 AFRO-LATINOAMÉRICA, 1800-2000 EMPARDECIENDO Y ENNEGRECIENDO, 1930-2000 305

puntualmente, la opinión pública siguió muy dividida en esta cues- de las familias negras; cuestiones de salud femenina; y, lo más importan-
tión, tanto entre blancos como entre negros 105 • te, la devastadora «triple discriminación» -clase, género y raza- que
Si éste fue el caso en Brasil, sede del más importante y mayor movi- casi todas las mujeres negras o mulatas afrontan. Crecientemente frus-
miento de Afro-Latinoamérica, ¿qué pasó en otros países en donde los tradas por la falta de interés de las organizaciones de mayoría masculina
movimientos negros ~ran menores y menos exitosos? Como muchos en afrontar estas cuestiones, en los ochenta y los noventa muchas muje-
afrocostarricenses se han preguntado, ¿para qué sirve un Día del res o se retiraron de los movimientos negros o crearon sus propias orga-
Negro Costarricense si la cultura y la historia negras se ignoran los nizaciones a parte: Geledés, Casa Dandara, Nzinga y Criola en Brasil; la
otros 364 días del año? En Colombia, los activistas negros se enorgu- Unión de Mujeres Negras de Venezuela; la Fundación Socio-Cultural
llecen de la conquista de la protección institucional de las tierras ocu- Afro-costarricense en Costa Rica; el Encuentro de Mujeres Negras en
padas por comunidades negras (así como del impulso de la investiga- Panamá; y otros. En paralelo a los congresos regionales de organizacio-
ción y la enseñanza en historia y cultura negras a nivel federal), pero nes negras dominadas por hombres, estas organizaciones celebraron sus
temen que a medida que el desarrollo económico llegue a las tierras propios Encuentros de la Mujer Negra a nivel internacional, en la Repú-
costeras del Pacífico las leyes no se cumplan adecuadamente, y que las blica Dominicana en 1992 y Venezuela en 1993 1º7•
familias negras pierdan así las tierras en las que han cazado y llevado a La propia cuestión racial ha sido un segundo obstáculo que ha
cabo actividades agrarias y mineras durante varias generaciones 106 • impedido que los movimientos negros alcanzaran la audiencia que
Además, en Venezuela, Ecuador, Perú y otros países, los activistas ni buscaban. A finales del siglo XX la mayoría de los afrolatinoamerica-
siquiera pueden reclamar leyes o programas comparables a los insti- nos se identificaban a sí mismos como personas de raza mixta, o inclu-
tuidos en Brasil y Colombia. so como blancos, más que como negros. Los activistas afrolatinoame-
Aunque los movimientos por los derechos civiles negros tuvieron ricanos han insistido en que este escape de la negritud es algo
éxito en reformular los términos del pensamiento y el debate racial en puramente ilusorio, y en que los pardos están tan sujetos al prejuicio
la región, en su mayor parte no alcanzaron los resultados, en términos y la discriminación racial como los negros. En el caso de Brasil, esta
de políticas públicas, que buscaban obtener. Tampoco fueron capaces conclusión emergió de investigaciones estadísticas, que mostraron
de reducir significativamente las desigualdades, el prejuicio y la discri- que los mulatos eran sólo ligeramente menos vulnerables que los
minación que pretendían eliminar. Estas derrotas pueden, a su vez, negros a las desigualdades raciales en ingresos, éxito vocacional, espe-
vincularse a la incapacidad de los movimientos para movilizar a los ranza de vida y otros indicadores sociales 108 • Los activistas, en conse-
potenciales militantes negros y mulatos que decían representar, y esa cuencia, reclamaron a la gente de color que rechazara las tentaciones
incapacidad es a su turno vinculable a las divisiones de género, raza y de la condición de mulato (y de blanco) y «asumiera», usando el tér-
-quizá la más importante de ellas- clase que dividen a esta potencial mino brasileño, su identidad de negro.
militancia. Miles de afrodescendientes optaron por dar el gran paso de unirse
Aunque los movimientos negros incluyeron y recibieron con agrado a los movimientos negros, pero decenas de millones no lo hicieron.
a las mujeres en sus filas, su liderato fue siempre avasalladoramente mas- Unirse a ellos requería la decisión de aceptar la condición de ser negro,
culino. Las mujeres eran apenas admitidas en posiciones de autoridad o a menudo algo doloroso. Además, movilizarse por los derechos civi-
influencia y, como afirmaron muchas mujeres activistas, no se trataban
cuestiones que para las mujeres negras eran de una importancia funda-
107. Carneiro, «Black Women's Identity»; Casa Dandara, Triunfo da ideología;
mental: las desigualdades de género y las relaciones de poder en el seno U gueto, «Identidad cultural»; «En busca de identidad cultural», Panorama Internacio-
nal (Panamá, 3 de agosto de 1992, 32-33); Rojas, «Mujeres en movimiento»; Diagnosti-
co socioeconómico.
105. Telles y Bailey, «Políticas». 108. Ver por ejemplo Silva, «Black-White Income Differentials»; Silva, «Updating
106. Escobar and Pedrosa, Pacífico. the Cost»; Andrews, «Racial Inequality»; Lovell y Wood, «Skin Color».
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les y la igualdad racial requería confrontar y cuestionar la todavía Por todas estas razones, el público de negros y mulatos pobres y
poderosa ideología de la democracia racial, que insistía en que tal trabajadores al que las organizaciones negras se han dirigido declinó
igualdad ya existía. De hecho, los críticos del movimiento negro argu- mayoritariamente unirse o apoyar a los movimientos negros. En su
mentaban que no eran los empresarios y las elites blancas los culpables lugar, los afrodescendientes han continuado utilizando estrategias de
de racismo. En lugai- de ello, al insistir en la primacía de las identida- supervivencia y ascenso social basadas en la familia o el individuo,
des raciales e incitar al antagonismo y el resentimiento entre negros y como en los siglos pasados. Cuando han actuado colectivamente en
blancos, eran los mismos activistas negros los verdaderos racistas. movimientos o asociaciones, éstas se han basado más a menudo en
El obstáculo final que ha obstruido el trabajo de los movimientos categorías de clase (sindicatos, partidos políticos), de lugar de residen-
negros han sido las divisiones de clase entre los activistas y aquellos a cia (asociaciones barriales o comunitarias) o de credo (organizaciones
quienes pretendían movilizar. En toda Afro-Latinoamérica, los acti- y movimientos religiosos) que en categorías raciales.
vistas negros han tendido a ser o bien de un entorno social de clase Lejos de haber sido un proceso negativo, esta preferencia por for-
media o bien individuos exitosos socialmente que han adquirido edu- mas de organización no racial o multirracial es perfectamente cohe-
cación superior, en algunos casos universitaria. La militancia que han rente con la larga experiencia histórica de los afrolatinoamericanos y
buscado movilizar, sin embargo, ha sido mayoritariamente pobre y de con las condiciones políticas y económicas actuales. Los afrodescen-
clase obrera. Los prejuicios y la discriminación que los activistas de dientes han conseguido impactos más importantes en la política, la
clase media han sentido casi a diario eran mucho menos relevantes en economía y la sociedad de la región, y han conquistado más en térmi-
las vidas de los negros y mulatos de clase baja, para los que las cues- nos de reformas sociales, políticas y económicas cuando han actuado
tiones inmediatas de la supervivencia -alimentación, trabajo, asisten- colectivamente, mediante coaliciones multirraciales, que cuando lo
cia sanitaria, delincuencia, transporte, vivienda, agua y electricidad- han hecho con movimientos racialmente excluyentes. Los desafíos
eran mucho más acuciantes. Un discurso abstracto acerca de la necesi- actuales que los afrolatinoamericanos afrontan exigen estas coalicio-
dad de combatir el racismo y aceptar su identidad negra era poco útil nes en mayor medida que nunca, y las actuales condiciones políticas
o interesante para los negros pobres. Lo que ellos necesitan es asisten- ofrecen un marco inusualmente prometedor para crearlas.
cia con los problemas acuciantes de su vida diaria, y con el tiempo han
aprendido que las fuentes más viables para obtener tal asistencia no
son los débiles movimientos contra hegemónicos, sino las potentes
autoridades establecidas -las elites locales, los partidos y los políti-
cos, la Iglesia católica, los sindicatos-quienes pueden proporcionar
los beneficios concretos del patronaje, a cambio de lealtad y apoyo 109 •
Los movimientos negros no podían proporcionar protección o bene-
ficios comparables a los de las instituciones o los individuos podero-
sos. En cualquier caso, al poner en riesgo sus vínculos con patrones
poderosos, unirse o apoyar a los movimientos negros tenía el poten-
cial de empeorar en la práctica la situación de los afrodescendientes de
clase baja, más que de mejorarla.

109. Sobre la importancia de las relaciones de clientelismo y patronaje para los


pobres y la clase trabajadora negra, ver Scheper-Hughes, Death Without Weeping, 108-
127; Whitten, Black Frontiersmen, 163-166; Altez, Participación popular, 51-59.

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