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CLAUDIA ALEJANDRA MEDINA ORIHUELA

“EN BUSCA DE LA BUENA FORMA”

23 DE NOVIEMBRE DE 2019

METODOLOGÍA DE LA PSICOTERAPIA GESTALT

PATRICIA GARCÍA MARTÍNEZ

Zinker, J. (2013). En busca de la buena forma. Ed. Instituto Humanista de Sinaloa; México.
Diccionario de la Real Academia. (2014). Diccionario d la lengua española. Recuperado de: https://dle.rae.es/

Dedicarse a la psicoterapia, desde cualquier enfoque teórico, implica, por un lado, poseer una
compresión de los conceptos que estructuran cada perspectiva teórica sin importar cuál sea ésta y,
por otro, el conocimiento y manejo de una metodología que guiará la ruta a seguir dentro del
proceso terapéutico, independientemente de la demanda o demandas por las que el cliente acude a
nuestra consulta.

La psicoterapia Gestalt no es la excepción, posee una metodología que permite la comprensión


del paciente como un todo, en donde él y su ambiente están en constante intercambio y
comunicación. Desde esta postura fenomenológica se trabaja con la influencia del ambiente en el
cliente y viceversa. De allí que, la psicoterapia Gestalt es considerada por Zinker como un
sistema y, al mismo tiempo, un método para llegar a un entendimiento de la persona, mismo que
posiblemente genere un cambio a partir de la información que ha conocido de él o ella.

En ese sentido, el Diccionario de la Real Academia española define un sistema como el “conjunto
ordenado de normas y procedimientos que regulan el funcionamiento de un grupo o colectividad”
(2014), por lo que se hace referencia al conjunto de procedimientos que la terapia Gestalt
propone para un óptimo ejercicio práctico de sus conceptos dentro de la sesión terapéutica.

Por otra parte, un método es “un modo de hacer o decir con orden” (Diccionario de la Real
Academia, 2014), destacando el carácter estructurado en el queaser del terapeuta. Cabe destacar
que si bien la psicoterapia Gestalt da cabida al terapeuta de mostrarse tal cual frente al cliente,
como el ser humano que es en igualdad de condiciones humanas, ello no significa que el
terapeuta realice intervenciones a la ligera de manera improvisada, sino que es importante que
éste tenga presente los pasos a seguir durante una intervención para aumentar la probabilidad de
éxito durante su intervención en beneficio del cliente.

Los conceptos anteriores le dan a la psicoterapia Gestalt por una parte, un carácter serio y formal,
y por otra, al terapeuta un proceso adecuadamente estructurado y delimitado a seguir en sus
intervenciones para orientar la toma de conciencia del cliente, la comprensión de sí mismo y la
consecuente modificación en su ser, hacer y sentir hacia algo auténtico, permitiéndose el cierre de
una Gestalt y posteriormente la formación de una nueva.

Al respecto, es importante mencionar que una Gestalt es una entidad estructurada que es más que,
y al mismo tiempo, diferente a, sus partes. Es la figura que destaca sobre un fondo, una
experiencia de principio a fin con respecto al ciclo de interactivo que propone Zinker, mismo que
abordaré más adelante.

Indudablemente, el ser humano está constantemente vivenciando experiencias, algunas de corta


duración y algunas más prolongadas; experiencias que están en constante aparición en función de
las necesidades fisiológicas, emocionales y sociales del individuo, y que al mismo tiempo, están
cerrándose cuando han sido cubiertas de manera satisfactoria para el organismo. Al conjunto de
varias Gestalt se le denomina Gestalten.

Para Zinker, la formación y destrucción de Gestalten es un proceso estético, no simplemente


utilitario, es decir, la descripción del este proceso de formación-destrucción no solo es una
herramienta para una mejor comprensión del funcionamiento del cliente, sino que debemos
permitirnos utilizar la información para algo más que solo completar un proceso.

Sobre esta línea, resalta que las Gestalten completadas, o experiencias plenamente maduradas, de
las que se toma consciencia, se vivencian, asimilan y eventualmente se dejan marchar; son
fluidas, llenas de gracia, estéticamente placenteras y afirman nuestra propia dignidad como seres
humanos. Éstas poseen “una buena forma”. Por el contrario, las Gestalten incompletas, o
problemas no resueltos que se repiten una y otra vez, se perciben como tristes, feas y frustrantes
generando, la mayor parte de las veces, displacer estético.

El concepto de buena forma está basado, según Zinker, en el fluir suave de Gestalten
estructurándose y desestructurándose a través del proceso de toma de consciencia, movilización
de la energía, acción, contacto con la frontera interpersonal, cierre y retirada. Este proceso es
usualmente el estándar para medir la buena forma puesto que es difícil conceptualizar la “buena
forma” de manera concreta.

Desde la perspectiva Gestalt, las patologías son vistas como interrupciones en un proceso natural
que conduce a esfuerzos repetidos para resolver un problema que tienen éxito parcialmente, pues
la energía se “estanca”, y al mismo tiempo es un esfuerzo para hacer la vida más tolerable, más
“vivible”, menos desagradable. Es así que, un individuo estancado en un patrón particular no está
en “mala forma”, sino solo manifestando la mejor forma posible de que es capaz en ese punto en
particular del ciclo vital para continuar su existencia.

Ahora bien, estas respuestas repetitivas tiene una razón de ser en la actualidad, es decir, no
aparecieron así porque si en el individuo, sino que tienen su origen en experiencias o Gestalten
del pasado. Zinker afirma que las causas del comportamiento disfuncional en el presente son las
respuestas que representan la mejor solución posible a situaciones difíciles del pasado; son,
funcionales para aquel tiempo. Cuando dicho comportamiento se vuelve habitual e inconsciente,
aun cuando sea inútilmente para resolver los problemas del presente, se convierte en interrupción,
y resulta estéril para resolver los problemas presentes pues evita el aprendizaje de un
comportamiento nuevo y más funcional.

En ese mismo sentido, concuerdo con el autor al afirmar que usualmente nos orientamos a utilizar
herramientas que fueron funcionales en pasado para situaciones del presente pues he observado
que algunos clientes que llegan a mi consulta suelen utilizar la psicoterapia como un “recurso
final” ante sus situaciones de vida desagradables. Es frecuente que los clientes hayan ya intentado
alternativas de solución previas al momento de la consulta manifestado “ya no sé qué más hacer”,
palabras más palabras menos, y que vean en la psicoterapia uno de los últimos recursos para
resolver su conflicto.

Es por ello que la psicoterapia Gestalt se enfoca en intensificar la conciencia de las personas
sobre lo que hacen bien, mientras se les muestran las formas en que ellos mismos interrumpen y
bloquean su proceso durante el ciclo interactivo, es decir, la responsabilidad que tiene en cada
vivencia, cómo le hacen para que ésta se repita constantemente y cuál es la función que este
comportamiento tiene en la forma en que se conducen.
Durante la sesión, el terapeuta usa datos fenomenológicos para aprehender el comportamiento del
individuo como un todo y, en el proceso, a través de la presencia del terapeuta ante el cliente,
permite al éste último evocar figuras, imágenes y metáforas. Esto es lo que significa intuir al
individuo como un todo, estas metáforas e imágenes emergen de lo que se conoce como la masa
aperceptiva.

Con ello, el fenómeno que se desarrolla sobre el fondo del ciclo interactivo, evoca material que
forma una figura en el terapeuta, convirtiéndose éste en una especie de espejo para
retroalimentarle lo que es evocado en nosotros mismos, y al igual que un espejo, cuando gira en
una dirección diferente, la imagen cambia, no se estanca. En otras palabras, el terapeuta cumple
una función de devolución sobre el siguiente proceso: el cliente asiste a consulta, coloca sobre la
mesa las cartas de las cuales cada una contiene sus conflictos, malestares, dudas, quejas, ideas,
etc., el terapeuta hace su trabajo “observando” con sus sentidos y habilidades, o lo que Sinker
nombra la masa aperceptiva, intentando utilizar cada una de las cartas de tal manera que al
devolvérselas al cliente, éste pueda encontrar una organización o un orden entre ellas y de ésta
manera permitir el surgimiento de la buena forma y propiciar la toma de conciencia.

De esta manera, la metodología propuesta por Zinker se inclina por percibir al cliente como un
ser que piensa, actúa y siente en función de sus posibilidades actuales, y que generará un cambio
en la medida en que éste así lo necesite. U cambio que no precisamente debe ser completo o “de
180°”, como comúnmente se dice, sino que el cliente deberá darse cuenta que sólo basta con
hacer las “un poquito diferente”, para poder observar un bienestar en sí mismo.

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