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NOVOHISPANAS
Una de las fuentes de mayor riqueza histórica para comprender el valor que tuvo
la actividad femenina dentro de la sociedad novohispana son los documentos
expedidos por el Santo Oficio de la Inquisición en los procesos hechos a brujas y
hechiceras, ya que gracias a ellos se puede conocer parte de su vida diaria descrita en
las denuncias y averiguaciones a cargo de los comisarios e inquisidores.
Aún así ellas buscaron la manera de sobresalir y emprender actividades que les
dieron la oportunidad de superar las limitaciones que implicaba ser una mujer sola en
una sociedad netamente patriarcal, aunque de ello dependiera su libertad, ya que sus
actividades hechiceriles las llevaron hasta las cárceles secretas de la Inquisición.
Pero, al ser mujeres solas que no contaban con la custodia de un hombre que
vigilara su comportamiento, se veían como sospechosas, ya que la sociedad las tenia
constantemente en la mira, al pendiente de todas sus actividades esperando que
cometieran un error para poder acusarlas. Por otra parte, las mujeres que contaban con
el apoyo de un hombre no siempre vivan en condiciones óptimas, pues eran sujetos de
maltratos e infidelidad por parte de sus maridos, ya fueran ricas o pobres. La mayoría
de ellas sufría la violencia familiar; así que no conformes con la vida que le daba su
cónyuge, vieron en las practicas mágicas una solución a sus problemas familiares.
1
estaba fundamentada en los preceptos religiosos de la época, teniendo como
principales atributos la virginidad, la castidad, la espiritualidad y sobre todo la docilidad;
o sea estaba acorde al ideal masculino de lo que debía ser una mujer. La mayoría de
las mujeres en la Nueva España era analfabeta, pues el acceso a la educación estaba
restringido para ellas, porque se creía que el conocimiento podría desencadenar en
ellas la rebeldía y el mal, dando como resultado el desequilibrio social; así que las
pocas que tuvieron el privilegio del conocimiento eran las monjas o alguna que otra
criada que tuvo la fortuna de ser adiestrada por ellas.
Por su parte los religiosos veían a las mujeres como el reflejo mismo de Eva,
transgresora, seductora, pecadora y causante de la caída del hombre del Paraíso, por
lo que se le debía tener vigilada y controlada.
También los médicos tenían sus propias hipótesis sobre que era el ser mujer,
pues se creía que el cuerpo del varón era perfecto y en consecuencia el de la mujer era
defectuoso e incompleto. Después se pensó que la mujer estaba dominada por sus
órganos sexuales, y que la matriz era lago así como un ser vivo que habitaba en ella, y
que era responsable de todas las enfermedades físicas y psíquicas de ellas, por lo que
la menstruación y el parto se consideraron como enfermedades femeninas.1 La mujer,
ligada a la naturaleza por las menstruaciones, la concepción, el parto, la lactancia y la
menopausia, fue causa de temor al desconocer su anatomía y su temperamento.
1
Claude Thomasset, “La naturaleza de la mujer”, en Georges Duby, Historia de las mujeres, Madrid,
Taurus, 1991, tomo 3, p. 64.
Evelyne Berriot-Salvadore, “El discurso de la medicina y de la ciencia”, en Georges Duby, Historia de las
mujeres, Madrid, Taurus, 1991, tomo 3, p 114.
2
Este contexto cultural rodeaba a las hechiceras novohispanas, con el tuvieron
que lidiar y sobrellevar, por que además de su condición de mujer, su particularidad
como hechiceras, las colocaba como transgresoras del orden social, por lo que eran
sujetas a mayor vigilancia.
Doña Catalina era muy devota del Ánima Sola y había aprendido de una mujer
en España una oración para conjurarla. Esta oración la rezaba en un balcón de su casa
que daba al mar y utilizaba para tal fin un rosario especial, pequeño y de “cuentas
gordas”. La oración consistía en las siguientes palabras:
...Anima sola dame y darte e por aquella ansia y agonías que paso en olas y
golfos de la mar (que le otorgara lo que le pide)...la que de mujer e
hijos se quiso apartar y no pudo y la que confesión pedía y
demandaba y no pudo alcanzar...2
Doña Catalina creía que mediante esta oración establecía un lazo de reciprocidad con
el Ánima Sola; ella se imaginaba que esta ánima era una mujer “cierta y buena”, que le
concedía cuanto quería. Para coaccionar al Ánima Sola, la Pilota la forzaba trayédola
en pena, al no ponerle lo que le había prometido en las faldas de la Virgen, hasta que
no se cumplía lo que le pedía. A través de sus creencias se puede ver la fuerza y el
poder que le profería a la palabra, es decir, la exteriorización de un deseo, manifestado
2
AGN, Inquisición, vol. 343, exp. 28, 300-306v.
3
en un conjuro u oración, es capaz de producir un efecto, esto es, su realización. El
conjuro, la maldición y la oración, son palabras dotas de una fuerza mágica que las
convierte en realidades objetivas.3
3
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, México, INI, 1963, (Colección de antropología social) p. 284
4
Julio Caro Baroja, La estación del amor: fiestas populares de mayo a San Juan, España, Taurus, 1979,
(Colección Historia de España), p.156.
5
Ibidem, p 158.
4
Doña Catalina rivalizaba con otra mujer hechicera que se llamaba Juliana de
Morga, la cual competía con ella por la amistad del encomendero Francisco del
Castillo. Inés de Bustamante sabía que Francisco del Castillo había dejado a doña
Catalina por doña Juliana, entonces desafiando los poderes de la Pilota le preguntó por
que no lo atraía de nuevo a su amistad con las yerbas que le había mencionado.
Catalina le respondió que aunque sí estaba en su mano traerlo de nuevo a su amistad,
no planeaba hacerlo por que estaba conciente de los poderes de doña Juliana, ya que
ésta sabia donde crecía la yerba con cualidades contrarias y por consiguiente el
hechizo que ella le hiciera al encomendero no tendría efecto.
Doña Catalina poseía además varios amuletos para atraer a los hombres, como
un hueso engastado en plata, el cual solía traer debajo de la punta de su jubón o del
corpiño, para que ningún hechizo ni bocado de doña Juliana le hiciera daño. También
tenía en la caja de su costura un ''palo de color" que le servia para atraer a los hombres
para lo cual debía pronunciar ciertas palabras.
La Pilota también tenía cierto poder con los perros, pues aún el más bravo se
volvía manso como un cordero en su presencia. Esto se ejemplifica cuando en una
ocasión fue a visitar a Inés de Bustamante para demostrarle como los perros no le
hacían nada, ya que Inés tenía una perra brava recién parida. Catalina entró por los
trascorrales de la casa, entonces al darse cuenta Inés le dijo que esperara a que
agarraran a la perra para que no la mordiese, sin embargo doña Catalina le respondió
que se quitara de su camino y que ella vería que era cierto lo que le decía. Y en efecto
la perra no le ladró, ni la mordió como se esperaba, sino que se echó junto a ella
mansamente.
Inés sabia de los amoríos que doña Catalina sostenía con diversos hombres y le
preocupaba que el general la fuera a matar por celos, pero a la Pilota eso le tenía sin
cuidado pues acostumbraba a decir que en cuanto veía aun hombre dispuesto a darle
de puñaladas lo cogía del rostro y con cuatro palabras lo amansaba. Y sucedió que un
día el dichoso general hizo un gran alboroto pelándose en la calle por sospechas que
tenía contra ella, llamó a su casa para reclamarle los amoríos que tenía con otros
hombres, entonces doña Catalina abrió la puerta y en cuanto el hombre celoso la vio se
amansó y sosegó, convirtiéndose en otro hombre.
5
proceso que se seguía contra ella no pudo llevarse a cabo por falta de pruebas. Por
estas razones no se tienen las declaraciones de ella y no se sabe más de su vida,
solamente nos enteramos de ella a través de las testificaciones de las tres personas
que depusieron contra ella.
BIBLIOGRAFÍA
6
mentalidades en América latina, San Juan Puerto Rico, Universidad de Puerto
Rico, 1997.
THOMASSET Claude, “La naturaleza de la mujer”, en Georges Duby, Historia de las
mujeres, Madrid, Taurus, 1991, tomo 3.