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(UAPA)
Asignatura
Filosofía General
PARTICIPANTE:
Marielly A. Brito
FACILITADORA:
José Manuel Fernández
RECINTO:
Santiago, RD.
Introducción
Un filósofo es un hombre en busca de sabiduría. Sin embargo, la sabiduría no
parece ser un producto muy abundante; nunca ha habido sobreproducción en esta
área. Tal vez por eso, mientras más escaso es aquello que supuestamente
interesa y preocupa al filósofo, más inclinados nos sentimos a pensar que
la sociedad necesita de él desesperadamente.
Los primeros filósofos trataron de entender el origen del mundo en el que vivían.
Se interesaron por la infinidad de la cosmología, la perfección de la geometría y
por la composición de la naturaleza. Para aproximarse a la reflexión sobre el
origen del Universo plantearon el concepto arché (arjé), que hacía referencia a ese
elemento desconocido que era la base de todas las cosas y componía en última
instancia todo el Universo. El arché era la sustancia primigenia, el elemento
esencial del que estaba compuesto el mundo físico. Los filósofos griegos
propusieron distintas respuestas ante la pregunta de qué era el arché. Además de
esta búsqueda infructuosa, también abordaron otros temas como la naturaleza
(physis) -especialmente los presocráticos-, o la política y la antropología.
- Sócrates.
- Platón
- Aristóteles.
Aportes a la humanidad
Mirando las cosas desde un punto de vista más analítico, digamos que, en
su existencia actual, la sociedad no puede avanzar sin los filósofos.
Incluso cuando están equivocados, los filósofos son una especie de espejo, en lo
más alto de la inteligencia, en el que se reflejan las tendencias más profundas que
oscuramente juegan en la mente humana en cada época de la historia. (Mientras
más grandes son esas tendencias, más activas y poderosamente radiantes
aparecen en el espejo).
Ahora bien, si somos seres pensantes, tales espejos nos son indispensables.
Después de todo, es mejor para la sociedad humana tener los errores hegelianos
con Hegel, que esos mismo errores sin Hegel, esto es, errores difusos y
escondidos -- que son de tipo hegeliano pero anónimos e irreconocibles --
circulando sin freno en el cuerpo social.