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CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO

DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GÉNERO

ANÁLISIS DE LA EQUIDAD DE GÉNERO


EN EL ACCESO A LA JUSTICIA
DE LAS MUJERES EN MÉXICO

DP1-IF18-2008

Este material es propiedad de la H. Cámara de Diputados y los derechos de autor


corresponden a la investigadora o investigador que elaboró el presente documento
Contenido

Presentación 3
I. Marco jurídico internacional referente al acceso de las mujeres a la 7
justicia
II. El acceso de las mujeres a la justicia en México 10
III. Propuestas legislativas 15
IV. Conclusiones 17
Referencias 19

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Presentación

El término justicia se entiende como una de las cuatro virtudes cardinales que
inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece, según define la Real
Academia de Lengua Española (RAE, s/f).

Por su parte, Rafael de Pina define la justicia como la disposición de la voluntad


del hombre dirigida al reconocimiento de lo que cada cual es debido o le
corresponde según el criterio inspirador del sistema de normas establecido para
asegurar la pacífica convivencia dentro de un grupo social más o menos amplio
(De Pina, 1993).

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que los Estados


están obligados a no impedirle a la ciudadanía el acceso a los recursos judiciales,
además de organizar el aparato judicial para garantizar el acceso de todas las
personas a tales recursos. También se (CIDH, 2007).

En ese sentido el Estado debe facilitar a toda persona, para hacer exigibles sus
derechos, la remoción de aquellos obstáculos que imposiblilten el acceso a la
justicia, además, debe procurar servicios jurídicos gratuitos y de calidad.

Las mujeres frecuentemente enfrentan obstáculos para acceder a una protección y


garantías judiciales efectivas, por lo que es indispensable superar dichos
obstáculos para proteger y ejercer los derechos básicos.

Según estudios del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática


(INEGI) y del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) el sistema de
justicia en nuestro país persigue delitos de baja cuantía cometidos en flagrancia,
por lo tanto, aquellos delitos relevantes quedan en la impunidad, se estima que
menos del 1% de los delitos son resueltos por las instituciones de combate a la
delincuencia y justicia (CIDE, 2005).

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Por otro lado, existe una cifra negra de denuncia, pues las y los usuarios temen
alguna clase de maltrato por parte de la autoridad, ya sea de la persona
recepcionista en barandilla o del oficial del Ministerio Público.

Entre los problemas que enfrenta el sistema judicial en nuestro país se pueden
mencionar la falta de capacitación de las y los Ministerios Públicos y peritos, que
tiene como consecuencia una productividad de las procuradurías baja, aunada a
los sistemas de control que premian la cantidad y no calidad en las investigaciones
efectuadas.

Un problema más radica en la defensa penal, de forma particular la defensa


pública carente de recursos y capacitación. Conforme a un estudio del CIDE, “el
68% de personas acusadas se sintieron poco o nada defendidos durante el
proceso”, mientras que el 70% aseguraron no haber contado con asesoría jurídica
ante el Ministerio Público.

De manera general, los procesos penales son difíciles para las mujeres víctimas,
pues necesariamente se enfrentan a interrogatorios, revisiones, identificaciones y
confrontaciones con su agresor que implican una doble victimización, como en el
caso de los careos, los cuales no aportan elementos sustantivos para el
esclarecimiento de los hechos.

Los procedimientos penales en México son complejos, largos y costosos, y no se


observan actitudes uniformes de trato y atención sensibles en las y los
impartidores de justicia (Olamendi, 2000). Es por ello que se considera necesario
conocer las necesidades de reforma a la legislación nacional, a fin de garantizar a
las mujeres el acceso a la justicia en términos de los instrumentos internacionales
en materia de Derechos Humanos, celebrados por el Presidente de la República y
aprobados por el Senado.

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Es necesario señalar que en México no existen indicadores que visibilicen el
acceso de las mujeres a la justicia penal, como ya se ha señalado en la
investigación, para la construcción de un marco metodológico para la
transversalización de la perspectiva de género en los procesos judiciales (Suárez,
2008).

De acuerdo con un informe de la Organización de las Naciones Unidas ningún


país del mundo otorga a las mujeres el mismo trato que a los hombres, de acuerdo
con un sistema complejo de medición que incluye expectativa de vida, riqueza y
educación. (ONU, 1997)

El presente documento es parte integral del Programa Operativo Anual 2008 (POA
2008 y pretende exponer, a las diputadas y los diputados, las consideraciones
jurídicas e instrumentos internacionales en materia de acceso de las mujeres a la
justicia. El marco teórico bajo el cual se desarrollará la presente investigación
será: la hermenéutica jurídica, el marco internacional de los Derechos Humanos y
la teoría de género y pretende hacer visible la necesidad de que la perspectiva de
género permee al Poder Judicial, tanto en sus procesos como en su aparato
burocrático, los cuales deben considerar la eliminación de obstáculos para que las
mujeres accedan a la justicia, las preguntas que sirvieron de base para la
elaboración del presente trabajo fueron las siguientes:

¿Acceden de igual manera a la justicia las mujeres y los hombres?

¿Qué requiere el Poder Judicial para impartir justicia con una visión de Derechos
Humanos y con perspectiva de género?

Se compone de 4 capítulos en los que se presenta el marco jurídico internacional


referente al acceso de las mujeres a la justicia, el acceso de las mujeres a la
justicia en México, diversas propuestas legislativas concretas y se llega a
conclusiones sobre el tema.

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Esta investigación carece de un análisis de derecho comparado por no ser objeto
de estudio de la presente, según lo establece su protocolo.

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I. Marco jurídico internacional referente al acceso de las mujeres a la
justicia

De conformidad con el artículo 133 Constitucional los tratados celebrados por el


Presidente de la República y aprobados por el Senado son ley suprema de la
Unión, es decir, se encuentran situados por encima de las leyes federales y por
debajo de la Constitución; según tesis de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (Tesis LXXVII/99 “Tratados Internacionales. Se ubican jerárquicamente por
encima de las leyes federales y en un segundo plano respecto de la constitución
federal, Amparo en revisión 1475/98”), es por eso que las disposiciones de estos
tratados deben incorporarse a las legislaciones federal y locales.

Ahora bien, los tratados obligan a las partes y deben de ser cumplidos de buena fe
por éstas, de acuerdo a lo dispuesto por la Convención de Viena sobre Derecho
de los Tratados.

Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos reconoce el


derecho a un debido proceso, es decir, el derecho de toda persona a ser oída,
respetándosele sus garantías en un período adecuado y ante un juez o tribunales
competentes y formales. Además, toda persona a quien se le inculpe por algún
delito debe considerársele inocente hasta que se demuestre su culpabilidad, no
debe ser juzgada dos veces por el mismo delito y los procesos penales deben ser
públicos.

Entre las garantías procesales mínimas que refiere la Convención citada arriba se
encuentran la asistencia jurídica gratuita, información sobre los hechos imputados,
determinación de períodos para la preparación de la defensa, intervención de
testigos y peritos que aporten elementos probatorios, recursos para acudir a un
tribunal superior.

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La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer (CEDAW) determina que es obligación de los Estados Partes establecer la
protección jurídica de los derechos de las mujeres sobre una base de igualdad con
los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales
competentes, la protección efectiva de las mujeres contra todo acto de
discriminación.

El Comité de seguimiento de la CEDAW refirió, en la Recomendación General 19,


que “Los Estados también pueden ser responsables de actos privados si no
adoptan medidas con la diligencia debida para impedir la violación de los derechos
o para investigar y castigar los actos de violencia e indemnizar a las víctimas”
(COCEDAW, 1992).

En el 2006 el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer


expresó, en sus observaciones finales a nuestro país, su preocupación sobre los
casos de violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez toda vez que continúan
produciéndose desapariciones de mujeres y cometiéndose delitos contra ellas, y
porque las medidas adoptadas son insuficientes para concluir con éxito las
investigaciones de los casos y enjuiciar y castigar a los culpables, así como para
brindar a las víctimas y sus familias acceso a la justicia, protección e
indemnizaciones.

Además, el Comité instó a México a adecuar plenamente su legislación laboral y a


que se mejore el acceso a la justicia para las mujeres trabajadoras.

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia


contra la Mujer (Convención Belém do Pará) reconoce que toda mujer tiene
derecho a una vida libre de violencia y, en ese sentido, tiene el derecho de
acceder a un recurso sencillo y expedito ante los tribunales correspondientes que
la amparen contra actos que violen sus derechos. En ese orden de ideas, el

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Estado debe establecer procedimientos legales justos y eficaces para las mujeres
víctimas de violencia.

Es oportuno mencionar que de manera adicional, al acceso de los procedimientos


legales debe contemplarse el acceso efectivo al resarcimiento, reparación del
daño y otros medios de compensación.

Por otro lado, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing propone promulgar


y hacer cumplir las leyes e introducir medidas de aplicación, incluso mecanismos
de recurso y el acceso a la justicia en caso de incumplimiento, a fin de prohibir la
discriminación directa e indirecta por motivos de sexo, estado civil o situación
familiar en relación con el acceso al empleo y las condiciones de empleo, con
inclusión de la capacitación, los ascensos, la salud y la seguridad, y en relación
con el despido y la seguridad social de los trabajadores, incluso la protección legal
contra el hostigamiento sexual y racial.

Los instrumentos referidos son un marco mínimo para garantizar el debido


proceso de las personas, en el caso que nos ocupa de las mujeres, es por eso que
la legislación interna debe ser modificada a fin de que atienda a lo dispuesto en los
instrumentos internacionales en la materia.

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II. El acceso de las mujeres a la justicia en México

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos consagra, en sus


artículos 14, 16 y 17, las garantías a un debido proceso, en los cuales se
determina que nadie podrá ser privado de la libertad o de sus propiedades,
posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales
previamente establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del
procedimiento y conforme a las Leyes expedidas con anterioridad al hecho.

Por otro lado, en el artículo 20 Constitucional se establecen las garantías del


inculpado, la víctima o el ofendido en un proceso penal, entre otras la libertad bajo
caución en delitos no graves, defensa gratuita, juicios públicos, reparación del
daño para la víctima u ofendido.

Es oportuno mencionar que en los casos de violencia feminicida la Ley General de


Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia establece considerar, en la
reparación del daño, el derecho a la justicia pronta, expedita e imparcial; la
rehabilitación y la satisfacción, que son medidas que buscan una reparación
orientada a la prevención de violaciones.

En el estudio Injusticia legalizada, basado en casos reales, se llegó a la conclusión


de que la falta de criterios claros en la ley dan como resultado actuaciones
arbitrarias de la autoridad (Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro
Juárez, s/f).

Las mujeres enfrentan diversos obstáculos para acceder a la justicia, debido,


principalmente, a las condiciones discriminatorias y desiguales, resultado de un
sistema patriarcal.

Según Natalia Gherardi “el acceso a la justicia puede entenderse, asimismo, tanto
en términos de proceso o como en resultado. La justicia entendida como resultado

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del accionar del sistema judicial tiene en cuenta principalmente que el sistema
jurídico produzca resultados individual y socialmente justos” (Gherardi, s/f).

Gherardi afirma que el acceso a la justicia puede considerarse desde la posibilidad


de llegar al sistema judicial, lograr un buen servicio de justicia y la obligación del
Estado de brindarlo y promoverlo (Gherardi, s/f).

Elena Azaola señala en el estudio “El delito de ser mujer” (Azaola, 2003) que los
estudios de género permiten conocer las diferencias biológicas y sociales que
existen entre mujeres y hombres. En el referido estudio la autora analiza el delito
de homicidio que evidencia los estereotipos de género determinados a hombres y
mujeres, es decir, se pregunta “¿a quién da muerte el hombre?, ¿a quién la
mujer?, ¿es lo mismo matar en la calle que en la casa?, ¿a conocidos, que a
familiares o extraños?, ¿qué tipos de homicidio comete con mayor frecuencia el
hombre?, ¿cuales la mujer?, ¿qué explica las diferencias?

El estudio mencionado anteriormente permite visualizar que las mujeres reciben


las sanciones más severas y las más elevadas sentencias que resultan ser 30%
más altas para la mujer.

Por otro lado, el sistema de acceso a la justicia para las mujeres en México es
ineficiente, pues la estadística a nivel nacional es solo de tres por ciento de
condenas firmes, en relación con las averiguaciones previas y juicios que se
iniciaron, es decir, el 97% restante es impunidad, según señala Teresa Ulloa
(CIMAC, 2007).

Podemos citar como ejemplos de obstáculos para el acceso de las mujeres a la


justicia, aquellos tan comunes en materia de violencia familiar (que se persiguen
por querella de parte ofendida) en que la o el agente del Ministerio Público intenta
persuadir a la víctima a desistirse de su acción contra el agresor; o también en
materia alimentaria, al tramitar la pensión alimenticia nos encontramos con

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funcionarias y funcionarios sin capacitación ni sensibilización que demoran los
procesos, aunado a los sistemas ineficaces para el cobro de dicha pensión; en el
ámbito laboral también nos encontramos con la falta de una norma eficaz y con
procedimientos que dificultan la tutela de los derechos de las mujeres.

Afirma Olamendi que: (Olamendi, 2000)

Si algo ha caracterizado a nuestro sistema de justicia penal es la impunidad. Muchos


son los factores que han contribuido a ella: ausencia de un marco normativo acorde a
la realidad delictiva, falta de capacitación y profesionalización de los servidores
públicos; corrupción, dilación en la aplicación de la justicia, ausencia de protección a
las víctimas y testigos, abuso de poder, penalización de la pobreza, abuso de la
prisión preventiva, falta de aplicación de sustitutivos de prisión, entre otros.

Tal como lo afirma Alicia Elena Pérez Duarte y Noroña (INMUJERES: 2002) las
lagunas del sistema jurídico nacional pueden colmarse mediante la interpretación
jurisdiccional, es decir, una metodología específica para la interpretación
jurisdiccional para subsanar omisiones y acortar la distancia entre la realidad y lo
ideal; dicha metodología exige la comprensión de los hechos sociales de cada
caso concreto, elemento indispensable en la materia que nos ocupa.

Pérez Duarte señala que existen diversos elementos que deben tomarse en
consideración:

1. Lo público y lo privado, en este punto se refiere en hacer comprender, a las


y los impartidotes de justicia, que la violencia contra las mujeres es fruto de
estructuras sociales en donde existe una relación de poder dispar, y que la
violencia familiar es un problema complejo pues involucra vínculos de
lealtad, afecto o dependencia.

2. Las estructuras sociales, refiriéndose a que la violencia contra la mujer,


está socialmente “legitimada”, que es parte de una estrategia de

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dominación que responde a la tarea del padre de familia para mantener el
orden de ese núcleo, y el de circunscribir a las mujeres a funciones
reproductivas y de cuidado.

Según afirma esta autora, en nuestro sistema jurídico coexisten grandes lagunas
con los instrumentos internacionales, pero que, sin embargo, esas lagunas se
pueden colar “mediante la interpretación jurisdiccional”, en otras palabras, es tarea
de las juezas y los jueces subsanar las lagunas legislativas mediante su
interpretación, por lo que se requiere tanto de conocimiento del derecho,
jurisprudencia y de la teoría que las explica, además de sensibilidad para valorar
cada caso.

Además, como dice Karla Gallo (INMUJERES, 2002) “la única manera de terminar
con la desigualdad en la impartición de justicia es identificando las formas en que
se manifiesta la discriminación hacia las mujeres, para interpretar las leyes sin
caer en los estereotipos vertidos en ellas”.

Alda Facio (ILANUD, 1992) señala que:

El fenómeno jurídico no se reduce a las leyes formalmente generadas, sino que se


compone también de las leyes que se forman a través de la administración e
interpretación de esas leyes formalmente generadas y también de las leyes que se
forman a través de las costumbres, tradiciones, políticas, así como del conocimiento y
uso que dé la gente a las leyes formalmente promulgadas o formalmente
interpretadas.

La misma autora explica que cuando analiza un texto legal utiliza los mismos
métodos que utiliza cualquier jurista, es decir, estudia el texto en su conjunto,
analiza los principios que fundamentan la normativa, examina la evolución
histórica y los antecedentes, lee lo que otros juristas tienen que decir, sin
embargo, ella le brinda importancia a lo que las mujeres tienen que decir sobre el
hecho en cuestión, realiza un análisis crítico de cómo los juristas androcéntricos

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han conceptualizado el fenómeno jurídico y le da importancia a hechos que la
inmensa mayoría de juristas no consideran relevantes.

En el 2006, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que cuando se


alegue violencia familiar como causal de divorcio necesario deberán acreditarse
las circunstancias de tiempo, modo y lugar, esto es definitivamente un retroceso
en el ámbito judicial, pues este tipo de violencia se desarrolla precisamente en el
lugar que supone una “protección” especial, además, la llevan a cabo personas
unidas por vínculos consanguíneos y/o sentimentales de amor.

No puede pedirse la precisión de las circunstancias de tiempo, modo y lugar como


si se tratara de un delito cualquiera, es decir, es necesario analizar los hechos
desde la perspectiva de género, tomando en consideración la declaración de la
mujer víctima de violencia familiar y valorando, debidamente, las pruebas que se
ofrezcan.

La labor del Poder Judicial es indispensable para garantizar a las mujeres el


derecho a un debido proceso, ya sea como víctima u ofendida, o en calidad de
procesada, es por eso que debe contar con una estructura especializada en
derechos humanos y, de manera adicional, la perspectiva de género debe
transversalizar los trabajos de éste poder.

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III. Propuestas legislativas

Es preciso tener presente que este documento se refiere al debido proceso en


casos que involucran derechos humanos, por lo tanto deben garantizarse todos
los derechos que se implican, en razón de lo anterior, se plantean algunas
propuestas para adecuar los ordenamientos jurídicos en la materia:

a. Definir el debido proceso en la Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos

b. Armonización de la legislación interna con los instrumentos


internacionales en materia de derechos humanos de las mujeres
celebrados por el Presidente de la República y aprobados por el
Senado

c. Garantizar procesos ágiles, efectivos y económicos

d. Asignación presupuestal para favorecer la capacitación y estructura


de la defensoría de oficio

e. Capacitación y sensibilización en materia de derechos humanos y,


de manera especial, derechos humanos de las mujeres a las y los
servidores públicos del Poder Judicial

f. Recopilar información desagregada por sexo y edad en materia de


administración de justicia. De manera adicional realizar indicadores
desagregados por sexo, en materia de victimización y percepción del
acceso de las mujeres a la justicia

g. Eliminar los procesos conciliatorios, de manera particular, en los


delitos de violencia familiar, pues no son recomendables para la

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solución de estos delitos, tal y como lo establece la Ley General de
Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

h. Garantizar la seguridad e integridad física de las mujeres que


denuncian cualquier tipo de delito.

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IV. Conclusiones

Es necesario garantizar que el modelo de justicia penal, recientemente


instrumentado en nuestro país, incorpore mecanismos de transparencia en los
procesos de toma de decisiones, aunados a profundos cambios en la estructura
judicial que avalen las garantías del debido proceso.

Puesto que las mujeres y los hombres tienen necesidades diferentes, es necesario
considerar en toda política, programa y proyecto dichas diferencias, a fin de
provocar un resultado igual en ambas partes.

Las mujeres frecuentemente enfrentan obstáculos para acceder a una protección y


garantías judiciales efectivas, por lo que es indispensable superar dichos
obstáculos para proteger y ejercer los derechos básicos, según afirma la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y su Relatoría de la Mujer (CIDH).

Consideramos necesario que la perspectiva de género permee al Poder Judicial,


tanto en sus procesos como en su aparato burocrático, los cuales deben
considerar la eliminación de obstáculos para que las mujeres accedan a la justicia.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) afirma que es


importante contar con información detallada sobre la administración de justicia y la
incorporación de la perspectiva de género en su funcionamiento. En este sentido,
deben conocerse la existencia de un sistema de información estadística sobre los
incidentes de violencia o discriminación contra las mujeres; el porcentaje de
presupuesto nacional asignado para instrumentar programas y políticas a favor de
las mujeres; conocer el número de funcionarias y funcionarios debidamente
capacitados en el tema, y el número de denuncias recibidas en los últimos 5 años
de violaciones de derechos de las mujeres.

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Es necesario reducir los obstáculos derivados de la discriminación de las mujeres
en el acceso a la justicia, a fin de contar con un verdadero desarrollo democrático
en condiciones de igualdad.

Las normas a favor de las mujeres debieran ser interpretadas por las y los
juzgadores desde una perspectiva de género que deje atrás prejuicios,
estereotipos y conceptos basados en creencias morales o religiosas.

Por otro lado, según la publicación La equidad de género en el Poder Judicial de la


Federación, se ha extendido la participación de las mujeres en los órganos
jurisdiccionales, sin embargo, es necesario verificar si los puestos que ocupan son
aquellos de toma de decisiones (para el 2003 existían 483 magistrados y solo 86
magistradas), además, debe tenerse presente que el cuerpo de mujer no
necesariamente implica una conciencia de género (SCJN, 2006).

Las mexicanas requieren leyes que garanticen el acceso a la justicia, así como
juzgadoras y juzgadores capacitados y sensibilizados en materia de derechos
humanos de las mujeres, a fin de abatir la impunidad que también es una forma de
violencia, de otro modo se continuaría impartiendo justicia desde el punto de vista
androcéntrico y patriarcal como se ha venido haciendo hasta la fecha.

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Referencias

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México.

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humanos. Recuperado el 24 de septiembre del 2008, de
http://www.cidh.org/pdf%20files/ACCESO%20A%20LA%20JUSTICIA%20DESC.pdf

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De Pina, R. (1993). Diccionario de Derecho. Porrúa. México.

Gherardi, N. (s/f). Notas sobre acceso a la justicia y servicios jurídicos gratuitos en


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Instrumentos internacionales

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Aprobada en 1979 por la Asamblea General de la ONU. Ratificada por México en 1981.

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México, 25 de agosto del 2006.

Recomendación general nº 19 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra


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Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género

CEAMEG
H. Cámara de Diputados
LX Legislatura
2008
www3.diputados.gob.mx/camara/CEAMEG

Comité del Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género
Presidenta: Dip. María Soledad Limas Frescas
Secretarias: Dip. Bertha Y. Rodríguez Ramírez
Dip. Holly Matus Toledo

Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género


Directora General: Mtra. María de los Ángeles Corte Ríos
Directora interina de Proyecto 1: Mtra. Nuria Hernández Abarca

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