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Etimología de la palabra arte.

No podemos, definir con precisión qué es el arte, pero sabemos


que es una actividad urgente y entrañable para el ser humano. Cualquier definición recorta su
sentido y lo empobrece. Preguntar por el arte es preguntar, desde la antropología filosófica,
por los fines del arte. Y eso supone un saber sobre el ser humano como lo “pavoroso”. En los
griegos, arte como téjne diferencia entre theoria (saber especulativo) y poiesis (hacer de los
artesanos). El poeta es un tipo de artesano, señala a todo artista. En la República, de Platón,
los poetas artistas, hacedores de cosas, crean fantasmas.

Platón destierra a los poetas de su República ideal porque con ellos se pone en peligro el orden
de la polis. Tres notas del hacer humano: finitud, libertad e imaginación. en ellas se asienta
nuestra capacidad creadora. La mirada artística es una manera de estar en el universo. La obra
tiene sentido o no tiene sentido: no es ni verdadera ni falsa. El arte es ficción y las ficciones son
construcciones imaginativas.

Ana Lucía Frega: luego de nuestra incursión en algunas profundidades filosóficas y con ánimo
de volver a la superficie, no crees que sería interesante -y muy esclarecedor- detenernos
ahora, como le hiciste antes para otros temas, En la etimología de la palabra arte?

¿hay algunas otras palabras relacionadas con ella, que pudieran sernos útiles a nuestros
intereses en este diálogo que estamos construyendo?

Cristina Bulacio: bien, volvamos a nuestro logos En común. Efectivamente, hay palabras
vecinas, cuyos sentidos pueden sernos de gran utilidad. Te invito a pensar en lo que nos
aparece más inmediato y quizá sencillo: La palabra arte. Arte es la capacidad de hacer algo
(material o espiritual) en base a ciertas reglas. En griego este téjne y en latín ars. Téjne significa
una ser basado en un conocimiento; sin conocimientos no hay téjne. Además cada téjne debe
tener un campo específico al cual se refiere y una determinada meta para alcanzar un bien.
esto crea una jerarquía, según lo señalara Platón: va desde la téjne, qué reconoce el hacer con
las manos, a La téjne del espíritu, La más elevada como, la dialéctica, técnica adecuada para
alcanzar la verdad. este Acer inteligente debe poder transmitirse, poder enseñarse.

En Aristóteles hay una clara distinción entre téjne y naturaleza. El arte es un principio de
organización exterior que actúa en otro ser. La naturaleza, un principio inminente que actúa en
sí misma. La poiesis, a su vez, es también un hacer algo como producto exterior al sujeto.
Poiesis es la creación artística que tiene que ver con el arte y las artesanías. El objeto realizado
puede ser tanto poesía, como música o pintura. En cualquier caso, tiene por principio la
inteligencia, la técnica o la potencia. por eso, los poeitai son los artesanos de la métrica y la
música. De allí deriva nuestra palabra poeta.

ALF: Magnífico. Esta serie de puntualizaciones, por si sola, va esclareciendo el concepto,


iluminando la definición que buscamos. ¿Como sigues?.

CB: en contraposición con este hacer cosas, está la theoria.

Theoria, En griego, significaba también observar, contemplar. Deriva de theoros, persona


enviada consultar un oráculo o a ver los Juegos Olímpicos, y , desde allí, se deslizó su sentido,
en sucesivas traducciones, a contemplar, especular. Entonces, la palabra originaria theoria
Contiene el doble sentido de mirar algo y especular, con el sentido de reflejo mental.
Finalmente, con el tiempo, se identificó con especulación. Hacer una teoría es, en la
consideración habitual, hacer especulaciones. Mantiene hoy en día que el sentido originario de
una actitud puramente abstracto, distinta del hacer de la poiesis, que apunta a un producto
como resultado de ese hacer. Entre los poietai, un tipo particular de hacedor, se ubican
aquellos a los que Platón destierra de su República. y fíjate en Occidente -donde todos somos
platónicos, a veces a pesar nuestro sin saberlo; incluso el cristianismo se nutre del platonismo-
hay una marca de ese destierro de los artistas, que llega a la actualidad. A partir de ese
destierro, el arte se transformó -en la cultura occidental y cristiana – en un hacer levemente
desvalorizado, en tanto no respondiera algún interés concreto, como lo fue tradicionalmente
el valor religioso. O, si tiene valor, como sucede hoy entre nosotros, es un valor de carácter
material, en moneda nacional o extranjera, y se transforma en un bien de inversión. Sorprende
que en la actualidad los inversores busquen asesoramiento para invertir en cuadros y piezas
antiguas, con la misma naturalidad con la que invierten en propiedades, objetos ambos
medidos con la misma vara del mercado.

ALF: ¿Qué papel juega el arte en la estructura íntima del ser humano? quiero decir, ¿qué
rasgos de lo humano, que no tiene la animal, llevaron a la especie humana hacer arte?

CB: antes de seguir adelante con este diálogo sobre un tema complejo y amplio como el arte,
aunque ya se dijo, deseo precisar mi punto de vista: mi aporte tiene sentido desde la
antropología filosófica, mi disciplina. De allí que nuestra aproximación al arte se realice a partir
de una breve indagación sobre la construcción de la existencia humana. Entender para qué el
arte, es decir, por qué el ser humano hace arte desde siempre, o por qué, en los albores de las
culturas, el arte tuvo una fuerte impronta religiosa, son modos de acercarnos a la pregunta
más difícil, que no es, como se cree ¿qué es el arte? sino a que es la más sugestiva que remeda
la de Holderlin: Para qué arte?. Y ésta es una pregunta de fines.

Si indagamos sucintamente en la profunda necesidad de manifestarse artísticamente que puso


de manifiesto el ser humano desde tiempos ancestrales, es posible que pudiéramos develar,
no sólo algunos rasgos esenciales de él, sino también del arte como una ser humano urgente y
entrañable.

ALF: Podrías poner un ejemplo?

Cb: sí, del ERE un fragmento de antígona, la obra de Sófocles en la que se cuenta del coraje de
una hija de Edipo que entierra a su hermano desobedeciendo la prohibición del tirano Creonte.
Este acto desencadenan nuevos hechos trágicos a partir del parricidio original de Edipo. A
propósito de esas desmesuradas acciones de los seres humanos el coro dice:

muchas cosas son pavorosas, nada sobrepasa al hombre en pavor. Sale por encima de la
espumante marea, en medio de la invernal tempestad del sur, cruza las montañas abismales y
enfurecidas ondas. Fatiga la indestructible calma de la más sublime de las diosas, la tierra. (…)
El hombre se encuentra en el son de la palabra y en la omnicomprensión, Presurosa como el
viento, y también en el denuedo con que domina las ciudades. (…) Por todos lados viaja sin
cesar; desprovisto de experiencia. (…) en ningún caso puede impedir, por fuga alguna, un único
embate: el de la muerte. ( Heidegger, 1959)

Una 1ª nota nos llama la atención en el coro de antígona. El término que usa Sófocles para
designar al ser humano es to deinotaton. Es decir, lo más admirable. Sin embargo, Heidegger
lo traduce de un modo mucho más sugestivo: lo más pavoroso. Admirable y pavoroso son dos
palabras que connotan, tal vez una más que otra, el carácter excepcional -dentro de la
naturaleza- de nuestra condición: animales con logos, como dijo Aristóteles, y esto quiere
decir, pensantes y parlantes.
La palabra que elige el poeta griego señala la desmesura de la condición humana. y esta
desmesura advierte sobre lo que se instala fuera de toda medida, fuera de lo natural y
esperable. De algún modo, el ser humano es un monstruo respecto al resto del universo. Quizá
esas capacidades excepcionales -que alimentan su soberbia- son la causa de su arte. Esta
narración de antígona -sin ser de carácter sagrado- aporta algunos de los secretos del hacer
artístico y funda el carácter estético de nuestra cultura de origen griego. este poema encierra 3
rasgos de carácter antropológico, qué pueden ser vistos como condiciones de posibilidad del
arte:

1-La conciencia de su finitud, saber de su propia muerte;

2-la libertad de la que goza el animal humano, libertad física y espiritual, que no tiene ninguna
otra especie viva; y

3-Su imaginación creadora, responsable de la cultura. Finitud, libertad e imaginación creadora


son los factores dominantes de la poiesis humana.

ALF: quiere decir que ahora, luego de hablar de fines, vamos a indagar en las causas del
fenómeno artístico en el ser humano?

CB: Sí. Sin contradicciones. Son dos direcciones de la mirada. Una mirada hacia adelante, hacia
aquellas utopías que empujan al ser humano a la realización de sí mismo; como sabemos,
tanto el arte como la religión son de las utopías más fuertes. la otra mirada es hacia atrás, en
cuanto hay en nuestra naturaleza algunas inscripciones genéticas y otras culturales -entre las
que se encuentra el lenguaje- que nos hacen peculiares. Porque el ser humano lleva en su
corazón la paradoja viva:

- finito, pero infinito en los juegos de pensamiento.


- uncido el carruaje de lo temporal, pero con esperanza de eternidad.
- Racional en el orden que impone al mundo, pero con una carga emotiva y sensible que
lo hace escapar a la pura razón.

Como los centauros (la imágenes de Boris Cyrulnik), hechos de carne y deseo, nuestras patas
se hunden en la tierra, se nutren de las fuerzas biológicas del universo, mientras el corazón -de
estirpe divina- se eleva hacia las estrellas. Siempre busca más allá de sí mismo, a veces sin
saber qué: lo otro. Y en esa ruta, para simbolizar esto otro en plenitud , cultivó el arte.

Por eso las primeras manifestaciones artísticas fueron de carácter religioso. Arte y religión
estuvieron en íntima relación ya en las culturas míticas.

ALF: Por lo tanto, en lo que dices pareciera que las capacidades artísticas están inscritas en la
misma estructura antropológica, es así?

CB: sí, sin duda. Es un modo de ver el universo lejos de lo inmediato, de lo necesario para la
sobrevivencia; de allí el carácter de gratuidad que siempre se le atribuyó. Edgar Morín sostiene
que el mejor órgano de la vista es el pensamiento. Linda idea, porque ella apunta a señalar el
inmenso peso de la inteligencia en el ser humano. Esto no le quita sensibilidad ni atenúa sus
emociones, por el contrario, las enriquece y, además, imprime un sello peculiar a su
imaginación, la dota de modalidades diferentes Al resto de las especies. Sin embargo, quiero
dejar sentada la idea de que la condición humana se constituye a partir del logos, de la
racionalidad.
Ahora bien, pensemos, entonces, qué influencia tiene esta estructura en el hacer artístico del
ser humano. A mi criterio, esto quiere decir que todo disfrute del arte, cuando se ve un
cuadro, se escucha una música, se aprecia una danza, todo fenómeno artístico es tamizado por
la inteligencia, por el logos. Sólo que no es una inteligencia pura, incontaminada. Es una
inteligencia trabajada por una sensibilidad, atravesada por una cultura, hablada por una
lengua, condicionada por relatos familiares e institucionales. Como vemos, los datos objetivos
y en apariencia totalmente externos de la realidad Se nos ofrece a través de múltiples
condicionamientos. La obra de arte nos conmueve, nos llega, según haya sido nuestra
experiencia. Se percibe lo que se puede, no lo que se quiere. No somos libres constructores de
nuestro mundo de la cultura. Somos constructores atados a nuestras tradiciones y a la
sociedad que nos vio nacer. por todo esto, en vez de preguntar qué es el arte, deberíamos
preguntarnos cuando algo es arte y cuándo no. Y la respuesta puede ser: cuando tiene sentido
o valor para alguien. Y aquí surge otro asunto de difícil resolución en el tema del arte: ninguna
obra de arte es verdadera o falsa; tiene sentido o no tiene sentido para alguien, para una
cultura, para un grupo humano. Produce o no el goce estético. Pero esto nos lleva a otro
asunto de mayor envergadura, la diferencia entre verdad y sentido.

ALF: Hablando de lo nuestro, del arte, tratando de hacer específico Nuestro diálogo, verdad y
sentido, ¿son lo mismo? ¿en qué radica la diferencia a la que apuntas, entre verdad y sentido?
¿es importante señalarla? ¿son distintos órdenes de la inteligencia?

CB: justamente se trata de eso: Son distintos órdenes de la racionalidad, es decir, del modo de
ejercerla. La razón es una sola; lo diferente son sus modos de funcionamiento; sus
modalizaciones posibles, Si podemos decirlo así, según los intereses del sujeto.

Esta diferencia entre verdad y sentido ya la había señalado Kant, cuando distingue entre
entendimiento y razón, así, con mayúsculas. Mientras el entendimiento apunta la verdad como
adecuación de las proposiciones con los hechos, la razón -que en esta función otros filosofo las
llaman pensar- Busca el sentido.

Cuando hablamos de arte, pensamos en esta 2ª modalidad, la búsqueda del sentido, cómo lo
vimos antes, y no en la ********.

ALF: Deberíamos hacerlo más claro?

CB: por cierto Kant distingue también entre entendimiento e imaginación. Mientras el
entendimiento categoriza, sirve para dar forma y poder conocer los fenómenos del mundo,
Por otro lado, la imaginación crea formas, ficcionaliza, y, al hacerlo, no va más allá de sí misma.
La razón, por el contrario, Tiende más allá de sí en busca de la totalidad. Ahora bien, la
totalidad (el conjunto de los fenómenos del universo) nunca será “cognoscible” para el ser
humano, por qué no puede ser categorizada, no es un fenómeno mundano. Por tanto, el
objeto de búsqueda de esa razón, que mira hacia lo alto, es el sentido. Y sentido es aquel plus
que hace que algo -una acción, una idea, una ficción, un objeto - cobre una dimensión
diferente del resto. Entre verdad y sentido, más que un matiz, hay un salto, como lo sostengo
en mi libro como el rojo Adán del paraíso.

Pero hay otro modo de la inteligencia. Éste desdeña al análisis, la exactitud que enorgullece al
científico (…). Se trata de una inteligencia abarcadora y lúcida, que soporta la contradicción y
apuesta al misterio, que mira al universo más allá de la altura de los ojos, que se detiene en la
belleza que se puede definir, en la plenitud del significado que se puede formalizar.
ALF: en qué punto estás consideraciones tienen que ver con el arte?.

CB: en cuanto a una obra de arte -pintura, música, literatura-, no es ni verdadera ni falsa. O,
como decía Borges, una poesía es siempre verdadera. Esto quiere decir que no tiene un
sistema de referencialidad externa ni pretensiones de verdad: la obra de arte está más acá o
más allá de ello. Veamos un ejemplo:

Yo que sentí el horror de los espejos / no sólo ante el cristal impenetrable / donde acaba y
empieza, inhabitable, / un imposible espacio de reflejos. / Sino ante el agua espectacular que
imita / el otro azul en su profundo velo (…) Hoy al cabo de tantos y perplejos / años de errar
bajo la varia luna, / me pregunto qué azar de la fortuna /hizo que yo temiera los espejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño / en toda esa inasible arquitectura / que edifica la
luz con la tersura / del cristal y de la sombra con el sueño. Dios ha creado las noches que se
arman / de sueños y la formas del espejo / para que el hombre sienta que es reflejo / y ******.
Por eso nos *****.

Borges ‘los espejos'.

La obra de arte es autorreferente, es ella y para ella misma. No necesita, y por tanto tampoco
busca, referencias externas ni legitimación fuera de sí. La poesía de Borges que hemos leído
dice ‘muchas verdades’, si de reflexionar sobre la condición humana se trata, pero de ninguna
manera la ciencia ni la filosofía dirían que contiene una proposición ‘verdadera'. Ningún paisaje
es una obra de arte con solo reproducir, con ‘exactitud’, un plano de la naturaleza. Por el
contrario, busca transmitir un sentido, ése que el artista tiene en su corazón y en su mente, y
percibe con su sensibilidad. Pensamos en otro ejemplo para verlo mejor. Puede servirnos un
texto de Esquilo, muy antiguo, Prometeo encadenado, en el que habla la fuerza y comienza así:

Ya estamos en postrer confin de la tierra, en la región escita, en un yermo sin humanos. Es


preciso, Hefesto, que cuides las órdenes te dio tu padre, y amarres a este agitador al alto
precipicio de esas rocas (…) Pues burtó tu atributo, el fulgurante fuego, universal artífice y los
entregó a los mortales, (…) de tal culpa debe satisfacer a los dioses (…) y cesar en sus
pretensiones de amar a los hombres.

ALF: éste es un tema serio. Lo voy a decir a mi manera: si yo pudiera saber cuál es el sentido
profundo de la existencia, y por tanto también de mi vida, ello no constituiría una verdad de
carácter formal o lógico. Entonces el sentido…

CB: Efectivamente. Esto se ve en estos textos que transcribimos. Por un lado, la revelación que
denuncia el espejo -a través de metáforas- de la condición evanescente y fugaz, casi un reflejo,
de la existencia humana. Por otro, un texto fundante de la cultura occidental, en el cual se
consigna poéticamente una revelación: lo que compartimos con los dioses es el logos, y ese
privilegio, esa dádiva, se la debemos a Prometeo, que amaba a los seres humanos más allá de
lo permitido por los dioses. En consecuencia Zeus castiga a Prometeo por haber dado a los
seres humanos el fuego de la inteligencia. En otro contexto y con una fuerte carga religiosa,
¿no dice algo parecido el evangelio de Juan, en cuanto a la presencia de la inteligencia y la
palabra en la creación divina del universo y de su criatura elegida, el ser humano? En el
principio era el verbo y por él fueron hechas todas las cosas…
El universo es armónico y tiene sentido en la medida en que el ser humano ha recibido el don
de la inteligencia. Como se ve, tanto la poesía de Borges como estos relatos antiguos legitiman
nuestras creencias. Sería un absurdo pensar en la verdad del texto de Esquilo, pero también
sería un absurdo decir que es falso. Del mismo modo, el Evangelio de Juan no es verdadero en
el sentido de una referencialidad; nada hay fuera de su poder de simbolización que pueda ser
señalado como dato de la realidad, pero tampoco puede ser falso. Verdad/falsedad se aplican
a una cierta estructura de conocimiento y no se contraponen a sentido, son dos órdenes
distintos. El sentido tiene dos vertientes posibles:

- Por un lado, permite que el arte quede fuera de lo que se considera conocimiento
riguroso, preciso, propio de la ciencia y su búsqueda de objetividad.
- Por otro lado, la obra de arte, al pertenecer a un orden de la inteligencia distinto,
cargado de simbolismo, y por la libertad con que fue concebida, puede decirnos algo.

Al hacerlo apuesta al sentido que se abre en distintas direcciones en cada sujeto fruidor. De allí
que no se pueda decir que tal pintura es falsa, que tal novela es poco precisa o que tal música
es inadecuada. No hay referentes externos, quizá sí existen cánones, pero esos cánones, por
ser convenciones de época, cambian con el tiempo.

ALF: Para ser considerado como arte, un fenómeno o una creación, ¿deben, entonces, estar
incluidos en algún canon? ¿O pertenecer, más o menos explícitamente, a alguno de los
reconocidos?

CB: no necesariamente. Toda auténtica obra de arte es una novedad en el universo, ése es su
sino y es su sello. Esto quiere decir que hacer arte es siempre un gesto inaugural de puro cuño
creativo, más allá o más acá de cualquier canon de belleza o de verdad preestablecido. El arte
responde a la necesidad del sujeto creador de trascender los límites, de proyectarse más allá
de si mismo. El artista es un ser imaginativo, consciente de su muerte y gozador de la vida.
Dice de su arte: ‘Necesité hacerlo', en un intento de explicar el impulso creador guiado por una
particular fuerza espiritual alimentada por la inteligencia, por las emociones y por la oscura
pasión de la sangre.

ALF: quizá por esta serie de malos entendidos, que con estos razonamientos dejas a la vista, se
ha creído que el arte no tiene una función cognoscitiva…

CB: Efectivamente, es el antiguo disenso de la filosofía y poesía, al que aludió Platón. Es una
vieja disputa que renace cada cierto tiempo, como lo señalamos antes. Se ha puesto en duda,
a menudo por una razón cultural, la capacidad del arte de generar conocimiento. Y esto
responde a que en la tradición occidental el llamado conocimiento -enfrentamiento del sujeto
objeto- circuló, casi con exclusividad, por el camino de una nacionalidad de tipo lógico-
algorítmica y desembocó en los formidables logros de la ciencia. Occidente es fragmentador,
sostiene Edgar Morín en diálogo con Cyrulnik (2005), lo que quiere decir que divide para
reinar, para abarcar y ordenar la realidad. Esa capacidad de compartimentar permitió la
división del saber, la separación de los campos del conocimiento y propició el enorme
potencial de la ciencia, pero también limitó y desvalorizo otro tipo de conocimiento. Eso hizo
por ejemplo, que en la Edad Media, época de predominio de la fe, la disciplina más prestigiosa
fuera la teología, que es el conocimiento racional de Dios, y genero, en la modernidad, un
largo conflicto entre razón y fe. Incluso los místicos como San Juan de la Cruz, fueron
considerados poetas; su obra sirvió para inspirar amor por Dios, pero no para un mayor grado
de conocimiento de lo divino. Esta racionalidad calculadora se exacerba con Descartes; el
conocimiento, si quiere ser tal, debe ser claro y distinto, debe poseer evidencia. Es el modelo
de una razón algorítmica, que nos marca desde hace cuatro siglos y llega con gran fuerza hasta
nosotros. El arte queda fuera de esa cosmovisión. Sin duda, se siguió haciendo arte, porque el
ser humano no puede prescindir de él, pero perdió el carácter de saber espontáneo y tuvo que
ser legitimado como tal.

Alf: te parece que el arte debe ser legitimado? No es eso un poco extraño? Y en todo caso,
quién o qué lo legitimaria? Porque el arte es libertad y creatividad, como tú misma sostienes.

CB: Efectivamente. Interesante pregunta la tuya y, para responderla, recurro a Gadamer.


Sostiene el filósofo alemán que por primera vez se busca legitimar el arte a partir de los
cuestionamientos socráticos:

De hecho, fue desde la nueva mentalidad filosóficas y las nuevas exigencias del saber
planteadas por el socratismo cuando, por primera vez en la historia de Occidente, se le exigió
al arte una legitimación. En ese momento dejó de ser evidente por sí mismo que la transmisión,
en forma narrativa o figurativa, de contenidos tradicionales vagamente aceptados e
interpretados posea el derecho a la verdad que reivindica. (Gadamer, 1993, P.29).

Observemos que el conflicto entre conocimiento y sensibilidad surge cuando intenta


imponerse una nueva forma de verdad, esencialmente intelectual, que desvaloriza lo sensible:
la que propiciaba el platonismo y que encarna Sócrates. Con él se reinstala en Occidente un
saber en base a razonamientos deductivos que buscan alcanzar el universal: la justicia, la
belleza, el bien, etcétera. Universal que nunca se corporiza en los particulares, como los actos
justos o los objetos bellos. Con Sócrates, y ésta es la idea nierzscheneana del Nacimiento de la
tragedia, comienza el reinado de la razón razonante y se modifica el criterio de verdad. Ahora
la verdad es racional y objetiva y, finalmente, se cae en la sobrevaloración de ella.

ALF: has mencionado la imaginación creadora como uno de los componentes de la condición
humana y responsable de las creaciones artísticas. Entonces, qué tipo de entidad tiene el arte,
en tanto producto de esa imaginación?

CB: Voy a decirte algo fuerte, aunque prometo aclararlo. El arte es ficción. Éste es otro nudo
temático en nuestro diálogo: el arte es ficción.

ALF: Yo aceptaría más fácilmente la ficción de una narración, pero: cómo acepto, como
concepto, que la novena sinfonía de Beethoven es una ficción? Ficción de qué?

CB: Interesante la contra prueba. Veamos. Ficción no quiere decir, en su origen, falsedad.
Ficción viene de fingo, fingere, finxi: formar, modelar, representar, hacer, imaginar, dar forma
a algo pensado, imaginado. La imaginación (la loca de la casa) produce ficciones. Ficción es una
forma de objetivación que hace el espíritu creando un ente ficticio, al que dota de sentido y le
da una clara función dentro de un contexto cultural. Las ficciones tienen grados y pueden ser
de distintos tipos. Van desde la imaginación fantástica (fanciful imagination), como el ábrete
sésamo de nuestros cuentos infantiles, a ser modelizadoras de la realidad. Tampoco aquí el
binomio verdad/falsedad tiene que ver con ella.

Platón dijo que los poetas son imitadores de apariencias, no alcanzan la verdad. luego el
artista, que produce fantasmas, cosas de Magos, hace ficciones. Por eso la poesía y la música
generan inquietud espíritu. Estarás de acuerdo conmigo en que la 9ª sinfonía de Beethoven no
está en la naturaleza; alguien, un genio sin duda, la imagina, la crea y la incorpora al universo,
lo que es una suerte para nosotros. Es algo absolutamente nuevo. si bien una vez creada es
parte de la realidad, la idea de donde salió es pura ficción. En ese sentido dijo que es creación
ficcional.

ALF: es ficticio porque está construido por la imaginación creativa que puede, eventualmente,
estar usando reglas para construir.

CB: Claro, el ser humano nunca deja de lado su razón, de modo que esa creación tiene reglas
para poder ofrecer sentidos. una ficción, y eso es el arte, ofrece sentidos, no verdades lógicas,
como dijimos, por eso no se contradice con aquello de que el arte, cuando es arte auténtico, es
siempre verdadero.

ALF: yo, en mi ignorancia, consideraba la ficción como algo falso, como algo que no existe. Y,
en cambio, me doy cuenta de que existe como producto de la imaginación que la crea.

CB: Ése es el punto al que quiero llegar aquí, como en el caso de la contraposición entre
verdad/sentido. Lo contrario de la ficción no es la verdad, porque la ficción no es ni verdadera
ni falsa, tal como veíamos con el sentido.

Es de otro orden, del orden de lo imaginado, no del orden del conocimiento de lo real.
Recuerda la diferencia kantiana entre razón y entendimiento; creo que es iluminadora de lo
que quiero decir. Se puede hablar de una cierta verdad de la ficción, pero también de ficciones
sobre la verdad.

A menudo, la verdad no es más que el resultado de acuerdos intersubjetivos y sociales; por eso
con el tiempo cambian: la tierra fue plana durante muchos siglos, sólo mucho más tarde se
reconoció su “verdad”, era redonda.

La construcción de ficciones es más un recorte semántico y un dispositivo cognitivo, que un


recurso emotivo. Fíjate que la ciencia recurre a ficciones, cómo lo reconoce el mismo Popper,
un epistemólogo. En ciencia, por ejemplo, el concepto de cuerda, alternativo al de materia; el
electrón, los inobservables, etcétera, Son conceptos construidos y, en tanto tales, ficcionales,
pero de inmensa utilidad.

ALF: Ahora comprendo. Y lo contrario de ficción, qué es?

CB: La realidad, aquello que no construimos. La ficción es una construcción, la realidad, por el
contrario, está allí -aunque revestida por nuestro lenguaje y nuestros relatos-, es previa al
gesto creativo de los seres humanos. Un río es una realidad, pero cuando ese río aloja a los
espíritus de la tribu, hay así una construcción ficcional dotada de sentido, que le sirve a esa
comunidad.

ALF: Lo cual tiene que ver con esa inteligibilidad de la que veníamos hablando: el río estaba,
pero para poder entender algo que pasaba con el río necesito ponerle los elementos al mito.

CA: El Ganges es un río totalmente contaminado y, sin embargo, la gente se baña en ese río,
porque es purificador. Éste es otro asunto que nos interesa para nuestro tema del arte. Fíjate
que los símbolos universales, como el sol o el agua, están muy cercanos al hecho concreto: la
purificación siempre tiene que ver con el agua, porque el agua limpia, quita las manchas; la
vida y su crecimiento tienen que ver con la luz y el calor del Sol. De modo semejante, el
símbolo -que se ofrece en una arquitectura de sentidos enlazados entre sí- cumple el mismo
cometido.
Es decir, el agua del Ganges cobra una dimensión simbólica que la transforma en purificadora
del espíritu. Se bautiza con esta misma agua que tomamos ahora en este vaso, ese gesto de
bautizar tiene sentido porque forma parte de un universo discursivo-religioso, donde adquiere
significado: el agua quitará las manchas del pecado.

ALF: Sí. Además, toda esa simbología es necesaria para entender -volvemos a la línea de
pensamiento que estamos siguiendo- la existencia. Hay una cierta inteligencia, pero no la
razón de la investigación de laboratorio. A todo eso, porque simbólico e imaginario, es que yo
puedo rodearlo de un desarrollo técnico qué le va dando una carga artística… y no sé si usar la
palabra artística.

CB: Para Platón, el arte imita lo aparente, no la verdad.

El arte ficción y, sin embargo, diría que hay una verdad de la ficción, lejos de la idea de ligereza
e irrealidad que esa sugiera. El lenguaje de la ficción es alude a un referente que nunca hasta
allí adónde se dirige la mirada. Multiplica sus significados. “Las ficciones son relatos sobre la
realidad y no correlatos con la realidad”, Dice Enrique Marí en su libro teoría de las ficciones
(2002). Con las ficciones (que no son sólo las artes, sino también las leyes que rigen las
instrucciones), el ser humano descubre un sentido de la realidad, que antes no existía, y devela
nuevos significados.

Arte y literatura iluminan la realidad con nuevos sentidos, luego en ellas acontece la verdad.
Borges dice algo interesante a propósito de las ficciones, cuando le preguntan acerca del título
de su libro “los seres imaginarios”:

… ese nombre justificaría la inclusión del príncipe Hamlet, el punto y la línea, las palabras
genéricas, y tal vez, de cada uno de nosotros y de la divinidad. Casi del universo… (J. L. Borges,
1996.)

A propósito de Borges, y viéndolo como un creador, quisiera señalar el rasgo de genialidad de


este mismo texto.

Notemos la diversidad de elementos incluye -con aparente desprejuicio- esta enumeración:


personajes de ficción, componentes de la geometría, prescripciones de la gramática; para
luego, en un gesto propio de la osadía de un auténtico artista, saltar hacia la totalidad del
universo.

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