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Análisis  de Aura

Esta   novela es de corte gótico y  se desarrolla  en la Ciudad


de México, en 1961. Cuenta  la historia de Felipe Montero, que
va a terminar de escribir las memorias del General Llorente
por Él joven historiador al que le será encomendada la tarea de
ordenar por  la parte de doña Consuelo, quién es su viuda,
deberá vivir en la casa junto con ella y su sobrina, con esa
condición Aura, mientras esté realizando ese trabajo.
La casa está permanentemente a oscuras para no activar el
recuerdo del General que murió, resulta extraña para Felipe:
apenas se encuentra  iluminada con la tenue  luz de velas. Al
mismo tiempo con un mobiliario y la decoración antiquísima.

Este ambiente recuerda a las novelas góticas. Todo en esa


casa  es como si el tiempo no hubiera pasado., donde predomina
la oscuridad y existe infatigablemente la sensación de que la
límite entre lo real y lo fantástico está a punto de suprimir.

Llevará a Felipe no solo a explorar los entresijos de la vida


política mexicana del siglo XIX, Por su parte, la labor de
lectura y ordenación de los manuscritos del general, escritos
en francés, la historia de su enamoramiento con doña Consuelo
y el paulatino proceso de deterioro de la mujer,  sino también a
conocer, de primera mano,

Doña Consuelo comienza a experimentar con una serie de


rituales mágicos que recuerdan a las prácticas de brujería;  a
través de la cría gatos y conejos, sacrifica a machos cabríos,
se comienza alimentar solamente e  únicamente con  vísceras,
conviviendo también  con ratones, etc.), ella es  incapaz de
concebir hijos para el General, en su sentimiento de
culpabilidad, por tal motivo  contrasta con la imagen que le ha
ofrecido a Felipe: la de una anciana muy devota del
cristianismo.
La anciana y la sobrina tienen una extraña relación y  Felipe
empieza a darse cuenta de que la forma en que se comportan
Doña Consuelo y Aura se escapa de lo común.  Felipe observa 
que Doña Consuelo tiene un poder para controlar todo  lo que
hace y dice Aura, inclusive sus gestos y sus más pequeños
movimientos.

Todo este misterio hace que  Felipe, se haya enamorado de


Aura,, le propone liberarla, pero esta se niega, y en la idea de
que la joven es una prisionera de la anciana y en el último de los
dos encuentros amorosos, se da cuenta   como si la anciana
actúa como si hubiera desarrollado un poder mágico para
controlar a Aura,  con la finalidad de poder concebir el hijo
que no pudo darle al general, que mantienen se percata de que
la vieja y la joven son la misma persona,. Felipe en ese punto, al
igual que Aura se ha transformado en Doña Consuelo en sus
tiempos de juventud, se dará cuenta de que ha asumido
también él la persona del General
Espacio
El personaje principal se mueve entre cafés, transporte
público y avenidas congestionadas, y transcurre la narración
teniendo lugar en un espacio urbano. típico de las grandes
urbes. Luego el escenario es en la casa de Doña Consuelo y
después de allí, el ambiente es predominantemente doméstico.

Es una casa que permanece a oscuras, sin embargo, no se trata


de una casa típica: La decoración y los muebles en efecto, son
antiguos donde la iluminación aún depende del fuego, como si el
tiempo se hubiese detenido en el siglo XIX.La anciana y su
sobrina viven en esta oscuridad, la razón por que es para no
despertar los recuerdos del difunto general.

Asunto
Felipe Montero, cuenta la historia es un joven historiador, que
es contratado por la viuda de un general mexicano para que
termine de escribir y ordenar las memorias de su marido para
la realización del trabajo para su publicación, Felipe tendrá que
vivir en la casa de doña Consuelo, allí se conocerá con su
sobrina, una joven enigmática llamada Aura, de la cual Felipe
termina  enamorado.

Temas
La novela atiende el tema  acerca del deseo,  la juventud, la
vejez y  la belleza; al mismo tiempo acerca  del anhelo
desmedido de juventud de una mujer. No se sabe a ciencia
cierta si todo lo que sucede es una alucinación del personaje
principal, o si, en efecto, la joven Aura y la anciana Consuelo
son la misma persona. Incorpora elementos del realismo
mágico.

Narrador
La voz como tal, está dirigida  al personaje principal, Felipe
Montero, Está narrada en segunda persona de singular,
causando la impresión de que está dirigida a él y  que lo va a
conducir a lo largo de la novela.

Estructura y tiempo
La novela se estructura en cinco capítulos a lo largo de los
cuales se va narrando, de modo lineal, la sucesión de hallazgos
y revelaciones a los que va conociendo Felipe Montero durante
su estancia en la misteriosa casa de doña Consuelo. El tiempo,
es interrumpido únicamente, acaso, por las evocaciones al
pasado que hace Felipe por su parte, tiene también un
desarrollo lineal,  a través de las historias y las fotografías del
general Llorente.

Estilo
En la obra se destacan los fragmentos en francés que ha
introducido el autor para dar verosimilitud a la tarea, Se vale
de un vocabulario culto, literario,  puesto que los manuscritos
del general han sido escritos originalmente en esta lengua.
Predomina, un estilo narrativo enriquecido por pasajes
descriptivos que nos muestran no solo cómo es el ambiente
dónde se suceden los acontecimientos, como es propio del
género novelístico, sino también los personajes y sus
características físicas y espirituales..

Personajes
Felipe Montero
Es un joven historiador y profesor auxiliar con conocimientos
del idioma francés. Felipe Montero es el personaje principal de
historia. Acude a la casa de la señora Consuelo, viuda del
general Llorente, gracias a un aviso en el periódico para un
trabajo para el que está plenamente capacitado. Planea
escribir una obra sobre los descubrimientos y las conquistas
españolas en América. Entiende que se ha transformado en la
personificación del general Llorente con el transcurrir de la
historia

Consuelo Llorente
Es viuda del general Llorente, quien fue un militar mexicano
que, al morir, dejó sus memorias inconclusas. Ella es una
anciana mujer y contrata a Felipe Montero para que se
encargue de completar y publicar la obra del general. Felipe
Montero calcula que la anciana, de piel arrugada y cabello
blanco, pequeña y de voz débil y aguda, tenga unos 109 años de
edad. Se casó a los 15 años y su marido murió cuando tenía 49,
hace sesenta años ya. Su gran frustración es no haber sido
capaz de darle hijos a su marido. Es una mujer devota que
tiene como apoyo a su sobrina Aura.

Aura
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Es la sobrina de Consuelo Llorente. Aura es el personaje


enigmático que da título a la obra.  Vive con su tía para
apoyarla en labores domésticas. Cautiva  desde un primer
momento cautiva aFelipe Montero, al punto de que este se
enamora de ella y trata de llevársela de la casa de la señora
Consuelo.  Pero Aura, comienza actuar de manera extraña, lo
cual llama la atención de Felipe, como mecánicamente, al
transcurrir de la historia, Aura es una personificación de doña
Consuelo joven y entenderemos cuál es su propósito.

Resumen
Aura en unos cuantos capítulos
Capítulo I
Felipe Montero, lee un anuncio en el periódico: “Se solicita
historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. un joven historiador
de veintisiete años, Conocedor de la lengua francesa…”. Acude
al domicilio señalado en el anuncio; (Donceles 815), en el centro
de la Ciudad de México. El trabajo consiste en completar las
memorias del General Llorente, difunto marido de la anciana y
es recibido por una misteriosa anciana que está en cama. La
anciana coloca entre las condiciones del contrato está la de
residir en esa casa. Montero quien está dudando de la oferta.
Cambia de opinión al repentinamente aparece Aura, sobrina de
la anciana. Montero decide tomar el trabajo, al verla.

Capítulo II
Felipe Montero es conducido a su habitación por Aura  y este
le dice que en una hora lo esperan a la cena. De modo que
Montero y Aura se quedan solos, porque la Sra. Consuelo no
asiste a la cena. La joven ejerce en él una fascinación y
atracción. Cuando Montero llega descubre a la anciana de
rodillas rezando. La anciana espera a Montero después de la
cena en su recámara  y La anciana le hace entrega a Montero
unos papeles. El joven debe emprender a trabajar de
inmediato.

Capítulo III
Para Montero  los cuatro mil pesos son muy atractivos. Sin
embargo encuentra que la anciana ha sobrevalorado los
escritos del difunto marido. El dinero suficiente para
mantenerse un año y trabajar en su propia obra sobre las
conquistas españolas en América. Quizá si trabajase tres
meses reuniría doce mil pesos.
Montero duerme, y tiene una pesadilla  y en el momento más
terrible se despierta abruptamente y se encuentra con Aura,
desnuda, junto a él, acariciando su rostro y recorriéndole el
cuerpo entero a besos, diciéndole;  “Eres mi esposo”, dice
Aura. Ella le comenta que lo esperará en la noche, en su
recámara.
Montero lee en las memorias  que el general conoció a la
anciana cuando esta tenía quince años. Sigue con la lectura de
las memorias de Llorente. Era el año 1867, el general  Llorente
narra una extraña escena: un día encontró a su joven esposa
abierta de piernas, con la crinolina levantada por delante,
martirizando a un gato. Torturar a los gatos, escribió Llorente,
fue la forma en que la mujer hacía propicio aquel amor,
hicieron el amor, por una suerte de sacrificio simbólico,
torturaba al gato.

Montero deduce que la anciana debe tener ciento nueve años.


Haciendo cálculos, el general adoraba sus ojos verdes y que se
vistiera de verde. Este detalle del verde es muy  importante, y
de algún modo sabremos que Aura y la anciana son la misma
persona. porque en el siguiente capítulo Aura, que también
tiene los ojos verdes, estará vestida de verde,

Hay un manuscrito donde el general escribe: Je pense que tu


seras toujours belle, même dans cent ans… (pienso que serás
siempre bella, lo mismo en cien años…). Y, finalmente: que ne
ferais-tu pas puor rester toujours jeune? (¿Qué no harías
para permanecer siempre joven?)

Capítulo IV
Han acordado verse en la noche en la recámara de ésta,
Montero y Aura. Él  piensa que para perpetuar la ilusión de
belleza y juventud de la anciana, es la razón por la cual vive
Aura en esa casa.

Pero algo prodigioso ha sucedido, Montero llega, abre la puerta


y la encuentra vestida de verde,  una transformación mágica,
porque Aura no parece la chica de veinte del día anterior ahora
parece una mujer de cuarenta años.
Encontraremos con una escena erótica a continuación, que
involucra símbolos sagrados –y aquí se comprende
sencillamente por qué se molestó el Secretario del Trabajo,
Carlos Abascal, quién era un   ferviente católico–: Aura
comienza a lavar los pies de Montero mientras mira
sigilosamente un Cristo de madera, más tardes luego bailan un
vals que ella canturrea y que, por alguna extraña razón
Montero también conoce y canta con ella, mientras Aura
continua  desabotonándole la camisa y se besan.
Aura parte una oblea en sus muslos y ofrece una mitad a
Montero, que la come. Agachada en la cama –una de las
posiciones más sensuales que puede adoptar una mujer–, Luego
cae sobre ella, que tiene completamente  los brazos abiertos,
como el Cristo. “Aura se abrirá como un altar”.
Al despertar, Montero la  busca, cree que va a ver  la espalda
de Aura, pero ya ella  no está en la cama.

Al abrir sus ojos,  la ve allí al pie de la cama. Aura La camina


hacia un rincón del cuarto, se sienta en el suelo, cercana y a los
pies de la anciana Consuelo, que estába sentada en un sillón que
él no había visto. Las dos mujeres le sonríen y se van por la
puerta que comunica la habitación de Aura y la de la anciana.

Capítulo V
Al despertar, Montero reflexiona que, de algún modo, la noche
anterior engendró su propio doble. Y, más aún, Aura es el doble
de Consuelo, y viceversa.

Montero propone a Aura marcharse juntos, huir de la anciana,


pero la muchacha al parecer no quiere partir. Le dice a
Montero que su tía saldrá todo el día, y que lo esperará esa
noche en la recámara de su tía.
En la lectura de las memorias de Llorente se entera Montero
que el general y Consuelo no han podido tener hijos, y que ello
había trastornado a la mujer, que entonces buscó un remedio
con plantas y pócimas. Consuelo creyó encontrar la pócima de la
juventud, y enloqueció. Llorente la encontró una madrugada,
caminando sola y descalza por los pasillos. “No me detengas –
dijo Consuelo–; voy hacia mi juventud, mi juventud viene hacia
mí. Entra ya, está en el jardín, ya llega”. Llorente, asombrado,
cerró sus memorias con esta frase: “Consuelo, le démon aussi
était un ange, avant…”  (Consuelo, el demonio también fue antes
un ángel…”).
Al final de los folios hay unas fotografías. Hay una foto de
Aura, fechada en 1876 –la novela se desarrolla en 1961–, y
firmada por Consuelo Llorente en el décimo aniversario de su
boda. Pero la mujer de esa antigua imagen es Aura. Y también
hay otra foto igual de desconcertante: Aura en compañía del
anciano Llorente, pero el anciano Llorente es Montero.
Montero sabe que Llorente es él.

Al caer la noche Montero se apresura a buscar a Aura en la


habitación de Consuelo, según habían acordado. Entra y ve a
Aura en la cama. Ella le pide que se acueste a su lado, pero que
no la toque. Montero sabe que la anciana podría llegar en
cualquier momento, pero Aura le dice que no regresará: “Ella ya
se agotó”.

Entonces la besa, la abraza, pero se da cuenta que está


besando y abrazando a una anciana:

“apartarás tus labios de los labios sin carne que has estado
besando, de las encías sin dientes que se abren ante ti: verás
bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la
señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando
ligeramente porque tú lo tocas, tú lo amas, tú has regresado
también…”

Capítulo V

La noche anterior engendró su propio doble. Al despertar,


Felipe reflexiona que así sucedió de algún modo Y, más aún,
concluye que Aura es la doble de Consuelo, y al contrario.

Montero le propone a Aura que se marchen juntos para huir de


la anciana, pero la chica al parecer no quiere partir. Le dice a
Felipe Montero que lo esperará esa noche en la recámara de su
tía, que su tía saldrá todo el día.

Montero que el general y Consuelo no han podido tener hijos,


en la lectura de las memorias de Llorente se entera y que ello
había trastornado a la mujer, que hasta  entonces buscó un
remedio con plantas y pócimas.

Llorente la encontró una vez que amanecía, caminando descalza


por los pasillos y sola . “No me detengas –dijo Consuelo–; voy
hacia mi juventud, mi juventud viene hacia mí. Entra ya, está
en el jardín, ya llega”.
Llorente, asombrado, cerró sus memorias con esta
frase: “Consuelo, le démon aussi était un ange,
avant…”  (Consuelo, el demonio también fue antes un ángel…”).
Consuelo creyó encontrar la pócima de la juventud, y
enloqueció.
Hay una foto de Aura, fechada en 1876 –la novela se desarrolla
en 1961–, y firmada por Consuelo Llorente en el décimo
aniversario de su boda. Al final de los folios hay unas
fotografías.  Pero la mujer de esa antigua imagen es Aura.

Montero sabe que Llorente es él. Hay otra foto igual de


desconcertante: Aura en compañía del anciano Llorente, pero
el anciano Llorente es Montero. Al caer la noche Montero se
apresura a buscar a Aura en la habitación de Consuelo, según
habían acordado. Ella le pide que se acueste a su lado, pero que
no la toque. Entra y ve a Aura en la cama y Felipe Montero
sabe que la anciana podría llegar en cualquier momento, pero
Aura le dice que no regresará: “Ella ya se agotó”.
Entonces la besa, la abraza, pero se da cuenta que está
besando y abrazando a una anciana:

“apartarás tus labios de los labios sin carne que has estado
besando, de las encías sin dientes que se abren ante ti: verás
bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la
señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando
ligeramente porque tú lo tocas, tú lo amas, tú has regresado
también…”
¿Y Aura?

El libro finaliza con esta enigmática frase:

“Volverá, Felipe, la traeremos juntos. Deja que recupere


fuerzas y la haré regresar…”

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