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Asimismo, el pensamiento marxista está convencido de que el ser humano

puede transformarse y llegar a ser un hombre nuevo, solidario, preocupado por el otro y
por lo otro, de tal modo que conlleve a una nueva relación con los demás seres
humanos y seres vivos en general, basado en la solidaridad y la otredad.
“Marx está convencido de que el ente humano, tanto como especie que como
individuo de la especie es un producto histórico-social.

Esta convicción le conduce a modificar la sociedad – revolución- a fin de obtener una


humanidad nueva.

Si el hombre está enajenado, deshumanizado, se debe a que su manera alienada de


trabajar engendra la propiedad privada, la cual, a su vez, refuerza tal forma de
trabajar. Para liquidar en su raíz la deshumanización es indispensable abolir la
propiedad privada.”107

Por otra parte, el trabajo no alienado, significa otra forma de mediación o de


relación entre el ser humano y la naturaleza, pues, el trabajo a partir de la técnica
también se define y redefine históricamente. “El trabajo será, afirma Engels en el Anti-
Dühring, un placer. El trabajo dejará de ser oposición entre labor intelectual y labor
manual, convirtiéndose en necesidad vital, sostiene Marx en Crítica del programa de
Gotha.”108
Desde una perspectiva marxista al modificar las relaciones de trabajo entre los
hombres, también sería potencialmente factible modificar el tipo de relación del ser
humano con el planeta y en particular con la naturaleza, pues el desarrollo de la técnica
es una tarea y atributo que el ser humano modela de acuerdo a sus necesidades
histórico-sociales.
Por lo tanto, una sociedad bajo los parámetros de la visión marxista, implicaría
poner límites a la competitividad y esto favorecería el uso de los recursos bajo otra
racionalidad, ya no a la disputa por la posesión, concentración, acaparamiento,
apropiación de los bienes materiales, conductas propias de una sociedad capitalista, lo
cual podría impedir el actual uso intensivo egoísta e individualista de la naturaleza y del
mundo en general.

107
FULLAT, Octavi (1983). Filosofías de la Educación, p. 399
108
Ibídem, p. 400

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