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Sin embargo, no podemos satanizar a la tecnología, o a la ciencia, sería

irresponsable y estaría fuera de toda realidad, porque querámoslo o no, también somos
parte de ella, hoy por hoy dependemos de ella en diversas esferas de nuestra vida. El
problema son los excesos y la inequidad que se produce en su distribución en el
mundo.
No se trata decía, de satanizar a la tecnología como tal, sino más bien, el uso
irracional que el hombre le ha dado y le sigue dando. Es evidente que ésta, nos ha
provisto de comodidades y beneficios. También es verdad, que cada vez estamos más
supeditados a ella, la llevamos con nosotros, nos dormimos, nos despertamos, y en
urgencias médicas hasta respiramos con ella; de hecho la mayoría de las veces no la
necesitamos y aún así la utilizamos.
También es evidente, y sería muy ingenuo e irresponsable decir que no la
necesitamos, en el tiempo actual necesitamos de la energía, de los avances que se
producen día con día, una sociedad sin tecnología sería impensable en nuestros días.
Y sin embargo, aunque parezca mentira, millones de humanos no tienen todavía
acceso, al más simple aparato que permita llevar agua y luz a sus hogares, ni que de
decir de los grandes avances en materia de salud. Es ello un rasgo de la inequidad que
se da entre los países, los pueblos y los individuos de contar con las nuevas
tecnologías y hacer de ellas un uso racional y responsable.
Ahora bien, el ser humano ha demostrado una gran capacidad de adaptación a
su medio y aunque para ello ha necesitado en lo que va de su historia, valerse del
desarrollo de nuevas tecnologías y de la ciencia, no por ello ha podido –aunque lo
desee- desligarse de su condición biológica al desdeñar su pasado y presente
genéticos. Si bien, es un ser social y cultural, sin duda alguna está impregnado de
naturaleza, es decir, es biología y cultura a la vez, pues una y la otra lo constituyen y
eso es lo que le da su condición humana al final de cuentas.
“En nuestro interior llevamos el mundo físico, químico, vivo y, al mismo tiempo,
estamos separados de ellos por nuestro pensamiento, nuestra conciencia de la Tierra,
biología, ecología, permiten situar la doble condición humana, natural y metanatural.
Conocer el hombre no es recortarlo del Universo sino ubicarlo en él.”118

118
MORIN, Edgar (2007). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma, reformar el pensamiento, p. 39

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