Está en la página 1de 24

LOS GENERALES SANTA ANNA Y

PAREDES Y ARRILLAGA EN
MEXICO, 1841-1843:
RIVALES POR EL PODER
O UNA COPA MAS

M i c h a e l P . COSTELOE
Umversity of Bnstol

E N SU LARGA Y ESPECTACULAR C3Xrcr£i CI1 la política mexicana,


A n t o n i o L ó p e z de Santa A n n a e x p e r i m e n t ó muchas altas y
bajas, y q u i z á la m á s humillante de estas ú l t i m a s o c u r r i ó du-
rante la primera semana de diciembre de 1844, cuando el culto
a su personalidad, construido con todo cuidado a lo largo del
tiempo, q u e d ó p r á c t i c a m e n t e reducido a cenizas. Los restos
de su pierna amputada, sacrificada gustosamente, según su
propio relato, en defensa de la R e p ú b l i c a contra los invasores
franceses seis a ñ o s antes (el 5 de diciembre de 1838), fueron
desenterrados de la tumba donde reverentemente los h a b í a se-
pultado y una turbamulta airada y hostil los a r r a s t r ó por las
calles de la ciudad de M é x i c o para diversión del populacho y
escarnio suyo; u n teatro recién construido que llevaba su
n o m b r e fue forzado y una estatua suya que a h í se encontraba
fue reducida a pedazos; sus pinturas y retratos fueron desga-
rrados; fue despojado de su investidura como presidente; el
Congreso v o t ó porque fuese procesado j u n t o con sus minis-
tros; y se inició una serie de acontecimientos que llevaron a su
derrota y a su exilio de M é x i c o .
L a espectacular caída en desgracia de Santa A n n a en d i -
ciembre de 1844 fue el resultado de muchos factores, clara-
mente resumidos por Bancroft: " M e d i d a s despóticas, desho-
nestas y extravagantes[. . . ] i n c a u t a c i ó n y venta ilegal de
bienes de la n a c i ó n o de los ayuntamientosf. . . ] contratos fan-
tásticos, s u s p e n s i ó n de salarios y pagosf. . . ] , malversación de

HAiex, X X X I X : 2, 1989 417


418 MICHAEL P. COSTELOE

1
fondos". C o n ese tipo de comportamiento, sumado a su
extraordinario desprecio por las convenciones sociales, ma-
nifiesto en su matrimonio con una joven q u i n c e a ñ e r a seis se-
manas d e s p u é s de la muerte de su respetada esposa de 19
a ñ o s , Santa A n n a se h a b í a ganado la enemistad de todos los
poderosos grupos socioeconómicos de cuyo apoyo político
d e p e n d í a . A principios de noviembre, h a b í a llegado la con-
firmación de que t a m b i é n h a b í a perdido la lealtad del ejérci-
to, lealtad que tan asiduamente h a b í a cultivado durante
toda su carrera y de la cual, en el ú l t i m o de los casos, depen-
día su supervivencia.
El hombre que inició la c a m p a ñ a militar que condujo a
la h u m i l l a c i ó n de Santa A n n a fue el general M a r i a n o Pare-
des y Arrillaga, el mismo que, tres años antes, h a b í a sido de-
terminante para llevar al primero al poder.
Aliados estrechamente con u n oficial del tercer ejército, el
general Gabriel Valencia, en j u l i o de 1841 h a b í a n organiza-
do y ejecutado una bien planeada revuelta en contra del go-
2
bierno del general Anastasio Bustamante. ¿ P o r q u é , en-
tonces, se volvió Paredes contra Santa A n n a y q u é era lo que
h a b í a avinagrado las otrora estrechas relaciones entre ellos?
Entre los motivos de Paredes se encontraban, sin duda algu-
na, la a m b i c i ó n y la oportunidad de aprovechar el descon-
tento generalizado que Santa A n n a h a b í a provocado; con
todo, t a m b i é n es claramente probable que el despecho per-
sonal y u n sentimiento profundo del honor ofendido surgido
de u n solo incidente, m á s bien grotesco, hayan sido la p r i n -
cipal inspiración de Paredes. M u c h o tiempo d e s p u é s de los
acontecimientos, el propio Santa A n n a seguía creyendo que
los actos de su antiguo c o m p a ñ e r o de armas h a b í a n sido mo-
tivados por el resentimiento personal y el orgullo ofendido.
De esas relaciones entre Santa A n n a y Paredes y , en particu-
lar, de u n incidente que ocurrió la noche del 7 de marzo de
1843 se ocupa este artículo.
Paredes es uno de los muchos generales-políticos del M é x i -
co del siglo X I X sobre los que poco se ha escrito y a ú n menos

BANCROFTJ 1 8 8 7 , v, p. 2 8 1 .
2
V é a n s e los detalles de esta revuelta en COSTELOE, 1 9 8 8 , p p . 3 3 7 - 3 6 0 .
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 419

3
se sabe. Nacido en la ciudad de México en 1797, su carrera
h a b í a seguido u n p a t r ó n casi convencional, paralela en m u -
chos sentidos a la del propio Santa Anna, quien naciera tres
a ñ o s antes. Después de algunos años de escuela, Paredes al-
c a n z ó el grado de oficial cadete en 1812 en u n regimiento de
infantería español y vio mucha acción durante la guerra de i n -
dependencia: t o m ó parte en 22 combates contra las fuerzas
4
insurgentes. Después, como Santa A n n a y tantos otros jóve-
nes oficiales de su generación, desertó la causa española y se
u n i ó al Plan de Iguala de Iturbide en marzo de 1821. Su as-
censo h a b í a sido lento y apenas h a b í a alcanzado el grado de
comandante de batallón —en 1821, Santa Anna ya era
teniente-coronel, y fue ascendido a general poco después.
C o m o Santa A n n a , asimismo, se rebeló contra Iturbide y
aceptó el sistema de gobierno republicano, apoyado en la épo-
ca por los veteranos de m á s alto rango de la guerra de inde-
pendencia, como Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo y V i -
cente Guerrero; sin embargo, la recompensa por su apoyo al
bando victorioso fue insignificante y sólo recibió puestos m i l i -
tares menores durante los años siguientes. M á s tarde se vio fa-
vorecido por el régimen pro centralista de Anastasio Busta-
mante, quien ascendió al poder en 1830, y r á p i d a m e n t e fue
promovido al grado de coronel, en 1831, y al a ñ o siguiente, a
la edad de 35 años, al de general.
Hasta ese momento de su carrera, Paredes había sido u n
activo y comprometido oficial militar y parece que no h a b í a
participado en ninguna actividad política, interés que h a b í a
sido tan característico de Santa Anna y sus generales colegas.
E n 1835, como parte del proceso de desmantelamiento del sis-
tema federal, Santa A n n a encabezó u n ejército contra el pro
federal estado de Zacatecas y Paredes recibió el mando de una
brigada a la que dirigió exitosamente en la batalla de Guada-
lupe, y en la que fueron vencidas las fuerzas zacatecanas. De
nueva cuenta, la recompensa por el éxito no llegó particular-
mente pronto; no obstante, después de participar en otras

3
Los siguientes detalles biográficos se basan en RIVERA CAMBAS, 1965,
v , p p . 129-151; R O B E R T S O N , 1955.
4
R I V E R A C A M B A S , 1965, v , p p . 130-131.
420 MÍGHAEL P. COSTELOE

c a m p a ñ a s contra los federalistas rebeldes y de unos cuan-


tos días como ministro de guerra nominal en 1838, final-
mente fue nombrado comandante general del departamento
de Jalisco.
Habiendo arribado a una posición de alto rango en el
ejército y como principal autoridad militar de una región i m -
portante, se le presentó la oportunidad de consolidar su ima-
gen personal y su ideología política. N o contaba con u n aspec-
to físico llamativo — s e g ú n u n c o n t e m p o r á n e o , era " p e q u e ñ o
de cuerpo, de roma nariz y ojos p e q u e ñ o s , pelo lacio, erguido
y pretencioso"— y adquirió la reputación de ser orgulloso,
arrogante y desusadamente pendenciero, característica que,
se dice, lo hizo impopular entre sus colegas y fue la causa de
5
su lento ascenso. Gracias a su matrimonio, Paredes h a b í a
logrado ingresar a una rica familia de Guadalajara emparen-
tada con varias casas nobles de E s p a ñ a y M é x i c o , y él y su
círculo se convirtieron en los dirigentes de la sociedad guada-
lajarense. Se dice que su esposa *—devota católica romana,
enemiga intolerante y amargada de los liberales anticlerica-
les— poseía una personalidad dominante y ejercía una fuerte
6
influencia sobre él, en especial en cuestiones religiosas.
Terrateniente con una posición asegurada financiera y so¬
cialmente, Paredes reflejaba en sus opiniones políticas el sen-
tir del medio en que vivía. Era u n ardiente centralista y u n
conservador ferviente que admiraba la estabilidad y la socie-
7
dad de clases de la era colonial. Se sentía profundamente or-
gulloso de su carrera en el ejército, despreciaba a quienes lla-
maba "los terribles y perniciosos proletarios" y creía que la
democracia liberal y la estructura federal, tan caras a muchos
de sus c o n t e m p o r á n e o s , eran inadecuadas para su país en el

0
L a d e s c r i p c i ó n física de Paredes se encuentra en PRIETO, 1948, n, p p .
121-122. E n R I V E R A CAMBAS, 1965, p . 125, aparece u n retrato que, aun-
que estilizado, confirma la d e s c r i p c i ó n de Prieto.
6
PRIETO, 1958.
7
A r r a n g o i z afirma que, en 1832, Paredes le c o m u n i c ó personalmente
su o p i n i ó n de que sólo una m o n a r q u í a p o d í a salvar a M é x i c o de la anar-
q u í a y de Estados Unidos; algunos a ñ o s m á s tarde, en 1846, Paredes parti-
c i p ó en u n i n t e n t o p o r establecer u n a m o n a r q u í a . V é a s e A R R A N G O I Z ,
1968, p . 389; SOTO, 1983.
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 42 1

8
estado de desarrollo en que se encontraba entonces. M é x i c o ,
le parecía, podía y debía ser gobernado ú n i c a m e n t e por una
alianza del ejército y las clases ricas y pudientes, incluido el
clero, cuya educación, propiedad de bienes y honor les permi-
tirían mantener la estabilidad política sin la cual el país nunca
lograría progreso alguno. Para él, permitir que el proletariado
participase en el proceso político y otorgar el voto a los campe-
sinos iletrados o al populacho urbano era ilógico y carente de
sentido. M á s a ú n , permitir que el proletariado fuese electo al
Congreso sin distinción entre las clases trabajadoras y los pro-
pietarios de bienes era una invitación a la a n a r q u í a . Era, m á s
bien, escribió, como sostener u n consejo de guerra en el que
todos, generales, oficiales y hombres, tienen voto; obviamen-
te, los hombres deben ganar. En lugar de eso, lo que se necesi-
taba era atraer a "las clases acomodadas, que son en política
9
lo que en la guerra los Generales".
Paredes, neto reaccionario político y fuerte pro clerical, era
respetado por la élite social del clero, los comerciantes y los
propietarios que dominaban Jalisco y su ciudad capital,
10
Guadalajara. Sus estrechas relaciones con la comunidad
mercantil local constituyeron el factor primordial de su deci-
sión de unirse en el verano de 1841 a la conspiración que se
tramaba en contra del gobierno de Bustamante. A principios
de agosto, apoyado por p r é s t a m o s de los comerciantes y con la
cooperación previamente pactada de Santa Anna, inició u n
pronunciamiento, se a p o d e r ó r á p i d a m e n t e de la ciudad y el
departamento y se a u t o n o m b r ó gobernador, investidura que
a ñ a d i ó a su mando militar. Los acontecimientos de las si-

8
Correspondencia "Paredes y A r r i l l a g a - J o s é M a r í a T o r n e l " , 10 de
m a y o de 1842, en los archivos de la Benson L a t i n A m e r i c a n L i b r a r y , Uni¬
versity o f Texas, G a r c í a Collection, Paredes y A r r i l l a g a Papers, 140/43.
Esta carta fue publicada en G A R C Í A , 1974, p p . 25-27.
9
Correspondencia "Paredes y Arrillaga-Santa A n n a " , 29 de abril de
1842, en G A R C Í A , 1974, p p . 20-21. U n a serie de cartas enviadas por Pare-
des a Santa A n n a y T o r n e l en abril y m a y o de 1842, publicadas en G A R -
CÍA, 1974, pp. 15-59, revelan sus ideas políticas. E n REYES HEROLES, 1974,
I I , p p . 228-340, se encuentra u n útil resumen de las opiniones de Paredes.
1 0
S e g ú n el d i p l o m á t i c o estadounidense W a d d y T h o m p s o n , q u i e n se
encontraba en M é x i c o en la é p o c a , Paredes era " m u y querido y respeta-
d o " en Guadalajara; v é a s e T H O M P S O N , 1846, p . 85.
422 MICHAEL P. COSTELOE

guientes semanas no conciernen a nuestro tema; baste decir


que, al frente de u n heterogéneo ejército de quizá m i l m i e m -
bros, incluso algunos partidarios, pronto partió hacia la ciu-
dad de M é x i c o , donde, a mediados de septiembre, era eviden-
te que el gobierno no p o d r í a sostenerse durante mucho tiempo
m á s . Unos días antes de que éste cayera, Paredes se e n c o n t r ó
con Santa Arma y Gabriel Valencia en Tacubaya, a orillas de
la capital, para repartirse el botín de la victoria. N o sabemos
q u é fue lo que se dijo entre los muros del palacio del arzobis-
pado de Tacubaya cuando los tres generales, o soberanos alia-
dos, como los describió la señora C a l d e r ó n de la Barca, se reu-
nieron en torno a la mesa de conferencias, sólo que Santa
A n n a surgió triunfante y se a p o d e r ó de la presidencia con fa-
cultades casi irrestrictas conforme a las Bases de Tacubaya, que
fueron aceptadas como el manifiesto político de las fuerzas
11
rebeldes.
Tampoco está claro cuál fue la actitud de Paredes ante el
producto de sus esfuerzos. S e g ú n una opinión, el resultado lo
satisfizo, pues creía que Santa A n n a era el m á s calificado para
12
tomar la presidencia. Otras fuentes, en cambio, sugieren
que de ninguna manera se sintió satisfecho con su parte del
b o t í n porque, como antes en su carrera, la recompensa a sus
esfuerzos fue m í n i m a . E n efecto, mientras que Valencia reci-
bió subsecuentemente varios favores de Santa Anna y se enri-
queció gracias a ellos, Paredes tuvo que contentarse con el
ascenso a general de división y la confirmación como goberna-
13
dor y comandante general de Jalisco.
Por ende, no sabemos cuál era el humor de Paredes cuando
p a r t i ó de la capital para regresar a Guadalajara n i , si sus rela-
ciones con Santa A n n a y Valencia se h a b í a n relajado, en q u é
medida lo h a b í a n hecho. Sin embargo, pronto surgieron indi-
cios de que no todo estaba bien por u n asunto que se convirtió
en u n a colérica disputa pública con Valencia. Este decidió
publicar u n manifiesto en el que justificaba su conducta en la
revuelta y donde, en particular, r e n d í a cuentas de los fondos

^ C A L D E R Ó N DE LA B A R C A , 1970, p . 4r27.
^ BANCROFT, 1887, v , p . 229.
^ R I V E R A C A M B A S , 1965, v , p . 132^ R O B E R T S O N , 1955, p p . 149-150.
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 423

14
que h a b í a utilizado. E n este manifiesto, afirmaba haber en-
viado 20 000 pesos a Paredes, quien inmediatamente publicó
su propio manifiesto y cuentas, donde negaba haber recibido
15
dinero alguno de Valencia. Siguióse una airada correspon-
dencia entre los dos generales, cada uno de los cuales entregaba
las cartas a la prensa, en la que Paredes siguió insistiendo en
que Valencia estaba en u n error y éste, a su vez, en que no era
16
así y en que tenía recibos y otros documentos para probarlo.
T o d o el asunto, q u i z á trivial en sí mismo, fue para Paredes
u n grave insulto a su r e p u t a c i ó n de hombre probo e íntegro y,
aunque pronto desapareció de las p á g i n a s de la prensa diaria,
fue algo que no olvidó, como tampoco aceptó las seguridades
de Valencia en el sentido de que éste no h a b í a intentado me-
nospreciar su honor personal. Mientras tanto, Santa A n n a
p a r e c í a haberse mantenido al margen de esa disputa p ú b l i c a
entre sus aliados m á s cercanos, pero unas semanas m á s tarde,
en abril de 1842, él t a m b i é n e n c o n t r ó razones para r e ñ i r con
Paredes. E n marzo y a principios de abril de ese mismo a ñ o se
h a b í a n llevado a cabo elecciones para u n nuevo Congreso y,
para gran enojo de Santa A n n a , sus enemigos políticos de en-
17
tre los liberales y los federalistas habían obtenido la mayoría.
Frente a lo que seguramente sería u n Congreso hostil a él y al
ejército, Santa A n n a inició u n proceso de consulta entre sus
amigos, incluido Paredes, respecto al curso de la acción que
d e b í a n emprender a la luz de los resultados de las elecciones.
A s í , envió a Guadalajara a u n emisario personal, Francisco
M o r p h y , a conferenciar con Paredes y auno^ue las pruebas
son circunstanciales es m u y probable que Santa A n n a haya
contemplado la idea de tomar el poder por completo ayudado
por el ejército para elevarse él mismo al rango de dictador m i -

1 4
" M a n i f i e s t o del ciudadano G a b r i e l V a l e n c i a , general de d i v i s i ó n y
jefe de l a p l a n a m a y o r del e j é r c i t o , sobre su conducta en l a ú l t i m a revolu-
o
c i ó n " , I de octubre de 1841, en El Cosmopolita (18 d i c . 1841).
" E x p o s i c i ó n que el general D . M a r i a n o Paredes y A r r i l l a g a hace a
sus conciudadanos en m a n i f e s t a c i ó n de su conducta p o l í t i c a , m i l i t a r y eco-
n ó m i c a en la presente r e v o l u c i ó n " , en Siglo XIX (23 oct. 1841).
1 6
Esta correspondencia fue p u b l i c a d a en El Siglo XIX (Z\ d i c . 1841; 5
ene. 1842).
1 7
V é a s e COSTELOE (en prensa).
424 MICHAEL P. COSTELOE

litar. Paredes se opuso a la idea y a r g ü y ó que Santa A n n a no


contaba con el apoyo político necesario para tal maniobra.
Poco d e s p u é s de la entrevista de Paredes con M o r p h y , empe-
zó a correr en Guadalajara el rumor de que Santa A n n a estaba
conspirando para establecer una dictadura. S e g ú n parece,
Santa A n n a consideró que h a b í a habido una violación de leal-
tad y confianza y escribió a Paredes una carta en la que lo acu-
saba de ser la fuente del r u m o r y le exigía que le pusiera u n al-
to. En su respuesta, Paredes n e g ó que él hubiese iniciado
r u m o r alguno o dicho a nadie de la visita de M o r p h y y " e l se-
8
creto que se me c o n f í a " . '
El tono recriminatorio y el contenido de esa corresponden-
cia con Santa A n n a indican que, una vez m á s , Pareces sintió
que su honor y lealtad eran puestos en tela de j u i c i o . Por su
parte, Santa A n n a no hizo m á s referencias al asunto y dedicó
su tiempo durante los siguientes meses a encargarse del pro-
blema del Congreso. C o m o h a b í a dicho a Paredes que h a r í a ,
cuando q u e d ó claro que los diputados estaban resueltos a ela-
borar una constitución pro federalista y a introducir grandes
reformas en el ejército, provocó una rebelión y se valió de sus
aliados militares para clausurar la asamblea por la fuerza. H a -
biendo afirmado su autoridad sin ninguna dificultad real,
a n u n c i ó que sería convocada una nueva asamblea, o J u n t a de
Notables, nombrada en su m a y o r í a por él mismo, para redac-
tar una constitución.
Paredes p a s ó el verano y el o t o ñ o de 1842 concentrado en
sus deberes como gobernador de Jalisco y fomentando su
r e p u t a c i ó n de administrador eficiente y honesto. I m p u l s ó nu-
merosas reformas y varias empresas nuevas; por ejemplo: la
ejecución de diversas obras p ú b l i c a s , incluidas la pavimenta-
ción de calles, la r e p a r a c i ó n de la red de suministro de agua de
la ciudad, la c o n s t r u c c i ó n de puentes y la r e p a r a c i ó n de cami-
nos. Asimismo, se hicieron esfuerzos por l i m p i a r de ladrones
las calles de la ciudad y de bandidos las zonas rurales y se i n i -
ció la construcción de una nueva prisión. Manifiestamente de-
seoso de mejorar la infraestructura escolar, Paredes r e u n i ó
fondos para la reapertura del Colegio de San J u a n y p r o m o v i ó

GARCÍA, 1974-, p . 30.


LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 425

la fundación de u n instituto vespertino para adultos, en el que


se e n s e ñ a b a a leer y escribir a m á s de cien estudiantes. T a m -
b i é n a y u d ó , en fin, a la creación de una escuela de artes y ofi-
cios. Esas actividades aumentaron el respaldo de que gozaba
en la región, en particular el del clero local, el cual describió
la conducta de Paredes en el ejercicio de sus funciones como
19
" l a m á s pura, íntegra y desinteresada que puede apetecerse".
Desde el punto de vista de la situación política nacional y
dada su ahora bien fundada r e p u t a c i ó n como firme defensor
del ejército, antiliberal y pro centralista, a nadie s o r p r e n d i ó
que apoyara la maniobra de Santa A n n a en contra del
20
Congreso. Como parte de la propaganda preliminar al ata-
que contra los legisladores, presentó una proclama en nombre
de la g u a r n i c i ó n de Guadalajara y los funcionarios públicos
contra los diputados liberales. Dicha proclama comenzaba
por afirmar que la constitución propuesta provocaría la anar-
q u í a y la disolución social, que la n a c i ó n no q u e r í a u n retorno
a la constitución federal de 1824 y que las reformas propuestas
para el ejército r e d u c i r í a n a los militares a la categoría de ban-
21
didos y criminales.
L a proclama estaba fechada el 14 de diciembre de 1842,
esto es, cinco días antes de que el ejército avanzara contra el
Congreso, y parece que fue suficiente para confirmar a Santa
A n n a la lealtad de Paredes, ya que, cuando fueron hechos p ú -
blicos los nombres de los miembros de la j u n t a de Notables, el
23 de diciembre, el de Paredes h a b í a sido incluido entre ellos.
Dadas las turbulentas circunstancias de la época, no era desu-
sado el que alguien fuese nombrado como miembro de tales
cuerpos sin antes haber sido consultado si estaba dispuesto a

1 8
" D e t a l l e s de representaciones del concejo m u n i c i p a l de Guadalaja-
r a " 13 de m a r z o de 1843 en El Siglo XIX(28 mar. 1843), y " C a p í t u l o D i o -
cesano de Guadalajara" 20 de m a r z o de 1843 en GARCÍA, 1974, pp. 53-55.
2 0
T H O M P S O N , 1846, p . 84, l o describe como " u n h o m b r e de talento y
habilidades en su p r o f e s i ó n " ; y C U E V A S , 1940, p . 633, como " d e a u t é n t i -
co t e m p e r a m e n t o b é l i c o " .
2 1
" R e p r e s e n t a c i ó n que la g u a r n i c i ó n y varios empleados del depar-
t a m e n t o de Jalisco d i r i g e n al supremo gobierno p r o v i s i o n a l " , 14 de d i -
c i e m b r e de 1842, en El Cosmopolita (24 dic. 1842). Paredes p u b l i c ó t a m -
b i é n su p r o p i a p r o c l a m a defendiendo la clausura del Congreso; v é a s e El
Cosmopolita (7 ene. 1843).
426 MICHAEL P. COSTELOE

servir, por lo que no sabemos si Paredes fue avisado pre-


viamente de su nombramiento. Sea lo que fuere, lo a c e p t ó ,
aunque, al hacerlo, se le exigió no sólo que renunciara a sus
puestos de comandante general y gobernador de Jalisco sino
t a m b i é n que abandonara a su numerosa familia para viajar a
la ciudad de México e instalarse en ella. Su decisión de aban-
donar su base de poder en Jalisco por lo que era u n puesto re-
lativamente menor en la nueva asamblea a s o m b r ó a sus ami-
gos y partidarios de Guadalajara, quienes pronto empezaron
22
a tratar de convencerlo de que regresara. Aunque no con-
fiaba en él, parece que su ambición lo p e r s u a d i ó a aceptar una
tentadora oferta que Santa A n n a le h a b í a hecho y que no era
del dominio público. En una carta que le dirigió cierto tiempo
d e s p u é s , Santa A n n a recordaba a Paredes que le h a b í a pedido
que v i n i e r a a la capital para fungir como presidente interino
23
durante sus ausencias en su finca r u r a l . A pesar de su m u -
tua desconfianza y de lo tirante de sus relaciones a lo largo de
los ú l t i m o s meses, Paredes decidió correr el riesgo y aceptar el
ofrecimiento)
Aparentemente, por lo tanto, viajó a la ciudad de M é x i c o
para tomar su puesto en la j u n t a de Notables, pero, poco des-
p u é s de su llegada, J o s é M a r í a T o r n e l , ministro de la Guerra
y uno de los aliados m á s íntimos de Santa A n n a , anunció que
Paredes h a b í a sido nombrado para comandar u n ejército ex-
pedicionario que sería enviado a Y u c a t á n . Ese giro en los
acontecimientos provocó perplejidad en varios sentidos. Santa
A n n a se encontraba disfrutando de uno de sus descansos
periódicos en el campo, por lo que el nombramiento de Pare-
des se hizo oficialmente en nombre del presidente en funcio-
nes, Nicolás Bravo. Como era bien sabido que Santa A n n a
m a n t e n í a siempre una estrecha vigilancia sobre las activida-
des que se desarrollaban en la capital durante sus frecuentes
ausencias, en especial en lo concerniente a los puestos milita-

2 2
V é a s e , p o r ejemplo, la correspondencia " F . M a r t í n e z Negrete-
Paredes y A r r i l l a g a " , 27 de enero de 1843, en G A R C Í A , 1974, p . 33.
M a r t í n e z Negrete se refiere a la " g r a n s e n s a c i ó n " causada en Guadalaja-
r a p o r l a d e c i s i ó n de Paredes de i r a la c i u d a d de M é x i c o .
2 3
C o r r e s p o n d e n c i a " S a n t a Anna-Paredes y A r r i l l a g a " (23 m a y o
1844), en G A R C Í A , 1974, p p . 69-70.
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 427

res, p a r e c í a inconcebible que no estuviese al tanto del n o m -


bramiento de Paredes y no que no lo hubiese aprobado; sin
embargo, como ya lo indicamos, afirmó haber invitado a
Paredes a la capital para que se convirtiera en presidente
en funciones. Paredes debe haber supuesto o sospechado
cierta duplicidad de parte de Santa A n n a , puesto que, en
efecto, el puesto en Y u c a t á n era equivalente al ostracismo
político y una decisión peligrosa, de aceptarlo, para cual-
quier oficial del ejército con u n poco de a m b i c i ó n . Esto,
por supuesto, t a m b i é n era obvio para T o r n e l , a quien no
le a s o m b r ó el que Paredes se rehusara a aceptar alegando
24
mala salud. Entonces, el 20 de febrero de 1843, Santa
A n n a le escribió para decirle, con su acostumbrado aire de
inocencia, que h a b í a tenido conocimiento recientemente
del nombramiento y que, ese mismo d í a , se h a b í a enterado
de que sufría de " u n accidente en su salud" que le h a b í a
impedido dejar la capital; t a m b i é n , que esperaba que
25
pronto se recuperase J
En esa misma carta del d í a 20 de febrero de 1843, Santa
A n n a anunciaba a Paredes que h a b í a decidido volver a la
capital para reasumir el control del gobierno y, una sema-
na m á s tarde, entre las 5:30 y las 6:00 de la tarde del 5 de
marzo, e n t r ó a la ciudad, donde fue recibido con toda la
26
p o m p a y ceremonia que tanto a d m i r a b a . Casi inme-
diatamente se puso a trabajar, y lo primero que e m p e z ó
a hacer fue introducir algunos cambios en su gabinete y en
otras posiciones importantes. Algunos de esos cambios
fueron anunciados al d í a siguiente, el 6 de marzo, en par-
ticular los del gobernador y el comandante general del
Distrito de M é x i c o , quienes fueron relevados de sus pues-
tos. E l nuevo comandante y gobernador general d e b í a ser
Paredes; la carta con su nombramiento formal para am-

2 4
El Cosmopolita (18 feb. 1843). A p a r e n t e m e n t e , Paredes sufría u n a i n -
fección u r i n a r i a ; v é a s e l a correspondencia " J . M . Jarero-Paredes y A r r i -
l l a g a " (24 feb. 1843), en G A R C Í A , 1974, p p . 39-40.
2 5
C o r r e s p o n d e n c i a " S a n t a Anna-Paredes y A r r i l l a g a " (20 feb. 1843),
en G A R C Í A , 1974, p. 39.
2 6
El Cosmopolita (8 m a r . 1843).
428 MICHAEL P. COSTELOE

27
bos puestos fue expedida el d í a 7 de marzo.
Se desconoce el momento exacto de ese 7 de marzo de 1843
en que Paredes recibió la carta con su nombramiento, pero
en las siguientes horas se produjo una serie de acontecimien-
tos extraordinarios que h a b r í a n de provocar su h u m i l l a c i ó n
p ú b l i c a y que, según Santa A n n a , constituyeron la verdadera
causa de la revuelta de a q u é l contra éste en noviembre de
1844. Existen relatos de diversos testigos de lo que o c u r r i ó la
noche del 7 de marzo y , aunque sus interpretaciones difieren,
los hechos esenciales fueron aceptados por Santa A n n a y la
m a y o r í a de sus c o n t e m p o r á n e o s . C o n u n poco de imagina-
ción, podemos reconstruir lo sucedido como sigue.
Habiendo recibido sus nombramientos, Paredes decidió ce-
lebrar y , en c o m p a ñ í a de al menos u n ayudante, el coronel
Pánfilo Barasorda, fue a tomar unas copas. Alrededor de las
10:30 de la noche, ya ebrio, se dirigió a Palacio Nacional,
donde Santa Anna pasaba la noche. U n a vez en la a n t e c á m a r a
de las habitaciones de Santa A n n a , se e n c o n t r ó con uno de los
guardias, el capitán J o s é Campuzano, y pidió ver al presiden-
te. Campuzano se sentó sobre una cama cercana y dijo a Pare-
des que la entrada a las habitaciones presidenciales ya h a b í a
sido cerrada esa noche. Paredes pasó a la siguiente habitación,
donde fue recibido por uno de los guardias personales de San-
ta A n n a , el c a p i t á n Francisco Nieves. U n a vez m á s , Paredes
p i d i ó ver al presidente, pero Nieves se r e h u s ó , indicándole
que Santa A n n a se h a b í a retirado a las 10:00 de la noche y que
seguramente ya estaría dormido. Paredes salió de la habita-
ción y, al toparse nuevamente con Campuzano, cuyo unifor-
me sólo estaba parcialmente abotonado, lo r e p r e n d i ó por su
apariencia; Campuzano replicó que h a b í a cuatro hombres
para hacer la guardia del presidente, uno siempre en servicio
mientras los otros tres descansaban, y que tales eran las órde-
nes del gobernador de palacio. Paredes respondió que él era el
comandante general y que era él quien daba las ó r d e n e s .
Sin haber logrado ver a Santa A n n a , Paredes partió y, alre-

2 7
V é a n s e los decretos publicados en El Siglo XIX los d í a s 8 y 1 0 de
m a r z o de 1 8 4 3 ; y la correspondencia " J . M . Bocanegra-Paredes y A r r i l l a -
ga" ( 7 mar. 1 8 4 3 ) , en G A R C Í A , 1 9 7 4 , p. 45.
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 429

dedor de las 11:30 de la noche, a c o m p a ñ a d o todavía por Bara-


sorda, se dirigió al cuartel del b a t a l l ó n de Celaya. E n el patio
del cuartel h a b í a varios soldados en grupos de uno o dos, i n -
cluido el oficial al mando, el general J o s é M a r i a n o Salas, que
v i e r o n entrar a Paredes y su a c o m p a ñ a n t e ; según Salas, era
evidente que Paredes no tenía el control de sus facultades o, en
sus propias palabras: "[Estaba] privado de sus potencias mo-
rales por el licor''. Paredes se acercó a Salas y e m p e z ó a gritar-
le y a reprenderlo, a c u s á n d o l o de manera ruda y ofensiva de
aceptar las ó r d e n e s del ministro de la Guerra en lugar de las
del propio Paredes, que era su comandante; entonces lo ame-
n a z ó con licenciarlo, gritándole que sabía bien c ó m o hacerse
obedecer y que no t e m í a a nadie, incluido el mismo Santa An¬
na. Salas protestó por ese comportamiento insultante y le ma-
nifestó que d i m i t i r í a .
D e s p u é s de ese iracundo y ruidoso enfrentamiento, que ter-
m i n ó hacia la medianoche del 7 de marzo, Paredes se fue a su
28
casa. A l otro día, d e s p u é s de reunir a las autoridades de la
ciudad, incluidos los miembros del concejo, t o m ó posesión
formal de su puesto de gobernador a las 12:00 del día. Menos
de tres horas d e s p u é s , el gobierno expidió la orden de desti-
29
t u i r l o de ambos puestos y ponerlo bajo arresto domiciliario.
L a nueva se e x t e n d i ó r á p i d a m e n t e por toda la ciudad y, natu-
ralmente, causó sensación. U n diario c o m e n t ó : " E l público
todo de la capital está pendiente del desenlace de este grave e
30
inesperado suceso".
L o que en realidad h a b í a pasado era que, a la m a ñ a n a si-
guiente, el 8 de marzo, Salas se h a b í a presentado en palacio
para quejarse formalmente contra Paredes, acusándolo de
abuso personal y de utilizar u n lenguaje insultante contra el

2 8
Este relato de los m o v i m i e n t o s y la conducta de Paredes se basa en
los sumaria o pruebas recogidas por los investigadores militares en la é p o -
ca. E l texto completo de los sumaria, incluidas las declaraciones de Salas
y varios testigos, fue publicado en El Siglo XIX (5 abr. 1843) y en El Cos-
mopolita (12 abr. 1843).
2 9
C o r r e s p o n d e n c i a " J . M . T o r n e l - P a r e d e s y A r r i l l a g a " (8 m a r .
1843), en El Cosmopolita (15 m a r . 1843). T o r n e l a f i r m a b a que el cargo que
se le h a c í a era " u n a falta grave contra la d i g n i d a d del g o b i e r n o " .
3 0
El Siglo XIX (9 m a r . 1843).
430 MICHAEL P. COSTELOE

presidente. Santa A n n a aceptó el relato de Salas y o r d e n ó la


destitución y el arresto de Paredes y que las autoridades m i l i -
tares llevaran a cabo una indagación completa del incidente.
E l fiscal militar fue el general V e n t u r a de M o r a , quien i n -
mediatamente inició la investigación, entrevistando a Salas, a
los otros soldados que presenciaron la escena en el cuartel y
a los dos oficiales de la guardia de Santa A n n a en palacio. E n
su declaración, Salas ratificó su afirmación de que Paredes es-
taba ebrio y h a b í a perdido el control y de que los h a b í a insul-
tado a él y a Santa A n n a . Tres de los testigos presentes en él
cuartel confirmaron los aspectos básicos de la declaración de
Salas, pero afirmaron que estaban demasiado lejos como para
poder confirmar que Paredes estuviese intoxicado. Los capita-
nes Campuzano y Nieves describieron el comportamiento de
Paredes en palacio. Esas declaraciones fueron tomadas el 8 de
marzo; d e s p u é s , V e n t u r a de M o r a fue a interrogar a Paredes
a la casa de éste. Paredes no n e g ó que hubiese ido a palacio o
al cuartel del regimiento de Celaya, pero p r o p o r c i o n ó una
v e r s i ó n m u y diferente de lo que h a b í a ocurrido. H a b í a ido a
palacio diio a solicitud de Tornel quien le h a b í a dicho eme
t e m í a que estuviese a punto de iniciarse u n intento de golpe
D e s p u é s de dejar a Tornel, h a b í a ido a verificar que Santa
A n n a estuviese adecuadamente protegido, sólo para encon-
trarse con que Campuzano el capitán de la guardia ya estaba
acostado por lo que lo habí'a reprendido D e s p u é s dijo se ha-
b í a dirigido al cuartel y aunque a d m i t i ó que h a b í a tenido u n
airado intercambio de palabras con Salas, quien se h a b í a mos-
trado insolente insistió en aue sus DroDias Dalabras h a b í a n
sido mal interpretadas. N o h a b í a tenido la i n t e n c i ó n de insul-
tar a Santa A n n a n i a nadie m á s . Por lo d e m á s , afirmó, la
sación de Salas era dolosa y se debía a que éste lo h a b í a odiado
desde u n incidente aue se Droduio entre ellos en 1825 Él no
estaba ebrio y se encontraba en completo control de sus facul-
tades mentales. Finalmente, Barasorda fue interrogado
firmó la sohriedad de Paredes ñero diio nue no había alcanza¬
do a oír la conversación con oalas

El expediente con las declaraciones fue entregado por Ven-


t u r a de M o r a al auditor militar, J o s é R a m ó n de la Peza. Éste
e x a m i n ó debidamente las pruebas presentadas y llegó a la
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 431

c o n c l u s i ó n de que Paredes p a r e c í a culpable de los cargos, por


lo que r e c o m e n d ó que d e b e r í a convocarse una corte marcial.
Su o p i n i ó n y el expediente fueron entregados al general V a -
l e n t í n Canalizo, quien h a b í a remplazado a Paredes como co-
mandante general; Canalizo envió todo el expediente a T o r -
nei el 13 de marzo. Santa A n n a revisó las pruebas, pero o p t ó
por no emitir juicio alguno; en cambio, o r d e n ó a Canalizo
que él decidiera q u é acción d e b í a emprenderse, y éste, a su
vez, r e m i t i ó el asunto de vuelta a Peza y a V e n t u r a de M o r a .
Peza sostuvo su o p i n i ó n de que d e b í a convocarse una corte
marcial, pero V e n t u r a de M o r a llegó a la conclusión, el 16 de
marzo, de que lo que Paredes h a b í a cometido era " u n acto de
imprudencia e i n d i s c r e c i ó n " y de que no h a b í a bases sufi-
cientes para proceder porque no p o d í a demostrarse el p r o p ó -
31
sito c r i m i n a l .
Paredes p e r m a n e c i ó bajo arresto domiciliario mientras se
llevaba a cabo el proceso judicial, pero pudo pasar el tiempo
escribiendo cartas para contar a sus amigos de Guadalajara lo
que h a b í a ocurrido. E l d í a de su arresto escribió a J o s é M a r í a
Jarero, a quien h a b í a dejado como gobernador en funciones
en Guadalajara, y éste e m p e z ó inmediatamente a reunir apo-
32
yos en la ciudad. El Concejo dirigió una exposición a Santa
A n n a en la que h a c í a énfasis en la excelente obra que Paredes
h a b í a hecho como gobernador; a ello siguió una apelación si-
33
m i l a r del capítulo de la catedral. L a prensa local u r g i ó a
Santa A n n a a que lo pusiera en libertad y u n sacerdote, Fr.
M a n u e l de San J u a n C r i s ò s t o m o , a s e g u r ó a Paredes que la
34
o p i n i ó n p ú b l i c a estaba definitivamente de su parte. O t r o
amigo le confirmó el apoyo popular y a ñ a d i ó que su arresto
" l e ha granjeado m á s crédito y renombre que si hubiera gana-
3 1
T o d a s las declaraciones, opiniones legales, e t c é t e r a , se encuentran
en los sumaria, publicados p o r El Cosmopolita ( 1 2 abr. 1 8 4 3 ) .
3 2
C o r r e s p o n d e n c i a " J . M . Jarero-Paredes y A r r i l l a g a " ( 1 8 m a r .
Í843), en GARCÍA, Í974, pp. 52-53; correspondencia "Paredes y
A r r i l l a g a - B . Q u i j a n o " ( 1 8 m a r . 1 8 4 3 ) , en G a r c í a C o l l e c t i o n , Paredes y
A r r i l l a g a Papers, 1 4 0 / 2 8 .
3 3
El Siglo XIX(28 mar. 1843); GARCÍA, 1 9 7 4 , pp. 5 3 - 5 5 .
3 4
El Globo Federal ( 1 6 mar. 1 8 4 3 ) , reimpreso en El Siglo XIX ( 2 8 m a r .
1 8 4 3 ) ; correspondencia " M . de San J u a n C r i s ó s t o m o - P a r e d e s y A r r i l l a -
g a " ( 1 4 m a r . 1 8 4 3 ) , en G A R C Í A , 1 9 7 4 , p p . 5 1 - 5 2 .
432 MICHAEL P. COSTELOE

do diez batallas, a la vez que Santa A n n a ha perdido enorme-


35
mente de concepto".
Cuando recibió la o p i n i ó n revisada de los investigadores
militares, Santa A n n a decidió, o bien reflexionar sobre la si-
tuación algunos días m á s , o bien mantener en suspenso a Pa-
redes durante algún tiempo. D e s p u é s se hizo el anuncio de
que Paredes h a b í a sido removido de la j u n t a de notables y de
36
que p e r m a n e c í a bajo arresto. Finalmente, debido q u i z á a
las apelaciones por Paredes y después de una evaluación de la
reacción p ú b l i c a en Guadalajara, Santa A n n a decidió no pro-
seguir con los cargos y que Paredes fuese puesto en libertad.
L a orden de su liberación fue dada el 25 de marzo, sin que se
emitiera veredicto alguno de culpabilidad o inocencia.
Como siempre, Santa A n n a c o n t i n u ó haciendo lo inespera-
do. D e s p u é s de haber humillado p ú b l i c a m e n t e a Paredes, em-
pezó, p ú b l i c a m e n t e t a m b i é n , a tratar de efectuar una reconci-
liación. E l 30 de marzo le r e n o v ó el ofrecimiento de u n lugar
en la j u n t a de notables, pero Paredes lo r e h u s ó al día siguien-
te, pretextando su a ú n quebrantada salud. El ofrecimiento fue
repetido y nuevamente rehusado el 5 de abril, por lo que San-
ta A n n a decidió finalmente poner a Paredes en su lugar por
interpósita persona. Utilizando t é r m i n o s totalmente i n e q u í -
vocos, T o r n e l le envió una carta que constituía u n claro repro-
che y una crítica a su honor en cuanto soldado y patriota. H a -
bía, le decía T o r n e l , rechazado la oportunidad de servir a la
n a c i ó n en el campo de batalla en Y u c a t á n y rehusado dos ve-
ces la invitación a servir en la j u n t a de notables. E n vista de su
actitud, el gobierno h a b í a decidido que d e b í a abandonar la
37
capital y presentarse en el cuartel de T o l u c a .
Dado lo que le h a b í a ocurrido durante las semanas prece-
dentes, bien podemos imaginar c ó m o reaccionó Paredes

3 5
C o r r e s p o n d e n c i a " J . P a l o m a r - P a r e d e s y A r r i l l a g a " (24 m a r .
1843), en G A R C Í A , 1974, p p . 56-57. O t r o amigo a c o n s e j ó a Paredes que
e m i g r a r a a E s p a ñ a ; v é a s e la correspondencia " F . M a r t í n e z Negrete-
Paredes y A r r i l l a g a " (21 y 28 m a r . 1843), en G a r c í a C o l l e c t i o n , Paredes
y A r r i l l a g a Papers, 140/253, 2 7 1 .
3 6
El Siglo XIX(23 m a r . 1843).
3 7
Correspondencia " J o s é M a r í a Tornel-Paredes y A r r i l l a g a " (5 abr.
1843), en El Siglo XIX (8 abr. 1843).
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 433

cuando recibió la carta de T o r n e l ; al d í a siguiente envió su


38
respuesta. Evidentemente, el gobierno creía, escribió, que
n o era apto para el servicio activo y deseaba privarlo no sólo
de su r e p u t a c i ó n sino incluso de la c o m p a ñ í a de su familia.
E r a falso afirmar que h a b í a rehusado ir a Y u c a t á n , porque
fueron las ó r d e n e s del gobierno lo que le h a b í a impedido ha-
cerlo, ya que, de hecho, h a b í a sido relevado de ese mando con
su nombramiento como gobernador y comandante general de
M é x i c o . N o obstante, obedecería sus ó r d e n e s e iría a Toluca.
L a reacción de la prensa a toda esa extravagante secuencia
de acontecimientos h a b í a sido un mutismo desusado, debido
q u i z á a que, naturalmente, la prensa pro gobiernista apoyaba
a Santa A n n a y a que Paredes tenía, si acaso, pocos amigos
39
entre los editores de los diarios liberal-federales. A d e m á s , el
e s p e c t á c u l o que ofrecían los dos principales oficiales militares
del p a í s , aliados estrechos hasta hacía poco, e m p e ñ a d o s en tal
enfrentamiento público cada vez m á s áspero era una expe-
riencia nueva que, sin duda alguna, provocaba muchos co-
mentarios en los salones y bares de la capital. L a estupefacción
del p ú b l i c o q u e d ó bien reflejada, creemos, en el siguiente co-
mentario de uno de los periódicos:

Hoy se pregunta: ¿quién tuvo razón, quién tuvo justicia? ¿El su-
premo gobierno?, ¿el Sr. Salas?, ¿o el Excmo. Sr. Paredes?
¿Habrá sucedido aquello de "todos enredados y ninguno con
razón'' ? Porque, en efecto, nadie esperaba que la diversa o vana-
da colocación de las palabras, cambiando la naturaleza de unos
mismos conceptos, que un juego de sintaxis gramatical decidiese
como por encanto de un negocio grave en sí y en sus consecuen-
cias y que esta misma decisión fuera el resultado del parto de los
40
montes.

Puntualmente, Paredes fue a Toluca; pero si creyó que se


le p e r m i t i r í a lamer en paz sus heridas, se equivocó lamenta-
3 8
P u b l i c a d a en El Siglo XIX (8 abr. 1843).
3 9
Los editores de El Siglo XIX h i c i e r o n notar en su p u b l i c a c i ó n del 27
de m a r z o que el ú n i c o c o m e n t a r i o de prensa sobre el asunto h a b í a apare-
cido en u n d i a r i o de Guadalajara.
El Estandarte (8 abr. 1843); reimpreso en El Siglo XIX el 10 abr.
1843.
434 MICHAEL P. COSTELOE

blemente. D e s p u é s de haber anulado los aumentos de salario


para varios grupos de empleados gubernamentales, de haber
decretado u n aumento en todo tipo de impuestos —incluido el
20 % de incremento sobre los derechos de i m p o r t a c i ó n — y u n
impuesto sobre la venta de casas y después de obligar a las per-
sonas nombradas para algún puesto a hacer u n p r é s t a m o for-
zoso —lo que h a b í a provocado una protesta—, parece ser que
Santa A n n a se volvía cada vez m á s paranoico, pues veía con-
juras y revueltas en su contra en cada esquina. A las 8:00 de
la noche del domingo 30 de abril expidió ó r d e n e s , cumplidas
inmediatamente en la capital, para el arresto de varios de los
m á s eminentes dirigentes políticos del país, en especial el ge-
neral M a n u e l G ó m e z Pedraza, M a r i a n o R i v a Palacio, M a -
riano Otero y J o s é M a r í a Lafragua, bajo el cargo de fraguar
41
una revuelta en su contra. Las pruebas en que se basaron
esos arrestos, y muchos otros que siguieron, resultaron ser tan
sólo a n ó n i m o s y conversaciones escuchadas por casualidad,
42
pero esos detalles no interesan a nuestro tema actual. L o
que sí nos interesa es que, incluida entre las ó r d e n e s de arresto
del 30 de abril, se encontraba nada menos que la de Paredes,
nuien una vez m á s ahora en Toluca se vio privado de su
43
libertad.
N o se sabe con precisión lo que ocurrió en su caso, pero pa-
rece que fue llevado una vez m á s al palacio del arzobispado de
Tacubaya para ser entrevistado y humillado nuevamente por
Santa A n n a . U n o de los ayudantes de campo del presidente
era M a n u e l M a r í a G i m é n e z , quien consigna en sus memorias
que él y T o r n e l se encontraban en una h a b i t a c i ó n contigua
cuando Paredes y Santa A n n a se entrevistaron y que alcanza-
44
r o n a oír lo siguiente: Santa A n n a exhibió documentos i n -
criminatorios que, supuestamente, demostraban que Paredes
estaba conspirando en su contra. Paredes los leyó y, por su-

4 1
El Cosmopolita (3 y 6 m a y o 1843).
4 2
Existe una copia m a n u s c r i t a de los sumaria relacionados con su caso
en G a r c í a Collection, 449, bajo el t í t u l o " P r i s i ó n de los Sres. Pedraza,
R i v a Palacio, Lafragua y O t e r o " .
4 3
MALO, 1948, p. 222.
4 4
" M e m o r i a s del coronel M a n u e l M a r í a G i m é n e z (1798-1878)", en
G A R C Í A , 1974, pp. 399-400.
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 435

puesto, se m o s t r ó perturbado. Santa A n n a le p r e g u n t ó q u é


h a b r í a hecho él si la situación hubiese sido la inversa, esto es,
si Paredes hubiese sido el presidente y Santa A n n a el acusado.
Paredes replicó que lo h a b r í a hecho fusilar. Santa A n n a conti-
n u ó zahiriéndolo y t e r m i n ó diciéndole que n i lo h a r í a fusilar
n i le h a r í a d a ñ o alguno, pero que d e b í a abandonar la capital
e i r adonde él eligiese. Paredes dijo que iría a Toluca y besó la
45
m a n o del presidente.
Paredes dejó la capital al d í a siguiente. Si creyésemos que
no estuvo involucrado en conjura alguna y que Santa A n n a no
le m o s t r ó pruebas de que así era, podemos suponer que se sen-
t í a m u y enfurecido y desilusionado. H a b í a perdido todo por
Cuanto h a b í a luchado a lo largo de su carrera y, ahora, a la
edad de 46 a ñ o s , se veía deshonrado p ú b l i c a m e n t e por el
hombre a quien h a b í a ayudado a ascender al poder. Su repu-
t a c i ó n personal de hombre probo, fervoroso y de elevados
principios, pilar de la comunidad, estaba hecha añicos y se
v e í a estigmatizado como ebrio. H a b í a perdido, en fin, la gu-
bernatura y el mando militar de Jalisco, su asiento en la j u n t a
de notables y sus prestigiosos puestos de gobernador y coman-
dante general de M é x i c o . Pero lo m á s importante para él en
cuanto oficial militar de carrera fue que su honor como solda-
do h a b í a sido mancillado y, para a ñ a d i r el insulto al agravio,
h a b í a sido acusado de perfidia.
Su exilio en la oscuridad en Toluca se prolongó hasta octu-
bre de 1843. A u n q u e no se sabe q u i é n fue el iniciador, unas
semanas antes h a b í a sostenido una entrevista con Santa A n -
46
na, quien le dijo que iba a hacerlo senador. El 2 de octubre
Paredes decidió tragarse su orgullo e hizo una apelación para
ser liberado, alegando el deterioro de su salud. Santa A n n a
r e s p o n d i ó dos días d e s p u é s ; le decía que se sentía agradecido
de haber recibido la carta el d í a 2 y que h a b í a enviado a uno
de sus ayudantes a T o l u c a para informarse sobre su salud y
ofrecerle sus servicios. Le c o m p l a c í a haber sabido esa misma
m a ñ a n a que su salud h a b í a mejorado, y h a b í a dado ó r d e n e s
4 5
Bustamante t a m b i é n relata el incidente; v é a s e BUSTAMANTE, 1986,
p . 306.
4 6
Correspondencia " F . M a r t í n e z Negrete-Paredes y A r r i l l a g a " (18
ago. 1843), en G A R C Í A , p p . 64-65.
436 MICHAEL P. COSTELOE

para que se le permitiera el regreso a la capital. T a m b i é n


h a b í a girado instrucciones para que se le entregaran 500 pe-
sos. Finalmente, en una postdata escrita de su p u ñ o y letra
a ñ a d í a que, como se lo h a b í a prometido, lo h a b í a nombrado
47
senador.
Dado lo ocurrido cuando ya antes Santa A n n a lo h a b í a i n -
vitado a la capital, es sorprendente que Paredes aceptara el
ofrecimiento de ser senador. Para entonces ya h a b í a escrito a
sus amigos y les había comunicado que pensaba retirarse y de-
dicarse a la vida familiar en el campo pero, en cambio, una
vez liberado en Toluca, se instaló en la ciudad de M é x i c o y
asistió, aunque de modo'intermitente, al Senado. Sin embar-
go, cesó toda correspondencia con Santa A n n a durante los sie-
te meses siguientes. El silencio era ominoso, y Santa A n n a
debe de haberlo sabido. Entonces, para sorpresa de éste, Pare-
des decidió restablecer la c o m u n i c a c i ó n entre ellos y le escri-
b i ó , el 15 de mayo de 1844, en u n intento evidente por defen-
der su carrera como soldado y su conducta a partir de 1841.
L a respuesta de Santa A n n a fue a ú n m á s altanera y cortante
de lo acostumbrado. L o complacía, afirmaba, que finalmente
se hubiese roto el silencio porque lo h a b í a apesadumbrado
mucho el no recibir una sola palabra durante tanto tiempo, n i
siquiera una felicitación por su elección a la presidencia; pero
s a b í a , continuaba diciendo Santa A n n a , que Paredes seguía
siendo u n amigo y u n patriota partidario de su gobierno y que
no h a b í a creído todos los rumores que h a b í a oído en contrario.
A d e m á s , afirmaba, no h a b í a habido necesidad de que justifi-
cara su conducta, puesto que él nunca h a b í a dudado de su
lealtad y por eso le h a b í a pedido que fuese a la capital a hacer-
se cargo de la presidencia. Aceptaba su afirmación en el senti-
do de que no h a b í a tenido la i n t e n c i ó n de d a ñ a r al gobierno o
a él mismo y que todo se r e d u c í a a " u n a indiscreción [que] le
hizo verter voces que se interpretaron de u n modo poco favo-
rable a su persona". Por ende, conservaba su afecto por él y
m a n t e n í a la misma estima por su capacidad, la cual lo h a b í a
persuadido, desde su cooperación en Zacatecas en 1835, de fa-

4 7
Correspondencia " S a n t a Anna-Paredes y A r r i l l a g a " (4 oct. 1843),
en G A R C Í A , 1 9 / 4 , p p . 68-69.
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 437

vorecerlo con la insignia de general brigadier y de hacerlo co-


48
mandante general de Jalisco.
Seguramente el tono condescendiente y los r e g a ñ o s protec-
tores de la carta no hicieron nada para convencer a Paredes de
que olvidara el pasado, como le u r g í a a hacerlo Santa A n n a .
Unas semanas m á s tarde r o m p i ó sus últimos lazos con el régi-
men al insistir en renunciar a su escaño en el Senado, pretex-
49
tando nuevamente su salud quebrantada. Por supuesto,
Santa A n n a c o m p r e n d i ó que Paredes no lo h a b í a perdonado
y, acosado por todos lados por la creciente oposición, supo que
éste sería el centro de una revuelta en su contra. Así, i n t e n t ó
una ú l t i m a maniobra para retirarlo de la escena política: orde-
n ó que se hiciera cargo de la gubernatura y el mando militar
del distante departamento n o r t e ñ o de Sonora. E n la j e r a r q u í a
m i l i t a r , u n puesto en Sonora constituía una d e g r a d a c i ó n , por
lo que el mensaje era claro. Era, como escribió a Paredes uno
de sus amigos, ' 'el ú l t i m o golpe dado a tu amor propio y el col-
50
mo del desprecio de tus servicios".
Paredes a p r o v e c h ó la oportunidad para abandonar la ciu-
dad de M é x i c o y regresó a Guadalajara, a su familia y amigos,
a principios de octubre. Inmediatamente empezaron a circu-
lar rumores en el sentido de que estaba p r e p a r á n d o s e para d i -
r i g i r una revuelta y , aunque mantuvo las apariencias escri-
biendo respetuosas cartas a Santa A n n a , por el resto de su
correspondencia es evidente que los rumores estaban bien
fundamentados. Por fin, el 2 de noviembre de 1844 l a n z ó su
Pronunciamiento, y así se inició la secuencia de acontecimientos
que condujeron a la h u m i l l a c i ó n y el exilio de Santa A n n a y,
a d e m á s , a la propia elevación de Paredes a la presidencia en
1846. Paredes h a b í a logrado su venganza.
C o m o ocurre a menudo cuando se estudia esa confusa épo-
ca de la historia de M é x i c o , muchas preguntas acerca de ese
e x t r a ñ o episodio siguen sin respuesta. Cuando Paredes aban-

w
C o r r e s p o n d e n c i a " S a n t a Anna-Paredes y A r r i l í a g a " ( 2 3 m a y o
1 8 4 4 ) , en G A R C Í A , 1 9 7 4 , p p . 69-70.
correspondencia rareues y A r n l l a g a - o e n a a o y¿j j u l . lo4r'±), en
GARCÍA, 1 9 7 4 , p. 7 1 .
5 0
C o r r e s p o n d e n c i a " J . V . Amador-Paredes y A r r i l í a g a " ( 1 2 oct.
1 8 4 4 ) , en G A R C Í A , 1 9 7 4 , p p . 81-82.
438 MICHAEL P. COSTELOE

d o n ó la r e u n i ó n con Santa A n n a y Valencia en Tacubaya en


1841, ¿salió insatisfecho con su recompensa y fue ése el origen
de su hostilidad hacia Santa Anna? ¿ C r e y ó Santa A n n a que
Paredes estaba volviéndose demasiado poderoso en Jalisco en
1842 y, por lo tanto, lo atrajo deliberadamente a la capital con
el ofrecimiento de la presidencia interina? ¿Planeó Santa
A n n a humillar p ú b l i c a m e n t e a Paredes? ¿Se invitó a beber a
Paredes para provocar su espectacular caída la noche del 7 de
51
marzo de 1843? A d e m á s de estas interrogantes específicas,
el episodio revela otras áreas que requieren una investigación
m á s a fondo, en especial de las relaciones, enemistades invete-
radas y rivalidades personales entre la generación de j ó v e n e s
y ambiciosos oficiales del ejército que hicieron su carrera des-
p u é s de 1821. A c o n t i n u a c i ó n ofrecemos algunos ejemplos:
Paredes a t r i b u y ó la acusación de Salas en su contra a una vie-
j a animosidad surgida de u n incidente entre ellos en 1825. Se
dice que T o r n e l sentía a n t i p a t í a personal por Paredes y que
Valencia era u n personaje reputado como áspero y desagrada-
ble. E l propio Santa A n n a se cuidaba siempre de recordar a
sus colegas episodios de sus carreras en los que sus caminos se
h a b í a n cruzado, momentos en que los h a b í a ayudado o apo-
yado $ favores personales que le d e b í a n ; había dicho a Paredes
que su intervención personal fue lo que h a b í a permitido a éste
fomentar su carrera y ' 'darse a conocer en la escena política y
a d q u i r i r una buena r e p u t a c i ó n entre sus conciudadanos", y
continuaba: " N i yo he olvidado esto, n i U . tampoco creo que
52
lo o l v i d e " .
Consecuentemente, aunque sin duda alguna es cierto que
deben tomarse en consideración las presiones sociales y econó-
micas implícitas cuando se intenta explicar la política preto¬
riana de la é p o c a de Santa A n n a , como lo señaló el profesor
V a n Y o u n g , t a m b i é n es cierto que, en ocasiones, fueron
igualmente importantes ciertos factores m á s bien individualis-
53
tas y personales, Sabemos con certeza que, en sus propias
memorias, escritas mucho tiempo d e s p u é s de los aconteci-
5 1
R o b e r t s o n sugiere que Paredes fue v í c t i m a de u n " c o m p l o t " ; v é a -
se R O B E R T S O N , 1 9 5 5 , p . 156.
5 2
GARCÍA, 1 9 7 4 , pp. 69-70.
5 3
V A N Y O U N G , 1 9 8 5 , 6 5 , pp. 725-743.
LOS GENERALES SANTA ANNA Y PAREDES Y ARRILLAGA 439

m i e r t o s r e s e ñ a d o s , Santa A n n a a t r i b u y ó la revuelta de Pa-


redes en su contra a la amargura personal y a u n deseo de
venganza por lo que h a b í a ocurrido esa noche. Santa A n n a
escribió: "Paredes p r e t e n d í a vengarse. Fue depuesto de los
mandos político y militar del Distrito de la capital por exce-
sos de embriaguez ante tropa formada, y guardaba ren-
54
c o r " . Es totalmente plausible, por ende, que las carreras
de Paredes y Santa A n n a , y seguramente el curso de la histo-
ria mexicana, se hayan visto directamente afectadas por el
hecho de que, en la noche del d í a 7 de marzo de 1843, el de-
voto, respetable y pendenciero general M a r i a n o Paredes y
A r r i l l a g a haya tomado una copa de m á s .

T r a d u c c i ó n de M a r i o Z a m u d i o

REFERENCIAS

A R A N G O I Z , F . de P.

1968 México desde 1808 hasta 1867. México.

BANCROFT, H . H .

1887 i'listona de J^^exico. San Francisco, v .

B U S T A M A N T E , Carlos M a r í a
1986 Apuntes para la historia del gobierno del general don Antonio
López de Santa Anna. M é x i c o , F o n d o de C u l t u r a E c o n ó -
mica.

C A L D E R Ó N DE LA B A R C A , M a r q u e s a de (Frances Erskine Inglis)


1970 Life in Mexico. Londres.

COSTELOE, Michael

1988 " T h e T r i a n g u l a r R e v o l t i n M e x i c o and the Fall o f


Anastasio B u s t a m a n t e , A u g u s t - O c t o b e r 1 8 4 1 " , en
Journal of Latin American Studies ( 2 0 ) .

(en prensa) "Generales versus Politicians. Santa A n n a a n d the


1842 Congressional Elections i n M e x i c o " , en Bulletin
of Latin American Research.

5 4
Santa A n n a , " M i historia m i l i t a r y p o l í t i c a " , en G A R C Í A , 1974,
p á g i n a 26.
440 MICHAEL P. COSTELOE

CUEVAS, Mario

1940 Historia de la nación mexicana. M é x i c o , Talleres T i p o g r á -


ficos M o d e l o .

GARCÍA, Genaro

1974 Documentos inéditos o muy raros para la historia de México.


M é x i c o , v o l . 56.

MALO, José Ramón


1948 Diario de sucesos notables (1832-1853), M é x i c o , E d . Po-
rrúa.

PRIETO, Guillermo

1958 Memoria de mis tiempos. M é x i c o , Patria, v o l . n .

REYES HEROI.ES, J e s ú s

1974 El liberalismo mexicano. M é x i c o , Fondo de C u l t u r a Eco-


n ó m i c a , v o l . 11.

RIVERA CAMBAS, Manuel

1965 Los gobernantes de México. México, Citlaltépetl, vol. v.

R O B E R T S O N , F. D .

1955 " T h e M i l i t a r y a n d Political Career o f M a r i a n o Pare-


des y A r r i l l a g a , 1797-1849". Tesis de doctorado, U n i -
versidad de Texas.

SOTO, M .

1983 " T h e M o n a r c h i s t Conspiracy i n M e x i c o , 1845-1846"


Tesis de doctorado, U n i v e r s i d a d de Texas.

THOMPSON, W .

1846 Recollections of Mexico. N u e v a Y o r k - L o n d r e s .

Y O U N G , E. van

1985 " R e c e n t A n g l o p h o n e Scholarship o n M e x i c o a n d C e n -


tral A m e r i c a i n the A g e o f R e v o l u t i o n ( 1 7 5 0 - 1 8 5 0 ) " ,
en Hispanic American Historical Review, 65, p p . 725-743.

También podría gustarte