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Las ideas de Alfred Adler y su asimilación

en Paraguay por Guillermo Enciso


José E. García
Universidad Católica
Asunción, Paraguay

Recibido: 11 de julio del 2016 / Aceptado: 20 de enero del 2017


doi: https://doi.org/10.26439/persona2017.n20.1738

Alfred Adler fue el primer disidente en abandonar el núcleo original del psicoanálisis
para fundar la psicología del individuo a mediados de la década de 1910. Su enfoque se
expandió paulatinamente en muchos países, incluyendo algunos de América Latina, donde
los estudios de recepción de las ideas adlerianas han sido poco abundantes, comparados
con la tradición freudiana. Los comentarios iniciales sobre Adler en Paraguay datan de
1941 en un artículo de la Revista del Ateneo Paraguayo, escrito por Guillermo Enciso,
un abogado y filósofo dedicado a la política y la educación. Enciso incorporó varios
principios de la psicología individual que resultaban congruentes con sus intereses en la
psicología social y el análisis de la vida colectiva. Este artículo examina la asimilación
de las ideas de Adler por parte de Enciso, destacando los conceptos centrales y
comparándolos con los posicionamientos del autor paraguayo.

Alfred Adler / Guillermo Enciso / psicología del individuo / historia de la psicología-Paraguay

Alfred Adler’s Ideas and their Assimilation in Paraguay


by Guillermo Enciso
Alfred Adler was the first dissident who left the original nucleus of psychoanalysis to
establish the psychology of the individual in the mid-1910. This approach expanded gradually
in many countries, including some of Latin America, where the studies of reception of the
Adlerian ideas are little abundant, compared to those on the Freudian tradition. The initial
comments on Adler in Paraguay date back to 1941 in an article of the Journal of Paraguayan
Athenaeum, written by Guillermo Enciso, a lawyer and philosopher devoted to politics and
education. Enciso used several principles of individual psychology that were consistent
with their interests in social psychology and the analysis of the collective life. This article
examines the assimilation of Adler’s theories by Enciso, highlighting the central concepts and
comparing them with the points of view of the Paraguayan author.

Alfred Adler / Guillermo Enciso / individual psychology / history of psychology-Paraguay

Correo electrónico: joseemiliogarcia@hotmail.com

Persona 20, enero-diciembre del 2017, ISSN 1560-6139, pp. 29-53


José E. García

El psiquiatra austriaco Alfred Adler la crítica. Decía Freud, en su historia del


(1870-1937) ocupa un lugar destacado y, al psicoanálisis, que nada puede impedir
mismo tiempo, controversial en la historia marcharse a quienes anhelan deambular
del psicoanálisis, iniciada por Sigmund por la vida con plena independencia en sus
Freud (1856-1939), también psiquiatra pasos. Pero concluía después con lo que
austriaco, y fundador histórico del movi- posiblemente expresaba su verdadero sen-
miento. Como muchos líderes de escuela, timiento: que vivir bajo un mismo techo
Freud había desarrollado su trabajo en una junto a personas con las que no es via-
situación de relativo aislamiento, por lo ble llegar a un entendimiento y a las que
que una de sus preocupaciones esenciales simplemente no logramos aguantar, en ab-
en los comienzos era conseguir una per- soluto resulta un hecho agradable (Freud,
sona lo suficientemente calificada para 1981 [1914]). Igualmente, Freud (1981
asumir el liderazgo de la orientación, espe- [1924]) opinaba que la defección de Adler,
cialmente tomando en cuenta su creciente y más tarde la de Jung, no debía la fuerza
proyección internacional a comienzos de de su impulso al contenido propio de las
la década de 1910. Dos personas habían doctrinas, sino al deseo de emanciparse de
centrado la expectativa de Freud en este ciertos resultados del psicoanálisis, inclu-
sentido. Además del propio Adler, el otro so aceptando implícitamente los datos en
candidato era el psiquiatra Carl Gustav que se basaban, aunque discordando en la
Jung (1875-1961). Ambos, sin embargo, interpretación. La partida de Adler desde
así como otros más en épocas posteriores, el círculo más cercano y estrecho del crea-
contrariaron las esperanzas de Freud al dor del psicoanálisis, y convertido luego en
dejar la casa paterna y carpa ideológica, alguien con criterio propio e independien-
y lanzarse de lleno en una búsqueda per- te, no parecía haber sido lamentada por
sonal de nuevos senderos en la psicología Freud, sino incluso bienvenida. El primer
y la psiquiatría. Las reacciones de Freud disidente, a partir de entonces, comenzaría
no fueron suaves ni cordiales ante lo que, a hacer sus propias armas.
en la peculiar terminología psicoanalítica, Sin embargo, describir a Adler como
podría verse como una auténtica herida un simple alumno o pupilo no refleja
narcisista, que denotaba manifiestamente cabalmente la naturaleza exacta de la
su frustración. Los epítetos en contra de relación que ambos mantuvieron. Él
Adler, publicados tanto en la Historia del fue uno de los fundadores en 1902 de la
movimiento psicoanalítico (Freud, 1981 Sociedad Psicológica de los Miércoles,
[1914]) como en la Autobiografía (Freud, que posteriormente, en 1908, se trans-
1981 [1924]), trasuntaban la intolerancia formaría en la Asociación Psicoanalítica
hacia todos aquellos que pudieran con- Vienesa. Cordón (2012) lo considera un
siderarse desviados, desleales, infieles, pensador original y arguye que la invi-
traidores o conspiradores de sus linea- tación a participar en las discusiones de
mientos teóricos (Sued, 2004), los cuales estos grupos fue en carácter de colega de
casi siempre parecían impermeables a Freud, no de mero discípulo. El abandono

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de Adler del entorno freudiano lo puso de ordinario con cualquier referente his-
ante la gran responsabilidad de cami- tórico. Bien sabida es la tendencia de
nar apoyado en sus propias fuerzas y encasillar a los autores en categorías teo-
recursos. Y lo más importante: ante el réticas compactas o “escuelas”, a veces
compromiso de enmendar en una teo- con un simplismo desmedido, y con
ría nueva lo que había percibido como el único objetivo de evaluar su mayor
los errores, exageraciones, desaciertos y o menor congruencia en virtud de los
sinsentidos del psicoanálisis originario. supuestos de las mismas. Con Adler, esto
Ciertamente, lo hizo con satisfactorio no puede realizarse con facilidad. Por lo
éxito. Además, la salida de Adler no fue tanto, incluso esta dimensión de su tra-
un hecho individual, sino que se llevó bajo le confiere un atractivo adicional.
consigo a nueve miembros de la asocia- Adler cosechó numerosos seguido-
ción, incluyendo a la única mujer que res en distintos países, pero en otros su
la integraba (Buschiazzo, 2012). En los impacto fue considerablemente menor o,
años que siguieron, desarrolló una pro- en todo caso, relativamente tangencial.
puesta teórica distinta y novedosa que En nuestro continente, su influencia se
ganó un lugar propio en la psicología. ha visto muy opacada por la inserción
Más adelante, también afrontaría sus arrolladora que experimentó el psicoa-
propias fugas, como la del psiquiatra vie- nálisis freudiano, sobre todo en países
nés Rudolf Allers (1883-1963), un agudo como Argentina y Uruguay. Igual suerte
crítico del psicoanálisis en su modalidad corrieron otras líneas emparentadas o
freudiana (Allers, 1940), que en 1927 derivadas de él. En 1920, el psiquiatra
partió de las filas adlerianas para instituir peruano Honorio Delgado (1892-1969)
su propia orientación en el humanismo comentó una obra central de Adler, El
psicológico (García-Alandete, 2015). carácter neurótico, en la Revista de
La aproximación de Adler ha llegado a Psiquiatría y Disciplinas Conexas, y
conocerse como la psicología del indivi- aludió a otros trabajos en escritos dife-
duo o psicología individual, y constituye rentes (León y Zambrano Mora, 1992).
un recuento de todo cuanto concierne a la En Argentina, el médico Jorge Thénon
persona y la sociedad, así como sus rela- (1901-1985) escribió en 1928 sobre el
ciones mutuas (Ganz, 2001 [1953]). No valor de la psicoterapia para la medicina
obstante, hay otros aspectos en su enfo- práctica y estableció entre sus principa-
que que podrían no ser evidentes, aunque les aproximaciones al psicoanálisis y
sí muy relevantes. El conjunto de ideas y algunos de sus derivados, como la psico-
teorías que planteó fue lo suficientemente logía del individuo (Falcone, 2007). Otro
dúctil y elástico para que se lo reconozca, referente importante es Jaime Bernstein
en ocasiones, como un neopsicoanalista y (1917-1988), quien publicó algunos volú-
en otras, inclusive, como un autor cercano menes introductorios al pensamiento de
a los parámetros de una psicología de Adler, así como estudios muy detalla-
corte más existencial. Algo así no ocurre dos a las primeras traducciones que se

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hicieron a la lengua castellana (Bernstein, con la difusión de la psicología antes que


1965). En otras partes del continente, esta fuera establecida en cuanto opción
como Guatemala, hubo psiquiatras como universitaria formal (García, 2005b),
Carlos Mora Portillo (1889-1972) que como en la fase que arranca en la década
tuvieron la oportunidad de asistir a semi- de 1960 con la fundación de los primeros
narios dictados por Adler en Europa, así departamentos académicos. Todavía hoy,
como por Freud y Jung (Von Ahn, 1996), muchos de los que egresan de las carre-
y acusan una perceptible influencia. Pero, ras de psicología saben muy poco o casi
en general, la información concerniente nada sobre él. Con la obra de Freud, en
a la asimilación del autor vienés es lla- contraste, no sucedió lo mismo. El pri-
mativamente escasa, o muy dispersa e mer ensayo que difundió los conceptos
incidental. En un sentido relacionado, freudianos, aunque no haya conducido
los intereses de psicólogos europeos con hacia nada semejante a una práctica
simpatías adlerianas respecto a la pro- incipiente de la terapia psicodinámica,
ducción psicológica latinoamericana, sino únicamente a una divulgación teó-
concebida en forma amplia, se constatan rica, se registró en 1927 por parte de
en la publicación de reseñas de libros y un educador, Ramón Indalecio Cardozo
revistas, pero muy escasamente como (1876-1943) (García, 2003b), en un artí-
instancias colaborativas, que pudieran culo publicado en una revista pedagógica
haber llevado a una propagación de los nacional (Cardozo, 1927). Para media-
conceptos de Adler con la misma inten- dos de la década de 1940, no obstante,
sidad y penetración que se dio para los algunos psiquiatras habían comenzado
constructos freudianos. En este sentido, sus estudios con la finalidad de iniciar
León (2000) estudió la presencia de psi- la práctica de la terapia psicoanalítica
cólogos de nuestro continente en las con una dirección profesional (García,
páginas de la Internationale Zeitschrift 2011). Una vez instituidas las primeras
fuer Individualpsychologie (Revista carreras universitarias en la década de
Internacional de Psicología Individual), 1960, la llamada psicología profunda
encontrando que la mayor parte de las se convirtió en una de las orientaciones
menciones se deben a autores como Max teóricas más importantes, y la dominante
Cresta y Lydia Sicher. Ellos comenta- si hemos de atenernos específicamente a
ron, particularmente esta última, las los decenios de 1960 y 1970. Pero no es
obras de exponentes de la psicología lati- sencillo encontrar referencias escritas
noamericana a lo largo de varios años que discutan o popularicen los construc-
consecutivos, desde una perspectiva afín tos de Adler, y más improbable aún es
a la psicología del individuo. hallar exponentes de aplicaciones clíni-
Sin embargo, Adler es una figura muy cas alineadas con esa perspectiva. En este
poco mencionada y peor conocida en artículo, queremos hacer referencia a una
Paraguay, tanto en el periodo preuniver- de esas excepciones que revisten el carác-
sitario, es decir, la etapa que se identifica ter de antecedente histórico fundamental:

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la de un autor nacional, Guillermo Enciso, Viena en 1895, su vocación se dirigió hacia


que realizó una exposición crítica de la oftalmología. Pero más tarde sería uno
Adler por primera vez en el contexto de la de los primeros en acercarse y demostrar
psicología paraguaya. En relación con ese interés en las teorías de Freud, con quien
tema, los objetivos que guían este trabajo mantuvo colaboraciones personales du-
son los siguientes: (a) estudiar la repre- rante algunos años, aunque demostrando
sentación del enfoque de Alfred Adler a una respetable independencia de criterio.
partir de los escritos del autor paraguayo Su primer contacto con el psicoanálisis
Guillermo Enciso; (b) indagar sobre la fue a través de una lectura de La inter-
asimilación de las teorías adlerianas, en pretación de los sueños (Hergenhahn y
especial la interpretación y trasposición Henley, 2013), obra que Freud puso en cir-
que de ellas produjo Enciso; (c) anali- culación a comienzos del siglo xx (Freud,
zar las críticas que dirigió Enciso hacia 1981 [1900]). A partir de ese momento,
otros autores colaterales, como Sigmund y particularmente desde su encuentro
Freud y Gustave Le Bon, surgidas en su personal en 1902 hasta el cisma de 1911,
discusión de Adler; y (d) evaluar la sig- las relaciones entre ambos fueron de
nificación de este trabajo en el panorama cooperación mutua. Como antes mencio-
histórico amplio que corresponde a la psi- náramos, Adler fue no solo un miembro
cología paraguaya. Para acometer estos destacado, sino incluso presidente de la
propósitos, haremos uso de las fuentes Sociedad Psicoanalítica de Viena en 1910.
primarias de Enciso y algunas de Adler, Poco a poco, las discrepancias comenza-
estableciendo la interdependencia que ron a surgir, lo que finalmente condujo a
hila al escritor paraguayo con el autor la inevitable ruptura. No obstante, cuando
austriaco. Como marco general, presenta- los vínculos con el padre del psicoanálisis
remos a continuación el contexto general aún eran armónicos, Adler ya daba mues-
de las ideas de Adler y lo que tienen de tras de sus iniciativas teóricas autónomas.
singular para su psicología. En 1907, elaboró su explicación de la infe-
rioridad orgánica, partiendo de un análisis
de las patologías renales. Creía que los se-
L a psicología individual res humanos padecemos del sentimiento
Alfred Adler, de ascendencia húngara, de inferioridad originado en el mal fun-
nació en un hogar suburbano de Viena. cionamiento de un órgano o grupo de
Su padre era un acaudalado comerciante órganos, lo cual tratamos de compensar en
judío de granos. En su niñez, sufrió de va- formas psicológicamente efectivas (Adler,
rios trastornos de salud, como raquitismo 1917a). Muchas personas tienden a utili-
y neumonía, lo cual influyó muy fuerte- zar sus problemas físicos para resolver
mente en su autoestima, pero también en dificultades que se generan en otros ám-
su firme determinación de estudiar me- bitos de la vida. Estas suposiciones fueron
dicina (Lawson, Graham y Baker, 2016). el germen de la posterior teoría sobre los
Tras la graduación en la Universidad de complejos de superioridad e inferioridad

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(Weckowicz y Liebel-Weckowicz, 1990). concepción más positivista de la medicina


Stepansky (2012) considera, además, muy (Lück, 2004). Con tan adverso panorama,
importante este trabajo por otro detalle Adler quedó definitivamente excluido de
adicional: constituyó la transición real de la docencia terciaria, y perdió la inigua-
Adler desde el ámbito general de la medi- lable oportunidad de irradiar su mensaje
cina al más delimitado de la psiquiatría. entre los muros de la academia.
Las ideas de Adler provenían de un El supuesto de que los seres humanos
conjunto muy variado de fuentes, inclu- se hallan motivados a buscar la igual-
yendo sus intereses tempranos por la dad o la superioridad sobre otros, con el
justicia social, su cruce temporal por el fin de compensar lo que en su infancia
marxismo, la práctica de la medicina y pudo haberse vivido como un signo de
las relaciones con Freud, así como la lec- debilidad, se mantuvo en los años subsi-
tura y discusión de los filósofos Immanuel guientes. Una forma es el deseo del adulto
Kant (1724-1804), Friedrich Nietzsche por volverse poderoso, subsanando la
(1844-1900) y Arthur Schopenhauer sensación de inferioridad en su etapa de
(1788-1860) (Angioli y Kruger, 2015). Lo niño. Esta clase de sobrecompensación
esencial de esta construcción psicológica se denomina protesta masculina y puede
se produjo entre 1902 y 1916, periodo en darse también en las mujeres, aunque es
el que se habían conformado ya las líneas particularmente frecuente en los hom-
de su pensamiento básico, una parte del bres, sobre todo en los de menor edad.
cual coincidió con su adscripción origina- Algunos individuos del sexo masculino,
ria al freudismo. Esa vinculación con el en su juventud, desarrollan este anhelo
movimiento psicoanalítico, sin embargo, particular por demostrar su control,
también encontró consecuencias nega- supremacía, autoridad y masculinidad.
tivas. Por ejemplo, en 1912, cuando la Tal condición precisa exteriorizarse a
ruptura con Freud ya era un hecho con- través de acciones concretas que evi-
sumado, Adler intentó ganar una posición dencien el dominio sobre los demás, y
como profesor en la Universidad de Viena no ser percibidas simplemente como una
y cursó la solicitud correspondiente a las experiencia subjetiva. Por estos motivos,
autoridades académicas, pero fue recha- la protesta masculina es una consecuen-
zada en 1915 después que una comisión cia de los sentimientos arraigados de
conformada para su estudio emitiera inferioridad (Funder, 2013). Cuanto más
un dictamen negativo, basada en el agudo sea el convencimiento, mayor será
supuesto, ya erróneo en ese momento, de la necesidad de compensarlo de mane-
que Adler compartía los postulados del ras que, a la larga, producirán trastornos
psicoanálisis. Sus evaluadores cuestiona- emocionales y una conducta autodes-
ron enfáticamente la suposición sobre la tructiva. Dumont (2010) observa que esta
vigencia ilimitada de la sexualidad, punto suerte de voluntad de poder nietzscheana
de vista muy discordante con el de los no desemboca en su búsqueda como un
profesores vieneses, que se adherían a una fin en sí mismo, sino en la necesidad de

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mantener la integridad personal en un por demostrar la superioridad. La perma-


contexto social específico, donde no se nente retracción de las actividades vitales
excluye la competencia. Se expresa en conduce a un pobre desarrollo de los inte-
conglomerados de comportamientos que reses sociales, y habitualmente se conecta
Adler llamó estilos de vida. Con ellos se con una historia de sobreprotección infan-
conectan directamente los complejos de til. Para resguardarse a sí mismos, quienes
superioridad e inferioridad. soportan el asedio de la neurosis deben
En sus comienzos, la psicología indi- crear toda suerte de excusas o síntomas.
vidual se denominó psicoanálisis libre, al Por lo tanto, cada persona, cada des-
menos por un breve periodo. Los puntos de tino singular, solo puede ser cabalmente
divergencia con el psicoanálisis oficial se comprendida si se toman en cuenta las
hicieron muy patentes en torno a asuntos condiciones irrepetibles que son propias
críticos, como los fundamentos sexuales de cada quien (Adler, 1948). Esta es la
de las neurosis. Adler (1917b) mencionó forma, igualmente, en que una psicología
que dicha cuestión le parecía tan errónea del individuo habrá de conducir hacia una
que amenazaba incluso con obstaculizar ciencia del vivir. El modelo concebía las
la verdadera comprensión de los procesos. existencias particulares en su totalidad y
La primera y más importante objeción era estimaba que cada reacción simple, cada
que la libido constituye la fuerza motiva- movimiento e impulso constituían una
dora que subyace a la producción de los parte articulada con la actitud individual
eventos neuróticos; la segunda, que estas hacia los eventos circundantes de la vida.
obedecían a una etiología sexual; y la ter- Adler (1930) remarcaba que su enfoque
cera, la suposición de que el sujeto que había crecido a partir de los esfuerzos por
las padece se halla bajo la influencia de comprender ese impulso creativo que se
algunos deseos infantiles, que vuelven a expresa en el deseo por desarrollarse, de
la vida en el sigilo de la nocturnidad, así luchar y de compensar las derrotas sufri-
como en conexión con ciertos aconteci- das en una esfera determinada de la vida,
mientos de la vida. Queda claro que uno consiguiendo el éxito en otras. Este poder
de los aspectos más evidentes en el aleja- se reconoce en el empeño por acceder a
miento de Adler de la ortodoxia freudiana las metas apetecidas. En esencia, Adler
fue la interpretación divergente sobre estos se alejó de una concepción esencialmente
fenómenos. En la conceptualización adle- patológica de las experiencias humanas
riana, la persona que sufre esos males se para acercarse a un punto de vista más
va alejando gradualmente de la realización concordante con el predominio de la nor-
de sus tareas cotidianas, y con ello evita malidad. Así debe comprendérselo, por
la pérdida de su autoestima, que resulta ejemplo, cuando afirma:
de las interpretaciones personales de fra-
caso (Abramson, 2015). Esta situación se En nuestras investigaciones hubimos
fundamenta en una combinación de los pronto de reconocer que aquellas anoma-
sentimientos de inferioridad y el esfuerzo lías, complicaciones y errores anímicos,

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que tan frecuentemente se echan de ver su adhesión a las exigencias reales que
en casos de enfermedad, no contenían en impone la vida colectiva. El individuo,
el fondo por su estructura nada que fue- por consiguiente, surge de la peculiar
ra ajeno a la vida del alma del llamado
mezcla de los sentimientos de sus coetá-
hombre normal. (Adler, 1947, p. 13)
neos y la tendencia hacia el logro de su
Para la psicología individual, los posición de superioridad.
seres humanos están orientados hacia la Estas formulaciones teóricas ayudan
consecución de metas vitales. A esto se a comprender por qué Adler, mientras
refería Mira y López (1963), en su punto es conceptuado como integrante de una
de vista clásico, al sostener que una de orientación psicodinámica de segunda
las diferencias esenciales con el enfoque generación, también es visto como un
psicoanalítico tradicional es que Adler se antecesor de los modelos humanistas
proyectó más hacia el porvenir individual (Obuchowski, 1988), donde resaltan Carl
que Freud, interesándose por saber hacia Rogers (1902-1987), Rollo May (1909-
dónde se dirigía la persona en lugar del 1994), Abraham Maslow (1908-1970) y
origen remoto para sus problemas. En Viktor Frankl (1905-1997). A este respecto,
clara oposición, la psicología adleriana Chávez (2009) apunta que las diferencias
sostuvo que el individuo se encamina ideológicas entre Adler y Frankl, si bien
hacia sus objetos de interés y los fines que indudablemente existen, son menores de
le atraen en una forma propositiva. Ellos lo que habitualmente se supone, e incluso
son puestos por el propio sujeto, muchas podrían ser complementarios. Alarco von
veces incluso sin su deliberación cons- Perfall (2015) indica que el verdadero ori-
ciente. Las personas no son vistas como gen de la psicología humanista radica en
entes movidos por las fuerzas ciegas y la psicología individual de Adler, y que
deterministas de su pasado, sino atraídas sus influencias se extienden incluso hasta
por el futuro, en gran medida creado por la moderna psicología positiva. Las con-
ellas mismas (Brett, 1997 [1927]). Resulta vergencias parecen por demás evidentes
evidente que las discordancias con el psi- cuando Adler afirma que son tres los prin-
coanálisis clásico desbordaron el ámbito cipales problemas que puede plantearse
estricto de la psicología, para convertirse todo ser humano: (a) la actitud frente al
en agudos contrapuntos metapsicológicos prójimo, (b) la profesión y (c) el amor, y
(Mora Mérida y Laza, 1986). La aspira- que ellos, además, se hallan lejos de resul-
ción por conseguir objetivos también tar causales, pues se encuentran insertos
demuestra por qué esta psicología es emi- de manera inexorable en el destino del
nentemente social. Adler (1953) afirmaba hombre. Por tales motivos, la psicología
que el conocimiento del hombre solo individual es un modelo muy elusivo a
puede lograrse en la medida en que se las clasificaciones definitivas, y con una
comprenda su posición ante los deberes cierta ductilidad para fusionarse a otros
que emergen de la comunidad. La activi- puntos de vista no enteramente coinci-
dad social que cada uno libra demuestra dentes. Esta es la razón principal por la

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Las ideas de Alfred Adler y su asimilación en Paraguay por Guillermo Enciso

que personas con intereses diversos han última fundada por Enciso y que fuera el
podido identificarse productivamente con diario oficial del Partido Colorado (Prieto
algunos de sus postulados. Un ejemplo Yegros, 1985). Guarania no era solo una re-
lo brinda la asimilación inicial de Adler vista cultural; su director también utilizó los
en Paraguay, que se produce a través de editoriales para reivindicar la disidencia de
un escritor con vinculaciones a la vida la revista, y la suya por añadidura, respecto
práctica y la política, como Guillermo a las ideas políticas del líder fascista italiano
Enciso. En las páginas que siguen, ana- Benito Mussolini (1883-1945) en la déca-
lizaremos la circunstancia histórica y el da de 1930. Reafirmó que la doctrina del
perfil de figura pública que corresponde Partido Colorado, en el que militaba Enciso,
a este autor y el modo como él representó difería de aquel en cuestiones tan esenciales
la posición de Adler. como la concepción del Estado (Seiferheld,
1985). En un plano más afín a nuestros in-
tereses, su vinculación con la psicología se
Pinceladas biográficas produjo a través de la actividad docente en
de Guillermo Enciso colegios públicos, donde impartía clases de
Ypané es una pequeña localidad que tuvo psicología infantil en el cuarto curso de la
su origen como reducción franciscana enseñanza media (República del Paraguay,
en 1538 y se encuentra a 27 kilómetros 1945). También a través de sus escritos,
de la ciudad de Asunción. Allí nació como pronto veremos.
Guillermo Enciso el 6 de septiembre de La trayectoria de Enciso en la instruc-
1899. Fue un alumno muy aplicado y se ción pública le valió el nombramiento
destacó obteniendo una medalla de oro como ministro de Educación en 1946
por sus logros académicos. Terminados (López, 2014), durante la presidencia del
sus estudios secundarios, viajó a España general Higinio Morínigo (1897-1983).
para desarrollar su entrenamiento uni- Este había promovido ese mismo año un
versitario en las áreas de derecho y experimento de apertura política, poco
filosofía, en la Universidad de Madrid, habitual en lo tumultuoso de la historia
en 1926 (Centurión, 1961). Recibió sus paraguaya, caracterizada por los regíme-
diplomas de manos del rey Alfonso XIII nes autoritarios. El ensayo fue conocido
y retornó al país en 1929. Desde enton- como la primavera democrática y tuvo
ces, ocupó cargos públicos de relevancia vigencia durante los meses previos al
en el área educativa, como el de director estallido de la revolución de 1947, pero
general de Escuelas. Combatió en la gue- solo se mantuvo por el breve lapso de
rra del Chaco, que enfrentó militarmente seis meses. En aquel gobierno partici-
a Paraguay con Bolivia entre 1932 y 1935. paron referentes del Partido Colorado,
Ejerció el periodismo durante muchos años el Partido Revolucionario Febrerista y
y tuvo participación como articulista o di- representantes de la cúpula castrense.
rector en varias revistas y periódicos como En los hechos, era una formación cívico-
Guarania, Cultura, El País y Patria, esta militar. Las condiciones del país en enero

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de 1947 y el presumible riesgo de un del gabinete nacional hacia las Potencias


golpe de Estado a causa de la inestabili- del Eje y sus aliados. Fruto de esos con-
dad predominante llevaron al presidente tactos con los políticos de Washington,
Morínigo a discutir con los altos mandos devino su nombramiento como embaja-
del Ejército la posibilidad de establecer dor ante el Gobierno de Estados Unidos,
una administración exclusivamente mili- la Organización de las Naciones Unidas
tar o convocar al Partido Colorado para (ONU) y la Organización de Estados
una gestión compartida, con la inconfesa Americanos (OEA), en 1947. A su retorno
pretensión de desplazar a los febreris- al país, continuó ejerciendo cargos en los
tas de la estructura gubernamental. Se sucesivos regímenes colorados y ocupó la
orquestó entonces un complot que acaba- cartera de ministro de Justicia y Trabajo
ría entronando al Partido Colorado como con el presidente Federico Chávez (1882-
el brazo civil del poder. Entre los actores 1978), quien resultara electo en 1950
principales que urdieron esa suerte de por un periodo de tres años, y obtuviera
asalto palaciego, que tuvo lugar el 13 de una reelección en 1953. Él estableció un
enero de 1947, se encontraba Guillermo plan de estabilización y fomento para el
Enciso. Aunque formalmente los febre- fortalecimiento económico y la recons-
ristas se alejaron de forma voluntaria, trucción nacional, como paso previo a
el resentimiento que sobrevino tuvo un la restitución completa de las libertades
alto costo. Ellos iniciaron las principales civiles, uno de cuyos impulsores funda-
acciones políticas que finalmente desen- mentales era Enciso (Scavone Yegros,
cadenaron la revolución el 8 de marzo de 2011). Pero habrían de separarlo de su
1947, en la norteña ciudad de Concepción cargo a comienzos de 1954. Como resul-
(González Delvalle, 2007). tado de una serie de errores políticos
El peso de Enciso como un actor polí- y riesgos mal calculados, Chávez fue
tico influyente se percibe en el hecho depuesto por Alfredo Stroessner (1912-
de que, en los acercamientos estratégi- 2006) en un golpe de Estado en mayo del
cos de Estados Unidos hacia Morínigo, mismo año. Ese evento inició una de las
que comenzaron a insinuarse clara- etapas más fatídicas y oscurantistas en la
mente a partir de 1943, él fue uno de historia paraguaya reciente.
los paraguayos ligados al ámbito de las Para entender mejor los entretelones
ciencias sociales que recibió invitaciones que explican la separación de Enciso en
financiadas para dictar conferencias en el gabinete de Chávez, hay que recordar
universidades norteamericanas e invo- su intervención activa en algunos eventos
lucrarse directamente en proyectos de relacionados con la organización obrera
investigación, cuando las circunstancias internacional, que alcanzaron un punto
lo permitiesen (Mora y Cooney, 2009). La álgido a nivel regional con la celebración
administración estadounidense desplegó de la Primera Conferencia Sindical del
crecientes esfuerzos por neutralizar las Río de la Plata, albergada en Asunción
abiertas simpatías de algunos integrantes en febrero de 1952 por invitación

38
Las ideas de Alfred Adler y su asimilación en Paraguay por Guillermo Enciso

de la Confederación Paraguaya de Fleytas (1917-1985), Enciso fue “la para-


Trabajadores (CPT). Este encuentro, que doja viviente entre la apariencia de su
mantenía afinidades doctrinarias con el acritud y la delicadeza exquisita de su sen-
Partido Peronista argentino, buscaba, al sibilidad” (Méndez Fleytas, 1979, p. 132).
menos en los papeles, una postura no ali- Falleció en 1963.
neada y equidistante tanto del capitalismo
como del comunismo. Enciso fue uno de
Los peldaños que conducen
los oradores que habló en la sesión de
a A dler: Freud, Jung y Le Bon
apertura de las deliberaciones (Alexander
y Parker, 2009). Precisamente, esta apro- Guillermo Enciso es una de las figuras
ximación muy marcada y perceptible menos conocidas en lo que se refiere a
hacia el peronismo habría de originar un sus relaciones particulares con la psico-
creciente malestar en los sectores naciona- logía paraguaya y su evolución histórica.
listas del Ejército, que hicieron llegar sus Un escrito de su autoría, titulado “Ensayo
quejas al presidente Chávez a comienzos de interpretación psicológica de lo social”
de 1954, sugiriendo además que Enciso (Enciso, 1941), fue difundido en las pági-
conspiraba activamente contra el Ejecutivo nas de una revista cultural a comienzos
(Caeiro y Flecha, 2001). Era una acusación de la década de 1940. En algunos trabajos
que no carecía completamente de lógica, anteriores, se identifica a esta contri-
como demuestra el hecho posterior de que bución como una de las que integra la
Enciso presidiera una comisión al interior naciente literatura paraguaya en psico-
del Partido Colorado que postulaba la can- logía social durante la primera mitad del
didatura de Stroessner (Escobar Martínez, siglo xx (García, 2003a). Mención única,
1978), uno de los pasos previos del futuro forzoso es decirlo, en todo el contexto
dictador para sus intentos de legitimación documental que concierne a la historio-
como gobernante. Como puede apre- grafía de la psicología en este país. Sin
ciarse, la trayectoria de Enciso no estuvo embargo, es un artículo con valor propio,
exenta de aspectos políticamente contro- que no cabe ignorar, pues posee ribetes
versiales. Su militancia activa en las filas de originalidad para lo que significa el
del oficialista Partido Colorado le llevó a proceso de formación de la psicología a
ocupar incluso la presidencia del mismo. nivel local, por lo que una mayor profun-
Pero la personalidad y actividad pública dización y conocimiento de su contenido
de este ciudadano, aunque visiblemente queda plenamente justificado. El ensayo,
ligada al ámbito político y diplomático, cuya extensión es de solo once páginas,
fue como una amalgama muy dinámica apareció en el número del primer tri-
entre las aspiraciones que imponen la vida mestre de 1941 en la Revista del Ateneo
colectiva y sus inclinaciones personales Paraguayo. Esta publicación es una pieza
de síntesis intelectual. Allí radica su perfil muy importante en la producción inte-
más interesante. Como escribiera el tam- lectual paraguaya, pues, aunque sufrió
bién activista colorado Epifanio Méndez discontinuidades en muchas ocasiones,

39
José E. García

tuvo varios renacimientos en los que discusión de cuestiones de talante psicoló-


siempre reflejó una amplia gama de inte- gico, encuentra una respuesta inequívoca
reses temáticos, que van desde la poesía en sus expresiones iniciales, que pone
y la prosa hasta la ciencia. En su periodo los bueyes de la necesidad de relevancia
moderno, se la considera una continui- práctica por delante de la pesada carreta
dad de la célebre Revista del Instituto teórica. Y que, además, deja muy claro el
Paraguayo, de similares características y sentido para este interés:
editada entre 1896 y 1909 como órgano
del desaparecido instituto homónimo, y Si intentamos este esbozo de inter-
sobre cuya importancia singular para la pretación psicológica de lo social, lo
psicología preuniversitaria en Paraguay hacemos con el propósito de interesar a
la clase intelectual paraguaya a dedicar
se dispone de un estudio pormenorizado
su atención a una cuestión de relevancia
(García, 2014). cultural y político-social, aparte o por
Bajo el epígrafe de “Advertencias encima de su importancia estrictamen-
previas”, Enciso comenzaba su argu- te científica. (Enciso, 1941, p. 35)
mentación indicando que su meta no es
plantear, y menos aún resolver, los pro- El problema básico al que hacía refe-
blemas generales que esboza la psicología rencia era el de la voluntad de dominio, un
colectiva. En Paraguay, quien primero tópico inserto en la agenda temática de la
discutió las relaciones de la psicología psicología social. Se refería al factor, prin-
individual con la psicología social y la cipio, fuerza, propensión o compulsión
psicología colectiva fue Ignacio A. Pane primordial que es el principal responsa-
(1880-1920), en sus Apuntes de sociolo- ble tanto de la conducta individual como
gía (1917). Esclareciendo sus objetivos, de la integración de las sociedades en sí
Enciso advierte que no es su propósito mismas. También guardaba conexiones
argumentar con una finalidad moralizante con el ámbito de las ideas, los sentimien-
o política. Cree que la psicología social tos y la acción humanos. La voluntad
debería fundarse en la psicología indivi- de dominio podía conceptualizarse en
dual, aunque aquella no puede albergar formas muy variadas, por lo que desig-
pretensiones mayores, ya que, por el naciones alternativas como el instinto de
momento, solo constituía una buena inten- poder, el afán de superioridad, el anhelo
ción científica. Se asume, entonces, que de preeminencia, el ansia de hacerse valer
tanto la psicología social como la indivi- o la tendencia a la expansión resultaban
dual, que es el foco de atención para el equivalentes. A Enciso (1941) le preocupó
artículo, son emprendimientos intelec- que las intenciones de su artículo fueran
tuales que se hallan en pleno desarrollo. malinterpretadas, concibiéndolas como
Cualquier interrogante que pudiese sur- una simple exaltación de la potencia bruta
gir en cuanto a las motivaciones por las que favorecía la imposición efectiva de
que un hombre de raigambre política unos seres humanos sobre otros. Recuerda
como Enciso estuviera involucrado en la el sentido que esta postulación de la

40
Las ideas de Alfred Adler y su asimilación en Paraguay por Guillermo Enciso

voluntad de poder adquirió en Friedrich desaparición al momento de escribir el


Nietzsche (1844-1900), uno de los refe- artículo. No obstante lo cual, advierte que
rentes intelectuales más conocidos entre se aparta de él en determinados aspectos
los que sustentaron aquel concepto en el de su pensamiento, de modo que no cabe
tiempo moderno, así como en su oposición esperar una simple relación de adherencia
a la prédica de su contemporáneo Arthur dogmática. Este es un detalle muy impor-
Schopenhauer (1788-1860), en lo atinente tante para entender de qué forma Enciso
a la tenacidad por vivir. Pero era ineludi- asimiló a Adler. Tras someter a repaso los
ble percibir las cosas con mayor amplitud. principios básicos de Le Bon y Freud, se
La preponderancia y la dominación no detenía en una discusión de las premisas
involucran solamente la dimensión física adlerianas, enfatizando la articulación de
ni el avasallamiento. Había que situarlos su propia visión personal con las mismas.
en una perspectiva más amplia que no Esta clase de reflexiones lo perfilaban, en
excluyese la supremacía física, pero que sus propias palabras, como un seudoad-
también abarcara manifestaciones tales leriano. Además, Enciso (1941) creía
como el vigor de la santidad, y se despla- que la denominada psicología sintética
zara a partir del egoísmo particular hasta —que infortunadamente no define—
la identificación del Yo con el conjunto del había logrado integrar todos los elementos
bienestar social. En este contexto, el autor que aparecían dispersos en el estudio de
recoge su primera alusión específica a las la mente humana. Ella recibía una con-
construcciones teóricas de Adler, cuyo tribución fundamental del psicoanálisis,
concepto del sentimiento de la comunidad cuyo argumento central era, como es
es, para Enciso (1941), una forma en la que sabido, que todas las actividades psíqui-
también se revela el instinto del poder. cas se hallaban determinadas por el nivel
La mirada de Enciso estaba puesta en inconsciente o lo “psíquico pretérito”. Por
las doctrinas de Adler, aunque, para subra- su parte, Enciso (1941) señaló su acuerdo
yar con claridad la orientación singular de parcial con lo esencial de esta posición.
su pensamiento, tomó la precaución de Las acciones que se derivan de las hue-
despejar incógnitas, primero en alusión a llas mnémicas o la memoria, así como las
los preceptos del psicólogo social francés arremetidas impetuosas que provienen de
Gustave Le Bon (1841-1931), y segundo los instintos, aunque parezcan elementos
con referencia a Sigmund Freud (1856- en apariencia desechados u olvidados,
1939), creador del psicoanálisis y hacia anónimos integrantes de la arquitectura
quien manifestó reservas fundamentales, mental, seguían ejerciendo una acción
con el propósito de diferenciar nítidamente continua y determinante.
su concepción. En el escrito, por ejemplo, Tres son los itinerarios principales que
se propuso analizar “sus direcciones o se reconocen en el trayecto del psicoaná-
desviaciones principales” (Enciso, 1941, p. lisis y sus derivados intelectuales. (a) La
36). Asimismo, destacó el perfil de Adler versión original de Freud, centrada en
como médico y educador, de reciente el concepto medular de la libido sexual,

41
José E. García

que se estima como el factor primordial Las ideas de Le Bon son importan-
que genera todo el conjunto de la vida tes, no solo por el valor que poseen en sí
psíquica. Esto le ha valido el califica- mismas, sino por lo que tuvieron de influ-
tivo de pansexualista, que Enciso admite yentes en la génesis de las concepciones
sin reservas, puntualizando, además, su sociales que abrazó el freudismo. El autor
carácter causal. (b) La orientación que de La psicología de las multitudes (Le
corresponde a la psicología individual de Bon, 1895), más pensador que inves-
Alfred Adler, cuya proposición básica es tigador en la percepción que de él tuvo
el afán de hacerse valer y el ansia de supe- Enciso (1941), había sostenido que los
rioridad. La perspectiva es de carácter actos conscientes derivan de un sustrato
finalista y, al mismo tiempo, optimista. inconsciente, donde se hallan enterrados
(c) La línea iniciada por el otro gran los remanentes de la mentalidad ances-
discrepante con la ortodoxia freudiana, tral. En estas palabras, se reconoce tanto
Carl Jung, que constituye el prototipo a Freud como a Jung, y constituyen una
de un acercamiento más místico. Tras antecedencia innegable para sus respecti-
iniciar su trabajo con la enunciación del vos sistemas. En los contextos apropiados,
inconsciente colectivo, Jung se encaminó donde la individualidad se difumina, pro-
hacia lo que Enciso (1941) calificaría tegida en el anonimato que permiten los
como una metapsicología religiosa. De agrupamientos numerosos y que da lugar
los tres, Adler es el que más sobresalió a la liberación de los instintos, las aglome-
por sus incursiones educacionales. Y, raciones o las masas consiguen levantar
aunque estos modelos comenzaron con el bloqueo a estos patrimonios del primi-
un discurso centrado en la psicología tivismo arcaico. Le Bon (1895) pregonaba
individual y terapéutica, los intereses que en el gentío los sujetos aislados se
de los tres desbordaron pronto hacia la transforman radicalmente por efecto de
interpretación de los hechos psíquicos tres factores esenciales y concomitantes:
sociales. En el caso de Freud, este ámbito (a) el número, (b) el efecto que produce el
quedó centralizado en Psicología de las contagio y (c) la sugestibilidad. La turba,
masas y análisis del yo (Freud, 1981 que desencadena efectos muy similares a
[1921]), su obra cardinal en este terreno; los del ensoñamiento hipnótico, se carac-
en Jung, con el constructo fundamental teriza por liberar el inconsciente de sus
del inconsciente colectivo, fuertemente férreas ataduras y retrotraer al individuo
evocador de la mentalidad atávica; y en hacia estadios de civilización primitivos.
Adler, en la afirmación del sentimiento En el alma de las multitudes, Le Bon des-
de comunidad, que emerge a lo largo cubre el carácter impulsivo e irritable de
del desarrollo infantil como contrapunto la misma, su talante esencialmente irra-
entre el imperativo de la individualidad cional, y la plena voluntad que tienen las
y las exigencias que impone el entorno personas de someterse al dominio pasivo
social, todo lo cual se halla en la base de de un jefe o cabecilla, a quien obsequian
los procesos psicológicos humanos. su autonomía; así se logra esa fidelidad

42
Las ideas de Alfred Adler y su asimilación en Paraguay por Guillermo Enciso

que solo se consigue al costo de aprisio- no se explican solos, sino que respon-
nar la adhesión de la muchedumbre y den a causalidades diversas. Para Freud,
arrastrarla tras los designios del líder. la respuesta está en la presión omnipre-
Esta concepción, sin embargo, obtuvo sente que ejerce la libido, impulsando
significativos reparos por parte de Enciso. la formación dinámica de las masas. La
Cuestionó, por ejemplo, que la visión del cohesión en que se mantienen estos gru-
autor francés se fundamentara casi exclu- pos obedece a su influjo directo. Por eso,
sivamente en los eventos colectivos que es el impulso sexual el componente que
tuvieron lugar durante la Revolución los une en última instancia, ya sea en la
francesa, con lo cual dejaba sin anali- hermandad de las iglesias ante el amor de
zar —pese a la opinión contraria de Le Dios Padre, o en la camaradería que se
Bon— la dinámica de los grupos socia- origina entre los soldados de un ejército,
les que se encuentran permanentemente que permanecen leales al mando único
movilizados. No logra esclarecer satis- del superior. Tales elementos se hallan en
factoriamente las causas que conducen a el cimiento absoluto de toda la psicología
la formación de tales agregados humanos, social humana.
ni el surgimiento de los líderes mesiáni-
cos, ni la necesidad de obediencia de que Una perspectiva local sobre Adler
hacen gala las multitudes. Estos son pro-
cesos que a la vez requieren ser explicados A los análisis de Le Bon y Freud, el pri-
de alguna manera convincente, pues son mero sometido, como vimos, a una crítica
resultado de algún factor menos visible, explícita, Enciso confrontó sus propias
y no simples incitadores de acciones. opiniones sobre los vínculos entre el com-
Además, Enciso desconfía de la actitud portamiento individual y social. Y es aquí
de Le Bon, a la que considera tributaria precisamente donde comienza a perfilar-
de una sesgada presunción racionalista, se su impronta adleriana, que no excluía
que reacciona espantada y temerosa a algunas discordancias menores. La psico-
la expresión muy primaria de quienes se logía social se contrapone a la psicología
alzan contra sus opresores circunstan- individual sintética, pues el psiquismo del
ciales. Freud tuvo sus propios conceptos adulto es una consecuencia tanto de los
sobre este problema. Independientemente procesos innatos o congénitos como de la
de qué tipo de multitud se trate, reconocía influencia externa, los cuales contribuyen
en ellas el predominio de la emotividad en grados similares a la configuración de
y el sojuzgamiento del intelecto. En esto, cuanto somos como personas. La afirma-
las semejanzas de Freud con Le Bon son ción del autor es inequívoca: “El hombre
bastante evidentes. Pero el psicoanálisis individual, en cuanto ser psíquico, aisla-
también consideró que los fenómenos que do, independiente de la sociedad, es una
se desencadenan cuando entra en acción ficción” (Enciso, 1941, p. 39). Tampoco
la fuerza arrolladora de la turba, cuya la psique social debería entenderse como
acción puede obedecer a la imitación, la simple sumatoria de las subjetividades

43
José E. García

disponibles, pues tanto la dimensión psi- lo que este presuntamente oculta, sino de
cológica subjetiva como la esfera colectiva las condiciones sociales que la determi-
se determinan e interactúan recíproca- nan. (7) La inferioridad necesariamente
mente. Por lo tanto, la condición esencial debe superarse o compensarse, e incluso
para la existencia de toda organización es sobrecompensarse, en función de aspi-
psicológica, al menos en principio, y se rar hacia el dominio de los demás. (8) La
explica por las relaciones que mantienen voluntad consiste en una excitación que
los miembros del grupo unos con otros, y se transforma desde una sensación de
de estos a su vez con el entorno específico. inferioridad o incapacidad hacia otra que
Cuanto se refiera a la psicología del indi- representa la capacidad o la plenitud. En
viduo, dirá Enciso sin ambages, habrá de otras palabras, la voluntad busca conducir
abarcar también a la psicología colectiva. hacia un estado de saciedad. (9) El alma
Los elementos básicos que compen- se orienta hacia un objetivo futuro, que
dian el pensamiento de Adler son en es la conservación y la afirmación de la
total diez (Enciso, 1941), aunque su for- superioridad. (10) Y, de manera conjunta
mulación no siempre posea la claridad con el afán de predominio, sobresale en
conceptual deseable. Estos enunciados el hombre el sentimiento de comunidad.
son muy importantes porque indican la En la caracterización de Enciso sobre
particular recepción que tuvieron los el enfoque adleriano de la personalidad,
mismos, es decir, los aspectos que Enciso se asumía que los factores hereditarios
consideró primordiales en la propuesta no actúan como causas fatalistas e ina-
de Adler, y la lectura que hizo de ellos. movibles de la psique, sino apenas como
(1) La materia viva anhela llegar desde elementos adicionales que, junto con
un minus a un plus, y su movimiento la crianza, componen la determinación
se orienta esencialmente al dominio del global del comportamiento. Recordaba
mundo circundante. (2) El alma es una también la contraposición esencial, ya
facultad innata que sintetiza estrategias señalada por el psiquiatra austriaco, entre
de ataque o defensa, las cuales aseguran la voluntad de dominio y el sentimiento
tanto la conservación como el desarro- de comunidad. Pero, en este aspecto pre-
llo del organismo. (3) El alma nunca se ciso, su intérprete paraguayo encontró la
encuentra aislada, sino, por el contrario, fuente de uno de sus principales desacuer-
enlazada a todo cuanto le rodea. (4) En dos. Enciso (1941) destacó que el instinto
el hombre prevalecen el afán de hacerse de poder tiene sus orígenes en la evolu-
valer y la voluntad de dominio. (5) El sen- ción filogenética, y que en las diferentes
tirse un ser inferior contrasta agudamente especies animales, así como en las formas
con el afán de dominación, por lo que el menos desarrolladas de la humanidad, o
sentimiento de inferioridad emerge como en los estilos de vida más simples diríamos
una consecuencia directa. (6) Cualquier nosotros, se traduce en conductas elemen-
tipo de inferioridad que pueda demostrar tales y primarias, por completo alejadas de
un individuo en el grupo no depende de la sofisticación cultural. Estas apuntan, en

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Las ideas de Alfred Adler y su asimilación en Paraguay por Guillermo Enciso

lo esencial, hacia la conservación, el pla- pataletas, los gritos y el nerviosismo que a


cer o la sexualidad, aunque es necesario veces exhibe el niño. Estas manifestacio-
hacer la salvedad de que lo placentero y nes guardan relación con la percepción de
lo doloroso solo sirven como ayudas en inferioridad del hombre. El problema es
la lucha, puesto que el alma se concebía que las sociedades modernas establecen
como un órgano para la defensa, conforme severas cortapisas para el libre y completo
a lo afirmado por Enciso (1941), y tal como desarrollo de la voluntad. En estas afirma-
señaláramos en el párrafo anterior. Donde ciones es imposible no ver un eco lejano,
Freud veía el llanto del lactante y su enfá- aunque con premisas muy modificadas, de
tico reclamo del pecho materno, primero las ideas que Freud defendiera en su clá-
como un imperativo de la subsistencia sico El malestar en la cultura (Freud, 1981
biológica, cuya manifestación más recono- [1930]), una obra cuyo argumento central
cible es el hambre, y luego, en un segundo subrayó la incomodidad del ello ante las
momento, como un proceder que resulta represiones que impone la sociedad para el
de la búsqueda de satisfacción de la libido individuo. Sin embargo, en Adler, la nece-
sexual, Adler concebía, sin excluir por ello sidad por la supremacía es una fuerza que
la necesidad primaria del alimento, una compele hacia la superación continua de
expresión del propósito del niño por ejer- las limitaciones. Es, pues, un aliciente, un
cer su señorío sobre sectores específicos componente positivo en la dirección de la
de su entorno, en este caso concreto, la conducta. Como dice Enciso (1941): “Esta
madre. Enciso (1941) también creía que la enorme rebelión contra la inferioridad es
finalidad del chupeteo infantil es, primero la base de la evolución ascensional de la
que nada, la alimentación y el intento por humanidad” (p. 41). La cultura y la civi-
remediar la incapacidad de bastarse a sí lización, en su esencia más prístina, son
mismo, es decir, el impulso básico de con- frutos de ella.
servarse. También coincide con Adler en Otro aspecto en que las opiniones de
que, una vez lograda la saciedad, el infante Freud y Adler colisionan es en la inter-
persiste en la ejecución de la misma acción pretación de los celos infantiles. Para el
con el fin de lograr su control sobre el primero, la competencia de dos herma-
mundo exterior, cuya faceta más significa- nitos por el cariño y las atenciones de la
tiva es, como antes dijimos, la madre. madre es resultado de la lucha por ganar
El llanto del niño es un medio para acceso libidinal al objeto de amor. Es el
lograr sus fines, porque si no es capaz de camino que recorre la energía para diri-
conseguir algo de esa manera, simplemente girse a su destino objetal prioritario. Adler
cambia de estrategia y actúa diferente. En veía las cosas de otra manera. Lo que
tal sentido, las disimilitudes con Adler son observó era un combate por la primacía,
mínimas. Toda expresión de la afectividad que no admite la presencia de otros indi-
es una consecuencia directa del anhelo viduos con los que deba compartirse una
de supremacía. Entre ellas, también cabe posesión efectiva sobre la madre. Pero
incluir algunos comportamientos como las no todo se reduce a este cerrado empeño

45
José E. García

por establecer su potestad en el juego de menciona explícitamente, consideraba,


las relaciones humanas. Cuando el niño sin embargo, que los procesos imitati-
ha podido comprobar que su hermano vos son más bien un efecto del afán de
menor es inferior a él, la agresividad ini- superioridad. Decía que el niño copia al
cial decrece, y la disputa se transforma en padre con el anhelo básico de ser pode-
compasión, afecto y protección. Se trata roso, lo mismo que al hermano mayor.
de una forma de amor asexual, cuyo pro- Recurriendo a ejemplos tomados de la
ducto es el sentimiento de comunidad. vida de sus dos hijos, especula que tanto
Esta forma de apego, que identifica cual- la imitación como la invención, en las
quier relación del niño hacia la gente, los que los niños son pródigos, se originan
animales, las plantas y elementos diversos, en el instinto del poder. La prevalencia de
llega a convertirse en una actitud general, la moda es otro ejemplo típico de la ten-
insertándose de hecho en la vida psicoló- dencia a imitar. La misma lógica siguen
gica de la persona (Bitter, 2011). Enciso el placer y el dolor. Por supuesto, no es
(1941) pensaba que esta sensibilidad llega a posible negar la naturaleza fisiológica
existir no por un antagonismo con la aspi- de la experiencia dolorosa, pero Enciso
ración de dominio, como pensaba Adler, opinaba que el niño —que frecuente-
sino como una consecuencia de la misma. mente cae, se golpea y llora— lo hace
Es decir, el hermano mayor encuentra su hasta que alguna otra persona, siempre
verdadera justificación psicológica en la un adulto por supuesto, recrimina a aquel
existencia del hermano menor. Ambos, otro que lo empujó, o responsabiliza al
pues, se precisan el uno al otro. Resulta elemento físico causante del accidente.
interesante lo que Enciso (1941) tiene que En ese momento, el llanto desaparece,
decir al respecto: pues el predominio deseado sobre el otro
ha logrado manifestarse, como producto
Es en este punto que nos desviamos bas- de la amonestación recibida. Concluye,
tante de la concepción adleriana, que entonces, que la fuente primordial del
considera al sentimiento de comunidad placer o el dolor es el ansia de prepon-
como algo distinto y antagónico con el
derancia. Excusándose por la limitación
afán de preeminencia. Para nosotros, ese
sentimiento de comunidad no es sino
de tiempo y espacio, que le impedía
una forma evolucionada del mismo ins- extenderse más en su explicación, enu-
tinto de poder, que busca la expansión de mera una serie de factores que deberían
la individualidad. (p. 42) comprenderse a la luz de la voluntad
de dominio y el sentimiento de inferio-
Algunos psicólogos franceses de ridad: el dolor moral, las virtudes y los
finales del siglo xix, como Gabriel Tarde vicios, los crímenes y las perversiones,
(1843-1904), enfatizaron la importancia la envidia, la caridad exhibicionista, la
radical de la imitación en el proceso de hipocresía y la franqueza, la lealtad y la
adquisición del comportamiento social felonía, la cobardía y el valor, el amor y el
(Tarde, 1890). Enciso (1941), que lo odio, las megalomanías, los juegos y los

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Las ideas de Alfred Adler y su asimilación en Paraguay por Guillermo Enciso

deportes, las alegrías, las amarguras, y durante la Revolución francesa: mayo-


hasta el suicidio. rías oprimidas por el peso inmenso de
Entre las determinaciones que influ- la inequidad distributiva, por lo que no
yen para la formación del individuo y cabía esperar de ellas una actitud míni-
su personalidad, le corresponde un rol mamente congruente con el sentimiento
preponderante a la sociedad, cuya dimen- comunitario, tal como lo entendió Adler.
sión psicológica se concibe como una Al contrario, lo que afloraba con faci-
compleja unidad de personas y peque- lidad era una reacción contra quienes
ños núcleos colectivos ligados entre las sojuzgaban. Por este motivo, Enciso
sí (Enciso, 1941). Dentro del contexto (1941) cuestionó que estas agrupacio-
social, los impulsos psíquicos adquieren nes representasen la involución hacia un
características casi infinitas. Pero tanto estado primitivo de la humanidad, como
desde el punto de vista biológico como Le Bon (1895) interpretó, sino que eran la
del psicológico, los humanos son seres muestra palpable de un avance concreto
incompletos. Esto nos conduce a una hacia la configuración de una comunidad
urgencia por llenar nuestras necesidades ideal. Esa clase de solidaridad social,
parciales, impeliéndonos a una aproxi- que se descubre en el accionar de tales
mación hacia otros individuos, aunque la grupos, está basada en el afán de supre-
forma y el objetivo que tomen esos acer- macía y en la sensación de inferioridad
camientos pueden ser muy diversos. La de quienes componen las grandes aglo-
familia es uno de ellos, aunque su función meraciones humanas.
no se encuentre enlazada únicamente a la En el contexto de la sociedad ideal a
necesidad sexual, de placer o reproduc- la que alude Enciso, no debe soslayarse
tiva. Debido a eso, Enciso (1941) pensaba el rol fundamental que cumplen los líde-
que la estructura familiar ha variado a res, individuos o grupos de personas
lo largo de la historia, estableciendo en dirigentes, ya sea el padre de familia o
cada momento concreto una variedad el jerarca político, salvando las obvias
diferenciada, conforme a las urgencias distancias en ambos casos. Ellos poseen
psicológicas sentidas. Estas se traducen la dirección y la sanción social respecto
en aspiraciones culturales o valores. En a la actividad que concierne a los inte-
cuanto a las masas, su importancia no se grantes de la agrupación. En términos
encuentra relacionada con la cantidad de estrictamente psicológicos, esta condi-
sujetos que la integran, sino con la fun- ción de dirigencia se identifica con el
cionalidad que adquieren para canalizar prestigio. Una vez más, Enciso (1941)
las exigencias que impone la voluntad de repasa la interpretación freudiana del
poder concordante de sus miembros, y fenómeno, estableciendo que la reputa-
cuyo propósito es siempre el dominio del ción del líder y la cohesión de la masa
ambiente. Las multitudes que estudió y, que le es correlativa se sustentan en la
a la vez, condenó Le Bon (1895) en sus acción del Eros. Los miembros del grupo
tratados clásicos eran aquellas surgidas se encuentran unidos a sus jefes por

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José E. García

vínculos libidinosos inconscientes. Esta condición de líder, pues, no es absoluta


acción de los impulsos sexuales deposita ni eterna, sino circunstancial y relativa a
su fuerza en un objeto preciso y singular, la situación. Una clave de los auténticos
excluyendo así a todos los demás. Pero liderazgos se encuentra, por consiguiente,
he aquí que nuestro autor se inclina una en la capacidad de los jerarcas de
vez por la óptica adleriana, pues los afec- encarnar el deseo de superación de las
tos son premios e instrumentos (Enciso, inferioridades que posee la multitud. De
1941) del ubicuo instinto del poder, y allí surge su fascinación magnética, que
se convierten en un canal para supe- han subrayado tanto Le Bon como Freud.
rar el sentimiento de inferioridad. Esto El surgimiento de los dirigentes es pro-
equivale a decir que el ungimiento de ducto de la identificación de los anhelos
alguien para asumir el carácter de líder de poderío colectivo con la simbolización
resulta no de un accidente fortuito, sino del ideal, que el conductor resume en su
de la necesidad psicológica de la muche- persona. El sentido que el autor confirió
dumbre por obtener un soporte material a este problema y, en particular, la cone-
para sí misma. Quien logra concentrar el xión de lo social con lo individual queda
arrastre colectivo termina asumiendo por muy claramente expresado en los párra-
completo esa cualidad. fos finales de su ensayo:
Como tal, el prestigio es una reali-
De todo lo dicho, en que se ha abusa-
dad innegable, por más que dependa de
do del “sentimiento de comunidad”
una valoración subjetiva. Por lo tanto,
que suponemos en los lectores, se ha-
tiene mucho sentido inquirirse respecto bría obtenido algún resultado si se ha
a quiénes son los que la obtienen, por alcanzado a interesar no sobre nuestra
qué motivos concretos, y en qué con- interpretación, sino sobre la trascen-
textos precisos dentro de la actividad dente y fructífera concepción de la
normal del grupo. La respuesta de Enciso psicología adleriana, de relevante valor,
a estas preguntas era que tal forma de quizá la aportación más importante de
la psicología a la función educadora,
ascendencia la consiguen aquellos que
que busca un elevamiento espiritual de
representan o simbolizan las aspiraciones
la humanidad, y que constituye un efi-
comunes de superioridad de los indivi- caz instrumento de interpretación de los
duos, considerados separadamente. La hechos sociales. (Enciso, 1941, p. 45)
pérdida de influencia del caudillo ocurre
cuando la masa se siente defraudada por
sus acciones, o cuando las condiciones Conclusión
que justificaron el apoyo inicial se han
modificado de tal forma que este ya no El proceso de introducción de las teorías
personifica las ambiciones primigenias psicológicas en Paraguay no sugiere el
del imaginario social, o no ha tenido la desarrollo de una secuencia uniforme,
habilidad y la sabiduría de evolucio- sino que obedece, más bien, a circuns-
nar en paralelo con sus seguidores. La tancias disímiles. En algunos casos, la

48
Las ideas de Alfred Adler y su asimilación en Paraguay por Guillermo Enciso

transmisión del conocimiento se produjo sustancial de los conceptos, teorías e


por intermedio de difusores insospecha- ideas psicológicas, cuya recepción y cir-
dos, respecto a quienes no se esperarían culación se produjeron en Paraguay a
vinculaciones directas con la investiga- comienzos del siglo xx, fueron articula-
ción de la mente y el comportamiento, al das por hombres con intereses anclados
menos en una apariencia superficial. Sin en la esfera pública, en especial la política
embargo, los análisis centrados sobre la y los asuntos del gobierno. Esto afecta, a
obra de otros pioneros locales en el perio- veces de maneras sutiles, los procesos
do preuniversitario, como Cecilio Báez que acompañan la difusión de las teo-
(1862-1941), Eusebio Ayala (1875-1942) rías científicas en al menos dos aspectos
e Ignacio A. Pane (1880-1920) (García, importantes y complementarios: (a) por
2003a, 2005a), permiten distinguir la vi- un lado, la incorporación del respectivo
gencia de un perfil singular como hombres autor asimilado se realiza mediante un
de acción, a menudo dedicados, si bien no énfasis sobre aquellos aspectos, cons-
completamente absorbidos, por su voca- tructos y dimensiones que se insertan de
ción política, parlamentaria, ministerial e manera preferente o con mayor facilidad
incluso presidencial. Guillermo Enciso es en el conjunto de la visión y el sistema
uno de esos ejemplos y, entre ellos, posi- de ideas de quien actúa como receptor
blemente uno de los más prototípicos. Es local, incurriendo en una interpretación
una muestra del intelectual que navega que se efectúa a través de las “anteoje-
entre dos aguas, alternando su atención ras” o referentes teóricos del mismo, es
desde la reflexión teórica a la interven- decir, tamizado por las deformaciones
ción concreta y directa, en este caso, la conceptuales propias del receptor; (b)
praxis social. Desde luego que la figura por otro lado, la selección que el recep-
del erudito “puro”, divorciado y distan- tor lleva a cabo en función de los escritos
ciado de los hechos que condicionan la del investigador original se traduce en
acción práctica, y que discurre encerrado una elección potencialmente sesgada de
entre las cuatro paredes asépticas de su los temas y enfoques más directamente
estudio en su búsqueda personal del dis- relacionados con las predilecciones del
cernimiento y la verdad, se parece mucho receptor, o coincidentes con la agenda
más a una ficción ingenua que a la reali- teórica o práctica que lo respalda. En
dad. En Paraguay, pocos de los cultores este sentido, tratándose de alguien como
iniciales de la psicología —si alguno— Enciso, no está fuera de contexto espe-
se asemejan, aunque sea remotamente, a rar un Adler más “social” que en el caso,
ese romántico, aunque improbable perfil. por ejemplo, de que su divulgación y
Y desde luego, no Guillermo Enciso. comentarios hubieran provenido de un
Esta constatación nos dirige a una terapeuta psicológico o un psiquiatra, que
segunda comprobación, probablemente se identificaría con otras inquietudes o
menos evidente, aunque no menos sig- prioridades profesionales más cercanas a
nificativa. Convenimos en que una parte las aplicaciones clínicas de la teoría, en

49
José E. García

vez de las derivaciones hacia el ámbito primera mitad del siglo xx, si bien res-
psicosocial o sociológico, habituales en la tringidos a ciertos círculos o referentes
psicología del individuo. intelectuales. Pero lo hicieron, como en
Lo expuesto no significa que, por ocasiones anteriores se ha dicho (García,
fuerza o necesidad, siempre tenga que 2005b), en su faz teórica y conceptual, no
producirse una falsificación o alteración de replicación, ni tampoco de aplicación.
deliberada de las nociones originales que En la obra de Enciso, no obstante, queda
forman las teorías. Solo establece que los más por explorar con respecto a sus inter-
casos de asimilación también son fenó- pretaciones psicológicas. Constituye un
menos instrumentales que responden a tema obligado para indagaciones futuras,
objetivos muchas veces implícitos. El que buscarán desentrañar los indicios,
Adler asimilado por Enciso no es deri- muchos de ellos aún escondidos en textos
vación de una lectura pasiva, acrítica o poco frecuentados o recordados, de una
dogmática. Como ocurre con Freud o Le presencia temprana de autores europeos
Bon, igualmente discutidos en el mismo en la psicología paraguaya del siglo xx.
ensayo, fue sometido a una comparación
con los puntos de vista del propio Enciso,
que, aunque no radicalmente diferen- Referencias
tes —especialmente en lo que se refiere Abramson, Z. (2015). The Meaning of
a Adler—, aportan matices particulares. Neurosis According to Adler. The
Esas disquisiciones conforman la parte Journal of Individual Psychology,
más interesante de todo el análisis. Sin 71(4), 426-439.
embargo, los comentarios a la obra del
Adler, A. (1917a). Study of Organ Inferiority
médico austriaco no dejaron muchas hue-
and its Psychical Compensation. A Con-
llas en la psicología paraguaya, al punto,
tribution to Clinical Medicine. Nueva
por ejemplo, de constituir el germen
York: The Nervous and Mental Disease
para alguna naciente escuela adleriana
Publishing Company.
que pudiera surgir en los años o décadas
posteriores. Esto es lo que quiere signi- Adler, A. (1917b). The Neurotic Consti-
ficar García (2007) cuando apunta a la tution. Outlines of a Comparative
carencia de tradiciones teóricas sosteni- Individualistic Psychology and Psy-
das como una de las características de la chotherapy. Nueva York: Moffat, Yard
psicología paraguaya en el periodo preu- and Company.
niversitario. Aquí observamos el mismo Adler, A. (1930). The Science of Living.
fenómeno: Adler brilló fugazmente en el Londres: George Allen & Unwin.
cerebro de Enciso, pero no dejó secuelas Adler, A. (1947). Conocimiento del hom-
profundas. Su recepción, aunque limi- bre. Buenos Aires: Espasa-Calpe.
tada, es una buena demostración de cómo
Adler, A. (1948). El sentido de la vida.
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