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Bienvenidos a “Literatura y algo más” hoy veremos Sor Juana Inés de la Cruz la primera

primera poetiza feminista de latinoamericana.

Comencemos un breve recorrido por su biografía.


La figura más representativa del Barroco latinoamericano fue Sor Juana Inés de la Cruz,
monja mexicana, nacida en Neplanta en 1651. Aprendió a leer a los tres años y a los siete quiso
ir a la universidad, disfrazada de hombre. A los nueve aprendió latín y a lo trece entró a la corte,
donde escribió poemas a pedido de los nobles y se dedicó al aprendizaje de las ciencias y las
letras. En 1667 ingresó en el convento de las carmelitas descalzas, pero luego de tres meses se
trasladó al de San Jerónimo, donde permaneció hasta su muerte, en 1695.
Sus obras más importantes fueron Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, algunos Villancicos,
Sonetos y Redondillas.

El manierismo y el barroco americanos: imitación, fusión y resistencia


En El laberinto de la soledad, Octavio Paz expresa: “La sociedad colonial es un orden hecho
para durar. Quiero decir, una sociedad regida conforme a principios jurídicos, económicos y
religiosos plenamente coherentes entre sí y que establecían una relación viva y armónica entre
las partes y el todo. Un mundo suficiente y cerrado al exterior pero abierto a lo ultraterreno.”
Estas palabras ponen al descubierto hasta qué punto el catolicismo tuvo un papel
fundamental en la consolidación de ese orden. En efecto, del mismo modo en que la
evangelización, como proyecto ideológico central, sirvió de pretexto a la conquista, al finalizar
la etapa de enfrentamiento y destrucción de las culturas indígenas, el espíritu de la
Contrarreforma sirvió a las comunidades americanas, despojadas de sus credos y sacerdotes,
para llenar ese vacío y proporcionarles un nuevo lugar en el mundo desde el punto de vista
cultural y religioso.
Desde esta perspectiva, el estudio de la literatura colonial pone sobre la mesa la peculiar
vinculación que se estableció entre el arte propio de las culturas autóctonas y el arte europeo,
relación que abarca los contradictorios extremos que van desde la mera imitación del
manierismo y el barroco hasta el uso de estos movimientos artísticos de origen europeo como
instrumentos de resistencia a través de los cuales pudo emerger la voz propiamente
latinoamericana.
Los movimientos artísticos que acabamos de mencionar se desarrollaron durante un período
que va desde el siglo XVII hasta principio del siglo XVIII y se convertirán en el espacio a través
del cual logren expresarse las hibridaciones, las fusiones y los conflictos entre la cultura
europea, la indígena y la negra. En efecto, si bien es cierto que tanto España como Portugal
desde el poder impusieron sus modelos, su propia cultura fue, también, modelada por las
culturas indígenas primero y luego por las diversas formas mestizas que fueron surgiendo en el
encuentro de indígenas, criollos, negros y mulatos. El resultado final fue una literatura y un arte
plástico que agregaron a los paradigmas de la metrópoli un tono especial, diferente, exuberante
y renovador que no entraba en ningún modelo preestablecido.
En la literatura colonial latinoamericana, el manierismo y el barroco coexistieron; sin
embargo, por lo tardío del trasplante, por motivos religiosos ligados a la Contrarreforma y por
su carácter más popular, hubo un mayor predominio del arte barroco.

La literatura de Sor Juana Inés de la Cruz o “La fortaleza por asalto”


Quizás en ningún escritor latinoamericano como en Sor Juana Inés de la Cruz, paradigma de
la literatura colonial, se exprese con tanta claridad este proceso de cruce de culturas. Al decir de
Octavio Paz, ella “recogió casi todas las formas de su época y en muchos casos las llevó a su
perfección última.”
Sor Juana tomó la tradición literaria de los grandes autores españoles del manierismo y el
barroco, como Lope de Vega, Góngora, Quevedo y Calderón, empleando los variados
procedimientos formales y conceptuales de su arte, unas veces en simples juegos retóricos o
poemas circunstanciales; otras, en lo mejor de su obra, con una voz propia en la que también dio
acogida a formas populares, tal como se puede observar en la selección de textos ofrecida.
No hubo género literario que esta autora no abordara ni tema que dejara de lado: sonetos,
redondillas, endecbas, romances, glosas, epigramas, canciones villancicos, piezas teatrales y
textos argumentativos son algunas de las formas que cultivó.
Si bien en su copiosa producción hay muchos textos que siguen la moda e imitan modelos
europeos, lo que constituye su originalidad, su modo distinto de decir es la pasión y la lucidez
con que aborda el tema del amor, el saber y la escritura desde su lugar marginal de mujer en una
sociedad eminentemente patriarcal y cerrada.
Sor Juana encarna como ningún escritor de la época la conciencia de lo que significa
transgredir ciertos límites impuestos por la sociedad y el orden establecido cuando se quiere dar
rienda suelta a la vocación creadora y a la necesidad de saber.
Expresa Octavio Paz, en este sentido: “Juana Inés debe tomar la fortaleza (del saber) por
asalto y apoderarse del conocimiento como los piratas de su tiempo saqueaban lo galeones que
apresaban. (… Que) los libros sean un bien prohibido y que apoderarse del tesoro signifique una
transgresión son circunstancias impuestas a Juana (…) por la índole de la sociedad en la que
vivía. La biblioteca es un tesoro que consiste en libros hechos por los hombres, acumulados por
ellos y distribuidos por ellos. Para apoderarse de un saber acumulado hay que hacer lo que
hacen los ladrones (…) disfrazarse. La virilidad es un disfraz impuesto a Juana por la sociedad y
lo mismo le sucede con su profesión de religiosa.”

La defensa de la mujer
La carta a Sor filotea es, en primer lugar, una respuesta polémica al obispo de puebla, (oculto
bajo el seudónimo de Sor Filotea), uno de los más poderosos enemigos con los que tuvo que
luchar Juana Inés, pero también a todos aquellos que la censuraron y le negaron la posibilidad
de ocupar un espacio en la escritura pública y el conocimiento.
Sor Juana se da cuenta de que la atacan, sobre todo, por su condición femenina y esto hace
que la defensa de su género se convierta en una trinchera donde combate por un lugar diferente
para todas las mujeres. En el discurso impuesto por el orden establecido, encuentra un espacio
de resistencia, un pequeño ámbito de libertad en el cual pueda hacer su juego y sostenerlo.
Josefina Ludmer ha denominado a este juego astuto “Tretas del débil”, porque en él se
exhiben las operaciones que debe realizar quien por su posición social subalterna tiene
prohibido el acceso al saber y al decir ese saber públicamente:
“(…) allí es donde ella erige su cadena de negaciones: no decir, decir que no sabe, no
publicar, no dedicarse a lo sagrado. En este doble gesto se combinan la aceptación de su lugar
subalterno (cerrar el pico las mujeres), y su treta: no decir pero saber, o decir que no sabe y
saber, o decir lo contrario de lo que sabe. Esta treta del débil, que aquí separa el campo del decir
(la ley del otro) del campo del saber (mi ley) combina, como todas las tácticas de resistencia,
sumisión y aceptación del lugar asignado por el otro (el que ejerce el poder), con antagonismo,
enfrentamiento y retiro de colaboración.”

Veamos las características generales de su obra y su lírica


La obra de Sor Juana
La producción literaria de Sor Juana tiene, fundamentalmente, dos ámbitos:
 Teológico, generalmente en prosa,
 profano (cortesano o popular), en verso.
La coexistencia de estas dos vertientes genera en sus textos una tensión de opuestos que
impulsa la polémica tanto en las formas como en los temas.
Villancicos y coplas:
Una parte de la obra poética de Sor Juana consiste en villancicos y otras letras de carácter
religioso, compuestas para ser cantadas. El lenguaje que usa en estas composiciones es en sí
mismo barroco; varía desde un español muy refinado, a menudo cargado de complejas
metáforas, hasta uno más popular, que se asemeja al hablar del indio y del negro:
Los sonetos
Los sonetos son composiciones poéticas formadas por cuatro estrofas: dos cuartetos y dos
tercetos, con versos de once sílabas (endecasílabos) y rima consonante.
En los sonetos de Sor Juana, aparece claramente el tema del amor: amor a Dios, alhombre y
al conocimiento. Por eso la escritura puede plantearse para ella como un proceso liberador, la
respuesta positiva que resulta de sumar dos elementos negativos: la renuncia erótica que hace de
su puero de mujer y el lugar de marginación en que la coloca la Iglesia, que no ve con buenos
ojos que una mujer estudio y acceda al saber.
Esta tensión de oposiciones genera un espacio poético en el cual la retórica barroca es la más
adecuada.
Las REdonddillas
A partir de estas famosas redondillas (estrofas de cuatro versos octosílabos con rima
consosnante según el esquema abba), Sor jauna fue considerada una de las precursoras del
femeinismo. En ellas, hace una valerosa defensa de la mujer y reprocha a los varones ser la
causa de lo que critican a las mujeres, a partir de un uso aún no superdado del retruécano y las
preguntas retóricas.

Como cierre compartiremos la famosa redondilla: hombres necios


Hombres necios que acusáis ¿Pues como ha de estar templada
a la mujer sin razón, la que vuestro amor pretende,
sin ver que sois la ocasión si la que es ingrata, ofende,
de lo mismo que culpáis: y la que es fácil, enfada?

si con ansia sin igual Mas, entre el enfado y pena


solicitáis su desdén, que vuestro gusto refiere,
¿por qué queréis que obren bien bien haya la que no os quiere
si las incitáis al mal? y quejaos en hora buena.

Cambatís su resistencia Dan vuestras amantes penas


y luego, con gravedad, a sus libertades alas,
decís que fue liviandad y después de hacerlas malas
lo que hizo la diligencia. las queréis hallar muy buenas.

Parecer quiere el denuedo ¿Cuál mayor culpa ha tenido


de vuestro parecer loco en una pasión errada:
el niño que pone el coco la que cae de rogada,
y luego le tiene miedo. o el que ruega de caído?

Queréis, con presunción necia, ¿O cuál es más de culpar,


hallar a la que buscáis, aunque cualquiera mal haga:
para pretendida, Thais, la que peca por la paga,
y en la posesión, Lucrecia. o el que paga por pecar?

¿Qué humor puede ser más raro Pues ¿para qué os espantáis
que el que, falto de consejo, de la culpa que tenéis?
él mismo empaña el espejo, Queredlas cual las hacéis
y siente que no esté claro? o hacedlas cual las buscáis.

Con el favor y desdén Dejad de solicitar,


tenéis condición igual, y después, con más razón,
quejándoos, si os tratan mal, acusaréis la afición
burlándoos, si os quieren bien. de la que os fuere a rogar.

Siempre tan necios andáis Bien con muchas armas fundo


que, con desigual nivel, que lidia vuestra arrogancia,
a una culpáis por crüel pues en promesa e instancia
y a otra por fácil culpáis. juntáis diablo, carne y mundo.

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