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La defensa de la mujer
La carta a Sor filotea es, en primer lugar, una respuesta polémica al obispo de puebla, (oculto
bajo el seudónimo de Sor Filotea), uno de los más poderosos enemigos con los que tuvo que
luchar Juana Inés, pero también a todos aquellos que la censuraron y le negaron la posibilidad
de ocupar un espacio en la escritura pública y el conocimiento.
Sor Juana se da cuenta de que la atacan, sobre todo, por su condición femenina y esto hace
que la defensa de su género se convierta en una trinchera donde combate por un lugar diferente
para todas las mujeres. En el discurso impuesto por el orden establecido, encuentra un espacio
de resistencia, un pequeño ámbito de libertad en el cual pueda hacer su juego y sostenerlo.
Josefina Ludmer ha denominado a este juego astuto “Tretas del débil”, porque en él se
exhiben las operaciones que debe realizar quien por su posición social subalterna tiene
prohibido el acceso al saber y al decir ese saber públicamente:
“(…) allí es donde ella erige su cadena de negaciones: no decir, decir que no sabe, no
publicar, no dedicarse a lo sagrado. En este doble gesto se combinan la aceptación de su lugar
subalterno (cerrar el pico las mujeres), y su treta: no decir pero saber, o decir que no sabe y
saber, o decir lo contrario de lo que sabe. Esta treta del débil, que aquí separa el campo del decir
(la ley del otro) del campo del saber (mi ley) combina, como todas las tácticas de resistencia,
sumisión y aceptación del lugar asignado por el otro (el que ejerce el poder), con antagonismo,
enfrentamiento y retiro de colaboración.”
¿Qué humor puede ser más raro Pues ¿para qué os espantáis
que el que, falto de consejo, de la culpa que tenéis?
él mismo empaña el espejo, Queredlas cual las hacéis
y siente que no esté claro? o hacedlas cual las buscáis.