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JUAN IGNACIO REYES

Juan Ignacio Reyes no tiene brazos y sólo tiene una pierna. Es nadador y ha
logrado más que la mayoría de los chicos de su edad: ha ganado cinco medallas
de oro, una de plata y una de bronce, todas en olimpiadas. Lo acompañé en uno
de sus entrenamientos para conocer más de su preparación y platicar de su vida
como pentacampeón paralímpico.

A las 9 de la mañana se abrió la puerta de la alberca olímpica del Centro


Deportivo Siglo XXI para que Juan Ignacio comenzara su entrenamiento. A sus 32
años, ha ganado medalla de oro en natación en los juegos olímpicos de Sydney
2000, Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012. Entrena todos los días durante
dos o tres horas en la alberca, seguida de una hora de gimnasio. En temporada de
olimpiadas, suele entrenar jornadas dobles.

Mientras su madre lo llevaba a la alberca en su silla de ruedas, me acerqué para


platicar con ellos. Habíamos hablado por teléfono, así que lo saludé con un
abrazo, y me presenté. Después de platicar un poco, dijo: "primero el
entrenamiento y después las preguntas". Acepté y me puse a tomar fotos de la
alberca mientras su mamá lo ayudaba a cambiarse.

Juan Ignacio utiliza su única pierna para nadar. Perdió los demás miembros
después de sufrir, a los cinco años, de Púrpura Fulminante. La Púrpura
Fulminante o Meningococcemia es muy rara y se presenta cuando un paciente
está por curarse de enfermedades infecciosas —generalmente de la nariz o de la
garganta. Cuando se da esta enfermedad, la infección no se cura e invade el
torrente sanguíneo.

Algunos de sus síntomas son la hemorragia cutánea, bulas, flictenas, necrosis de


la piel y tejido subcutáneo y lesiones en extremidades. Esta enfermedad tiene una
rápida evolución y ataca el sistema nervioso central, el renal y el digestivo. Una
vez en el agua, Juan Ignacio estaba en su ambiente. "¿Vas a tomar fotos,
necesitas que haga algo?" preguntó. Le dije que sólo tenía que nadar como en
cualquier otro entrenamiento. Comenzó a nadar  y yo a correr para alcanzar a
fotografiarlo.

Me cansé antes que él, así que me senté y esperé a que terminara. Al final,
después vestirse, platicamos un poco más.

¿Cómo empezaste a nadar?


Empecé a los 6 años como parte de la rehabilitación. Poco a poco descubrí el
deporte paraolímpico y ya me metí en serio cuando tenía 14 años. Cuando me
enteré de los juegos paraolímpicos, los vi como un sueño, pero cuando me dijeron
que podía asistir, lo convertí en una meta y en un objetivo.

¿Qué es lo más difícil?


Es difícil tener una disciplina. Pero lo importante es la constancia. Yo lo hago con
gusto, pero es difícil, sobre todo al principio. Es pesado estar nadando tres o
cuatro horas seguidas y luego ir hora y media al gimnasio, pero a la larga ves el
beneficio. Y ahora ya no se me hace complicado.

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