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Por qué soy cristiano

La vida humana es atención. Los elementos que se nos presentan en la vida son cientos de miles.
Pero nuestros ojos tienen el capricho de solo concentrar su atención en unas cuantas cosas.
Nuestros oídos solo escuchan unas cuantas cosas. Nuestra piel solo siente unos cuantos estímulos.

¿Qué vamos a escoger del todo para que se impresione sobre nuestra memoria y sobre nuestro
deseo? ¿Qué es lo que recordaremos más seguido? ¿Preferiremos nuevas impresiones?
¿Preferiremos imponer nuestros recuerdos sobre las nuevas impresiones?

Nuestros deseos son la expansión de lo que ya hemos atendido antes. Lo proyectamos en lo que
hemos percibido en la lejanía. Quizá nunca hemos sido ricos. Pero podemos proyectar la
abundancia y la variedad material que alguna vez vivimos sobre las vidas de los ricos. He allí un
deseo de una experiencia solo probable, pero nunca segura.

O nuestro deseo es la intensidad de la nostalgia. Queremos regresar a las impresiones que nos
causaron placer, o que por lo menos nos alejaron de las impresiones constantes que nos llenaban
de terror. Y que todo el tiempo están amenazantes.

Nuestra vida se resume en la atención. ¿Somos dueños de nuestra atención? Nuestra personalidad
se construye sobre ella. Si atendemos ciertos peligros que nos marcaron de niños, construimos
personalidades que nos protejan de esos peligros.

De todos los peligros del mundo, algunos ponen la atención en los peligros de lo inesperado, de lo
repentino. Y construyen personalidades que quieren controlar la mayor cantidad de variables. Los
controladores solo pecan de ver muchos riesgos.

De todos los peligros del mundo, algunos ponen la atención de las heridas que causan los seres
queridos. Heridas que no se pueden controlar. Y construyen personalidades que aprenden a
distraerse, para evadir la realidad hostil. Los evasores solo pecan de ver traición por todas partes.

El arte de vivir, debería ser el arte de atender. ¿Somos dueños de nuestra atención? La mayoría de
las veces no, pero podemos lograrlo. Soy cristiano porque quiero aprender a atender lo correcto.

La oración, las acciones de gracias y la alabanza, son los rituales centrales de un hombre decidido a
tener comunión con Dios. Pero también es el ejercicio de la atención. “Incontables son tus
maravillas” decía el Rey David. De un millón de cosas que se me ponen en frente, es triste poner
mi atención en lo más bajo. Yo sé que el dinero y que los roles no me harán feliz. Y aún así me
gusta pensar mucho tiempo en cuánta falta me hace.

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