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CALIDOSCOPIO LATINOAMERICANO. Coordinador.

Imágenes históricas para un debate


vigente
Eduardo Azcuy Ameghino. “Artigasy la revolución rioplatense: indagaciones, argumentos y polémicas
al calor de los fuegos del siglo XXF en Waldo Ansaldi (Coord.) Calidoscopio latinoamericano. Imágenes
históricas para un debate vigente. Buenos Aires, Ariel, 2004, pp. 51 a 90. CAPITULO 2

–Este favor le debo a Doña Revolución; ¿y habrá alguno que no se horrorice hasta de su nombre?
JULIÁN GREGORIO ESPINOSA (Vecino de Buenos Aires y latifundista en la Banda Oriental,
cuyos campos fueron repartidos al amparo del Reglamento Provisorio)
1. Introducción a propósito de Artigas y los fuegos del siglo XXI
 Cuando un historiador ha dedicado muchos años de su vida al estudio de un período del pasado y ha
podido expresar los resultados y conclusiones fundamentales mediante la publicación de una obra
que las sintetiza y cristaliza.A retomar luego de una década aquellos temas y problemas constituye
sin duda mi complejo desafío.
 Muchas cosas han pasado desde entonces, incluida la continuidad de las investigaciones académicas
sobre la economía, la sociedad y la política del período abierto por el pronunciamiento
revolucionario de 1810, con nuevos aportes asociados al replanteo de las preguntas y a la puesta a
foco de objetos de estudio ¿recortados y determinados a partir de las preocupaciones (y
despreocupaciones) estimuladas por los humores intelectuales del fin del siglo XX y sus formas
Ida manifestación en el plano historiográfico.
 Si bien eventualmente aludiremos a algunos de los trabajos más recientes, la agenda para estas notas
se focaliza en revisitar algunos problemas, estrechamente asociados a la imagen y la interpretación
del significado del artiguismo en la historia rioplatense 2, que no han sido objeto de mayores
debates ni replanteos durante los últimos veinte años, salvo algunas pocas excepciones. Insisto, me
refiero a algunos, no a todos los problemas. Especialmente a aquellos que por diversas razones han
sido en diferentes medidas excluidos, sino del interés de los jóvenes estudiantes, al menos de los
programas, bibliografícas e investigaciones, a lo que sin duda no resulta ajeno cierto rechazo, no
necesariamente razonado, de los formadores de carreras académicas, jerarquizadores de temas y
líneas de investigación, que han ocupado el centro de los espacios historiográficosrioplatenses
desde comienzos de los años 1980.
 En este caso nos referiremos puntualmente al contenido y los sentidos contradictorios de las
políticas de tierras y arreglo de la campaña formuladas en 1815, a las relaciones de Artigas con la
elite montevideana, y al que he denominado el ciclo social de Artigas, expresión del itinerario
político-ideológico que probablemente lo condujo desde su cuna terrateniente al campo de batalla
final, campesino y popular.
 Colateralmente, haremos también mención a la definición práctico-doctrinaria de Artigas frente a
la organización política de los pueblos y provincias emergentes del dislocamiento del orden
colonial, enfatizando el sentido de “historia argentina" que también revisten; aludiendo, por último,
al punto que, siempre mediante escasas y escuetas alusiones, ha seguido siendo, uno de los más
controvertidos del accionar de Artigas: su intransigencia ideológica expresada en una supuesta falta
de “flexibilidad” política en los momentos más apurados de la invasión portuguesa a la Banda
Oriental y en sus relaciones con Francisco Ramírez luego de la firma del Tratado del Pilar.
 La selección de estos puntos-problemas se liga directamente con los que denominamos, en esta
coyuntura, los fuegos del siglo xxi, esencialmente concentrados en los efectos negativos de la
globalización económica, política, ideológica, cultural y teórica que se ha impuesto, o se pretende
imponer, desde los centros hegemónicos del quehacer humano a escala mundial. Y también, por
qué no, con los contrafuegos necesarios.
 En general, los hombres comprometidos -o en alguna medida inclinados a estarlo– con una solución
de cambio y transformación frente a los problemas históricos que afligen a las grandes mayorías
sociales de la humanidad, suelen describir en el pasado los que Chesneaux denominó “fondeaderos
para las luchas de hoy”, sintetizando seguramente un amplio y heterogéneo repertorio de sucesos
unificados por la común condición de referencias positivas respecto de las rebeldías y
preocupaciones del presente.
 Esta es la clave, la palabra que ordena y jerarquiza: el presente. ¿Cómo no encontrar en el pasado,
hechos, personas e ideas que expresen —simbólica, analógica o aproximadamente— lo que una
parte de la sociedad (siempre es una parcialidad) actúa, personaliza y fundamenta en sus prácticas
políticas cotidianas?
 Claro que hay presentes y presentes. Los vientos del 69 no son los fuegos del 2003. Correlación
de fuerzas es la clave explicativa. La acción de los golpes de Estado represivos y fascistas, como
no se conocían hasta entonces en Latinoamérica, impuso el cierre violento del ciclo de rebeldía
política y lucha social abierto en los sesenta (y de las correspondientes preocupaciones
historiográficas, ideológicas, teóricas).
 Estos efectos reaccionarios, inmediatos y mediatos, que condicionaron fuertemente las calidades y
posibilidades de las posteriores transiciones democráticas, se articularon con la derrota de
experiencias revolucionarias que involucraban a cientos de millones de personas, cuyo hito
culminante fue la restauración del capitalismo en China en 1976.
 Luego, la caída del muro de Berlín y el triunfo de las fuerzas del capitalismo ode mercado por sobre
las del capitalismo de Estado, facilitaron la unificación del mercado mundial y la creación de un
nuevo e inédito momento en las relaciones entre las grandes potencias, entre el Norte y el Sur y
entre las diversas clases sociales.En este contexto surgieron distintas teorías y discursos
apologéticos para dar cuenta del nuevo estado de cosas: el “pensamiento único”, el “fin de la his-
toria”, el “fin de las ideologías” y, la más exitosa, la “globalización”.
 Correlación de fuerzas es la clave explicativa. También en relación con los problemas del trabajo
historiográfico; porque si bien resulta académicamente razonable —y valorado— el esfuerzo por
actualizar las agendas de investigación, replanteando problemas, interpretaciones y preguntas, no
debería pasarse por alto la necesidad de realizar un implacable ejercicio intelectual orientado a
comprender cómo el presente nos determina profesionalmente (o sea ideológica, política y
teóricamente) como historiadores, al igual que como estudiantes, lectores y comentaristas, y de qué
manera condiciona la “renovación” de las preguntas.
 No se trata de problemas sencillos, ni que tomen agradable a quien los suscita, lamentablemente. El
Che señalaba que “si se respetan las leyes del juego se consiguen todos los honores; los que podría
tener un mono al inventar piruetas. La condición es no tratar de escapar de la jaula invisible”. De
todos modos,el problema es tan antiguo como las clases sociales, y no prestarle atención —dar “por
superado” se dice a veces en nuestra disciplina respecto de los temas y problemas fuera de moda,
incómodos— no garantiza de ninguna manera que ellos se hayan resuelto, o sí, pero no del modo y
con el sentido que una parte de nosotros desea continuar expresando. Los revolucionarios orientales
tenían razón en aceptar la lucha en dos frentes, porque la derrota prenunciada era el úni co camino
para la victoria futura. ¿Relaciones activas entre el pasado y el presente, pensadas desde una
perspectiva antiglobalizadora, por no decir otras cosas?
 O sea que, al volver sobre la figura de Artigas y su significado en la historia rioplatense, mi
primera reflexión es para el lugar y las circunstancias que entornan el ejercicio. Es decir, el mundo
del siglo XXI: el de la invasión imperialista en Irak, la masacre del pueblo checheno, el calvario
palestino... El de la América latina de la deuda externa y la vida bajo la línea de pobreza. El del
ALCA , el neoliberalismo y la “tercera vía” del usurpador de Malvinas.

 Según datos del Banco Mundial, la mitad de la humanidad vive con menos de dos dólares diarios;
el ingreso promedio en los veinte países más ricos es 37 veces mayor que en las 20 naciones más
pobres; 1.200 millones de personas subsisten con menos de un dólar diario; en los países pobres un
50% de los niños sufren de desnutrición y una quinta parte muere antes de los cinco años.
 Mientras tanto, algunos historiadores dan por “superados” problemas tales como feudalismo-
capitalismo, formas históricas de transición entre regímenes sociales y políticos, el Estado como
clave de la dominación de los dominadores, la macro-historia y los grandes relatos, el papel de los
revolucionarios en cualquier época, las explicaciones totalizantes, las determinaciones estructurales,
10 las luchas de clases, en fin, por alguna razón todos los problemas que se superan dibujan una
trayectoria que va de izquierda a derecha. ¿Qué historia para qué presente?
 Afortunadamente, cada vez son más los profesores e investigadores que, en las difíciles
circunstancias actuales, resisten las perspectivas oficiales v las complicidades políticamente
correctas. Éste es sin duda un campo fértil para reunir y articular las nuevas preguntas con las viejas
evidencias y preocupaciones, con rigor académico y ratificando que transformar el mundo y
cambiar la vida siguen siendo necesidades impostergables.
2.El reglamento de tierras y las relaciones de Artigas con la elite oriental
Lapropiedad, laseguridad y los derechos más queridos del hombre en sociedad estaban a merced
deldespotismo y la anarquía.FRUCTUOSO RIVERA1
 Si Artigas sólo hubiera sido el jefe del proyecto político más avanzado con el que se encararon las
tareas anticoloniales en la región, y el principal mentor del federalismo democrático rioplatense, su
papel histórico sería sobradamente digno del recuerdo Artigas, posee varios aspectos en que es
posible captar su vocación como gestor de reformas más o menos radicales en las viejas estructuras
coloniales. En este sentido,la innovación más eficaz introducida por su aporte tal vez haya sido el
ejercicio práctico —no coyuntural ni momentáneo— de un punto de vista novedoso, expresado en la
perspectiva, en más de un aspecto democratizadora, con que abordó los problemas políticos y
socioeconómicos más acuciantes.
 Un nivel de expresión de esta renovación conceptual, aplicada desde elejercicio de un poder real
diferente del colonial —“el pueblo reunido y armado”—, podría ser su actitud hacia los indios.: “Yo
no lo creí extraño por ser una conducta tan inveterada, y ya es preciso mudar esa conducta. Yo
deseo que los indios en sus pueblos se gobiernen por sí, para que cuiden sus intereses como nosotros
los nuestros. Así experimentarán la felicidad práctica y saldrán de aquel estado de aniquilamiento a
que los sujeta la desgracia. Recordemos que ellos tienen el principal derecho y que sería una
degradación vergonzosa para nosotros mantenerlos en aquella exclusión que hasta hoy han
padecido por ser indianos”.5
 Vale señalar, asociado a la observación anterior, el hecho de que partiendo de dos o tres
objetivos básicos, la “doctrina” artiguistase construyó a través del repertorio de respuestas que
a partir de aquellos —independencia del colonialismo, soberanía particular de los pueblos, liga
ofensiva y defensiva—, Artigas produjo frente a los problemas y vicisitudes inherentes a la
lucha por su consecución, acumulados durante una década de controvertido liderazgo político-
militar. Durante este proceso, estructurándose, entre otras, sobre antiguas influencias
provenientes de su experiencia compartida con Azara, el jefe oriental “se fue forjando una
ideología en la que cree muy firmemente, y que es más consecuentemente democrática de lo que es
entonces usual en la América española. No sólo una fe muy firme en el principio de soberanía
1 Uno de los principales jefes artíguistas, pasado a las filas del invasor portugués, presidente del Uruguay (1830-1834) y fundador del partido Colorado.
popular, también un igualitarismo que no se reduce por entero ai campo político son sus notas
dominantes”.8
 Dentro de esta línea interpretativa, el “Reglamento provisorio de la Provincia Orientalpara el
fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados” reviste sin duda una especial
significación.La historiografía que se ha ocupado de su estudio, remisa en los últimos años a
profundizar en el tema, produjo diversas interpretaciones sobre sus objetivos y características.
Al respecto, a modo de un muestreo doblemente parcial, por limitado y recortado según
nuestra estrategia de exposición, nos referiremos a tres líneas de abordaje de la política agraria
artiguista que proporcionan un arco amplio de posibilidades analíticas.
 Al realizar su valoración de la ley agraria de 1815, BarranyNahum señalaron: “El reglamento tenía
un primer objetivo político-social; crear una clase media de propietarios rurales comprometida con
el resultado de la revolución. A él se vinculaba la necesidad de destruir en sus intereses al enemigo
político (el gran latifundista 'mal europeo y peor americano’). Poseía un segundo objetivo
económico-social: proporcionar seguridad al hacendado y sedentarizar al gaucho, elementos
ambos que coadyuvaban a restaurar la producción.Estos autores plantean asimismo que la relación
del reglamento con los grandes hacendados patriotas era ambivalente, ya que si bien los protegía —al
igual que a sus bienes—, también los intranquilizaba pues el ataque al derecho de propiedad, aunque
fuera el de los “enemigos”, abría interrogantes de difícil respuesta.
 Habiendo llegado a conclusiones parecidas con respecto a esta ambigüedadconstitutiva que signaba
al Reglamento, el equipo de investigación encabezado por Lucía Sala desarrolló la que todavía
continúa siendo la principal investigación realizada sobre el tema,10 cuya síntesis se ofreció luego en
un trabajo donde se afirmaba: el campo uruguayo se parcelaba en pequeñas suertes […] El
suenoroussomano de la igualdad de los hombres ante la ley se hacía realidad sin exegesis jurídicas
ni comentarios mediocres. Lo que Lenin llamaba el camino norteamericano se abría paso en el país
en el curso de una revolución radical.
 La creación de la pequeña propiedad rural era sin duda el camino avanzado: “[...] por el nacían
relaciones sociales libres entre hombres libres. Artigas al fin el cuentas, era –y debía serlo– el mejor
defensor de la propiedad privada burguesa y el peor enemigo de la propiedad señorial, simple
hábitat de un mundo de subordinaciones personales. Más allá del debate que suscita la caracteriza-
ción de revolución radical, burgués, adjudicada a la modulación de la revolución anticolonial
dirigida por Artigas, es indudable que el abigarrado universo conceptual que se despliega en las
líneas citadas contiene muchas de las claves que permiten comprender la economía y la sociedad
que se había ido formando durante el periodo colonial en las campañas rioplatenses”.
 Sin perjuicio de ello, la valoración delReglamento, en este caso, probablemente cargue un excesivo
contenido apologético, dado especialmente por la asociación con el “caminoamericano” del
desarrollo del capitalismo en el agro, toda vez que existen profundas diferencias entre ambas
experiencias históricas.
 Pues aunque la esencia de este “camino” es la apropiación de tierras libres por parte de los
productores libres –donde cabria la analogía–, en un caso se trata de un país comoEstados Unidos,
donde hacia 1865 predominaba el capitalismo, con fuertes núcleos industriales, y se repartían
tierras públicas de Homestead de 65 hectáreas; mientras que el otro, una sociedad atrasadamente
precapitalista, se ofrecían unas 8.000 hectáreas (3 leguas cuadradas), en medio de un tembladeral
político militar que acortaría a unos pocos meses la aplicación efectiva del Reglamento.
 Un juicio más reciente, sumamente crítico respecto de la valoración histórica del papel de
Artigas, es el aportado por Vázquez Franco, que ha señalado que el Reglamento de tierras “puede
tener otra lectura y verse como una maniobra aunque algo tardía, para tratar de recomponer su
ascendiente sobre el defraudado grupo latifundista, atendiendo a sus reclamos más perentorios; no
porque si esta detras de esa medida legislativa nada menos que la Junta de Hacendados, que
concuerda en todos sus términos con el caudillo”. Y afinando su tendencia interpretativa, agrega:
“como lo anticipa el titulo mismo de la ley un implacable articulo 27 instituye la leva y promete
embretar al gauchaje en el corral de las conveniencias de aquéllos, a despecho de las irrealizables
concesiones populistas que el propio texto contiene. El reglamento, pues, sería como un cebo para
recuperar una buena proporción de ese activo intangible que era la confianza que los grandes y
medianos hacendados habían depositados en él cuando lo convocó en Mercedes.
 Como puede observarse, según la óptica de Vázquezla política agraria de Artigas no se alejaría del
horizonte ideológico ni de los intereses rurales de la elite hacendada, con lo cual sus relaciones se
habían efectivamente deteriorado desde fines de 1813, problema que analizamos en otra parte de
estas notas. Sin embargo, aun cuando existen evidencias para asociar a los terratenientes patriotas con
la ley agraria, estas tendrían una eficacia más discursiva que efectiva, toda vez que el proceso real de
la política oriental —y el caos rural, producto de la historia anterior, la revolución y las guerras—
se hallaba fuera del control de la elite y, en cierta medida, también de Artigas.
 En este sentido, una diferencia no menor entre ellos sería la absoluta disfuncionalidad de dicha
situación con el interés de los primeros, mientras que Artigas encuentra en parte de los actores
sociales del desborde y el “desorden" social a muy firmes sostenedores de su poder e influencia
política.Si bien oportunamente hemos expuesto una perspectiva definida sobre el papel del
Reglamento, una revisión de algunos aspectos de su gestación y de las circunstancias a partir dejas
que fue concebido puede contribuir a esclarecer algunas de las líneas de controversia que han
quedado planteadas.

 Partiendo de que su fecha de promulgación fue el 10 de septiembre de 1815, una corta retrospectiva
permite establecer que el 4 de agosto, a través de una carta enviada al cabildo de Montevideo —que
de hecho controlaba la política urbana—, Artigas exponía con claridad las medidas que creía
apropiadas para comenzar a reorganizarla situación rural:sería convenienrísimo antes de formar el
plan y arreglo de la campaña, que V.S. publicase un bando y lo transcribiese a todos los pueblos de
la Provincia, relativo a que los hacendados poblasen y ordenasen sus estancias por sí, o por medio
de sus capataces, reedificando sus posesiones, sujetando sus haciendas a rodeo, marcando y
poniendo todo él orden debido para obrar la confusión que hoy se experimenta después de una
mezcla general. Prefije V.S. el término de dos meses para operación tan interesante, y el que hasta
aquella fecha no haya cumplido esta determinación, ese M.I. cabildo Gobernador debe conminarlos
con la pena de que sus terrenos serán depositados en brazos útiles, que con su labor fomenten la
población, y con ella la prosperidad del país.'6
 Esta nota se cruzó con otra, del mismo día, en la que el cuerpo capitular se manifestaba: firmemente
persuadido en que el arreglo de la campaña es uno de los puntos interesantísimos en que debe fijar
la Provincia toda su felicidad. En este concepto habiendo formado acuerdo para determinar aquello
más preciso a su fomento, conservación y orden, ha creído y resuelto por voto unánime ser indis-
pensable que el Alcalde Provincial Don Juan de León y el hacendado Don León Pérez se apersonen
como delegados de este Cabildo Gobernador ante VE. con el objeto de acordar todas aquellas
medidas que se creyesen más conformes al logro de tan importante y benéfico objeto.'7
 Asimismo, para definir las propuestas que se llevarían a Purificación, se convocó a “una Junta de
los Hacendados residentes en esta Capital y sus inmediaciones para que proponiendo cada uno
cuanto fuese más conducente al objeto deseado se llevase a dicho Sr. General todo aquello que
mereciese más atención”.'8
 Pocos días después, el 8 de agosto, dirigiéndose nuevamente a los cabildantes Artigas describe la
aguda crisis de la ganaderíaoriental y las medidas que considera necesarias para enfrentarla:vele
VS, sobre la conservación de nuestra campaña según anuncié a VS. en mi última comunicación. De
lo contrario nos exponemos a mendigar. Cada día me vienen partes de las tropas de ganado que
indistintamente se llevan para adentro. Si VS. no obliga a los hacendados a poblar y fomentar sus
estancias, si no se toman providencias sobre las estancias de los europeos fomentándolas aunque»
sea a costa del Estado, si no se pone una fuerte contribución en los ganados de marca extraña
introducidos en las tropas dirigidas para el abasto de esa plaza y consumo de saladeros, todo será
confusión. Las haciendas se acabarán totalmente y por premio de nuestros afanes veremos del todo
disipado el más precioso tesoro de nuestro país. Todo lo pongo en el debido conocimiento de VS.
para la mayor actividad en sus providencias.
 A mediados de agosto volvía a insistir: “tenga V.S. la bondad de proclamare en los pueblos la
necesidad de poblar y fomentar la campaña, según mis últimas insinuaciones, mientras llega el Sr.
Alcalde Provincial y podemos poner en ejecución aquellas medidas que se crean más eficaces para
la realización de tan importante objeto”.20
 El contenido de la propuesta artiguista, que como puede observarse se hallaba claramente delineada
antes de la promulgación formal del reglamento provisorio, al fijar estrictas obligaciones a los
hacendados, enfatizando que en , caso de no cumplirlas “sus terrenos serán depositados en brazos
útiles", resultaba en buena medida ajeno al espíritu predominante en la elite latifundista oriental, que
había hecho de las estancias de alzados y de las vaquerías en los realengos la forma principal de
obtención de cueros —incluidos los de "marcas: extrañas”— para la exportación.
 En este sentido, tanto las coincidencias como las profundas discrepancias de perspectivas
existentes pudieron observarse en la reunión que, el 11 de agosto de 1815, congregó en el cabildo de
Montevideo a los miembros del cuerpo de hacendados con el fin de analizar el estado de la
campaña y sugerir las medidas que el alcalde provincial debería proponer en la comisión que se le
encomendaba ante Artigas“para hacerle presente el desarreglo en la campaña”, según indican las
actas de la sesión.
 El análisis de la composición social de los participantes permite afirmar que “los propietarios allí
representados eran el tronco del gran latifundio del partido patriota; sus propiedades iban desde las
25 leguas hasta las que sobrepasaban holgadamente las 20o”.Ellos eran los que el cabildo esperaba
que “reuniendo sus conocimientos formen el plan de arreglo de la campaña, el que í verificado
pasará al gobierno para recibir el sello de su aprobación”.22
 Entre los testimonios de mayor interés, uno de los hacendados presentes en la junta —Fructuoso
Rivera, futuro presidente del Uruguay—señaló “que era del parecer que ante todas las cosas se
pusiese remedio a los continuos abusos que públicamente se observaban en los comandantes y tropa
que guarnecen los pueblos y partidos de la campaña; que ellos, por sí, u ordenando a lafuerza a los
vecinos, hacían extraer de las estancias partidas de ganado, y que con la misma arbitrariedad las
faenaban y recogían su producto; que estos robos eran, precisamente, unos motivos que arruinaban
a todo hacendado”.3
 Si bien reordenar y revitalizar las fuentes de la producción ganadera de la provincia era un
objetivo que se asociaba estrechamente a la necesidad de obtener los recursos que sostuvieran
económicamente el proceso político en curso, no deja de llamar la atención que, al cargar la
responsabilidad por los destrozos sobre la estructura militar instalada en la campaña, Rivera
cuestionaba de hecho el accionar de los principales resortes –comandantes y tropa del poderde
Artigas. Afirmación que, al no ser acompañada por una crítica y/o autocríticasevera sobre la actitud
de los grandes hacendados y sus modalidades tradicionales de explotación económica de la
riqueza ganadera, no podía ocultar el sesgo sectorial que la condicionaba.
 Precisando su razonamiento, Rivera señalaba que “aun cuando dicho ganado lo extrajesen de
algunas estancias que hay abandonadas, era un perjuicio que se infería a la provincia, como
legítima dueña de ellas, por ser pertenencias europeas”, lo cual en algún punto impugnaba, de
hecho, los mecanismos mediante los que Artigas obtenía los cueros que hadan a la caja básica de su
gobierno, de los que aquellos militares cuestionados eran, en parte, agentes decisivos.
 O sea que enfrentando un problema que, para cada sector a su modo, les resultaba común, la
primera opción de Artigas —como se desprende de los textos citados— hace recaer el peso de la
solución sobre un cambio de actitud de los hacendados, mientras que el ocasional mentor de éstos
elegía enfatizar que ningún vecino podía contarse seguro, por hallarse indefenso contra tanto
malévolo, pues si alguno intentase oponérsele, sería al momento víctima, y últimamente, que
ningunamedida sería adoptiva ínterin no se cortasen estos abusos .
 En esta línea, la junta de hacendados resolvió “el pronto acudimiento de tan escandaloso
desarreglo, como base fundamental de todos los demás males (...) disponiendo se reuniesen al
cuartel general, o a otro punto que se determinase, todos los destacamentos, quedando los pueblos
guarnecidos de la milicia que en cada uno debería formarse, y que aquellos a quienes se les
encomendaba, fuesen bien prevenidos del cumplimiento de su deber, bajo las más severaspenas”.24
 Lo que no se consideró en el curso de las deliberaciones, o al menos no se incluyó en las actas
escritas, fue el hecho de que por lo menos dos meses antes de “acordar” el texto del Reglamento
con los representantes del cabildo, Artigas ya había comenzado a poner en práctica en la región de
Maldonado el que sería su componente más radical. Allí, el 19 de junio de 1815, Otorgués se había
dirigido al cabildo y comandante militar: “Debiendo por disposición de mi Sr. General repartir
algunos terrenos de los pertenecientes a la Provincia o a Europeos entre aquellos individuos o fami-
lias pobres que quieran cultivarlos, dándoles al mismo tiempo la cantidad de ganados suficiente a
servir de base a un buen establecimiento se ha de servil VS, hacerlo saber a esos habitantes para
que ocurran a mi cuartel general”.23
 El 12 de agosto, mientras todavía resonaban los ecos de la junta de hacendados del día anterior, el
cabildo se dirigió a Artigas alarmado porque la reestructuración agraria comenzaba a ponerse en
movimiento con independencia de las deliberaciones de la elite terrateniente montevideana: “Con
fecha 31 de julio dirigió a este gobierno el Jefe de la Vanguardia Don Fernando Otorgués el oficio
del tenor siguiente: ‘Habiendo de repartir algunos terrenos de los pertenecientes a la Provincia o a
europeos entre aquellos hombres laboriosos que quieran cultivarlos para sí, dándoles un número
de , haciendas capaz de formar un buen establecimiento tendrá VE la dignación de hacerlo saber a
esos habitantes, y circular este conocimiento a los Pueblos para que noticiosos los que gusten
disfrutar este beneficio se dirijan al cuartel geneial que deberé fijar en el Fraile Muerto, y tengan de
este modo efecto las miras que mi Sr. General se propone en esta medida que me.recomienda'. Este
cabildo gobernador está persuadido que no puede allanarse a realizar las medidas indicadas del
dicho Jefe sin precedencia de orden de VE comunicada al efecto, debiéndose crear el órgano
inmediato por cuyo conducto giran las Supremas de VE respecto a haberse dignado depositar en él
el Gobierno In- tendencia de esta Provincia; de otro modo padecería la salud de ella funestos
contrastes y entorpecimientos, y convencido además de esto que aquellas resoluciones no pueden
tener el logro conveniente hasta el arreglo general de la campaña”.26
 Qué otra cosa podían significar estas líneas sino recordarle a Artigasel virtual cogobierno que
ejercía la elite montevideana, incluida la veladísima amenaza de los males que acaso sobrevendrían
de su secundarizaciónen asuntos tan sensibles a sus intereses como el destino de las tierras
orientales.
 La respuesta de Artigas del 18 de agosto refleja con claridad dos de susconvicciones básicas de
entonces: 1) la necesidad de mantener la unidad con los terratenientes y mercaderes orientales que
formalmente se acomodaban a su dirección, y 2) la urgencia de avanzar con independencia de
criterios y decisiones en la solución del marasmo agrario:Pasé la orden al comándame de
vanguardia para que pusiese el orden posible en la campana y propendiese al fomento de las
estancias [...] La importancia de esta medida provisoria y la multitud de negocios que me rodean me
priva- . ron de impartirla por ese conducto. En lo sucesivo Don Femando Torgués recabará la
aprobación de VS. en la repartición de terrenos. Entretanto VS, tenga la bondad de proclamar en los
Pueblos la necesidad de poblar y fomentar la campaña según mis últimas insinuaciones, mientras
llega el Sr. Alcalde Provincial y podemos poner en ejecución aquellas medidas que se crean más
eficaces para la realización de tan importante objeto.28
– El contrapunto, en ocasiones poco sutil, no se detenía: al día siguiente el cabildo informaba
quepara acordar las providencias conducentes a la organización de la campaña han marchado ya a
la presencia de VE. el alcalde provincial asociado del ciudadano León Pérez. Ellos van a recibir
instrucciones de VE. sobre el particular. El Bando para que los hacendados reedifiquen sus
posesiones parecería inoficioso en la actualidad. Nadie emprenderá el restablecimiento de sus
hogares hasta queno se oponga un dique a la rapacidad de los forajidos que inundan nuestros
campos, habituados a arrebatar los mejores frutos del trabajo del tranquilo vecino. Luego que se
provea el remedio a estos males podrá obligarse a los hacendados a poblar sus tierras.19
 Nótese cómo en la relación Artigas-elite era el general quien tenía la prelación, basada en una
correlación de fuerzas militares que lo favorecía a partir desu relación directa con las masas armadas
que dirigía, lo cual explica la fórmula“recibir instrucciones de VE.”; al mismo tiempo, y al igual que
en Buenos Aires, la prioridad terrateniente apuntaba hacia una solución policial del desorden rural
dirigida centralmente contra el pobrerío de la campaña.
 Evidentemente al escribir la nota anterior el cabildo todavía ignoraba la ratificación hecha por
Artigas de lo actuado por Otorgues, ya que sólo el 26 deagosto se notifica de las órdenes que éste
recibiera “para entablar el orden de lacampaña y el fomento de las estancias, e igualmente de la
condicional con que deben expedirse los seguros hasta el arreglo general de la Provincia, como
también de laintervención del cabildo en la distribución de terrenos”. Dicho esto, los capitulares
informan a Artigas que “para el efecto, y dar principio a las medidas que deben obrar esta
interesante organización, se ha acordado la publicación de un Bando en que se invitará a los
hacendados a poblar sus respectivasó estancias halagándolos con la protección que dispensará el
gobierno al logro de sus afanes”.30Invitar, halagar, conceptos distintos y distantes del imperioso 5
obligar que se ordenaba desde Purificación.
- El 28 de agosto Artigas manifestaba que el alcalde provincial “aún no ha llegado a este destino
según VS. me anuncia. Luego que llegue le daré las instrucciones convenientes. Entretanto coopere
VS. a que los hacendados pongan ene. planta sus estancias, de lo contrario poco habremos
adelantado en el entable de nuestra felicidad”.3'El 4 de septiembre volvía a reiterar que “110 había
llegado el Alcalde Provincial para ajustar las medidas precisas para el arreglo y fomento de la
campaña. Entretanto celebro de que V.S. penetrado de la importancia de este objeto proclame a los
hacendados y propenda a su fomento”.33
- Teniendo en cuenta la lecha anterior, las deliberaciones de Artigas con los representantes del
cabildo y la junta de hacendados no fueron demasiado prolongadas, ya que el 10 de septiembre el
caudillo informaba al cuerpo capitular que el alcalde provincial y su asociado marchaban de regreso a
Montevideo: “El resultado de su misión son las instrucciones que presentará a V.S. para el fomento
de la campaña y tranquilidad de sus vecinos, de su ejecución depende la felicidad ulterior. Espero
que V.S. propenderá a que tengan exacto cumplimiento”.33
 El reglamento provisorio era una realidad.34Sus artículos recogían buena parte de las
preocupaciones de los terratenientes orientales, y en ese sentidoevidentemente apuntaba, ni tiene
sentido pensar que ésa haya sido la intención primaria de Artigas, a agudizar las fisuras que se venían
observando entre éste y la elite montevideana.35 Sin embargo, las disputas entre ellos no quedaron al
margen del Reglamento, que al decir de un testigo “el cabildo miró siempre con fría y afectada
aprobación”,36 sino que éste, de hecho, las estimuló, articulándose con otros problemas conflictivos
que venían procesándose con anterioridad.37
 Un buen ejemplo son las diferencias acerca de quienes debían considerarse “malos europeos y
peores americanos” (a quienes la ley agraria ordenaba expropiar y repartir sus tierras), toda vez que
los integrantes del cabildo gobernador y su entorno más inmediato formaban parte de redes
sociales, económicas y familiaresque en más de un caso los ligaban con hacendados y mercaderes
españoles de importante figuración durante el régimen colonial.
 El problema se agravaba porque, como señaló Larrañaga —calificado observador de los
acontecimientos—más allá de que se reconocía formalmente la responsabilidad del alcalde provincial
en confiscaciones y mercedes, “lo adverso de este proyecto consiste en que casi se deja a discreción
de los comandantes o alcaldes principales de cantón el repartimiento de las tierras, privando de sus
antiguas posesiones a los propietarios sin ser oídos y por la sola cualidad de españoles o
españolados”.38
 Estas circunstancias deben ser especialmente tenidas en cuenta pues remiten a una problemática
única y más general, consistente en explicar qué significaba para los distintos actores políticos la
revolución oriental, cuáles eran sus enemigos, cuáles las medidas adecuadas para eliminarlos o
neutralizarlos; y cuáles los límites o condicionamientos que la naturaleza socioeconómica de las
diferentes clases, fracciones y grupos sociales imponían al accionar de los dirigentes que en última
instancia las iban expresando.
 Junto a la puesta en práctica del Reglamento, con la que se imbricaba estrechamente, otro hecho que
se tornaría clave para el futuro de las relaciones de Artigas con la elite mercantil-terrateniente oriental
fue su determinación de que los enemigos del sistema radicados en Montevideo fueran enviados al
campamento de Purificación (sede del cuartel general de Artigas), para que allí, exentos de
peligrosidad, se reeducaran a través del trabajo.

 Este tipo de iniciativas contribuyó a incrementar las contradicciones v la cada vez más inocultable
tensión que caracterizaba la relación entre los dos centros de poder principales que coexistían en la
provincia, señalando la dicotomía irreductible del mundo rural insurreccionado bajo la conducción de
Artigas —y otros caudillos y referentes de la campaña— y el centro político, administrativo y
comercial montevideano, con sus tradicionales representantes, f donde todavía conservaban
influencia los antiguos integrantes del partido tea- lista. En estas condiciones, la prelación de Artigas,
su jefatura, debe entenderse y como un estricto problema de correlación de fuerzas, especialmente
militares, al que la elite social oriental debió acomodarse por cierto que a disgusto.
 En este contexto, el conflicto, aun cuando se procuraba por ambas partes mantenerlo en un segundo
plano, resultaba inevitable, ya que las conexiones entre los contrarrevolucionarios que resultaban
expropiados por el Reglamentó de tierras y los españoles —y españolistas— enemigos del sistema
cuya internación en Purificación que se reclamaba, eran en numerosos casos sumamente
estrechas-,tanto como sus vínculos con muchos de los hombres que controlaban el gobierno
montevideano.
 Al respecto hay que recordar que entre 1811 y 1814,la capital oriental se mantuvo bajo dominio
español, y luego hasta febrero de 1815 fue ocupada por fuerzas directoriales de Buenos Aires,
habiéndose elegido recién en marzo el primer cabildo autonómico,39 emergente directo de “la parte
principal y más sana del vecindario” aun cuando es verdad que los electos formaban parte de la
fracción que, en general, se hallaba más dispuesta a asociar sus intereses con el éxito de un proyecto
político independiente, propuesto desde la Banda Oriental al conjunto de pueblos y provincias del
viejo virreinato.
 Es la eficacia de dichas conexiones la que puede explicar plenamente, por ej., el contenido de la
carta dirigida por el cabildo a Artigas en agosto de 1815, en la que luego de señalar los logros
alcanzados hasta poco antes —que atribuyen lisonjeramente al caudillo como “genio libertador de la
banda oriental”—, pasan a lamentarse de quesea que la suerte haya querido arrebatarnos este lauro,
o que en verdad nuestros conatos no merezcan la aprobación de VE., ellos (dichos logros) han
sufrido un golpe capaz de anonadarlos con el extrañamiento de 32 europeos y americanos cuya
marcha hacia esos destinos está fijada. El cabildo gobernador ha rendido a VE. en este paso el
mayor homenaje de respeto y obediencia que pueda exigirse aun magistrado en que se reúnen el
carácter de magistrado con el de jefe, y las fundones de padre con las de juez. Él ha violado la fe de
su palabra, ha convertido contra sí mismo las armas que usó para restablecer la confianza pública y
el decoro de las autoridades; pero VE. queda obedecido, y esto basta. Verdad es ' que la emigración,
el llanto y la zozobra del vecindario convertirán otra vez este suelo envidiable en un desierto
edificado. Verdad es que el temor de nuevas expulsiones arrojará a las costas de la potencia
limítrofe los restos de nuestra población. Verdad es que la Provincia rival sacará partido de nuestra
consternación protegiendo los tránsfugos. Verdad también que nuestros corazones palpitan al
contemplarlo [...] No se crea que el representar a VE. nuestro dolor tiene otro fin que ilustrarle
sobre la entidad de unas consecuencias que pudieran. disminuirse en la distancia.40
 A las presiones del cabildo para que se atemperaran las medidas contra los partidarios del régimen
colonial, respondía Artigas transparentando la distancia política que separaba las posiciones en
pugna:Es de necesidad salgan de esa plaza y sus extramuros todos aquellos europeos que en tiempo
de nuestros afanes manifestaron dentro de ella su obstinada resistencia [...] no debe guardarse
consideración alguna con aquellos que por su influjo y poder conservan cierto predominio en el
pueblo. Absuelvan más bien de esta pena a los infelices artesanos y labradores que puedan fomentar
el país y perjudicarnos muy poco. Igualmente remítame cualquier americano que por su
comportaciónse haya hecho indigno de nuestra causa (que) acaso entonces más condolidos no
amargaran nuestra época.41
 Los malos europeos y peores americanos, blancos de la revolución oriental y del Reglamento
provisorio, seguían sin aparecer, mientras el cabildo salvaba las apariencias persiguiendo
sospechosos de ninguna peligrosidad, situación que no hacía más que estimular y radicalizar las
exigencias de Artigas:No sé por qué fatal principio, siempre veo frustradas mis providencias sobre
la seguridad de los españoles; ellos desaparecen de en medio de los pueblos i en los momentos que
debían ser aprehendidos por los patriotas. No sé si será desmayo en los ejecutores,
condescendencias en los pueblos o inacción en los magistrados. Sea cual fuere el principio los
resultados no son favorables.
 En noviembre de 1815, meses después de dictados el Reglamento y la orden de confinamiento en
Purificación, y en medio de la pulseada política por su efectivización, Artigas escribía a Rivera,
entonces comandante de armas de Montevideo:Dígame por Dios en qué consiste que los europeos
no salen de ese pueblo y que hay tanta inacción en él que no advierto un sólo rasgo que me inspire
confianza. El gobierno me muele con representaciones pretextando mil inconvenientes, los
particulares lo mismo; de modo que me hacen creer que entrando en esa plaza todos se contaminan.
De aquí nace la falta de uniformidad en la opinión, unos acriminan a los otros con sarracenismos y
porteñismos, todo se entorpece y es la causa la que padece [...] Si no veo un pronto y eficaz remedio
aguárdeme el día menos pensado en esa. Pienso ir sin ser sentido y verá Ud. si me arreo por delante
al gobierno, a los sarracenos, a los porteños y a tanto malandrínque no sirve más que para
entorpecer los negocios.43
 Nótese que estamos analizando testimonios de las relaciones entre los dos principales poderes de
la provincia, que cogobernaban bajo la dirección en última instancia de Artigas.De modo que los
documentos citados no por conocidos dejan de mostrar en toda su dimensión el distanciamiento
creciente, sólo matizado por los influjos unitarios determinados por las necesidades que permanecían
comunes, que ceñía las relaciones entre la aristocracia montevideana y el líder político-militar de la
revolución.
 El modo como Artigas iba conceptualizando los resultados de la experiencia práctica y cotidiana de
la actividad política orientada a mantener unido el frente que compartía con la élite oriental, base de
su proyecto estratégico,44no deja lugar a equívocos sobre las características de la coyuntura en la que
se venía a insertar la nueva política de tierras:Yo bien advierto que el resultado es el mismo poniendo
el gobierno en uno que en muchos —escribía Artigas a fines de diciembre de 1815—, pero siempre
sería más difícil la complotación y como no es mayor la confianza que hasta dpresente nos han
inspirado, tampoco me atrevo a depositar la confianza en uno que al fin pudiera dejamos
desagradados... Sobre todo creo más fácil simplificar el gobierno en el mismo cabildo para los actos
judiciales y de recursos, dejando aquí los de última apelación,antes que reducirel gobierno a uno
siendoelecto por ellos mismos [...] Quitar de un sólo golpe las pasiones de esos hombres es lo más
difícil, nunca fueron virtuosos, y por lo mismo costará mucho el hacerlo.45
 Respecto del breve período durante el cual el Reglamento pudo ser aplicado sin otro contraste que
la oposición interna que suscitaba, antes de que el centro de la política de Artigas en la órbita
provincial debiera trasladarse a la lucha contra la invasión colonialista lanzada por el gobierno de
Portugal en 1816, es necesario señalar que se trató de un proceso sumamente complejo y disputa-
do, con fuerzas que aquí y allá se manifestaron en direcciones y sentidos encontrados, acelerando,
neutralizando o distorsionando el despliegue de las expropiaciones de campos y distribución de
estancias.
 Así, los tiempos reales de aplicación del reglamento resultaron la síntesis de diversos factores
concurrentes que le dieron características especificas en cada región de la Banda Oriental, pudiendo
aceptarse que hada fines de octubre de 1815 todos los niveles institucionales de poder tenían un
conocimiento acabado de sus contenidos esenciales.
 En este sencido,conviene también matizar la idea de un proceso de reparto de tierras visualizable en
todos los casos bajo un mismo aspecto, ya que resultaría inevitable quelas diversas extracciones
sociales de los “sujetos dignos de esta gracia” —como califica el reglamento a sus potenciales
beneficiarios— determinaran tipo, grado y modalidad del acceso a las donaciones.
 Quizá podría señalarse como hipótesis organizadora de lo ocurrido, y como prospecto de futuras
revisiones del tema, que se desplegaron al menos tres escenarios concurrentes y contradictorios en
proporciones inciertas:
a) Aquel en el que la acción de los cabildos —no sólo pero especialmente el de Montevideo—
facilitó la solicitud de distintas personas vinculadas con las élitesdominantes, al darles conocimiento
rápido de la ley y el favor de sus influencias con las autoridades de aplicación, comenzando por el
alcalde provincial.46 También pueden incluirse aquí diversas situaciones en las que el reglamento
fue utilizado para dirimirantiguos litigios por tierras —e incluso para la atención de denuncias no
sólo de estancias sino también de chacras, donde a las formas coloniales tradicionales se les
superponía el nuevo instrumento legal—, como el protagonizado por Juan Uriarte (cabildante de
Maldonado) y algunos vecinos encabezados por Leonardo Álvarez(rematador ele los diezmos de
San Carlos) que se arrastraba desde los tiempos del virrey Aviles.47
b) El proceso más apegado al texto y al espíritu del reglamento, bajo la dirección y control de las
autoridades que él establecía,*6que concentra presumiblemente la mayor cantidad de donaciones y
muestra una relativa heterogeneidad en cuanto a las características socioeconómicas de los
agraciados. A diferencia del anterior, aquí suele resultar menor el peso del cabildo gobernador en
la gestión del embargo y reparto,44 en muchos casos por las distancias yen otros por la presencia
activa de otros factores de poder, como los comandantes militares al frente de porciones del
“pueblo reunido y armado”, además de la mayor cercanía—en ocasiones más política que
geográfica— del propio Artigas. Esta modalidad posee fuertes zonas grises en sus solapamientos
con lasotras dos que presentamos, relativamente volcadas hacia extremos opuestos.
c) Las confiscaciones y repartos en los cuales jugaron un papel relevante las partidas armadas
compuestas por diversascategorías de campesinos —los más infelices entre “los infelices” a los que
aludía el reglamento— acaudillados generalmente por hacendados más o menos pequeños o
caudillajes locales, que solían revestir diversos grados de comandancia militar. Estos hechos, que
incluyenpoblamientosespontáneos, generalmente de antiguos arrendatarios y agregados, en algunas
estancias embargadas y en realengos, se produjeron relativamente fuera del encuadre institucional
general, cabiéndoles la imagen de un cierto desborde social; fueron enfrentados por el cabildo
gobernadory en algunos casos sostenidos por Artigas a quien recurrían, como lo ejemplifica elcaso
de Encarnación Benítez,51 en busca de la legalidad que no obtendrían por las vías institucionales
más formales.
 Un buen ejemplo de cómo se cruzan algunas de las perspectivas e intereses en juego son los campos
de la familia de Francisco Albín.51 Presentado fragmentadamente, el asunto podría comenzar con la
orden del cabildo gobernador —4 de noviembre de 1815— para que el alcalde de San Salvador
impida lasfaenas que se efectuaban “escandalosamente en las estancias del Sr. Regidor Don Antolín
Reyna, de los herederos de Albín, de (Miguel) Azcuénagay otros sujetos”. Dado que se trata de
fundos de malos europeos como Albín y peoresamericanos como Azcuénaga, se podría suponer que
el objetivo es preservarlos ganados de la provincia en campos que seguramente han sido embargados
sin ser todavía repartidos.
 Pues no, el problema era evitar “la usurpación de las haciendas de los vecinos” y hacer cesar “toda
tropa que no fuere hecha por losrespectivos dueños de las haciendas, decomisando los cueros que se
hallaren faenados y entregándolos a sus verdaderos dueños”. Posteriormente, el 14 de noviembre, el
cabildo vuelvea dirigirse al mencionado alcalde ordenándole que entregue las estancias de Albín a la
persona comisionada por sus hijos, ya que por las demoras habidas “han sufrido y sufren los
interesados irreparables daños y perjuicios”. El 27 de noviembre el alcalde responde que se halla
paralizado porórdenes contradictorias, pues según se le indica desdeColonia por orden de otro de
los hijos de Albín se ha nombrado un comisionado diferente pata recibirse de las estancias en
cuestión. El 9 de diciembre los capitulares montevideanos reiteran la orden original, puntualizando
que “si se presentaron dos órdenes inconciliables debió cumplirse la que emanaba de superior au-
toridad”.52
 Ahora bien, ¿cómo continuó esta historia? En un documento fechado el 3 de febrero de 1816,
Artigas se dirige al cabildo gobernador mostrando una realidad que —aplicación radical del
reglamento provisorio mediante— aparece bien diferente, y muy a tono con la volatilidad que suele
afectar las situaciones, a las personas y las cosas en épocas revolucionarias, cuando todo equilibrio
se hace apenas relativo:Otros que hubieran sido menos declarados en contra del sistema que Albín y
sus hijos, serían ciertamente más acreedores a nuestra benevolencia y respeto. Pero V.S. no ignora
que ellos hicieron su mérito dentro de Montevideo y escandalosamente llaman propias sus haciendas
de campo después que con su influjo activaron la guerra que es el principio de nuestra ruina y la de
los infelices vecinos. Por lo mismo he creído más justo acceder al clamor de éstos y ordenar como
ordeno al Sr, alcalde provincial que aquellas estancias entren en el orden de las más agradables.53
 En suma, aunque asimétricamente, componentes de los tres escenarios presentados se muestran en
este caso tanto en su especificidad como en su solapamiento e interrelación; ratificando que dada la
situación y el instrumento —el reglamento provisorio— sólo la acción social, incluida la forma
política principal, iría dirimiendo el sentido orientador del movimiento, él mismo en parte producto
y en parte productor de unadeterminada correlación de fuerzas que en más de un sentido se
acompasaba a esos vaivenes.
 Retomando el planteo con que iniciamos nuestro análisis, unos pocos ejemplos más, focalizados en
el papel específico de Artigas en la gestión de aplicar el Reglamento, entregan algunos elementos
de juicio complementarios para su valoración.
 Así, en relación con los contenidos confiscatorios de la norma, la posición no dejó lugar a
dudas:Adjunto a V.S. decretada la representación de Doña Martina Saravia. El señor alcalde
provincial le hará poblar su estancia con las restricciones consiguientes al ningún servicio que tiene
hecho a la patria toda su familia.51
 En otra nota, de enero de 1816, aludiendo a la situación de un rico montevideano que durante el
año anterior había formado parte del cabildo, Artigas les recordaba a sus antiguos colegas: "Espero
igualmente la relación del embargo de la estancia del ‘Perdido’, de Antolín Reyna, para determinar
lo conveniente sobre el inventario de sus intereses”.55 Pocos días después, el 8 de febrero, el
subteniente de provincia a cargo de los repartos de tierras informaba sobre la presentación de “varios
americanos beneméritos solicitando suertes de campo como previene el reglamento provisorio
sacadas estas de las estancias del prófugo Don Antolín Reyna”.56
 Por diversas razones, entre ellas haber sido objeto de detallados estudios sobre su funcionamiento
en tiempos coloniales, la estancia de Las Vacas o de las Huérfanas, puede ser elegida como otro
caso ejemplificadode la aplicación del reglamento. Este inmenso latifundio, que había pertenecido
a los jesuitas y luego a la Hermandad de la Caridad y Congregación de Niñas Huérfanas de
Buenos Aires, fue distribuido entre por lo menos 21 agraciados en virtud de la orden dirigida por
Artigas al alcalde de Vívoras el .12 de febrero de 1816:igualmente, y no obstante el decreto del
ministro de hacienda de Montevideo (?), oficiará Ud. al Sr. alcalde provincial comisionado para el
reparto de terrenos a fin de que según las inmicciones que tiene proceda al repartimiento de la es-
tancia de las Huérfanas en el modo y forma en ellas indicadas.
 Si bien el Reglamento introdujo por sí mismo un nuevo espacio de fricciones, no hacía más que
abonarlas dificultades de una relación política que, si acaso había sido más sólida en el pasado,
desde fines de 1813 había comenzado a resquebrajarse, como se evidenció en las diferentes actitudes
de unos y otros frente a los “enemigos del sistema”. De este modo, y al igual que en el caso del
confinamiento de estos en Purificación, aplicar o no —o de qué modo hacerlo— el Reglamento,
polarizó aún más las posiciones, como se observa en una nota firmada por Artigas el 9 de marzo de
1816: “En las instrucciones dadas al señor alcalde provincial le fue prevenido diese parte a V.S. de
los terrenos repartidos, y que V.S, comisionase un regidor que llevase una razón de las gracias
concedidas. En esta virtud quedaba al cuidado de V.S. pasarme una noticia de lo obrado para mi
conocimiento. El término prefijado ya pasó e ignoro si es omisión del dicho alcalde provincial en no
haber empezado aun a dicho reparto, o falta de prevención en V.S. Lo comunico para que ella tenga
su más exacto cumplimiento. Así será más fácil concebir si se anhela por el fomento de la población
de la campaña”.
 Y todavía, el 3 de abril de 1816, insistía: “VS. reconvenga al Sr. Alcalde Provincial para que con
brevedad instruya a VS. de los terrenos repartidos en la campaña por él y sus subalternos según se
le tiene prevenido”.60 En esos días el silencio del cabildo contrastaba sonoramente con la amplitud y
profundidad que iba adquiriendo, aunque de un modo geográficamente irregular, el movimiento de
expropiación y reparto de muchos grandes latifundios coloniales.
 Por último, quiero señalar que la valoración del reglamento no debería soslayar la introducción de
una perspectiva comparativa, en especial con lo que ocurría en la banda occidental del Río de la
Plata, la que puede contribuir a que el análisis dependa menos de la impronta ideológica del
investigador, focalizándose en lo que efectivamente ocurría y podía ocurrir dentro del rango máximo
de posibilidades reales, y no imaginarias, que ofrecía la situación del momento.
 Sin perder de vista que se trata de una alusión al problema más que de un análisis que requeriría
otros medios y esfuerzos, vale recordar que el 30 de agosto de 1815 el gobierno de Buenos Aíres
decretó mediante un bando que “todo individuo de la campaña que no tenga propiedad legítima de
que subsistir será reputado de la clase de sirviente”;62 por esas casualidades de la historia, esto
ocurría apenas diez días antes que Artigas dictara su reglamento para el arreglo de la campaña
oriental,63 cuyo núcleo duro ordenaba la expropiación de los campos pertenecientes a los
terratenientes españoliscas, porteños y orientales asociados a unos y otros (“los malos europeos y
peores americanos”), mientras que habilitaba para instalarse en ellos a “los negros libres, los zambos
de esta clase, los indios y los criollos pobres.,, con prevención que los más infelices serán los más
privilegiados”.
 Como puede observarse, sin necesidad de ocultar que el reglamento mantenía la vigencia de
mecanismos compulsivos sobre parte de la población rural (artículo 27), y sin necesidad de estirar su
contenido al extremo de imaginar 77, que el “camino americano" se habría paso en el país, el aspecto
principal, dominante, de las dos normas citadas es diametralmente opuesto; tanto como lo fueron las
perspectivas sociales directoriales y artiguistas.61 Y 110 porque las elites terrateniente-mercantiles de
Buenos Aires y Montevideo difirieran en esencia en su carácter socioeconómico y sus aspiraciones
de acumulación de poder y riqueza, sino porque Artigas va introduciendo una perspectiva
diferenciadora con respecto a ese horizonte mezquino. A esto se refería seguramente Real de Azúa
cuando señalaba que proviniendo originalmente Artigas de los sectores propietarios y patricios, se
caracterizaba sin embargo por ser quien “toma una coyuntura histórica —en su caso el levantamiento
estanciero— y le da un contenido mucho más vasto, más profundo”.55
 El interés supremo de la Provincia, tal como lo iba expresando la doctrina artiguista, aparecía cada
vez más desvinculado de rodo compromiso sectorial que lo condicionara, siendo presentado como
una tarea común y colectiva. Tarea a la que, sin embargo, unos estuvieron más dispuestos que otros,
circunstancia que se profundizaba frente a empresas tan complejas y difíciles como resistir la
invasión portuguesa o rechazar el hegemonismo directorial. En este caso, los hombres y mujeres
que no tenían demasiado que perder y algo por ganar fueron, como en tantos otros momentos y
lugares, los que tendieron a pagar históricamente los altos precios que rehusaron los ricos y
poderosos.
 Por eso, de haber dispuesto de una correlación de fuerzasmás favorable al interior del frente que
por un período formaron junto a Artigas, es muy probable que la elite oriental autonomista (para no
decir artiguista), el cabildo de Montevideo, hubiera impuesto un reglamento para la campaña mucho
más parecido al bonaerense, orientado a la pura solución policial, latifundista, para el desarreglo
social y productivo del medio rural.
 Estos problemas, clave del artiguismo, y del período del gobierno autónomo, constituyen un nudo
interpretativo fundamental, pues las relaciones del líder y el patriciado encierran toda la complejidad
de un todo en el cual coexistían la unidad y la contradicción, como había ocurrido desde el propio
inicio de la insurrección oriental. Claro que al ir transitando el camino, tan duro como costoso, de la
rebelión bajo la conducción de Artigas —sostenida en el pueblo armado—, la unidad y la
coincidencia se fueron haciendo más formales y ocasionales, y las contradicciones más profundas y
al fin definitivas, hipótesis que retomaremos al referirnos al ciclo social del líder oriental.
3. El ciclo social de Artigas
 Conocida la historia de la que Artigas resultara un protagonista relevante, aquellos qué la han
escrito de diferentes modos y con variadas interpretaciones, no han podido evitar realizar dos
señalamientos puntuales —fuertemente sostenidos por las fuentes documentales disponibles—, y sin
conexión aparente entre sí, que aquí reuniremos para su análisis conceptualizado como el problema
del itinerario social de Artigas.
 Ellos son su condición de nieto de fundadores de Montevideo, surgido del seno de los sectores
propietarios y convertido a comienzos de 1811 en la esperanza de los hacendados y terrate-
nientesrebelados contra el poder español; y su estrecha relación con los más miserables y
desheredados habitantes del medio rural, graficada durante los últimos combates contra los
portugueses, contra Ramírez y en la marcha hacia el refugio paraguayo.

 La pregunta a responder, la historia a reescribir, el problema en fin, es en qué medida Artigas fue
protagonista de un proceso de desclasamiento respecto de la elite oriental, en qué sentido se podría
afirmar que la traicionó, y, simultáneamente, determinar hasta donde se puede afirmar su
identificación con los campesinos (en toda su abigarrada heterogeneidad regional, racial y producti-
va) y las castas oprimidas en el marco de las formas de economía y sociedad heredadas de la colonia.
 En las escasas aproximaciones que se han realizado a este problema, y que a nuestro juicio
mantiene plena vigencia, Real de Azúa consideró apropiada la caracterización de “desclasado
económicamente”, que podría caberle a Artigas como resultado de compararsus medios, sus servicios
y sus sueldos con las entradas y los méritos de los pudientes montevideanos. ¿Debe sumarse a esto
la extrema y cabal experiencia de unos modos de vida radicalmente ajenos al ámbito de la ciudad?
Todo debe quedar en hipótesis pero lo que no es hipotético es el antagonismo entre Artigas y la urbe
patricia. [...] Tampoco cuesta mucho colegir que, desde 1816, todos sus planes estratégicos daban
por descontada la actitud derrotista, o redondamente traidora, de aquellos.66
 Retomando algunos apuntes anteriores, y haciéndonos cargo de la polifonía de nuestro discurso,
que ha tomado aquí y allá observaciones que nutren el análisis propuesto, es posible afirmar que
desde su Juventud Artigas mostraba algunos rasgos y actitudes que pueden asociarse, anticipar, o
descubrirse funcionales, con aspectos de su trayectoria posterior: sus años de “Pepe” Artigas,
contrabandista y rebelde a las pautas del orden colonial; su intimidad con el gaucho y los pobres de
la campaña —que no se interrumpiría en los tiempos de blandengue—; su posición social
subestimada por el patriciado oriental, como se encargó de señalarlo oportunamente Viana; y
también, ciertos rasgos de su carácter, evidenciados en la firmeza inclaudicable con que defendió —
incluso más allá de aciertos y errores— los objetivos que se trazó durante la década de su actuación
revolucionaria.
 Si resulta posible aceptar un ciclo social tal, fue sin duda esta última cualidad la que resultaría la
llave maestra de su tránsito desde una perspectiva terrateniente a otra más próxima a los sectores
campesinos. Este cambio no fue, desde ningún punto de vista, algo premeditado, ni planificado, ni
posiblemente siquiera imaginado por el Artigas de Las Piedras o, incluso, por el del Congreso de
Abril, aun cuando probablemente ya comenzara a percibir quiénes serían los soldados y patriotas
más dispuestos a acompañarlo hasta el final.
 No sé si en pocas palabras lograré llamar suficientemente la atención sobre un proceso que detrás de
su complejidad y densidad histórica parecería dotado de una simpleza tan extraordinaria como
eficaz en términos explicativos: la apariencia de que Artigas cambió encubre la esencia de su
inmovilidad doctrinaria—fijada quizás en las Instrucciones del año XIII—, y el movimiento de los
diversos actores políticos y sociales confrontados con el saldo de pérdidas y ganancias que les
acarreaba la adhesión a la causa —anticolonialismo, soberanía particular de los pueblos y liga
ofensiva y defensiva— sostenida a rajatabla por el líder oriental.
 Identificar los momentos esenciales, los quiebres y repliegues de esta historia, exige explorar
simultáneamente los cambios que se van produciendo en la unidad original de la clase terrateniente
oriental articulados con los capítulos más relevantes de la evolución política del frente único patriota
que se plasmó a partir del Grito de Asencio.
 Durante los primeros cuatro años de revolución y guerras , desde el comienzo de la insurrección
agraria de 1811 contra el poder español hasta la entrada de las tropas de Artigas en Montevideo en
1815, la elite de mercaderes, saladeristas, terratenientes y grandes hacendados, orientales, fue objeto
de fuertes estremecimientos y cambios tanto en el plano más estructural de lo socioeconómico —
incluidas las situaciones patrimoniales— como en el altamente volátil de las definiciones y
adscripciones políticas, originados en los vaivenes de la lucha anticolonial, las intervenciones
militares portuguesa y porteña, y los conflictos internos de la dirigencia oriental autonomista.
 El pronunciamiento antiespañol en el Uruguay, motorizado por una rebelión agraria y bajo la forma
de marcha del campo a la ciudad, que luego de la victoria patriota en la batalla de Las Piedras derivó
en el asedio de Montevideo, generó un fuerte clivaje, una primera gran división que afectó especial-
mente a la cúpula terrateniente, ya que una parte considerable de los más grandes propietarios
"ausentistas”, al igual que el grueso del gran comercio, se plegaron a las fuerzas de la reacción
realista, siendo muchos de ellos españoles de nacimiento.
 Esta fracción, varios de cuyos componentes eran también saladeristas,barraqueros y mercaderes
intermediarios, perdió el control de sus vastas posesiones rurales, al tiempo que no formó parte del
frente patriota, que de esta forma pudo evitar la influencia directa del grupo más retrógrado de los
terratenientes latifundistas.Posteriormente, los hacendados que se plegaron inicialmente al movi-
miento revolucionario, hegemonizándolo, sufrieron una nueva fractura político-ideológica, de gran
magnitud, al bifurcarse las posturas pro porteñas de las que optaron por la reafirmación de la
soberanía particular de los pueblos orientales.
 Este proceso comenzó en forma larvada apenas el grupo encabezado por Artigas comenzó a
manifestar que su conducta política no se conformaría conel rol que se le había reservado al ser
nombrado teniente coronel a las órdenes del gobierno de Buenos Aires.67 Posteriormente, luego de
la firma delTratado de Pacificación mediante el cual el Triunvirato negoció la retirada de las
tropas portuguesas del Uruguay a cambio de reconocer al gobierno español de Montevideo, en una
significativa carta a la Junta del Paraguay del 7 de diciembre de 1811, Artigas manifestó que “ello
ocurrió a pesar de que los jefes orientales habían solicitado que no se procediese a la conclusión de
los tratados sin anuencia de los orientales, cuya suerte era la que se iba a decidir”.
 Me quiero detener un momento en este documento, para señalar que allí, al dar cuenta de sus ideas
y sentimientos frente a las consecuencias del levantamiento del sitio de Montevideo, quedó retratado
el momento inicial del quiebre político de Artigas, de su desengaño respecto de lo que podía esperar
de las autoridades de Buenos Aires: Yo entonces reconociendo la fuerza de su expresión y
conciliando mi opinión política sobre el particular con mis deberes, respeté las decisiones de la su-
perioridad sin olvidar el carácter de ciudadano; y sin desconocer el imperio de la subordinación
recordé cuanto debía a mis compaisanos.68
 En estas circunstancias se produjeron las dos primeras asambleas de los patriotas orientales, una
en la Panadería de Vidal y la siguiente en la quinta La Paraguaya,9 donde Artigas fue elegido en
cabeza militar por los vecinos y asistentes al evento, poco después, ante la retirada de las fuerzas
porteñas, se gestaría ese gran torbellino desestructuradorde buena parte de las relaciones sociales
tradicionales que fue el forzado éxodo de los habitantes de la campaña rebelada mediante el cual se
evitó quedar nuevamente bajo el dominio español.
 Con estos antecedentes, el primer capítulo de la división —ya con cierto grado de formalización—
de la dirigencia oriental en aporteñados y autonomistas se puede asociar con el resultado de la
actividad divisionista de Sarratea en J8I2, ° cuando logró la defección de notorios dirigentes
orientalesofreciéndoles oro, charreteras y galones, que Artigas no podía darles; y como no todos los
hombres tienen la virtud suficiente para conformarse con la miseria y las privaciones, don Eusebia
Baldenegro, don Ventura Vázquez, Balear Bargas, Viera y otros, se dejaron seducir, y enseguida los
pidió Sarratea con los cuerpos que cada uno mandaba para formar como contingente de la
Provincia Orienta] en el ejército nacional. Artigas los entregó sin decir una palabra, mas quedó
resentido por la conducta de unos hombres en quienes había depositado su mayor confianza, y desde
entonces, quizá, tuvo cierta predilección por los gauchos, pues, le he oído decir, que había
encontrado más virtud o constancia en ellos, que entre los hombres de educación.7
 A fines de 1813, un nuevo suceso contribuyó a la formación del clivaje que analizamos; el
Congreso de Capilla Maciel, reunido inicialmente con acuerdo de Artigas, se transformó, a instancias
de la política directorial operada porRondeau en una maniobra destinadarevisar la orientación y las
resolucióndel Congreso de Abril, formalizadas en las instrucciones que se les dieran a los diputados
a la Asamblea del año XIII.
 Durante el curso de las deliberaciones,una parte significativa de la dirigencia provincial, estimulada,
además de por la presión militar de las fuerzas porteñas, por la promesa de algunas dádivas
económicas desconoció la conducción de Artigas y revisó la orientación política que éste
continuaba sosteniendo. De acuerdo con la crónica de los sucesos realizada por uno de los
participantes queresistió sus conclusiones, “el objeto que principalmente se proponían el presidente
como algunos de los vocales que dirimían séquito en el Congreso, no era el bien de esta provincia
sino el que ciegamente obedeciese y quedase sujeta al supremo gobierno”.73
 La crónica de Castellanos enfatiza que los representantes presentes carecían “de la libertad
necesaria para tales cosas, y que sólo enmudecían de terror y espanto”. Sin embargo, a pesar de las
fuertes presiones que efectivamente existieron, es innegable que en Capilla Maciel se manifestó una
perspectiva política que expresaba las profundas diferencias que tempranamente comenzaban a di-
vidir las opiniones de la elite oriental. En este contexto deben entenderse las afirmaciones de uno
de los electores, que expresando el pensamiento del grupo más aporteñado señaló: “¿Quién es don
José Artigas para dar leyes y prescribir reglas a los representantes de los pueblos de esta Banda?”.74
 Sin duda, estos sucesos y la retirada posterior de Artigas del sitio a Montevideo —seguido por la
mayoría de las tropas orientales—, abrieron un abismo entre los sectores de la elite-mercantil-
terrateniente que decidían asociar su suerte y fortunas al éxito de lapolítica directorial y los que
prefirieron apostar a las posibilidades que podría abrir la conquista de la autonomía —e incluso, para
algunos, la independencia— por la que se acababa de jugar Artigas.
 Después de los sucesos ocurridos durante la emigración y en Capilla Maciel, el tercer hito de la
ruptura del frente patriota oriental se produjo luego de la rendición de las fuerzas españolas sitiadas
en Montevideo, cuando las tropas de Buenos Aires al mando de Alvear instalaron allí el primer
gobierno criollo. En estas circunstancias, y pese a su composición porteña, el nuevo poder fue
apoyado por la fracción principal del gran comercio, buena parte del sector latifundista y otros
dirigentes políticos referenciados en los anteriores, que compartiendo con Buenos Aires la
orientación anti-españolade la hora, la hallaron más funcional —y sobre todo más concreta e
inmediata— a la defensa de sus intereses económicos y comerciales que la línea de confrontación y
soberanía particular que proponía Artigas.
 Estas variaciones en el panorama políticoexplican la apariencia de mayor radicalización que van
adoptando las posturas artiguitas(en realidad se trata de principios que permanecen inalterados
frente a un entorno cambiante que les proyecta otras tonalidades), 75 así como la tendencia a apoyarse
cada vez más en el campesinado de paisanos pobres, incluidos gauchos, indios y negros libertos, que
comenzaban a sentirse representados, y aunque quiera en pequeña medida el hecho no dejaba de ser
extraordinario, por un Artigas que continuaba expresando centralmente los intereses de los
hacendados que se mantenían enemigos de España y Portugal, mientras simultáneamente resistían
la dominación bonaerense-directorial.
 Luego de la derrota de las tropas invasoras bonaerenses en la batalla de Guayabos (enero de 1815),
y de la posterior evacuación directorial de la Banda Oriental, la instalación de un gobierno capitular
autónomo en Montevideo mostró el fenómeno político de la reunificación a nivel de la elite
socioeconómica, de los sectores más autonomistas con una parte de los aporteñados—excluida la
fracción extrema que se replegó hacia Buenos Aires—, rápidamente reconvertidos al “artiguismo”
luego de la retirada de Alvear.
 En este contexto, como se ha señalado en el apartado anterior, entre marzo de 1815 y julio de 1816
se produjo la coexistencia de una suerte de doble poder político (Montevideo-Purificación), solapado
con la dirección militar y la influencia de masas que daba prelación al grupo de Artigas, durante el
cual la unidad y la lucha entre ambos tiñeron sus relaciones políticas, crispando socialmente el frente
de clases, fracciones y grupos que sostenían el autonomism0 oriental.
 Esta situación sería violentamente alterada por la invasión portuguesa de agosto de 1816, que
impuso la tercera y definitiva gran división de los hacendados y comerciantes que permanecían
dentro del cauce artiguista, concretada cuando la elite montevideana adoptó una posición
conciliadora y colaboracionista con el invasor extranjero.

 El relato de Larrañaga sobre la caída, en 1817, de Montevideo en poder lusitano es elocuente al


respecto: “entró en esta plaza solemnemente el general en jefe Barón de la Laguna, en medio de la
municipalidad y bajo palio, dirigiéndose a la plaza mayor, y a la santa iglesia matriz, donde se
cantó misa de gracias, finalizándose la función con un Te Deum en medio de las aclamaciones v uni-
versal regocijo”.7®Esta descripción se corresponde con los dichos del síndico del cabildo cuando, ya
instalados los portugueses en la capital oriental, afirmó que “sólo la violencia había sido el motivo de
obedecer y tolerar a Artigas”, lo cual entrañaba el reconocimiento formal de las profundas
diferencias económicas, políticas, ideológicas y diplomáticas a partir de las cuales el líder rural había
ido construyendo una identidad oriental diferenciada cada vez más ajena a las necesidades de la
cúpula mercantil-terrateniente regional.
 Tan diferenciada, que la ajenitud discursiva se hace absoluta, por ej., en las declaraciones
favorables al colonialismo portugués —cualesquiera fueran las razones que las motorizan— que
realiza el cabildo montevideano en 1817: “Atento a haber desaparecido el tiempo en que la
representación del cabildo estaba ultrajada, sus votos despreciados, y estrechados a obrar de la ma-
nera que la fuerza armada disponía; vejados aun de la misma soldadesca, y precisados a dar
algunos pasos que en otras circunstancias hubieran excusado, debían desplegar los verdaderos
sentimientos de que estaban animados, pidiendo y admitiendo la protección de las armas de S.M.F.
que marchaban hacia la Plaza”.77
 A partir de estos sucesos, la ruptura del frente social y políticoque lideraba Artigas se profundizaría,
debilitándolo cada vez más, con las defecciones de muchos de los jefes que habían contribuido a
sostener el “sistema de los pueblos libres”. Algunos, comandantes militares como Rufino Bauza,
BonifacioHRamos, Manuel Oribe, etc., abandonaron la lucha a fines de 1817 y se refugiaron en
Buenos Aires; mientras que otros dirigentes artiguistas, de la primera línea, traicionaron abiertamente
su patria y se sumaron a los invasores, contándose entre ellos Juan José Duran, García de Zuñiga y
Fructuoso Rivera.
 Para todos éstos, como antes para los mercaderes y latifundistas montevideanos, el futuro, si es que
lo había, aparecía más asociado al Directorio o al Barón de la Laguna que a la hueste cada vez más
tumultuaria, popular y, por qué no, revolucionaria, que sostenía todavía al poder artiguista,
empeñado en desarrollar la guerra de guerrillas contra la invasión portuguesa y en capitalizar la fuerte
influencia que ejercía en los pueblos de Corrientes, Misiones, Entre Ríos y Santa Fe, expresada en las
alianzas —algunas extremadamente inestables— concertadas con los grupos y caudillos dirigentes
en esas regiones.
 La otra cara de esta probable historia del tránsito social de Artigas, la opuesta al abismo que se fue
construyendo entre los contenidos de su línea política y las necesidades más inmediatas de
mercaderes y terratenientes, fue el puente que se fue tendiendo con las masas armadas que acaudilló
desde el comienzo de la insurrección, respecto de las cuales había afirmado —y no hemos hallado
ningún testimonio que lo desmienta— que "ninguno de mis soldados és forzado, todos son
voluntarios y decididos por sostener su libertad y derechos”.78
 Todo fue fruto de la experiencia práctica, con conclusiones que difirieron según la modulación
política que la leyera. De esta manera, el itinerario social que analizamos parece estar estrechamente
asociado con las lecciones que Artigas fue extrayendo del balance de lo cotidiano, es decir de los
vaivenes que el estado de guerra permanente, las durísimas condiciones de vida y las escasas
oportunidades de conservar los patrimonios rurales (de los que eran propietarios de tierras y/o
ganados), imponían en las conductas y actitudes de los diferentes integrantes del frente artiguista.
 Aunque apenas ilustrados en este trabajo, los resultados estaban a la vista, por lo que resulta lógico
suponer que son ellos los que explican que Artigas fuera "separando de sí a muchos hombres de-
centes, de quienes había tocado el poco interés en arrostrar una guerra sin recursos”79 Y también
que dirigiéndose a uno de sus colaboradores más cercanos —Miguel Barreño,primo, secretario e
integrante calificado de la dirección artiguista— ventilara sus sentimientos más íntimos, al
reconocer: “Yo siento muy buenos los paisanos y este es mi mayor consuelo”.8
 Refiriéndose a la relación de Artigas tanto con la cúpula como con la base social del movimiento
patriota —y a los niveles inferiores de liderazgo emergentes de ella—, un testigo de los sucesos
señaló quequizá Artigas ignoraba muchas cosas de las que hicieron éstos, y tal vez los toleraba por
necesidad, pues precisaba de hombres que le habían dado tantas pruebas de adhesión, y que tenían
algún partido entre el gauchaje del país. Muchas veces lo oí lamentarse de que pocos hijos de
familias distinguidas del país quisiesen militar bajo sus órdenes, tal vez por 110 pasar trabajos y
sufrir algunas privaciones; que esto le obligaba a valerse de los gauclios, en quienes encontraba
más resignación, más constancia v consecuencia [...] Hablaba de este asunto muchas veces en
presencia de extranjeros respetables, enviados de Norteamérica, etc.8
 El mismo memorialista ilustra sus comentarios anteriores —al tiempo que nos llama la atención
sobre otro espacio de conflictividad— relatando que en alguna oportunidad Francisco Javier de
Viana, integrante del patriciado oriental que se había pasado al bando directorial, le preguntó a su
padre: “¿Cómo se figura que un Viana habría de aceptar las órdenes de un Artigas?”.
 Otra referencia consistente con las anteriores es el testimonio que Cáceres atribuye a Monterroso,82
que probablemente sintetice la opinión de los dirigentes artiguistas del último período, signado por la
invasión portuguesa, cuando las contradicciones políticas y sociales habían alcanzado la máxima
tensión:Desengáñense ustedes, en esta época se encuentra más virtud en la ignorancia que en la
ilustración, echen una ojeada a los pueblos de Misiones y verán que aunque son los más ignorantes,
son los que tienen verdadero amor al sistema, que han ido a Corrientes, a Entre Ríos, e irán donde
quiera que los llame la necesidad de salvar a la patria.
 Por último, quisiera cerrar esta pequeña serie de testimonios que presentamos en calidad de
elementos de juicio esenciales para pensar el itinerario social de Artigas, transcribiendo el texto de
una carta que le enviara en junio de 1815 al gobernador de Corrientes: “En tiempo que defendemos la
justicia es preciso que ella resplandezca en todas sus atribuciones. El pobre no está excluido de ella
y me es muy sensible verlos caminar inmensa distancia por una cortedad. Eso mismo manifiesta la
justicia que expone Juan Ovelar contra el alcalde Cabral por no haber sido oído, ni menos a los
testigos que acreditaban su propiedad. Esto no es regular, ni decente, ni justo. Oigale V. en caridad
y practíquese esta conducta con todos los infelices. Borremos esa manía o bárbara costumbre de
respetar la grandeza más que la justicia. Los jefes deben dar el ejemplo”.
4. Epílogo prolongado para una experiencia histórica revulsiva
– Que vaya cayendo el crédito de ese demonio, pues co- mo Ud. sabe, la mayor fuerza de este
enemigo es la opinión, y ésta es la que debe minársele por codas parres.S ARRATEA a Ramírez,
julio de 1820
 Una de las principales conclusiones que se extraen luego de estudiar críticamente lo que suele
denominarse “el artiguismo”, es que en una época en la cual los actuales países de Sudamérica
distaban todavía de existir como tales, y los pueblos y las provincias que habían permanecido
subyugados por el colonialismo español comenzaban tortuosamente su organización política e
institucional, Artigas fue el dirigente que mejor expresó la que podríamos denominar la corriente
más democrática —por decididamente anticolonial y moderadamente reformista del viejo orden
socio-ecómico— que emergiera en el Río de la Plata producto del pronunciamiento revolucionario de
mayo de 1810.
 Esta relación es uno de los problemas más interesantes, y más ocultos, de la interpretación del papel
del artiguismo en la historia rioplatense, probablemente debido a las dificultades que existen para
reconocer el carácter comúny compartido de este tramo de la historia de argentinos y uruguayos.
 Al respecto, se comprende que para las clases dirigentes de ambas bandas y sus respectivas historias
oficiales resulte inconveniente otorgar centralidad a un proceso que, entre otros efectos, en un caso
señala críticamente los aspectos más oscuros de los gobiernos instalados en Buenos Aires, y en el
otro obstruye la construcción de la mitología nacional que sustenta el discurso dominante. Menos
claras, sin embargo, están las razones por las que las corrientes políticas e intelectuales opositoras
y críticas de los rumbos tradicionales no han profundizado en la imbricación de los significados
revolucionarios de dirigentes como Moreno, Castelli y Artigas, especialmente pensando en aquellos
“fondeaderos” que mencionamos al comienzo de estas notas.
 Esta hipótesis es exactamente la opuesta a la formulada por los fundadores de la historia,
tradicionalmente oficial de la Argentina: “los dos, usted y yo —escribió Bartolomé Mitre a Vicente
Fidel López—, hemos tenido la misma predilección por las grandes figuras y las mismas repulsiones
por los bárbaros desorganizadores como Artigas, a quien hemos enterrado históricamente”. Esta
condena se asocia estrechamente a lo actuado por la elite gobernante porteña de la década
revolucionaria que, dada la intimidad entre las posturas de Artigas y las propuestas de unidad
confederai de las provincias, relegó “la palabra federalismo al ámbito de lo demoníaco y,
vinculándola a la también furiosa demonización de la figura del caudillo oriental, asoció
federalismo con anarquía, desterrándola así, con transitorias excepciones, del escenario político
bonaerense durante la mayor parte de la primera década revolucionaria".85
 Y sin embargo, ese “bárbaro” fue, como hemos visto, tal vez el mayor reformador social que formó
parte de la dirigencia criolla independentista entre 1810 y 1820, y también, seguramente, el principal
promotor del federalismo revolucionario como forma de unir e integrar en y para la lucha a los
pueblos del estallado virreinato. ¿Interesan estas cualidades, y la posibilidad de explorar en ellas, a la
historiografía de la época de la globalización?
 En los últimos años, en la Argentina se han reactivado los estudios sobre el tema del origen de la
nación argentina, el federalismo, los derechos de los pueblos, las formas de representación, etc.;86 en
los cuales es de esperar que Artigas vaya ocupando un lugar cada vez más central, queno debe quedar
reservado exclusivamente a los historiadores uruguayos, en tanto siempre será más enriquecedor
articular estos aportes con los provenientes de una perspectiva analítica “argentina” del asunto.
 Al respecto, es sabido que la doctrina artiguista en materia de organización política e institucional
de los pueblos emergentes de la revolución anticolonial se asentó en unos pocos conceptos
medulares: soberanía particular de los pueblos, vida política, gobierno inmediato, y liga ofensivo-
defensiva, en la perspectiva de organizar el “sistema de la confederación para el pacto recíproco con
las provincias que formen nuestro Estado”, como lo señala el artículo 2 de las Instrucciones del año
XIII. Dichos principios organizativos se plasmaron en deferentes momentos y medidas, con matices
y asimetrías, en las experiencias de los pueblos y provincias de Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos,
Misiones, Córdoba y la Banda Oriental, generalmente en conflicto con las orientaciones centralistas
emanadas de los gobiernos de Buenos Aires.
 El "sistema” de organización institucional, o mejor dicho, las vías concretas de aproximación hacia
ese objetivo que estableció el artiguismo, fueron, a diferencia de las dos modulaciones más habituales
en la época –sesgadas respectivamente hacia el separatismo defensivo o la delegación
centralizadora–, un instrumento que mantuvo hasta el final habilitados dos filos conceptuales y
políticos, los dos núcleos de la propuesta organizativa: unidad y autonomía.
 Esto explica que Artigas y los directorios que se sucedieron no sólo confrontaran cuando se
reclamaba el ejercicio autonómico de la soberanía particular de los pueblos, sino también cada vez
que, confundiéndose en cuanto a sus aspiraciones, la aristocracia porteña, flaqueando en su ilusión de
someterlo, le ofrecía -sorprendentemente sin éxito- la independencia absoluta de la Banda Oriental.
 En este sentido, la línea de Artigas, que podía reconocer un origen ventano al esquema de lucha de
puertos por el dominio de vastos hinterhads, productivos y comerciales, perduró mucho más allá de
la disponibilidad de esos puertos y de la adhesión de sus principales operadores y beneficiarios, las
élites tendero-pastoriles uruguayas, que prefirieron los negocios seguros a los grandes negocios, el
continuismo a bajo costo y riesgos acotados a la inseguridad de construir renovados escenarios
socioeconómicos.
 Para el artiguismo,los pueblos forman la provincia y ella se constituye en un estado a partir de cuya
existencia se plantea la unidad confederal; estos estados-provincias son los sujetos, tal como se
planteó en las resoluciones del Congreso de Abril de 1813, que debían conformar las provincias
unidas. En este sentido las ambigüedades y la influencia de lo que Vilaraludiera como “la precocidad
del patriotismo lingüístico”, no hacen más que marcar las impotencias e imposibilidades inmediatas.
Y sin embargo, aunque las provincias unidas no existían como tales en la materialidad estructural de
las realidades políticas y jurídicas de algún modo se hallan presentes en las ideas -por ej. de Artigas-
que determinaban y condicionaban acciones colectivas realmente existentes y de comprobada
eficacia práctica más allá del signo de sus resultados inmediatos.
 En este sentido, como señaló Chiaramonte, “si existían factores de unión entre los pueblos
rioplatenses que emergieron del desplome del imperio español, también es cierto que ellos no
alcanzaban a conformar el fenómeno de una nación”; afirmación válida siempre que se acompañe
del reconocimiento de que la revolución anticolonial significó el inicio de su construcción, hipótesis
a partir de la cual se pueden interpretar cabalmente algunos episodios característicos del proceso
artiguista en sus relaciones con el poder central.
 Apenas como una pequeña enunciación de ejemplos, dirigidos por otra parte a tomar distancia de
las visiones economicistas de la formación de la nación, quiero recordar que en 1813, al fundamentar
su propuesta acerca de que los orientales reconocieran a la Asamblea Constituyente por pacto y no
por obediencia, Artigas señaló que “esto, ni por asomos, se acerca a una separación
nacional:garantir las consecuencias del reconocimiento no es negar el reconocimiento”.
 Una segunda muestra del contenido del pensamiento de Artigas acerca de cómo concebía la
organización política de los pueblos y provincias rebelados contra España, son las expresiones
vertidas durante el desligendamiento de la misión encomendada en 1814 por el Directorio a sus
negociadores fray Mariano Amaro y Francisco Candioü, con el objetivo de alcanzar un
entendimiento con el líder oriental.
 En el texto del tratado o plan consensuado con Artigas para el restablecimiento de “la buena
armonía”, luego de reconocerse la independencia de los pueblos orientales y entrerrianos, en el
artículo 4 se aclaraba expresamente:"Esta independencia no es una independencia nacional,por
consecuencia ella no debe considerarse como bastante a separar de la gran masa a unos ni a otros
pueblos, ni a mezclar diferencia alguna en los intereses generales de la revolución”.2 Este acuerdo
fue finalmente rechazado por Posadas que, estimulado por la toma de Montevideo por Alvear el 20
de junio, afirmó que la Banda Oriental debía “reconocer la unidad del gobierno de las demás, para
lograr de su influencia lo que no puede por sí sola”.
 La última referencia que deseo presentar alude a otro intento directorial denegociación con
Artigas, estimulado por la necesidad de ganar tiempo luego de la caída de Alvear, tramitado
mediante el envío —en junio de 18x5— de la misión Pico-Rivarola. Durante las negociaciones
aparecerían claramente expresadas las ideas-fuerza principales del artiguismo, en especial la
ratificación de que no debía confundirse soberanía particular con independencia absoluta, tal como
surge del punto 1° de la propuesta de Tratado efectuada por Artigas: “La Banda Oriental del
Uruguay entra en el rol para formar el Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata.
Su pacto con las demás provincias es el deuna alianza ofensiva y defensiva. Toda provincia tiene
igual dignidad, e iguales privilegios y derechos; y cada una renuciará al proyecto de subyugar a
otra.94 La Banda Oriental del Uruguay está en el pleno goce de su libertad y derechos; pero queda
sujeta desde ahora a la constitución que organice el Congreso General del Estado legalmente
reunido, teniendo por base la libertad”.
 La distancia entre las dos posiciones, tanto como la incomprensión y/u oposición porteña de la
verdadera naturaleza del reclamo artiguista, al que calificaban de “exótico”,queda patentizada al
contrastar la propuesta anterior con el primer punto del borrador directorial: “Buenos Aires reconoce
la independencia de la Banda Oriental del Uruguay, renunciando a los derechos que por el antiguo
régimen le pertenecían”.97
 Como puede observarse, y sin perjuicio de las necesarias revisiones del tema a la luz de nuevas
preguntas y preocupaciones, la elaboración artiguista sobre las pautas más apropiadas para orientar la
organización política y jurídica de los pueblos y provincias no deja lugar a dudas acerca de sus
contenidos esenciales, inmodificados a pesar de formularse tanto en condiciones apuradas como las
de 1814 o más favorables como las del año siguiente.
 En este sentido, siempre será de utilidad guiar las nuevas investigaciones por la hipótesis formulada
en su momento por Sala, De la Torre y Rodríguez, lefrendada luego por Ansaldi, con respecto a que
en 1820, con la derrota del artiguismo,“muere el carácterrevolucionario del federalismo y concluye
la fase revolucionaria’’8
 Para finalizar nuestra revisión de algunos aspectos del artiguismo, quisiera entrar brevemente de
lleno en el campo de las polémicas y las críticas más asociadas al escepticismo y el posibilismo
disparados por los fuegos posmodernos y globalizantes, emergentes de los cambios en las relaciones
de fuerzas internacionales y regionales que se han producido desde mediados de los setenta. En espe-
cial aquellas donde se han focalizado las impugnaciones recientes de la actuación histórica de
Artigas, apuntadas a cuestionar su supuesta intransigencia dogmática y, de fondo, a afirmar la
inviabilidad del proyecto político que acaudillo.
 Si bien se contabilizan observacionescríticas puntuales que comienzan en la resistencia de
Artigas a las resoluciones revocatorias adoptadas por el congreso aporteñado de Capilla Maciel en
1813, las más punzantes corresponden a hechos correspondientes al período final, cuando los efectos
de la pinza político-militar corporizada en la invasión portuguesa y las hostilidades directoriales
activando la guerra civil en el flanco oriental de los Pueblos Libres— exigían los máximos
sacrificios y las mayores audacias políticas.
 Mencionaré sólo dos: 1)la misión de los representantes orientales en diciembre de 1816 ante el di-
rector supremo de Buenos Aires y 2) la ruptura con Ramírez.
 Al respecto se ha señalado que Artigas “nunca tuvo cabal idea de la correlación de fuerzas,
rechazó airadamente los términos que Pueyrredón, con toda la ventaja a su favor, le impuso a Juan
Francisco Giró y a Juan José Duran, que no tenían ningún margen de negociación; y tampoco se
dio cuenta de que el invasor poseía una máquina de guerra obediente a un general que había
combatido a Napoleón al lado de Wellington...”
 La primera observación, cuyo sentido el lector rápidamente comprenderá, es que los delegados
eran integrantes de la eliteoriental afincada en Montevideo y expresada políticamente mediante el
cabildo de la ciudad; hombres de negocios que, a esa altura de los acontecimientos podían
subordinarse a Buenos Aires o eventualmente, como terminaron haciéndolo, a los portugueses, antes
que afrontar el peso de una nueva guerra anticolonial —tan legítima y necesaria como la
antiespañola—, resistiendo las pretensiones hegemónicas de la ex capital virreinal y bajo las órdenes
de Artigas. Era demasiado para su perspectiva y posibilidades de clase.
 Por eso, como producto de su misión diplomática que debía concentrarse en lograr apoyo para
enfrentar la invasión extranjera, los diputados firmaron un tratado donde se estipuló: “El territorio
de la Banda Oriental del Río de la Plata jurará obediencia al Soberano Congreso y al Supremo
Director del Estado en la misma forma que las demás provincias, en consecuencia de esta
estipulación el gobierno supremo por su parte queda en facilitarle todos los auxilios que le sean
dables y necesite para su defensa’’.
 ¿Qué podía decir Artigas al enterarse de este pacto? Supongo que no otra cosa que la filípica que
dirigió a los negociadores al dar por concluida su misión:Es preciso o suponer a V.S. extranjero en la
historia de nuestros sucesos, o creerlo menos interesado en conservar lo sagrado de nuestros
derechos, para sucribirse a unos pactos que envilecen el naérito de nuestra justicia, y cubren de
ignominia la sangre de sus defensores... El jefe de los orientales ha manifestado en todos los tiempos
que ama demasiado a su patria para sacrificar este rico patrimonio de los orientales al bajo precio
de la necesidad.00
 Por otra parte,las críticas a la “obstinación” e “intransigencia” de Artigas no son nuevas, ya que
buena parte de la historiografía tradicional argentina, y no sólo en sus modulaciones asociadas al
pensamiento de la derecha ideológica, habían planteado que la política de Artigas en favor de la
unidad confederal y la defensa de la soberanía particularde los pueblos contribuyó a dividir la
unidad patriota contra el enemigo español. Pero, ¿y el colonialismo portugués?, ¿y la guerra civil
desatada por Buenos Aires el día que decidió que sus tropas no serían auxiliadoras de los pueblos
sino ejército principal en operaciones al que aquéllos deberían subordinarse? ¿Quién dividió?
 Daría la sensación, cuestión entendibleen los tiempos que corren, que lo que para algunos resulta
francamente inaceptable es que Artigas reafirmara, frente a todos los contrastes y peligros, la línea
con que había convocado a los pueblos orientales a la lucha. ¿Será que hoy al no doblegarse ante
las dificultades extremas se lo considera tomar una actitud soberbia e inviable? ¿Qué sólo se trata de
lo posible y no de lo necesario, que debe ser hecho posible?
 El desencuentro con Francisco Ramírez es patéticamente sencillo y elocuente con respecto al tipo
de problema que estamos considerando: marcha sobre el gobierno directorial al frente de un ejército
federal, autoproclamado arti- guista, con la misión de derrotarlo para imponer la declaración de
guerra a Portugal y comenzar a organizar la confederación. Luego del triunfo, desconoce ambos
mandatos, acuerda con Buenos Aires —de donde recibe cierta cantidad de armas— el pacto de Pilar,
por el cual Artigas acaba transformado en “el capitán general de la Banda Oriental”, al que se le
informará lo acordado por si quiere suscribirlo. Qué podía decir Artigas, más que señalar que los
fines del Tratado celebrado “por V.S. sin mi autorización ni conocimiento no han sido otros que
confabularse con los enemigos de los pueblos libres...”.
 Tal vez en este debate postrero entre el jefe oriental y su más inmediato aliado en el litoral argentino
se encuentre la esencia de aquella acritud que señalamos al comienzo, al sugerir que la clave de la
aparente radicalización del accionar de Artigas se hallaba en la persistencia de los objetivos
consagradosen abril de 1813, a pesar de la variación de las circunstancias.
 De aquí surge la falta de flexibilidad política que, a mi juicio equivocadamente, se atribuye a
Artigas, al confundirse las tácticas —siempre movibles, de acuerdo con dichas circunstancias— con
los principios, que en este y otros casos resultaron inamovibles. Eso es, por fin, lo que se explícita,
cuando sin ningún lugar a réplica, el jefe oriental devela ante Ramírez la lógica que explica buena
parte del ciclo artiguista: “Mi interés no es otro que el de la causa; si es injusta en sus principios no
debió usted haberla adoptado”.10
 En este contexto, la inviabilidad histórica del artiguismo postulada por algunas voces dentro y fuera
del ámbito académico, no resulta demasiado diferente de la atribuida a la posibilidad de transformar
el mundo, eliminar el imperialismo, o construir una sociedad socialista.
 Un puro recurso en las luchas políticas e ideológicas contemporáneas, una expresión de deseos, y
una simple contingencia momentánea, producto de una correlación de fuerzas adversa.
Afortunadamente, las derrotas no significan más que el resultado de batallas puntuales dentro de una
guerra que, con nuevos y renovados protagonistas, a todas luces continúa y continuará.

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