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POLÍTICA
PRÓLOGO
Mis estudios profesionales eran los de jurisprudencia, de la que, sin embargo, sólo me preocupé
como disciplina secundaria, junto a la filosofía y la historia. En 1842-1843, siendo redactor de
“Gaceta Renana” me vi por primera vez en el trance difícil de tener que opinar sobre los
llamados intereses materiales. Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la
parcelación de la propiedad de la tierra, la polémica oficial mantenida entre el señor von
Schaper, por entonces gobernador de la provincia renana, y Gaceta Renana acerca de la situación
de los campesinos de Mosela y, finalmente, los debates sobre el librecambio y el proteccionismo,
fue lo que me movió a ocuparme por primera vez de cuestiones económicas. Por otra parte, en
aquellos tiempos en que el buen deseo de “ir adelante” superaba en mucho el conocimiento de la
materia, “Gaceta Renana” dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, tañido
de un tenue matiz filosófico. Yo me declaré en contra de ese trabajo de aficionados, pero
confesando al mismo tiempo sinceramente, en una controversia con la “Gaceta General” de
Ausburgo que mis estudios hasta ese entonces no me permitían aventurar ningún juicio acerca
del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas. Con tanto mayor deseo aproveché
la ilusión de los gerentes de “Gaceta Renana”, quienes creían que suavizando la posición del
periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada contra él, para
retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio.
Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica
de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales
francoalemanes”, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que,
tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas
ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las
condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los
ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la
sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En Bruselas a donde me trasladé a
consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor Guizot proseguí mis estudios de
economía política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez
obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de
su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su
voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y
política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de
producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en
general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser
social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las
fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de
producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las
fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de
revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda
la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que
distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de
producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las
formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas
ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y
del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos
juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario,
hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto
existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna
formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben
dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las
condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua.
Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque,
mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo
menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos,
podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la
sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las
relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de
producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo
que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas
que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales
para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la
prehistoria de la sociedad humana.
Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas desde la
publicación de su genial bosquejo sobre la crítica de las categorías económicas (en los Deutsch-
Französische Jahrbücher), había llegado por distinto camino (véase su libro La situación de la
clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se
estableció también en Bruselas, acordamos elaborar en común la contraposición de nuestro punto
de vista con el punto de vista ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar cuentas con
nuestra conciencia filosófica anterior. El propósito fue realizado bajo la forma de una crítica de
la filosofía poshegeliana. El manuscrito -dos gruesos volúmenes en octavo- ya hacía mucho
tiempo que había llegado a su sitio de publicación en Westfalia, cuando nos enteramos de que
nuevas circunstancias imprevistas impedían su publicación. En vista de eso, entregamos el
manuscrito a la crítica roedora de los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal:
esclarecer nuestras propias ideas, ya había sido logrado. Entre los trabajos dispersos en que por
aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el
Manifiesto del Partido Comunista escrito conjuntamente por Engels y por mí, y un Discurso
sobre el librecambio, publicado por mí. Los puntos decisivos de nuestra concepción fueron
expuestos por primera vez científicamente, aunque sólo en forma polémica, en la obra Miseria de
la filosofía, etc., publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon. La publicación de un
estudio escrito en alemán sobre el Trabajo asalariado, en el que recogía las conferencias que
había dado acerca de este tema en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas, que interrumpida
por la revolución de febrero, que trajo como consecuencia mi alejamiento forzoso de Bélgica.
La publicación de la “Nueva Gaceta Renana” (1848-1849) y los acontecimientos posteriores
interrumpieron mis estudios económicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres. El
enorme material sobre la historia de la economía política acumulado en el British Museum, la
posición tan favorable que brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa y,
finalmente, la nueva etapa de desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro
en California y en Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome
paso, de un modo crítico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios a veces me llevaban
por sí mismos a campos aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme durante más o
menos tiempo. Pero lo que sobre todo reducía el tiempo de que disponía era la necesidad
imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer periódico
anglo-americano, el New York Daily Tribune, me obligaba a desperdigar extraordinariamente
mis estudios, ya que sólo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa
correspondencias propiamente dichas. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos
económicos más salientes de Inglaterra y del continente formaba una parte tan importante de mi
colaboración, que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles de carácter
práctico situados fuera de la órbita de la verdadera ciencia de la economía política.
Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la economía política tiende
simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mucho
que choquen con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos años
de concienzuda investigación. Pero en la puerta de la ciencia, como en la del infierno, debiera
estamparse esta consigna:
Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ej., en la economía, por
la población en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela [como] falso.
La población es una abstracción si dejo de lado, p. ej., las clases de que se compone. Estas clases son, a su
vez, una palabra huera si desconozco los elementos sobre los cuales reposan, p. ej., el trabajo asalariado,
el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc . El capital, por
ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precios, etc. Si comenzara, pues, por la
población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más, llegaría
analíticamente a conceptos cada vez más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender el viaje
de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un
conjunto, sino una rica totalidad de múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que
siguió históricamente la economía política naciente. Los economistas del siglo XVII, p. ej., comienzan
siempre por el todo viviente, la población, la nación, el estado, varios estados, etc.; pero terminan siempre
por descubrir, mediante el análisis, un cierto número de relaciones generales abstractas determinantes,
tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que esos momentos fueron más o
menos fijados y abstraídos, comenzaron [a surgir] los sistemas económicos que se elevaron desde lo
simple – trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio- hasta el estado, el cambio entre las
naciones y el mercado mundial. Esto último es, manifiestamente, el método científico correcto. Lo
concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad en lo diverso.
Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, y, en
consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación. En el primer camino, la
representación plena es volatilizada en una determinación abstracta; en el segundo,
1Este texto fue publicado originalmente dentro de los Elementos fundamentales para la crítica de la Economía
Política. Los Grundisse constituyen la primera síntesis de las investigaciones que Marx iniciara en noviembre de
1850, en Londres, cuando después de la derrota de la revolución de 1848 se retira de la escena pública para reanudar
sus anteriores estudios de economía.
las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento.
He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento que,
partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo,
mientras que el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo
la manera de apropiarse de lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual.
Pero esto no es de ningún modo el proceso de formación de lo concreto mismo. Por ejemplo, la categoría
económica más simple, como p. ej. el valor de cambio, supone la población, una población que produce
en determinadas condiciones, y también un cierto tipo de sistema familiar o comunitario o político, etc.
Dicho valor no puede existir jamás de otro modo que bajo la forma de relación unilateral y abstracta de un
todo concreto y viviente ya dado. Como categoría, por el contrario, el valor de cambio posee una
existencia antediluviana. Por lo tanto, a la conciencia, para la cual el pensamiento conceptivo es el
hombre real y, por consiguiente, el mundo pensado es como tal la única realidad –y la conciencia
filosófica está determinada de este modo-, el movimiento de las categorías se le aparece como el
verdadero acto de producción (el cual, aunque sea molesto reconocerlo, recibe únicamente impulso desde
el exterior) cuyo resultado es el mundo; esto es exacto en la medida en que –pero aquí tenemos de nuevo
una tautología- la totalidad concreta, como totalidad del pensamiento, como un concreto del pensamiento,
es in fact2 un producto del pensamiento y de la concepción, pero de ninguna manera es un producto del
concepto que piensa y se engendra a sí mismo, desde fuera y por encima de la intuición y de la
representación, sino que, por el contrario, es un producto del trabajo de elaboración que transforma
intuiciones u representaciones en conceptos. El todo, tal como aparece en la mente como todo del
pensamiento, es un producto de la mente que piensa y que se apropia el mundo del único modo posible,
modo que difiere de la apropiación de ese mundo en el arte, la religión, el espíritu práctico. El sujeto real
mantiene, antes como después su autonomía fuera de la mente, por lo menos durante el tiempo en que el
cerebro se comporte únicamente de manera especulativa, teórica. En consecuencia, también en el método
teórico es necesario que el sujeto, la sociedad, esté siempre presente en la representación como premisa.
Pero estas categorías simples, ¿no tienen una existencia histórica o natural autónoma, anterior a las
categorías concretas? Ça depende3. Por ejemplo, Hegel tiene razón en comenzar la filosofía del derecho
con la posesión4, ya que constituye la relación jurídica más simple del sujeto. Peor no existe posesión
antes de la familia o de las relaciones de dominación y servidumbre, que son relaciones mucho más
concretas. En cambio, sería justo decir que existen familias, tribus, que se limitan a poseer, pero que no
tienen propiedad. Frente a la propiedad, la relación de simples comunidades de familias o de tribus
aparece como la categoría más simple. En la sociedad de un nivel más elevado la propiedad aparece como
la relación más simple dentro de una organización desarrollada. Pero el sustrato más 5 concreto, cuyo
vínculo es la posesión, está siempre supuesto. Puede imaginarse un salvaje aislado que sea poseedor. Pero
en este caso la posesión no es una relación jurídica. No es exacto que la posesión evolucione
históricamente hacia la familia. Por el contrario, ella presupone
2 En los hechos
3 Depende, según.
4 Cf. Hegel, Filosofía del derecho, 40.
5 “konkretere”; edic. 1939, “konkrete” (“concreto”).
siempre esta “categoría jurídica más concreta”6. Sin embargo, quedaría siempre en pie el hecho de que
las categorías simples expresan relaciones en las cuales lo concreto no desarrollado pudo haberse
realizado sin haber establecido aún la relación o vínculo más multilateral, que se expresa espiritualmente
en la categoría más concreta; mientras que lo concreto más desarrollado conserva esta misma categoría
como una relación subordinada. El dinero puede existir y existió históricamente antes que existiera el
capital, antes que existieran los bancos, antes que existiera el trabajo asalariado. Desde este punto de
vista, puede afirmarse que la categoría más simple puede expresar las relaciones dominantes de un todo
no desarrollado o las relaciones subordinadas de un todo más desarrollado, relaciones que existían ya
históricamente antes de que el todo se desarrollara en el sentido expresado por una categoría más
concreta. Sólo entonces el camino del pensamiento abstracto, que se eleva de lo simple a lo complejo
podría corresponder al proceso histórico real.
Por otra parte, puede decirse que existen formas de sociedad muy desarrolladas, y sin embargo
históricamente inmaduras, en las que se encuentran las formas más elevadas de la economía –p. ej., la
cooperación, una división desarrollada del trabajo, etc.- sin que exista tipo alguno de dinero, como por
ejemplo en el Perú7.
También en las comunidades eslavas el dinero y el intercambio que lo condiciona no aparecen o lo hacen
muy raramente en el seno de cada comunidad, mientras que aparecen en cambio en sus confines, en el
tráfico con otras comunidades; de allí que sea en general erróneo situar el cambio en el interior de las
comunidades como el elemento constitutivo originario. Al principio aparece más bien en la relación de las
diversas comunidades entre sí, antes que en las relaciones de los miembros en el interior de una misma y
única comunidad. Además: aunque el dinero haya desempeñado desde muy temprano un papel múltiple,
sin embargo, como elemento dominante, pertenece en la antigüedad sólo a naciones unilateralmente
determinadas, a naciones comerciales. Y hasta en la antigüedad más culta, entre los griegos y los
romanos, sólo en el período de su disolución alcanza el dinero su pleno desarrollo, el cual en la moderna
sociedad burguesa constituye un presupuesto. Esta categoría totalmente simple aparece históricamente en
toda su plena intensidad sólo en las condiciones más desarrolladas de la sociedad. Pero de ninguna
manera impregna todas las relaciones económicas. Por ejemplo, el impuesto en especie y las prestaciones
en especie continuaron siendo el fundamento del Imperio Romano en su punto de mayor desarrollo. Allí,
el sistema monetario propiamente dicho sólo se había desarrollado completamente en el ejército. Jamás
llegó a dominar la totalidad de la esfera del trabajo. De modo que, aunque la categoría más simple haya
podido existir históricamente antes que la más concreta, en su pleno desarrollo intensivo y extensivo
ella puede pertenecer sólo a una forma social compleja, mientras que la categoría más concreta se hallaba
plenamente desarrollada en una forma social menos desarrollada.
El trabajo parece ser una categoría totalmente simple. También la representación del trabajo en su
universalidad –como trabajo en general- es muy antigua. Y sin embargo, considerado en esta simplicidad
desde el punto de vista económico, el “trabajo” es una categoría tan moderna como las relaciones que dan
origen a esta abstracción simple. El monetarismo, p- ej., pone todavía, de un modo completamente
objetivo, la riqueza en el dinero, como cosa exterior a sí misma. Frente a este punto de vista se dio un
gran progreso cuando el sistema manufacturero o
6 Ibídem, 32 y 33.
7Cf. W.H. Prescott, History of the Conquest of Peru, vol. I. London 1850, libro primero [Historia de la conquista
del Perú, Kramer Editor. Buenos Aires, 1944, pp. 1-82] Extractos en el cuaderno londinense VIII.
comercial transfirió la fuente de la riqueza del objeto a la actividad subjetiva, al trabajo comercial o
manufacturero, pero concibiendo todavía esta actividad siempre bajo el aspecto limitado de una actividad
productora de dinero. Frente a este sistema, [[se produjo otro progreso con]] el sistema fisiocrático que
considera como creadora de la riqueza una forma determinada de trabajo –la agricultura- y concibe el
objeto mismo no ya bajo el disfraz del dinero, sino como producto en general, como resultado general del
trabajo. Todavía este producto, en razón de la naturaleza limitada de la actividad, es siempre un producto
determinado de la naturaleza, un producto agrícola, un producto par excellence de la tierra.
Un inmenso progreso se dio cuando Adam Smith rechazó todo carácter determinado de la actividad
creadora de riqueza considerándola simplemente como trabajo: ni trabajo manufacturero, ni trabajo
comercial, ni agricultura, sino tanto uno como otro. Con la universalidad abstracta de la actividad
creadora de la riqueza, se da al mismo tiempo la universalidad del objeto determinado como riqueza,
como producto en general, o, una vez más, [[como] trabajo en general, pero como trabajo pasado,
objetivado. La dificultad o importancia de esta transición la prueba el hecho de que el mismo Adam
Smith vuelve a caer de cuando en cuando en el sistema fisiocrático.
Podría parecer ahora que de este modo se habría encontrado simplemente la expresión abstracta de la
relación más simple y antigua, en que entran los hombres en tanto productores, cualquiera que sea la
forma de la sociedad. Esto es cierto en un sentido. Pero no en el otro. La indiferencia frente a un género
determinado de trabajo supone una totalidad muy desarrollada de géneros reales de trabajos, ninguno de
los cuales predomina sobre los demás. Así, las abstracciones más generales surgen únicamente allí donde
existe el desarrollo concreto más rico, donde un elemento aparece como lo común a muchos, como
común a todos los elementos. Entonces, deje de poder ser pensado solamente bajo una forma particular.
Por otra parte, esta abstracción del trabajo en general no es solamente el resultado intelectual de una
totalidad concreta de trabajos. La indiferencia por un trabajo particular corresponde a una forma de
sociedad en la cual los individuos pueden pasar fácilmente de un trabajo a otro y en la que un género
determinado de trabajo es para ellos fortuito y, por lo tanto, indiferente. El trabajo se ha convertido
entonces, no sólo en cuanto categoría, sino también en la realidad, en el medio para crear la riqueza en
general y, como determinación, ha dejado de adherirse al individuo como una particularidad suya. Este
estado de cosas alcanza su máximo desarrollo en la forma más moderna de sociedad burguesa, en los
Estados Unidos. Aquí, pues, la abstracción de la categoría “trabajo” el “trabajo en general”, el trabajo
sans phrase, que es el punto de partida de la economía moderna, resulta por primera vez prácticamente
cierta. De este modo, la abstracción más simple que la economía moderna coloca en el vértice, y que
expresa una relación antiquísima y válida para todas las formas de sociedad, se presenta no obstante como
prácticamente cierta en este [[grado de]] abstracción sólo como categoría de la sociedad moderna. Podría
decirse que aquello que en los Estados Unidos se presenta como un producto histórico –me refiero a esta
indiferencia ante un trabajo determinado-, entre los rusos, por ejemplo, se presenta como una disposición
natural. Pero, en primer lugar, existe una diferencia enorme entre bárbaros con disposición para ser
empleados en cualquier cosa y civilizados que se dedican ellos mismos a todo. Además, entre los rusos, a
esta indiferencia hacia el carácter determinado del trabajo corresponde la sujeción tradicional a un trabajo
enteramente determinado, del que sólo pueden arrancarlos las influencias exteriores.
Este ejemplo del trabajo muestra de una manera muy clara cómo incluso las categorías más abstractas, a
pesar de su validez –precisamente debida a su naturaleza abstracta- para todas las épocas, son no obstante,
en lo que hay de
determinado en esta abstracción, el producto de condiciones históricas y poseen plena validez sólo para
estas condiciones y dentro de sus límites.
Como en general en toda ciencia histórica, social, al observar el desarrollo de las categorías económicas
hay que tener siempre en cuenta que el sujeto –la moderna sociedad burguesa en este caso- es algo dado
tanto en la realidad como en la mente, y que las categorías expresan por lo tanto formas de ser,
determinaciones de existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad determinada, de este sujeto, y
que por lo tanto, aun desde el punto de vista científico, su existencia de ningún modo comienza en el
momento en que se comienza a hablar de ella como tal. Este hecho debe ser tenido en cuenta porque
ofrece elementos decisivos para la división [[de nuestro estudio]]. Nada parece más natural, por ejemplo,
que comenzar por la renta del suelo, la propiedad de la tierra, desde el momento que se halla ligada a la
tierra, fuente de toda existencia, así como a la primera forma de producción de todas las sociedades más o
menos estabilizadas: la agricultura. Y sin embargo, nada sería más erróneo. En todas las formas de
sociedad existe una determinada producción que asigna a todas las otras su correspondiente rango [e]
influencia, y cuyas relaciones por
8 Con indulgencia
lo tanto asignan a todas las otras el rango y la influencia. Es una iluminación en la que se bañan todos los
colores y [que] modifica las particularidades de éstos. Es como un éter particular que determina el peso
específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve. Entre los pueblos pastores, por
ejemplo (los pueblos dedicados exclusivamente a la caza y a la pesca están fuera de la esfera donde
comienza el verdadero desarrollo). Existe entre ellos cierta forma esporádica de agricultura. De ese modo
se determina la propiedad de la tierra. Esta propiedad es común y conserva esta forma en mayor o menor
grado según que esos pueblos están más o menos adheridos a sus tradiciones, por ejemplo la propiedad
comunal entre los esclavos. Entre los pueblos que practican la agricultura sedentaria –esta sedentariedad
es ya un gran paso-, donde ésta predomina como en la sociedad antigua y feudal, la propia industria y su
organización, y las formas que de propiedad que le corresponden, tienen en mayor o menor medida el
carácter de propiedad de la tierra. [[La industria]] depende completamente de la agricultura, como entre
los antiguos romanos, o bien, como en el Medievo, reproduce en la ciudad y en sus relaciones la
organización rural. En el Medievo, el capital mismo –en la medida en que no es simplemente capital
monetario-, como instrumental artesanal tradicional, etc., tiene dicho carácter de propiedad de la tierra. En
la sociedad burguesa ocurre lo contrario. La agricultura se transforma cada vez más en una simple rama
de la industria y es dominada completamente por el capital. Lo mismo ocurre con la renta del suelo. En
todas las formas en las que domina la propiedad de la tierra la relación con la naturaleza es aún
predominante. En cambio, en aquellas donde reina el capital, [[predomina]] el elemento socialmente,
históricamente, creado. No se puede comprender la renta del suelo sin el capital, pero se puede
comprender el capital sin la renta del suelo. El capital es la potencia económica, que lo domina todo, de la
sociedad burguesa. Debe constituir el punto de partida y el punto de llegada, y debe considerársele antes
que la propiedad de la tierra.
Una vez que ambos hayan sido considerados separadamente, deberá examinarse su relación recíproca.
En consecuencia, sería impracticable y erróneo alinear las categorías económicas en el orden en que
fueron históricamente determinantes. Su orden de sucesión está, en cambio, determinado por las
relaciones que existen entre ellas en la moderna sociedad burguesa, y que es exactamente el inverso del
que parece ser su orden natural o del que correspondería a su orden de sucesión en el curso del desarrollo
histórico. No se trata de la posición que las relaciones económicas asumen históricamente en la sucesión
de las distintas formas de sociedades. Mucho menos de su orden de sucesión “en la idea” ( Proudhon)
(una representación nebulosa del movimiento histórico), Se trata de su articulación en el interior de la
moderna sociedad burguesa.
La pureza (el carácter determinado abstracto) con que los pueblos comerciantes –fenicios, cartagineses-
se presentan en el mundo antiguo, está dada precisamente por el predominio de los pueblos agricultores.
El capital, como capital comercial o monetario, se presenta justamente bajo esta forma abstracta, allí
donde el capital no es todavía el elemento dominante de las sociedades. Los lombardos, los judíos,
ocupan la misma posición respecto a las sociedades medievales dedicadas a la agricultura.
Otro ejemplo de las distintas posiciones que ocupan las mismas categorías en los diversos estados de la
sociedad: una de las más recientes instituciones de la sociedad burguesa, las joint-stock-companies9.
Aparecen, no obstante, también en sus
9 Sociedades por acciones.
7
''EL METODO DE LA ECONOMIA POLITICA'' DE KARL MARX
PRIMERAS REFLEXIONES
A MODO DE ACLARACION
El interés por desentrañar el trabajo de Marx "El método de la Economía Política" puede
afirmarse que se inicia entre los años 80-82 al amparo de la cátedra de Metodología de la
Investigación y de las discuciones sostenidas con el Dr. Emilio de Ipolla, docente de dicha
asignatura en la Maestría en Ciencias Sociales de la FLACSO-México.
Es a partir de sus ácidos comentarios que fuimos penetrando en la compleja trama del
método y en las diferentes, podríamos decir con mas propiedad opuestas, interpretaciones
que el texto ha dado lugar.
En este sentido, es más apropiado hablar de primeras reflexiones, en algunos casos, previas
al propio análisis del texto evitando, coherente con el objetivo propuesto, la polémica a que
ha dado lugar.
La idea que nos ha guiado es abrir el camino a la comprensión del texto, aunque los
alumnos no debieran olvidar que ésta es también una lectura, una interpretación, en la que
han dejado su huella, como no puede ser de otra manera, en mayor o menor medida
algunos de los estudiosos de Marx.
Se trata, por lo tanto, de un trabajo preliminar y por tanto inconcluso en un doble sentido.
Por que no hay térm ino en la búsqueda de la comprensión y porque el trabajo pretende ser
completado con una segunda parte que profundice los problemas mencionados y analice
otros que no se han considerado, a la luz de la polémica, para con posterioridad volver al
texto, esperamos que enriquecidos por los diversos aportes.
1. Consideraciones generales
Antes de introducimos en el análisis del escrito de Marx "El método de la Economía Política"
consideramos pertinentes puntualizar cuatro aspectos a modo de introducción.
En este sentido nos parece apropiado rescatar algunas de las apreciaciones que con
referencia al método de Marx plantean diversos autores.
..."En la presente obra nos proponemos investigar el régimen capitalista de producción y las
relacciones de producción y circulación que a él corresponden..."
Es decir, las leyes que rigen y explican el desarrollo del Modo de Producción Capitalista. En
este sentido adelántandonos a lo que vamos a mencionar más adelante, no puede ser
confundido con el proceso de desarrollo capitalista tal como se presenta en las distintas
sociedades concretas.
Retomando lo indicado, el método que nos plantea Marx se diferenciaría del enfoque
teórico-metodológico positivista, en cualquiera de sus versiones, para el cual "el método
consiste en una serie de reglas que pueden aplicarse indistintamente a cualquier objeto.
O sea, mientras en el enfoque de Marx se prioriza el objeto a investigar, al punto que será
éste quien defina el método, desde la óptica positivista se fetichiza el método siendo
indiferente el objeto de estudio.
Esto quiere decir que la sociedad capitalista que analiza Marx puede ser estudiada desde
otras dimensiones, por ejemplo, como sociedad industrial.
Esta última óptica implica ver la sociedad capitalista a partir del desarrollo tecnológico de un
sector y no a partir de las relaciones sociales que se dan entre los agentes productivos.
3. En relación al método Marx distingue entre método de investigación y múodo de
exposición. Al respecto encontramos la siguiente referencia.
Se trataría, según nuestra opinión, de dos momentos en los que la abstracción como
operación mental permitiría diferenciar y aislar las relaciones esenciales y al mismo tiempo
reconstruir el todo a partir de la concatenación de dichas relaciones.
En este sentido, cuando nos preguntamos acerca del método que nos propone Marx,
deberíamos entender una cierta manera lógica y epistemológicamente sustentada de guiar
un proceso que desenbocaría en la apropiación cognoscitiva del objeto real.
"...Comencé El Capital para mi, siguiendo en sus capítulos un orden inverso (comenzando
por la tercera parte, la parte histórica) al que es presentado al público, con la sola
restricción de que el primer volumen -con el que me había metido en último término- quedó
inmediatamente preparado para la imprenta, mientras que los otros dos se han quedado en
su forma desvastada, que es, al principio, la de toda investigación..." (cit por Rochabrum,
pag.7)
- 108-
al texto es la confusión en que han incurrido algunos autores no distinguiendo entre Modo
de Producción Capitalista y proceso de desarrollo capitalista concreto que se ha dado en
c~da sociedad.
Son estas formas concretas de combinación lo que nos interesa conocer ya que a través de
una complejidad de mediaciones se manifiestan, como dice Mandel, las "leyes abstractas"
del Modo de Producción Capitalista.
La Introducción del 57 (de la cual forma parte el método) precede, en cuanto momento de
producción, a sus obras "Contribución a la crítica de la economía política" y a "El Capital" y
es un esbozo del plan que Marx se proponía desarrollar y que posteriormente fué modificado
por el propio autor.
Decíamos, que a pesar del malestar de Curri ante las interminables discuciones a las que ha
que dado lugar el texto, se le podría criticar el caer en la misma trampa polémica a la que
hace referencia.
Estas consideraciones nos llevan a reflexionar que si bien en el texto no se hace referencia a
un objeto de investigación concreto, éste correspondería al objeto de los Grundrisse y por
tanto de "El Capital"
Esto no implica negar la obscuridad de algunos de sus párrafos y hasta cierta ambiguedad,
que ha dado lugar a distintas interpretaciones y controversias al interior de los propios
marxistas.
No creemos que sea suficiente plantear que la relación es una relación de conocimiento, en
el sentido que el concreto de pensamiento es la apropiación cognoscitiva del conreto real a
través de la abstracción.
Preguntarse por la relación implica a su vez interrogarse acerca de que entendemos por
abstracción, como proceso del pensamiento y como categoría epistemológica.
Si bién, son varios y complejos los problemas que nos presenta el texto e íntimamente
relacionados, el que mas controversias ha provocado, es el del punto de partida del método
y su encadenamiento.
Priorizaremos este aspecto, que aparece como el eje conductor, por el objetivo que nos
hemos propuesto, aunque insistimos en la dificultad de aislarlo del conjunto de la
problématica a la que nos enfrenta Marx.
"Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ejemplo,
en la economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción
en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela [como]
falso.... Si comenzará, pués, por la población, tendría una representación caótica del
conjunto y precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más
simples;..." (pag.SO)
Es decir, partir de lo que parece real y concreto es un camino erróneo porque desde el
punto de vista del conocimiento "tendríamos una representación caótica del todo"
Y continúa:
"...de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar
las determinaciones más simples. ..."(pag. 50)
Por lo tanto, el camino correcto parecería ser partir del concreto representado (de las
imágenes que tengo de la realidad) y por abstracción llegar a descubrir las categorías mas
simples.
Y agrega:
...''LLegado a este punto, habría que emprender el viaje de retomo hasta dar de nuevo con
la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto sino una
rica totalidad con múltiples determinaciones y relacio-nes."...(pag. 50)
Este concreto es el concreto pensado que permite el conocimiento del concreto real. Como
indicamos anteriormente, constituye la apropiación cognoscitiva del concreto real.
Marx atribuye el primer camino a la economía del siglo XVIII y el segundo a los "sistemas
económicos que se elevaron de lo simple -trabajo, división del trabajo,necesidad, valor de
cambio- hasta el estado, el cambio entre las naciones y el mercado mundial". (pag.51)
Sin entrar en la discución, que muchas veces, a pesar de la oscuridad con que
se presenta, parece haber reducido todo el problema a este última frase no podemos dejar
de mencionar las reflexiones de Mandel al respecto.
1a Es erróneo descontextualizar la frase e ignorar como Marx llega a esta afirmación, ya que
de acuerdo a los párrafos citados lo concreto no es sólo el objetivo del conocimiento sino
también el punto de partida.
2a Retomando a Lenin, Mandel dirá que avanzar de lo abstracto a lo concreto requiere del
pasaje de lo concreto a lo abstracto, ya que en este paso previo se llega a lo abstracto a
través del análisis que nos permite distinguir las relaciones determinantes de lo concreto.
Separar estos dos momentos equivaldría a romper "la unidad de los dos procesos de análisis
y síntesis". (pag.15)
Nos hemos detenido en este punto por lo que indicábamos, desentrañar el punto de partida
del método que ha sido y sigue siendo el aspecto mas controversia! del texto.
¿Ahora bien, en que medida las reflexiones epistemológicas del texto dan cuenta del método
en acción? Creemos que un análisis de "El Capital" perm itiría entender mejor el
planteamiento metódico que Marx expone en el acápite referido al método.
Un análisis de la obra no sólo excedería los ojetivos de esta guía, sino tambien nuestras
posibilidades, sin embargo, a modo de ejemplo podemos señalar lo siguiente:
En este sentido, no sólo respeta lo planteado por Marx en relación al método de exposición,
sino también el proceso de elevarse de lo abstracto a lo concreto: la concatenación de las
determinaciones más simples que permiten la reconstrucción del todo a nivel del
pensamiento.
Parecería, por lo tanto, correcto afirmar que esto es sólo posible si avanzamos del concreto
representado hacia las determinaciones más simples. Es decir, de las representaciones
fenoménicas hacia el descubrimiento de los nexos esenciales, de lo concreto a lo abstracto.
Creemos por conveniente avanzar hasta aquí en nuestras primeras reflexiones. Sin
embargo, consideramos conveniente plantear lo siguiente:
Así, por ejemplo, en el" 18 Brumario de Luis Bonaparte" en el que se analiza una coyuntura,
un proceso de corto plazo, lo concreto mas concreto, el órden de exposición no es el mismo.
El texto se refiere a lo que, según Marx, aconteció en Francia entre 1848-1852. O sea,
relata acontecimientos, hechos singulares, únicos, irrepetibles.