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Introduccién NRE los personajes de nuestra literatura que han pasado a for- EX parte de la cultura universal —don Quijote, Celestina, Lazarillo...— don Juan ocupa un puesto de excepcion, Simbolo de la seduccién amorosa, de la arrogancia y el cinismo, la figura del burlador creada por Tirso de Molina en el siglo xvi habria de convertirse en tema de otras muchas obras, objeto de variadas in- lerpretaciones, personaje mitico, parte del acervo cultural, cita obligada en los teatros durante los primeros dias de noviembre. La popularidad del personaje ha dejado asimismo su huella en nues- ua lengua y, tal como ocurre con los términos «quijote» y «celes- tina», las palabras «tenorio», «donjuan» —y sus derivados «don- Juanismo» y «donjuanesco»— tienen su entrada correspondiente en los diccionarios al uso. 1. Breve historia de un personaje. Tirso, Zamora, Espronceda __ Para cualquier espafiol actual, el nombre de don Juan Teno- "lo va unido inseparablemente al de José Zorrilla, el autor roman- Uco que dio vida al personaje en el siglo xix. Su don Juan es, sin lugar a dudas, el don Juan por excelencia. Sin embargo, el dra- ™Maturgo vallisoletano no fue el creador de este personaje que te- nla tras de si, cuando él lo llev6 a los escenarios, mas de dos si- (3) remeron cams & - pte YAU MUCHO ms ty 7 D0 a ) “ enuda de don Jean, ampliamente estudiag, | me’ Dor byt tes EN. NUMETOSOS For if a ' OS TOMANCES aninings ae pisomas ¥ consehts transmitides deform gS en donde pueden rastrears al unas. 4 ctita otras, en donde pueden rastrearse los ori Nas j, Los textos iadicionales hablan, por uma pyr 8 jutos, procaces y libertinos, diestros en requeby. & mo, e pore, de cass de gales frvoos y burr AM hacer escarnio de los muertos asistiendo a cenas mracahy * as gue compartian mesa con una calavera. La tradicion ont st . pues. los elementos fundamentales que habrian de u por primera vez en el drama de Tirso. Pero no debe Olvidarse don Juan no es solo un persongje literario, sino ante todo unt humano tan antiguo como la propia humanidad. E] empetio sefialar modelos historicos concretos —el caso del seductor a llano Miguel de Manara es el que con mas frecuencia se ha su; rido, a pesar de que nacié cuando seguramente Tirso ya habia crito su drama— resulta en gran medida superfluo. El tipo del: burlador de mujeres ha existido siempre —recuérdese, por ejem- plo, como en el Quijote de 1605, en la aventura de los galeotes, aparece un estudiante condenado a galeras por haber engafiadoa ° cuatro mujeres—, y lo unico que faltaba era convertirlo en per- sonaje literario. Fue en 1630 cuando el mercedario fray Gabriel Téllez, Tirso de Molina, dio a la imprenta la primera versi6n literaria del mito tal como ha Ilegado hasta nosotros. No era, sin embargo, la pr- mera vez que un conquistador de mujeres aparecia en los escens- ios. El Infamador, de Juan de la Cueva; El rufidn dichoso, de Cer vantes; El esclavo del demonio, de Mira de Amescua, 0 La fant satisfecha, de Lope de Vega, han sido senaladas como ilustres a cedentes de un personaje al que Tirso dot6 de nombre ate Eldon Juan Tenorio creado por el mercedario se muestr@ ¥@ oo €l conquistador que, mediante el engatio y la burla, seduce a 4 nobles como a campesinas con promesas de amor q¥e aie (4) - esvaneareticams Isteoner ces sample. Pero cn la obra haty algo mas, Su propio titulo =~1 burla we de Sevilla y convidado de piedra— indica ya que aparecen alli ios motivos temnaticos diferentes. Y fue precisamente el unir la fie fqura del burlador de mujeres con la escena fantastica del convi dado de piedra lo que dio ocasion a su autor para poner de mani- festo como terminaba sus dias quien, desafiando al tiempo y a pies, dejaba para el final de su vida la conversion y se entregaba al placer mas inmediato. Su tragico final, pidiendo a gritos una con- fesion que no llega a tiempo, es la prueba mas clara de que Tirso queria dar a su obra un caracter cle ejemplaridad moralizante El «cuan largo me lo fidis» que don Juan Tenorio repite cada vez que alguien le habla de la muerte inevitable tendra su re- puesta adecuada cuando, en la cena final con la estatua del Co- mendador —el convidado de piedra— canten los musicos: «Ad- viertan los que de Dios / juzgan los castigos grandes, / que no hay plazo que no llegue / ni deuda que no se pague. / Mientras en el mundo viva, / no es justo que diga nadie, / “jQué largo me lo fiais!” / siendo tan breve el cobrarse.» Don Juan camina desde el principio hacia su perdicion. Y Tirso, que presenta al personaje como un ejemplo de pecadores, hace decir por dos veces al co- mendador la sentencia de la condenacion final: «Esta es justicia de Dios: / “Quien tal hace, que tal pague”» Aunque este caracter ejemplarizante se haya perdido en mu- chas versiones de la historia —Zornilla, como se vera, hace que el personaje se salve—, lo fundamental, lo que ha pervivido, es el tipo de hombre que seduce por el mero placer de la conquista, sin que le importe en absoluto dejar ultrajadas a sus victimas. Ha- Cia la mitad del drama de Tirso, don Juan se define a si mismo en €stos términos: Sevilla a voces me llama el Burlador; y el mayor gusto que en mi puede haber es burlar una mujer y dejarla sin honor. hs} —~ Zortilla conocia. desde luego, el drama de Tits INtiséis aos y escribio su Don Juan Tenorio dey in su propia confesion, a los ve 4 basindo. tin, tian di “ basindo SE Unig, en la obra del dramaturgo del siglo xvn y en una rehindie ici la misma hecha por Antonio de Zamora, MUY Poputay i & de Titso 1," arte modfcados: No hay place que no se campla nee se pague. El drama de Zamora, estrenado en 1714, enorme éxito popular. Mas acorde que el gustos de sus contemporaneos, el drama vertirse en pieza obligada de los ritos del representandose de manera periddica en viembre hasta que, ya en €poca romanti Don Juan de Zorvilla. Entre los numerosos tiempo, que tenia como titulo un par de vers ca, fue despla: ada por ef Puntos de contacto entre —No hay plazo... y Don Juan Tenorio— cabe destaca que Zamora, tal como haria después Zorri lador en un conquistador, ambas obras el hecho de lla, transforma al bur. siempre a la busca de aventuras amo- Tosas; aumenta el elemento sobrenatural respecto del original de Tirso y se aleja totalmente de este en cuanto al desenlace, y aunque no se declara abiertamente la salv: ybatece en la version romantica, si parece sugeritse. Ademis de las abundantes cuestiones de detalle en que coinciden la refundi- | cion y el drama de Zortilla, puede decirse que en Zamora estin ya perfiladas muchas de las caracteristicas que acabarian deli- niendo al don Juan romantico. Una rapida historia del Personaje de don Juan no puede pa- Sar por alto el nombre de Espronceda. En 1840, esto es, cuatro ahos antes de que Zorrilla estrenase su Don Juan Tenorio, otro de los grandes Tomanticos espanioles habia Publicado un largo poenta Tenone tulado El esuciante de Salamanca. De esegurido don juan Tenorio» —el primero es, Por supuesto, el burlador de Titso— a al comienzo de la obraa su protagonista, don ar, el estudiante que provocara la muerte pot ra tas seducirla y abandonatla, va que, acién por el amor que califica Espronced, Félix de Montem, cscareauv con CamS > erronuiccion rn el desarrollo del poema de Espronceda, una leyenda muy + ato romantico, el carter donjuianesco dle Montemar, que es dere domina al comienzo de la narracién, se ve progresiva- el que PP ituido por lo saténico de su actuacién. También en este ment Tradicional tema del burlador de mujeres se unis un nuevo a ento no menos tradlcional: el del personaje que presencia st propio entierro, tal como era conocido en diferentes leyendas po- Pare. Tal motivo seria aprovechado por Zora, quien, al fin de su drama, nos presenta a don Juan Tenorio oyendo las campa- nas que doblan por ély contemplando a lo lejos su propio entierro, Don Félix y dofia Elvira, los protagonistas de El estudiante de Salamanca, son arquetipos romanticos por excelencia. Como ro- jnantica es la absoluta libertad de composicion de que hace gala Espronceda en esta obra. La variedad formal del poema incluye, ademés de numerosos metros diferentes, una escena de corte tea- tral con abundantes acotaciones escénicas, como si de un drama se tratase, Tal escena —sus personajes y su ambiente— es muy similar a la que tiene lugar en la Hosterfa del Laurel, al comienzo del Don Juan Tenorio de Zorrilla. Casi al principio del poema esproncediano puede verse una rapida caracterizacion del personaje que pone de relieve sus ras- gos mas destacados. A modo de retrato del protagonista y en ter- cera persona, lo que en las obras teatrales sobre don Juan debemos deducir de su actuacion 0 de lo que los demas personajes dicen de 1 es presentado por Espronceda en una serie de versos octosila- bos que describen de manera resumida como es el estudiante: Segundo don Juan Tenorio, alma fiera e insolente, irteligioso y valiente, altanero y renidor. Siempre el insulto en los ojos, en los labios la ironia, nada teme y todo fia de su espada y su valor. 17] a cscarleauo con CamS AMEN x) MEDINA-BOCOS Cc de la mujer que corteja ‘on gastado, mola y hoy despreciénclola deja la que ayer se le rindio. Niel porvenir temié nunca, ni recuerda en lo pasado la mujer que ha abandonado nicl dinero que perdio. Ni vio el fantasma entre sueios del que maté en desafio, ni turbo jamas su brio recelosa prevision. Siempre en lances y en amores, siempre en baquicas orgias, mezcla en palabras impias un chiste a una maldicion En Salamanca famoso por su vida y buen talante, al atrevido estudiante le seftalan entre mil; fuero le da su osadia, le disculpa su riqueza, su generosa nobleza, su hermosura varonil. Que su arrogancia y sus viclos, caballeresca apostura, agilidad y bravura ninguno aleanza a igualar. Que hasta en sus crimenes mismos, en su impiedad y altiveza, pone un sello de grandeza don Félix de Montemar. (18) cscalleauo con CamS Intronvcenien x. Lo ue definen al es- judiante convienen punto por punto al personaje que Zorrilla in- bo de menos es que don Juan se Hlame ahora don jaderamente importante 5 que los rasgo: en rrertalizo pocos aos después en tino de los dramas mas recor vos de nuestta historia Hteraria. Titso, Zamora y Espronceda con hitos hispanos fundamentales en el desarrollo del personaje samortalizado por Zorrilla. Pero el tipo de don Juan, ya se ha di- cho, ¢s universal. Por eso mismo no debe extraiiar que fuera de rspaia sean también numerosas las obras que tienen a don Juan como protagonista. A alguna de estas obras hizo alusion Zorrilla al recordar cmo compuso su Don Juan Tenorio, bien es verdad que para negat su conocimiento de las mismas en el momento de escribir su drama, tarea que emprendi, segtin sus propias afir- aciones, «sin conocer ni Le festin de pierre, de Moliere, ni el pre- cioso libreto de Da Ponte, ni nada, en fin, de lo que en Alemania, Francia ¢ Italia habia escrito sobre la inmensa idea del libertinaje sacrilego personificado en un hombre: Don Juan», se lee en sus Recuerdos del tiempo viejo. Aludia Zorrilla coneretamente al Don Juan, o El festin de pie- dva, obra estrenada por Molitre en 1665, y a la pera Don Gio- vanni, compuesta por Mozart con libreto de Da Ponte, que se es- trené en Praga en 1787 y fue representada en Madrid en 1834. Nada decia, sin embargo, de otras obras concretas, englobadas bajo la afirmacion general de lo escrito en distintos paises euro- peos, y a las que la critica ha dedicado todo su esfuerzo rastrea- dor. Algunas de estas han merecido una marcada atencién por parte de los estudiosos. Asi, el Don Juan de Marana ou la chutte d'un ange, de Alejandro Dumas, padre, estrenada en Madrid en 1847, pero traducida por Garcia Gutiérrez, en 1839, antes del es- tueno de Don Juan Tenorio, y que ha dado lugar a una curiosa con- troversia sobre quién influy6 en quién, dado que en las primeras Versiones de Dumas don Juan se condenaba, mientras que en las @parecidas a partir de 1864 don Juan se salva. Les ames du Purga- ‘oir, un cuento largo publicado por Prosper Mérimée en 1834, y el drama Iirico de Blaze de Bury, Le souper chez le Commandeur, luo} cscareauo con CamS fo a Auinano Meina-Bocos aparecido también en 1834, han sido. asi como posibles inspiradoras del drama de Zorrilla, ms tas obras, quedan el Don Juan, en el que Byron tral : y 1823, ¢ incluso el Fausto de Goethe, cu se publics hasta 1856. En este rapido recorrido por la historia de don Juan sefialarse que el propio Zorrilla, antes de componer sy ie habia escrito algunas obras en las que aparece ya la figura aes ductor —Vivir loco y morir mas (1837), Fl Capitan Montoya y Mon garita la tornera (1840)—, lo que probaria que el tema le habia interesado a Zorrilla antes atin de atreverse a componer su yer. sion de Don Juan, a partir de otras obras con las que reconoce ex. plicitamente estar en deuda: las de Tirso de Molina y Antonio de Zamora. De la mano de Zorrilla, Don Juan Tenorio leg6 a los escena tios el 28 de marzo de 1844, tras una década de grandes conmo- Ciones politicas y de espléndidas creaciones literarias, Poniendo el broche de oro al periodo de esplendor del Romanticismo en Espafia. El gran acierto del dramaturgo vallisoletano consistié — y de esto era muy consciente el propio autor— en salvar al Don Juan tradicional, insertandolo en las ideas de su tiempo, conci- biendo el destino, a la manera cristiana, como un proceso abierto en el que la voluntad del individuo tiene mucho que decir, y ha- ciendo que esta salvacion sea la consecuencia del amor, encat- nado en la figura de dona Inés, personaje del que tan orgulloso se mostr6 siempre su creador. mismo ¢o, © dees, Te 1819 ” Patiala ng bajo en ya versié 2. El Romanticismo espanol En 1844 el movimiento romantico se encontraba en oe €n su momento de maximo apogeo y al tiempo caminaba st su fin. Entendido como un amplio movimiento, no solo sa “ que afect6 ala cultura y ala vida en toda Europa el Romantics? tuvo sus primeras manifestaciones en Alemania e Inglater™ [20] cscarleauy con CamS IntRopucetON economia, filosofia, religion. todos los aspects de la exis- ide ver el mundo Ante, politica, indumentaria Jos por esta nueva form Jp inestabilidad politica y economica, alla para desbancar al an- la Tlustracion y las en Europa 1 siglo 0H = mpc moda ¢ vaca maven’ vn un momento ¢ Tibra sw tiltima lismo dieciochesco, as por Francia, sucede acionalista y una mar- fueron ajenas las gue- es rene eurgida wo fa uarguest@ d uo regimen Al racional Be ceudockisicas impuest Jo irracional, el sentimiento ni posturas estas & las que no ti norms § iadefensa de cada gatofobia, oleonicas, ns doctrinas surgidas, ya se ha dicho, en ‘Alemania e inglaterr, saltaron a Francia ¥ desde alli se extendieron a Italia, akspaia y al resto de los patses europeos. Tres etapas pueden dis- fingairse en el desarrollo del movitniento roméntico en Europa: el premomanticismo de finales del siglo xvi (primeras manilesta- ciones en Alemania ¢ Inglaterra); el Romanticismo propiamente Sfeho (primera mitad del xtx) y It pervivencia del Romanticismo al tiempo que va implantindose la nueva estética realista. Con iscute, el movimiento romantico tuvo peculiaridades que nadie di Espana limites muy marcados y una curacién mas bien breve, Yeien nuestro pais el desarrollo de Ia Tustracion fue tardio, el del Romanticismo lo fue atin mas. Es cierto que el liberalismo poli- tio, aspecto fundamental de la época romantica, habia prendido en Espana entre las minorfas ilustradas de fines del xvi y fue el antifee de la Constitucién liberal de 1812, pero las especialles cir- cunstancias politicas —el reinado de Fernando VII— impidieron er poe ea solo u mia ala muerte de de oscurantismo absolutista, ene ee . tinica ampido por el breve paréntesis liberal de 1820-1823. eee “on en el clasicismo tuvo, sin embargo, algunos: reat mat ate nto época de despotismo fernandino. ae ee Se icolis Bohl de Faber y José Jonquin de Duran aeons a El Europeo, figuras como la de Agustin faron el triunfo del movimiento, un triunfo que ras nap Las nuevi CamS no se produjo, sin embargo, hasta que, muctto Fernang 4s « mtelectuales que debieron exiliarse entre jgye Vos van a regresar a Espatia y traen con ellos log y,.2 105 que coran por Europa 1a polémica sobre el teatro de Calderon que, desde Jo largo de varios alos, mantuvieron José Joaquin de consul aleman en Cadiz, Nicolas Bohl de poet ita Faber, fue rts primeras manifestaciones publicas acerca de las nuevas ideas * bye el arte, Desde posturas absolutistas, Bohl de Faber defenic, las ideas de Schlegel sobre el teatro espatiol, hace la apologia Fa nuevo arte irracionalista al margen de todas las reglas, y el en calderoniano acabara por convertirse en simbolo del espiritu es. pafol. El enfrentamiento entre los clasicistas y los partidarios de la nueva estética estallara con el estreno de los primeros dramas roménticos pero, a pesar de las resistencias que encontré en un principio, la libertad creativa acabaria por imponerse finalmente. Un nuevo hito en Ja reaccion anticlasica se produjo entre 1823 y 1824, restaurado ya el absolutismo tras el trienio liberal. Buenaventura Carlos Aribau y Ramon Lopez Soler, dos jovenes catalanes, comenzaron a editar un nuevo semanario. El Europeo, subtitulado «Revista de ciencias, literaturas y artes», acogio en sus paginas la publicacion de verdaderos manifiestos de la nueva estética, en los que se defiende el sentimentalismo, el medieva- lismo, la fantasfa creadora y la libertad formal. £n el surgimiento del Romanticismo espafiol cobra especial relieve la figura de Agustin Duran, decidido defensor de la «co- media espafiola» frente a la normativa de los clasicistas y que €" la misma linea de reivindicacion de la literatura nacional, em- prendié la edicion del romancero —recogido en cinco volume hes entre 1828 y 1832— al tiempo que subrayaba la importan- cia de Ja posta de tipo popular. Con todo, y sin restar importancia a todas estas ap ¢l triunfo del Romanticismo en Espana solo fue posibl los liberales Hegaron al poder tras la muerte de Fernando V Coincidiendo con momentos de gran inestabilidad politics rtaciones, le cuando le 122) Escaleauo cof ams Inerranvecton jaantes on el gobierno en el que se alternan moder Hetas, de ascenso de la gran burguesta enriquecida de desmantelamiento de instituciones bios am! srogres e) ' ssamortizacion, -as del antiguo régimen (la Inquisicién, la Mesta, los de tras applet ; enlemaien despegue econsmico ¢ industrial, sobre todo sorazgos:-) “ I ee fos danas romnticos triunfan en los escenarios alu 2 aoa de la teratera an subrayad las decsivas * encias que lt emigracién politica dle los aos 1823-1833 ja literatura, Autores como Martinez de la Rosa o el Du- c de Rivas, que escribian al dictado de las normas clasicistas gue ae io eaida de Espama, fueron quienes a su vuelta levaron 1 las primeras obras romadnticas. En 1834 se estrenaba, con gran éxito, La conjurac ion de Venecia, de Martinez de la Rosa. La obra, que estuvo en cartel durante quince dias (lo normal era ue s¢ dieran entre tres y cinco representaciones) fue aplaudida arr reservas por Larra, que ese mismo afto habia presentado su Macias En 1835 pudo verse en el Teatro del Principe el gran es- treno romantico, el Don Alvaro, del Duque de Rivas, del que se hicieron diecisiete representaciones. Cuando solo un afio des- és, en 1836, Garcia Gutiérrez hubo de salir al escenario tras el fxito de El trovador, inaugurando una costumbre que ha llegado hasta hoy, el enfrentamiento entre clasicistas y romanticos se sald6 rotundamemte a favor de estos tiltimos. A partir de enton- ces, la polémica sera sustituida por la ridiculizacién de los ele- mentos més repetidos en el nuevo teatro. La lectura del articulo EI Romanticismo y los romanticos, publicado por Mesonero Roma- nos en 1837, permite ver hasta qué punto los dramas romanticos abusaron de idénticos clichés, inteligentemente parodiados por el autor del Panorama matritense. Dos fechas pueden considerarse como simbolos del inicio y elfinal del Romanticismo en Espaiia: el estreno de La conjuracion de Venecia (1834) y el de Don Juan Tenorio (1844). ae ae Tomantico queda encerrado, pues, en los limites de en oe eH la que siguio a la muerte de Fernando VII, momento iberales se hacen con el poder. La prematura muerte conse avo para antes a escena 123} Je autores como Lara © Espronceda y | 5 s cada vez mas conservadoras de ot Rosa, el Duque evoltcion hacia Pos, Sicig. tS COME Mar artines ge de Rivas © Zorrilla explican suticienten, de tg ‘ que desde 1850 se observe la aparicion de NUevas ideas prom dl 7 sa al Realism tenlenia esta qe Se 1 tense haga gar a la revolucion de 1868 y triunfara definitivamente a rs Atle. la Restauracion borbonica de 1875. La aparicion de La pet de de On, Ta primera novela de Galdos, en 1870, wre clinica tun nuevo interés por el relato de caricter realists enero que desplazando progresivamente a los que habian uae AU la epoca romantica: la poest ado dur i y, sobre todo, el drama ae 3. José Zorrilla, poeta nacional E121 de febrero de 1817 nacio en Valladolid Jose Zomtlla y Moral, hijo del entonces relator de la Chancilleria de Jose Zorrlla Caballero, Era este un absolutist Ccupo cargos de importancia durante la lamads «década omie hosa», entre ellos el de superintendente general de policia, cargo para el que fue nombrado por Calomarde, el siniestro ministro de Fernando VII. Las desavenencias con el padre, un hombre rigido que nunca comprendis el caracter impulsivo de nuestro autor ni aprob6 su dedicacion a las letras, marcaron en gran medida la vida del joven Zortilla que, en sus Recuerdos del tiempo viejo, se hace eco de como ni siquiera el éxiv (© logrado en su carrera lite- aria logro acortar el distanciamiento fi familiar, vivido por el como una verdadera obsesion. la ctudad, @ convencido que Tras realizar sus primeros estudios en Valladolid, los traslados familiares ocasionados por la actividad paterna le llevaron st « sivamente a Burgos (1823), Sevilla (1826) y Madrid (1827) donde entr6 en el Real Seminario de Nobles dirigido por ee Suitas. Alli escribiria sus Primeros versos y entraria en mae con el mundo teatral, organizando veladas dramaticas, a pa de galan y asistiendo a las funciones del Teatro del Princ {24] esvaneauocortans Ierp00 rece rotegidos y el magistrado ie rrado de Madrid. Empefiado este en hacer de su hijo un buen abogado. lo envic a Toledo a estudiar leyes en el cxofo de 1833. La ciudad fasciné al joven Zorrillay. como antes pia ocurido con Sevilla, ambas ciudades se convertirian con el tempo en escenarios de muchas de sus obras. Los estudios juri- dicos de Zornila fueron un fracaso y el padre lo envio a Vallado- hd (1834) a continuar su carrera, pero tampoco en su ciudad natal respondio a los designios paternos. El estudio de viejas le- yendas y tradiciones, sus frecuentes paseos Por lugares apartados y la lectura de Garcia Gutiérrez, Hanzenbusch y Espronceda lo impulsaron a dedicarse a la vida literaria. Instalado finalmente en Madrid. y siempre huyendo del padre, se dedicé a la vida bohe- miz, dibujando para sobrevivir y mandando sus primeras colabo- raciones a los periédicos de la Cone El reconocimiento de Zorrilla como poeta le lleg6 con oca- sion del entierro de Larra, que se suicide el 14 de febrero de 1837. Los versos que con tal motivo compuso en una noche y leyo en publico («Ese vago clamor que rasga el viento...»), en medio de un ambiente de profunda emocion, hicieron decir a Ni- comedes Pastor Diaz: «Los mismos que en finebre pompa ha- bizmos conducido al ilustre Larra a la mansion de los muertos, salimos de aquel recinto Ievando en triunfo a otro poeta al mundo de los vives y proclamando con entusiasmo el nombre de Zomla.» Las puerias de las redacciones se abrieron sibitamente Para ¢l autor vallisoletano y alli mismo se inicié su vertiginosa ca- Trera literaria. Yersos acontecimientos personales y familiares jalonan es- 198 ahios de éxito: su desastroso matrimonio con una atractiva Yuda, diecisiete afios mayor que él, que le cuidé durante una oteve enfermedad contraida por el poeta (1839); la muerte de su "e, una mujer piadosa y callada (1846): el fallecimiento tam- | viejo magistrado Zornlla sin que este llamara a su lado “thio rebelde (1849)... Paralelamente, Zorrila viaja a Burdeos y (25) erect Cams Paris (i840), donde entra en ci mntacto con Alexa tred de Musset y Teophile Gautier: es elegido mi Academia Espanola (1848) en sustitucion de Al » plazos expiraron sin que Zorrilla llegase leer sit de ingreso Aisey Los aftos que median entre 1854 y 1866 en Mexico, donde lego a dirigir el Teatro Nacional por el emperador Maximilano. Cuando en 1865 vorcio de su mujer, dona Florentina Matilde o Rei noticia de la muerte de esta. Al ano siguiente Viaj Patia comistonado por el Gobierno Mexicano, [, tmidos en México —tevoluci del emperador— impidieron su re Mt Ding 8, embro a ela bert | Real Ine in que VIVO neg TO aut, autor lly, Te 1@ Zon, OS suc, Constante py i volu- darse a conocer ante la tumba de Larra, apareci6 el primer vo a el Ten de sus poestas; dos anos mas tarde (1830) se publicaba [26] cscaneauucorttams Iyrronnie ton 3. yer 1840 ya eran ocho los volimenes publicados. Junto au merosis leyendas, inspitadas en fuentes historicas («La le- vida del Cid»), en tradiciones de tipo religioso («A buen juez, vere testigo»), en lances de amor y aventuras («El capitan Mon- vyaw) o er. asuntos claramente fantisticos («La pasionaria»), de piuma de Zortilla salteron mas de treinta obras dramaticas, la “Noria de ellas escritas entre 1839 y 1849, Como prosista solo cenbio sus Recuerdos del tiempo viejo, lenos de datos interesan- tes. que fueron apareciendo en Los lunes del Imparcial entre 1879 y 1883, Zorrilla, que se formé leyendo al Duque de Rivas y a Espron- ceda, debuto como autor teatral con una obra llevada a escena en 1839, Juan Dandolo, escrita en colaboracién con Garcia Gutiérrez Ese mismo afio, en septiembre, estrené Cada cual con su razon, la primera de sus obras en solitario. La imitaci6n del teatro del Si- glo de Oro es patente en estas tempranas tentativas teatrales que habrian de desembocar en las primeras obras importantes del dramaturgo. De 1840 es la primera parte de Fl zapatero y el rey, estrenada el 14 de marzo en el Teatro del Principe y que consti- twyo un considerable éxito. Acuciado con frecuencia por necesi- dades econémicas, Zorrilla, que era autor de inventiva facil y agil versificaci6n, compuso numerosos dramas por estos anos: cuatro en 1838 y seis en cada uno de los anos 1842 y 1843. A un ritmo vertiginoso se fueron sucediendo Fl zapatero y el rey. Segunda parte, El eco del torrente, Sancho Garcfa (las tres de 1842); El punal del godo, junto a otros varios dramas en 1843 y, finalmente, en 1844, Don Juan Tenorio, su obra cumbre y la que habria de lle- varlo a la popularidad mas apotedsica. Otros ocho dramas salie- ‘on de su pluma entre 1845 y 1849, fecha en que estreno Traidor, inconfeso y martir, una obra de la que siempre se sintio muy satis: fecho e| dramaturgo y que fue su tercer drama con gran éxito de Fepresentaciones, Las obras dramaticas salidas de la pluma de Zorrilla no son pezas densas ni profundas! Es en los aspectos mas externos de “tas donde reside su mayor valor y donde deben buscarse los 7 ee tscaneado coi CamS Aginsay MEDINA BO mejores aciertos del dramaturgo: una versificacién f nisada por el habil manejo de la polimetria, por su musi si sonoridlad; escenas de gran colorismo, abundantes efectos escénicos en los que no faltan las apariciones fantasti. cas... le granjearon la popularidad en su época y siguen siendo hoy las caracteristicas mas apreciadas por la critica, que ha subra. yado la marcada steatralidad» de sus obras mas conseguidas Del conjunto de su obra estimaba Zorrilla especialmente sus leyendas, en las que recogié numerosos elementos tomados dela tradicién popular y que en mas de una ocasion sirvieron como bocetos de posteriores obras dramaticas. Asi ocurrié con leyen- das como El capitan Montoya 0 Margarita la tornera, ambas apa- tecidas en 1840-1841, que muestran como Zortilla se habia in- teresado por el tema de don Juan antes de componer su famoso drama sobre este personaje. El capitan Montoya incluye ya una imagen bastante completa del libertino, una apuesta con un per- sonaje llamado don Luis acerca del rapto de una monja, una monja enamorada llamada dota Inés, y la conversion final del protagonista que se hace monje tras contemplar su propio fune- ral. En (Margarita la tornera, por su parte, ademas de presentar a luna monja enamorada que abandona el convento para seguir a un galan, don Juan de Alarcén, y que esta dispuesta a ofrecer su vida por la de él, se encuentra también el soborno a una criada y la escena fantastica en que los fantasmas de sus victimas acosan a don Juan. De esta ultima leyenda, una de las mas extensas es- critas por el autor vallisoletano, tomo Zorrilla algunos versos que inchayo en su Don Juan Tenorio. » CAracte. \calidad y eripeciag 4. Don Juan Tenorio, drama religioso-fantastico La obra mas famosa de Zorrilla es a la vez una curiosa sinte- sis entre lo que se ha dado en llamar drama histéricg, la mas caracteristica creaci6n del teatro en el periodo romantico, y laico~ media espariola del siglo xvy El drama historico del Romanti- (28) sezriag v2! Parad DeatA wiseeeive ESPANOL: map retoS FUODArENTMTS "on CamS INrropt cet emo. surgido como rebelion contra las rigidas normas impues- tas por el Neoclasicismo, supone en cierto sentido una recupera- von del teatro barroco, aunque son claras tambien las diferencias que presenta respecto de la «comedlia espantola» creada por Lope jel siglo xvtl. Coinciden ambos en la ruptura con las unidades framaticas, pero, frente al uso exclusivo del verso en las come- thas barrocas espaftolas, el drama del Romanticismo mezclart la prosa con el verso. La fragmentacion de la estructura alargo el nu- mero de jormadas y dentro de estas se suceden diferentes cuadros, cada uno de ellos con su propio decorado. Tipica aportacién ro manuca fue la costumbre de poner titulo a cada uno de los actos del drama, costumbre esta que, junto con los repetidos escena- ros en donde solian desarrollarse las abundantes peripecias ima- ginadas por los autores romanticos y la frecuente aparicion de pintorescos personajes sin nombre y abundantes comparsas que ayudan a la ambientacion de los dramas, fue objeto de divertidas ridiculizaciones, como la que hizo con gran perspicacia Meso- nero Romanos en su ya citado articulo El Romanticismo y los ro- ‘manticos. Argumento El argumento de Don Juan Tenorio, quiza la obra mas repre- sentativa del teatro romantico espariol y con seguridad la que me- jor ha resistido el paso del tiempo, es bien conocido. Don Juan Tenorio y don Luis Mejia, pendencieros, mujeriegos, amantes del nesgo y de la aventura, se dan cita en la sevillana Hosteria del Laurel para rendirse cuentas mutuamente de cierta apuesta hecha un ano atras acerca de quién de ellos conseguinia «obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un afo». La lista de crime- hes y conquistas se salda a favor de don Juan, que resume sus an- danzas por tierras italianas en cifras bien elocuentes: treinta y dos muertos y setenta y dos mujeres seducidas, frente a los veintitreés Crimenes y cincuenta y seis conquistas de don Luis. El escalo- (29) CamS ultado de ‘0 de hber naje y criminalidad por an curiosa apuest parte es presenciado por personajes que asisten en silencio a tales alardes de arrogen. a el padre de don Juan, don Diego Tenorio, y don Gonzalo de Ulloa, comendador de Calatrava, cuya hija, Inés, estaba destinada con don Juan. Para rematar sus hazafas, don Juan plan istas ¢ 2 casarse tea un nuevo desafio: afadir a su lista una novicia, dona Inés, y la prometida de don Luis, dona Ana de Pantoja Tras denunciarse mutuamente a la justicia, ambos burladores son detenidos y ambos consiguen salir de la carcel al poco tiempo. Haciéndose pasar por su rival, don Juan seduce a dota Ana, y esa misma noche, ayudado por Brigida, la criada de dofta Inés, entra en el convento, rapta a la joven novicia y se la lleva a su quinta junto al Guadalquivir. Hasta alli llegan don Luis Mejia y don Gonzalo de Ulloa, conocedores de que don Juan ha conse- guido sus propositos. El burlador, enamorado sinceramente de dona Inés, parece entrever una posibilidad de regeneracién y se muestra dispuesto a pedir perdon y a humillarse ante el comen- dador. Sin embargo, al sentirse rechazado por este, acabara por dar muerte a ambos. La primera parte de la obra se cierra con una famosa redondilla («Llamé al cielo y no me oy6...») en la que se subraya el destino fatal que parece perseguir a don Juan, obligado a huir de Sevilla con dos muertes mas a sus espaldas. La segunda parte del drama tiene lugar cinco atios mas tarde Don Juan ha vuelto a Sevilla y visita su antigua casa, convertida ahora en panteon en el que descansan sus victimas. Mientras vi- sita el cementerio, ve como la sombra de dona Inés le anuncia que su propia muerte esta proxima. En semejante estado de alu- cinacion le sorprenden dos viejos amigos, el capitan Centellas y don Rafael de Avellaneda, y a los dos les propone una cena, a la que tambien invita a la estatua del comendador. Ya en la mesa, en la que han dejado un sitio para don Gonzalo, oyen como suenan los aldabonazos que anuncian la llegada del cuarto comensal. Los invitados se desmayan y don Juan se enfrenta solo a la aparicion, que, una vez mas, le anuncia su muerte, a la vez que le devuelve 130] ——rscarrextotamtams pe mucvo en el cementerio, adonde acude el protagonista vara asistit al convite del comendador, don Juan oye cantos fu les v ve pasar UN enticrro que resulta ser el suyo, muerto a nos de Centellas. El arrepentimiento y la salvacion final llegan v rae burlador cuando esta a punto de caer el ultimo gra no en de su vida. Las palabras finales de don Juan constituyen emocionado canto a la misericordia divina, a ese «Dios de la cjemencia» que ha permitido su salvacion Construccion dramatica. Tiempo y espacio El drama de Zorrilla aparece dividido en dos partes bien di- ferentes en cuanto a su contenido y ambientacion. La primera tiene todos los ingredientes de las comedias de capa y espada, y esa la segunda a la que mejor conviene el subtitulo que el autor puso a su obra —«drama religioso-fantastico»— y la que incluye esas escenas tan del gusto de la época que culminan en la salva- con del pecador. Las dos partes en que Zorrilla dividié la histo- nade su Don Juan constituyen dos momentos distintos de la vida del protagonista. Pero incluso dentro de la primera parte se ha sugerido otra posible division, dado que en ella se desarrollan dos aspectos diferentes del personaje: el burlador que consigue a la mujer con engahos y es capaz de suplantar la personalidad de su nival (actos I y IN) y el seductor que rinde amorosamente a la cama apoyandose en variados recursos entre los que cobra un Papel relevante el lenguaje (actos Ill y IV). Tras la pura relacion de las conquistas, centra Zorrilla la atencion sobre dos mujeres ante las que don Juan pone en juego sus habilidades: dona Ana me objeto de la burla, con dona Inés muestra su faceta de se: ‘or. Seguin esta division, la llamada segunda parte seria en rea- ED) Cscaleduo Col Tee oO CamS 9 jad la tereer’ imtegramente dedicada al tema del convidado de lidad la tereera 4 piedta endo la moda de stt €poca, cada uno de los actos de la Quel y Ma uatro en la primera parte Y tres en la segunda— lleva al i tulo, una especie de sintesis de su contenido Iraya de manera efectista la idea o el aspecto fundamental . ‘ada momento: «Libertinaje y escandalo» de don Juan y don Luis); «Destrezax (ha- bilidad mostrada por don Juan en la conquista simultanea de dona Ana y dona Inés); «Profanacion (sacrilega entrada de don Juan en un convento de clausura); «El diablo a las Puertas del cielo»’(don Juan, el diablo, se encuentra con doa Inés, el Glo, en su quinta sevillana, Atisbos de conversion) son los titulos puestos por Zorrlla a los actos de la primera parte de su Don Juan Tenorio, Los de la segunda parte ponen de relieve la importancia de ciertos «personajes» («La sombra de dona Inés», «La estatua del corriendador) y condensan el sentido final del drama: &«Mi- sericordia de Dios y apoteosis del amor.» La diferencia tematica entre ambas partes va acompariada de una sustancial diferencia en el tempoAnterno de la obra. Al dina- mismo de la primera parte, un continuo despliegue de accion, de peripecias que se concentran en pocas horas de una noche de Camaval, sigue el ritmo lento de la segunda parte, que se desarro- Ila cinco afios mas tarde en una noche de verano. La primera parte es un continuo sucederse de escenarios diferentes (la Hosteria del Laurel, la casa de dofia Ana, el convento de doiia Inés, la quinta sevillana del burlador); en la segunda todo transcurre en solo dos lugares: el panteon de los Tenorio y el comedor de la casa de obra frente su propio ti que sul que se desarrolla en c (crimenes y conquistas ~ don Juan, ~ Las dos partes que constituyen la estructura externa de la obra presentan al protagonista en dos momentos distintos de su vida. El don Juan atin joven, cinico, mujeriego y arrogante, que No se para en nada que le desvie de sus propésitos, contrasta vi- vamente con el galan ya maduro, que conserva algunos rasgos de su juventud pero ya sabe lo que es la nostalgia, que se burla B2) rscaneaaoco CamS IvTROpUCCION ge os muertos pero experimenta la cereania de su propia muerte aeanco aos que median entee a primera y la segunda parte tay pa ar verosimaifitnd ala transformacion operada en tos Seenatios de | ee) para hacer creile ef cambio de actiud del personaj, que alerosamente al emperador y no ha olvidado el amor ja vida del seductor (el palacio convertido en pan- paservido Va ye sintid por dona Int Dejando aparte la distancia de esos cinco anos que las sepa- 76 san, cada tina de las partes en que dividio Zorrilla su drama man: rene escrupulosamente la unidad de tiempo. Sucede la primera enuna noche del Carnaval de 1545, entre las siete y media de la tarde y la una de la madrugada, aproximadamente, la segunda, or su parte, empieza en las primeras horas de |: juna clarisima alumbra la escena inicial— y concluye de madru- gada. Hay, sin embargo, un vivo contraste en el tratamiento del tiempo que el autor dio a esas dos noches tan distintas en la vida “Ee protagonist. La concentracién temporal de la primera parte, ese continuo sucederse de lances simultaneos en el espacio de pocas horas, tiene su adecuado contrapeso en el ritmo lento por el que avanza la segunda parte. La frenética actividad externa del don Juan que se oculta tras un antifaz al comienzo de la obra y despliega todas sus habilidades ante el espectador poco tiene que ver con la segunda parte, en que dominan los conflictos interio- res del personaje y en la que un reloj de arena marca el lento pero implacable discurrir de las tltimas horas de su existencia. Aunque el propio Zorrilla critics (vase Apéndice) esas «ho- tas de doscientos minutos» que son exclusivas de su don Juan en la primera parte del drama, tales horas constituyen uno de los grandes aciertos de la obra. Porque tras haber presenciado como €n.un corto espacio de tiempo don Juan es capaz de burlar a una ™ujer, de seducir a otra, de dar muerte a dos personajes, al es Pectador no le queda mas remedio que dar por buenas las afir- Maciones hechas por el protagonista a su rival, don Luis Mejia, acerca de sus «hazafas» a lo largo de un afto. La seleccion ope- Por Zorrilla para presentar a don Juan en accion funciona noche —una (33) cscareauy con CamS “Annan MEDINA-BOCOS e, mostrando en esa primera note del drama ta te, jar (dona Ana) y sus habilidades como sedycto, * notable economia cle medios. de la obra es la noche de las conquistas a noche de la muerte y en ella se lleva 4 dado de piedra. El contraste que sy. one el cambio de escenario y de ambiente al — cada una de las partes (el bullicio de una hosteria en eo Carnaval; un, panteon repleto de estatuas funerarias, apenas Pone al espectador sobre aviso del caracter radicalmente distinto de am. bas partes. Tras la frenética actividad externa desplegada por el protagonista son ahora los conflictos internos del héroe los que pasan a primer plano: don Juan se debate entre la realidad y e| delirio, entre la condena y la salvacion, mientras el reloj de arena senala de forma inexorable el paso del tiempo. Los paralelismos y los contrastes, la dualidad de situaciones y personajes que caracterizan el drama zorrillesco, son especial- mente marcados mientras don Luis Mejia esta en escena (acto I) y se produce el enfrentamiento entre los dos rivales. Dos sillas los esperan en la Hosteria del Laurel adonde llegan ambos con anti- faces, dos bandos de amigos apuestan por cada uno de ellos, dos testigos silenciosos (don Diego y don Gonzalo) oyen la enumera- cidn de los crimenes y hazafias respectivos, antes de identificarse y salir espantados por lo que acaban de presenciar. Don Luis y don Juan son prendidos por la justicia en dos apresamientos su- cesivos y similares, que concluiran con la libertad de ambos. La técnica del paralelismo es menos usada a partir del mo- mento en que don Juan consigue deshacerse de su rival, pero vuelve a aparecer en los actos finales del drama en que de nuevo se repiten las situaciones paralelas. La invitacion de don Juan ala estatua del comendador tiene su correlato en la invitacion que la propia estatua hace al burlador. Dos cenas, dos alucinaciones (dona Inés y don Gonzalo) que atormentan al héroe, y dos fuer- zas de signo opuesto que le hacen debatirse entre la virtud y el pecado, entre la salvacion y la condenacién. Resuelto el conflicto eficazment yenda del burl: (dona Inés) cor Si la primera parte del amor, la segunda es I escena la leyenda del conv! Bal —_—____sscaneanottfl cams Intropuccton con el triunfo del amor y la sat que ascienden paralelas has alos dos enamorados que h: cin conjunta lvacion del hétoe, las dos llamas 1 perderse en el espacio simbolizan fan unio sus destinos en una salva- Métrica y estilo La habilidad de Zorzilla como versificador muestra en Don Juan Tenorio todos sus aciertos y también todos sus defectos. Ex- cepcin hecha del soliloquio de don Juan que abre el tiltimo acto de la obra, compuesto en endecasilabos, todo el drama esta es. crito en versos de arte menor. Romances, tedondillas, quintillas, octavillas, décimas, los artificiosos ovillejos..., un buen numero de estrofas octosilabicas estan Tepresentadas en esta obra en que el autor usa la polimetria con gran acierto: romances y para el relato, redondillas para las conversaciones mas décimas para los didlogos amorosos (recuérdese la famosa escena del sofa), ovillejos ante la reja de dofia Ana. Muestra, sin embargo, Zorilla una preferencia clara por la rima consonante —excepto los romances, todas las combinaciones estroficas empleadas son consonantes—, lo que da a los versos esa rotunda sonoridad que los ha hecho tan populares y tan facilmente memorizables. Peto no todo son aciertos. Abundan las rimas facil exceso la rima verbal y son frecuentes los Tipios. La impresion dominante es, con todo, la fluidez del discurso, la naturalidad Con que se suceden los versos, la suma habilidad de Zorri dar forma rimada a la convei mds externos y quintillas, comunes, les, se usa quiza con lla para rsacion cotidiana. Son los valores mas efectistas del verso (el metro, la rima sonora a los que priman y poca poesia puede encontrarse en Os. La lengua y el estilo de la obra deben mucho a dos factores Que no deben ser olvidados: el momento en que se escribio y la Poca en que se situa la accion. Laestetica del Romanticismo, por un lado, y el hecho de que la accion suceda en el siglo xvi expli- (35) Jnguisticas Y estilisticas de Don je las caracteristC as 9 muchos en NUMETO pero si ‘omo finalidad la am- este objetivo se em «va arcaismos: ? a, tiene Ci del drama. Con a»,

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