Está en la página 1de 1

Si observamos un fenómeno natural y queremos ver cómo se formó o queremos reproducirlo, la función

explica cómo actúan las causas eficientes, qué pasó para que ocurriera el fenómeno y qué debemos
hacer – si podemos – para reproducirlo. Por lo tanto, podríamos decir que, en cierto sentido, las causas
eficientes y finales se reducen a lo mismo, que son dos caras de la misma explicación. En la Naturaleza
los fenómenos son producidos por causas eficientes, pero la tecnología utiliza el conocimiento del que
disponemos del funcionamiento de las causas eficientes para producir los efectos deseados. Así, parece
que la cultura humana hace un uso teleológico efectivo de la causalidad eficiente. Pero, ¿cómo? ¿Cómo
podemos explicar la emergencia de un tipo de causalidad tan extraña como la teleología? Intentaré
contestar a dicha pregunta siguiendo un camino natural en lugar de proponer algún misterioso tipo de
generación espontánea. Pero para ello deberé seguir un camino que parece alejarnos de nuestro
destino: voy a entrar a examinar el mundo de los objetos. Dije anteriormente que adoptaría un
acercamiento dinámico en vez de considerar un mundo hecho de sustancias, de cosas y objetos dados
desde un principio. Mi tarea es, entonces, explicar de forma dinámica qué son los objetos (cualquier tipo
de objetos – desde piedras a animales, seres humanos, naciones o textos). Dicho de otra forma, hay que
explicar la manera en que los objetos que observamos han llegado a ser tales. Este es un punto central
en mi argumento general, ya que si Psique es la entelequia que hace que las cosas se muevan y
cambien, tenemos que ver qué sentido le damos a las cosas. Sabemos en la actualidad que la Naturaleza
es capaz de producir orden y estructura de manera espontánea en aparente (pero sólo aparente)
contradicción con la segunda ley de la termodinámica. En otras palabras, lo que ocurre es que la
estructura y orden crecen en algunas regiones mientras el desorden (o entropía) crece en otras. En las
últimas décadas se han observado multitud de fenómenos naturales de formación espontánea de orden
(vid. Prigogine & Stengers, 2002), desarrollándose al mismo tiempo formalismos para su explicación. La
Teoría de Sistemas Dinámicos (vid. Travieso, 2007) es en la actualidad una herramienta muy poderosa
capaz de producir formalismos para la exploración de dichos fenómenos, y para la producción de
modelos que expliquen su funcionamiento.

También podría gustarte