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Primero he de decir que no la considero ninguna cosa, ninguna clase de sustancia, sino puro cambio,

movimiento, dinámicas constantes cuya naturaleza tiene que ser explicada. Así, si queremos llamarle
entidad será en todo caso una entidad virtual, una manera de referirse a cómo las cosas se mueven, se
comportan, actúan. Éste es un punto importante, porque voy a evitar cualquier tipo de substancialismo.
En segundo lugar, mi aproximación será diacrónica. Si Psique es una manera de referirse al movimiento
y el cambio, no podemos considerarla ningún tipo de sustancia permanente, sino algo que cambia a lo
largo del tiempo. El tiempo es, por ello, una dimensión básica en la explicación de Psique. Un tiempo
que fluye a través de la evolución, la historia y la vida individual. En tercer lugar, la imagen de Psique que
voy a presentar es perfectamente compatible con los principios básicos de la perspectiva de Vygotski y
de Luria, cuando esta es actualizada con algunos desarrollos aportados por la investigación en el último
medio siglo. Aristóteles nos ha proporcionado algunos conceptos que creo merecen nuestra atención.
Para él, como dije anteriormente, la Psique es una Entelequia. Es decir, no es una cosa – no tiene
materia – pero hace que la materia cambie. Causa movimiento, sienta objetivos y da forma a los seres
vivos. Hace que los seres vivos cambien de forma, crezcan, se reproduzcan y acumulen conocimiento. En
sus propias y conocidas palabras, Psique es la causa formal, eficiente y final de los seres vivos. Es una
definición con 2400 años de antigüedad que creo todavía tiene validez suficiente como para ser utilizada
como herramienta para hacer llegar mi mensaje. Pero para ello es necesario hacer un análisis de sus
componentes. Empezaré por un análisis de cómo entender las causas eficientes y finales. Es bien sabido
que la ciencia niega cualquier poder explicativo a las causas finales, teniendo a la causalidad eficiente
como única forma de explicación. Sin embargo, ni la biología ni la psicología pueden obviar que los seres
vivos no responden simplemente a estímulos, sino que buscan activamente satisfacer sus necesidades
en el medio ambiente, lo cual en ocasiones ha sido entendido como una suerte de teleología, como el
resultado de una causa final. El concepto de “función” fue desarrollado para transformar la causa final
del comportamiento (el fin a alcanzar para lograr la homeostasis) en un tipo de causalidad eficiente.

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