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Es así como parecen estar evolucionando las cosas.

La idea de que la psicología en vez de ser una


disciplina unificada es un conjunto de discursos y prácticas escasamente relacionadas que tratan
diferentes facetas de la experiencia humana está bastante extendida (ej.: vid. Leahey, 1980). No
obstante, junto con esta fuerza centrífuga hay ciertas fuentes centrípetas. En el “gremio” hay un cierto
etos psicológico que espera la llegada de un héroe que buscará el grial de los principios que unificarán
definitivamente a la dispersa familia psicológica – un mito que a veces es llamado con cierto sarcasmo
“la necesidad de un Newton de la Psicología”.

Los mitos son uno de los enemigos arquetípicos de la historiografía. Yo soy historiador de la Psicología,
por lo que soy consciente de que los logros teóricos no son el resultado del trabajo de individuos sino el
resultado de diálogos continuos al interior de la comunidad de conocimiento que posibilitan la
interpretación de los resultados empíricos mediante la negociación de los significados de las categorías
científicas. De modo que lo único que uno puede hacer es añadir la voz propia al coro existente y
observar si tiene algún efecto sobre los juegos de lenguaje que tienen lugar.

El propósito de esta ponencia es añadir mi voz a aquella de quienes llaman a la reflexión teórica sobre la
Psicología. El modo particular en que yo escojo hacerlo es mediante el examen de su objeto: Psique, una
entidad virtual que creo merece cierta atención.

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