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Santo Tomas y Ortega y Gasset, visión medieval y contemporánea de la Estética

Por: Jerson Freyle A.

En este breve texto trataremos no resumir, sino más bien de mencionar algunos aportes esenciales, a mi
parecer, de la visión estética de estos dos autores.

Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica II, 145. Dice: para que haya belleza se requieren tres
características esenciales: la integridad o perfección, la proporción justa o armonía y la claridad.

Para hablar de integridad o perfección, Tomás utiliza como referencia la “grandeza”, haciendo eco al
pensamiento aristotélico, para quien esta se equiparaba a belleza, afirmaba que, las cosas grandes eran más
bellas que las pequeñas; Tomas le da a la grandeza el sentido de plenitud, lo grande es aquello que ha
alcanzado un nivel de plenitud.

La integridad como propiedad de lo bello excluye todo defecto, por tanto “Es integro aquello que es
perfecto, completo, acabado”. El ser de cada cosa aspira a la integridad, a estar acabado. La integridad como
propiedad de la belleza no es un añadido o un accidente a las cosas sino algo arraigado a ellas.

Al referirse a la proporción, habla de la debida armonía y relación entre las partes del objeto mismo,
pero sobre todo, en torno a la conexión entre la obra y quien la percibe. Expresa relación entre las cosas, que
sin ser iguales convienen en algo.

Inicialmente quien asume este término es Pitágoras, “El orden y la proporción son bellas y útiles
mientras que el desorden y la desproporción son inútiles y feo”. Luego Aristóteles lo significa como:
“Conmensuración de las partes de un ser”. Para él todas las bellezas nacen de las medidas y la proporción.
Finalmente, Boecio traerá el concepto a occidente, asegurando que: “Dios ha hecho las cosas conforme a
exactas proporciones y medidas”.

Es Tomas quien retoma este concepto para llamarlo, consonancia o armonía, lo que organiza las partes
de algo a fin de conseguir equilibrio.

La claridad en primer nivel Tomás la entiende con relación al sentido de la vista, “Solo en la claridad
es posible la visión”. Lo bello es aquello que fascina por el color y que en el color se manifiesta, provoca
emociones y agrada físicamente.

En un segundo nivel, la claridad, ya no se refiere a una cualidad física, sino que nos habla de la
capacidad de algo que se hace comprensible al entendimiento, entonces dirá “La claridad es la fuerza de
manifestación de las cosas”. En este sentido, no incide desde fuera, es algo que brota de las entrañas de las
mismas cosas, no como luz física sino, como esplendor de su ser concreto; en el fondo es una comunicación.
Finalmente la claridad comprende los elementos integridad y proporción.

Integridad proporción y claridad, no son elementos dispersos en la belleza de las cosas, son niveles que
están directamente relacionados, aunque se unen, no se confunden.

Ya en la contemporaneidad José Ortega y Gasset, tratara el tema estético en su obra La


Deshumanización del Arte; donde expone diversos temas respecto al arte en su momento, uno de estos es:
“Impopularidad del Arte Nuevo”, allí de algún modo da respuesta al por qué el arte contemporáneo es tan
poco consumido en comparación con el de las épocas anteriores.

Iniciará diciendo que todo arte joven es impopular, no por accidente, sino en virtud de un destino
esencial, “El estilo que innova, tarda en conquistar la popularidad”.

Pone en escena al Romanticismo, movimiento que gozó de gran popularidad en su momento, tanto que
aun en nuestros tiempos es de importante referencia.

Ortega afirma que el arte nuevo es impopular por esencia, tiene a la masa en su contra y siempre la
tendrá. Entiende que todo arte suscita divergencias, pero en este caso, la disyunción va más allá del gusto
individual. No se trata de que a la gente no le guste, lo que sucede es que la mayoría no lo entiende. En este
punto se divide la sociedad en dos clases de hombres, los que entienden el arte nuevo, es decir aquellos que
están dotados de una sensibilidad artística; y los que no lo entienden.

Por tanto “El arte nuevo es un arte artístico”, un arte para artistas y no para las masas. A diferencia del
arte romántico, donde no se requería un desgaste intelectual para para poder entenderlo ya que era un arte
realista, arte que considera Ortega, solo parcialmente arte; partiendo de que para gozar de este, no hace falta
gozar de sensibilidad artística.

Cuando al hombre no le gusta una obra de arte, pero la entiende, se siente superior a ella; mas cuando
el disgusto hacia la obra nace del que no se le ha entendido, el hombre queda humillado.

En un intento arbitrario de traer al pensamiento de Ortega y Gasset las tres características esenciales de
belleza, de la que habla Santo Tomás. Podría concluir que: para Ortega, el Arte Nuevo, tiene estas tres
características esenciales, el problema está en que “la masa” no logra percibirlas, al menos no las tres juntas,
lo cual es necesario para poder dotar completamente al objeto, en este caso el arte nuevo, de belleza.

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