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Glíptica

La glíptica, palabra proveniente del


griego γλυπτός,1 es el arte de grabar o
tallar las piedras preciosas o cuños en
acero para elaborar monedas y
medallas.1 Ha pasado en la Antigüedad
por tres grandes fases:

1. En la primera, se limitan a grabar


pictogramas sobre piedras más o Sello cilíndrico de jaspe y su estampación. Uruk, IV milenio a. C.
menos duras para que sirvieran
de signos o sellos a los altos
dignatarios, sacerdotes o reyes. Este primer periodo de la glíptica abraza las dos mayores y
más antiguas civilizaciones: la del Antiguo Egipto y la de Sumeria. En el arte sumerio tuvo
gran importancia la glíptica, a través de los cilindros-sellos, la cual fue una modalidad artística
típicamente mesopotámica. Cabe resaltar que se usaron en Sumer desde los inicios de su
cultura, se trata de piezas de piedra caliza, mármol, alabastro o piedras preciosas, de forma
cilíndrica, donde llevan grabados en la parte exterior. Cada pieza era distinta, es decir hay una
gran variedad de motivos, eran utilizadas para las transacciones comerciales asimismo en
algunos casos servía como amuleto. Sin embargo con el paso del tiempo la iconografía de las
gliptinas fue evolucionando al inicio los temas eran motivos geométricos, con escena
banquete doméstico, héroes o seres fantásticos Dando lugar a rituales religiosos. Continuando
con los motivos de la iconografía encontramos a un personaje desnudo y con un cabello largo
conocido como Gilgamesh, el cual fue uno de los principales héroes de la mitología sumeria,
normalmente se representaba dominando a un león que lo arrastraba cogido con su brazo
izquierdo mientras que su brazo derecho sostenía la alarma. dicha figura tuvo un gran éxito
posterior en el mundo de la iconografía asiria.
2. En los comienzos del segundo periodo encontramos los fenicios, la Antigua Grecia y los
etruscos. En estos pueblos, la glíptica empezó a convertirse en verdadero arte.
3. La glíptica llegó a su apogeo en el tercer periodo en Grecia en el siglo de Pericles y en la
Antigua Roma en el reinado de Augusto. Los griegos buscaron sobre todo la pureza de la
forma y los contornos como la belleza de los rasgos y líneas mientras que los romanos se
ocupaban más en hacer resaltar los colores y la transparencia de las piedras finas,
aspiraciones o tendencias ambas que caracterizaban bien el genio particular de aquellos
pueblos: el uno persiguiendo el ideal de la Poesía; el otro, buscando la riqueza y el brillo como
desideratum supremo del arte.

Entre las piedras así grabadas que nos ha legado la Historia se encuentran:

el Demóstenes, Mecenas, Perseo y Mercurio del grabador Dioscórides


el Toro de Hilo
el Aquiles tocando la lira de Panófilo
la Medusa de Solón
la Minerva de Aspasio
el conocido con el nombre de Julia de Evodo o Sello de Miguel Ángel porque de tal uso sirvió
al inmortal artista.
Las piedras antiguas se clasifican con nombres especiales sacados de alguna particularidad de su forma o de la
naturaleza de los asuntos representados en ellas. Así se llaman:

caprichos, aquellas cuyas figuras se agrupan cómicamente


quimeras, las que tienen objetos de pura invención, resultado del conjunto de partes de
distintos animales
astríferas, las de los astros
escarabeos las análogas egipcias que son consideradas como las más antiguas

Se conocen también otras piedras grabadas que contiene los símbolos del culto de ciertas sectas gnósticas.
Estas piedras se llamaban abraxas, según la palabra en letras griegas que se lee en todas ellas y según otros,
piedras basilidianas, nombre que reciben por creerlas simbólicas de la secta de Basilides.

La glíptica casi desapareció después del Imperio romano pero volvió a reaparecer en el siglo XV en Italia. Dos
artistas eminentes la cultivaron en Milán: Juan y Dominico más conocidos por Juan el de las Cornalinas y
Dominico el de los Camafeos. Este arte fue importado en Francia por Mateo del Vassaro que fue a París
siguiendo a Francisco I. Son notables las colecciones de Londres, Múnich, Viena y París y se encuentran datos
interesantísimos sobre esta materia en las obras de Vettori, Ratter, Millín y Mariette.

Referencias
1. Lajo Pérez, Rosina (1990). Léxico de arte. Madrid - España: Akal. p. 92. ISBN 978-84-460-0924-5.

Véase también
Camafeo
Entalle

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