rias estrellas, que, casualmente, se ven cercanas entre sí, limitando
regiones en la boveda celeste, como lo hacen los países en la Tierra.
La leyenda atribuye su invenciôn a Chiron, un centauro sabio, maes- tro de los héroes griegos5. Hoy día, la Union Internacional de Astrônomos ha dividido el cielo en 88 constelaciones, que considera las 48 que el griego- alejandrino Claudio Ptolomeo incluyô en su catálogo estelar del ano 150. Estas, del hemisferio norte, eran conocidas desde tiempos prehis- toricos o provenían de las culturas: griega arcaica, sumeria y egipcia. Las demás, especialmente en el hemisferio sur, fueron dibujadas du- rante los últimos siglosi Debido al avancede la Tierra en su ôrbita solar anual, la noche se produce bajo distintos sectores de la esfera celeste, y todas las no- ches, el cielo nocturno es levemente distinto al anterior. Así, las cons- telaciones visibles en invierno son diferentes a las de verano. Al cabo de un ano se vuelve a pasar bajo el mismo sector y se repite la misma secuencia, (Figura pag. 33). Sôlo las constelaciones australes perma- necen visibles todo el ano, rotando en torno al Polo Sur Celeste. Durante milenios, las constelaciones sirvieron a los astrônomos para ubicar las estrellas, hasta que el Sistema de Coordenadas Ecua- toriales, más eficiente, las desplazara. Dentro de las constelaciones, las estrellas se han clasificado de acuerdo a su brillo8, utilizando las letras del alfabeto griego. Asig- nándole la letra Alfa (oc) a la más brillante, Beta ((3) a la siguiente; sucesivamente se usan las letras Gama (y), Delta (8), Epsilon (e), etc... Por lo que cualquier estrella, puede ser ubicada por su letra y cons- telaciôn a la que pertenece. Ejemplos: Alfa Can Mayor (Sirio) y Beta Oriôn (Rígel). _