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Nº3: TRABAJO

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de base
E inserción social
TRABAJO DE BASE E INSERCIÓN SOCIAL
Federación Anarquista do Rio de Janeiro (FARJ)

El trabajo social y la inserción social son las actividades más importantes de la


organización especifica anarquista.
Como ya lo establecimos, vivimos en una sociedad que ubica en campos opues-
tos a la clase dominante y a las clases dominadas. Recordemos también que nues-
tra lucha es por el establecimiento de una sociedad sin clases, es por el socialismo
libertario. Y la forma de llegar a esa sociedad, a nuestro entender, es por medio
de la lucha de los movimientos sociales, de su conformación y organización po-
pular y de la revolución social. Por tanto, todo este proceso debe darse en el seno
de las clases explotadas, que son las verdaderas protagonistas de la transforma-
ción social que reivindicamos.
Así, si la lucha del anarquismo apunta hacia los objetivos finalistas de revolución
social y de socialismo libertario, y si entendemos que son las clases oprimidas
las protagonistas de la trasformación en dirección a esos objetivos, no hay otro
camino para el anarquismo sino buscar una forma de interacción con esas clases.
Por este motivo,

“el anarquismo no puede continuar aprisionado en los límites de un pensa-


miento marginal y reivindicado únicamente por unos pocos grupos, con sus
acciones aisladas. Su influencia natural sobre la mentalidad de los grupos
humanos en lucha es más que evidente. Para que esta influencia sea asimi-
lada de modo consciente, ella debe, de aquí en adelante, dotarse de nuevos
medios e iniciar desde ya el camino de las prácticas sociales.” [Néstor Ma-
khno. “Nossa Organização”. In: Anarquia e Organização. São Paulo, Luta
Libertária, s/d, p. 32.]

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En la lucha de clases, las clases oprimidas estarán siempre en conflicto con la
clase dominante. Este conflicto se puede manifestar de manera más o menos es-
pontanea, más o menos organizada. El hecho es que las contradicciones del ca-
pitalismo generan una serie de manifestaciones de las clases oprimidas y noso-
tros consideramos que es este el mejor terreno para plantar las semillas del anar-
quismo. Neno Vasco, nos habla de la siembra, utilizaba esta metáfora para decir
que los anarquistas deberían plantar sus semillas en los terrenos más fértiles.
Como ya enfatizamos, para nosotros, este terreno es el campo de la lucha de
clases.
Ya que pretendemos plantar nuestras semillas en el seno de la lucha de clases, y
ya que entendemos que serán las clases oprimidas las protagonistas del proceso
de transformación social, estamos asumiendo que para que el anarquismo llegue
a sus objetivos finalistas, las clases oprimidas son imprescindibles. Cuando ex-
plicitamos este punto de vista, no estamos idolatrando esas clases o mismo asu-
miendo que todo lo que hacen es siempre acertado, sino que estamos enfatizando
que su participación en el proceso de transformación social es absolutamente
central. Por lo tanto, nosotros anarquistas “debemos estar siempre con el pueblo”
[Errico Malatesta. “Programa Anarquista”. In: Escritos Revolucionarios. São
Paulo, Imaginario, 2000, p. 23].
La forma de la organización especifica anarquista buscando su interacción con
las clases explotadas se da por medio de lo que llamamos trabajo social. El tra-
bajo social es la actividad que la organización anarquista realiza en el medio de
la lucha de clases, haciendo que el anarquismo interactúe con las clases oprimi-
das. El trabajo social da al nivel político del anarquismo, un nivel social, un
cuerpo sin el cual el anarquismo es estéril. Por medio del trabajo social el anar-
quismo consigue realizar su función de fermento de las luchas de nuestro tiempo.
El trabajo social de la organización anarquista se da de dos maneras 1) Con el
trabajo permanente con los movimientos sociales ya existentes 2) Con la crea-
ción de nuevos movimientos sociales.

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Desde nuestra fundación, pensamos que los movimientos sociales son el terreno
privilegiado para nuestra actuación, de acuerdo a lo que establecimos en nuestra
carta de principios, cuando afirmamos “la FARJ se propone trabajar – desde ya
sin intermediarios – en el sentido de intervenir en las diversas realidades que
componen el universo de los movimientos sociales” [FARJ. “Carta de Princi-
pios”]. De acuerdo a lo que tratamos anteriormente, entendemos a los movimien-
tos sociales como resultado de “un compuesto triple de necesidad, voluntad y
organización”. Así, los anarquistas organizados deben buscar estimular la volun-
tad y la organización para una movilización que se base fundamentalmente en la
necesidad de las clases explotada. Esta, en la mayoría de los casos, esta desmo-
vilizada por “no tener el sentimiento de su derecho ni fe en su fuerza; y como no
tienen ni este sentimiento ni esta fe, […] continúan siendo durante siglos escla-
vos impotentes” [Mikhail Bakunin. “Algumas Condições da Revolução”. In:
Conceito de Liberdade. Porto: Rés Editorial, s/d, p. 127]. En este proceso de mo-
vilización, debemos estimular ese sentimiento y esa fe. A partir de entonces, la
cuestión de la necesidad se torna central, ya que es el medio por el cual se da esa
movilización. Pocos son los que están dispuestos a luchar por una idea que im-
plica resultados a largo plazo. Por eso, para movilizar al pueblo, debemos ante
todo tratar cuestiones y problemas concretos que los afligen y que están cerca de
ellos. Para conquistar su confianza y su adhesión.

“[...] es preciso comenzar por hablar, no de los males generales de todo el


proletariado internacional, ni de las causas generales de donde provienen
estos, sino de sus males cotidianos, privados. Es preciso hablar de su profe-
sión y de las condiciones de su trabajo, precisamente en la localidad en la
que habita; de la duración y de la gran extensión de su trabajo cotidiano, de
la insuficiencia de su salario, de la maldad de su patrón, de la carestía de los
víveres y de la imposibilidad de nutrir y de instruir convenientemente a su

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familia. Y proponerles medios para combatir sus males y para mejorar su
posición, y es necesario hablarle luego de los objetivos generales y revolu-
cionarios. […] Primeramente solo es preciso proponer los objetivos que se-
gún su sentido común y experiencia cotidiana no puedan ignorar su utilidad
ni rechazarlos.” [Idem. “Educação Militante”. In: Conceito de Liberdade,
pp. 145-146.]

De esta forma, en el proceso de movilización, se puede establecer la cuestión de


que las personas no poseen empleos, o no tienen un lugar para vivir, etc. Por eso,
la función de la organización anarquista es la de explicitar las necesidades y mo-
vilizar en torno a ellas. Sea en la creación de movimientos sociales o en el trabajo
en movimientos ya existentes, la idea central es siempre movilizar en torno a las
necesidades.
Los movimientos sociales son las instancias en que se da la movilización de las
clases oprimidas y, por tanto, son esos movimientos la práctica política de esas
clases. Su práctica política se desarrolla por medio de “toda actividad que tenga
por objeto la relación [de confrontación] de los explotados y los oprimidos con
los organismos del poder político, el estado, el gobierno y sus distintas expresio-
nes” [FAU. “Declaración de Principios”.] Además de otros organismos de sus-
tento del sistema capitalista. La práctica política busca ubicar al pueblo en ese
combate contra las fuerzas del sistema que lo oprime y por tanto incita al enfren-
tamiento de estas fuerzas para “la defensa y la ampliación de las libertades pú-
blicas e individuales, la capacidad de propuestas que correspondan al interés ge-
neral de la población y los aspectos parciales del mismo.” La práctica política
también puede ser “la insurrección como instancia de cuestionamiento violento
a una situación que queremos cambiar [… y también] las propuestas que, reco-
giendo las reivindicaciones populares enfrentan a los organismos de poder, pre-
sentan soluciones a cuestiones generales y concretas y obligan a aquellos orga-
nismos de poder, a tornarlas válidas para toda la sociedad”

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Por medio de su práctica política, los movimientos sociales deben imponer todas
sus conquistas a las fuerzas del capitalismo y el estado. El pueblo debe exigir,
imponer y realizar, el mismo todas las mejoras, conquistas, libertades deseadas,
de acuerdo a su sentido de necesidad, por medio de la organización y de la vo-
luntad. Estas reivindicaciones deben ser permanentes y aumentar progresiva-
mente, exigiendo cada vez más y buscando la completa emancipación de las cla-
ses oprimidas.

“Cualesquiera sean los resultados prácticos de las luchas por las mejoras
inmediatas, su principal utilidad reside en la propia lucha. Es por ella que
los trabajadores aprenden a defender sus intereses de clase, comprenden
que los patrones y los gobiernos tienen intereses opuestos a los de ellos, y
que no pueden mejorar sus condiciones, ni mucho menos emanciparse, sino
uniéndose y volviéndose más fuertes. […] Si consiguen obtener lo que
desean, vivirían mejor. Ganarían mas, trabajarían menos, tendrían más
tiempo y fuerza para reflexionar sobre las cosas que les interesa; y ellos sen-
tirían de repente deseos y necesidades mayores. Si no tuvieran éxito, debe-
rían estudiar las causas de su fracaso y reconocer la necesidad de mayor
unión, mayor energía; y comprender en fin que para vencer, segura y defi-
nitivamente es preciso destruir el capitalismo.”[Errico Malatesta. “Pro-
grama Anarquista”. In: Escritos Revolucionários, p. 18.]

La práctica política de los movimientos sociales traducida en las luchas por las
conquistas de corto plazo y el sentido pedagógico da ganancia de conciencia a
los militantes, tanto en la victoria como en las derrotas.
De la misma manera funciona la práctica política de la organización especifica
anarquista. Afirmamos anteriormente que entendemos al anarquismo como una

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ideología y, en este caso, “un conjunto de ideas, motivaciones, aspiraciones, va-
lores, que estructura un sistema de conceptos, que poseen una conexión directa
con la acción – lo que llamamos práctica política”. El trabajo social es la princi-
pal parte de la práctica política de la organización anarquista que, en este caso,
interactuando con las clases oprimidas organizadas en los movimientos sociales,
retira al anarquismo de los pequeños círculos y siembra ampliamente sus ideas
en el seno de la lucha de clases.
A pesar de eso, para nosotros, más que simplemente interactuar con los movi-
mientos sociales, el trabajo social de la organización especifica anarquista debe
buscar influenciarlos en la práctica, haciendo que tengan determinadas caracte-
rísticas de funcionamiento.
Llamamos inserción social al proceso de influencia de los movimientos sociales
a partir de la práctica anarquista. Así, la organización anarquista posee trabajo
social cuando crea o desarrolla trabajo con los movimientos sociales y posee in-
serción social cuando consigue influenciar los movimientos con prácticas anar-
quistas.
La inserción social no tiene por objetivo “ideologizar” a los movimientos socia-
les transformándolos en movimientos sociales anarquistas. Sino que debe buscar
darles algunas características determinadas, de forma que puedan caminar hacia
la construcción y el desarrollo de la organización popular, y apuntar hacia la re-
volución social y el socialismo libertario.
Buscando que los movimientos vayan los más lejos posible.

“No queremos esperar a que las masas se vuelvan anarquistas para hacer la
revolución; es más estamos convencidos de ellas nunca se volverán inicial-
mente si no derrumbamos por la violencia, las instituciones que mantienen
la esclavitud. Como precisamos del acompañamiento de las masas para
constituir una fuerza material suficiente, y para alcanzar nuestro objetivo

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específico que es el cambio radical de la organización social gracias a la ac-
ción directa de las masas, debemos acercarnos a ellas, aceptarlas como ellas
son y, como parte de la masa, hacerlas ir lo más lejos posible. Eso si quere-
mos, evidentemente trabajar de hecho para realizar en la práctica nuestros
ideales y no contentarnos con arar en el desierto, para la simple satisfacción
de nuestro orgullo intelectual. “[Idem. “A Propósito de Revolução”. In:
Anarquistas, Socialistas e Comunistas. São Paulo: Cortez, 1989, p. 55.]

Recordemos que defendemos la posición de que la ideología debe estar dentro


de los movimientos sociales y no los movimientos sociales los que deben estar
dentro de la ideología. La organización especifica anarquista interactúa con los
movimientos sociales buscando influenciarlos para que tengan la formas más li-
bertaria e igualitaria posible. A pesar de que tratamos al anarquismo y a los mo-
vimientos sociales como niveles de actuación diferenciados, entendemos que hay
una relación de influencia mutua entre ambos.
Esta relación, complementaria y dialéctica, hace que el anarquismo influencie a
los movimientos sociales, y que los movimientos sociales influencien al anar-
quismo. Cuando hablamos de inserción social, estamos hablando de la influencia
del anarquismo en los movimientos sociales. En esta relación, a pesar de que
sostenemos una separación entre los niveles políticos (de la organización anar-
quista) y social (de los movimientos sociales), no entendemos que haya una re-
lación de jerarquía ni dominio del nivel político para el nivel social. Tampoco
pensamos que el nivel político luche por el nivel social, ni enfrente de este, sino
con este, siendo esta, una relación ética. En su actuación de minoría activa, la
organización especifica anarquista lucha con las clases oprimidas y no por ellas
o al frente de ellas, ya que “no queremos emancipar al pueblo, queremos que el
pueblo se emancipe” [Errico Malatesta. “A Organização das Massas Ope-
rárias...”. In: Escritos Revolucionários, p. 40]. Más adelante discutiremos, con
un poco más de detalle, esta relación entre organización especifica anarquista y

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los movimientos sociales.

Al entender a la inserción social como la influencia que la organización especi-


fica anarquista ejerce en los movimientos sociales, entendemos que es impor-
tante detallar un poco más, lo que entendemos por “Influenciar”. Influenciar,
para nosotros, significa causar modificaciones sobre una persona o grupo de per-
sonas, por medio de la persuasión, de los consejos, de los ejemplos, de las orien-
taciones, inspiraciones y prácticas. Ante todo, consideramos que en la propia so-
ciedad hay, todo el tiempo, una multiplicidad de influencias entre los diferentes
agentes que influencian y son influenciados. Podemos decir que “renunciar a
ejercer influencia sobre otros significa renunciar a la acción social, o inclusive a
expresar los propios pensamientos y sentimientos, o que […] es tender a la
inexistencia” [Mikhail Bakunin. “Libertad e Igualdad”. In: G. P. Maximoff
(org.). Escritos de Filosofía Política vol. II. Madrid: Alianza Editorial, 1990, p.
9]. Incluso desde una perspectiva antiautoritaria, esta influencia es inevitable y
saludable:

“En la naturaleza como en la sociedad humana, que en sí misma no es otra


cosa que la naturaleza, todo ser humano está sometido a la condición su-
prema de intervenir de la manera más positiva sobre la vida de los otros –
intervenir de manera tan poderosa en tanto le permite la naturaleza de cada
individuo. Rechazar esta influencia reciproca significa condenar a muerte
el propio sentido de la palabra. En tanto pedimos libertad para las masas no
pretendemos abolir la influencia natural ejercida sobre ellas por cualquier
individuo o grupo de individuos” [Ibidem.]

En el trabajo practico, esta influencia debe darse a partir de características que


buscamos dar a los movimientos sociales. Anteriormente, cuando tratamos a los

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movimientos sociales y la organización popular, detallábamos mas esta caracte-
rística. Por tanto, no nos ocuparemos en este momento nuevamente de detallar
todas ellas. Apenas apuntaremos, aunque sea de manera breve, cuales son las
características que debemos sustentar en los movimientos sociales. Son estas:
fuerza, clasismo, combatividad, autonomía, acción directa, democracia directa y
perspectiva revolucionaria.
Los movimientos sociales deben ser fuertes, sin estar enrolados en una ideología,
ya que imponer la causa del anarquismo a los movimientos sociales, “no sería
otra cosa sino una ausencia completa de pensamiento, de objetivo y de conducta
común, y […] debería conducir, necesariamente a una impotencia común”
[Idem. “Táctica e Disciplina do Partido Revolucionário”. In: Conceito de Liber-
dade, p. 192.] Deben ser clasistas y poseer corte de clase, lo que significa buscar
participación amplia de las clases oprimidas para sustentar la lucha de clases;
deben ser combativos, estableciendo sus conquistas por medio de la imposición
de su fuerza social; deben ser autónomos en relación al estado, los partidos polí-
ticos, los sindicatos burocratizados, la iglesia, entre otros organismos burocráti-
cos y/o autoritarios, tomando sus decisiones y actuando por cuenta propia.
Además de eso, deben utilizar la acción directa como forma de acción política,
en oposición a la democracia representativa. “Fundamentalmente se trata de ha-
cer prevalecer el protagonismo de las organizaciones populares, apuntando a la
menor mediación posible y asegurando que la necesaria mediación no implique
el surgimiento de centros de decisión separados de los interesados” [FAU. “De-
claración de Principios”]. Los movimientos sociales deben, entonces, utilizar la
democracia directa como forma para la toma de decisiones de forma en que todos
los militantes efectivamente tomen las decisiones de manera igualitaria. La de-
mocracia directa no da espacio a “ningún género de privilegios, sean estos eco-
nómicos, sociales, o políticos; [y constituye] una institucionalidad donde la re-
vocabilidad de los miembros este inmediatamente asegurada y donde por tanto
no haya espacio a la habitual irresponsabilidad política que caracteriza a la de-
mocracia representativa” [Ibidem.]
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Finalmente, la perspectiva revolucionaria que “debe ser introducida por un tra-
bajo constante de los revolucionarios que actúan dentro y fuera de su seno, pero
no puede ser una manifestación natural e normal de su función” [Errico Mala-
testa. “Los Anarquistas y los Movimientos Obreros”. In: Vernon Richards. Ma-
latesta: pensamiento y acción revolucionarios. Buenos Aires: Anarres, 2007, p.
114.].
La inserción social de la organización especifica anarquista en los movimientos
sociales que se da por la influencia, debe apuntar, en un segundo momento para
la conexión de las luchas y la creación de la organización popular, buscando per-
manentemente aumentar su fuerza social.
Para la realización del trabajo y de la inserción social la organización anarquista
debe tener en cuenta algunas cuestiones.
La movilización, debe ocurrir, principalmente, por la práctica, pues en medio de
la lucha es como el pueblo aprende que puede conquistar más y más. Mucho más
que hablar, debemos enseñar por la acción, por el ejemplo, que es “la mejor de
las explicaciones verbales que [el trabajador] recibe de sus camaradas, rápida-
mente reconoce todas las cosas por su propia experiencia personal en adelante
inseparable y solidaria con la de los otros miembros” [Mikhail Bakunin. “Edu-
cação Militante”. In: Conceito de Liberdade, p. 146.]. Es mucho más relevante
considerar que el proceso de movilización y de influencia pasa, además de los
aspectos objetivos de la lucha, por aspectos subjetivos. Nuestra practica viene
demostrando que para movilizarse e influenciar a los movimientos sociales es
muy importante utilizar, no solo los aspectos racionales y objetivos, sino también
aspectos emocionales y subjetivos, siendo ellos lazos afectivos, amistades o re-
lacionamientos que naturalmente son construidos en el seno de las luchas. Es
también relevante identificar las personas de los barrios, comunidades, de los
movimientos, de los sindicatos que poseen influencia sobre los demás (líderes
sociales oriundas de la base y legitimadas por ella) para enfocar nuestros esfuer-
zos en ellas. Estas personas son muy importantes para ayudar en la movilización

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de la base, para potencializar la influencia anarquista, y, además, para integrar
los agrupamientos de tendencia. Hecha de esta manera, la movilización termina
funcionando como una cierta “conversación”, siendo importante observar que

“[...]sólo se puede convertir a quienes sienten la necesidad de ser converti-


dos, a quienes llevan ya en sus instintos o en las miserias de su posición, tanto
exterior como interior, todo lo que queráis darles; nunca convertiréis a quie-
nes no experimenten la necesidad de ningún cambio, ni incluso a quienes,
aun deseando salir de una posición de la que están descontentos, son impul-
sados por la naturaleza de sus hábitos morales, intelectuales y sociales, a
buscar una posición mejor en un mundo que no es el de vuestras ideas. [Ibi-
dem. “Operários, Camponeses, Burgueses e Intelectuais”. In: Conceito de
Liberdade, p. 110.]

En este proceso de movilización, la organización especifica anarquista debe


siempre, independiente de cualquier cosa, actuar con ética, tratando de no esta-
blecer relaciones de jerarquía o de dominio sobre los movimientos sociales; de
decir la verdad y de nunca engañar al pueblo y siempre sustentar la solidaridad
y el apoyo mutuo en relación a los otros militantes. De esta manera, se debe tener
una postura propositiva buscando construir y hacer que los movimientos cami-
nen hacia adelante y no solo para tener posiciones críticas.
Incluso cuando las posiciones de la organización anarquista no fueren mayorita-
rias, ellas deben ser puestas en evidencia, dejando claro los puntos de vista que
defiende. Cuando en contacto con los movimientos jerarquizados, la organiza-
ción anarquista debe siempre tener en mente
que lo que interesa a ella es la base de los movimientos sociales. Por tanto, cual-
quier tipo de trabajo, la organización debe siempre aproximarse no a los dirigen-
tes y a aquellos que detentan estructuras de poder de los movimientos sociales,

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sino a los militantes de base, que generalmente son oprimidos por la dirección y
que constituyen la periferia, y no el centro de los movimientos.
Otra cuestión que debe ser observada es que los militantes de la organización
especifica anarquista deben conocer bien el ambiente en el que están actuando,
teniendo presencia constante en los movimientos sociales en los que se propone
realizar el trabajo social. El conocimiento del “terreno” en que se actúa es fun-
damental para saber cuáles son las fuerzas políticas en juego, quienes son los
posibles aliados, quienes son los adversarios, donde están las fuerza, las debili-
dades, las oportunidades y los riesgos. La presencia constante es importante para
que los militantes anarquistas estén completamente integrados con los otros mi-
litantes de los movimientos sociales, que tengan reconocimientos, legitimidad,
que sean escuchados, que sean queridos, que sean personas bienvenidas.
En un esquema estratégico, podemos entender que la organización especifica
anarquista debe realizar trabajo social, ya que “como anarquistas y como traba-
jadores, debemos incitarlos y alentarlos [ a los trabajadores] a luchar y luchar
con ellos” [Errico Malatesta. “Programa Anarquista”. In: Escritos Revoluciona-
rios, p. 18]. Incitando y alentando al pueblo, debemos buscar inserción social, y
conseguir que los movimientos sociales trabajen de la forma más libertaria e
igualitaria posible. Con inserción social en los movimientos sociales debemos
conectar las luchas y construir organización popular. Así, conseguiremos esti-
mular su permanente aumento de la fuerza social y preparar a las clases oprimi-
das para la revolución social, ya que “nuestro objetivo es preparar al pueblo,
moral y materialmente, para esta expropiación necesaria; e intentar y renovar los
intentos, tantas veces cuanto la agitación revolucionaria nos de ocasión de ha-
cerlo hasta el triunfo definitivo” [Ibidem. p. 17], con el establecimiento del so-
cialismo libertario. Podemos decir entonces que la función de la organización
especifica anarquista en el trabajo e inserción social es ser un “motor de las lu-
chas sociales. Un motor que no substituya ni representa” [FAU. “Declaración de
Principios”]. Apuntamos a poder constituir este motor “participando combativa-
mente en el día a día de la lucha de los
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movimientos populares en actividad, en un primer momento, en Brasil, en Amé-
rica Latina, y en especial en Rio de janeiro” [FARJ. “Carta de Principios”.]

Nota:
Em “Em Torno de Nosso Anarquismo”, Malatesta enfatiza: “Provocar, tanto
quanto nos seja possível, o movimento, nele participando com todas as nossas
forças, imprimindo-lhe o caráter mais libertário e mais igualitário que seja;
apoiar todas as forças progressivas; defender o que é melhor quando não se puder
obter o máximo, mas conservar sempre bem claro nosso caráter de anarquistas”.
[grifos nossos] Ver Escritos Revolucionários, p. 80.

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Entrevista: Resistencia Popular (Rio de Janeiro)

¿Por qué exactamente el término “trabajo de base”?


Este término remite a tres sentidos fundamentales:
1. De que lanza las bases para un proyecto de poder y de reorganización social
2. De que por encima de esta base se estructuran las relaciones sociales de nuevo
tipo y, en estas bases, reside todo el poder sobre estas relaciones.
3. De que la lucha social debe partir de una base cotidiana – la realidad de cada
uno – y no de donde nos gustaría que fuese.

El trabajo de base es asi, el trabajo cotidiano, que se estructura en función de la


realidad (de las necesidades y voluntades locales) y busca construir los cimientos
de una nueva relación de poder.
La “base” en contornos más concretos gana el sentido de “comunidad”, o sea es
la base local donde se realiza la vida de determinado grupo o segmento social.
Cuando mencionamos “base”, designamos el estado de situación de vida de una
comunidad/grupo/segmento en que se expresa directamente su realidad. Para el
trabajo de base, el presupuesto fundamental reside en la comprensión de estas
cuestiones esenciales que afligen/interesan a una base social dada. En este sen-
tido, el camino para un trabajo de base certero solo puede venir de la vivencia de
la “base”, porque, si, por un lado, solo se puede hacer un trabajo de base cohe-
rente y eficiente conociendo una comunidad local, solo se puede conocer esta
realidad a través de la vivencia y de la experiencia en el medio de ella
El objetivo del trabajo de base según nuestra concepción, es insertar en el medio
de las realidades diversas la opción de una organización social estructurada en
función de las necesidades y voluntades de la base local, orientadas por un mo-

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delo de gestión federalista y por los principios de la democracia socialista revo-
lucionaria, el de la igualdad y libertad. A partir de la inserción en las realidades
locales se da la identificación de las cuestiones esenciales para la comunidad, y
nuestras tareas son:
1. Contribuir para que estas cuestiones sean conectadas con cuestiones de orden
general (políticas, económicas, culturales), apuntando hacia la elevación de la
conciencia de la situación global
2. Movilizar en torno de los problemas inmediatos que al largo plazo estarán en
contradicción con los problemas estructurales, puede ser una ampliación de la
propia visión del mundo.
3. Generar posibilidades de nuevas experiencias, que impliquen la participación
en la organización.
Nuestra tarea no es “educar” a la “base” sino, contribuir con acciones positivas
para que surjan otras experiencias y, por medio de estas, las personas se eduquen
a sí mismas.
No llevamos la “conciencia” a las “bases”, nosotros llevamos acciones y expe-
riencias que contribuyen a la generación de conciencia.
Nuestro compromiso es fundamental para llevar adelante acciones propositivas
a los más diversos niveles de la sociedad, y a partir de la base, trabajar para que
la restructuración de las relaciones sociales se de en función de las necesidades
y voluntades locales.
Pero no podemos incurrir en los errores en los que normalmente los grupos acti-
vistas caen: la victimización de la base y el basismo.
El victimismo considera que la acción en el medio de la base es por si autoritaria
y conservadora, pues considera al pueblo incapaz de autoafirmarse frente a de-
terminadas acciones y propuestas. Nosotros consideramos que el pueblo es ple-
namente capaza de delinear sus elecciones y hacer valer su voluntad, y tenemos
el deber de ubicar nuestras propuestas a su disposición para que sean juzgadas.
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Además de eso, esa visión estimula algo que existe en el leninismo, que cree que
la conciencia es externa al pueblo. Nosotros nos consideramos como una parte
integrante de él, y es por eso que tenemos legitimidad en tanto pueblo para hacer
valer nuestras posiciones.
La consecuencia drástica de esta mirada es el inmovilismo. No se puede hacer
nada para “no ser autoritario con el pueblo”.
Otro error es el basismo, que consiste en no ser capaces ante el rechazo de nues-
tras propuestas, reafirmar nuestra posición. ¿Qué podemos hacer? Quedarnos
como furgón de cola de posiciones conservadoras para “acompañar a las bases”.
El trabajo de base visto de esta forma gana el carácter de lucha entre diferentes
culturas y diferentes proyectos. Estando insertos en una base, desarrollamos un
trabajo que este en conexión con un proyecto que no se reduzca a las condiciones
locales, por el contrario, tiene la pretensión de ser un eje de conexión entre las
varias realidades locales en el sentido de lanzar las bases de una nueva estructura
social y de un nuevo sistema de poder.
La inserción social que se da a través del trabajo de base es la inserción de nuestro
proyecto en las realidades locales, o sea, en la vida de las clases populares.
No es la inserción de las personas físicas, a pesar de que es inconcebible la in-
serción de propuestas sin inserción de personas, pero la inserción o la presencia
física no es garante de nada. Es preciso influenciar el medio social del cual se
forma parte, de hacer valer nuestro proyecto.
Una de las metas del trabajo de base es la formación de militantes, entendida en
tanto proceso de capacitación para potencializar el propio trabajo.
A pesar de que la experiencia genera conocimientos, ellos a veces no son sufi-
cientes para la adquisición de una visión lo más amplia posible de las posibilida-
des. En este caso el trabajo de base tiene que apuntar a cuestiones de como via-
bilizar el fomento de la discusión, el debate, el estudio, en fin, los mecanismos

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de construcción y producción de conocimiento para no quedar reducidos a visio-
nes pragmáticas o simplistas del proceso social. Esto contribuye a la renovación,
no solo de las ideas, sino también de las personas y cuadros del movimiento so-
cial, y cualifica a la participación de las bases.

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Esta colección contiene una serie de textos que tratan de abordar el conjunto
de temáticas y categorías que hacen a nuestra corriente del anarquismo, el
especifismo.

Los textos son en general producciones de otras federaciones anarquistas del


especifismo latinoamericano, o de autores que son militantes de esas fede-
raciones, de los cuales se destacan materiales de la fAu (Federación Anar-
quista Uruguaya), organización pionera del anarquismo especifista en lati-
noamerica.

La división de este cuadernillo en temáticas, hace a la necesidad de recortar


partes de un mismo conjunto de nociones teóricas y prácticas, y apunta a que
el lector pueda reflexionar sobre los ejes planteados e ir relacionándolos con
su práctica cotidiana en los espacios de militancia social.

Las producciones vertidas en este cuadernillo no son elucubraciones intelec-


tuales realizadas en espacios alejados de la realidad popular, sino que son
sistematizaciones de años de lucha y organización, funcionan como hipótesis
de trabajo y apuntan a una acumulación de las experiencias para la construc-
ción de una estrategia revolucionaria en sentido anarquista. Por lo tanto, su
lectura, y su necesaria relectura a lo largo de la trayectoria militante de cada
lector, implican un compromiso con la causa del SOCIALISMO Y LA LIBERTAD.

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