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DEM OCRACIA

RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL


Y EL ESTADO

Luis Alberto Restrepo*

Los partidos políticos de todo el mundo, tradi­ te catastróficos. Los Estados y los partidos han
cionales o revolucionarios, m í como los Esta­ sido incapaces de adelantar una verdadera
dos de todas las ideologías, atraviesan por una modernización social y política, y el continente
profunda crisis de representatividad y legiti­ afronta hoy una involución histórica.
mación. Mientras tanto cobran nueva vigencia
La crisis de las ideologías políticas se ha hecho
los movimientos sociales. Es como si la socie­
plenamente manifiesta desde comienzos de los
dad, no suficientemente representada por los
años ochenta. Desde entonces, el movimiento
partidos o demasiado absorbida por los Esta­
histórico de construcción social comienza a
dos, se levantara y quisiera representarse di­
invertirse paulatinamente. La sociedad civil y,
rectamente a sí misma.
en ella, sobre todo los sectores y clases subal­
La experiencia histórica de los dos últimos ternas se han puesto en movimiento al margen
siglos ha creado en el ciudadano común una de los partidos y del Estado. Se constituyen a sí
desconfianza instintiva ante las ideologías polí­ mismos como actores sociales independientes,
ticas. Existe la persuasión difusa de que el pro­ recrean el tejido democrático de la misma so­
blema de la democracia no radica tanto en las ciedad civil, se autorrepresentan en el espacio
distintas ideologías que se inspiran en ella, público y comienzan a imponerle desde allí a
cuanto en la forma concreta como se asume su los partidos y al Estado la necesidad de su re­
construcción. El jacobinismo de las élites y presentación. La dinámica no apunta ya a cons­
vanguardias, sin distinción de ideologías, ter­ truir la sociedad desde el Estado sino más bien
mina en nuevas formas de suplantación y su­ a reconstruir el Estado desde la sociedad. Este
bordinación antidemocrática de las mayorías. proceso es hoy particularmente dramático en
En América Latina, la pretensión de las élites las sociedades del Este socialista. Pero se
de construir, desde el Estado mismo, una so­ desarrolla, de una u otra forma, en todo el
ciedad moderna y un Estado democrático, mundo. América Latina enfrenta un proceso de
parece haber tocado a su fin. Después de siglo largo aliento de reconstrucción societal y políti­
y medio de violentas luchas de poder y de es­ ca cuyo punto de apoyo fundamental son los
fuerzos de modernización y desarrollo desde movimientos sociales. Una sociedad civil popu­
arriba, el intento se ha mostrado vano y los lar plenamente constituida por actores sociales
resultados son precarios cuando no francamen­ fuertes e independientes es la única garantía
de existencia de un Estado democrático.
* Filósofo, investigador del Instituto de Estudios Políticos y Esto no quiere decir, ni mucho menos, que los
Relaciones Internacionales. partidos políticos carezcan de importancia o

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que el Estado nacional se encuentre en vías de de Occidente, se les hubiera reducido a ilusión,
desaparición. Los movimientos sociales requie­ mientras sigue siendo todavía una utopía y un
ren, tarde o temprano, de una adecuada expre­ futuro de emancipación posible para las nacio­
sión política a través de los partidos y del Esta­ nes de la periferia. También en esto los países
do. De lo contrario, su impacto histórico es menos industrializados se ven obligados a lu­
reducido o desembocan incluso en formas de char por una esperanza prestada y de segunda
descomposición social. Si afirmamos el papel mano, pero conservan la ilusión de poderle dar
fundamental de los movimientos sociales, es un nuevo contenido más auténtico.
porque el impulso para la transformación
democrática de los sistemas políticos no viene Desde el punto de vista emancipatorio, este
ya de las élites y sus ideologías, hoy agotadas, ensayo presupone y asume, en parte, las críti­
sino de los movimientos sociales de las clases y cas a la sociedad capitalista y al Estado liberal
sectores sociales subalternos. A las direcciones formuladas por el pensamiento marxista pero
políticas les corresponde la tarea de buscarle se coloca también críticamente ante las su­
soluciones concretas y eficaces a las demandas puestas alternativas propuestas por el marxis­
sociales. Para ello, las doctrinas globales son mo que habían estado vigentes hasta ayer. En
hoy insuficientes. Cumplen más bien una fun­ segundo lugar, el artículo se refiere sobre todo
ción de horizonte utópico. a las sociedades latinoamericanas. No podría
tal vez aplicarse, sin más, a las sociedades
Ya en un artículo anterior (1), intenté dar una industrializadas de Occidente, a sociedades
visión general de los movimientos sociales en asiáticas o africanas, con otras culturas y tradi­
América Latina y de sus posibilidades de con­ ciones. Sin embargo, no está ausente de él una
vertirse en actores de procesos de emancipa­ cierta pretensión de universalidad sujeta a la
ción. En este ensayo, busco una primera apro­ crítica.
ximación teórica al tema más general de la
relación entre sociedad civil y Estado, que sub-
yace al papel que allí le otorgaba a los movi­ I. LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO EN
mientos sociales. En una primera parte, hago LOS CLASICOS EUROPEOS
un rápido recuento crítico de la concepción de
esta relación en los principales autores euro­
Para comprender la sociedad latinoamericana
peos y, en la segunda, intento una formulación de hoy y su relación con el Estado, ninguno de
propia acerca del tema, más adecuada a la
los clásicos europeos ofrece una noción satis­
América Latina. Más allá de la actualidad
factoria, aunque todos aporten un marco refe-
coyuntura] que puedan tener los movimientos
rencial importante y elementos de análisis que
sociales, el ensayo intenta mostrar su lugar
deben ser conservados, corregidos o comple­
específico en la sociedad civil y en su relación mentados. Aquí sólo pretendo exponer, de
con el Estado. manera más sistemática y en discusión con
algunos teóricos clásicos europeos, el enfoque
Debo hacer dos advertencias previas. En pri­ analítico que subyace a mi artículo sobre “Los
mer lugar, el artículo parte aún de la perspecti­ Movimientos sociales en América Latina” (3).
va moderna de una emancipación posible. Este Se trata, desde luego, de líneas de reflexión
horizonte no es hoy evidente. En los países abiertas a la discusión.
industrializados se encuentra en franca cri­
sis (2). Con todo, en los países de la periferia
aparece todavía como una esperanza y un 1. La noción de sociedad y su relación con la
imperativo inmediato. Es como si la moderni­ política desde la antigüedad clásica hasta la
dad, ya realizada en los países industrializados modernidad

Como es sabido, la noción de sociedad civil es


1. Luis Alberto Restrepo, ‘‘Theory and Practice of Liberation in propia de la modernidad europea. Ni los filóso­
Latin America. The New Social Movements and the State” ,
en Theory and Practice of Liberation at the End of the XXth
Century, Emile Bruylant, Bruxelles, 1988, pp. 413-436.
2. Asi lo testimonia toda la reflexion sobre la post-modemidad. 3. Op. cit.
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fos antiguos ni los teólogos medievales estable­ dual y el interés general. No requiere de la
cen distinción entre sociedad y Estado. La polis intervención de terceros. La moralidad y la jus­
griega es a la vez, indiferentemente, societas o ticia no son resultado de la virtud, sino produc­
societas política (koinonia politike). La activi­ to del interés individual y de la libre actividad
dad económica de la época, reducida al ámbito económica. La economía deja de ser simple
doméstico (oikos), se orienta a la satisfacción modo de subsistencia para convertirse en acti­
cotidiana de las necesidades familiares. No se vidad política que garantiza la convivencia
dirige hacia el mercado. No crea una red de armónica entre los hombres: economía-políti-
nexos sociales que unifique la nación bajo las ca.
“leyes” del intercambio entre equivalentes. La
ausencia del mercado hace que la sociedad no Como para los filósofos antiguos y medievales,
tenga una dinámica propia y una consistencia tampoco para Smith hay diferencia entre socie­
independiente frente a la voluntad del gober­ dad y Estado. Pero en este caso, la identifica­
nante. A decir verdad, la sociedad no existe. ción se hace en beneficio de una noción de
Tampoco existe el individuo moderno, libre sociedad reducida a su dimensión económica
productor y consumidor, movido por intereses de producción, distribución, intercambio y con­
contrapuestos a los de la sociedad. La indivi­ sumo de mercancías. El Estado aparece como
dualidad permanece aún absorbida en la totali­ innecesario. Si acaso, se le concede el papel de
dad de la familia, del clan o del pueblo. La vida simple árbitro externo de aquellas relaciones
en común de los pueblos tiene su fundamento sociales que el mercado establece por sí mis­
en la unidad mítica de su origen y se manifiesta mo. Es un medio establecido por la misma so­
a través de la sumisión a la voluntad del gober­ ciedad civil para ratificar y confirmar las reglas
nante: jefe de familia, del clan, príncipe, rey o de su dinámica económica, y para garantizar la
emperador. satisfacción de las necesidades del individuo.
En Smith, el individualismo político de Locke
En la polis antigua, la convivencia y la acción encuentra su expresión económica.
conjunta de una colectividad en pro del benefi­
cio común tienen su fundamento en la ética:
dependen tanto de las costumbres del pueblo
como sobre todo de la virtud del príncipe. Para 2. Sociedad civil y Estado en Hegel
los antiguos, los hombres tienen el deber de
imitar y reproducir, en el microcosmos genera­ Es Hegel quien, por primera vez, establece la
do por su acción, el gran ordenamiento de la diferencia entre la sociedad civil o, más literal­
naturaleza. Y en ello se realiza su dimensión mente, burguesa (bürgerliche Gesellschaft) y
humana más esencial. Según Aristóteles, el el Estado y le atribuye a cada una de las dos
hombre es, por naturaleza, “ animal político” . instancias su propia esfera de acción. Recoge
A los dictados de la naturaleza, los teólogos de Adam Smith y de los economistas clásicos la
medievales anteponen, a su vez, la voluntad existencia de la sociedad, la enriquece con la
divina. Los hombres deben ponerla en prác­ filosofía política de la Dustración, pero la
tica. enmarca en el cuadro del Estado, propio de la
filosofía griega y de la concepción rousseaunia-
Con el surgimiento de la sociedad moderna, na de la “voluntad general” . Liberalismo de
Adam Smith reconoce la aparición de un nuevo Locke y de Smith, y colectivismo de Rousseau,
nivel de acción social, independiente de la conviven así en una síntesis en la que el prime­
voluntad de los gobernantes: la actividad eco­ ro se subordina al segundo sin desaparecer en
nómica, ya no limitada a la mera satisfacción él, sobre el fundamento común del derecho
inmediata de las necesidades familiares, sino natural moderno y secular. Conviene detener­
destinada al mercado nacional. La producción nos en el análisis de la sociedad civil y del Esta­
para el mercado es entonces el nuevo objetivo do en Hegel, y en su mutua relación, ya que de
inmediato de la actividad social. Y su destino su concepto se derivan las elaboraciones de
final es la “felicidad” , la satisfacción de las Marx, Lenin y Gramsci, que marcan la aproxi­
necesidades individuales. Según Smith, el mación contemporánea al tema. De la concep­
mercado se autorregula. La mano invisible que ción hegeliana de sociedad civil toman uno u
lo rige se encarga de conciliar el interés indivi­ otro elemento, lo transforman, y abandonan el
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resto. El concepto hegeliano es el más amplio y obligado a trabajar e incrementar su propie­


complejo, lo que no significa que sea por ello el dad. Pero nadie puede satisfacer solo, median­
más adecuado. Por eso me extenderé más en él te su propio trabajo, todas sus necesidades. Lo
y añadiré luego, más brevemente, las modifi­ que el uno necesita lo produce y posee el otro y
caciones y complementos aportados por los viceversa. Así, todos necesitan de los produc­
demás autores. tos del trabajo ajeno. De este modo, a través
del mercado, se desarrollan vínculos de inter­
La filosofía política de Hegel —“filosofía del dependencia generalizada entre todos los
espíritu objetivo” o “filosofía del derecho” — miembros de una colectividad. Es lo que Hegel
nos presenta una organización sistemática de llama “la cadena de la necesariedad” (Not-
la acción humana y de sus obras en la historia: wendigkeit) de la que cada individuo es apenas
las “objetivaciones” del espíritu. La acción del un eslabón mecánico.
hombre se articula, según Hegel, en tres nive­
les: familia, sociedad civil y Estado. Para nues­ Este sistema de interdependencia es dinámico.
tro propósito nos interesan los dos últimos: El trabajo transforma permanentemente los
Sociedad y Estado. medios de satisfacción de las necesidades (tan­
to los “medios de producción” como los bienes
Toda acción humana está movida por intereses de consumo), y éstos a su vez van modificando
dirigidos al logro de bienes específicos. Sin las necesidades. Se engendra entonces una
interés, no hay acción. Lo que caracteriza y dialéctica permanente entre trabajo, medios de
diferencia a la sociedad civil y al Estado es, satisfacción y necesidades humanas (entre
para Hegel, la naturaleza, particular o general, oferta y demanda, según los economistas), que
del interés que mueve a los hombres a la acción le confiere su peculiar dinamismo a la sociedad
o del bien que persiguen mediante ella. Las civil. En términos de Marx, tanto las necesida­
acciones que se derivan de un interés particu­ des como los medios para su satisfacción son
lar dan origen a la sociedad civil y se inscriben un producto del trabajo colectivo, producto
en ella. En cambio, el Estado es producto de “ social” y no meramente natural. La produc­
una acción que obedece al interés general de ción, la distribución, el intercambio y el consu­
toda la colectividad. Se dirige hacia el bien uni­ mo de mercancías, objeto de la economía políti­
versal. Este principio de distinción entre socie­ ca clásica, configuran este sistema que pone en
dad civil y Estado es, desde un punto de vista conexión las necesidades de los unos con los
puramente metodológico, de utilidad para medios para su satisfacción poseídos por los
establecer la diferencia entre lo social y lo polí­ otros.
tico.
De acuerdo al tipo de actividad económica que
desempeña, la población se divide, según
A la sociedad civil, Hegel la denomina también Hegel, en tres grandes “masas” o “ clases” .
“ sistema de las necesidades” (Bedürfnisse). Obviamente, su concepto de clase poco tiene
Surge de la dinámica impuesta por la satisfac­ que ver con el de Marx y se aproxima más al de
ción de las necesidades particulares. La acción estamento de la sociedad medieval. Las tres
que conduce desde las necesidades hasta su clases o estamentos son: el sustancial, formado
satisfacción genera un flujo de nexos recípro­ por los agricultores, el general, constituido por
cos entre los hombres, y crea un nivel específi­ la burocracia del Estado, y el intermedio o de
co de interacción y comunicación: la sociedad los industriales. Para Hegel, cada uno de estos
civil. estamentos ofrece un aporte específico a la
satisfacción de las necesidades sociales. Tiene
Sigamos brevemente la lógica del interés pri­ su identidad, sus costumbres y su propia ética.
vado y de la acción a la que da lugar. Su punto La identidad de cada estamento y su carácter
de partida es el hombre considerado como su­ complementario con los demás es un elemento
jeto de necesidades. El individuo. La sociedad fundamental de la cohesión y coherencia de la
se construye a partir de la necesidad indivi­ sociedad civil hegeliana. Aunque la noción de
dual, de la propiedad y del trabajo. Gracias a la clase social esbozada por Marx es muy diferen­
propiedad, el individuo existe social y jurídica­ te, puede transponerse sin dificultad a este
mente. Para satisfacer sus necesidades, se ve lugar sistemático de la sociedad civil hegelia-
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na. El reparo fundamental proviene de que, una de estas dos direcciones. En el terreno teó­
para Hegel, los estamentos son complementa­ rico, lo primero que se modifica y universaliza
rios, mientras que, para Marx, las clases socia­ en tomo a la actividad económica es el lenguaje
les son antagónicas. De esta dificultad nos ocu­ común. En la misma medida en que la produc­
paremos más adelante, a propósito de Marx. ción, el mercado y el consumo se amplían y
Como puede verse, en esta primera instancia diversifican, los hombres se ven obligados a
de la sociedad civil, Hegel integra los hallazgos crear un lenguaje cada vez más complejo, ca­
de Smith y de la economía política de la época. paz de captar relaciones más amplias y genera­
Pero extiende luego la dinámica del interés les. La economía es, pues, según Hegel, la
individual y la noción de sociedad civil a otros matriz más importante de la evolución del len­
campos. Conviene observar que, más tarde, guaje común en la sociedad civil, y hace parte
Marx reducirá nuevamente el campo de la so­ de ésta. A la par con el lenguaje, evolucionan
ciedad civil a esta primera instancia económica también las ciencias modernas. Surgen y se
de las relaciones sociales. desarrollan a partir de las necesidades huma­
nas, del trabajo y de los nuevos medios para su
satisfacción. Estas modalidades más generales
La reconciliación entre el interés particular y el
de la actividad teórica van imprimiendo la for­
general no es inmediata, ni se logra mediante
ma de lo universal como principio de acción en
la mano invisible de las leyes del mercado,
la sujetividad teórica de una sociedad, en su
como en Adam Smith. Por el contrario, Hegel
actividad cognoscitiva y comunicativa. Desde
piensa que la actividad económica moderna,
abandonada a sí misma, genera extremos de el punto de vista práctico, el desarrollo cultural
riqueza y de miseria, disolución ética y política trae consigo un mayor desarrollo de las habili­
y decadencia de las instituciones. Desde este dades técnicas, de lo que podríamos llamar el
punto de vista, se puede decir que Hegel pone “saber hacer” de una nación. También se
las bases para la noción de lucha de clases de desarrolla la moral por la que el individuo
Marx. Pero si la regulación de la actividad eco­ moderno, afincado por su propiedad y su traba­
nómica no surge directamente del mercado, sí jo cotidiano en la instancia anti-ética del inte­
nace por exigencia interna del mismo. Una lar­ rés individual, concibe principios generales,
ga cadena de mediaciones necesarias elevan a intenciones y propósitos sujetivos en la bús­
queda de un bien general puramente ideal, de
los hombres desde su interés individual hasta
un “ deber ser” siempre inasequible. Digamos
la realización del bien común.
de paso que, para Hegel, la intención moral
cobra tanto más fuerza cuanto la vida ética de
Bajo la conducción del Estado, y al ritmo del un pueblo, sus costumbres e instituciones polí­
desarrollo de la actividad económica, cada pue­ ticas, se hallen más descompuestas. La rebe­
blo avanza progresivamente en la universaliza­ lión moral se convierte entonces en principio
ción de su acción histórica. Es lo que Hegel sujetivo de revolución. Pero ésta, por estar
denomina cultura o civilización (Bildung signi­ basada en abstracciones ideales, se traduce,
fica literalmente formación pero equivale, en según el filósofo de la revolución francesa, en
cierta manera, a cultura o civilización, según se terror contra todo lo concreto y real.
quiera entender estos términos). La cultura es,
pues, un proceso histórico de formación de un Como podemos ver, la noción hegeliana de so­
pueblo que lo capacita para actuar de acuerdo a ciedad civil desborda ya notablemente la
principios cada vez más amplios y generales. dimensión puramente económica que le asig­
Mediante ella, lo general se imprime progresi­ nara Smith y se extiende también al vasto
vamente en el espíritu como forma o principio terreno de la cultura. Marx y Lenin recortarán
de acción. Configura la sujetividad colectiva. de nuevo su alcance a la economía y a las rela­
La cultura habilita a un pueblo, al menos for­ ciones sociales que de ella se derivan, mientras
malmente, para subordinar el interés particu­ Gramsci intentará recuperar la cultura para su
lar al bien general. concepto de sociedad civil. Hasta ahora, sin
embargo, apenas comienza la construcción
El proceso cultural transforma tanto la activi­ conceptual de la sociedad civil en Hegel. La
dad teórica de los hombres como su actividad fuerza de lo universal debe imponerse aun por
práctica, y abarca diversas instancias en cada sobre el interés particular hasta llegar a trans­
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formarlo, a “civilizarlo” , hasta convertir ai mensión social del hombre” , aunque en figura
individuo, miembro de la sociedad civil, en ciu­ de fuerza extraña a su voluntad (“ enajenada” ,
dadano de un Estado. según Marx). El nexo recíproco se establece a
través del mercado. Cada uno queda reducido
Inicialmente, el interés general, lo que hoy lla­ a la condición de un eslabón en la cadena de la
maríamos la “ dimensión social del hombre” interdependencia general, tanto en lo que toca
aparece como un producto extremo a la activi­ a la posibilidad de satisfacer sus propias nece­
dad individual aunque nace como exigencia de sidades, como incluso en la definición del con­
sus mismas relaciones económicas y de los con­ tenido de éstas. La mercancía es su expresión
flictos a los que ésta da lugar. Parece imponer­ concreta. Lo general, el carácter social de las
se desde fuera a los individuos mismos cuyo necesidades y de su satisfacción, se imponen
libre arbitrio coacciona. Hegel denomina a esta aquí sobre el individuo con una ciega fatalidad.
fase del desarrollo de la sociedad civil, el “ Es­
tado exterior’’. Tal designación corresponde al Más allá de esta interdependencia de hecho,
punto de vista liberal, según el cual el indivi­ aparece la ley. Bajo su forma de prescripción o
duo es el fin del Estado y éste es apenas un ins­ prohibición general, la ley coarta el libre arbi­
trumento para la satisfacción de las necesida­ trio individual. Pero lo que no percibe el indivi­
des de aquél. El individuo liberal, sin embar­ duo encerrado en su propio interés es que lo
go, incapaz de instrumentalizar por sí solo el hace para protegerlo de sí mismo. La anarquía
Estado a su servicio, experimenta la función generalizada del libre arbitrio conduciría a su
normativa de éste como una coacción a su li­ autodestrucción. La actividad económica de la
bertad. Lo admite, finalmente, como arbitraje sociedad civil, abandonada a sí misma, sólo
necesario entre la multitud de intereses opues­ puede conducir al “ estado natural de guerra” .
tos para no caer en la guerra autodestructiva Pero la ley sola no basta para que lo general
de todos contra todos formulada por Hobbes. imponga su dominio sobre el libre arbitrio indi­
Desde este punto de vista, el Estado aparece vidual. Debe ser aplicada a cada caso particu­
como un aparato coactivo, cuya peculiaridad lar y adquirir fuerza coactiva. Esta es la fun­
fundamental consiste en el monopolio de la ción propia de los tribunales de justicia y de la
fuerza. Esta visión instrumental del Estado policía. Ley, justicia y policía configuran el cua­
coincide también con la de Marx, que lo consi­ dro del “ Estado exterior” hegeliano que, se­
dera como un aparato puramente exterior a la gún él, hacen parte aun de la dinámica propia
sociedad civil. Más aún, como la expresión del interés privado y de la sociedad civil. Me­
política de la “enajenación” de ésta (Marx diante la fuerza coactiva de la norma, del juicio
joven) o como “ fetiche” político que suplanta y la sanción, se hace posible la satisfacción de
las relaciones de colaboración entre los hom­ las necesidades individuales pero, a la vez, se
bres (Marx maduro). El Estado, para Marx, ya imprime el interés general en el espíritu de un
no es árbitro entre individuos atomizados sino pueblo. Marx ubicará estas instancias simple­
instrumento de dominación de clase. Para mente en el Estado, o entre los “aparatos del
Hegel tal concepción mecánica tiene un funda­ Estado” , como dice Althusser, con una expre­
mento en la realidad, pero no agota la naturale­ sión que pone aún más de relieve la visión ins­
za última del Estado, a la que nos referiremos trumental de lo político, propia también del
más adelante, así sea muy brevemente. Esta pensamiento liberal. Para Marx, el Estado se
diferencia con Marx es esencial. Gramsci vol­ identifica con lo que Hegel designa como Esta­
verá a la visión hegeliana. do exterior.

Lo general se manifiesta de múltiples formas. El último elemento de la sociedad civil hegelia­


Aparece, en primer término, como interdepen­ na es la corporación, es decir, la organización
dencia económica de los hombres en la satis­ de un estamento social o de un sector de él en
facción de sus necesidades. Ya antes habíamos orden a la promoción y defensa de su propio
visto surgir esta ‘‘cadena mecánica de la nece- interés particular. Como la noción hegeliana de
sariedad” entre todos los productores y consu­ “clase” , también la de “corporación” es más
midores de mercancías. Tal interdependencia próxima a la organización medieval del trabajo.
generalizada es, según Hegel, la primera Pero una y otra pueden ser transpuestas, sin
manifestación del interés general, de la “di­ agravio teórico, al lenguaje postmarxiano. La
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corporación, en cuanto asociación de intereses ubicación y articulación. Me refiero, por ejem­


privados en función de su representación pú­ plo, al sistema educativo, ligado a la familia, a
blica, equivale al gremio o al sindicato de hoy. la sociedad civil o al Estado, según el caso; o
Partiendo del interés individual que caracteriza los medios de comunicación y, más allá, el
la actividad de la sociedad civil, la corporación ámbito global.de la comunicación (4), vincula­
o la asociación gremial es el grado más alto de dos a una de las dos últimas instancias. Pero no
transformación del interés individual en inte­ es ésta nuestra pretensión aqui.
rés general. Los individuos se asocian en una
corporación buscando la defensa de su interés Con la corporación se cierra la arquitectura
privado pero, defendiendo el suyo, promueven hegeliana de la sociedad civil. La corporación
el interés de todos los miembros de la corpora­ prefigura la noción definitiva (“ absoluta” ) de
ción. Aqui el interés general no se impone por Estado como finalidad ética de toda la activi­
coacción, como acontecía con la ley, los tribu­ dad social. Forma al ciudadano. No vamos a
nales y la policía, sino que brota desde dentro entrar aquí en un análisis de la controvertida
de las aspiraciones de los miembros de la cor­ versión final del Estado en Hegel. Digamos
poración. En este sentido prefigura, para que no es solamente un aparato exterior a los
Hegel, la verdadera naturaleza del Estado, su individuos, a las clases (estamentos) y a toda la
idea ética de verdadera comunidad humana. La sociedad civil. Es también, y sobre todo, el
asociación gremial es la principal escuela del principio interno de acción que dirige y le da
ciudadano. forma ética, humana, “ social ” , a toda la acción
de los hombres, incluso sin que éstos lo preten­
Como trataremos de mostrarlo más adelante, dan. Es su finalidad histórica intrínseca. Desde
también la asociación gremial o sindical es hoy este punto de vista la forma del Estado está
la instancia prepolítica de organización social invisiblemente ligada a la obra desde la diná­
más importante. Le da una coherencia decisiva mica de los intereses privados que constituyen
a la sociedad civil. La agremiación es la forma la sociedad civil y no se puede establecer entre
de organización propia de las clases sociales, ambas instancias —sociedad y Estado— una
en cuanto están movidas por intereses propios separación radical. Gramsci reafirmará, a su
y particulares de su clase. Y es también la for­ manera, la identidad relativa entre la sociedad
ma de asociación de toda suerte de intereses civil y la sociedad política.
comunes, como los que dan origen a numero­
sos movimientos sociales de hoy, agremiacio­
La acción ética es aquella que hace posible la
nes no institucionalizadas y no orientadas sim­
convivencia y la cooperación entre los hom­
plemente como instancias reivindicativas. bres. El Estado es la más alta realización histó­
rica de esta comunidad humana. Aquella que
Hegel no conoció los partidos políticos. ¿Los se expresa ya en las costumbres mismas de un
habría adscrito a la sociedad civil, como forma pueblo formado, cultivado. Podríamos decir,
suprema de interpretación de los intereses par­ anticipando a Gramsci, que el Estado es el
ticulares? Gramsci parece inclinarse a esta lec­ intérprete y gestor del consenso de las clases
tura. ¿O los habría ligado más bien al Estado sociales. Un Estado que se qjuste a su natura­
en cuanto portadores de un proyecto global de leza es punto de encuentro dialéctico del inte­
sociedad? De esta doble naturaleza se deriva la rés particular con el general, en donde el se­
condición ambivalente de los partidos moder­ gundo prevalece sobre el primero sin negarlo.
nos, que pertenecen a la sociedad civil cuando
no están en el poder, pero se identifican con el
Estado cuando acceden a él. Olvidar esta ambi­
4. Hablo del ámbito de la comunicación ya que la expresión
valencia, como lo hace Gramsci, puede condu­ "medios de comunicación” , referido a la prensa escrita, la
cir a costosos equívocos. radio, el cine y la televisión, no alean«« a expresar ya el ac­
tual fenómeno de la comunicación que tiende a abarcar cada
vez más todos los ámbitos de la actividad social. El computa­
Otras instancias de la actividad colectiva que dor, las redes de información, el telefax y todas sus aplica­
han llegado a ocupar un lugar importante en la ciones van generando un sistema comunicativo que escapa al
sociedad actual, están ausentes de la construc­ control del Estado y que se convierte en expresión de la so­
ciedad civil. Al mismo tiempo, es cierto, le da al Estado un
ción hegeliana por razones obvias, pero el cua­ poder de control hasta ahora inimaginable sobre la sociedad
dro teórico trazado por él permitiría definir su civil.
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Es lugar de mediación de los conflictos de la ca (los Grundrisse) de 1859, la noción hegelia­


sociedad civil. Hegel retorna así a la concep­ na de sociedad civil fue para Marx el ‘‘hilo con­
ción rousseauniana del Estado como concre­ ductor” de su propio desarrollo teórico. Es
ción histórica de la “voluntad general” (cuya conocida la rápida evolución de su pensamien­
concepción Hegel critica, por demás), y más to y sus numerosas “rupturas” internas. No es
atrás, a Platón y Aristóteles, para quienes el posible, pues, establecer en Marx un concepto
hombre es, ante todo, “ animal político” , único y terminado de sociedad civil o de su
miembro de la polis. equivalente. Además, proliferan las relecturas
de Marx, y son efectivamente posibles. Para
Antes de continuar y para comprender mejor los propósitos de esta presentación, me atengo
los desarrollos ulteriores de Marx y sus discí­ a los rasgos esenciales de la sociedad civil en
pulos, conviene hacer una breve incursión en la Marx, obtenidos de una lectura “ ortodoxa” ,
última parte del sistema hegeliano: en la filoso­ acorde a la letra de sus obras.
fía del espíritu absoluto. Esta parte del sistema
difiere, no sólo de la noción de sociedad civil, Lo primero que salta a la vista es que Marx
sino también del Estado y de toda la filosofía recorta de nuevo el denso concepto hegeliano
política del espíritu objetivo hegeliano. Sin de sociedad civil y lo reduce, con Smith y los
embargo, nos permitirá comprender mejor la economistas clásicos, a la instancia económica
sociedad civil en Marx y en Gramsci. En efec­ de la actividad social. Desciende a saltos desde
to, su contenido será objeto de la crítica de la crítica a la filosofía a la crítica del Estado,
Marx como alienación o ideología, justificación pasa luego a la crítica social en El Problema
o encubrimiento ideal de la explotación capita­ Judío, para llegar, en los Manuscritos de 1844,
lista, mientras que Gramsci tratará de recupe­ a la crítica de la sociedad civil. Pero ésta es
rarla como elemento esencial de la sociedad comprendida solamente como el ámbito de la
civil. economía política. En adelante, esta sociedad
será el “hilo conductor” del discurso de Marx
La filosofía hegeliana del espíritu absoluto pre­ hasta su última versión en El Capital. Casi to­
senta el concepto del arte, la religión y la filo­ das las demás instancias de la sociedad civil
sofía. La sociedad civil y el Estado son produc­ hegeliana, así como el Estado y el espíritu
tos objetivos de la acción histórica de los pue­ absoluto, quedan explícitamente por fuera y
blos. Como realizaciones objetivas que son,
“por encima” de la sociedad, agrupadas bajo
hay en ellas un resto de exterioridad, de hecho
el concepto de “ superestructura” o de repro­
bruto, irreconciliado e irreconciliable con la
interioridad sujetiva. En ellas el espíritu huma­ ducción de las relaciones sociales de produc­
no se siente en alguna medida extrañado, ena­ ción. Sobre este punto volveremos enseguida.
jenado, fuera de casa. El arte, la religión y la
filosofía le permiten al hombre, según Hegel, Ante todo, Marx establece en la sociedad civil
reconciliarse con la objetividad histórica del una distinción y una relación dialéctica entre
Estado. Hegel se sitúa así en la antípoda de la dos niveles: los medios de producción y las
Dustración. Para el pensamiento ilustrado de relaciones sociales de producción. Los medios
Marx, la religión y la filosofía serán la repre­ de producción serían la garantía del progreso
sentación enajenada o ideológica de una socie­ histórico, lo único rescatable para el futuro de
dad igualmente enajenada. Para Gramsci, sin una sociedad. Su desarrollo jugaría un papel de
embargo, el arte, pero sobre todo la filosofía y ilustración crítica y emancipadora frente a las
relaciones sociales de explotación. Estas, en
en alguna medida también la religión, pasan a
formar parte esencial de la sociedad civil, ya no cambio, llevan el sello de la explotación, del
simplemente como enajenación e ideología fetichismo, de la ideología y de la opresión. La
sino como poder de dirección social, vehículos humanización de la sociedad es así obra de la
de consenso y hegemonía. máquina. Es conocida la crítica de la escuela de
Frankfurt a esta visión positivizada del progre­
so histórico. Para Marcuse y para Jürgen
3. Sociedad civil y Estado en Marx Habermas, discípulo de la escuela, el desarro­
llo de los medios de producción no sólo no ha
Como él mismo lo confiesa en el Prólogo a la traído consigo la prometida ilustración crítica y
Contribución a la Crítica de la Economía Políti­ emancipadora, sino que se ha convertido en el
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 61

núcleo tecnocrático de la ideología dominante bren o justifican. Todas estas formas de la acti­
en las sociedades avanzadas. vidad social no hacen directamente parte de la
actividad productiva de la sociedad civil, pero
La noción de sociedad civil en Marx es, a la se entrelazan en torno a las relaciones sociales
vez, el concepto de su existencia ilusoria, de su de producción para protegerlas y reproducir la
no existencia real. Las relaciones sociales capi­ explotación.
talistas son, para Marx, contradictorias. Mien­
tras que para Hegel las “clases” o estamentos Vistos de este modo, el derecho, la moral, la
guardan entre sí una relación de complementa- religión o la filosofía hacen parte del enfrenta­
riedad orgánica, en Marx se definen por su miento. No son eventuales instancias de comu­
relación antagónica. Esta es la diferencia esen­ nicación auténticas, sino solamente formas
cial entre los dos autores. Capitalistas y traba­ veladas de dominación. La cultura no es un
jadores parecen no tener nada en común, ni terreno común, ni un espacio abierto donde las
siquiera la unidad de especie, puesto que su clases se puedan disputar la dirección y el con­
antagonismo toca a las raíces mismas de la senso social. Frente a ella sólo es posible desa­
vida. Para el Marx joven, en efecto, la esencia rrollar una “contra-cultura” que cohesione la
del hombre es su actividad productiva. El capi­ fuerza de choque de los trabajadores. El en­
tal es trabajo muerto y acumulado en manos frentamiento de clases se desplaza entonces,
ajenas. El trabajo es capital vivo en constante fundamentalmente, hacia la lucha por el con­
proceso de enajenación. Capital y trabajo, trol del único instrumento de poder tangible,
explotadores y explotados sólo existen como material, expropiable: el aparato coercitivo del
clases debido a su mutua relación contradicto­ Estado. La noción misma del poder queda táci­
ria. Los unos viven de la vida enajenada de los tamente identificada con la coerción y la fuer­
otros. Todas las relaciones sociales capitalistas za. El carácter esencial del Estado se define, al
están contaminadas por esta oposición antagó­ modo liberal, por el monopolio de la fuerza.
nica. Hasta el punto de que el concepto mismo Esta dimensión, apenas esbozada por Marx,
de “ relaciones sociales” en Marx equivale a será desarrollada plenamente por Lenin.
explotación y lucha entre las clases. La red de
relaciones sociales —la sociedad civil— sólo Marx adopta como arquetipo de toma del poder
existe como unidad engañosa, en la medida en el episodio de la Bastilla y la Comuna de París.
que su división y enfrentamiento permanezca Parece echar al olvido que el derrocamiento y
oculto, velado por la ideología o reprimido por destrucción del Antiguo Régimen y la posterior
la fuerza del Estado. De lo contrario, ya no hay implantación del Estado moderno francés fue­
sociedad, sino lucha abierta de clases. Revolu­ ron apenas el resultado final de un consenso
ción, en última instancia. cultural conquistado progresivamente por las
nuevas clases a lo largo de varios siglos. Estu­
Lo general, que para Hegel forma, cultiva, civi­ vo precedida, en efecto, por el Renacimiento
liza progresivamente el interés particular, es, humanístico del siglo XV, por la Reforma reli­
para Marx, fetichismo, ideología, opresión. giosa del XVI, por el resurgimiento de las cien­
Reproduce la división y la dominación entre las cias en el XVII y por la filosofía de la Dustración
clases. En torno al concepto de relaciones so­ en el XVIII, para citar solamente algunas de las
ciales, Marx anuda casi todas aquellas instan­ principales evoluciones culturales que la prece­
cias en las que Hegel ve la presencia unificado- dieron. Estos amplios y vastos procesos cultu­
ra, o “civilizadora” del interés general, así rales, con todas las nuevas formas de organiza­
éste se presente aun bajo la forma de una fuer­ ción y de producción que los acompañaron,
za externa, enajenada. Así, por ejemplo, la constituyeron la identidad de las nuevas clases
cadena de interdependencia general creada sociales europeas, les permitieron dirigir inte­
por el mercado equivale para Marx a la fetichi- lectual y moralmente a la sociedad y crear un
zación de la mercancía, convertida en sustituto amplio consenso alternativo en torno a una vi­
de la unidad real de la especie: el Estado exte­ sión moderna del mundo. Les permitieron,
rior (ley, tribunales y policía) se convierte en la finalmente, implantar su hegemonía. Median­
estructura jurídico-política que oculta la explo­ te ese vasto desarrollo cultural habían construi­
tación o la impone mediante la coacción; moral, do ya las bases sociales del poder. La Bastilla
religión y filosofía son ideologías que la encu­ sólo fue la consecuencia. El culto ritual a los
62 ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

símbolos históricos ha llevado, sin embargo, a ca de las mismas. Es “ dictadura de clase” ,


identificar, falsamente, revolución, cambio de máquina de dominación. Por ninguna parte
poder de clases y toma de la Bastilla. Tal acon­ aparece el concepto griego, rousseauniano y
tecimiento no fue, en el conjunto del ascenso hegeliano del Estado como finalidad de la
de las nuevas clases sociales europeas, más acción social, como forma ética de la acción
que un efímero episodio simbólico. humana en la historia, como lugar de media­
ción de los intereses particulares en conflicto,
Antes de seguir adelante, vale la pena obser­ como expresión institucional del consenso lo­
var que, dentro de su esquema de interpreta­ grado en una sociedad.
ción, Marx deja sin definir la condición de clase
de ciertos niveles importantes de la sociedad Como alternativa al capitalismo, Marx propone
civil y del espíritu absoluto hegelianos: no ubi­ el imperio transitorio de lo general sobre lo
ca la función del lenguaje común, de las cien­ particular, del aparato de Estado sobre la so­
cias y del arte, por ejemplo. ¿Son parte del fre­ ciedad civil. En un artículo de prensa, propone
no ideológico de las relaciones sociales o jue­ la “ dictadura del proletariado” , entendida
gan, como los medios de producción, una fun­ mediante el modelo de la Comuna de París: el
ción de progreso? El marxismo se ha debatido pueblo en armas. El proletariado, como repre­
sin cesar sobre estos puntos. sentante universal de las clases oprimidas, o
incluso, del género humano, es el portador
El análisis del carácter conflictivo de las rela­ material del interés general expresado de
ciones sociales es el aporte decisivo de Marx a manera enajenada por la ley, la moral, la reli­
la comprensión de la sociedad civil y de todas gión, la filosofía y, finalmente, por el Estado
las demás instancias de la actividad social. capitalista. Su dictadura significaría entonces,
Pero es posible preguntarse, sin embargo, si la en términos de Rousseau, la imposición arma­
confrontación de clases debe ser concebida da de la “voluntad general” . Marx no avanza
como antagonismo. En este caso, no permitiría en la elaboración de una concepción más com­
ningún nivel de convivencia entre las clases, pleja acerca de la organización propia de las
ningún terreno común en disputa, ni siquiera clases trabajadoras para la “toma del poder” ,
el del respeto recíproco a la vida, al pensa­ y menos aún, acerca del Estado socialista. La
miento y a la libertad ajenos. La noción de “ dictadura del proletariado” , esa expresión
“ especie” (i.e. de género) y la “ unidad especí­ periodística de Marx, será tomada por Lenin
fica” que Marx pretende restablecer, quedaría como categoría científica. Stalin la convertirá
así reducida de antemano a uno de los dos po­ en Estado socialista.
los del conflicto y excluiría por completo al otro
como “no humano” . Este antagonismo radical La dictadura del proletariado y el socialismo
ha inspirado con mucha frecuencia el discurso deben ser, según Marx, una forma de poder
y la práctica “ revolucionaria” . Marx da pie político transitorio y destinado a desaparecer
para ello. Para Gramsci, por el contrario, el en beneficio del comunismo. Este ya no sería
antagonismo de clases se despliega sobre un sociedad civil ni tampoco Estado. No es el reino
terreno compartido. De este modo, la lucha a del interés privado por oposición al interés
muerte entre enemigos se transforma en con­ general, sino la reconciliación de ambos en la
flicto entre adversarios. actividad creadora de todos, particular y gene­
ral a la vez.
Marx no tuvo la oportunidad de analizar más
profundamente la relación de la sociedad civil
con el Estado y, más en general, con toda la 4. Sociedad civil y Estado en Lenin
“ superestructura” jurídico-política e ideológi­
ca. Los trazos fortuitos que ofrece sobre el Lenin se atiene a la lectura ortodoxa de Marx,
Estado, corresponden más bien, como ya lo he pero sistematiza y divulga la visión instrumen­
dicho, a lo que Hegel denomina “ Estado exte­ tal de éste acerca de la “ superestructura” y la
rior” y los neo-marxistas “ aparato estatal” . El traduce a la práctica revolucionaria. Como
Estado es sólo un “ producto” externo de las Marx, Lenin parte del antagonismo entre bur­
relaciones sociales, no intrínseca finalidad éti­ guesía y clase obrera. El antagonismo radical
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 63

de las clases no deja espacio común que permi­ culares de éstas por los proyectos globales de
ta vina auténtica interacción y comunicación Estado diseñados por la vanguardia. De esta
entre ellas o entre sus organizaciones. Todas manera, ya desde antes de la toma del poder,
las formas de la comunicación e interacción se va efectuando la anulación de lo particular
quedan inscritas en el dominio de las tácticas, por lo general, de la multiplicidad y compleji­
y subordinadas a la estrategia final de la toma dad social por la generalidad del proyecto de
violenta y la conservación del poder. Una vez Estado. De este modo, no sólo no garantizan el
obtenido el fin, los medios se pueden desechar. crecimiento, la consolidación y la participación
de las clases subalternas en el poder, sino que
Para Lenin, como también para Marx, el poder interfiere su constitución como actor social.
se concentra en el Estado como aparato que
monopoliza la fuerza. Es concebido, en última Una vez conquistado el aparato estatal, el par­
instancia, como dictadura de clase, poder de tido leninista impone a todas las clases su pro­
coacción, violencia. Ciertamente para ambos la pio proyecto en nombre de los trabajadores, sin
“ideología” es poder, pero está al servicio uní­ que ni siquiera estos mismos puedan ejercer
voco de las clases dominantes y no puede ser libremente el control y la crítica sobre él. Se
arrebatada por la fuerza o por un decreto de la impide la organización independiente de la
voluntad revolucionaria. Como ya lo señalaba a sociedad civil. A decir verdad, se la suprime.
propósito de Marx, la lucha se desplaza enton­ Queda convertida en una prolongación del Es­
ces al combate por el control del aparato del tado, gracias sil poder policial y coactivo del
Estado como fuerza de coacción. Se enfrentan mismo. Toda crítica y oposición es eliminada
así violencia revolucionaria y violencia estatal. como burguesa y contrarrevolucionaria. En
nombre del proletariado, se instala simple y
En principio, el sujeto primario y la finalidad llanamente la dictadura del partido. El imperio
última de la práctica revolucionaria es la clase del interés general, cuyo portador histórico
obrera y, por su medio, todas las demás clases sería el proletariado, se transforma en la dicta­
oprimidas. El partido debe ser solamente el dura del interés particular del partido y de la
instrumento de la clase para la toma del poder burocracia. A propósito de la crítica a la filoso­
del Estado, y el mismo Estado instrumento del fía del Estado de Hegel, Marx señalaba que la
partido para el ejercicio de la dictadura del pro­ burocracia del Estado (la “clase general” de
letariado. Pero en la práctica, los términos se Hegel) convierte “el interés general del Estado
trastocan. Nada hay en el pensamiento de en su negocio particular” . No se ve por qué
Lenin que garantice la representación de las razón este principio no se cumpla también en la
clases explotadas por el partido y el Estado. burocracia del Estado revolucionario, desliga­
Estos, que deberían ser instrumentos de aqué­ da de todo control social. Esta posibilidad, ins­
llas, se convierten más bien en principio y fin crita en la concepción instrumental de Marx y
de la acción revolucionaria, mientras las clases en su idea de subordinar todo interés particular
explotadas quedan reducidas a la condición de al interés general, desarrollada en la teoría e
meros instrumentos al servicio del partido. La iniciada en la práctica por Lenin, alcanzó su
sociedad civil se convierte en un medio de expresión plena bajo Stalin. La verdadera
acción del Estado. Esta inversión radical de la perestroika deberá tocar estos nervios teóricos,
revolución comienza desde el proceso mismo prácticos e históricos de la revolución socialis­
de construcción del partido. ta.

Según Lenin, la tarea del partido es la de “ ele­ Conviene señalar que, en la dialéctica de con­
var” la conciencia de las clases explotadas. frontación generalizada que se ha extendido
Para garantizarla, el partido leninista penetra por el mundo después de la segunda guerra
las organizaciones independientes de las clases mundial, un instrumentalismo ajeno a toda éti­
subalternas, y si es posible, las subordina a su ca ha impregnado el ámbito de la política con­
dirección. Si no io logra, trata de destruirlas o temporánea, particularmente en el campo de la
de controlarlas mediante alianzas. La elevación seguridad interna de los Estados y en el de las
de la conciencia revolucionaria consiste, de relaciones internacionales.
hecho, en la sustitución de los intereses parti­
64 ANALISIS POLITICO No. 9 • ENERO A ABRIL DE 1990

5. Sociedad civil y Estado en Gramsci en que interpretan su proyecto histórico y no


por el hecho de compartir sus condiciones de
Con la intención de recuperar la democracia vida o de lucha. La capacidad de dirección no
política para el socialismo, Gramsci cambia se limita a la reivindicación y a la crítica de la
sustancialmente la concepción marxista del dominación burguesa. Reside, fundamental­
poder y, en consecuencia, la noción del conflic­ mente, en la fuerza creadora de los “ grandes
to entre las clases, de sociedad civil, de Estado intelectuales’ ’, en la medida en que abren hori­
y de su mutua relación. Sin abandonar la rique­ zontes positivos a la acción colectiva. Los inte­
za crítica de Marx, retorna de alguna manera a lectuales menores no pueden suplir la ausencia
Hegel y a los clásicos. Heredero, sin embargo, de los creadores. Menos aún la puede suplir el
del voluntarismo de Lenin, Gramsci piensa que mero control burocrático de las instituciones
el vínculo entre la sociedad y el Estado para la culturales.
transformación revolucionaria debe ser el par­
tido clasista. La cultura no es, pues, un terreno al servicio
unívoco de la dominación, ideología. Es un
campo común en disputa entre las clases. Su
Como es sabido, Gramsci propone dos instan­ modo de dominación es la propuesta creadora,
cias de la práctica social: la sociedad civil y la la seducción, la persuasión. La “lucha” por el
sociedad política. Fiel a la intuición esencial de
consenso no tolera el ejercicio de la coacción.
Marx, pone a la base de su noción de sociedad
No es posible el asalto ni la toma de la concien­
civil la actividad económica, la extorsión de
cia pública. Por el contrario, la coacción impide
plusvalía y la existencia de las clases en con­
el consenso. Si es asentimiento forzoso, no es
flicto. Pero incluye en el concepto de sociedad
consenso. La existencia de éste requiere de
civil una dimensión nueva: la “ dirección inte­
algún grado de espontaneidad. El presupuesto
lectual y moral” que una clase ejerce con rela­
común de las clases en conflicto es entonces,
ción al conjunto social.
cuando menos, el respeto a la vida y a la liber­
tad ajenas y a la palabra como medio de comu­
El autor italiano modifica ante todo, sustancial­ nicación auténtico. No puede ser el producto
mente, la noción de poder. Como ya lo he di­ del simple engaño táctico, ni el asentimiento
cho, para Marx y Lenin el poder es fundamen­ forzoso de los esclavos, ni el mutismo irreme­
talmente fuerza de coacción. Finalmente, con­ diable de los muertos.
trol del aparato del Estado, monopolio de la
violencia, dictadura de clase. Para Gramsci, en Vale la pena observar que un Estado cuyo po­
cambio, el poder de una clase se define, ante der se funda ante todo en el consenso, es asu­
todo, en el campo de la cultura, terreno esboza­ mido por la sociedad civil como finalidad intrín­
do por Hegel y criticado desde fuera por Marx seca de su acción. En esta medida es un Estado
y Lenin como simple ideología. Gramsci, en “ético” , como el postulado por Hegel, Rous­
efecto, muestra cómo el poder de una clase no seau y la filosofía clásica, y no un mero instru­
depende tanto del control del aparato estatal, mento de poder en manos de una clase. Esto no
sino, ante todo, de su capacidad para dirigir, quiere decir que Gramsci se forje una visión
intelectual y moralmente, al conjunto de la so­ idílica de armonía social. Reconoce con realis­
ciedad y para generar “ consenso” en tomo a mo que, en la conducción del Estado, siempre
su propio proyecto histórico. En esa medida está presente una determinada conjunción de
puede llegar a ejercer una “ hegemonía” sobre consenso y coerción, de dirección intelectual y
las demás clases sociales. Pero la hegemonía dominación violenta. Pero en la medida en que
aquí no significa control y coacción, como en el la orientación intelectual y moral de la clase
pensamiento leninista, sino capacidad de per­ dirigente sea más amplia y profunda, y en que
suasión y de gestación de consenso. El control el consenso en torno suyo sea mayor, tanto
del Estado es apenas la consecuencia. menos necesaria es la fuerza. Y al contrario: el
recurso a la violencia por parte de una clase
Según Gramsci, una clase ejerce su dirección pone de manifiesto la fragilidad de su poder.
intelectual y moral gracias a sus intelectuales: Lejos de fortalecerla, la debilita aún más. Lo
filósofos, políticos, maestros, funcionarios, etc. que caracteriza a un Estado democrático no es
Estos son “orgánicos” a la clase en la medida tanto el monopolio de la fuerza, cuanto el con­
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 66

senso, la real hegemonía sobre la que se asien­ importancia la creación de una densa y sólida
ta. Si se quiere, lo distingue el “monopolio” de red de organizaciones gremiales. Esta es, a mi
la dirección intelectual y moral. juicio, la esencia de su dinámica. Sin organiza­
ciones gremiales con una clara identidad con­
Estas nociones modifican sustancialmente la solidada en torno a los intereses que represen­
concepción instrumentalista del poder y recu­ tan, independientes frente al Estado y los par­
peran la comprensión clásica del Estado, sin tidos, no existe verdadera sociedad civil. No
perder nada de la riqueza crítica aportada por existe un “pueblo” , sujeto de soberanía, sino
Marx. El antagonismo sin cuartel de las clases “masa” atomizada y utilizada a su arbitrio por
sociales se transforma en conflicto civilizado y las élites como legitimación y defensa de su
civilizador. De la noción de sociedad civil como poder.
mera apariencia engañosa, Gramsci nos de­
vuelve a un concepto de real sociedad, aunque Gramsci toma distancia radical del concepto de
atravesada por conflictos profundos. poder de Lenin, estrechamente ligado a la idea
de dictadura y coerción. Pero, influido aún por
Para su noción de sociedad civil, Gramsci recu­ el voluntarismo leninista, le asigna de nuevo la
pera elementos que estaban presentes en el función de dirección a una élite: a los intelec­
concepto hegeliano. El filósofo alemán mostra­ tuales constituidos en partido. En primer lu­
ba cómo la dinámica de los intereses particula­ gar, hay que señalar que, como condición in­
res impone la evolución teórica y práctica de la dispensable para que una clase pueda dirigir a
cultura: transforma el lenguaje común, las las demás, es necesario garantizar su constitu­
ciencias, la moral e incluso las habilidades téc­ ción como clase, el desarrollo de su identidad y
nicas de un pueblo. A otro nivel, modifica la ley de sus oposiciones esenciales. El partido políti­
y el derecho positivo. Todas éstas son instan­ co no es la instancia propia para ello. La diná­
cias importantes de lo que Gramsci denomina mica social, libre de la tutela del Estado, gene­
“dirección intelectual y moral” de una clase. ra por sí misma instancias anteriores, como las
El autor italiano incluye también en la sociedad agremiaciones (corporación hegeliana) o, in­
civil el contenido del espíritu absoluto hegelia­ cluso, más originarias, como los movimientos
no: el arte, la religión y la filosofía, desechados sociales. A ellos me referiré más adelante.
antes por Marx y Lenin como ideología. Todas
estas instancias, y en particular la filosofía, son Por otra parte, Gramsci reproduce así la pre­
para Gramsci elementos esenciales de la socie­ sunción directiva de las minorías ilustradas
dad civil, a través de los cuales toda clase diri­ que terminan sustituyendo a las clases subal­
gente orienta al conjunto de la sociedad. Es el ternas en su propio nombre. En adelante, se­
terreno en disputa. De este modo, Gramsci rán los intelectuales autodenominados orgáni­
devuelve a la noción de sociedad civil, la rique­ cos, quienes se disputen el control cultural
za que Marx y Lenin le habían recortado. sobre las clases subalternas, proyecten sobre
ellas sus propios debates y divisiones y se pre­
El teórico italiano deja de lado, sin embargo, senten en la escena pública como sus únicos
elementos prácticos (técnicos y organizativos) representantes.
de la sociedad civil, ya anotados por Hegel,
que son de suma importancia en la constitución Con Lenin, Gramsci reitera la necesidad de
misma de las clases como actores sociales: des­ construir un partido de clase como instrumento
de las formas de propiedad y de gestión del tra- de creación de consenso y de poder de las cla­
bajo, hasta las múltiples formas de asociación ses subalternas. Esta idea, sin embargo, se
gremial o “ corporativa” . Para una clase no opone al propósito de generar consenso. Los
sólo es necesario ejercer una “ dirección inte­ partidos modernos son órganos gestadores de
lectual y moral” de la sociedad, sino sobre todo consenso justamente por su condición pluricla-
encamarla en formas concretas de acción y de sista. Por su medio las clases dirigentes convo­
organización. Es en ellas donde materializa su can a otras clases y sectores y extienden hacia
dirección, socializa sus valores éticos, su visión ellas su propia visión de la sociedad y del Esta­
del mundo, su identidad de clase. En la cons­ do. Un partido de clase se cierra, desde su mis­
trucción de la sociedad civil, reviste particular mo concepto, la posibilidad de dirigir al con­
66 ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

junto de la sociedad, de construir consenso y ciedad civil, de la sociedad política y de su


de ejercer hegemonía. De antemano, se encie­ mutua relación. Parto de la existencia del con­
rra en su propia isla. Gracias a las asociaciones flicto de clases, de la concepción esencial del
gremiales y a los movimientos sociales, los par­ poder como consenso que se gesta en el seno
tidos modernos, siendo originariamente poli- de la sociedad civil y que articula a ésta con la
clasistas, reciben de los poderes constituidos sociedad política, presupongo y asumo sus
en la sociedad civil un contenido y una direc­ demás nociones de hegemonía, bloque históri­
ción de clase. co, etcétera.

Al rezago leninista de la visión gramsciana se Presuponiendo el conocimiento de estos con­


suma el que, con frecuencia, sus intérpretes ceptos, me limito a presentar mis propios apor­
dan de ella, nuevamente, una versión empo- tes, correcciones y complementos, que consi­
brecedora. No faltan quienes confunden la dero esenciales. Amplío la concepción conflicti­
creación intelectual y cultural con el control va de la sociedad a otras oposiciones que no
burocrático de las instituciones culturales. El son de clase y señalo otras formas de dirección
resultado de esta práctica no es otro que la sobre toda la sociedad, previas a la mera “di­
rapiña burocrática, la decadencia cultural, el rección intelectual y moral” . Antepongo a esta
imperio de la consigna y del manual, y la nega­ noción gramsciana, el concepto de identidad de
ción de toda real dirección intelectual y moral. clase o de sector social, de la que depende la
dirección que éstos puedan ejercer sobre el
Gramsci conserva, pues, la rica visión crítica y conjunto de la sociedad. Señalo de qué manera
conflictiva de la sociedad concebida por Marx. se desarrolla la identidad social en otras ins­
Pero desmonta su carácter de lucha antagónica tancias organizativas distintas del partido polí­
entre fuerzas materiales que no comparten nin­ tico, como en los gremios y en los movimientos
gún terreno común de valores. Sobre la base sociales. Este desplazamiento, que no es pro­
implícita del respeto a la vida y la libertad aje­ ducto de la arbitrariedad sino expresión más
nas, desplaza el eje del conflicto hacia la dispu­ ajustada de la dinámica social, modifica desde
ta civilizada por el consenso social. Reincide, luego la concepción del partido político leninis­
sin embargo, en la noción de vanguardia y par­ ta, del cambio o de la revolución social, del
tido de clase cuyas consecuencias históricas y socialismo incluso. Espero que estas nociones,
políticas son conocidas. apenas enunciadas aquí, queden suficiente­
mente aclaradas en el escrito.

II. HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE LA 2. Principio metodológico


RELACION ENTRE SOCIEDAD CIVIL
Y ESTADO Como Hegel, Marx, Lenin y Gramsci considero
necesario conservar la distinción entre socie­
Apoyado en estas premisas de importantes teó­ dad civil y Estado, o en términos del último de
ricos europeos, trazo a continuación algunas los autores, entre sociedad civil y sociedad
líneas conceptuales acerca de la sociedad civil política, como principio analítico de las socie­
y de su relación con el Estado, teniendo en dades contemporáneas. A diferencia de Marx y
cuenta, además, características específicas de de Lenin, esta diferencia no debe ser suprimi­
las sociedades latinoamericanas'. En ese cua­ da en aras de una supuesta emancipación so­
dro ubico el lugar y la posible función de los cial que conlleva el establecimiento de una dic­
movimientos sociales. Con estos apuntes provi­ tadura política. Para que la emancipación sea
sorios sólo pretendo abrir debates y caminos real y mientras el Estado siga siendo necesario
para elaboraciones ulteriores. (¿podrá dejar de serlo alguna vez?), debe exis­
tir una instancia de la actividad y de las relacio­
nes sociales que goce de una cierta autonomía
1. La visión global de la sociedad y del Estado frente al Estado: la sociedad civil.

Debo decir ante todo que, en términos genera­ Ante todo, me parece útil y esclarecedor con­
les, me atengo a la visión gramsciana de la so­ servar el principio metodológico de la distin­
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 67

ción entre ambas instancias, establecido por ejemplo, al conflicto entre la sociedad moderna
Hegel y desdibujado después progresivamen­ en general y la naturaleza que está generando
te. Pertenece a la sociedad civil toda actividad desequilibrios ecológicos cada vez mayores
que se ordena a satisfacer el interés explícita­ que amenazan incluso a la especie humana y a
mente particular y los nexos que ésta genera, la vida misma; a las formas seculares de opre­
así como el desarrollo inicial del interés gene­ sión derivadas de la polaridad de los sexos y
ral como algo extraño y ajeno al interés particu­ que afectan-a toda la humanidad, en un sentido
lar. A la esfera estatal, en cambio, pertenece la o en otro; a los conflictos étnicos, religiosos,
actividad que busca la promoción del interés de generacionales, etc., relaciones conflictivas
toda la sociedad, sin negar por ello el interés que no pueden ser reducidas al forcejeo entre
particular y procurando darle satisfacción. La las clases, por más que se crucen con él. Todas
distinción no siempre es fácil en la realidad, ellas constituyen el nivel de producción de con­
pero el principio es válido. Que la actividad flictos que se inscribe en el entramado de las
pública se ponga al servicio del interés privado relaciones privadas, en la sociedad civil.
o de clase, acontece a diario en todo tipo de
Estado. Pero son desviaciones de la función del En segundo lugar, en vez de la “dirección inte­
Estado, sometidos a la vigilancia y crítica de la lectual y moral” de la que habla Gramsci, me
sociedad civil. Son el punto de partida de la refiero a una instancia también más general de
gestación de nuevos consensos alternativos. El “ dirección social” de los conflictos. En efecto,
servicio al interés general, con el respeto debi­ la dirección “ intelectual y moral” gramsciana
do al interés particular, es el principio de legiti­ es una forma específica y muy importante de
midad del Estado y de los proyectos políticos elaboración y de eventual definición de los con­
que aspiran a conducirlo. flictos sociales. Pero esta instancia, unilateral­
mente teórica, no da cuenta de toda la reali­
dad. Tanto más que la dimensión práctica
3. Elementos para un concepto implicada en la dirección “moral” , postulada
de sociedad civil por Gramsci, desaparece luego en su concepto
de los “intelectuales” orgánicos, intérpretes
de la dirección de clase. Allí, la dirección se
Con Gramsci, me parece clarificador establecer restringe a una actividad intelectual. Más aún,
la distinción entre dos niveles básicos de la la intelectualidad puede ser aglutinada en un
sociedad civil: el nivel de la producción econó­ partido. Pero un nuevo consenso y una nueva
mica y de las relaciones sociales a las que da hegemonía social no surgen solamente de una
lugar, y el de su orientación intelectual y tal dirección intelectual. Implica también una
moral. Sin embargo, creo necesario ampliar el cultura práctica, en el sentido hegeliano, que
contenido de las dos instancias propuestas por se materializa primeramente en las formas de
el autor italiano. Establezco, en un sentido más propiedad y de trabajo, pasa por el desarrollo
general, la distinción entre el nivel de produc­ de una “moral” o ética de clase o de sector so­
ción de conflictos y el de la dirección social de cial, y se expresa, sobre todo, en formas de
los mismos. organización como los movimientos sociales y
las asociaciones gremiales (“corporaciones”
Me refiero, pues, en primer lugar, a un nivel de Hegel). El consenso y la hegemonía no son
de “ producción de conflictos” , en general, y sólo el producto de la dirección intelectual y
no sólo al conflicto generado por la producción moral confiada a los intelectuales, por impor­
en su sentido económico, o conflicto de clases. tante que esta labor pueda ser, sino también y
Este, aunque sea muy importante para la com­ sobre todo el resultado de las formas de organi­
prensión de la sociedad capitalista, no es el zación y de la nueva ética que las clases como
único conflicto social existente y significativo. tales o los sectores sociales subalternos en
Hay muchas otras formas de opresión, compa­ general, sean capaces de generar. A la direc­
rables a las que se derivan de la relación entre ción intelectual y moral de Gramsci, le hace fal­
las clases, que generan hoy tensiones, movi­ ta una base práctica, material y social de sus­
mientos, agremiaciones, debates y enfrenta­ tentación. Los intelectuales, si quieren ser
mientos, y que deben ser igualmente tenidas orgánicos, necesitan la presencia de los secto­
en cuenta en su especificidad. Me refiero, por res que pretenden representar y de sus propias
68 ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

formas de organización. Estas consideraciones debe ser sustituido por el de oposición y con­
se refieren en primer lugar a las clases pero flicto, y la noción de enemigo de clase por la de
son aplicables, desde luego, a la dirección de adversario. Así entendido, y teniendo en cuen­
todos los sectores sociales envueltos en conflic­ ta las profundas modificaciones en curso, el
tos de cualquier naturaleza y no sólo de clase: conflicto de clases que surge de las relaciones
no basta la presencia de intelectuales orgáni­ de producción es una característica importante
cos que orienten el movimiento o la organiza­ de la sociedad civil capitalista.
ción. Es indispensable, ante todo, la dirección
moral o ética que se deriva de la nueva práctica Pero la relación entre capital y trabajo está
colectiva del movimiento mismo. sometida hoy a un profundo y acelerado proce­
so de transformación. Enunciemos acá, por vía
de ilustración, algunos de estos problemas.
3.1 La producción de conflictos Debido a la progresiva informatización de toda
la actividad social en los países industrializa­
Acogiendo los rasgos esenciales de la visión dos, el trabajo manual, al que Marx le asigna­
gramsciana de la sociedad, adopto también, ba la producción de plusvalía y que caracteriza­
desde luego, al menos en un sentido muy gene­ ba a la clase obrera, tiende a ser desplazado
ral , la visión conflictiva de la sociedad propues­ por el ordenador y el robot. Toda la esfera del
ta por Marx, más acorde a la realidad social trabajo se hace así más intelectual y la división
que la concepción orgánica de Hegel. entre trabajo manual e intelectual cede su lu­
gar a la separación entre quienes deciden y
quienes ejecutan. Los ejecutores no desempe­
ñan tareas uniformes, que den lugar a una cier­
3.1.1 Conflicto de clases ta unidad laboral, como podía acontecer con los
obreros de otro tiempo. Desempeñan tareas
La actividad productiva material genera, en la altamente especializadas, diferenciadas y ais­
sociedad capitalista moderna, la oposición en- ■ ladas. En los países atrasados, esta moderniza­
tre capital y trabajo, y esta tensión conflictiva ción informática crea una nueva polaridad so­
condiciona significativamente la totalidad de la cial mucho más fundamental que la oposición
práctica social, política y cultural. En este sen­ entre capital y trabajo: la tensión entre los sec­
tido asumimos aquí, aunque sólo en términos tores minoritarios que encuentran aún empleo
muy generales, los análisis de Marx sobre el en los espacios laborales “ reconvertidos” a las
capital como relación social de explotación. nuevas tecnologías, y el número creciente de
Pero la visión clasista de la sociedad requiere los desempleados, desplazados por la máqui­
de una revisión y modificación profundas. na, que se ven obligados a sobrevivir gracias a
una economía paralela, denominada informal,
Ante todo, en la concepción misma de la natu­ por no hablar de la economía ilegal, como la de
raleza del conflicto de clases y del campo en el la droga. Entre estas diversas “masas” socia­
que éste se desarrolla, Marx y Lenin deben ser les se generan conflictos ligados a la produc­
corregidos por la visión gramsciana. Y ésta ción que no pudieron ser tenidos en cuenta por
introduce ya una ruptura sustancial con los Marx en su época y que no dan lugar tampoco
padres del marxismo. El terreno primero y fun­ Eil surgimiento de clases en el sentido tradicio­
damental de la confrontación de clases no es la nal del marxismo.
lucha por el control de la coerción estatal, sino
la disputa por el consenso social. Este, y no el
aparato del Estado, es el eje del poder político.
La gestación de consenso se opone a la coer­ 3.1.2 Otros conflictos sociales
ción y la fuerza. La disputa por el consenso
social presupone, como base fundamental de Además, en la sociedad contemporánea se han
valores compartidos, el respeto recíproco a la hecho manifiestas otras muchas oposiciones
vida y libertad ajenas y la auténtica comunica­ paralelas al conflicto de clases e irreductibles a
ción humana, no concebida como mera táctica. él. Ciertamente, la oposición clasista es una
Sobre esta mínima base ética de convivencia, tensión profunda de la sociedad capitalista
el concepto de antagonismo y contradicción actual. Pero otras muchas contradicciones,
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 69

algunas derivadas de la producción y otras poder, un mejor reconocimiento de los conflic­


independientes de ella, atraviesan a la socie­ tos y sectores sociales a los que se enfrentan,
dad contemporánea, capitalista o no, y repro­ se consolida el sistema de interacción social o
ducen muy diversas formas de opresión. Asi sociedad civil. En esa misma medida los acto­
por ejemplo, la concepción productivista y con­ res sociales se encuentran en condiciones de
sumista de la sociedad contemporánea, surgi­ presentar demandas y/o propuestas definidas
da de los ideales de la modernidad europea, al Estado a través de partidos políticos pluri-
ejerce su dominación destructora sobre la natu­ clasistas. Particularmente por medio de éstos,
raleza y amenaza la vida, incluida la del mismo cada clase y sector social puede ofrecer su
ser humano. Diferencias de sexo, de raza, de dirección intelectual y moral al conjunto de la
cultura, de credo, etc., dan origen a otros tan­ sociedad.
tos tipos de relaciones sociales opresivas, a
veces tan opresivas y duraderas o más que la En las sociedades latinoamericanas, en las que
explotación capitalista. Ninguna de ellas puede los organismos gremiales de las clases y secto­
ser reducida, inmediatamente, al conflicto de res subalternos son, por lo general, débiles y
clases. Una reducción similar sólo puede con­ fragmentarios, en donde no han podido consti­
ducir al desconocimiento de los mecanismos tuirse como actores sociales independientes de
específicos de opresión, a su ocultamiento y los proyectos políticos que los cruzan, el solo
reproducción continuada, a título de la emanci­ desarrollo de movimientos sociales fuertes e
pación de clase. Pero, a la vez, no se puede independientes tendría un efecto transforma­
desconocer tampoco que, en la sociedad capita­ dor sobre el conjunto de las relaciones sociales
lista, y sobre todo en el capitalismo periférico, y sobre el sistema político, más profundo que
el conflicto de clases es uno de los m¿s signifi­ cualquier proyecto revolucionario de las élites
cativos. Atraviesa y les impone su sello a todos ilustradas. Más aún, sin pretenderlo, éstas
los demás conflictos, así como es también cru­ contribuyen tanto como las clases dirigentes a
zado y modificado por éstos. Desde luego, para la debilidad endémica de los sectores subalter­
una comprensión más amplia de la instancia de nos. Un eventual triunfo de las vanguardias no
producción de conflictos, sería necesario esta­ garantiza, tampoco, la constitución democráti­
blecer una tipología de las tensiones más sig­ ca de los sectores subalternos como actores
nificativas de las sociedades de hoy y señalar sociales. Más bien ratifica y prolonga indefini­
en qué nivel de la actividad social se sitúa cada damente su subordinación bajo nuevas modali­
una de ellas, pero un trabajo similar desborda dades.
los límites genéricos del presente ensayo (5).

3.2 Dirección social de los conflictos 3.2.1 Actores sociales, conflictos y democracia

Los distintos conflictos sociales dan origen, tar­ Es necesario insistir aquí en la necesidad de la
de o temprano, a respuestas colectivas y públi­ sólida constitución de los actores sociales y de
cas a través de las cuales se constituyen los sus formas de organización con miras a la cons­
actores sociales. Cada uno de los actores impli­ trucción de sociedades y de Estados realmente
cados busca una solución al conflicto desde su democráticos. Esto es particularmente impor­
propia perspectiva. En la medida en que estos tante con relación a los sectores sociales subal­
actores sociales —movimientos o agremiacio­ ternos. En este punto, me apoyo parcialmente
nes— tengan una identidad más definida, a la en Hegel y Gramsci, pero me distancio sustan­
vez práctica e intelectual, es decir, alguna for­ cialmente de Marx y de Lenin. Si hablo a este
ma de organización más o menos estable, una propósito de un cierto “ deber ser” del desarro­
experiencia más clara de su comunidad de inte­ llo de la sociedad civil es porque las teorías y
reses, costumbres y valores, una mayor inde­ decisiones políticas, los intelectuales y los acti­
pendencia con respecto a otras instancias de vistas tienen aquí una incidencia innegable,
que con frecuencia desvía, interfiere o debilita
los actores sociales subalternos, incluso con la
5. Ver a este propósito, las rápidas observaciones avanzadas en
mejor intención de fortalecerlos. El “deber
el artículo ya citado. ser” se refiere, pues, tanto al tipo de interven­
70 ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

ción social que es necesario abandonar como a conducir a un fortalecimiento de la sociedad


aquella que es necesario emprender. civil y de los actores sociales, sino a su elimina­
ción radiceli en nombre del sujeto universal. Y
La existencia de actores sociales en conflicto y así se reproduce el ciclo de la antidemocracia.
su clara confrontación pública son elemento
indispensable de una sociedad civil fuerte y
bien constituida. Podemos decir que, en buena 3.2.2 Constitución de los sectores subalternos
medida, son la sociedad civil. Generan la diná­ como actores sociales
mica indispensable a toda verdadera democra­
cia. Sin actores colectivos coherentes, bien
organizados, provistos de una identidad y una La indispensable constitución de los sectores
ética propias, capaces de representar y defen­ subalternos como actores sociales, es producto
der sus propios intereses en el ámbito público; de procesos históricos profundos, económicos,
sin conflictos definidos que puedan ser canali­ sociales y culturales. No basta, por ejemplo, la
mera existencia de la relación social de explo­
zados y resueltos, repito lo que ya decía antes:
no hay un “pueblo” sino simple “masa” , mul­ tación para afirmar que existen realmente las
titud atomizada de intereses individuales, utili­ clases sociales. Tal concepto economicista, que
podría derivarse de una lectura literal y orto­
zada por minorías poderosas para su propia
doxa de Marx, es insuficiente. Una “clase en
legitimación y fortalecimiento.
sí” , es sólo la posibilidad objetiva de su exis­
tencia como real actor histórico. Solamente su
Es una ilusión frecuente en las minorías domi­
nantes la de imaginar que los conflictos socia­ experiencia de sí y su propia organización la
les puedan desaparecer por el simple hecho de constituyen como actor real y “clase paira sí” .
negarles el derecho a su expresión social y polí­ Con acentos muy diferentes, Lenin y Gramsci
tica. Reprimidos, derivan hacia la anarquía y tratan, justamente, de subsanar este vacío.
descomposición social, hacia la “guerra de Pero, urgidos por el voluntarismo revoluciona­
todos contra todos’’ enunciada por Hobbes. Sin rio, se proponen infundir conciencia y organi­
actores sociales organizados, el Estado, exen­ zación a las clases subalternas mediante un
to de toda fiscalización orgánica por parte de la partido que se autodesigna como su represen­
sociedad civil, se convierte, a su vez, entonces tante. En realidad, como lo hemos señalado, el
sí, en botín patrimonial de algunas familias, en partido termina sustituyendo a las clases
instrumento de dominación de clase o en pro­ subalternas como actor social.
piedad privada de la burocracia. Si se trata de
una democracia representativa, los partidos Quien experimenta la rebeldía contra la opre­
que controlan el Estado se ven obligados a sión, busca la abreviación de los procesos his­
recurrir a todas las formas del reclutamiento tóricos, la pronta constitución de las clases y
clientelista para buscar su legitimación electo­ sectores subalternos como actores sociales
ral. Puesto que no hay actores sociales consti­ dotados de poder real. Esta ha sido la eterna
tuidos ni demandas colectivas a las que los par­ tentación de todos los jacobinismos. Las teorías
tidos puedan responder, éstos buscan el voto a revolucionarias han contribuido a fortalecerlos.
cambio de prebendas particulares. Con estas La reacción moral de las clases medías es com­
prácticas, los partidos no sólo responden a una prensible y justa. Por ello es explicable el afán
fragmentación y atomización ya existentes, teórico de muchos intelectuales por hallar suje­
sino que las reproducen indefinidamente. Aus­ tos sociales portadores del sentido de la histo­
pician, sin saberlo, la anarquía social y la ria que de algún modo puedan acelerarla, e
carencia de legitimidad política. Finalmente, instrumentos eficaces de poder, como el parti­
los conflictos sociales acumulados pueden dar do o el aparato del Estado.
lugar, en determinadas circunstancias, a la
descomposición política: a la canalización Pero, en el justo propósito de propiciar un cam­
armada de la inconformidad por minorías en bio social, es necesario evitar todo elitismo
nombre de un supuesto portador del interés voluntarista que termine por reproducir, de
general, llámese proletariado, pueblo o nación. otra forma, la dominación que se pretende abo­
Pero esta alternativa radical, manifestación de lir. Hay que fortalecer, en cambio, teórica y
la rebeldía moral ante lo intolerable, no suele prácticamente, las formas propias de organiza-
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 71

ción de todas las clases y sectores sociales da, arraiga en las formas de propiedad y de tra­
subalternos, aquellas que se derivan espontá­ bajo de cada clase y sector, se expresa en el
neamente de sus conflictos reales. En esta fun­ desarrollo de costumbres compartidas y de una
ción, el activista y el intelectual deben abando­ ética propia, se manifiesta a través de movi­
nar toda presunción directiva, para ser simple­ mientos sociales y culmina en formas de aso­
mente acompañantes, interlocutores y, en este ciación gremial. El proceso teórico, que arraiga
sentido limitado, si se quiere intelectuales y cobra su sentido en el anterior, se identifica
orgánicos. Por ello, me propongo ahondar un con la “ dirección intelectual y moral” de cada
poco más en las condiciones que les pueden actor, a cargo de sus intelectuales orgánicos.
permitir a las clases subalternas mismas, y Supongo aquí conocidos los ricos análisis de
más en general, a los sectores subordinados, Gramsci en este sentido, y me remito simple­
llegar a ejercer una real dirección sobre el con­ mente a ellos. Cambio sólo el lugar social de
junto de la sociedad. los intelectuales, ya que no propongo —de
modo voluntarista— su constitución en parti­
do, sino su vinculación normal a las clases, a
3.2.3 Identidad de clase y dirección social sus organizaciones gremiales o a los partidos
políticos pluriclasistas, como sucedería sin
En adelante tendré que referirme en ocasio­ necesidad de ninguna teoría política. Me limi­
nes, exclusivamente, a las clases sociales ya to, pues, a la exposición sintética de mi hipóte­
sis sobre el proceso práctico de constitución de
que las categorías analíticas con las que es
la identidad de los actores sociales subalter­
necesario dialogar provienen de Marx, Lenin y
nos.
Gramsci y giran en tomo a las clases. Con todo,
lo que decimos de ellas es aplicable en alguna
medida a todos los sectores subalternos y a los
movimientos y organizaciones que de ellos se 3.2.4 Identidad de clase y gremios
derivan.
En principio, es sobre todo a través de la orga­
Gramsci se refiere a la “ dirección” intelectual nización gremial como un sector social desarro­
y moral que una clase o actor social puede ejer­ lla su identidad y se convierte en actor social.
cer. Pero descuida quizás, o da por supuesta, Con todo, hay una diferencia esencial entre los
una condición previa y fundamental que no es gremios de las clases dirigentes y las agremia­
siempre evidente, al menos en América Latina: ciones de las clases subalternas. El desarrollo
la constitución de su identidad. La dirección de aquéllos muestra lo que les falta a éstas.
social no es producto de un decreto voluntario. Suplir esa carencia es la dosis de teoría y vo­
Es la consecuencia no pretendida de la identi­ luntad política que se le puede conferir a la
dad de los actores sociales. Un sector social dinámica social, sin caer en el elitismo anti­
desarticulado, inorgánico, sin experiencia de sí democrático. El punto de apoyo para el fortale­
mismo y de los conflictos que lo constituyen, cimiento de la identidad de las clases y secto­
sin una ética propia, simplemente no existe. res subalternos es el que ofrecen (he ahí mi
Mal puede dirigir a otros. No se puede compa­ cuota de voluntarismo político, fundado en la
rar la profunda identidad histórica, social, cul­ dinámica social espontánea) los movimientos
tural y política de las clases sociales europeas, sociales.
en las que piensan Marx y Gramsci al redactar
sus obras, con la desarticulación, fragmenta­ Las distintas asociaciones gremiales de las cla­
ción y desdibujamiento social, político y cultu­ ses dirigentes son los órganos fundamentales
ral de las clases y sectores subalternos en de su propia identidad. Gracias a ellas recono­
América Latina, interferidos además por los cen sus intereses comunes y actúan como gru­
proyectos de sus múltiples y pretendidos re­ po, consolidan los patrones éticos y culturales
presentantes. que les dan cohesión interna, hacen presencia
pública, ejercen presión sobre los medios de
La construcción de la identidad de una clase o comunicación, los partidos y el Estado, dirigen
sector social es un proceso a la vez práctico y la sociedad. El reconocimiento social y jurídico
teórico. El proceso práctico, que Gramsci olvi­ de las agremiaciones empresariales no tropieza
72 ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

con obstáculos jurídicos o políticos, ni con La rapiña política a la que se ven sometidos los
condicionamientos legales. Son instancias gremios laborales les acarrea múltiples daños.
esenciales del orden social. La capacidad de Enunciemos tres: en primer lugar, desvirtúa su
dirección de las clases dirigentes es fruto naturaleza social, tratando de darles una orien­
espontáneo de su identidad y cohesión gre­ tación política, bien sea tradicional o revolucio­
mial, y apenas si difiere de ella. No podría ser naria. Impide que las clases subalternas se
de otra manera. Sin identidad y cohesión gre­ hagan conscientes de sus propios intereses so­
mial, las clases dirigentes no podrían ejercer, ciales, de sus conflictos específicos y de su
por simple decreto de la voluntad, ninguna identidad y, sin mediación, se intenta transfe­
dirección. Requerirían, en ese caso, de otras rir sus preocupaciones y su dinámica a otra
instancias que asumieran su representación esfera, la esfera estatal, que requiere proyec­
como portavoz indirecto (la Iglesia en ciertos tos globales en donde los intereses específicos
casos, por ejemplo) o como simple instrumento de clase se desdibujan. La subordinación de los
de dominación (las Fuerzas Armadas). gremios a los partidos prefigura o reproduce la
absorción de la sociedad civil (de las clases tra­
Buena parte de la dirección intelectual y moral bajadoras en este caso) por el Estado. En se­
de las clases dirigentes, a la que se refiere gundo lugar, al modificar su naturaleza social
Gramsci, se gesta en los gremios o en tomo a de los organismos gremiales, se proyecta la
ellos. Sin el poder de las agremiaciones, difícil­ división partidaria en el seno de las clases
mente los intelectuales tendrían articulación subordinadas. Nada de esto acontece, obvia­
orgánica y repercusión real. El soporte práctico mente, con los gremios empresariales. En ter­
y organizativo de una clase y de sus intelectua­ cer lugar, cooptados por organizaciones políti­
les es, ante todo, la organización gremial. cas a través de sus dirigentes, las agremiacio­
nes de los trabajadores desarrollan esquemas
Los gremios de las clases subalternas corren de acción profundamente autoritarios y clien-
una suerte muy diferente. Son mirados con telistas, muy distantes de la práctica democrá­
temor y desconfianza por las clases dirigentes, tica de gestión colectiva. El Estado y los parti­
por los partidos y por el Estado, por lo menos dos tradicionales parecen ignorar que, debili­
en América Latina. Se los ve como un peligro. tando las instancias institucionales de expre­
En tiempos de crisis y lucha social, se los califi­ sión de los conflictos, atomizan y anarquizan la
ca de amenaza a la democracia y se los somete sociedad civil de las clases subalternas, y esti­
a la represión estatal. En realidad son sólo una mulan las expresiones no institucionalizadas
amenaza a las limitaciones de la democracia de lucha social. Los partidos revolucionarios
impuestas por las clases dominantes. Su reco­ contribuyen a la división y debilitamiento de la
nocimiento social y legal es difícil, y está sujeto clase que quieren fortalecer y comienzan, sin
a restricciones y condicionamientos. Requieren saberlo, el proceso de su suplantación como
haber alcanzado, previamente, una sólida actor social.
coherencia interna y una fuerte incidencia en
alguna esfera de la vida social para que logren El resultado de la cooptación de los gremios
imponerse como una realidad inevitable al laborales son organizaciones dependientes de
Estado. Pero, en ese caso, el Estado y los parti­ proyectos políticos y partidarios, con escasa
dos demoliberales hacen todos los esfuerzos identidad de clase, sobornados en las cúpulas o
posibles por mantenerlos bajo su control. En reclutados y divididos en la base. El efecto fi­
América Latina, particularmente, las clases nal, es la crisis endémica de su representativi-
dirigentes, los partidos y el Estado utilizan dad, la fragmentación, atomización y debilita­
todos los medios a su alcance para lograr la miento de las clases subalternas o, por el con­
subordinación política de los gremios de los trario, su reacción no institucionalizada, a tra­
trabajadores o, si esto no fuera posible, para vés de movimientos sociales que buscan la
dividirlos y destruirlos. Las organizaciones independencia y la participación directa en la
revolucionarias de inspiración leninista tratan, vida pública.
a su vez, de penetrarlos, de arrebatarlos a la
influencia del Estado y de los partidos tradicio­ Por las limitaciones que les impone la ley, por
nales y de someterlos, en cambio, a su propia el entrabamiento permanente de su autono­
dirección. mía, por la corrupción y cooptación de sus diri­
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 73

gentes, los gremios de las clases subalternas sido descuidados por el pensamiento político.
se ven sometidos a una crisis endémica de su Pero hoy, en América Latina, cuando los parti­
representatividad y son desbordados, siempre dos de todas las tendencias están sometidos a
de nuevo, por los movimientos que surgen de un profundo desgaste, se ha producido una
las clases a las que pretenden representar. Se cierta institucionalización de la para-institucio-
genera entonces una constante dialéctica, una nalidad propia de los movimientos sociales.
permanente oscilación, con momentos de acer­ Los movimientos buscan un protagonismo
camiento y convergencia y fases de agudo dis- directo en la escena pública. Y, ante la profun­
tanciamiento entre agremiaciones instituciona­ da crisis actual de proyectos políticos en el con­
lizadas de las clases subalternas y movimientos tinente (y en el mundo), este fenómeno no pue­
sociales. Las clases dirigentes, en cambio, rara de sino incrementarse en los años por venir.
vez crean movimientos sociales porque sus
necesidades e intereses están suficientemente
representados y canalizados por las institucio­ 3.2.6 Importancia de los movimientos sociales
nes vigentes. Si asi sucediera, es signo inequí­ en América Latina
voco de que el Estado y los partidos atraviesan
una profunda crisis de dirección. La constitución de la identidad de las clases y
sectores subalternos a través de los movimien­
tos sociales reviste, además, en América Lati­
3.2.5 Identidad de clase na, una importancia adicional porque éstos son
y movimientos sociales espacios de creación de una sociedad civil par-
ticipativay democrática, inexistente en las cla­
ses populares del continente latinoamericano.
Aquí podemos situar, entonces, el papel de los Sobre las bases de una sociedad civil autorita­
movimientos sociales. El gremio es el órgano ria no es posible construir un Estado democrá­
institucionalizado de expresión de una clase o tico. La construcción de la democracia en Amé­
sector social. Para llegar a constituir una orga­ rica Latina no es solamente una tarea política,
nización gremial se requiere haber alcanzado de transformación de los partidos y del Estado,
una gran coherencia interna, haber obtenido sino también social, de cambio de las relacio­
reconocimiento social e incluso jurídico. El nes de poder existentes en la sociedad civil.
movimiento social, en cambio, expresa una
necesidad común no reconocida socialmente, Cierto romanticismo populista revolucionario,
una identidad colectiva en formación, un con­ de ascendencia religiosa, se hace la ilusión de
flicto hasta ahora ignorado por el conjunto de la que, si bien las clases dominantes latinoameri­
sociedad y por el Estado. El movimiento social canas son autoritarias y explotadoras, el “ pue­
es un gremio en camino de constitución. El blo” (no el de Rousseau, sino el del populismo
gremio es un movimiento social cristalizado, revolucionario) es democrático y participativo.
institucionalizado. Los movimientos sociales Nada más lejano a la realidad. En las clases
son la instancia organizativa más próxima a la subalternéis de América Latina podríamos dis­
“clase en sí” , su primer nivel de formación y tinguir tres sectores: uno rural, menos integra­
de organización para la actividad pública como do al mercado capitalista, en el que predomina
actor social, como “clase para sí” . Son la pri­ aún la tradición; un segundo sector, ligado al
mera instancia que permite el desarrollo de su sector moderno a través de la relación salarial,
identidad. Por su carácter no institucional, aún más secularizado; y un tercero, continuamente
no tan sometido a las presiones de arriba y de expulsado “hacia fuera” por el modelo de des­
abajo, es en ellos donde se puede (¿se debe?) arrollo, que lo desaloja del campo y no lo inte­
impulsar y fortalecer la capacidad de autocon­ gra en la ciudad: los excluidos que buscan
trol democrático y de autonomía política de las sobrevivir a campo traviesa, en la economía del
clases y sectores subalternos. “rebusque” o sector “ informal” , como dicen
los economistas formales (6). En cada sector, el
Habitualmente, los movimientos sociales se
han caracterizado por su transitoriedad. Caren­
tes de institucionalización, aparecen y des­ 6. No se debe confundir este tercer sector con el primero, de
aparecen al azar. Por esta misma razón, han tipo rural, acomodándolo en la categoría engañosa de sector
74 A N A L I S I S P O L I T I C O No. 9 - E N E R O A A B R I L D E 1990

autoritarism o adquiere form as d iferen tes por ras de p o d er, político y social, no d ep en d e de
razones específicas. las ideologías de los p artidos y del E stad o , ni
se m odifica con ellas. Facilita y sirve de correa
El “ p u eb lo ” latinoam ericano en su conjunto es de tran sm isió n de la dom inación de clases o de
h ered ero de una ancestral cultura autoritaria u n a eventual b urocracia revolucionaria.
que p e n e tra todos su s nexos sociales, h a sta los
m ás cotidianos y dom ésticos. En e ste sentido T ales m ecanism os de p o d er, m ás p re s e n te s en
hay que decir q ue el poder político del E stado el cam po y en regiones ap artad as, se co n ser­
dem oliberal y de su s p artid o s se h a asen tad o van tam b ién , debilitados, en todos los sectores
h a sta ahora sobre o tra e stru c tu ra de poder p o p u lares. El crecien te sector del “ rebusque”
social p reex isten te , de carácter p ro fu n d am en te e stá sim plem ente atom izado y care n te de
m achista y autoritario e, incluso, en m uchos expresión, lanzado a la selva de la su p erv iv en ­
casos, violento. Es como si, en la débil “ socie­ cia económ ica, social y política. Es la m ejor
dad civil p o p u la r” , se h u b ieran sed im entado encarnación del individuo im aginado por el
los rasgos de las estru ctu ras de po d er político liberalism o, im potente ante la sociedad y el
históricam ente su p erad as, pero convertidas E stado. Sus n ecesid ad es individuales lo v en­
ahora en costum b re, en tradición cultural: el den al m ejor postor. Los m ovim ientos sociales
predom inio del cacique de las com unidades le d an u n a iden tid ad colectiva y u n a re p re s e n ­
indígenas, el señorío del encom endero e sp a ­ tación social. F inalm ente, las clases a sa la ria ­
ñol, la prepotencia del h acen d ad o , to d as estas d as del sector m oderno, m ás in d e p en d ien tes
form as de dom inación se co n d en san hoy, en principio, están su jetas a todos los m ecan is­
tran sfo rm ad as, en la om nipotencia del jefe m os de control antidem ocrático de los que ya
político local. Los jefes locales no son crea tu ras hem os hablado a propósito de los grem ios.
del E stado ni de los partid o s. Son u n a e stru c tu ­ Esto es p articu larm en te claro en los sindicatos.
ra de poder social que subyace a la e stru ctu ra
de po d er formal del E stado, y sobre el que éste Los m ovim ientos sociales contribuyen a trans­
se asien ta, cualqu iera sea su e s tru c tu ra o ideo­ formar esta cultura popular autoritaria. C onsti­
logía. tu y en actores sociales colectivos, dotados de
poder propio, capaces de actu ar en la escena
O bviam ente, d esd e la im plantación del E stado pública sin necesid ad de in term ed iario s. Sus
dem oliberal y el nacim iento de los p artid o s, organizaciones adoptan form as m ás dem o cráti­
éstos han entrad o en u n a relación dialéctica cas puesto que nacen de abajo, de las n ece sid a­
con las e stru ctu ras h ered a d as de p o d er social, des sen tid as de la com unidad o de la clase, y no
en la q ue am bos se han ido tran sfo rm ad o , sin de la d ep en d en cia clientelista. D esarrollan así
que ninguno de los dos haya desap arecid o en el las b ases sociales de un posible E stad o dem o­
otro. Los partido s se han d esarro llad o como crático. Los m ovim ientos sociales son la revolu­
una confederación de gam onales locales que ción em ancipadora fren te a los p o d eres dom i­
m anejan clientelas electorales. Por o tra p arte , n a n te s en la sociedad civil. Sin e s ta d em o crati­
el liderazgo local se ha fortalecido al co n v ertir­ zación social, las ev en tu ales m odificaciones
se en interm ediario privado de los servicios y dem ocráticas del E stado carecen de sujeto
de la au toridad del E stado. De e ste m odo, se capaz de ap ro p iárselas.
refuerzan recíprocam ente las estru c tu ra s an ti­
dem ocráticas del poder social y del E stado cen ­
tral. E n tre E stado y com unidad local se erige
u n a capa de interm ed iario s individuales to d o ­
3.2.7 Gremios, movimientos, propiedad
poderosos. E ste em palm e de las dos estru ctu - y trabajo

Como ya lo señ alé an tes, la sociedad civil es,


esen cialm en te, el en tram ad o dinám ico y con­
tradicional, atrasado, no integrado en el sector moderno y
formal de la economía. No. En América Latina una población flictivo de la acción de todos los actores colecti­
cada vez más numerosa es expulsada de las formas tradicio­ vos. Los grem ios y m ovim ientos constituyen la
nales de la economía rural por el sector moderno, sin que la sociedad civil d e las clases su b altern as y son la
incorpore después a sí mismo. Simplemente, el desarrollo la
expulsa por fuera del modelo. Es un desecho. La economía clave de su poder. Sólo en la m ed id a en que
informal es una economía de sobrevivencia y resistencia. estas clases logren d esarro llar organizaciones
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 75

sociales autónomas, identificar sus intereses sociales: gremios, movimientos, comunidades


comunes y consolidar una ética compartida, locales o étnicas (en el caso de poblaciones más
pueden convertirse en actores sociales dotados tradicionales), como sujetos reales de los pro­
de poder y presentar con claridad sus deman­ cesos de socialización. De acuerdo a sus nece­
das al Estado y los partidos. sidades, cada actor social puede y debe des­
arrollar muy diversas formas de control colecti­
Antes de continuar, conviene hacer una obser­ vo, no sólo de los recursos y de los medios de
vación con relación a una dimensión importan­ producción, sino de la gestión del trabajo. No
te en la constitución práctica de la sociedad hay un socialismo, sino muchos procesos de
civil: las formas de propiedad y de trabajo. No socialización, cuyo sujeto privilegiado no pue­
podemos olvidar que tanto para Hegel como de ser el Estado, sino la sociedad civil y sus
para Marx, éstas constituyen el embrión prác­ actores colectivos. Incluso, la regulación gene­
tico de la sociedad civil. Es imposible entrar ral de estos procesos sectoriales o locales de
aquí en este tema complejo de manera más socialización, debe ser sobria y respetuosa de
amplia, pero hagamos al menos tres observa­ la iniciativa de los actores colectivos. Son ellos
ciones. La primera es que las formas de propie­ el sujeto real de la socialización, y no la abs­
dad y de trabajo también están sujetas a la tracción general del Estado central. De esta
voluntad colectiva de los actores sociales y polí­ manera, la nueva ética de los movimientos so­
ticos. No hay un determinismo económico que ciales se podrá ir materializando también en
no pueda ser intervenido o revertido, en el las formas de apropiación del medio natural y
mediano y largo plazo, por la dinámica de los del destino colectivo.
grandes actores sociales. Estos también mode­
lan la propiedad y no sólo al contrario. Justa­
mente las formas de propiedad y de trabajo, y 3.2.8 Gremios y partidos políticos
no sólo la distribución del ingreso, hacen parte
esencial del debate político en los Estados plu­
ralistas. Y puesto que, en este campo, no hay Para comprender la manera como una clase
fórmulas únicas, universales ni eternas, la puede ser dirigente, hay que analizar la rela­
democracia política es el escenario para este ción entre gremio y partido. En los gremios se
debate permanente. En segundo término, es constituye la identidad de las clases pero es
importante que los movimientos sociales bus­ sobre todo a través de los partidos pluriclasis-
quen, como lo están haciendo en muchas par­ tas como éstas pueden ejercer su dirección y
tes de América Latina, modalidades alternati­ gestar amplios consensos en tomo a su proyec­
vas de propiedad y de gestión del trabajo colec­ to societal. Pero la capacidad de dirección es
tivo. Finalmente, y ésta es la observación más apenas una consecuencia necesaria de la iden­
importante y que deseo destacar, quizás sean tidad de clase.
los gremios y los movimientos sociales de las
clases y sectores subalternos, el único sujeto De modo general, digamos que la vinculación
posible de los procesos de socialización real de entre gremios y partidos define la relación en­
propiedad y del trabajo en la sociedad moder­ tre sociedad civil y sociedad política (partidos y
na. La nacionalización, ya lo sabemos, equivale Estado). Sólo una relación adecuada entre es­
a estatización. Y la estatización, bien sea en tas dos formas de organización puede garanti­
manos del Estado socialista o del Estado demo- zar, a largo plazo, una verdadera democracia.
liberal, no es sinónimo de socialización, es de­ La relación inadecuada entre ellas conduce a
cir, de control de los trabajadores sobre la pro­ las diversas formas de Estado antidemocrático,
piedad. Aunque pueda ser necesaria para la independientemente de la voluntad de sus ges­
preservación y aprovechamiento social de cier­ tores. Un Estado sin partidos, entregado a la
tos recursos estratégicos de la nación, debe dirección de los gremios, es un Estado fascista:
estar sometida a un claro control institucional la sociedad civil de los empresarios se convier­
por parte de todos los actores sociales. Si la te en Estado. Un Estado con un solo partido
nación no existe sino como entelequia, si el que impide la formación independiente de los
Estado no puede ser el sujeto de la propiedad gremios es un Estado totalitario: el interés par­
socializada, si el individuo es el extremo opues­ ticular del partido anula a la sociedad civil. Un
to a la colectividad, no quedan sino los actores Estado con pluralidad de partidos, asentado
76 ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

sobre grem ios em p resariales fu erte s y política­ pluriclasista. La fu erte id e n tid ad , la p resen cia
m en te autónom os, y agrem iaciones d éb iles o p ú blica, la influencia d e los grem ios en los m e ­
inexistentes de las clases su b a lte rn a s, es u n a dios y en la opinión, les concede sobre ta les
dem ocracia form al de contenido au to ritario o partid o s y sobre el E stado u n a influencia o
dictatorial, seg ú n la debilidad o fuerza de los incluso, en caso necesario, una fuerza de p re ­
m ovim ientos sociales: d escan sa sobre u n a so­ sión decisiva. De este m odo, le dan a los p a rti­
ciedad civil de em p resario s y g aran tiza una dos y al E stado u n a fu erte dirección y co n teni­
dem ocracia p ara ellos. Sólo u n a real sociedad do de clase. J u sta m e n te , la com posición p lu ri­
civil, conform ada por to d as las clases y secto ­ clasista de los partidos les p erm ite a las clases
res, librem ente constituidas como actores so­ d irig en tes crea r consenso y ejercer la dirección
ciales in d e p en d ien tes de los p artid o s, y p a rti­ política sobre las d em ás clases sociales. Si de
dos que se vean obligados a re p re s e n ta r las antem an o el p artid o fuera definido como o rg a­
dem an d as de ta le s actores sociales, p u ed e nización de una clase, se cerraría a sí m ism o la
ofrecer, en lo político, la m ayor dem ocracia p u e rta p ara a tra e r y dirigir a o tras clases. El
posible. partido se convertiría en una reproducción de
los grem ios. Las agrem iaciones em p resariales,
En esta relación en tre grem ios y p artid o s, las no so lam en te no se dividen por razo n es políti­
clases dirig en tes dan de nuevo la p a u ta de lo cas, sino que p re sta n el apoyo de su fu erte uni­
que p u ed e y deb e ser la relación e n tre m ovi­ d ad in tern a y de su dirección a los p artid o s y al
m ientos sociales, grem ios de los trab a jad o res y E stado, cuando ésto s se ven am enazados de
p artidos políticos. F inalm ente, el tipo de a rti­ división y fragm entación. E ntonces se refuerza
culación que las clases d irig en tes han d e sa rro ­ claram en te la n atu raleza corporativa del E sta­
llado es el que les p erm ite co n stru ir consensos, do.
así sean lim itados, en to m o a sus proyectos
históricos. E sta e stru c tu ra le p erm itiría a las En esta tensión dinám ica e n tre grem io, partido
clases su b altern as co n stitu irse en actores so­ y E stado radica la capacidad directiva de las
ciales fuertes e in d ep en d ien tes, su jeto s reales clases d irig en tes: el grem io les g aran tiza la
del E stado, lo que no podría su ced er, en A m é­ fu erte id en tid ad de clase, los p artid o s y el E s­
rica Latina, sin po n er en cuestión el o rden eco­ tado de com posición p luriclasista les ab ren el
nóm ico, social y político m antenido h a sta ah o ra espacio institucional p a ra la dirección de otras
por las clases dom inantes. clases y p a ra la gestación de am plios co n sen­
sos.
Las agrem iaciones em p resariales son política­ En cam bio, ya he señalado las dificultades con
mente autónomas. Ni los partid o s tradicionales las que tropiezan los grem ios de las clases
ni el Estado in ten tan p en etrarlo s o co n tro lar­ su b altern as p ara lograr la m ism a articulación
los. En ellos rein a el m ás absoluto pluralism o con los p artid o s y el E stado (3.2.4). Por razones
político. Las diferencias de afiliación p a rtid aria d istin tas y con m étodos g en era lm en te d ifere n ­
nunca ponen en peligro la u nidad corporativa te s, tan to los p artid o s tradicionales como las
de la clase. En el grem io se ex tinguen o se aca­ v an g u ard ias revolucionarias se d isp u tan su
llan h asta las m ás ag rias divergencias políti­ co n tro l. El resu ltad o final es la fragm entación y
cas. Las discrepancias in tern as, casi siem pre debilitam iento de los grem ios del trab ajo , y por
ocultas, giran en torno a sus in tereses específi­ su m edio, de las clases a las que p rete n d en
cos de clase. Sus p ro p u estas públicas a p a re ­ re p re se n ta r. Los m ovim ientos sociales, que
cen, de ordinario, bajo apariencias exclusiva­ podrían ser definidos como la insurrección
m en te económ icas. Las clases d irig en tes no se recu rren te contra el estad o de subordinación y
reprochan a sí m ism as su econom icism o p o r­ de im potencia de las clases y sectores su b a lte r­
que sab en m uy bien, con A dam Sm ith, que en nos, p u ed en co n stitu ir el espacio privilegiado
la sociedad m odern a la econom ía es política. de resisten cia fren te a la instrum entalización
p artid aria , los territo rio s realm en te liberados
Lejos de dividirse por conceptos p artid ario s, la d esd e donde u n a sociedad civil popular p uede
existencia de sólidas organizaciones grem iales form ular sus d em an d as al E stado y los p a rti­
les p erm ite a las clases d irig en tes au sp iciar la dos. En A m érica Latina, tales m ovim ientos tie ­
existencia de partidos de composición social n en en principio la credibilidad y rep resen tati-
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 77

vidad de la que no goza ningún partido, y te­ y, eventualmente, tratar de llevarlas a la prác­
niendo en cuenta el inmenso cúmulo de necesi­ tica desde el Estado mismo. Pero los partidos
dades sociales insatisfechas, son una poderosa sólo escuchan la voz de los actores sociales
forma de presión sobre aquéllos y sobre el existentes. No interpretan, ni pueden interpre­
Estado mismo. tar al individuo aislado. Si acaso, lo utilizan
como legitimación electoral. Solamente las
organizaciones gremiales o los movimientos
4. Elementos para un concepto sociales están en capacidad de formular sus
de sociedad política demandas al sistema político y ejercer presión
sobre él. Desde el punto de vista político, el
verdadero ciudadano moderno es un ciudadano
Bajo la denominación de sociedad política com­ colectivo: el gremio o el movimiento social. Al
prendo no sólo al Estado sino también a los partido le corresponde la tarea de incorporar
partidos políticos que arraigan en los intereses las múltiples expectativas contradictorias en
particulares de la sociedad civil pero están obli­ proyectos generales que puedan lograr el con­
gados a trascenderlos, formulando proyectos senso de las mayorías. Como en la esfinge, su
globales de Estado. Aunque el centro de grave­ cuerpo de león adquiere rostro humano.
dad de esta reflexión es la sociedad civil, quie­
ro anotar también algunos rasgos esenciales de
la sociedad política y de la relación entre El partido único es vina contradicción en sus
ambas, que contribuyen quizás a aclarar la términos. La noción misma de “partido” pre­
noción de democracia y su relación con la socia­ supone la existencia de una división, de una
lización. contraposición. No hay partidos si no existe
verdadera oposición. La idea de partido surgió
Desde luego, la distinción entre sociedad civil y como alternativa al monopolio hereditario del
sociedad política es sólo relativa y parcial. Los Estado absolutista y como condición de la ex­
proyectos globales de sociedad que caracteri­ presión democrática de la soberanía popular.
zan la esfera política son la materialización del El partido único es la restitución de la monar­
consenso que se foija en la sociedad civil y que, quía, pero en cabeza de un monarca colectivo.
en parte, la constituye. En términos de Hegel, En el mismo sentido marcha la tendencia re­
la ética que se objetiva en el Estado se desarro­ ciente de los partidos occidentales a la conver­
lla en el seno de la sociedad civil y en razón de gencia ideológica y política, a la constitución de
su propia dinámica interna. C!on todo hay tam­ un monopartidismo velado con varios rostros
bién diferencia entre ambas dimensiones. El aparentes. El uso falseado del término “con­
Estado recibe de la sociedad civil la potestad senso” para este acuerdo de cúpulas partida­
delegada para poner por obra los consensos rias al margen de la opinión pública, nada tiene
que se forjan en ella e incluso, en ciertas cir­ que ver con la intención democrática del con­
cunstancias, para suplir su ausencia. Para esa senso gramsciano. Los partidos son por su
tarea cuenta incluso con un limitado poder de naturaleza el ámbito de formación de consen­
coacción sobre la sociedad. La diferencia entre sos alternativos, indispensable a la dinámica
Estado y sociedad civil se hace particularmente democrática. El partido de clase, como ya lo
visible y se convierte en contraposición cuan­ señalé, se enclaustra a sí mismo en la clase que
do, abusando del poder coactivo recibido de la dice representar y se impide así la tarea de
sociedad, el Estado vuelve su fuerza contra gestar consensos de mayorías.
ella.
Los partidos de composición pluriclasista son
cajas de resonancia de las demandas formula­
4.1 Los partidos das por la sociedad civil. Son el eco de sus acto­
res. Sólo una sociedad civil constituida por
Los partidos son el nexo entre la sociedad civil fuertes actores sociales de todas las clases,
y el Estado. Su función es la de escuchar las puede dar lugar a partidos de oposición. Si las
demandas de la sociedad civil, interpretarlas y clases subalternas están organizadas de mane­
transformarlas en proyectos generales de Esta­ ra coherente y sólida, el contenido último de
do que puedan contar con un amplio consenso las oposiciones partidarias es de clase.
ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

4.2 El Estado situación deb e ser co n sid erad a com o excepcio­


nal y no como un m odelo d eseab le. F inalm en­
A ntes de e n tra r en la brev e discusión teórica te , son las concepciones globales del E stado,
asu m id as como ideales, las que se constituyen
acerca del E stado, conviene a n tep o n er alg u n as
en fu en te de legitim ación política y tien en
observaciones históricas que eviten m alos
duración en el m ediano y largo plazo. Hoy no
entendidos. El Estado nacional es u n a creación
ten em o s sino dos modelos fundamentales, con
reciente de E uropa y se ha extendido, por m uy
inn u m erab les variaciones en su aplicación h is­
diversas vías, a su s an tig u as colonias. Con la
tórica: el E stado socialista y el E stado dem o-
creciente transnacionalización de la p ro d u c­
liberal. Como es sabido, los E stad o s socialistas
ción, el com ercio, la b an ca y la com unicación,
su rg iero n a com ienzos de siglo como su p u esta
su carácter nacional e s tá en crisis y ex p erim en ­
ta hondas transform aciones. H asta hoy la d in á­ altern ativ a em ancipadora al E stado dem olibe-
m ica transnacional ha traíd o consigo u n a acele­ ral. Sin em b arg o , su evolución actual pone de
m anifiesto su crisis radical, ya p la n tead a por
rad a enajenación y desnacionalización de los
m uchos d esd e an tes. S urge p u es hoy, con fu er­
E stados (7). En vez de re p re se n ta r la voluntad
za ren o v ad a, la p reg u n ta por la naturaleza y
popular e in teg rar a la nación, los E stad o s lati­
noam ericanos se h an convertido en in term ed ia­
estructura de un Estado democrático m oderno.
rios en tre los derechos y aspiraciones de la
población nacional y los in tereses del capital
tran sn ac io n al. Ju eg an el odioso papel de doble 4.2.1 El fundamento de la democracia
ag en te. P robablem en te los E stad o s nacionales moderna
de hoy no p u edan recu p erar su cap acid ad de
negociación internacional y de rep resen tació n Como es sabido, en la an tig ü ed ad , la sob eranía
in tern a sino en el seno de n u ev as form as efica­ del m onarca era, de u n a u o tra form a, em an a­
ces de integración regional y co ntinental. Pero ción de la soberanía suprema de Dios. S u sten ­
este proceso inducirá hondas transform aciones tado en esta legitim ación teocrática, el poder
en el carácter nacional del E stado. Es im posi­ convertido en pro p ied ad se tra n sm itía por h e ­
ble discernir ahora cuál haya de se r su destino rencia fam iliar. La revolución política de la
final. De todas form as, m ien tras su b sista la m odernidad consiste ju sta m e n te en h a b e r dado
sociedad civil como sistem a de acción fundado la v u elta al sujeto de la soberanía: el soberano
en in tereses p articu lares (no n ecesariam en te es el pueblo, y los m ag istrad o s son únicam ente
individuales), y no se ve cómo p u ed a d e sa p a re ­ su s re p re se n ta n te s. El E stado d eb e ser, p u es,
cer, es necesario un E stado que m ed ie en los rep resen tativ o de la voluntad po p u lar. En té r­
conflictos, que sea capaz de ad m in istrar con­ m inos de G ram sci, el fundam ento de su legiti­
sensos y de aplicar la fuerza bajo el control de m idad e stá en el consenso sobre el q u e se apo­
la ley p ara hacerlos vig en tes. Que sea el m ism o ya. E sta es la esen cia de la dem ocracia m o d e r­
E stado nacional de hoy, o que la nación co n ser­ n a , no sólo política, sino tam b ién económ ica y
ve sus m ism as dim ensiones, e stá abierto a la social. La dem ocracia social es u n a radicaliza-
discusión. Procesos como la integración eu ro ­ ción consecuente de la idea de so b eran ía políti­
pea de 1993 señalan nuevos cam inos. ca del pueblo. Sin e sta id ea fu n d a m e n ta l, b a sa ­
d a en la noción m o d ern a del derecho n atu ra l,
Es claro que, en crisis históricas p ro fu n d as, los se reto rn a n ecesariam en te a u n a v arian te del
pueblos no siem pre tien en el E stado que d e ­ absolutism o.
searían , sino el que les es efectiv am en te posi­
ble y necesario. En e ste sentido, el estab leci­
m iento transitorio de un E stado autoritario
4.2.2 Democracia directa y democracia
p u ed e ser una em erg en cia histórica. Pero tal representativa

R ousseau y M arx critican la idea de re p re s e n ­


7. Véase L. A. Restrepo, “ Elección popular de alcaldes: des­ tación política. La propia voluntad no p u ed e ser
nacionalización antidemocrática del Estado central y reapro­ re p re se n ta d a por otros, sin re su lta r por ello
piación democrática del Estado local” , en Elección popular
de alcaldes: Colombia y la experiencia internacional, Bogotá, sim plem ente en ajen ad a. El re p re se n ta n te te r ­
FIDEC-FESCOL-PROCOMUN, 1988, pp. 94-114. m in a por ap ro p iarse de la so b eran ía de los
RELACION ENTRE LA SOCIEDAD CIVIL Y EL ESTADO. L. RESTREPO 79

representados y por sustituirlos en ella. Y es prolongación de la clase en su expresión más


cierto, en la representación de la voluntad esclarecida. Pero, como ya lo he dicho, el pro­
popular hay una dosis de enajenación. La única letariado, y con él todas las clases terminan
solución sería entonces el ejercicio permanente siendo sustituidas por su vanguardia. Sin
de la democracia directa: la autodeterminación mecanismos de control institucional sobre su
permanente del pueblo. Realista, Rousseau función representativa, el partido restablece,
reconoce, sin embargo, los límites de la demo­ de hecho, el absolutismo, en este caso, el de un
cracia directa. Es propia de pueblos pequeños, monarca colectivo, el Partido, cuyo poder se
en asuntos limitados, imposible de ejercitar en transmite por cooptación, al margen de la
las decisiones cotidianas que afectan el destino voluntad popular. Ejerce su soberanía ya no en
colectivo. Es un ideal y debe aplicarse en lo nombre de Dios, sino en el del proletariado,
posible. Pero no se puede implantar de modo convertido en idea, en sujeto metahistórico del
general en las modernas sociedades de masas. acontecer social, en nueva divinidad. El Estado
Para Rousseau, es necesario aceptar entonces socialista se sitúa de nuevo antes de la moder­
la existencia de magistrados que decidan por el nidad política.
pueblo: la existencia de un Estado, ya no re­
presentativo, sino mero delegado y comisario Esta suplantación de la soberanía popular ha
del pueblo. La idea de delegación y mandato no entrado en irreversible crisis histórica. Los paí­
es, en la práctica, nada distinto de la represen­ ses socialistas están abocados a volver a la idea
tación: se decide en nombre y por encargo de soberanía y representación popular, al de­
popular. Destaca solamente el sujeto de la sarrollo de las instituciones que la hagan posi­
soberanía, la dependencia del magistrado con ble y que permitan a la sociedad civil ejercer
relación a ella y, por lo tanto, busca aumentar control sobre ella. Visto desde la perspectiva
el control popular sobre los magistrados, hasta de la sociedad civil y del interés particular, el
el punto de consagrar la revocabilidad del man­ Estado representativo es un mal, una forma de
dato. Sin embargo, la necesaria estabilidad de enajenación de la soberanía popular, pero es,
un Estado no puede estar sujeta a cambios con­ de todas maneras, el menor de los males. Es
tinuos y caprichosos. La revocabilidad está también la realidad histórica siempre limitada
sujeta a límites. El mandato debe ceder algún del mayor de los bienes: la convivencia social
espacio a la representación estable. hecha posible gracias a consensos en perma­
nente formación y evolución.
Marx es más ambicioso que Rousseau. Paradó­
jicamente, más idealista. Critica radicalmente
la idea de representación política y aspira a la La pregunta no es, pues, si el Estado debe ser
pronta extinción del Estado en la sociedad representativo o no, sino cuáles son las mejo­
comunista, en la que cada uno, mediante su res garantías institucionales de la representa­
mismo trabajo orientado al beneficio común, ción. El reto consiste en pensar y definir los
sea representante de todos (8). Sugiere, sin mecanismos que garanticen la representación
embargo, la idea de que para llegar a esa for­ menos inadecuada del pueblo por el Estado,
ma última de radical democracia es necesario las garantías democráticas. Para esta tarea, el
el paso transitorio por una etapa intermedia: la modelo no son, desde luego, los Estados occi­
dictadura del proletariado. El proletariado, dentales de hoy. Gestores iniciales y cada vez
como clase universal, sería entonces el repre­ más víctimas de un capitalismo que desborda
sentante de todas las clases. Su inevitable fun­ sus fronteras nacionales, son cada día más
liberales y menos democráticos. El capital y el
ción representativa sería, sin embargo, fugaz,
Estado se han encargado de fragmentar y
hasta la pronta desaparición de todas las cla­
disolver cada vez más los actores sociales, han
ses, incluido el mismo proletariado. El Estado
atomizado la sociedad civil y refuerzan en el
socialista de Lenin y de Stalin se concibe enton­
individuo consumidor la ilusión liberal de su
ces como dictadura del proletariado. Para
Lenin, el partido, más que representante del participación en las grandes decisiones colecti-.
proletariado, pretende ser su “vanguardia” : vas.

8. Véase la Crítica a la filosofía del Estado, de Hegel.


80 ANALISIS POLITICO No. 9 - ENERO A ABRIL DE 1990

4.2.3 Arquitectura del Estado tos sociales políticam ente in d e p en d ien tes, su
democrático representativo constitución como actores sociales, la creación
de u n a sociedad civil de la q u e ellas en tre n a
Los arquitectos in telectu ales del E stado dem o­ form ar p a rte , pro d u cirá ru p tu ra s in stitu cio n a­
liberal trazaron su s líneas básicas: división y les capaces de q u eb ran tar y su p lan tar viejas
equilibrio de p o d eres, p artid o s en oposición, h eg em o n ías b asad as fu n d am en talm en te en la
elecciones, lib ertad es fu n d am en tales o “ d e re ­ coerción.
chos h u m a n o s” . La experiencia de los conflic­
tos que llevaron a la g u erra, la influencia de las La actual crisis de los E stad o s socialistas pone
ideas socialistas, condujeron al desarrollo de de m anifiesto que las así llam adas revoluciones
m ecanism os de intervención social del E stado. socialistas que atrav esaro n el siglo XX fueron
Es necesario profundizar esa vía, con u n a p a r­ m ás bien, cuando m enos en su dim ensión polí­
ticipación creciente y o rganizada de los actores tica, golpes de E stado. Indujeron, ad em ás, la
sociales en el diseño y la fiscalización de esa falsa identificación en tre el p restig io so concep­
intervención. El E stado dem oliberal de hoy, to m oderno de revolución y el ejercicio de la
arrastrad o por la dinám ica del capital ha e n tra ­ violencia p ara la co n q u ista del E stado o su con­
do, sin em bargo, en u n a tensión irreconciliable trol. Hoy p resenciam os el fenóm eno contrario.
en tre liberalism o y dem ocracia. Por ello, el En los m ism os E stados socialistas los m ovi­
desarrollo de los controles dem ocráticos del m ientos sociales llevan a cabo v erd ad e ra s revo­
E stado in te re sa hoy únicam ente a las m ayorías luciones sin golpe de E stado y sin la violencia
su b altern as. P ero, a su vez, é sta s los p u ed en que éste conlleva. Porque el contenido tr a n s ­
ejercer solam ente si están con stitu id as como form ador y dem ocratizador de u n a v erd ad e ra
actores colectivos, como actores sociales. “ revolución” no es el sacudim iento social, ni la
dosis eventual de violencia que p u ed e conlle­
var, ni siq u iera n ecesariam en te el cam bio de
Sobre e sta s líneas fu n d am en tales, cad a país,
élites d irig en tes, sino el reconocim iento políti­
según sus peculiares condiciones históricas,
co y social conquistado por el ciudadano colec­
debe crear los m ecanism os institucionales que
tivo de las clases su b altern as.
garanticen la rep resen tativ id ad del E stad o . En
este te rre n o carece de sentido la copia y el
tra n sp la n te m ecánico. El reto consiste en d e ­
sarrollar controles dem ocráticos adecuados
que le p erm itan a la sociedad civil lleg ar a ser
el sujeto real del E stado y q u e é ste se funde
sobre un consenso r e a l, y no sobre la fu erza o
la sim ple pro p ag an d a.

4.3 El cambio social

La mediación fundamental de los cambios so­


ciales de contenido dem ocrático es política y no
de fuerza. Se b a sa en la organización in d e p en ­
d ien te de los actores sociales su b altern o s, que
obliga a los partid o s y al E stado a b u scar n u e ­
vos consensos m ás am plios. La sociedad políti­
ca es el espacio institucional p a ra la can aliza­
ción de las d em an d as form uladas por los acto­
re s sociales.

En América Latina y en otras regiones del


mundo donde las clases su b altern as, d eso rg a­
nizadas, han acum ulado d em an d as secu lares,
su m e ra organización en grem ios o m ovim ien-

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