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EL DISCURSO PUBLICITARIO
Semiótica II
1) Elegir una publicidad televisiva y analizarla de acuerdo con las pautas de la guía
de Joan Ferres (1994)
Link: https://www.youtube.com/watch?v=EVcPUX9Q9gY
Productos y destinatarios
Tipo de Publicidad
Desde el punto de vista de tratamiento del producto, se busca dotar de valores añadidos
al producto promocionado, además de mostrar una versión más modernizada del mismo.
Aunque la versión modernizada no se distingue demasiada de la anterior, apenas se
modifican los focos delanteros y traseros, el spot tampoco se centra en esto.
Se utiliza el régimen del relato como modelo comunicativo, en donde el mensaje queda
enmascarado por la narración. No aparece la voz de ningún narrador, solo una música de
fondo que viene a enmarcar un pequeño relato.
Análisis narrativo
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La idea sobre el producto resulta muy creativa, juega con la fantasía de un hombre de
tener su propia carroza repleta de bailarinas, de sentirse distinto frente a la normalidad
de tener un medio de transporte único y muy llamativo. Pero frente a esa idealización de
tener el espíritu del carnaval siempre presente, surgen problemas vinculados a la falta de
practicidad que ese vehículo tiene para la vida cotidiana. En ese sentido el producto
promocionado se muestra como una solución adecuada para los pormenores de la vida
diaria.
El producto se presenta como una solución a las vicisitudes de la vida cotidiana, y que
además se puede obtener la misma “diversión” que una carroza de carnaval, pero sin sus
dificultades.
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El protagonista es un hombre de alrededor de treinta años o más, de profesión no
especificada, pero se lo muestra con traje y corbata, por lo que sugiere que se trata de un
hombre con una posición económica muy buena, y excelente si tenemos en cuenta las
tomas de la casa en la que vive. El protagonista es soltero, blanco, morocho y que le gusta
vestir de forma prolija. Estos rasgos son totalmente contrarios al primer vehículo que
adquiere, pero parecen coincidir mucho mejor con el producto promocionado. El
protagonista consigue una vida mucho más relajada y satisfactoria luego de hacer
contacto con el producto. Sus gestos a lo largo de la publicidad son muy evidentes y
aportan en gran medida a la visión que se pretende alcanzar en el spot. Primero, al
comprar la carroza, muestra una cara de satisfacción total, de haber logrado alcanzar un
sueño, una ilusión. En las escenas siguientes esa cara se mantiene, pero se empieza a
modificar, mostrando dudas acerca de esa “ilusión”, y terminando mostrando una cara de
hastío y cansancio total frente a esa elección. El protagonista se corresponde con un
hombre enmarcado dentro de la “normalidad”, es decir joven, con trabajo estable y una
buena situación económica, sabemos que esa normalidad resulta ser demasiado
pretensiosa, pero logra captar la atención del público, que lo reconoce como algo normal,
o por lo menos correcto.
Sistemas de persuasión
El spot busca seducir mediante la emoción, no dejándose seducir por la ilusión de un ideal
absurdo, sino mostrando practicidad y comodidad. Capta, o intenta captar la atención del
público sorprendiéndolo al mostrarle una vida excéntrica al principio, y las dificultades
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que ello conlleva. Aquí el producto aparece como la solución más adecuada, aunque
desde mi punto de vista, teniendo en cuenta la forma en la que se presentó el producto,
cualquier otro auto podría haber cumplido perfectamente la misma función.
Figuras retóricas
Dos figuras retóricas hacen eco a lo largo de toda la publicidad: la hipérbole y la antítesis.
La primera aparece al principio, al deformar y exagerar la realidad mostrando una
situación tan inverosímil como lo sería el tener una carroza de carnaval con bailarines las
veinticuatro horas del día. Se hace evidente que al poco tiempo esa forma de vida
excéntrica se verá destruida en la realidad cotidiana, y efectivamente es lo que sucede. Al
presentar el producto, aparece como una antítesis frente a ese medio de transporte
excéntrico y por demás exagerado. Este tipo de retórica, la forma en la que se las
presenta, aporta y llena de significado al producto, dotándolo de una practicidad que de
otra forma sería absurdo mostrar. A su vez, funciona como pantalla para desviar el foco de
atención hacia la comodidad, y no hacia el rendimiento, calidad, fiabilidad y cualificación
del utilitario.
Valores promocionados
Siguiendo con la línea de los valores, nadie haría una publicidad sobre la perdurabilidad de
los productos, ya que no se ajustaría a la visión de una sociedad consumista, que necesita
que nuevo productos sean lanzados constantemente para que las industrias y el flujo de
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dinero y de capitales continúen funcionando. Tampoco puede mostrarse humildad o
promover la austeridad, ya que ninguna de las dos generan las ganancias suficientes. Por
tanto el hombre debe ver y tener la visión de cosas fáciles de alcanzar, fáciles de presumir,
y que garanticen un cierto grado de felicidad, que todos saben que no son otra cosa que
terribles mentiras, pero que la gente disfruta, porque le da una salida fácil para sentirse
parte de algo, al menos en apariencia. La gente ama ser engañada.
La deformación de la realidad y el juego o uso que se hace de las personas que bailan
arriba de la carroza resulta muy humorístico, pero también deja entrever la visión que se
tiene de la sociedad: el descarte y el abandono de todos los objetos que nos rodean. Las
bailarinas son un objeto de deseo preciado, y un objeto del cual se puede mostrar, e
incluso alardear. Incluso la visión de vivir y llevar siempre el espíritu del carnaval es un
objeto, algo que se puede comprar en cualquier concesionario de autos, la cultura a la
venta. Pero esos ideales y objetos solo se muestran con un único fin: son inútiles y
molestos para la vida cotidiana de un hombre que debe trabajar y producir un servicio. El
trabajo, y principalmente el trabajo de oficinista de la clase media y alta, no puede
convivir con esa forma de vida, y por eso, llegados el momento, es necesario abandonarlo.
No es un detalle menos el que se muestre a la carroza en un desarmadero, no fue
encontrada por otra persona que encontró la manera de hacerla funcionar, sino que
aparece en medio de la basura, como un objeto inútil que no se puede adaptar a la vida
del oficinista, y que además si él no puede disfrutarlo, nadie más lo merece. Esa visión de
ver a las personas como objetos, y a los objetos como algo desechable e intercambiable,
se adapta perfectamente a un tipo de sociedad basada en el consumismo y en la
conformidad de una vida aburrida y absurda, pero carente de complicaciones.
Tratamiento formal
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en una gran urbe. Las letras que preguntan al espectador aparecen luego del momento de
mayor decepción, con el conflicto sobrepasando el límite. La pregunta funciona como un
preludio para la presentación del producto, con la que se complementa perfectamente.
No hay una relación directa entre el diseño del producto y el tratamiento visual, ya que en
este caso apunta a mostrar una faceta del producto vinculado a sus posibilidades de
disfrutarlo por parte del usuario.
No aparece un texto verbal oral, pero sí se hace uso del texto verbal escrito, y del eslogan
de la marca para cerrar el spot. La puesta en escena de la pregunta escrita en el relato
abre el interrogante al espectador, y luego aparece el producto como respuesta. La
aparición del eslogan y de la imagen de la marca al final, funciona como una garantía de
fidelidad, propia de las marcas que llevan un gran camino recorrido y con buena
aceptación.
Las interacciones que se dan entre las imágenes funcionan como una pequeña narrativa
en la que una idealización del carnaval, representado con la carroza y la música, se
enfrenta a los problemas de la vida cotidiana. Pretenden mostrar placer, y casi realización
al principio, pero a medida que es llevada a otras circunstancias, no cumple con la función
esperada, y el desencanto comienza a aparecer en escena, representado con los gestos y
expresiones del protagonista. Mientras tanto la música sigue sonando al mismo ritmo, el
carnaval no se detiene, pero la vida sigue. En el momento de mayor inflexión, bajo la
tormenta, el protagonista decide abandonar su medio de transporte, y se deja llevar por la
pretendida normalidad. Desde el punto de vista estético muestra gran ingenio al llevar y
representar el espíritu del carnaval a entorno urbano. En los setenta y cinco segundos que
dura la publicidad, bastaron para encasillar una historia de ilusión, desencanto y una
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solución al conflicto planteado. Pero para mantener la atención del espectador, y no
perder el ritmo de la historia, se optó por una musicalización sin demasiada variación,
pero que complementa perfectamente la idea que se quiere dejar del producto.
Este pequeño cortometraje podría funcionar como una comedia, aunque también como
un drama humorístico en donde un hombre no logra encontrar su identidad hasta que
decide ceder a los mandatos del consumismo para poder ser feliz. El estilo utilizado es
humorístico, aunque pone una situación un tanto fantástica al introducir a los bailarines
de forma permanente como parte de la carroza. Se vale de un tono dinámico, claro en
relación al mensaje que se quiere dejar.
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del público, cuestiones que atañen a la lucha por la igualdad estarán en vidriera hasta que
dejen de producir ganancias.
En las primeras, las mujeres aparecen siempre como sumisas amas de casa, ordenando
la ropa sucia, limpiando los muebles, la cocina y los baños, o velando por la seguridad de
sus hijos, todo ello depende siempre del producto que se quiera promocionar. La mujer
aparece vestida con ropa no muy reveladora, casi casual; las edades de estas mujeres
rondan entre los treinta y los cuarenta años. Este tipo de visión se corresponde con lo que
la sociedad, dominada por hombres, espera de las mujeres: la limpieza del hogar, el
cuidado de los hijos y de los demás bienes inmuebles. La mujer tiene que ser sumisa, sus
máximas aspiraciones son las que se muestras en las publicidades: la casa y la ropa limpia,
y los hijos sanos. Nunca muestran otras aspiraciones, nunca muestran disconformidad con
su forma de vida, que está representada a un nivel diferente de servidumbre.
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trabajo o acceso a servicios, y limitaciones. Esta forma de ver a la mujer como un objeto
de deseo, un objeto que puede ser manipulado o desechado, es otra muestra más de
como la norma se impone en los diferentes lenguajes que hacen a la vida cotidiana, y que
replican y reafirman el paradigma dominante.
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