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Ministerio del tiempo: dilemas éticos en el capítulo final de la

temporada 4

Capítulo 8 de la 4a temporada del Ministerio del Tiempo

Martes 23 de junio de 2020, verbena de San Juan y en RTVE están emitiendo el


capítulo final de la temporada 4 del Ministerio del Tiempo. Este octavo capítulo
de la cuarta temporada nos deja un final de temporada maravilloso con viajes al
futuro y problemas morales. El magnífico episodio ‘Días en el futuro’ crea un
círculo que cierra problemas pasados y expone nuevos problemas. Aviso a
navegantes, a partir de ahora hallareis SPOILERS.

El episodio anterior termina con Julián viajando al pasado para salvar a Maite y
posteriormente es secuestrado. En el nuevo episodio del Ministerio del Tiempo
descubrimos que Julián ha sido secuestrado por Lola Mendieta y ambos se
encuentran en un futuro distopico en el año 2070. En este futuro los viajes en el
tiempo se han normalizado y se ha creado una fuerte sociedad de consumo con
grandes diferencias sociales. Se pueden consumir tomates de épocas pasadas,
comprar agua embotellada de hace siglos, etc. En definitiva, el pasado se ha
convertido en unos grandes almacenes de consumo.
Esta sociedad futura está controlada por Juan Salcedo, el nuevo subsecretario
del Ministerio del Tiempo, y cualquier amenaza en lo referente a sus planes es
perseguida y eliminada. Se elimina las amenazas viajando al pasado y
eliminando a las personas antes de que se oponga a sus planes. Frente a este
panorama de un futuro tan desastroso Julián vuelve al presente y junto a sus
compañeros deciden buscar a uno de los antepasados de Juan Salcedo y
eliminarlo. Si este antepasado no vive y no tiene descendencia ese futuro
aterrador jamás sucederá. Es en este punto donde aparece la parte filosófica de
la serie.

¿Es justo eliminar a un individuo para salvar a muchos de un futuro aterrador?


¿Hasta qué punto el fin justifica los medios? ¿Sacrificarías a un inocente para
salvar a un país entero? En el episodio “Días del futuro” Salvador se encuentra
en el gran dilema de matar a un antepasado del villano para salvar el futuro de
España y del mundo. Salvador duda ante el hecho que ha de cometer, hasta
donde se debe llegar por un bien mayor. También acontece el reparo moral y
ético de matar a un bebe inocente. Ese bebe es inocente y el culpable de un
futuro aterrador es de uno de sus descendientes, Juan Salcedo. Así pues, ¿es
justo que Salvador maté a ese bebe inocente para salvar la vida de muchas
personas?
El dilema moral al que se enfrenta Salvador es uno de los problemas clásicos de
la filosofía. Las dudas personales de Salvador tienen relación con uno de los
experimentos mentales más famosos de la ética: el dilema del tranvía. El dilema
del tranvía nos muestra un tranvía que si continúa su camino preestablecido
atropellará a 5 personas que se encuentran en la vía. Si accionamos el cambio
de agujas para que el tranvía cambie de vías, el tranvía únicamente atropellará
a una persona que estaba tranquilamente por la vía. ¿Qué es mejor que el
tranvía continúe su camino habitual y mate a 5 personas o que cambie de vía y
atropelle a 1 persona? ¿Está justificado el cambiar las agujas de las vías para
salvar a las 5 primeras personas? ¿Es la ética una valoración matemática de
pérdidas y beneficios?

Salvador se encuentra en el mismo dilema que el del tranvía. Matar a un inocente


para salvar a miles o dejar que las cosas continúen su propio camino. La gran
duda a la que se enfrenta una persona delante de este tipo de problemas es la
dificultad para enfocarlo desde la perspectiva correcta, si es que existe una
correcta.

Visión deontológica

Podemos ver el experimento mental del tranvía desde una perspectiva


deontológica. La ética humana se basa en deberes que rigen nuestras acciones,
las cosas deben ser de un modo en concreto porque es como deben ser por un
bien superior, por una ley ética universal. Este tipo de visión se centra en el deber
moral de no robar, ser justo, ser empático, etc. Kant hace uso de este tipo de
ética y nos muestra el paso del ser de las cosas al deber ser. Para Kant existe
una ley moral universal que se deriva de la razón humana. No importa las acción
o dilema moral en cuestión, si no esa ley universal dada por la razón. Como no
podríamos vivir en una sociedad en la que todos roben, debemos no robar.

La visión deontológica está bien vista por la sociedad. El aspecto emocional que
se derivan de este tipo de juicios y acciones favorecen una buena imagen social
y favorecen la convivencia entre todos.
Desde la perspectiva deontológica es inevitable la duda frente el dilema del
tranvía o el del matar al antepasado de Juan Salcedo. La ética universal nos
prohíbe inferir en la vida de una persona que no hubieses muerto dejando
suceder los actos de manera normal, pero también tenemos un deber de salvar
al máximo de personas. La deontología nos dejaría paralizados frente al dilema
y deberíamos escoger que es más valioso para poder actuar.

Consecuencialismo

El consecuencialismo se centra en la ética teleológica. Lo importante de nuestras


acciones es su telos, su finalidad. El consecuecionalismo defiende que la
moralidad de una acción depende únicamente de sus consecuencias, de su
resultado. En contraposición de la deontología las acciones éticas no se valoran
en función de su intencionalidad sino de su resultado.

Si Salvador fuese consecuencialista no dudaría en cambiar el tranvía de vía para


salvar a las 5 personas. En el capítulo del Ministerio del Tiempo Salvador debería
matar al bebe porque la consecuencia de esa acción sería la de salvar un país
entero. En definitiva, las mejores consecuencias para el mayor número de
personas.

Ética de la virtud

La tercera vía es la ética de la virtud. Las acciones son morales en tanto que
conducen al individuo hacía la virtud. Las acciones se rigen en función de las
motivaciones del individuo hacía la búsqueda de la virtud. Esta perspectiva
presenta el problema de definir qué es exactamente la virtud o virtudes en plural.

Salvador podría cambiar o no el destino del tranvía, pero su acción sería valorada
en función de la virtud, más allá de un resultado utilitarista una ley ética universal.
El Ministerio del tiempo y sus posiciones filosóficas

Si habéis visto el último episodio ya sabréis como acaba la temporada. Salvador


no mata al antepasado de Juan Salcedo con la esperanza que una educación y
un entorno social diferente de lugar a un individuo y una descendencia diferente.
Las acciones de Salvador son un mensaje de optimismo hacia el ser humano.
Es posible el cambio del mundo por medio los pequeños actos, del conocimiento,
del amor y la virtud.

Salvador Martí lleva a la práctica una ética de las virtudes. El se propone alcanzar
la felicidad suya y la de los demás miembros del ministerio (eudaimonia). Salvar
al bebe muestra una práctica moral (phrónesis) que cambia con el todo vale que
está acostumbrado la sociedad y busca la excelencia del ser humano (areté).
Salvador tiene esperanza en que ese niño sea educado en la búsqueda de la
virtud, de la felicidad y la práctica moral. Es el modo de actuar el que sirve de
valoración de las acciones, y en la acción de Salvador Martí hallamos un gran
corazón, una solución a un dilema moral y un final de temporada perfecto para
el Ministerio del Tiempo.

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