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La Alianza Plebeya, y la conciencia oligárquica

por Juan Pérez Florido


El éxtasis con que muchos que se dicen “kirchneristas” disfrutan el
desvío, que parecería definitivo, de Moyano respecto de su
trayectoria histórica, nos muestra cómo la oligárquica coloniza la
conciencia de muchos sectores de la pequeña burguesía.

Comparan a Moyano con Lescano y hablan del “sindicalismo


empresario”. Obviando groseramente las diferencias entre ambos:
la defensa irrestricta de los trabajadores afiliados a sus respectivos
gremios y su postura frente al neoliberalismo Pero claro, no viene
al caso, el tema central es “haberse sacado a Moyano de
encima” aunque eso implique sumar al proyecto a tribunos del
pueblo trabajador como Daer, Martinez, Pedraza, Lescano,
Cavalleri y Andres Rodriguez.
La colonización oligárquica de la conciencia hace estragos en el
movimiento nacional, y puede llevarlo a otra derrota más. Percibirlo,
discutirlo y cambiar está orientación política es imprescindible para
enfrentar los embates que se vienen.

Un histórico desencuentro que lastra al pueblo argentino


El histórico desencuentro entre la pequeña burguesía y el resto de
las clases subalternas es garantía de que la Argentina siga
cargando con su estatus semicolonial.
Quizás el primer desencuentro se de en el marco de nuestras
guerras civiles, entre la pequeña burguesía de las ciudades del
interior, encarnadas por el General Paz, y las lanzas artesanales y
gauchas, encarnadas por Facundo Quiroga. Si ambos se hubieran
unificado en el programa que significaba la constitución y la
federalización de Buenos Aires se hubieran evitado 50 años de
guerra civil, la guerra del Paraguay, y el exterminio  de los pueblos
de interior. Y quizás lo que hoy es la Argentina hubiera logrado el
desarrollo artesanal primero, e industrial después y seria un faro de
unidad para América Latina.
Tanto en el Yrigoyenismo como en el Peronismo, ya con la clase
trabajadora naciente, esa disputa significó destruir todo lo que esos
movimientos nacionales pudieron avanzar. En ellos la oligarquía
utilizó el moralismo pequeño burgués para marcar que esos
movimientos y las clases trabajadoras en general, eran arribistas,
corruptos, seguidistas etc. Mientras tanto, en la clase trabajadora
sembró un primitivismo ideológico, a veces clasista abstracto, que
los separaba de los “doctores”, “maestros” y “técnicos”.

La historia dos veces como tragedia


Entre el 73 y el 76 se produjo una disputa palaciega entre estos dos
sectores, la pequeña burguesía y la clase trabajadora, con final ya
conocido. Otra vez la colonización oligárquica de la conciencia
impuso a la pequeño burguesía lentes ideológicos que le hacían ver
a la clase trabajadora como un grupo social incapaz de profundizar
las luchas del peronismo. La vio reformistas, negociadora,
burocrática. Como contraposición, la clase trabajadora, influenciada
por la mirada oligárquica dentro del movimiento nacional, vio a la
pequeño burguesía como una masa apátrida, sin conciencia
nacional ni social, y -en ultima instancia- gorila.
Lo que vino después, no hace falta descibirlo. Fue, quizás después
del mitrismo, la tragedia política y social más grave de la Argentina.
El 76 fue a la clase trabajadora y a la pequeña burguesía
argentina, lo que la caída del Muro de Berlin a la Revolución
Mundial.
¿Podremos evitar está tragedia una segunda vez?
Si se cae un soldado, otro tiene que levantar la bandera
Que Hugo Moyano, abandona a pasos agigantados el movimiento
nacional, no hace falta verlo en 678 o comentado por Tognetti. Así
como los compañeros de Patria y Pueblo, lo sostuvimos en las
peleas más difíciles, contra el FMI, el entreguismo privatista, o la
oligarquía de la 125, hoy en día lo vemos tristemente sentado con
Grondona, a quien le explica que la oligarquía no existe. No basta
con ser fiel a los trabajadores sindicalizados en su gremio y en los
sindicatos de su periferia. Hace falta además no perder nunca el
sentido nacional de la lucha de la clase trabajadora. Moyano
parece haberlo perdido. De ser así, el movimiento nacional,
tendrá que buscar otros representantes obreros, con la misma
historia de lucha que él, y con mayor consecuencia actual.
El tema ahora es ver cómo consiguen reagruparse los elementos
consecuentes del MTA y de la CTA, que no quieren ser parte de
una comparsa seguidista. Cómo la clase obrera logra darse otras
conducciones y ser parte articulada del Movimiento Nacional.
¿Dónde está la clase trabajadora?
Los compañeros del kirchnerismo más consecuente, a su vez,
tendrían que pensar, hacia dónde va el movimiento nacional sin el
movimiento obrero como agente central ¿Podremos aguantar los
embates de la oligarquía y el imperialismo, sin la capacidad de
movilización, de presión y de organización de la clase trabajadora
sindicalizada?
El frepasismo, como la infiltración oligárquica de las conciencias,
acentúa las formas y no los contenidos. Ese frepasismo que llevó a
de la Rúa al gobierno está teniendo demasiada influencia en el
Gobierno Nacional. Hay que aislarlo, avivar a los zonzos y
recomponer el movimiento nacional sacándose de encima a los
arribistas. Es un paso esencial si se quiere profundizar el modelo.
Anteayer creían que el peronismo era fascista, luego lo acusaron de
genocida, más tarde señalaron a Menem para “demostrar” que
tenían razón para atacarlo. Hoy, utilizan al peronismo como
escalera de ascenso social, pero no terminan de percibir su
naturaleza popular y contradictoria.
¿No es hora de desconfiar de aquellos que se ponen contentos del
destino de Moyano, sin darse cuenta de que en parte, también esta
en juego el destino de la patria? ¿No será que esos personeros
siempre se ubican, no importa que gobierno venga? Son una
nueva camada de lo que Arturo Jauretche llamaba profetas del
odio, esos que estaban acechando a Moyano para pescarlo en
una agachada y señalar que ellos siempre desconfiaron. Como
siempre desconfían del Pueblo Argentino y de sus
capacidades.

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