El éxtasis con que muchos que se dicen “kirchneristas” disfrutan el desvío, que parecería definitivo, de Moyano respecto de su trayectoria histórica, nos muestra cómo la oligárquica coloniza la conciencia de muchos sectores de la pequeña burguesía.
Comparan a Moyano con Lescano y hablan del “sindicalismo
empresario”. Obviando groseramente las diferencias entre ambos: la defensa irrestricta de los trabajadores afiliados a sus respectivos gremios y su postura frente al neoliberalismo Pero claro, no viene al caso, el tema central es “haberse sacado a Moyano de encima” aunque eso implique sumar al proyecto a tribunos del pueblo trabajador como Daer, Martinez, Pedraza, Lescano, Cavalleri y Andres Rodriguez. La colonización oligárquica de la conciencia hace estragos en el movimiento nacional, y puede llevarlo a otra derrota más. Percibirlo, discutirlo y cambiar está orientación política es imprescindible para enfrentar los embates que se vienen.
Un histórico desencuentro que lastra al pueblo argentino
El histórico desencuentro entre la pequeña burguesía y el resto de las clases subalternas es garantía de que la Argentina siga cargando con su estatus semicolonial. Quizás el primer desencuentro se de en el marco de nuestras guerras civiles, entre la pequeña burguesía de las ciudades del interior, encarnadas por el General Paz, y las lanzas artesanales y gauchas, encarnadas por Facundo Quiroga. Si ambos se hubieran unificado en el programa que significaba la constitución y la federalización de Buenos Aires se hubieran evitado 50 años de guerra civil, la guerra del Paraguay, y el exterminio de los pueblos de interior. Y quizás lo que hoy es la Argentina hubiera logrado el desarrollo artesanal primero, e industrial después y seria un faro de unidad para América Latina. Tanto en el Yrigoyenismo como en el Peronismo, ya con la clase trabajadora naciente, esa disputa significó destruir todo lo que esos movimientos nacionales pudieron avanzar. En ellos la oligarquía utilizó el moralismo pequeño burgués para marcar que esos movimientos y las clases trabajadoras en general, eran arribistas, corruptos, seguidistas etc. Mientras tanto, en la clase trabajadora sembró un primitivismo ideológico, a veces clasista abstracto, que los separaba de los “doctores”, “maestros” y “técnicos”.
La historia dos veces como tragedia
Entre el 73 y el 76 se produjo una disputa palaciega entre estos dos sectores, la pequeña burguesía y la clase trabajadora, con final ya conocido. Otra vez la colonización oligárquica de la conciencia impuso a la pequeño burguesía lentes ideológicos que le hacían ver a la clase trabajadora como un grupo social incapaz de profundizar las luchas del peronismo. La vio reformistas, negociadora, burocrática. Como contraposición, la clase trabajadora, influenciada por la mirada oligárquica dentro del movimiento nacional, vio a la pequeño burguesía como una masa apátrida, sin conciencia nacional ni social, y -en ultima instancia- gorila. Lo que vino después, no hace falta descibirlo. Fue, quizás después del mitrismo, la tragedia política y social más grave de la Argentina. El 76 fue a la clase trabajadora y a la pequeña burguesía argentina, lo que la caída del Muro de Berlin a la Revolución Mundial. ¿Podremos evitar está tragedia una segunda vez? Si se cae un soldado, otro tiene que levantar la bandera Que Hugo Moyano, abandona a pasos agigantados el movimiento nacional, no hace falta verlo en 678 o comentado por Tognetti. Así como los compañeros de Patria y Pueblo, lo sostuvimos en las peleas más difíciles, contra el FMI, el entreguismo privatista, o la oligarquía de la 125, hoy en día lo vemos tristemente sentado con Grondona, a quien le explica que la oligarquía no existe. No basta con ser fiel a los trabajadores sindicalizados en su gremio y en los sindicatos de su periferia. Hace falta además no perder nunca el sentido nacional de la lucha de la clase trabajadora. Moyano parece haberlo perdido. De ser así, el movimiento nacional, tendrá que buscar otros representantes obreros, con la misma historia de lucha que él, y con mayor consecuencia actual. El tema ahora es ver cómo consiguen reagruparse los elementos consecuentes del MTA y de la CTA, que no quieren ser parte de una comparsa seguidista. Cómo la clase obrera logra darse otras conducciones y ser parte articulada del Movimiento Nacional. ¿Dónde está la clase trabajadora? Los compañeros del kirchnerismo más consecuente, a su vez, tendrían que pensar, hacia dónde va el movimiento nacional sin el movimiento obrero como agente central ¿Podremos aguantar los embates de la oligarquía y el imperialismo, sin la capacidad de movilización, de presión y de organización de la clase trabajadora sindicalizada? El frepasismo, como la infiltración oligárquica de las conciencias, acentúa las formas y no los contenidos. Ese frepasismo que llevó a de la Rúa al gobierno está teniendo demasiada influencia en el Gobierno Nacional. Hay que aislarlo, avivar a los zonzos y recomponer el movimiento nacional sacándose de encima a los arribistas. Es un paso esencial si se quiere profundizar el modelo. Anteayer creían que el peronismo era fascista, luego lo acusaron de genocida, más tarde señalaron a Menem para “demostrar” que tenían razón para atacarlo. Hoy, utilizan al peronismo como escalera de ascenso social, pero no terminan de percibir su naturaleza popular y contradictoria. ¿No es hora de desconfiar de aquellos que se ponen contentos del destino de Moyano, sin darse cuenta de que en parte, también esta en juego el destino de la patria? ¿No será que esos personeros siempre se ubican, no importa que gobierno venga? Son una nueva camada de lo que Arturo Jauretche llamaba profetas del odio, esos que estaban acechando a Moyano para pescarlo en una agachada y señalar que ellos siempre desconfiaron. Como siempre desconfían del Pueblo Argentino y de sus capacidades.