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¿Qué decir en pandemia?

Margo Glantz

¿Qué se puede decir o hacer en el encierro que no se repita todos los días en las redes
sociales y en las conversaciones diarias?: ¿decir que me asomé a la ventana y vi dos
pajaritos y un coche?, ¿que me lavé los dientes tres veces en la mañana y una en la noche;
que subo y bajo de manera incesante las escaleras o camino por lo menos media hora
diariamente alrededor de mi mesa para mantenerme en forma y regular mis movimientos
intestinales, que me visto como si fuera a salir a una fiesta y me pongo aretes y me
reconstruyo la cara, sobre todo mis canosas cejas; que estoy leyendo mucha literatura de
contagio o de confinamiento o destrucción (Casanova, Defoe, Bellatin, Sebald, Poe, Perec,
Camus, Justo Sierra, Gamboa, Calderón Henry Dana, Melville ,Sor Juana y la monja de
Ágreda, Emily Dickinson…)?, o ¿decir que el encierro permite reencontrarte contigo
mismo; que no releo El amor en los tiempos del cólera, pero recuerdo que mi padre
cuando quería decir algo fuerte, como una maldición, gritaba jolera, que en ruso significa
cólera; que cuándo estudiaba en la preparatoria número 1 (la única que había entonces en
la ciudad de México), mi maestro de Literatura Universal, Don Erasmo Castellanos Quinto,
––hombre de estatura mediana y larguísima barba blanca, hombros ensanchados por las
hombreras rellenas de guata que usaba para parecerse a Ayax, el héroe griego de La Ilíada
al que más admiraba––, explicaba la epopeya y me llamaba Ifigenia, la jovencita
sacrificada en el altar de los dioses para que pudiese continuar la guerra de Troya, y que
ahora revivo al releer Agamenón, la tragedia de Esquilo, mientras comparto un colectivo
sobre tragedia griega, organizado por el escritor argentino Pablo Maurette; qué no se sabe
aún cuáles efectos definitivos tendrá el covid 19; decir que si la inmunidad de rebaño, que
si perder la humanidad para conseguir la inmunidad colectiva produciría asimismo otra
realidad, la de una ambigua salvación, carecer del albedrío y de la conciencia? ¿Qué si las
vacunas están a punto de encontrarse, que no, que en realidad se han descubierto
anticuerpos y que las vacunas se llaman así porque su nombre proviene de la palabra vaca;
que los mataderos hoy en Chicago, y en México y en muchas otras ciudades se parecen a
los que describía Justo Sierra a principios del siglo XX, en su viaje por los Estados Unidos;
qué en un motín en una cárcel de El Salvador hubo una matanza y un miembro de una de
las pandillas enemigas le abrió la cabeza a otro de los presos con una piedra y le comenzó a
comer los sesos en medio del pasillo y que, horas más tarde, los charcos de sangre todavía
salpicaban los pasillos de la prisión, que las cárceles son lugares de confinamiento y de
contagio; que el presidente Bukele trata a los maras como si fuesen ganado; que en Turquía
las autoridades encontraron en un aeropuerto un cargo ilegal de 79.000 máscaras
quirúrgicas dentro de fundas de almohadas; que el insólito agujero de la capa de ozono en
el Ártico comienza a cerrarse debido a las condiciones metereológicas; que todos y todas
somos genios fallidos; que el debate nacional es un juego de pingpong; que por más agua
que le echo a mi narciso, no se apaga su fuego, que el superlativo y el maniqueísmo son las
solas formas (furias: corrige el corrector) para debatir la situación actual del país y del
mundo; que ha surgido otra pandemia con consecuencias nefastas: el zoomismo, además de
la pandemia de desapariciones de niños , niñas y jóvenes; que la violencia intrafamiliar ha
crecido exponencialmente durante el encierro; que el cuerpo se vuelve holograma; qué me
asomo y repito: espejito, espejito, para ver si ya no me sale la cara de madrastra; que una
familia de impresores en Sri Lanka tuvo una idea conciliadora, revolucionaria, inédita y
ecológica: elaborar papel con los excrementos de elefante y de paso tender un puente en el
eterno conflicto entre agricultores y paquidermos por la tierra; que las parejas fratricidas
abundan en los mitos y la tragedia griega, y que todo se queda en familia; que gracias a un
estricto y temprano confinamiento, Grecia ha logrado que el número de muertes sea
increíblemente bajo, cosa que también ha sucedido en Islandia, Finlandia, y Nueva
Zelandia, donde quienes gobiernan son mujeres; que Brasil se perfila como el próximo
epicentro mundial de la pandemia, que ahora está en los Estados Unidos; que en este texto
he reiterado la estrategia narrativa que me sirvió para escribir mi libro Y por mirarlo todo,
nada veía, y que, finalmente, por ahora, en Wuhan, en Corea del Sur y en España, ha
habido nuevos brotes de Covid-19 desde que se trató de volver a la “normalidad”?\

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