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Cómo guiar al joven en su búsqueda de una

carrera (1/3)
La pastoral juvenil como un
apoyo vocacional 

La pregunta de muchos jóvenes que


usualmente escucho es: «¿Qué haré en la
vida?», o: «Lo que estoy haciendo, ¿es lo que quiero realmente en mi
vida?». Algunos jóvenes vienen con una crisis vocacional a la iglesia, se
quedan años en la iglesia… y sus mismas preguntas también. 

Cuando envié a mi hijo al kínder, a la semana me vino con la


pregunta ya casi existencial, muy sorprendido y preocupado: «Papi,
¿qué voy a estudiar cuando sea grande?». Esta pregunta es como un
latido constante desde pequeño y durante la juventud, y en la iglesia
solemos ayudar involuntariamente a confundirlo más. Cuando un joven
comienza a colaborar en algún ministerio o departamento de la iglesia,
a veces apoya no donde realmente puede potencializar sus habilidades o
talentos, y la frustración aumenta por confundirlo más en su búsqueda
de lo que hará en la vida. 

El sentido de competencia de la sociedad se traslada a la iglesia,


donde no está enfocado en desarrollar a la persona en sus dones o
talentos sino en querer ser mejor o imitar a otra persona. Varias veces
he escuchado que músicos de la iglesia cantan o tocan ‘muy parecido a’
ciertos cantantes cristianos conocidos. 

Un día visité una iglesia donde el líder de jóvenes, con buena


intención, quería hacer un banco de empleos, y comenzó a preguntar
sobre las profesiones que estaban estudiando los jóvenes. Muchos
respondieron que estudiaban ingeniería, economía, derecho, medicina,
etc. Pero allí también había otros jóvenes que no querían decir las
ocupaciones que estaban aprendiendo, porque no tenían un título
universitario, y se sentían disminuidos. 
Sí, esta sociedad nos ha dado un sentido de competencia muy
distinto a los valores bíblicos, y también ha sobrevalorado las
profesiones universitarias, y ello suele ocasionar mucha confusión
vocacional en los jóvenes. Robert Leahy, profesor clínico de psiquiatría
en la Universidad de Cornell, señaló recientemente en una entrevista
con Dennis Prager: 
«Estamos viviendo una importante tendencia histórica en el aumento
de la ansiedad… El chico promedio de hoy de entre 11 y los 13 años está
tan ansioso como lo estaba el paciente psiquiátrico promedio de 1950». 

El doctor Leahy también notó: «Hay investigaciones que demuestran


que la gente que tiene un sistema de creencias y una comunidad que la
apoya tiene una vida mejor y más feliz». 

Dios nos ama tal cual somos. Él no fomenta una competencia en la


que tú ganes y eso sea lo único que importe, ni tampoco quiere que todo
el mundo tenga la misma ocupación o profesión, ni mucho menos nos
codifica según el título académico. La pastoral juvenil puede venir a ser
un apoyo en la búsqueda vocacional de nuestros jóvenes, no al decirles
qué estudiar, sino al guiarles; no al imponer o manipularles, sino al
inspirarles. 

Nuestra iglesia es también una comunidad de apoyo real que puede


llenar el vacío de muchos jóvenes confundidos que les ha tocado crecer
en una familia ‘disfuncional’ (¿somos realmente una familia para ellos
en la iglesia?). El amor y la irreemplazable paz de Dios, son ingredientes
esenciales para tomar las mejores decisiones. 
«Todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de
trepar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es un inútil». —Albert
Einstein

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10 ideas de ayuda pastoral
ante el enamoramiento (2/3)
La pastoral juvenil como apoyo
en el área sentimental

En nuestra sociedad, desde jovencitos se fomenta el ‘andar con


alguien’, se trivializa el amor y se ‘entrena’ a emparejarse y
desemparejarse con facilidad. Incluso en la iglesia, no es poco frecuente
que los jóvenes, cuando buscan una pareja sentimental, caigan en
profundas confusiones. Para remate, algunos acaban encontrando lo
que creían buscar en «candidatos» o «candidatas» que no comparten su
fe en Jesús.

¿Qué pasa cuando te enamoras?


Cuando uno se enamora, el cerebro genera diferentes sustancias
cuyos efectos son similares a las de las drogas altamente adictivas: la
feniletilamina, que nos da la ‘sensación de mariposas’, la dopamina,
conocida como la hormona de la felicidad, la oxitocina, conocida como
‘la hormona del abrazo’, entre otras. Así́, cuando una relación
sentimental se termina, en muchos casos el rompimiento es tan duro
que puede dar lugar a una depresión semejante a cuando la persona
adicta deja de recibir su dosis de droga.

Por eso, antes de empezar una relación sentimental, las «Tres E» de la


madurez son muy necesarias... la madurez económica, la
madurez emocional, y la madurez espiritual.

Un «decálogo» para intervenir


Usualmente, el joven que está confundido sentimentalmente da
espacio para que podamos afirmarlo pastoralmente. Ingresar a este
terreno puede ser espinoso, pero algunos principios guías pueden
ayudarnos.
1. Un acercamiento intencional. Un café́ o una conversación informal
tienen muchas veces más efecto que un retiro espiritual o una sesión de
consejería.

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2. Un plan de salir en grupo. Realice un plan con otros jóvenes de la
iglesia para invitarlo a salir a comer o caminar, para sacarlo del abismo
sentimental.
3. Reclutarlo para el servicio. No descarte al joven porque esté
confundido sentimentalmente. El servicio como apoyo en un ministerio
de la iglesia o en la ayuda social puede permitirle re-direccionar su
perspectiva.
4. Hablar con su familia. Hablar con sus padres o hermanos nos
ayudará entenderlo mejor; observar a su familia nos dará́ más luz sobre
su comportamiento.
5. No compare. Cada joven es un mundo y no se le puede comparar
con otros (ni a sus espaldas ni en su presencia). Sus luchas y victorias
son únicas; compararlo destruirá́ toda intención de buscar apoyo en
nosotros.
6. No es pecado. El estar confundido sentimentalmente no es un
pecado, es parte de la vida, de crecer. Hay un dicho que cae bien a
algunos líderes: «La vaca no se acuerda de cuando fue ternera».
7. Influencia camuflada. A veces el joven no nos contará todo lo que
necesitamos saber para ayudarlo, pero sí a otros jóvenes del grupo.
Pues busque jóvenes maduros a modo de ‘espías’ para cuidarlo y
bendecirlo... no para hostigarlo.
8. Sea real desde el púlpito. Es bueno contar testimonios de cómo
tenemos fe en nuestro Dios, pero también es bueno contar nuestros
errores, sufrimientos, derrotas o fracasos, porque el joven no quiere un
superhéroe, sino alguien como ellos mismos.
9. No mande indirectas. Si predica, no mande indirectas. Mencionar
en público detalles personales del joven, incluso si omite su nombre,
solo hará́ que pierda su confianza y respeto.
10. Defina las etapas. Algunas iglesias no aceptan el enamoramiento,
sino solo «amistad larga, noviazgo corto y matrimonio para toda la vida».
Sea que comparta o no este modelo, sea claro con sus jóvenes, y
ayúdeles a entender que es mejor que su relación sentimental sea clara
y regulada, en vez solo de tener ‘algo’ y a escondidas.
Como pastores, necesitamos tener en cuenta esta posibilidad de la

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confusión sentimental en nuestros jóvenes. Y estar listos para
ayudarles a vivir su enamoramiento de una manera que agrade al
Señor, con dominio propio (1 Ti 1.7).

5 cosas para afirmar a los jóvenes

en una espiritualidad bíblica (3/3 )


La pastoral juvenil como apoyo
espiritual
Al reunirme con diversos pastores usualmente hay una
pregunta intermitente, una preocupación latente, una
necesidad generacional innegable y que está siendo
descuidada: ¿Cómo puedo no sólo evangelizar sino hacer
discípulos a los jóvenes de esta generación? En nuestra
sociedad hay un ‘grupo no alcanzado’ no tan pequeño, una
juventud cada vez más secularizada cuyo modo de
evangelización necesita ser replanteada.

Muchos están sedientos por una experiencia significativa y


por ello hay un aumento en el consumo del esoterismo, el
yoga o las experiencias paranormales. Están buscando
alternativas equivocadas, confundiéndolos más, y la iglesia
necesita llenar este vacío.

Ante esta confusión de hoy, el apóstol Pablo nos da cinco


guías para volver a la fuente de vida y apartarnos de una
falsa espiritualidad. 

1. Mantenga la sencillez del evangelio 


«Predicamos a Cristo crucificado» (1 Co1.23), decía Pablo. A
veces complicamos el evangelio y hablamos de todo y menos
de la obra salvadora de Jesús. Pablo nos advierte sobre dos
tendencias a evitar: (1) «Los griegos demandan sabiduría»,
esas formas de complacer a los académicos dando discursos
desde el púlpito que logran aburrir y confundir más al joven.
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(2) «Los judíos piden señales», esas acciones donde las
reuniones de la iglesia se transforman en un show de
extravagancias y gritos. 

2. Concéntrese en la verdad escatológica medular 


Cristo no está muerto, «se ha levantado de los muertos» (1
Co 15.20). Cuántas veces el joven rechaza el evangelio por
escuchar prédicas que hacen de la escatología una ficción.
Esta verdad medular apunta no a la especulación sino en dar
esperanza al joven perdido. 

3. Adopte una perspectiva multicultural


«Somos uno en Jesús» (Ga 3.28) combate todo
individualismo. Hay iglesias que marginan al joven de otra
cultura, donde se habla no solo jergas evangélicas, sino que a
veces abusan de palabras en inglés o glorifican el saco y la
corbata, excluyendo al que es distinto, y olvidándose de
fomentar el ambiente hogareño de ser iglesia. 

4. Practique una comunión interconfesional 


«Cada uno dice ser de Apolos, el otro de Cefas, y el otro de
Jesús…» (1 Co 1.12). Debemos entender que somos un
cuerpo, y que para el joven contemporáneo las diferencias
entre teologías cuentan menos. Escuchar desde el púlpito
posiciones teológicas o denominacionales, y no el evangelio,
al joven lo confunde más. Debemos ser pescadores de
hombres y no guardianes de nuestro acuario. 

5. Sostenga una cosmovisión total del señorío de Jesús 


«Todas las cosas por medio de él serán reconciliadas por la
cruz» (Col 1.20). No podemos condenar las ocupaciones fuera
de la iglesia. Se tiende a idealizar la vida entre las cuatro
paredes condenando la vida universitaria, por ejemplo,
oponiéndolas con el evangelio. 

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Finalmente, para afirmar en los jóvenes una espiritualidad
auténticamente bíblica, necesitamos entender los tiempos en
que vivimos y adecuarnos para que nuestro mensaje tenga
sentido en el mundo actual. No se puede negar la bendición
de las prédicas de hace cien años, pero no podemos predicar
los mismos mensajes hoy. Aquellos predicadores de antaño
fueron reconocidos por dar un mensaje desafiante y oportuno
a las necesidades latentes de su tiempo. ¡Hagámoslo también
nosotros!

Por Christian Torres 

Conocido como Xtian Jesed, Christian nació en el Perú hace 37 años, y se

desempeña principalmente como pastor y educador. Casado y padre de dos hijos.

Coordinador de proyectos benéficos, laboró en un Estudio Contable y Jurídico que

brinda asesoría especializada a instituciones religiosas. Estudió Teología en el

Seminario Evangélico de Lima (SEL) y es egresado en Educación de la Pontificia

Universidad Católica del Perú (PUCP).  xtian.jesed@gmail.com

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