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Abstract
La investigación presente busca acercarnos al contexto de los años veinte, para comprender
el marco jurídico vigente durante las reformas económicas con la llegada de las corrientes
capitalistas y neoliberales, en el periodo de la hegemonía conservadora. De esta manera
entenderemos el porqué de las revueltas laborales en el periodo, en especial la que se dio en
la zona bananera, ocasionando la masacre en 1928, trascendieron hasta convertirse en el
hito histórico del derecho laboral colombiano. El suceso de la masacre será el punto de
referencia para entender las reformas de los textos normativos laborales en la década de los
treinta. Estas reformas, fueron impulsadas por los gobiernos liberales de Enrique Olaya
Herrera, con la ley de 1931 y Alfonso López Pumarejo, con la Reforma a la Carta Política
en 1936, ambas trajeron consigo un cambio en el derecho laboral, que se ajustó al nuevo
modelo económico neoliberal impulsado en Colombia.
Introducción
Los eventos ocurridos en la zona bananera en 1928 se convirtieron en un hito para el
derecho laboral colombiano, su trascendencia persigue los textos normativos que
prevalecen hasta la actualidad. En este sentido el objetivo de este trabajo, de carácter
histórico y jurídico, será explorar la tesis de; “La Masacre de las Bananeras (1928) fue el
punto de despliegue para los movimientos sindicales, que se convirtieron en el factor de
impulso para el nuevo modelo de legislación laboral, manifestado en la Reforma
Constitucional de 1936”. Así se explorarán las consecuencias que tuvo el evento y cómo
persiste un vínculo entre las reformas a la Carta Política de la época y este evento, que
muchas veces es tomado como aislado. De cara a este panorama resulta pertinente
preguntarnos “¿De qué manera el mecanismo de “la huelga”, iniciado con la manifestación
y evento atroz en la zona bananera tuvo una influencia en el ámbito jurídico en la década de
los treinta?” Intentar darle respuesta a esta pregunta incide en que nos remontemos a las
consecuencias que se desataron de la masacre de las bananeras, en términos de incentivo de
movimiento huelguísticos para la presión del sistema jurídico colombiano.
Ahora bien, para lograr comprobar la tesis en cuestión es necesario primero ocuparnos de
construir un marco contextual que nos aterrice a la década de los veinte, época de la
masacre. Se buscará comprender las nuevas dinámicas económicas que trajo consigo los
inicios del modelo capitalista y del liberalismo económico. Así, se explorará cómo el marco
jurídico no era compatible para responder a las consecuencias sociales que traía la apertura
económica, y el nuevo modelo. Para lo anterior, se tendrá en cuenta la legislación laboral en
la década de los años veinte, y cómo esta gestaba una movilización a raíz de la
inconformidad por la falta de protección a los derechos de la clase obrera.
Luego, teniendo en cuenta el contexto explorado se buscará analizar las consecuencias que
trajo consigo el evento de 1928. Primeramente, iniciaremos con el ámbito social, en
especial con las agrupaciones de trabajadores para la reclamación de los derechos laborales.
Estos mismos grupos son los que luego se convertirían en las asociaciones sindicales que
traerían cambios políticos, con la presión al gobierno conservador y el apoyo a los liberales,
que defendían los intereses de estas clases marginadas.
Asimismo analizaremos cómo esto tuvo incidencia en los cambios a la Carta Política
durante los gobiernos liberales que proceden a la hegemonía conservadora. Se tendrá como
punto de referencia las leyes de 1931 y 1932 impulsadas por Olaya Herrera y la reforma a
la Constitución en 1936, con el gobierno de Alfonso López Pumarejo.
Por último, trabajaremos en una conclusión que logre retomar la tesis del ensayo, para
comprobar su veracidad, asegurándonos de que la pregunta de investigación fue respondida
a lo largo del texto. Así los puntos más importantes que componen al ensayo serán
brevemente asociados con la tesis en cuestión, permitiéndonos además proponer nuevas
preguntas abiertas para futuros trabajos del área.
La llegada de este nuevo modelo económico trajo consigo empresas como la United Fruit
Company (UFC) cuyas dinámicas se comportaban de forma diferente a las asociaciones
locales de exportación. La UFC exportaba alrededor de 91,9 millones de dólares anuales
(Meisel, 2002) lo que claramente involucra una gran cantidad de mano de obra, que en
especial eran campesinos, trabajadores informales de la zona que buscaban sustento
económico. No obstante, la transición económica a este nuevo modelo no estaba sustentada
bajo un marco jurídico que protegiera los intereses y derechos de los civiles trabajadores.
Ahora bien, la zona bananera era una de las muchas que luchaban por un Estado que les
reconociera los derechos básicos laborales. Un mes antes de la masacre la Unión Sindical
de Trabajadores del Magdalena, el 11 de noviembre, se decidió, frente a la actitud de la
compañía, declarar una huelga general en la zona1. Unos pocos días después, miles de
obreros (30 000, según El Espectador) 2 se lanzaron a la huelga contra la compañía y contra
los productores nacionales. Del mismo modo, en el sector urbano una huelga estalló entre
los trabajadores del tranvía de Bogotá3, y fue seguida rápidamente por conflictos obreros en
1
Castrillón (1929), pp. 14-27
2
El Espectador, 12 de noviembre 1928
3
El Espectador, 21 de abril de 1924
una fábrica de fósforos4, en la compañía de Teléfonos de Bogotá5, en una industria textil y
en las minas Del Valle6 . Paralelamente al renacimiento de las huelgas y las negociaciones
obrero-patronales, se organizaron nuevos sindicatos y se revivieron viejos. En junio, la
mayoría de los sindicatos de Bogotá se reunió para discutir una campaña de organización 7 y
los trabajadores del Ferrocarril de la Sabana se organizaron nuevamente 8. (Urrutia, 2016)
Del mismo modo para el mismo año de la masacre el título del El Tiempo (1928) se refería
a las huelgas de los braceros de Girardot para el aumento de los salarios a un valor justo9.
En este orden de ideas, la legislación laboral se vuelve un elemento crucial dentro del
contexto, pues cuando los obreros pedían seguro colectivo, pago por accidentes de trabajo,
descanso dominical, facilidades de vivienda y hospitalización, estaban reclamando que la
compañía pudiera basarse en la legislación vigente y cumplir las exigencias de la misma.
No obstante, la compañía se abstenía a tomar en cuenta las peticiones, pues consideraba que
se se permitía el carácter interpretativo de la ley, donde solo el proceso legal podía
determinar si la compañía estaba cumpliendo o no con la ley. El Ministerio de Industrias
había establecido ya en noviembre de 1925, en respuesta a una consulta de la United Fruit,
que la obligación de asegurar a los trabajadores (Ley 37 de 1921) se refería únicamente a
los trabajadores empleados directamente por la compañía y con las que ésta tuviera un
contrato de trabajo (Urrutia, 2016), empero la mayoría de los trabajadores mantenían
contratos informales y se les imposibilitaba acogerse. En este sentido, a pesar de los
esfuerzos de los trabajadores de la zona bananera de recurrir al dialogo a través de
asambleas y peticiones que antecedían a la masacre, desde hacía tres años, decidieron
continuar con la huelga que traería una represalia violenta de fuerzas militares, pero un
incentivo para los trabajadores del resto del país por reivindicarse.
De lo poco que se conocía hasta el momento sobre la situación del sector bananero,
los medios revelaron la incapacidad del Estado de no reaccionar a manera de violencia,
mientras la SIN acompañaba la lucha de los bananeros y denunciaban los abusos de la
fuerza (El Relator, 1928). En la Revista Cromos (1929) un mes después de la masacre se
escribía sobre la militarización total en la zona alrededor de ciénaga en la parte bananera.
Este hecho histórico, dio comienzo a una nueva etapa de organización de los trabajadores,
donde a diferencia del pasado, ya se evidenciaba un verdadero sentido de clase (Ostau de
Lafont, 2006).
Para 1930, la clase obrera había obtenido mucha relevancia y poder, por lo que se
consideró a esta clase social como un nuevo poder político. Frente a lo anterior, la clase
proletaria empezó a participar en todos los movimientos revolucionarios del país y luchar
por cambios en legislación laboral, generando una “pequeña revolución industrial” (Conti
Parra, 1981). Así, aprovechando el aprecio de esta clase frente a Gaitán, el partido liberal
empezó a hacer campaña política apoyando al proletariado, convirtiéndose en la solución
para la clase popular. Como resultado de la campaña política liberal, que llevó al apoyo por
parte de la clase obrera, en 1930 Enrique Olaya Herrera llegó a la presidencia, siendo el
primer presidente liberal después de una larga hegemonía conservadora. Ahora, este
presidente subió al poder con el apoyo de una clase social recién consolidada y con muchas
demandas, pues el país presentaba un desempleo masivo, salarios decrecientes, déficit
presupuestal y corrupción, por lo que su presidencia debía concentrarse en atender las
demandas sociales mediante legislación (El Tiempo, 1930).
La presidencia que sucedió después de Olaya Herrera fue la del liberal Alfonso
López Pumarejo. A diferencia de su antecesor, esta presidencia si se caracterizó por una
serie de reformas que dieron un importante avance en derecho laboral, por lo que analistas
nombraron este periodo de la historia como el florecimiento del sindicalismo. En primer
lugar, es necesario mencionar la ley 129 de 1931, una ley que fue desarrollada durante la
presidencia de Olaya Herrera, pero que solo entró en vigor en 1934 con la ley 10 del 20 de
noviembre. La ley 129 del 31 regulaba por primera vez la jornada de trabajo. Ahora, este
avance en materia laboral no fue el único que apareció con la ley 10 del 34, pues esta ley,
influenciada por la crisis económica y la masacre de las bananeras del 29, también
introdujo a la legislación el concepto de contrato de trabajo y otorgó a un sector de
trabajadores las prestaciones de vacaciones, auxilio por enfermedad y cesantía por despido
injusto (Cuellar Lopez, 2009). De esta manera, gracias a los múltiples avances de la
presidencia de López Pumarejo en materia laboral, los grupos sindicales encontraron un
refugio y un gobierno que finalmente atendía sus necesidades. Adicionalmente, el Estado
empezó a tomar una posición diferente en cuanto a la representación de los grupos
sindicales, pues en vez de actuar de manera restrictiva, en ocasiones apoyó las cesaciones
colectivas de trabajo (Archila Neira, 2004). De la mano con lo anterior, el gobierno tomó
una decisión que tuvo un impacto significativo en el país, pues fue de las primeras veces
que la clase obrera se sitió vista, escuchada y protegida por el gobierno. Esta decisión fue el
encarcelamiento del gerente de la United Fruit Company en 1994 tras un enfrentamiento
entre los trabajadores y la empresa, donde las Fuerzas Armadas, en reivindicación con los
hechos ocurridos en 1929, entraron a apoyar a los trabajadores (Romero Tobón, 1992).
Finalmente, la presidencia de López Pumarejo marca un nuevo comienzo en materia laboral
mediante la importante reforma constitucional de 1936.
Art 17: Protección del trabajo por parte del Estado como actividad humana libre, y
que tiene que ser especial y tener un carácter de obligación social
Art 20: Consagra constitucionalmente el derecho a la huelga como actividad
esencial de las asociaciones sindicales (Romero Tobón, 1992)
Conclusión:
Archila Neira, M. (2004). Ni amos ni siervos. En Memoria obrera de Bogotá y Medellín (1910-
1945) (pp. 156-157). Bogotá: REVISTA CONTROVERSIA.
Bushnell, David. 2002. Colombia: una Nación a pesar de si misma. Bogotá: Editorial Planeta.
Caribe, O. (2019). Zona Bananera, eje de la historia y la cultura. Retomado el 8 de diciembre del
2019, from https://www.opinioncaribe.com/2017/06/28/zona-bananera-eje-de-la-historia-y-la-
cultura/
Castrillón, A. (1929), Ciento veinte días bajo el terror militar o la huelga de las bananeras, Bogotá:
Talleres de la revista Universidad
Conti Parra, A. (1981). Derecho de asociación y fuero sindical. En El fuero sindical en Colombia.
Bogotá: Temis S.A.
El Tiempo. (1929, enero 1). La situación del Magdalena en 1928: Reportaje al doctor Roca Niz. El
Tiempo.
El Tiempo. (1928). Los Braceros de Girardot preparan la huelga. EL TIEMPO, (1 de octubre 1928),
1.
El Relator. (1928, diciembre 10) . La situación en las bananeras ha continuado gravísima. El Relator
Fuentes primarias recuperadas del texto: Urrutia, M. (2016). Historia del sindicalismo en Colombia,
1850-2013. Bogotá, D. C., Colombia: Universidad de los Andes, Colombia. Recuperado de
www.jstor.org/stable/10.7440/j.ctt1g0b7n8
Guerrero Figueroa, G. (2001). Introducción y parte general. En Manual de derecho de trabajo (4th
ed., pp. 66-71). Bogotá: Leyer.
LeGrand, C., & González, M. (1983). Campesinos y asalariados en la zona bananera de Santa Marta
(1900—1935). En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura (Vol. 11, pp. 235-250).
Recuperado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/31271
Meisel, Adolfo. 2004. "La economía de Ciénaga después del banano". Docu- mentos de Trabajo
sobre Economía Regional de! Banco de la República, No.50
Romero Tobón, J. F. (1992). Huelga y servicio público en Colombia (1st ed.). Bogotá: Rodrigo
Quito Editores.
I. García, (1929) Ciénega, bajo régimen militar. Revista CROMOS (enero 1929), 35.
Urrutia, M. (2016). Historia del sindicalismo en Colombia, 1850-2013. Bogotá, D. C., Colombia:
Universidad de los Andes, Colombia. Recuperado de www.jstor.org/stable/10.7440/j.ctt1g0b7n8
Anexo de fuentes primarias:
“Vuelan aviones sobre la zona bananera” (7 de diciembre 1928) Mundo al día p.7
“La situación de las bananeras ha continuado gravísima” (10 de diciembre 1928) Relator p.1
“ Se declaran en huelga los empleados del Banco de Bogotá” (7 de diciembre de 1928) Relator p.1
I.García, 1929 “Ciénega, bajo régimen militar” (enero, 1929) Revista CROMOS