Raskolnikov acude con una vieja usurera, de nombre AlionaIvanovna, a
empeñar las únicas prendas de valor que posee. La anciana, envilecida por la codicia presta una pequeña cantidad de rublos -pues se cobra por adelantado los intereses-y despide al joven quien tiene que aceptar el miserable trato. En el camino, Raskolnikov piensa en el lugar donde guardará el dinero. Una taberna se cruza por su camino y decide entrar y beber una cerveza. Raskolnikov reflexiona sobre su próxima integración a la sociedad. Piensa en su condición de estudiante que tuvo que salirse de la escuela por falta de dinero. De la misma manera, tiene que “fugarse” de su cuarto para no ser visto por la casera pues debe rentas atrasadas. Marmeladov, un funcionario de gobierno se acerca y le habla pues lo cree un colega. Raskolnikov lo desengaña y siente al principio deseos de hablar con él; al instante, extraña de nuevo su soledad. Marmeladov le habla de su esposa Catalina, de su hija Sonia, de las otros hijos de Catalina y del pasado aristocrático que alguna vez tuvieron. El desenfrenado gusto por la bebida de Marmeladov lo llevaron a la ruina. Catalina no aceptaba a su hijastra al principio, quien pronto tuvo que trabajar. Catalina fue despedida de su trabajo. Los ahorros fueron tomados por el propio Marmeladov quien no tardó en bebérselos. Marmeladov invita a Raskolnikov a su casa. Al llegar encuentra a Catalina cuyo aspecto era demacrado pues, aparte de la miseria, padecía de tuberculosis y los hijos de ésta jugando entre la mugre. Catalina regaña a su esposo y corre a Raskolnikov quien se va pensando al respecto. El cuartucho de Raskolnikov le recordaba permanentemente su condición. Al amanecer Raskolnikov se encuentra en el mismo. Anastasia, -única sirviente de la casa-lo despierta con té y una carta. La carta es remitida por la madre de Raskolnikov quien al enterarse de que su hijo dejó la escuela por falta de medios, reunió algunos rublos que manda anexo. Más adelante, la madre le escribe sobre Dunia, hermana de Raskolnikov, quien pasó innumerables infortunios y que además, fue corrida de su trabajo luego de que la señora sospechó que mantenía amoríos con su esposo, La humillación fue profunda. Pero al poco tiempo, continúa relatando la madre, La señora Marta Petrovna descubrió una carta que demostraba su completa inocencia y que se trataba de uno más de los deslices de su esposo. Posteriormente, la madre relata que durante el ínterin, Dunia inició relaciones con Don Pedro Petrovich Lujin, consejero del tribunal, y que el enlace será pronto. La madre se disculpa de no haberlo tomado en cuenta al respecto, pero confía en el buen corazón de su Rodion. La madre anuncia a su hijo que Lujin va rumbo a San Petersburgo y espera que lo reciba como merece un señor de su rango. La madre escribe sobre el futuro promisorio que está unión significa y que sin duda las sacara de su miseria pues seguro regresas a la escuela y terminas trabajando para él. Para finalizar, La madre escribe sobre su llegada y la de Dunia a San Petersburgo en las próximas horas. Raskolnikov cierra la carta aturdido y sale de su casa. Raskolnikov se había resuelto a no permitir esa boda pues, además de no haberlo consultado, algo misterioso y digno de desconfiarse, había leído “entre líneas” en las frases de su madre. Durante el camino, Raskolnikov defiende a una muchacha ebria, y le da dinero a un policía para que la lleve a su casa. El camino lo dirige hacía la casa de su amigo Razumikhin a quien no obstante, ha fingido no verlo para no entablar conversación con él. Raskolnikov hace cuentas del dinero mandado por su madre y se percata que una considerable suma, la ha regalado. Desvía su camino y entra a un bosque donde duerme en la hierba. Sueña con su padre y una yegua que es golpeada salvajemente por varios hombres. El niño Raskolnikov se precipita a ayudar a la yegua pero es detenido por su padre. Raskolnikov despierta bañado en sudor. Raskolnikov duda de sus planes; la vieja usurera duerme tranquila, tal vez no por mucho tiempo. Raskolnikov sale a la calle y se topa con Isabel, la joven hermana de la vieja. La casualidad se presta y escucha que la vieja Aliona se encontrará completamente sola a determinadas horas. Raskolnikov no cree en casualidades sino en “signos del destino”, se pregunta el trasfondo que implica el haber salido de su casa y escuchar precisamente las horas ideales para realizar su plan. En otra taberna escucha la mala fama de doña Aliona y sobre todo la despótica forma con la que trata a su propia hermana Isabel. En suma, Aliona Ivanovna era una arpía cuya muerte era deseada por más de alguno por su avaricia y crueldad. Raskolnikov regresa a su casa y duerme en su sillón desecho. A la mañana siguiente es despertado por la criada quien es corrida por el inquilino. Consigue un hacha de una obra cercana y dirige sus pasos a casa de Aliona. Aliona Ivanovna es asesinada por Raskolnikov. De inmediato coge algunos prendedores y una bolsa. Busca la llave que resguarda el dinero. Escucha ruidos. Entra Isabel quien perpleja contempla la escena. Raskolnikov, sorprendido por lo inesperado, reacciona y la mata. Limpia el hacha. El sonido de unos hombres que tocan a la puerta lo alerta. Al no obtener respuesta se marchan sospechando algo. Raskolnikov toma lo robado, baja unas escaleras y entra aun cuarto vacío que está siendo pintado. Escucha a los hombres y al portero subir y aprovecha para huir. Nadie lo vio salir y nadie lo vio dejar el hacha donde fue encontrada. Raskolnikov llega a su cuarto y se deja caer al sillón. Raskolnikov despierta abruptamente. Reacomoda una y otra y otra vez las prendas robadas al tiempo que sospecha, que la locura se ha instalado en su ser. Se contradice en sus pensamientos hasta que alguien llama a la puerta. Anastasia le trae un citatorio. El citatorio, es ordinario pero Raskolnikov experimenta una extrema paranoia que lo hace dudar sobre su asistencia. Al retirase la sirvienta, Raskolnikov advierte que se trata de una demanda emprendida por su casera por pagos no efectuados. Finalmente asiste, y haciendo gala de un extremo cinismo, se enfrenta al comisario de policía. Al resolver el asunto de la casera, escucha las primeras investigaciones sobre los asesinatos de la anciana usurera y su joven hermana. Siente deseos de confesarlo todo, pero se calla. De regreso a su casa, el presentimiento de que se ha traicionado con sus palabras lo invade. Raskolnikov llega a su minúsculo cuarto convencido de que las investigaciones han iniciado y seguramente ya llegaron hasta su domicilio. Todo lo encuentra tal y como lo dejó. Incluido las prendas robadas. ¿Dónde guardarlas? La inseguridad le ordena cambiar constantemente de solución. Finalmente decide esconder lo robado para usarlo tiempo después. Hecho lo anterior, Raskolnikov deambula por las calles. Sus pasos lo llevan de nuevo a la casa de su amigo Razumikhin. Entra y a los pocos minutos se despide. Razumikhin lo invita a quedarse más tiempo y calmar un poco su ansiedad. Raskolnikov se va sin hacer caso de su amigo y pensando que nada ni nadie existe y cosas por el estilo. Una vez en la calle, una señora le ofrece una limosna; entonces, se percata de su miserable aspecto. Se pone enfrente de unos caballos que tiraban un carruaje, vaga sin rumbo todo el día y regresa a su casa a dormir profundamente. Las pesadillas lo despiertan y vuelve a despertar de un mal sueño. Los delirios acompañaron a Raskolnikov durante su sueño. Al despertar encuentra a Anastasia, Razumikhin, y un empleado de gobierno que le trae dinero en correspondencia a una solicitud hecha por su madre. Raskolnikov duda en firmar y es persuadido por Razumikhin. La criada y el amigo le reclaman el terrible descuido en el cual se encontraba. Razumikhin le pide que no se preocupe tanto y le avisa que intercederá por él con la casera, luego, aprovechando otro sueño de Raskolnikov, Razumikhin, le compra ropa y le da el dinero restante. La visita del médico los interrumpe. Zossimov, médico amigo de Razumikhin, atiende a Raskolnikov y lo invita a una reunión de amigos. Durante la plática, Raskolnikov descubre que un pintor –que trabajaba en el cuarto donde se escondió-es el principal sospechoso de los asesinatos recientemente cometidos, y que él y su ayudante fueron arrestados. La discusión de los dos amigos y las preguntas de Raskolnikov fueron entonces interrumpidas por la llegada de un inesperado visitante. Pedro Petrovich Lujin, majestuoso y un tanto soberbio pregunta por Raskolnikov. Raskolnikov se presenta y trata con ironía y desdén al prometido de su hermana. Lujin trata de mantener un buen ambiente que no existe y se extraña del frío recibimiento del muchacho. Sin desanimarse, Lujin les platica de sus planes y que se aloja en un departamento compartido con su amigo Andrés Semionovich sin embargo sus intentos fueron en vano. Zossimov y Razumikhin continuaron platicando de los asesinatos y Raskolnikov se mantuvo lejano y agresivo. Finalmente, Lujin es corrido por Raskolnikov. Cuando estuvo de nuevo solo, Raskolnikov se marcha de nuevo a la calle con el dinero que había recibido. Se interna por las calles y por la noche se mete a una taberna. Ahí se encuentra con un amigo de Razumikhin y ambos hablan sobre los asesinatos. De manera irónica, Raskolnikov le “confiesa” el lugar donde escondió el dinero. Al salir se encuentra con Razumikhin, sin embargo, Raskolnikov, presa de sus contradicciones, lo corre de su lado. Todos coinciden en los continuos delirios de Raskolnikov. Éste por su parte, visitó el lugar del crimen. Ahí encontró a unos trabajadores. Raskolnikov pregunta por las manchas de sangre y muestra una actitud sospechosa. Los trabajadores lo echan y Raskolnikov se encuentra vagando de nuevo hasta que un grito le llama la atención. Raskolnikov llega aun accidente. Un borracho se lanzó frente a un coche. Raskolnikov lo recuerda: es Marmeladov. Rápidamente se presta a llevarlo a su casa y paga los gastos. Por segunda ocasión, Raskolnikov llega a casa de la tísica Catalina y sus hijos. La mujer lo recibe angustiada y recrimina a su esposo por sus interminables borracheras, sin embargo el accidente fue fatal y todos notaron que Marmeladov agonizaba. La madre manda a una de sus hijas por Sonia –la primera hija de Marmeladov-un médico y un sacerdote. Catalina cuestiona duramente los “designios” del señor. Se muere su esposo que sólo le ha traído malestares y miseria. Marmeladov muere y Raskolnikov le obsequia a Catalina el dinero que posee para los gastos funerarios. Sonia se percata del gesto del joven y llora la muerte de su padre. Al retirarse Raskolnikov, es interceptado por una media hermana de Sonia para preguntarle su nombre y dirección. Más seguro de sí, Raskolnikov se dirige a casa de Razumikhin y encuentra a su amigo bebiendo con otros más, entre ellos al médico quien le recomienda reposo. Básicamente, Zossimov considera que Raskolnikov está loco y por ellos lo atiende –según le confesó Razumikhin-Raskolnikov se despide y es acompañado por Razumikhin, borracho, a su casa. Cuando llegaron encontraron a dos mujeres esperando a Raskolnikov: Su madre y su hermana. Raskolnikov se desmaya de la impresión.