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La muerte (a veces referida por los eufemismos deceso, defunción, fallecimiento,

finamiento, óbito, expiración, perecimiento, fenecimiento o cesación) es un efecto


terminal que resulta de la extinción del proceso homeostático en un ser vivo; y con
ello el fin de la vida.[1] Puede producirse por causas naturales (vejez,
enfermedad, consecuencia de la cadena trófica, desastre natural) o inducidas
(suicidio, homicidio, eutanasia, accidente, desastre medioambiental).

El proceso de fallecimiento, si bien está totalmente definido en algunas de sus


fases desde un punto de vista neurofisiológico, bioquímico y médico, aún no es del
todo comprendido en su conjunto desde el punto de vista termodinámico y
neurológico, y existen discrepancias científicas al respecto.

Mas lo característico de la experiencia humana de la muerte es que en todos los


casos desemboca no sólo en la comprensión del hecho de que hay muertes, sino del
hecho de que la muerte es algo indisolublemente ligado a la existencia. La
experiencia de la muerte, en sus diversas formas, conduce a la convicción del
«tener que morir».
José Ferrater Mora, Diccionario de la filosofía.[2]

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