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El prerromanticismo alemán:
tempestad y empuje
(1770-1785)
Antecesores:
1744-1803 Johann Gottfried Herder, Journal meiner Reise im Jahre 1769 (Diario de
mi viaje en el año 1769), Shakespeare (1773), Briefwechsel über Ossian (Epistolario
sobre Ossian) (1773), Volkslieder (Poesía popular) (1778 y ss.)
1751-1792 Jakob Michael Reinhold Lenz, Der Hofmeister (El preceptor) (1774),
Die Soldaten (Los soldados) (1776)
1752-1831 Friedrich Maximilian Klinger, Die Zwillinge (Los gemelos) (1776), Sturm
und Drang (Tempestad y empuje) (1776)
Württemberg:
1759-1805 Friedrich Schiller, Die Räuber (Los bandidos) (1781), Die Verschwörung
des Fiesko zu Genua (La conspiración de Fiesco en Génova) (1783), Kabale und Liebe
(Intriga y amor) (1784)
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Hier sitz ich, forme Menschen Aquí estoy, modelo seres humanos
Nach meinem Bilde, a mi imagen,
Ein Geschlecht, das mir gleich sei, un linaje a mi semejanza
Zu leiden, zu weinen, para sufrir, para llorar,
Zu genießen und zu freuen sích, para disfrutar y alegrarse,
Und dein nicht zu achten, y para no acatarte,
Wie ich! ¡como yo!
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Pero junto al aspecto político se encuentra en la figura de Prometeo tam- Manifiesto poético
bién un aspecto poético. En el siglo xviii se citaban a menudo las considera-
ciones del filósofo del arte inglés Shaftesbury (1671-1713) sobre el verdadero
poeta; este no sería un simple imitador de la naturaleza o de grandes modelos
sino un constructor que configura algo propio. En la traducción alemana (que
nosotros traducimos aquí al castellano) de 1771 se dice: «Un poeta así es en
verdad un nuevo creador, un verdadero Prometeo bajo Júpiter». Crea desde
sí mismo, por su propia fuerza, como Dios, como la naturaleza; su poesía es
un mundo propio. Goethe y sus contemporáneos vieron realizada esta imagen
del poeta auténtico, que se sobreponía al imperativo de las reglas y que tal
como Prometeo creaba sus obras desde la fuerza de su genio, en Shakespeare.
En el discurso pronunciado en loanza del gran poeta dramático inglés dijo
Goethe en 1771: «Competía con Prometeo, construía a su imagen rasgo a ras-
go sus seres humanos, [...] y entonces los vivificaba con el hálito de su espí-
ritu». La originalidad y la genialidad habían de sobreponerse a la rigidez de
las reglas y al imperativo de la razón; pues el genio, el artista creador, lleva
en sí mismo la ley del mundo.
Hamann estudió en Königsberg, su ciudad natal, teología y ciencias jurídi- Johann Georg
cas; era amigo del ilustrado Kant. Su lectura intensiva de la Biblia motivó su Hamann
crítica a la confianza ilustrada en la razón, y fundamentó su rechazo a leer e
interpretar la Biblia valiéndose únicamente de los criterios de la razón. Dios
no había hablado a la humanidad en la Biblia apelando a la razón, sino me-
diante imágenes y parábolas; por eso la poesía, la literatura, es «la lengua
materna del género humano» y es de origen divino. La creación, la naturale-
za, actúa y se revela mediante los sentidos y las pasiones:
La poesía es la lengua materna del género humano, así como la jardinería es más
antigua que la agricultura, la pintura que la escritura, el canto que la declamación,
las parábolas que las deducciones, el trueque que el comercio. Un sueño muy
profundo era el descanso de nuestros antepasados, y sus movimientos, una dan-
za vacilante. Se pasaban siete días en el silencio de la reflexión o del estupor y
abrían la boca... para decir proverbios.
Los sentidos y las pasiones no hablan más que en imágenes y no entienden
más que imágenes. De imágenes se compone todo el tesoro del conocimiento y
la felicidad humanos. El primer estallido de la creación y la primera impresión de
su narrador: la primera irrupción y el primer deleite de la naturaleza se reúnen en
la palabra: ¡Hágase la luz!
Cruzadas del filólogo, 1762
Para Hamann las imágenes y parábolas, la interpretación mediante imá- La poesía como lengua
genes de la creación del mundo y de la naturaleza, contenían más verdad que originaria de la
las teorías ilustradas. Hamann concedía a la literatura —por la comparación humanidad
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Johann Gottfried Johann Gottfried Herder conoció a Hamann durante sus estudios de teología
Herder en Königsberg (1762-1764). Hamann tuvo una influencia decisiva en sus tra-
bajos de crítica literaria, que le dieron a conocer muy pronto en amplios círcu-
los. Durante una estancia de varios meses en Estrasburgo para el tratamiento
de una dolencia ocular, Herder conoció en otoño de 1770 al joven Goethe. En
sus memorias Dichtung und Wahrheit Goethe escribe así sobre su encuentro:
«Pues el suceso más importante, que iba a tener consecuencias fundamenta-
les para mí, fue el encuentro, y la relación más próxima que se desarrolló a
partir de él, con Herder [...]. En cuanto a las pocas semanas en que convivi-
mos, puedo decir que todo lo que Herder ha ido realizando posteriormente de
forma paulatina estaba ya insinuado y presente de forma embrionaria, y que
por ello me vi en la feliz situación de completar, ligar a algo superior, ampliar,
todo lo que hasta el momento había pensado, aprendido, y me había apropia-
do». El significado que esta relación tuvo para Goethe y el círculo de Estras-
burgo se puede reunir bajo dos conceptos: genio original (Originalgenie) y
poesía natural o popular (Volkspoesie o Naturpoesie).
Genio original Herder utilizó el concepto de genio original ya en el Diario de mi viaje en
el año 1769. Según el modelo de la novela educativa de Jean-Jacques Rousseau
(1712-1778) Émile (1762), presentó un sistema escolar que no estaba ligado
a normas sino que había de fomentar las capacidades creativas: «Sin cuer-
po nuestra alma no es nada en su utilización; con los sentidos paralizados está
paralizada ella misma; mediante un uso alegre y proporcionado de sus senti-
dos está alegre y viva». Por ello la meta de una educación correcta es liberar
la totalidad de las fuerzas de los sentidos: «Muchas sensaciones fuertes, vi-
vas, fieles, propias del modo más propio al ser humano, son la base de una serie
de muchos pensamientos fuertes, vivos, fieles, propios, y estos son el genio
original». El Diario tiene sin embargo también importancia porque en él se
fragua lo que será uno de los aspectos causantes del desmoronamiento de la
poética clásica como instrumento normativo de la creación literaria: el descu-
brimiento de la capacidad poética como capacidad humana universal.
Herder había iniciado en el año 1769 un largo viaje en barco que le lle-
varía de Riga a Francia. La fascinación del mar y el estado indeciso del via-
jero le inspiran reflexiones sobre el origen del narrar:
Tómese ahora ese deseo de ver maravillas y reúnase con esa costumbre que tiene
el ojo de encontrar maravillas a primera vista: ¿dónde se originan narraciones ver-
daderas? ¿Cómo se vuelve todo poético? Sin que uno pueda ni quiera mentir, He-
rodoto se convierte en poeta, ¡qué novedoso resulta leerle a él, a Orfeo y a Home-
ro, a Píndaro y a los poetas trágicos desde esta perspectiva!
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La concepción de la literatura natural como expresión de un pueblo tiene que Poesía popular
ver con la nueva conciencia del lenguaje, autoconciencia moderna, que pro- o natural
tagoniza Herder. El lenguaje para él es forma de pensamiento, «diccionario
del alma, constante creación poética de fábulas», expone en Sobre el origen Sobre el origen
del lenguaje (Über den Ursprung der Sprache, 1772). No tiene origen divino del lenguaje
y proviene de la naturaleza espiritual, no corporal y animal, del ser humano.
El lenguaje primigenio, la «palabra del alma», es el resultado de la capacidad
de discernimiento humano, que relaciona en el alma sus percepciones. El so-
nido convierte el lenguaje interno en externo. Lenguaje, poesía y mitología
forman una unidad, y es en el curso de su desarrollo que el lenguaje va per-
diendo su valor metafórico para funcionar gramaticalmente. Pensamiento y
lenguaje están en relación recíproca, de forma que la palabra no es el envol-
torio físico del pensamiento sino instrumento de pensar. El proceso de inven-
ción del lenguaje narrado por el propio Herder es el siguiente:
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consiguientemente, a querer o poder balar para ella con los labios este signo del
conocimiento reflejo, su alma habría balado en su interior, por así decirlo, ya que
ella eligió ese sonido como recuerdo, y habría vuelto a balar, ya que por ello lo
ha reconocido. ¡El lenguaje ha sido inventado! Lo ha sido de forma tan natural y
necesaria al hombre como este es hombre.
Traducción: P. Ribas
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editada por él mismo bajo el título de Götz von Berlichingen con la mano de
hierro. Se estrenó en 1774; y se representó con mucho éxito en numerosos
escenarios.
Götz von Berlichingen La obra está compuesta en cinco actos, pero la acción no es cerrada; se
extiende a lo largo de varios años y tiene como escenario numerosos lugares
diferentes en Alemania del sur. Se realzan dos sucesos de la vida de Götz:
su querella con el obispo de Bamberg, que le colocó en entredicho, y el papel
que jugó en la guerra de los campesinos. La acción se desarrolla, como en las
obras de Shakespeare, a dos niveles: entre los sirvientes y el séquito de los di-
ferentes bandos y entre personajes de la nobleza. Se desarrolla en rápida su-
cesión a lo largo de más de cincuenta escenas que van desde grandes escenas
populares y de guerra hasta íntimos idilios familiares. El paréntesis vinculan-
te de la obra no lo constituyen ya las unidades aristotélicas de lugar, tiempo
y acción, sino los caracteres contrapuestos de los personajes, y sobre todos
ellos destaca la figura íntegra del caballero y «hombre bueno» Götz von Ber-
lichingen. El gran modelo para los estudios de caracteres era Shakespeare. Dos
parejas contrarias determinan fundamentalmente el desarrollo de la acción:
en primer lugar Götz como representante de una caballería libre que responde
fielmente de su palabra, y su amigo de juventud Weislingen, que se ha pues-
to al servicio de los príncipes y rompe su palabra en varias ocasiones; en se-
gundo lugar María, hermana de Götz, abandonada por Weislingen, y Adel-
heid von Walldorf, a cuyas intrigas sucumbe Weislingen.
El Götz von Berlichingen es una glorificación del pasado. El Sacro Impe-
rio forma todavía una unidad bajo el Kaiser, pero los disturbios sociales, la ti-
ranía y las arbitrariedades de los gobernantes hacen peligrar ya el viejo orden.
Götz, figura grande y solitaria, conscientemente idealizado por Goethe, es el
último representante del viejo orden; para él la fidelidad, la fe y la apelación
al derecho natural son mejores garantías de un orden justo que un complicado
aparato jurídico. Pero la historia pasa por encima de Götz. La obra no finaliza
con la perspectiva abierta sobre un futuro mejor, Götz dice resignado al final:
«Se acercan los tiempos del engaño, se le ha dado libertad. Los indignos rei-
narán con astucia, y el noble caerá en sus redes». Esto ya es crítica coetánea al
estado del imperio y al egoísmo de los príncipes territoriales en el siglo xviii.
El héroe positivo, el gran individuo, el genio que se autodetermina que Goethe
había presentado como contrafigura de su época, es recuerdo del pasado: «Mue-
re, Götz — te has sobrevivido a ti mismo, has sobrevivido a los nobles.»
Poemas al estilo Durante la época de estudios en Estrasburgo Goethe recorrió Alsacia para re-
de la canción popular coger ejemplos de poesía popular. También imitó en algunos de sus poemas
propios el tono de la canción popular, por ejemplo en la Rosa silvestre; es
típico el estribillo que se repite en las tres estrofas. En la Canción de mayo
describió la felicidad de un amor correspondido en expresivas imágenes de la
naturaleza. La alegría se transmite a la naturaleza; en la experiencia de la na-
turaleza se reflejan los sentimientos del Yo lírico.
Poemas de Sesenheim La amada a que se remitían los Poemas de Sesenheim era Friederike Brion.
A ella estaba dedicado también el poema Bienvenida y adiós, que describe el
camino a caballo desde Estrasburgo a Sesenheim para visitar a la amada a la
caída de la tarde y la despedida por la mañana. En este viaje la naturaleza es
un fondo dramáticamente animado; el roble se convierte en un gigante, la os-
curidad tiene cien ojos, pero nada puede acosar al amante feliz. La naturaleza
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Herder alababa en su ensayo sobre Ossian la oda, la forma clásica del poema Himnos y odas de
laudatorio en ritmos libres y festivos, como la vasija más hermosa para el nue- la época de Frankfurt
vo sentimiento de la naturaleza: «¡La oda! ¡Vuelve a ser lo que fue! ¡Senti-
miento de toda una situación de la vida! ¡Conversación del corazón huma-
no con Dios! ¡Consigo mismo! ¡Con toda la naturaleza!». La caracterización
que hace Herder de la oda alcanza muy exactamente el estilo y sentimiento
de los himnos al modo clásico que Goethe escribió a su regreso de Estrasbur-
go en Frankfurt. Además del Prometeo hay que mencionar aquí aún Ganime-
des y El canto de Mahomed. En la oda Al cuñado Cronos Goethe comparaba
la vida con el viaje tempestuoso en una carroza. El cuñado es el postillón, Cro-
nos, el tiempo todopoderoso:
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Las cuitas del joven En el mismo año de 1774, en el que también había escrito la oda a Prometeo,
Werther escribió Goethe la novela epistolar Las cuitas del joven Werther. Las supues-
tas cartas que la constituyen datan de mayo de 1771 hasta Navidad de 1772;
están dirigidas a Wilhelm, amigo de Werther, sobre el que no se averigua gran
cosa a partir de las cartas. Hacia el final de la novela se introduce el supues-
to editor que completa el contenido de las últimas cartas y acaba de narrar
los acontecimientos hasta el suicidio de Werther. Werther intenta superar la
estrechez y las limitaciones de una vida burguesa mediante un sentimiento
universalizador de entusiasmo por la naturaleza. El estilo epistolar permite al
personaje articular los sentimientos más íntimos y tiene una tradición emi-
nentemente sentimental.
De hecho, e incluso analizando el título de la novela sintácticamente,
el sujeto real de la obra son los sufrimientos del personaje Werther. Este es
solamente el objeto que ellos van definiendo. Visto así, el proceso de defini-
ción de Werther es el proceso de desarrollo de sus penas, y la construcción de
hecho de Werther es el camino de su destrucción. De forma que el personaje
llega al punto culminante de su desarrollo en el momento de su autoelimina-
ción. La libertad para la que se construye es la libertad para la muerte, y este
planteamiento está expuesto ya desde las primeras páginas de la obra: la evo-
lución del personaje a través del sufrimiento lo lleva consecuentemente a la
práctica.
En esta evolución, la naturaleza tiene un papel clave. Werther transfiere
la idea de una libertad primigenia a la naturaleza; pero su entusiasmo por la
fuerza de una vida natural y libre de todas las obligaciones sociales es más
un deseo que una realidad vivida. La naturaleza hace de correlato a los senti-
mientos del personaje, incluso físico: si las cuitas de Werther se expresan, de
forma acorde con la tradición sentimental, en abundantes lágrimas a lo largo
de la novela, también la naturaleza llora: abundantes tormentas, ríos y fuentes
manan entre sus páginas, y su libertad culmina también en la autodestrucción:
en unas inundaciones que enmarcan el suicidio de Werther.
El desarrollo del penar de Werther tiene asimismo un correlato literario:
está jalonado por las obras que lee. Si en la tormenta que enmarca su primer
encuentro con Lotte ella exclama, cogiéndole la mano, «¡Klopstock!», este
autor crea una complicidad de sentimientos entre ellos y es a la vez un marco
de referencia para toda una tradición de literatura sentimental que queda así
aludida. Los primeros entusiasmos amorosos y naturales de Werther, que se
ha refugiado en el campo para recuperarse de la tragedia que le ha supuesto
la muerte de una amiga, van acompañados de la lectura de la Odisea de Ho-
mero. Encuentra en ella un mundo abarcable que define como íntimo y hu-
mano, le fascina la imagen cotidiana de una sociedad patriarcal a la par que
le fascina la imagen de Lotte rodeada de sus hermanos y haciéndoles de ma-
dre perfecta. Los sufrimientos amorosos de Werther son sociales, sufre de la
sociedad. De forma que si el héroe épico sale al mundo, a vivir en el mundo,
el camino de Werther será el inverso: hacia sí mismo, y finalmente no le lleva
a la narración sino a la introspección, al enmudecimiento respecto a la socie-
dad, a la carta privada y a la muerte. Ya al principio, Werther enuncia en la
carta del 22 de mayo:
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Hace pocos días cayó en mis manos por casualidad la primera edición del Wer-
ther, y volvió a sonar esta canción que hace mucho tiempo había enmudecido para
mí. Resulta incomprensible que un hombre haya podido resistir aún cuarenta años
más en un mundo que ya en su más temprana juventud le parecía tan absurdo.
Una parte del enigma se resuelve en el hecho de que cada uno de noso-
tros contiene en sí mismo algo que quiere desarrollar a base de irlo dejando ac-
tuar constantemente. Entonces, este extraño ser nos toma el pelo día a día, y de
este modo uno envejece sin saber cómo ni por qué.
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