Está en la página 1de 22
JOSEP FONTANA, ed. ESPANA BAJO EL FRANQUISMO SHEELAGH M. ELLWOOD, RIGARDO L. CHUECA, MIGUEL A. APARICIO, JOSE RAMON MONTERO, JORDI SOLE TURA, HARTMUT HEINE, JUAN PABLO FUSI, JOSE LUIS GARCIA DELGADO, CARLOS BARCIELA, FABIAN ESTAPE y MERCE AMADO, ALICIA ALTED, RAFAEL VALLS, JOSE A. FERRER BENIMELI DEPARTAMENTO DE HISTORIA CONTEMPORANEA DE LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA EDITORIAL CRITICA Grupo editorial Grlalbo BARCELONA 8 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO , anotadas para la publicacién, y a las que se ha aitadido una intro- luccién, En estas paginas se encontrarés estudios sobre la naturaleza del franguismo y su andadura politica —Sheelagh M. Ellwood y Ricardo L, Chueca se ocupan de la Falange; Miguel A. Aparicio del sindica- lismo; José Ramdn Montero, de los catélicos y ef Nucvo Estadu; Jordi Soté Tura, Hartmut Heine ¥ Juan Pablo Fusi, de la oposicién—; sobre la evolucién econémica —de José Luis Garcia Delgado, Carlos Barciela y Fabién Estapé y Meret Amado— y sobre aspectos diversos de la ideologia —Alicia Alted y Rafacl Valls analizan temas relacio- nados con la educacién, mientras que J. A. Ferrer Benimeli se ocupa de una de las mayores obsesiones del Caudillo en su trabajo sobre «Franco y la masonerian, No se trata, evidentemente, de un anilisis integral del franguis- mo, para Hegar al cual queda todavta mucho trabajo por hacer, pero debe ser, sin duda, uno de las primeros intentos serios de emprender su estudio con los métodos y las exigencias de la investigacién bis- ‘rica, al margen de la publicistica favorable u hostil que ba predo- minado basta abora, Es un primer mapa del camino a seguir, y un buen inventario de los temas Jundamentales que deberén abordar las futaras investigaciones sobre el franguismo. Pero no debe confundirse con un mero «estado de la cuestiduy. Primero, porque apenas hay todavia investigacién de la que se pueda hacer balance; pero también porque la mayorta de los que ban coutribuido a este libro aportan 4 al los resultados de sus propias investigaciones, Las convenciones del mundo editorial han hecho aparecer mi non- bre al frente de este volumen como responsable de él. Conviene, sin embargo, que aclare que esto ni es verdad ni resulta justo. Los ver- daderos responsables, tanto del coloquio —desde su idea inicial hasta su cuidado desarrollo—, conio de este volumen son los miembros del Departamento de Historia Contemporinea de la Universidad de Va- lencia, mis compaiteros y amsigos. Sus nombres son los que debieron figurar al frente de este libro. Sirvan estas lineas, cuando nenos, para restituir a cada cual lo suyo. Joser Fowrana Barcelona, febrero de 1986, Inrropuccién REFLEXIONES SOBRE LA NATURALEZA Y LAS CONSECUENCIAS DEL FRANQUISMO, En las valoraciones que se han venido haciendo con motivo de los diez afios de la muerte del general Franco me parece advertic tuna tendencia @ enjuiciar su actuacién politica personal, y a consi- derar lo que sinnified el regimen franquista, miranda las cosas desde 1975, lo cual puede conducie a attibuir al uno y al otro —al general y al régimen definido por su autotidad personal— todo lo positivo que ha ocurrido en este pais desde 1939, a la vez que tiende a mos- trarnos la Espafia franguista con un aspecto menos hosco que el de sus primeros afios. ‘Tal procedimiento tiene, en ini opinién, el grave inconveniente de oftecetnos como objeto del andlisis una situacién que no es el simple resultado de cuatro décadas de evolucién auté noma, sino también —o tal vez fuera mejor decir: sobre todo— de Jos cambios que al régimen se le impusieron desde dentro, por la presién de unas fuchas de masas que no podieron set enteramente anulaclas por st aparato represivo, y, desee fuera, por la necesidad de negociar su aceptacién por parte de los vencedores de la segunda guetta mundial, que no etan, evidenternente, aquellos por los que habia apostado. Me parece que lo més conveniente para comprender Ja natura. leza del franquismo, y para valorar sus consccuencias a largo plazo, es examinarlo en sus comienzos, en 1939, que es cuando se nos apa recen sus propésites libres de disfraces ¢ interferencias —de las obli- gadas acomodaciones posteriotes— y cuando, al analizar Ios cambios que introdujo en la trayectoria que la sociedad espatiola haba seguido hasta 1936, podemos determinar con mejor fundamento si sus con- 10 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO secuencins fueron, a Ja larga, positivas o negativas: si ayudaron al progreso de la sociedad espatiola o lo frenaron, Limitarse a compto- bar, por ejemplo, que la economfa espaiiola creci6 considerablemente en Ia década de los sesenta sirve de poco, puesto. qne tal crecimiento fue inducido desde fuera, por una Buropa que. progresaba ripide, mente y necesitaba de la mano de obra que podia proporcionarle la atrasta economia espafola, y que lo que el franquismo hizo, en todo eo foe difcltar que a asociacién a este crecimiento general europeo fuese mayor, al mantenernos fuera del Hamado ro shally de la Comunidad Eeonémica Europes, * Tamale Pan Nor Al franquismo hay que juzgarlo por las consecuencias que sus acciones —aquellas que correspondian a sus proyectos, en la medica €n que fue eapaz de Hevarlos a la préctiea— tuvieron para In so. ciedad espafiola, Por ello estas reflexions jniciales —que no tie- en otra pretensién que la de plantear algunas hipdtesis previas Pata un estudio global del franquisimo, del que los trabajos. pre sentados én este volumen pueden consideratse como una primera fundamentacién— comenzarin tratando de aclarar, a partir de las ideas y los programas de sus fundadores, y en especial del propio Beneral Franco, Jas bases sobre las que se pretendié constris. el «nuevo estado», para pasar después a examinat los resultados obte: ides en an terreno concreto, el de Ia economia, y lineas sobre las cuales podvia asenta oracién de las conse- cuencias que tuvo esta actuacién para La sociedad espaiiola. Si el autor dle estas piginas no tiene pretensién alguna de ser un proponer Tas que la compilacién péstuma preparada Agustin del Rio Cisneros, Pensa. Imiento politico de Franco (antofogta), Ediciones del Movimiento, Mltid, 1975, ray nn Meso x a sinpkemente Penner palin de Praca, eo ‘Duy parcial ¢ incompleta, Pero resulta mis rave para Mola, enyus preterlliie ademis, insuliciente atencién a tos libros publicuces en los aos de Ii guerca, cerlo aceptable desde el exterior, E nn NATURALEZA Y CONSECUENCIAS DEL FRANQUISMO i especialista en el periodo, a enya investigacién no se ha dedicado, puede reivindicar, en contrapartida, el hecho de haberlo vivide. Mi primera experiencia del régimen franquista la tave una mafiana de enero de 1939, cuando, en la casa de las afueras de Barcelona en que vivia con mis padres, entré un soldado marroquf y nos oblig6, fusil en mano, a abrir armarios y cajones para levarse de ellos todo lo que te apetecta. No era un abuso aislado, sino el-resultado de una rapiia consentida y organizada desde arriba, que se acabé pocos kilémetros ms adelante, cuando se obligé a estos hombres a tirar todo lo que no pudiesen guardar dentro del macuto, pera que al entrar en Bar- celona, a la vista de los corresponsales de la prensa extranjera y del cuerpo diplomético, no resultasen demasiado patentes los signos del saguco. Asf me enteré de que acababa de ser eliberadon y comencé 2 aprender, siendo todavia un nifo algunas de Jas reglas det juego de un sistema en el que habfa de vivir durante mis de treinta y seis Los OBJEVIVOS DEL LEvawraattENTO DE 1936 Los sublevados de julio de 1936 sostavieron siempre que el suyo habfa sido un movimiento contrarrevolucionario «preventivon, que se adelanté en pocos dias a otro de inspiracién comunista que, de haberse levado a cabo, hubiera significado ta JiquidaciSn sangrienta de las «gentes de orden. La leyenda de la supuesta revolucién inmi- nente se labried muy pronto, En noviembre de 1936 se publicaba en Zaragova un libro en que se alitmaba que tal revolucién estaba pre- vista pata el dia 20 de julio —Mola, en sus discursos, la retrasaba hasta el 29— y aderezaba In noticia con detalles tan sorprendentes como el siguiente: «Ln Valladolid se hall6 fa guillotina en la Casa del Pueblo y una lista de hasta 10.000 personas qne habian de perecer>? FI general Franco, que se habia adherido en mayo de 1934 a la «fintente Tnternacional contra Ja Tercera Internacional», con sede en Suiva, declarindase entonecs dispuesto «a cooperar, en nuestro pais, a yuestro gran esfuerzon, repetitia una y otra vez que sabia a ciencia 2. J. Mata, jEsputu! Apuntes bistdricoertticos sobre el alzamiento de ta Patria costra ts inoashin mesénico-botchevique, Goxmbsn, Zatagora, 1936, p. 11, 1. 3. Las Suttex Pemmindez, Francisco Franco su tietapo, Fundaciin Nacio tal Francisca Pranco, Mudrid, 1984, 8 vols, Sobre este punto, va. I, pp. 268-269. 12 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO cierta lo que Ja Internacional comunista estaba fraguando: «Hal tenido conocimiento de los documentos que se referfan a In desttuc- cidn de las iglesias y de los conventos, y posefamos la lista de los me- jores espafioles, que debfan ser asesinacos. Conociamos cl dia, la fecha de ello». Pero cuando, afios después, Herbert Southworth so- metid a una eritica despiadacla, y con neente, Ins documentos de la supuesta conspiracién, incluso un publicista de tan notoria filiacién franguista como Ricardo de La Cierva bubo de reconocer que los lla- mados «documentos secretos» eran una falsificacién perpetrada por el escritor falangista Tomas Borrés, ninguna de cuyas numerosas, y justamente olvidadas, novelas alcanz6 tanto éxito como esta fabu- Jacién> Pero una cosa es Jo que se dijo para cohonestar el golpe, y otra, ‘sus méviles auténticos. Cuanclo se Jo quiere relacionar con el triunfo de las izquierdas en febrero de 1936 y con In radicalizacién posterior de la politica republicana, se olvida que In sublevacién estaba prepa- sada con antetioridad y que Mola se manifesté partidario de iniciarla antes de que las elecciones pudiesen dar alguna forma de legitimacién a las izquierdas. Lo que la mayorfa de los insurrectos queria combatir no era Ia radicalizacién de una politica que hasta entonces habia sido arto moderada, sino Ia repGblica misma y Jo que ésta haba sign cado. El testimonio de un combatiente de primera hora nos lo dice con toda franqueza: as palabras de la carta de adhesin, escrita en frnets, las tomo de a ftogeae fia publicada en Tiempo (21 de enero de 1985), pigina XIX del suplemento aloe archivos sectetos de Franco», VI. ‘4, F, Franco, Palabras del Candilo, 19 abril 1937-31 diciembre 1938, Fe, Barcelona, 1939? (en lo sucesivo se citeré Palabras del Candillo), pp. 239.260, 18 de agosto de 1938. Un texto ay semejante puede encontrarse en la p. 193 del_mismo volamen (noviembre de 1937). Alter, cuando resulin necesati, Ia confor puntuain de ln originale, pero sxpeio sempre escrupulosente 53. Ricardo de la Cierwa, Historia de la guerra ciil espaol, t. 1, Perspect vat y antecedentes, 1698-1936, San Mastin, Madtid, 1969, py e Jo cual hace las taxis y en su retorida lgiea: «para los hacionses y- sus partdatis estos do- cumentos —que el autor denornina “‘documentos socretos’ para el establect Imiento de un soviet en Espaia”— tenfan Ia auténtca coosideracién de arte NATURALEZA ¥ CONSEGUENCIAS DEL FRANQUISMO B En 1931 hubo cambio politico en Espaiia, y de entonces acé fue creéndose y adquiriendo luego, de dia emia, mayot fmpetu Ia lucha de clases. En esta lucha llevabamos la peor parte las clases burguesas. En el motin callejero, en. Ia discusién de la plaza pax blica, podia la masa obrera, y uno a uno iban eayendo os contados sefioritos gue, teniendo la mala suerte de tropezar con un ademén provocador, tuvietan In gellardia de no someterse (...) Era cons- tante el comentarig ‘esto no puede seguir as’, y yo he de decir que desde el afio [19]31 estaba esperando Hegase el momento en ‘que hubiéramos de jugétnosto todo, absolutamente todos Desde el primer momento quedaria claro que se trataba de ligui- dar Ja clemocracia y el parlamentarismo para establecer, de entrada, t, de acuerdo con los términas en que se habla expresado Mola al decir que la reconstrucciéa de Espafia sobre nuevas bases «hemos de iniciarla exclusivamente los militares: nos corresponde por detecho propio, porque ese es el anhelo nacional, porque tenernos un concepto exacto de nuestro poder.” Como lo de dictadura estaba mal visto a escala internacional, pronto se abandoné esta denorinacién, pero Ia reali- dad no cambié por ello, ya que, sea como fuere que se le llamara, no cra otza cosa que un ségimen autoritario cuya jefatura vitalicia estaba reservada para Franco, en concepto de Caudillo, y que, como ditfa Ridruejo, las eje- uuciones no habfan pasado cle 4.500, estableciendo asi une proporciag de cien «asesinatos rojos» por cada «ejecuciés pipers . nacional». eCuiles eran las cftas reales? Los efleulos pretend so Rea ss rene? Los eels pretendmene wenn ; bal, publicados en 1977, es rae ls fein de I represién guberamental y en 51.682 les nacional», a Jas que habria que sumar una cuiciones después de terminade el confcto O sen, que mies bone oe 1 gona a com Ia dl teas compen en me Ftd 21. Las estimaciones dan vatiande cose ts lis, tomadas de Palabras del Cando eps 1 sea ce 400.000 ‘personas assole Tec 0.00 ina asslnd Omit et hon ino de 1938 habian solos on Boma np eat Sue pasa de 470.000» (n.250,y en scene, recepios legals” orden, lasunente”—y tan sft hy conmuinds 0 condonstann Plas se Casi et cna 1» Palabras del Cautlo, po 29. Ramin Salas Lavteibal, Pédidas de 197, pp 399395, Sut petene de center ey baloe, €lftalo de un libro posterior: Los dat exacon de We anere cen meses ua ace fe lager cil, Rindacse, como se ha visto, que ‘o se registrasen “escrupul wn dictado bbunales unas seis mil pena NATURALEZA Y CONSECUENCIAS DEL FRANQUISMO 2B fan més 0 menos igualados, en téminos cuantitativos, Sélo que, asi que se ha empezado a investigar en serio el tema, las cifras del general Salas Larrazdbal se han desmoronedo. Mientras su libro re- duce a 96 los cjecutados en Ia provincia de Gerona por ef fran. quismo, la minuciosa investigacién de Solé i Sabaté cuenta 524.” Y Jo malo es que son los fundamentos mismos de su método, basado en considerar completas las inscripciones. en los registtos civiles, los, que han demostrado su endeblez. En la ciudad de Cétdoba, por citar otro ejemplo, los ejecutados de julio a diciembre de 1936 resultan ser, segin las cifras de los cementerios, casi tres veces més de los que constan en el registro civil." Y dos estudios minuciosos de la represién, en provincias controladas por los franquistas desde los momentos ciales revelan diferencias de una magnitud semejante, En la de Logto- fio, los 912 muertos de Salas Larrazdbal se convierten en una lista no- minal de unos 2.000." En Navarra, los 948 ejecutados de sus listas palidecen ante una relacién individual y detallada de 2.902 victimas, en el bien entendido de que tal cifra es un minimo, puesto que se trata de los muertos que ha sido posible identificar, sin contar con Jos qne pueden haber sido enterrados andnimamente2® Si hay mér- genes de error semejantes en Ias estimaciones refetidas a otras pro- vincias, y todo hace suponer que es asf —entre otras razones, pot ln naturaleza general, «metodolégicar, de la subestimacién—, habré ‘que suponer que las 57.662 victimas en que estimaba el total de la represién franquista durante Ia guerra pueden convertitse en unas 150,000. ¥ que, si les afiadimos los 23.000 ejecutados posteriormen- te —pasando por alto errores tan groseros como el de Gerona—, el total puede elevarse « unas ciento setenta y cinco mil personas. Una estimacién, ésta que hacemos, harto insegura, que pode mejorarse a medida que dispongamos de més estudios detallados como los que 30. sp M2 Solé i Sabaté, La repressié franguista a Catalunya, 1938- ns 62, Barcelona, 1985, pp. 111-112, BL. Francisco’ Moreno Gémes, La guerra civil en Cérdoba, 1936-1939, Al. puerto, Madrid, 1985, p. 707 32. Antonio Hetnindez Gatcla, La represiém en ta Rioja durante la guerra civil, edicién del autor, Logeofio, 1984, 3 vols., p. 16. El propio antor afirma ‘que «en la provincia de:Soria, Salas Lareazdtoal cita 82 elecuciones, cuando el fndinero de lis mismas se aproxims a las trescientass (ibid, nota) 33, Colectivo Afin, jNo, generall, fuerow mis de tres’ mil los asesinados, Mint2oa, Pamplona, 1984, Las cifras fas obtengo de la suma de las dadas en las pp. 472 24 ESPANA DAJO EL FRANQUISNO NATURALEZA Y CONSECUENCIAS DEL FRANQUISMO 25 hoy tenemos para Cataluiia, Navarra, Rioja y la ciudad de Cérdoba, eto que, en todo caso, queda muy lejos de las pretendidas «cifras exactas» que admitfa el franquismo, Lo que importa, sin embargo, es la naturaleza de esta represién: su funcidn politica, ¥ ésta la podemos advertis, ms que en las mismas cifras, en el cardcter descaradamente clasista que adopts. En los cuadros que nos oftece Solé i Sabaté para Catalufia, al igual que en Jas listas de los 2.238 fusilados en Paterna," predominan de manera aplastante los campesinos y los obretos. Y nos estamos tefitiendlo a ejecuciones realizadas, en. su inmensa mayoria, una vex terminada la guerra civil, cuando ya no habla excesos individuales que pu justificar el sesgo. Conviene entender, ademas, que el papel politico de Ia represién no concluyé con las hostilidades. Cuando faltaba muy poco para el fin de la contienda, se pedia el establecimiento de una «policia integral o policia nacionalsindicalista», que habia de ejercer un con: trol totalitario de Ja poblacidn. Un control que se concebia como muy | aspecto: el del crecimiento econémico. distinto al de la policla de los estados liberales y demécratas, los Comenzaré intentando caracterizar Ia naturaleza del sistema eco- cuales, por su propia debilidad policfaca, habfan degenerado «en | — néinico del primer franquismo, para pasar después a esbozar los efec- estados disolventes»:> tos que tuvo sobre el desarrollo de Ia economfa espaiiola en el si- No debia pensar de manera muy distinta el general Franco, cuan- | glo xx. do el primero de los puntos que proponia, el 20 de diciembre de 1939, en el programa para «la zevolucién econémico-social que Espaiia ¢s- || peta hace més de un siglo», rezaba asf: «En el orden de la Goberna- cidn es necesario crear el instrumento policfaco y de orden pblico del nuevo tégimen, tan vasto y numetoso como exijan las circuns- tanciasy.* del personal de a pie, que a lo mejor hasta crefa que sélo se trataba de reconducir una repiblica que les parecta estarse tadicalizando— fue una remodelacién total de la sociedad espafiola, con una otien- tacién totalmente retrgrada en su espititu, que habla de plasmar- se en unas instituciones politicas pensaclas para asesorat al Cau- dillo providencial ¢ infalible, y en unos planteamientos culturales ¢€ ideol6gicos que querfan recuperar una tradicidn de tres a cuatro siglos atrés. Pata apoyar esta remodelaciém, unos métodos represivos modetnos, que eta aquello en que més se asemejaba el «nuevo esta- do» espafiol a los de la Italia fascista y a Alemania nazi {Cusles fueron las consecuencias pata ta sociedad espafola de se- mejante proyecto, aplicado con tales medios? Lo primero que debe quedar claro es que los efectos se extendieron a todos los campos de Ja vida colectiva, desde la economia a Ja cultura. No es éste el lugar de intentar una valoracién global. Por razones de comodidad, y pot In evidente ttascendencia que tiene, me Timitaré aqut a considerar un sen Conviene, para empezar, establecer cusles eran las ideas econé- micas de Franco —las ideas que se proponfa aplicar en los momentos en que iba a configurarse la organizacién econémica del «nuevo es- tadon—, puesto que, en un gobierno de carécter petsonal como el suyo, Io que se hiciese dependia de lo que el «Jefe supremo de la nacién espafiola» " creyese conveniente. Franco lefa, anotaba y selee- cionaba Jos informes de sus asesores politicos y econémicos, y s6lo autorizaba la puesta en practica de aquellas ideas que merecfan su aprobacién personal. Kira l quien deciclia en tiltima instancia, sin delegar en nadie esta {acultad; un ejemplo, contado por él mismo, en 1962, al doctor Soriano, bastard pata aclararlo: «Cuando la Cru- zada s6lo contébamos como productos de exportacién con el wolfra- mio y con los vinos de Jerez. La libra inglesa estaba a 36 pesctas y yo la subi a 38. Poco después vino a verme un grupo de economistas, para decitme que ast no se podfa continuar; que era preciso subitla LAS CONSECUENCIAS Hemos visto hasta ahora que el objetivo de los méximos diti gentes del levantamiento de julio de 1936 —otra cosa pudo ser el 34. La lista de los fusilados de Paterna ha spetecido en ef suplemento ex pedal que Ia revista valenciana Bl temps ha dedieado, el 25 de noviembre de 1985, a este tema, con el titulo de «More a Paterna, 1939-19560, 35. Pedro Castellanos, Policia integral 0 policia nacional-sindicalista, Tm. preata Catélica, Valladolid, 1939, p. 30. 37. Ast se sutodenominaba en noviembre de 1938 (Palabras del Gaudilto, 36. Luis Sudtez, Francisco Franco y su tiewpo, TIL, pp. 55-56. p23). 26 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO por To mens al dloble, Les contesté que de ningtin modo, que habia Jue aguantar aquel tope como fuese cal algu F mismosvnkeron s date ens t? lb. Me los Corner de sus repos conocimientos en materia de economfa ane, segtin él mismo contaria, habia enriquecido a \iz interés same, siendo general de brigada’ con destin, ov Metre Poe bajo que hacer, suscitaron en él Ins conversaciones que menrenie an piiltector del Banco de Bilbao, «donde Carmen tenfa slgonos sheet Hos», Franco daba ya leciones, en 1929, a un Calvo Sotelo are cs encontraba con el agua al cuello; le expliciba que el oto no tents 1g jrenot importancia, y obstenia como respuesta de este, que ate na habia perdido del todo Ia cabeza: «gQué tontertas esta voted dicien- coro” De abt que, llegado al poder, se sintiese capas de decidir tor if mismo, sin hacer caso a Jos economistas de au entomo, No ee {cil obtener su asentimiento cuando hubiese que efectom am eacie de mumbo que puciese entenderse como una rectification (oe bien sabido que una de las mayores clifeulades que enttaté porer cn tnarcha Ia politica de estabilizacién fue Ia de convencerle de ra a cesidad). A diferencia de sy predecesor, el general Primo de Riven, gute no tavo inconveniente en reconocer piiblicamente alguna ce seg «auivociciones, como Ia de la revaluacién de Ia pesctar Franco na admits jamis ningsin error . ‘or otra parte, gesmo poner en tela de juicio las ide hombre enviado por Ia providencia, a quien el An ‘Smt aa ayudalo en persona en las batallas,y a guien uno de sus proses ee Paficros, Beigheder, apelaba «en nombre de tu misién providencial, ane-es tu derecho dlvino»? ® En le base misma de la teoria del ane 38, Rann Soriano, Lao La mano igi de rao, Pan, Daron Pp, 61-62; Sudrez, Francisco Franco y su tiempo, LIT, pp. 47-48. ve ‘oro, sino pedniscos”». La idea venfs a ser que eso no tondele rary gi S¢ eterase nadie: «Al dia sguiente veri que ne habe meio Y proto sees pasa el digas, Soang La de Franco, pp. 154-155, * : Hamers meme 40. Luis Suitee; Francisco Franco y su tientpo, Up. 423. NATURALEZA Y CONSECUENCIAS DEL FRANQUISMO. 21 dillaje esté la suposicién de que el caudillo, inspirado por la divinided y affn en cierto modo al pontificado —elo religioso impregna ... de- cisivamente los actos genuinos del caudillajes—," no puede equivo- carse en cuanto se refiere a Ia gufa de su pueblo. ¢Por qué habria de set la politica econémica una excepeién? ‘Veamos, pues, cudl era el pensamiento econémico de Franco. Su idea bisica era que el sistema democxitico, con la pluralidad de partidos politicos y con los sindicatos de clase, representaba un obs- téculo para el crecimiento econémico. Esta concepcién la podemos ver claramente expresada en las palabras que disfa a su patiente, Franco Salgado, en 1955: «Al terminar Ia guerra [mundial] no era deseo de Tas naciones vencedoras el que los vencidos se levantasen pronto de su postracién. Para ello se les obligé a que adoptaran el xégimen democritico, pues estaban convencidos de que as{ no les vendtfa la prospetidad, ni mucho menos». Decir esto en 1955, cuan- do las economias alemana e italiana estaban creciendo a ritmos ace- Jerados, no sdlo demuestra escasa sagacidad, sino un grave descono- cimiento de lo que estaba sucediendo en el mundo. Pero el Caudillo ‘no necesitaba verificar, contrasténdolas con Ia realidad, ideas tan esenciales como ésta, en las que se bastba la legitimidad misma de su régimen, Esta idea la repetiria una y otra vex desde los primeros momentos de Ia guerta, y Ia seguiria sosteniendo en 1957, cuando insistfa en «el rettaso que en orden al progreso nos venfa eausando Ta hucha de clases y de los partidos polfticos».* Tal filosofia tenfa otros aspectos iitiles, puesto que, si todo habfa de funcionar bien bajo su guia ilustrada y paternal, estaba claro que cualquier manifestacién de descontento eta intacional y sélo podta explicatse como fruto de la labor oculta de los enemigos sempiternos del régimen, masones y comunistas, a los que més tarde se apregarian otros nuevos: «algunos curas que los soli- viantan». Asi, al producirse huelgas en Asturias, en 1956, Franco las considetarfa injustificadas —elos mineros ganan lo suficiente para atender a sus necesidades y no carecen de nada ... Ahora piden eumen- to de sueldo base, puntos, pluses de productividad, hospitales, escue- AL. Fioncisco Javier Conde, Contribuciéu a la doctrine del eaudillaje, Vi cesecretaria de Educacin Popular, Madtid, 1942, p, 27. 42. Francisco Franco Salgndo-Araujo, Mis conversaciones privadas con Fran 0, Planeta, Barcelona, 1976, p. 67. 43. Pensamento politi de Franco, T, p. 82 (10 junio 1937) B ESPANA BAJO EL FRANQUISMO las, casas, etc., etc.»— y daria la culpa a los instigadores que azuza- ban a los obteros: «Nadie puede dudar de nuestro interés por el ienestat de los obreros y sus familias, sin encontrar munca gran resistencia por patte de Jos propietarios .:. Por ello es lamentable que se siembre el descontento y la rebeldta, diciéndoles que son ex- plotades y que se dan salation de hambte, cusnlo les constn «ie no es ciettor. Cuando, en 1958, las huelgas se reprodujeron, repetirfa el mismo andlisis: «Los enlaces sindicales, que en su mayorfa son de izquierdas, y bastantes de ellos comunistas, no hacen més que com- plicar las cuestiones y no procutan el remedio». En su opinién, los jueces se estaban mostrando demasiado blandes y lo que convenfa era suprimir las gerantias legales para que los detenidos permane- ciesen encarcelados lo més posible. Detrés de estos planteamientos encontramos un razonamiento propio de su manera simplista de comprender Ia sociedad y la economfa: los comunistas .* 44, F, Franco Salgado-Araujo, Mis conversaciones privudas, pp. 203, 228, 338, ete. Lo de los curas, en Sorisno, La mano izquierda de Frasco, p. 121. 45, Palabras del Candillo, p. 184, 46, ‘Transctita en Spes, El porgné del movimiento nacional, Spes a, 1937, pp. 95:97. NATURALEZA Y¥ CONSECUPNCIAS DEL FRANQUISMO, 29 Un afio mis tarde proclama que «Espafia es un pais privilegiado que puede bastatse a sf mismo. Tenemos todo Lo que hace falta paca vivie y nuestra producciGn es lo suficientemente abundante para asegu- tat nuestra propia subsistencia. No tenemos necesidad de importar nadan.* Ta manifestacién més rotunda y radical de este optimismo se dio en su entrevista con Manuel Aznar, el 31 de diciembre de 1938, pocos meses del fin de la guerra. Franco, que entre ottas cosas se eavanecta de haber creado 1a base industrial necesaria pata atender las necesidades de un ejército modemo, le revelé el secreto de sus concepciones econdmieas, que iban a revolucionar el mundo, Era, en sustancia, ef mismo que habia anticipado a Calvo Sotelo en 1929: que el oro y las divisas no tenfan importancia alguna; que Jo que contaba era tener rescrvas de matetias pprimas. Espafia tena «capaci ded econdmica sobrada» para dar eumplimiento a un ambicioso pro- tama de desarrollo y bastaria con que se acabara Ja guerra y se dis- pusiera de todos los recursos pata «mirar cl porvenit con plena con- fianzay. Ese descubrimiento cra tan traseendental como para que Franco se petmitiese afiadir: «Anuncio que la experiencia de nuestra guetra tendré que influir seriamente en todas las teorfas econdiicas defendidas hasta hace poco como si fueran dogmas». No es de extraiiar, por consiguiente, que los economistas «profe- sionales» le mereciesen poca confianza. As{ se explica el desénimo con que Pedro Gual Villalbf hablaba de la «nueva economfa» en 1939: comenzaba por reconocer que «los economistas estén hoy en entee- dicho, después de tantos fracasos recogidos», divagaba después acerca de la pintara y de la misica, y conclufa, como era de rigor, que todo se resolverfa gracias al profundo cambio politico que se habia expe- timentado en Espafia: «Habfa un ambiente metifico (sic!) que nos abogaba y nosotros hemos hecho esfuerzos, con Ja vitalidad de nues- tra raza, para situarnos en otro circulo en cl que hay un aire més | sano». Ast se explica, también, que Franco nombrase ministto de Industria y Comercio a un artilleto, Alarcén de fa Lastra, a quien 47. Palabras det Caudill, p. 263 (18 de agosto de 1938), 48, Palabras del Caudill, pp. 309-310 (31 diciembre 1938). 49. Universidad de Barcelona, Aspectos y problemas de la nueva organica- cia de Espofa, Barcelona, 1939, pp. 279-320 (Ias citas coneretas de pp. 281-y 320). En cf mismo ciclo de confetencias, Luis Betmejo hablaba del problema de Jos carburantes y, después dls una larga expesicién téeniea, que no acababa 30 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO no se le sabia conocimiento alj ocuparse.® En 1939 el gobierno ponla en marcha, sobre el papel, un plan de reconstruccién econdmica nacional basado en la constrecion ie gra nimero de pantanos que habfan de permitit aumentar la produc. cisn de energfa eléctrica y poner en tieyo las tierras de secano, con fldin de aumentar In siqueza de Espafia.™ Eran las misma ileas que fubla expussto en su tiempo Calvo Sotelo, quien aostenfa que lo cue habfa que hacer era preocuparse del aumento de la riquezs no del eparto de la miseria, y que no existia otra forma dle consegui tal umento que transformar los secanos en regadio.® En medio del desconcierto gener inspiracién de Higinio Paris Eguilaz, Nacional? Franco, que comienza a expevimentar la realidad que eg niliea la falta de divisas, con la consiguicnte dlifcultad de avert, las importaciones necesavias, no sélo para realizar los ambiciereg Planes de reconstruccién, sino pura y simplemente parn sobrevie va alumbrando una idea genial tras otra. Resolver lo de las livioas Ie en la actualidad un procedimiento fécil esto es, el empleo de divisas en materias lguno en Ins materias de que habria de fal de estos afios, mientras, a se crea un Consejo de Economia el medio de multiplicar por pleadas».* Por desgracia, los detalles técnicos dee: <«triplicacién» de las divisas nos son desconocidos. No se acaban ahi, sin embargo, las soluciones mégicas, En el tres en cada operacién las divisas em- sta sensacional vente, solucionaba el problema dicieulo que «spafia, ming dda por el eéncer px tes de La guerra no hizo mala alwsolutamenten, ¥ que ahora, sin Io oars reser ta (39) 2. Rann Gut, Las rlacones crc nie Pata ide, Jone ‘Aleaes, Boenos Ate 1965, p25, 31a Sts, Fronice Branco su tempo, TM, p. 4, 52 gE blame contin fname ‘sail cba co regulate Gens ss y rear illén y medio de estieas, gue hoy ech ai Prodactiv, Ho aumentaré la rents nactnal en vanca eee fen es Peseta por fo; dtd medion helados n 150.000 ao se exsciniemo denogiicos ftecerd ana bse de cosas fa fas. No hay oto hesiorte, i abe ura anne gt En defen props, San Maiti, Madd 1938, ne 33. Ie Soitez, Francisco Franco su tien'po, TH, p. 63 34, Ibid, p. 54, _ RE NATURALEZA Y CONSECUENGIAS DEL FRANQUISMO 31 diseurso de la noche de fin de aio de 1939 anoncie al pals cove Be fia posee en sus yacimientos oto en cantidades enormesn y «pizarras Bituminosasyligits en cantided fabulos, aos para la estan, oa ori les einer eee eee pees toe aaa eee petrdleo. Es también ésta la época en que se aaa Jas aguas del Jicar a un ingeniero austriaco que ha convencido al Caudillo de que con agua_y unos polvos se puede conseguir ma gasolina de elevada calidad, o en que Atrese consigue su promocién dle gobernador de Malaga, y candidato a la carcel, a minisio gracias a ideas tan geniales cmos de «alivir el problema del hambre con s de carne de delfin» . tt nc econémico del primer franquismo —del franquismo primigenio y més auténtico— obligaré mis adelante a sbetdones estas ideas simpliatas y a escuchar a los economistas. Franco lo hard 8 regatiadientes, sin aceptar jamis planteamientos de signo netamente liberal, y adoptard. con entusiasmo Ia idea de Ia planificacién, aut permite volver a atribuir los méritos del crecimiento esondinieo ditigismo, o sea, a la conduccién providencal del jefe supremo. Asi proclamarg en Zaragoza, en 1970, «el triunfo de la planificacién, que 35. Mam Weegee Moni, Lor demoniosJiliner de Fano, Do reloe, 178 pd " Per Ga, Lt Plone seca, p. 77; M, Viqvez Monti, pe cw th pd de eed osc, ay Pep Br Ma Fonte ito. Cerne on Sar sr, Ci, ai, he cmon an tly con a eng Amy psd trove cla en cl pot fber coup gon ln tise, ME aa, Smo Sater consguté gue ano eee el apne lv is Mag css tr pesto de onlin hace fy scenes lags mds Incanuganey eee 2 Si cw nbn Frum ang spn Se her a. de phelps Une ae lm satis hs Soya tos aeet to Sacer pees tee Ra ett hse Remi vevcneae he eno fp ei Ea het Ne tn ia ne en mata sme da 8 ec el ae {on boculls de carne de defn, Total, que comm plenao" que eva yu ‘sn tmoes wean I Secor Genel de‘ Tasege voy Sonica’s et Misron Como seve i lon cote os boats de Sea ect misc fe avec inne 32 ESPANA BAJO EL TRANQUISMO nos lleva a mejorar los pueblos y tietras de Espaiian No ha llegado | a entender que sus planificadores no controlan nada, que toda su obra es de papel, y que el crecimiento econémico experimentado en estos | afios se debe a los eréditos norteamericanos.y, sobte todo, al tirén de Ia economia europea —de esa economia de unos paises con rege | menes demoeréticoo que, de acuerdo con los supwestos lel pensa- miento econémico de Franco, deberfa funcionar mal—, que atrastra satelitariamente a la de Espafia. @Cuiles habian de set los resultados de un’ proyecto econdmico semejante? No es mi ptopésito hacer aqu{ el relato de Ia evolucién y colapso de Ja economia del primer franquismo, En este volumen se encontrarén los trabajos de Catlos Barcicla y de José Luis Garefa | Delgado que nos permiten seguir esta trayectoria desde la doble pers | pectiva de la agticulturn y de la industria. Quisieta, sin embargo, hacer algunas consideraciones de eardcter general sobre este {racaso. Es curioso que Franco, cue en 1958 culpaba a las guertas civiles del siglo 21x de haber apartado a Espatia de la tevolucién indus- trialy,” diese en suponer que otra guerra civil podia secvir para so- lucionar el problema, No fue, sin embargo, Ia guetta Ia causa de los alos resultados alcanzados por el primer franquismo. Las destruc: ciones del equipamiento productivo no fueron muy grandes y, en circunstancias normales, Ia recuperacién debid haber sido répida, ‘como lo fue en los paises de Ia Europa occidental que, salidos en 1945 de una contienca mucho més destructiva, se encontraban en 1950 ccon indices de produccidn industrial que estaban ya un 20 por 100 por encima de los de 1938. Por contra, Espafia tenfa en 1949, a los | diez afios del término de la guerra civil, una produccién similar a la de 1935,° lo cual demuestra que las razones del progresivo desfase espaiiol respecto de Europa han de buscarse en lo ocuttido después de la contienda. ‘No se puede atribuir tampoco este rettaso al solo hecho de no haber disfrutado de Jas aytdas del European Recovery Progtam, el 58. Ditcursos 9 mensajes 1968-1970, p. 131. 59. Pensamiento politico de Franco, I, p. 84. G0. Véxse, en este mismo volumen, J. L. Garcia Delgado, «¥istancamiento industeal intervencionismo econémico durante et primer franquismon. Ade iis, Albert Carreras, «La procuccién industrial espafila, 1842-1981: constr én de wn indice anuals, en Revista de bistoria econémica, 11 (1984), n? 1, pp. 127-157. NATURALEZA Y CONSECUENCIAS DEL FRANQUISMO 33 llamado Plan Matshall, como acostumbraban a sostener fos defensores del franquismo, Basta observar el volumen y la naturaleza de la ayuda americana para advertir que hubo otros factotes que tesulta- fon tanto o mas decisivos para el crecimiento europeo," como el hecho dle que unos paises que tenfan viva la experiencia de la crisis econdémica de los afios treinta y que habfan calido de Ia lucha contra el fascismo con un compromiso explicito de profundizar la democracia y mejorar la condicién de vida de sus ciudadanos emprendieran una politica que, a través de una mejor distribucién de Ja renta —por les ganancias directas salatiales y por las indirectas proporcionedas por el estado de bienestar»—, habia de estimular el crecimiento econdimico, Lo cual no se parecia en nada a lo que estaba ocuttiendo, durante cstos mismos afios, en Espatia, . Sin embargo, los méximos dirigentes del {tanquismo cerraban los ojos a la realidad y, en Jos peores momentos, celebraban avances y victorias que no existfan més que en su imaginacién, Franco afirmaba, en 1950, que estaba realizéndose ya ela promesa que un dia hicimos de clevar el nivel de los trabajadotes espafioles». ¢Qué habfa hecho el xégimen para conseguitlo? En junio de 1941, al constituitse la Comisidn interministerial reguladora de precios y salatios, José Anto- nio Gitdn explicaba los métodes que podian seguir para «romper el cetco de la penutiay. Lo principal era, o bien reducis los precios de los sarticulos de primera necesidad> —y las seties de precios de estos afios de inflacin demuestran que no se hizo—, o Hevar a cabo «una cstailizacién de salarios que, a pesar de ello, tuvieran una capacidad adquisitiva tan potente que fuera desconocida hasta el dian, lo que 10 deja de asemejarse mucho al milagro de a «triplicacién de las G1. La comparacién de unas cifras elementales puede mostrar que no exis te un relic dicta entre el yolumen de Ja ayuda american seid y ls tusas de crecimiento econémico alcanzadat: “Tasa de crecimiento del PNB. entre 1948 y 1952 de 1950 4 1955, Reino Unido m4 29 Francia 205 4a Alemania Occidental 105 3 Italia 112 63 62. Pensamiento politico de Franco, I, p. 529 (20 junio 1950). 3. —rowa 34 ESPANA BAJO EL PRANQUISMO divisas», y que tampoco ocurtis.* rio Paris Eguilaz hacfa, en 194 Paesto que en el estudio que Hi 9, de In evolucién de los salatios reales quedaba claro que Jos de 1948 venian'a ser de un 20 a un 35 Por 100 inferiores a los de 1936, antes de que Ja revohucién. nacional sindicalista librase a Jos obreros espafoles del funesto y eanetificon| Por decislo a Ia Gual Villabt, régimen republicano.”" O sea, que la de elevat el nivel de los trabajadores espaiiales» clebfa roferinse a otras cosas, pero no al «nivel de vicla», como debieron creer quienes escucharan Jas palabras del Caudillo, Se envanecfa también de ato de 1950, el ajefe supremo», en el mensaje de fin de alas inversiones y trabajos realizados», lo que se 63. José Antonio Gixéa, Escritos y diseursos, Viceseeretatia de. Educ Popular, Madrid, 1943, p. 109. Girén planteaba fenido en events, porque Jo que me inieresa es cuanto se tefcte a lorclevericg acheral del nivel de vida de los trabnjadores: promaver la difeteneiaciSn de la ‘alaios par estimulae In productividad, Lo qh, dicho en lengusje scalar, tunitaria de trabajo quae, sin em! conducentes a despertat el viejo 64. Higinio Paris Eguilaz, Diez aos de politica econéiica en 1949, s. e» Madi, 1949, pp. 175191. EI problema a que s¢ enlioge Eguilaz era que, de acuetdo con las Nacional de Estadistica, los salarios reales de 1948 repress tun 50 por 100 de los de 1936. P; Dluses, etc, Sw preocupacién ese que, «le set verdad le fas oficiales, lov silatios habrian descendlo dese 1936 ms que le tenes ional, «lo cual indica ‘mayor desigualdad en la disttibuciinn . Proved por ello a efectuar una comprobaciin sobre los de Vizcaya, comparnnde loc ar (Aros foales de 1948 —pese a que contenfan partis que tenn tan pore que yer con el nivel de vida del asalariado como la cuota sindical— coe tee de 1936, y obtenia como ebanistas, salia bastante favorecida en 1948; otsas des mineros (tipo medio venfan a queder por el estilo, las ‘demfs —que inclufan nada menos que a los ‘met sétert— cobraban tan séto de un 64 a un 84 por 10) Patis afitmaba que desde 1949 tas estadisticns salaral fexactas. Lo que les sueedid fue «qu Anuatios del I, N. E, Un excelente ¢l nivel de wiela de los tabajadores es cl de Care Molinero y Pere Vane ode ‘ria, Justicia y Pano» Nivel! de vida i condicions dle treball 4 Catelunoa 1999. 41951, La Mageana, Barcelona, 1985, te mostraban las resultado que una categoria, Ia de los ayudantes de los ebanistas y los , mientras que todas alrgicos, albaiiles, et- de los salarios de 1936, NATURALEZA Y CONSECUENCIAS DEL PRANQUISMO 35 swonaba con una imaginativa enumeracién de embalses, regain y fabsicas.!® Qué haba de esto? La ctuda verdad es que el proyecto de aumentar la riqneza espafiola a través de una polttica de embalses y mepion, foomuledo pr In deadare ce Tl se Tver, ba es 4 ctbo con notable energn ln replica y Yo abandons por completo miner fomuismo, Te alo cuando Toa Taos es de sbandono prorenron el olan de Je renticiones eléinn,cunndo ls go biemas franquistas tomaron conciencia del desastre y trataron de ponerle remedio, Unas cifras bastarn para mostrarlo! “asa de cresimiento anual CCapacidad de los embrlses espavioles * rillones dena fin dao) 1950 6,1 por 100 ea 23,8 por 100 — i it uccién que se mantu- Lo que significa que, a los titmos de constiuccién 4 vieron de 1930 a 1935, en 1952 la capacidad de los embalses espa fioles poclia haber sido de més de 100.000 millones de m’. La para- unl rendeggnd { pretno oe OG i jn. Marts, Las a en ian pe ala eng Pa Set By he aud re Meme Ts 36 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO | lizacién de los doce primeros afios del franquismo fue responsable de , que no fuera més que de 6.000 millones. ¥ en 1966 no se habia pa- sado todavia de los 25.000. Cuando se valoren Jas consecuencias! que el franquismo tuvo pata el desarrollo “agricola espaiiol, habré | gue tomar muy en cuenta lo que significé la frustracién del «Plan | nacional de obras hidréulicae» de Ia reptblica. Lo que me interesa, ahora, es que tampoco en este terreno de} las grandes obras pablicas resultaban ser verdad los éxitos celebrados. | ‘De ahi que haya que considexar como rayana en el delirio la cufora| con que a fines de 1952 el Caudillo proclamaba «victorias y triunfos en el exterior y en el interior desconocidos en nuestra historia desde dl siglo xv." Fue mas tarde —gracias a los créditos norteamericanos y al esti- mulo del crecimiento europeo— cuando la economia espaiiola co- menzé a despertar y aleanzé tasas de crecimiento muy notables, aun- «que es seguro que hubieran sido todavia mayares de haberse encon trado plenamente asociada a ta Comunidad Econémica Europea, lo cual no ocurrié por culpa de Ia persistencia del franquismo, que signie ficaba un obstéculo politico insalvable pata tal integracién, Pero los quince afios de parilisis econémica de In guerra civil y de la etapa de colapso y estancamiento del primer franquismo no se tecupera fan ya, ePodemos estimar de alguna manera las consecuencias a largo plazo —incluso sobre nuestra situacién actual— de este retraso? Fl cuadro adjunto ofrece las cifras de renta per cépita a precios cons- tantes —en ntimetos indice que toman como base de comparacién la| del afio 1900— y las compara con una hipétesis alternativa que trata| 61. Pensantento politico de Franco, U1, p. 577 (mensaje de fin de afio de| 1952). Franco insistia en sus t6picos de siempre: evictorias y triunfos que no se Inubicta atrevido a intentar siquiexa aquella vieja politiea de componendas electo tales, de imprevisones delictivas y de aliento desmedrado que, con monarqula 1 fepblicn, en las alternativas lberales © absolatistas, con detechas o iznitdas, labearon Ia pobreza y la postereacidn de Espatian. Como se ve, Franco pena ea cl mismo saco desde Ja repablica con gobietnos de inquierdas hasta Ia viei ‘monarqufe absolute, Por eso necesitaba setroceder hasta el siglo xv1, y por 0 rng podia encontrar satisfactoria ni siquiera la instauracién del carlismo, dems siado moderno para sus gustos. Lo que sf era cietto es que los protagonistas de la vieja politica, de Felipe TT para acf, no se hnbieran atrevido a proclamar tales evictoriasy en una situacién. como la'de la Espatia de 1952, NATURALEZA Y CONSECUI ENCIAS DEL FRANQUISMO 37 de reconstruit lo que hubiera podido suceder sin la guetta ci sin el franquismo.* Evolucién real Evoluc 1900 100 100 1930 164 164 1950 136 228 1970 363 os, Lo cual signifien que en 1970, en visperas de la ctisis que iba a acabar con la répida expansién europea —y, en consccuencia, con Ja espatiola— el coste del franquismo teprescntaba un retraso de entre dicz y quince afios en nuestro crecimiento econémico. Un re- ttaso tanto més grave por cuanto no podria recuperatse ya en los aos siguientes y que implicé que el inicio ele Ia crisis nos atrapara con un nivel de desarrollo que pudo, en oteas citcunstancias, haber sido considcrablemente mayor. Esté claro, sin embargo, gue las consecuencias retardatatias del franquismo no se ejercieron solamente sobre 1a economfa, sino sobre todos los tetrenos de Ia vida espaiola, incluyendo el de la propia cultura, Quienes han estudiado Ia censuta, pot ejemplo, nos han contado con detalle los esfuerzas que el régimen realizd para man- tenernos alejados de las tentaciones del siglo xx: por llevar a Ia préc- 68. Las cifras de Ia evolucién real han sido tomadas de «Una revisién ur teente de In serie de renta nacional espafola en el siglo xx», por Julio Alcaide, ten Datos Bésicos para ta historia financiera de Espaia, 1890-1975, Tostituto de Estudios Fiscoles, Madrid, 1976, 1, pp. 1.125-1.150. Lor de Ia hipstesis alet- itiva han sido construids sobre Ta base de suponer que pera el perfodo 1930- 1950 se habrian mantenido Jas mismas tasas de ctecimiento teristrades entre 1900 y 1930, y que a partir de 1950, con el estimulo del crecimiento eutopeo, Tabeia habido Tas misimas tasas que se dicron efectivamente en Espafia (las mit rmas de la evolucién real), Si esta suposicién pucele parecer discutible por el Trecho de que Jas tasas de crecimiento reales se obtvieron a partir de unas é {ras iniciales mucho més bajas, hay que tener en cuenta dos consideracianes ue permiten argumentar en sentido contrario: 1) qua, al fin y al eabo, tasas de ‘aecimiento del 5 por 100 anual eran semsjantes a Jas que ee estaban dando, ‘como media, en la Comunidad Econémica Europea; 2) que, como se ha sefilade antes, una Espafa sin el obstéculo politico del frarquismo se hubiera beneficie- do en mayor medida de su asaciacién a Europa. 38 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO tica el ideal de Jos generales Fra i de ico y Kindelan de ret ros tiempos anteriores a la gran corr oe oe uupcién del Renacimiento. No du aque he esbozado pda hacer io que fran} se haga, guismo Peor es que, encima, este gran fracasd hambre y suftimiento, Joszr Fowrana SueeLacn M. Ettwoop TALANGE Y FRANQUISMO. Inrropuccréy En noviembre de 1985 se cumplié el déclmo aniversario de la muerte de Franco. Fue también el décimo aniversatio de la procla: macién del principe Juan Carlos de Borbén como «rey de todos los capaiioles». Asf, en lo que va de siglo, Espafa ha vivido el reinado y la caida de un monatea, el establecimiento y Ia caida de una re- piiblica, dos dictaduras y, finalmente, el retorno de la monarquia, Ochenta afios es poco tiempo para una carrera tan vasiada, Sin embargo, lo que impresiona al observador externa no es tanto su intensidad como el hecho de que la mitad de esos ochenta aifos faeron ocupados por un solo régimen, Cuarenta afios cuya aridez politica, social y cultural contrasta notablemente con Ia vitalidad de los otros cuarenta. Casi medio siglo dominado por un solo hom- bre, el general Francisco Franco Bahamonde, comparado con Ia mul- titud de figuras destacadas que han influido decisivamente en el cur- so de Ia historia de los afios que preceden y siguen a la época fran- quista. No eta habitual en Espaiia que un jefe de Estado estuviera tanto tiempo en el poder. ¢Cémo fue posible que durata tanto el régimen encabezado por Pranco? ‘Tres afios de guetta contra Ia democracia liberal, seguides de tres décadas y media de persecucién tenaz de las gentes, realizaciones, ideologias y valores que hasta 1939 habfan sido sus componentes, efectivamente aniquilaton, entetraron 0 vol- vieron inefectivo todo rastro de ella, Como es evidente, tal destruc- cién de las posibles fuentes de oposicién tenfa que contribuir mu- Juan Pasio Fost o E FLICTIVIDAD ‘A REAPARICION DE LA CONF ‘LICT! EN LA ESPANA DE LOS SESENTA o fue en los afios 60 idea de esta intervencién es clara: que 1 ie Svante el néginen de Franco tuvo que hacer frente « hiveles de conictividad importantes como pata afecar decisive te la vide pie y 1a dinimica plea del propio éyimen, Es Conflctividad tavo una manifestacién cuidruple: laboral, estudiant, ional y eclesidstica. ae seed reapaticién de los conilictos de masas fue consecuencia causes y fctores de orden muy distinto: sociales, politicos, estrus turales, institucionales, eta any are ‘ilo respondié a una cltima realidad: la incapacidad de uns se a aia a egimen de Tico pata to der a una sociedad —Ia espafiola— en vias de desarrollo y de evo i wet atménicamente Ia cién. Fl régimen de Franco no pudo reso neamente lucien ‘Hieuwadad generada en un pafs ef tanstormaciOn acclerad gungue pudiera convivir con ella, Es més, Ja propia naturaleza auto: ] titaria del sistema contribuyé a exacerbar = oA te nl lada de conflictos, el xégimen no tavo més respues servos timidos retogues institucionales— que una tigida politics de BitJen piblico, 10s conflictos, finalmente, no detribaron el régimes de Franco, pese a ln gravedad, intensidad y frecuencia Hegne " i seriamente la legitimidad del répimen. ‘a alcanzar, Pero erosionaton seriamer i m ae ws, pusieron en enticdicho uno de los fundamen ae “Walden de que el régimen de Franco representaba una eta Ge paz sin precedentes tla historia de Espafia, tal como la prope | LA CONFLICTIVIDAD EN LA ESPANA DE LOS SESENTA — 16L tnda oficial sancioné al celebrar, con inusitado fasto, en 1964, los 425 aiios de paz». La firm: cial —que fue en los afios 60 cuando la conflic tividad adquitié caricter endémico en In Espaia de Franco— implic & otz0s puntos que deben ser igualmente debatidos: 1) que las manifestaciones le descontento y oposicién al régi men fueron, antes de aquella década, aislados, ocasionales y espord dicos, y en ningrin momento Hegaron a inguietatle seriamente (lo que no significa ni disminuit su importancia, ni desconocer el excepcional valot moral y politico de quienes los protagonizaron): una represién dura y eficaz basté para deshacer y contener los distintos episodios de agitacién y conilictos 2) que in sepresién no basta para explicar la amplia desmovilie tucién de la opinién (y la falta, por tanto, de una oposicién mayo- ‘itatia y popular al régimen) en los afios cuarenta y cincuenta: el tégimen de Franco tuvo mayores apoyos sociales de os que sus ene- mnigos pensaron, en razén no de sus instituciones e ideologia —posi- Wemente ignorados por una mayoria del pais—, sino porque re- presentd Ia restauracién de valores tradicionales sobre Ja educacién, le teligién, Ja familia y el orden, profundamente arraigados en la sociedad espaiiola; 3) que Ia oposicién politica clandestina tuvo un papel compa: tativamente menor en la escalada de conflictos de los aos 60 (con las excepeianes que luego se indican). El papel de dicha oposicién fue preservar Jos valotes y principios de Ia democracia y de la liber tad, pero su accidn apenas afects Ia dinémica cotidiana del régimen te Franco, El Partido Comunista (y el PSUC en. Catalufia) fue, tal rez, la principal excepcidn eala coon in ini ; tayo al menos una funcién importante pacién y continuidad de Jos conllictos laborales y univer- fitarios; ETA, creada en 1959, fue el catalizador del problema vaseo, Itincipal —casi tinico— problema regional serio que tendtia que atrontar el régimen, Pero Ja conflictividad no reaparecié como conse- cuencia de Ja accién de Ja oposicién: fue, como se ha dicho, con- ‘eeuencia del propio desarrollo de Ia sociedad espaiola y de Ja impo- ibilidad del régimen de Franco de adaptar su estructura politica a ts nuevas realidades sociales del pafs. De Ja conflictividad de los ‘os 60 surgiria, precisamente, una nueva oposicién antiftanquista, ‘sto es, una nueva tradicién democritica, nuevas ideologias y nuevos srgenismos («nuevos», en el sentido de no vinculados con las fuer 1 rontara 162 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO zas democriticas antetiores a Ja guerva civil): en el orden labore, CCOO, HOAC y JOC; en el orden regional, ETA; en el orden ideo S6gico-politico, el FLP, germen de toda una «nueva izquierdan, la renovada democracia cristiana, el PSI, los grupiisculos dle izquierda comunista, la labor de algunas personalidades cle significacién liberal Y sor lemédcrata. En contraste, fuerzas hisidricas» como PSOE (exterior), grupos republicanos, CNT, UGT, PNV, Generalitat en el exilio, Esquetra Republicana y similares, o desapatecetian o se des- dibujarfan y, en cualquier caso, tendeian tna importancia verdaders- mente irrelevante (Jo que no impediria que algunos de ellos teapa recieran con extraordinaria fuerza en los tiltimos afios de la vida de Franco); 4) que la conflictividad no Meg6, ciertamente, a terminar con el régimen de Franco, que, sino pudo ni resolverla ni canalizarla, egé a convivir con ella (una imagen de los viimos quince aifos del franquismo que sélo diera cuenta de la proliferacién de conllictos, Y que no tuviera en cuenta ni el crecimiento econémico, ni los tela tiyamente altos niveles de bienestar y consumo logrados, nit la inte- gracién de una gran masa’ de In sociedad espaiola en el sistema, falseatia ln verdadera realidad histérica de aquel periodo), Pero la conflictividad| erosions sensiblemente Ja legitimidad y la credibilidad politica del franquismo, y generalizé fuera y dentro del régimen —sobte todo, en Jas nuevas generaciones lel franquismo— la con viceién de que el régimen no podsia continuar ala muerte de Franco, Veamos, pues, los factores que pueden explicar, en cada caso, Ja aparicién de Ja nueva conllictividad de los afios 60, ‘LA CONFLICTIVIDAD LABORAL Ademés, \égicamente, del descontento social —que es, como ¢s bien sabido, la ratz itima de Ja conflictividad Iaboral en toda so- ciedad industrial—, lo que hizo que los conllictos de trabajo alean- zatan intensidad y frecuencia sin precedentes desde 1959-1962 fue nuevo sistema de relaciones laborales introducido, a partir de aque. Ios afios, por el régimen de Franco, EI nuevo sistema vino a reemplazar al entramado fascistizante de los sindicatos verticales del nacional-sindicalismo, cuya inviabili dad habia quedado de relieve en la grave crisis econdmica social de LA CONTLICTIVIDAD EN LA FSPANA DE LOS SESENTA 163 os aiios 1956-1959, El nuevo sistema vino a hacer de la negociacién colectiva de los convenios Iaborales la clave del sindicalismo: la Ley de Convenios Colectivos «le 1958 potencié los jurados de empresa y los enlaces sindicales y determiné que, en adelante, salatios y con- iciones de trabajo se regularan en convenios directos entre los re- presentantes de los empresarios y de los trabajadores (y no, como hasta entonces, por el Ministerio de Trabajo). A partir de ahf, las Inuelgas se multiplicaron (aunque hasta 1975 seguitian oficialmente prohibidas). Hubo 777 conflictos en 1963, 484 en 1965, legindose ala cifra record de 1.595 hnelgas en 1970, Por provincias, las mis conflictivas fueron —en la década de 1960— Barcelona, Madeid, Pafs Vasco y Asturias; por sectores, la minerfa, Ia metalurgia y la cons- ttuceidn (aunque al final de la década las huelges se habfan extendi- do a provincias sin tradicién obrerista, a sectores nuevos —como el automévil— y a grupos sociales de las clases medias). La negociacién colectiva propicié el crecimiento de los sindicatos clandestinos que acertaron a percibir la importancia que pata los trabajadores tenfa el mevo sistema: CCOO —el més importante de todos— surgieron como comités para negociar los convenios colectivos al margen del sindicalismo oficial, pero dentro del nuevo sistema: el PCE fue deci- sivo en la transformacién de CCOO de un movimiento espontanefs- ta en una organizacidn estable, lo que ocurrié hacla 1964. La aGrraciOn DE LOS ESTUDIANTES ‘La agitacin en las universidades espafiolas —que tuvo el prece- dente de los sucesos de 1956— adquirié cawicter endémico, sobre todo en Madrid y Barcelona, desde 1963-1964: la policia ocupé las universidades de 1966 a 1973, la agitacién estudiantil sirvi6 de coar- tada oficial para In declaracién del estado de excepcién en febrero de 1969, manifestaciones, huelgas y alteraciones del orden piiblico se hicieron casi permanentes en todos Jos campus del pais, centenares de estudiantes —y algunos profesores— fueron detenidos, sanciona- dos y/o expedientados; rara fue la universidad que no fue cerrada, por algin tiempo, en algiin momento u otro. La rebelién universitaria surgi, en origen, en demanda de sin- dicatos democriticos para los estudiantes (y de la desaparicién del sindicato oficial, cl SEU): reclamaria en todo momento tanto la demo- 164 ESPANA BAJO EL FRANQUISNO cratizacién de Ja universidad, como la democratizacién de la socie dad espatiola, Tales cemandas revelaban las raices dluimas del con- flicto: la reaccién de la élite de Jas nuevas generaciones contra un sistema politico autoritario y conservador, la contradicciéin entre las exigencias de una Espaiia nucva, eutopeista y modetna y un tégionen viejo, sislado y arcaico. es puso eh dencia el fracaso educativo del franquismo: demostré Ja incapacidad de una universidad inspirada en Jos principios de aquel régimen para satisfacer las demandas cientificas, culturales y politicas del sector més formado de la sociedad. El régimen de Franco trat6 el problema tniversitatio como un problema de orden péblico: respondié a Ja ptotesta estucdiantil con sanciones, multas y detenciones. El tinico intento de reforma Hlegé demasiado tarde, en 1970. Incluso los pro- pios autores de la reforma tuvicron que reconocer que el problema universitario no eta sino el reflejo de un problema mis hondo, que no era sino Ja expresién de los desequilibrios provocados pot un sistema educative tradicional, sigido, mal planificado, cerrado y po- | bre en una sociedad en marcha acelerada a su democratizacién. A juv- gar por lo ocurridlo fuera de Espatia (Berkeley, Berlin, Patis), pod argumentarse que 1a rebelién de los estudiantes espafioles no fue sino tun episodio més en un problema generacional de émbito universal y que, por tanto, no tuvo telacién con el régimen politico espaol. Y, sin duda, que hubo algo de eso, Pero Ia naturaleza del s¢gimen de Franco y su reaccién ante Ia agitacién estudiantil contribuyeron fa hacer de aquella rebelién un problema politico de primer orden y @ extender la conflictividad; revelé el divorcio entre el franguis imo y los cuadros lamados a ditigir Espafia; puso de tclieve Ia op- cidn evidentemente democritica de 1a Espaiia del desarrollo y la prosperidad. 1a sebelidn cle los estudiantes puso en evie La nepeLidy pe Los vascos: ETA La década de 1960 vio también ef retorno de otro de Jos fantas mas del pasado con el que el régimen de Franco ctefa haber acabado para siempre: el problema regional. La conciencia «nacional» cata na se mantavo viva y despierta merce al vigor excepeional ds I Tengua y Ia cultura catalanas: escritores, atistas, ensayistas, ites | tuales, editoriales, misicos, Ia propia iglesia, el Club de Féthd LA CONFLICTIVIDAD EN LA ESPARA DE LOS SESENTA 165 Barcelona, fueron los depositarios de un sentimiento de identidad fuerte y ampliamente extendido en Ia sociedad catalana, Que el he- cho diferencial catalén no se tradujeta en conflictos graves y reso: nantes —incluso sucesos como la campafia y el proceso Pajol en 1960, Ja expulsién de Escarté, abad de Montserrat, en 1965, 0 la marcha contra Ja tortura de 130 sacerdotes en Barcelona en 1966, to deben ser exegerados— resulté engafioso: ocultaba la realidad del profundo rechazo del franquismo en Catalufia y Ja intensidad que la conciencia catalanista tenfa entre una amplia mayoria de la Poblacién catalana (como quedé de relieve, por ejemplo, en los conflictos en Ja universidad catalana de los aiios 60, y en la misma fuerza que tuvieron tas tendencias unitarias de In oposicién clan- destina, Una de las razones del éxito del PSUC fac su capacidad para. nteptat, junto a los planteamientos sociales de la ideologia comu- nista, las aspiraciones y preocupaciones «nacionales» del catalanismo intelectual), Pero fue en el Pais Vasco donde a protesta regional adquiriria ptoporciones més graves para el régimen de Franco. Eso se debié, fondamentalmente, a Ja apaticién de ETA y su estrategia de lucha atmada: entre 1968 y 1975 mutieron, victimas de acciones de ETA, 47 personas (entre ellas, el presidente del gobierno Catrero Blanco) y habfan muetto, al mismo tiempo, 27 «etartase; ETA haba pro- tagonizado secuestros espectaculares (el cénsul Beihl, el industrial Huarte), multitud de atracos y stentados, eentenares de vascos ha- ban sido encarcelados y el Pafs Vasco habfa sido testigo de infinidad de acciones de masas en apoyo de ETA. Las mis amplias de todas ellas tuvieron lugar justo en el afio que cierra el perfodo aqut estu- diado: en 1970, con ocasién del juicio de Burgos contta 16 jévenes vascos (entre ellos dos sacerdotes), para los que se pidieton ueve penas de muctie y 518 afios de eétcel. Las fechas confitman, por tanto, que cl problema ETA fue también. un problema nacido en a década de Jos sesenta (ETA, de hecho, fue creada en 1959). | Hay, también, algtin punto que deberfa tenerse en cuenta pata j centrar el problema’ de fa aparicién de ETA. Por lo menos, dos: 1) La apaticién de ETA fue una respuesta a Ia falta de libertades | politicas del régimen de Franco (toda Ja legislacién de 1939-1975 | desconocis a personalidad histérica y cultural de la regién vasca y suptimi6 sus instituciones anteriores); pero fue también una reaccién “ante Ia patente ctisis de sentimientos «nacionales» vascos y ante la 166 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO pasivided ¢ inoperancia del nacionalismo histético en la clandestini did 2) ETA fue la ceacién de un propo redecile de tenn sin apoyo inicial en la opinién vasca. Fue una durfsima e indiseriin? nada represisn lo que alters sustancialmente el problema: amplié I base popular de apoyo a ETA, provocd el resurgimiento de In core Gienca macionalista vases, evsps y politi radicalmente ala sode dad vse y dé profundamente toda ken maional espaol en el El juicio de Burgos fue un verdadero revulsivo dk concic vasca. Probé que la represidén no sélo no terminaba ae ETA sino «que Je daba una legitimidad doble: legtimidad como punta de lanes de Ja lucha antifranquista; legitimidad como vanguardia en el resue simiento del vasquismo, El erzor historico del répimen de Franco lng tratar el problema ETA como un problema de orden publicn en Ia trampa de Ja espiral acciSnceptesisnaccién tendida por ganizacién vasca, y no percibir las mutaciones que se estaban ope rando en In sociedad vasca. La politica de estados de excepeldn oc, guida por el régimen desde 1968 —con sus teribles secuslae_~ jugs ixénicumente en benefcio de ETA: terminé por alienar del regimen de Franco a una parte importante de ln opinién vasen y, lo cue co peor, generé en ella sentimientos claros ili i 2 ca ames ella sentimientos claros dle hostilidad a Ja idea de caer la or Lé DESERCION DE LA TOLEStA Con todo, el régimen de Franco cont hasta la muerte de su titular, en 1975. Pero continud privado de un elemento nS Para su supervivencia y perpetuacién: falto de una fundamentacién democritica, el régimen dle Pranco carecié de verdadeta legitimided moral y poltica (por mis que el réglmen se dotara de remercns . Ello era la culminacién de una larga cadena de conflictos: en mayo de 1960, carta de 339 curas vascos denunciando a falta de libertades; en 1963, declaraciones con- tra el régimen, en Le Monde, del abacl de Montserrat; apoyo de algu- 08 obispos a HOAC y JOC; frieciones del régimen con Juan XXIIL y Pablo VI, ambos simpatizantes de Ja oposicién demécrata-cristiana vinculada al ex-ministro Ruiz Jiménez; apertura de algunos te6logos al marxismo (Diez Alegria, Dalmau, Gonzflez Ruiz, etééteta); cola- boracién de algunos curas vascos con ETA (cinco procesados en 1969 y condenados a fuertes penas de cfreel, y otros dos procesados en Burgos); apoyo de algunos curas a CCOG (como el caso Garcia Salve) y a los estudiantes (como el episodio de la «capuchinada» y Ja marcha de los sacerdotes, ambos en Barcelona, en 1966); en 1970, oposicién de los obispos vascos al juicio de Burgos; en 1971, reso- Incién de la Asamblea Episcopal contra el «espfritu de cruzaday, al pedir piblicamente perdén pot Ia parcialidad de Ia iglesia en Ja guerra divil; en 1973, documento de los obispos a favor de la independencia entre In iglesia y el Estado. TH distanciamiento de la iglesia respecto del régimen de Franco respondié bésicamente a una raz6n: a que el aggiornamento empren- dido por la iglesia espafiola, aun siendo tardfo e incompleto, configurd una iplesia comparativamente renovada y progresiva 0, por lo menos, ahierta a una coneepcién pluralista de la vida y de la sociedad, y, gor ello, dificilmente compatible con Ios principios antidemocraticos y autoritarios del Estado del 18 de julio, Ese aggiornamento fue, en Espafia como fuera de Espafa, Ja respuesta de la iglesia al proceso de secularizacién de Ia sociedad y a Ia propia crisis interna de Ia iglesia en Ia época contempordnea, procesos que tuvieron su sancién oficial en Ja voluntad reformadora de los papados de Juan XXII y Pablo VI y que se concretaron en el Concilio Vaticano II. En Es- pafia, In renavacién de Ja iglesia se produjo después, y no antes, de dicho concilio, aunque una parte importante de la base de Ja iglesia espafiola habfa mostrado ya su voluntad de cambio antes de aquel acontecimiento. Lo decisive fue la renovacién de la jerarquia epis- copal —una jerarquia, salvo alguna excepcién individual, sdlidamen- 168 ESPANA BAJO EL FRANQUISMO te comprometida con ef régimen de Franco—, acometida a partit de 1964 por los nuncios Riberi y Dadaglio. Entre 1964 y 1974 fue- ton notnbtados un total de 53 obispos nuevos. El nombramiento cl. ve fue Ia designacién de monsefior Entique y 'TarancSn —un liberal muy prdximo a Pablo VI y partidario decidido de Ja ruptura de In iglesia con el franquismo— como primado de Espatia, primero (en 1969), y como atzobispo de Madrid y presidente de la Asumblea Episcopal, después. Los conflicios més graves, en los afios aqut considerados, fueron los. ptotagonizados por el obispo de Bilbao, monsefior Cirarda: en abril de 1969 se neg6, en nombre del Concordato, a que se procesara 1 vatios sacetdotes de su didcesis; al affo siguiente, se negé a cele. brar Ja misa solemne que conmemoraba Ja entrada de las tropas de Franco en Bilbao durante Ja guerra civil; atin més, en diciembre de ese iiltimo aio, 1970, hizo Leer en todas las iglesias vascas una ho milla pidiendo clemencia para los procesados en el juicio de Burgos Estos actos provocaron una reaccién casi histética en los medios oficiales del franquismo, inclicacién de 1a irtitacién que producta Ja oposicién de In iglesia en un régimen ultracatdlico que haba echo de Ia defensa de la religién uno de los puntos justificadores del le vantamiento militar de 1936. A principios de los 70, hubo numero: sas explosiones verbales, y aun fisicas, de un anticlericalismo de la ultsaderecha, una ultraderecha incapaz de asimilar Jas criticas que a su régimen Ie cafan ahora desde los piilpitos. Quien sin duda nunca entendid lo que sucedia fue el propio Franco, convencide de que ninggin otto régimen habia hecho tanto por 1a iglesia como el suy. El régimen no pudo resolver los problemas que Je planteaba unt iglesia posconciliar; se neg& en toda momento a revisar el Concor dato de 1953 —casi un imperativo después del Vaticano I—, par- ticularmente por Ja negativa de Franco a renunciat a su derecho de veto en Ja nominacién de Jos obispos. Franco goberné los slimes afios de su. dominio sin el coneurso de la iglesia (aunque no le fal ta el de algunos monsefiores «azules» como Guerra Campos). Franco /f debis pensar que él eta responsable ante Dios, pero no ante sui LA CONFLICTIVIDAD EN LA ESPANA DE LOS SESENTA 169 sin duda a los de las democracias occidentales—, lo que, evidente- mente, desmentia en Jos hechos a una propaganda oficial que hacia del franqismo In gaan de lap de los espafiles. Peo conven dia no olvidar, iquamente, To gue quedé apuntado en algunas de ls ips inl propustas: que el réximen de Frac legs « convivit con la confctvidad, que probablemente su supetvvenca nunes se ‘io seiments amenazada, que I socked cpa eta bay pee a todo, eéinodamenteinsaada en la sociedad de desir: lo, consumo y slativa prosperidad que se fae ereando a patir de ls afos 60; El gimen de Franco no sobrevivi6 a ou tulat posse 0 flkima instenca, carefa de Iestimidad moral en una utepa ida pot los prinepios de In democracia liberal y ste ua so sicdad, fa espaiiola, radicalmente modetnizada, Los conllictos de los afos 60 contibuyeron decsivamente a. poner en evidensn las con tradicciones del franguismo. Nada menos, peto tampoco nada ms, ‘

También podría gustarte