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Alicia Fraschina
Instituto Ravignani, Facultad de Filosofía y Letras, UBA
aliciafraschina@gmail.com
Resumen Summary
El objetivo de este trabajo es recuperar para The aim of this article is to recover for His-
la Historia y para la Literatura la escritura de tory and Literature, the writings of fifteen
quince “mujeres en religión” –monjas, do- “religious women” –nuns, donadas, tertia-
nadas, terciarias y beatas- durante el período ries and beatas- along the Colonial period in
colonial en la América del Sur. Un universo South America. A group of women living in
que comprende desde Santa Fe de Bogotá a different cities from Bogotá to Buenos Aires
Buenos Aires. Mujeres que toman la palabra who decided to write about both God and
para hablar de sí y de Dios. Trabajo con fuen- themselves. I deal with sources placed in
tes primarias y secundarias recogidas durante different archives, libraries and in the web-
dos décadas en distintos archivos, bibliotecas y site, sources that I have gathered along two
sitios web. Me interesó conocer y comprender decades. I am interested in knowing the rea-
los motivos y objetivos de su escritura, cuál fue sons and aims of their writings, understand
el peso en sus obras de la tradición escrituraria the importance of the European influence in
proveniente de Europa, el nivel socio-econó- their works, know the socio-economic and
mico y educacional del universo seleccionado, educational level of this group of women
en qué contexto histórico surgen, a qué géne- and the historical contexts they lived in, the
ros literarios apelan, la temática que abordan, literary genres they appealed to, the confes-
el rol del confesor o director espiritual en sus sor or spiritual director role in their life and
vidas y las posibilidades de publicación y difu- writings, and the possibilities of having their
sión de sus escritos. works published and made known.
1
Remito al Cuadro I y a la Bibliografía para la identificación de la misma.
2
Sobre las influencias de las escritoras medievales y modernas que influyen en las de la Amé-
rica meridional ver Cuadro I, Influencias.
3
Para España ver Baranda Leturio y Marín Pina (2014); para Italia y España Zarri y Baranda
Leturio coords. (2011). En torno a los escritos de monjas en Nueva España: Asunción Lavrin
Enfoquemos nuestra atención en las quince mujeres y los textos por ellas
producidos. Para una rápida visualización de este conjunto remito al Cuadro
I al que haré referencia en varias oportunidades a fin de evitar una incómoda
repetición de datos.
Tenemos entre manos un universo de “mujeres en religión” compuesto ma-
yoritariamente por monjas. Diez de velo negro (los números remiten al Cuadro
I): (2)Jerónima de San Francisco (van Deusen, 2006: 40-72); ( 4) Gertrudis de
San Ildefonso (Iturburu, 2006: 201-224); (5) Antonia Lucía del Espíritu San-
to y Josefa de la Providencia (Arenal & Schlau, 1989: 293-335), (6) Gerónima
del Espíritu Santo Nava y Saavedra (Herrera, 2013: 211-260), (7) Úrsula Suárez
y Escobar (de Ramón, 1984; Myers, 2003:116-139) ; (8) Francisca Josefa de la
Concepción del Castillo (Mc Knight, 1997; Ferrús Antón y Girona Fibla, 2009;
Herrera, 2013: 87-95; 157-209); (10) María Manuela de Santa Ana (Armacan-
qui-Tipacti, 1999); (11) Catalina de Jesús Herrera (Stolley, 2000; Rossi de Fiori,
et al, 2008: 457-464) , (14) Monjas del Carmelo de Córdoba ( Rossi de Fiori,
et al, 2008: 249-299); (15) María Manuela de la Ascensión Ripa (Armacanqui-
Tipacti, 2006: 228-260); y dos de velo blanco o legas (9) Hermana María de Jesús
(Herrera, 2013: 105-110, 261-317; Cadavid Yani, 2017); (13) Sor Josefa de los
Dolores Peña y Lillo (Araya Espinosa, Azúa Ríos, Invernizzi 2006: 264-327; Kor-
dic-Riquelme, 2008); pero también una terciaria (1) Rosa de Santa María –San-
ta Rosa de Lima- (Mujica Pinilla 2001; Myers 2003: 23-43; Ferrús Antón 2007:
151-160; Castro-Godoy, 2013: 51-58; Araya Espinosa, 2010: 132-155; Folquer,
2008: 193-211; una beata (12) María Antonia de San José (Fraschina, 2005: 704-
728), y una donada mulata (3) Úrsula de Jesús (van Deusen, 2004), pertenecien-
tes a las distintas órdenes religiosas que se fueron instalando en América a partir
de 1540 (Borges: 1992: 268): 6 de ellas son clarisas, 5 dominicas, 3 carmelitas, y
una jesuita -a pesar de que esta orden no tiene rama femenina-.4
En general las monjas de velo negro son mujeres de un sector socio-eco-
nómico alto, hijas de funcionarios, propietarios de haciendas, de linaje noble,
(1993; 1995; 1996; 2000; 2003; 2005; 2008: cap. 10; 2012; 2014; 2015; 2016); Rosalva Loreto
López (2000; 2002; 2006; 2007; 2012).
4
La Compañía de Jesús no tiene rama femenina. Sin embargo, durante el período colonial
numerosas mujeres adhirieron a la Orden jesuítica a partir de votos simples que realizaban
“ante los altares” y cooperaban en la organización de los Ejercicios espirituales ocupándose
de las tareas domésticas en las Casas de Ejercicios. Luego de la expulsión de la Compañía se
encontraron “patentes de beata” en el aposento del Padre Rector del colegio de Santiago del
Estero”, J. Beguiriztain, 1933: 8.
5
Gertrudis de San Ildefonso, La perla mística, en Lavrin y Loreto (2006: 221).
6
Catalina de Jesús Herrera, Secretos entre el alma y Dios, en Di Patre (2016: 2).
Sor Catalina de Jesús Herrera (11) relata de este modo –poético, sensual-
su experiencia amorosa:
7
Madre María Josefa de la Concepción Castillo, transcripto en Rossi de Fiori et al (2008:
441) tomado de la Antología Mayor de la Literatura Hispanoamericana, Guillermo Diaz Pla-
ja (1969: 385).
En la soledad
busqué a mi querido
y lo divisé
allá muy metido
por unos resquicios
hacia lo escondido
donde los amantes
viven más unidos
con estrechos lazos
en vínculo unidos.
Yo me penetré hasta verme
En su propio nido.8
Soneto
Si el arte de las ciencias se perdiera,
y todo entendimiento vacilara,
toda luz en tinieblas se trocara,
toda humana razón se obscureciera.
Si el plan de buen gobierno pereciera,
el zelo y la virtud finalizara,
la prudencia y justicia se acabara;
la verdad en el mundo no se viera:
Si el orden sabiamente establecido,
todo el orbe perdiendo su belleza,
todo en fin quedara sumergido
en un caos, y abismo de rudeza;
bastaba un San Alberto en tal periodo
Para restablecer el orbe todo.9
8
Sor Catalina de Jesús Herrera, transcripto en Rossi de Fiori et al (2008: 459) tomada de la
edición realizada por Alfonso Jerves OP, Secretos entre el alma y Dios.
9
Monjas del Carmelo de Córdoba, Soneto, Folio 3, publicados por primera vez por Rossi de
Fiori et al, Primera escritura femenina en la República Argentina. Poemas del Carmelo de Cór-
Otras recurren al género epistolar (10,12, 13), un lugar desde donde hablar,
que permite la expresión directa de la experiencia subjetiva y un relato en pri-
mera persona de las experiencias vividas. Un género que aspira a hacer presen-
te una ausencia, una ausencia que se busca suturar. En cada epístola hay una
voz sujeto que interpela al destinatario, siempre presente en su escritura; una
reacción a la respuesta recibida; una dependencia mutua entre la escritora y el
receptor y en ocasiones una inversión de roles ante el dolor extremo del des-
tinatario masculino (Lavrin, 1996: 139-159; Lavrin 2000: 49-75; Cohen Imach
2004; Bouvet 2006; Ranft 2000; Folquer 2010). Una modalidad omnipresente
en los textos analizados son las cartas confesionales a través de las cuales las
escritoras relatan sus visiones, explican el éxito, el temor o las dudas que les
despiertan sus experiencias místicas. Lo hacen a través de un lenguaje directo,
en ocasiones sencillo y coloquial; en otras, atormentado. El tiempo de la carta
confesional, a diferencia del de la “vida”, es un tiempo reciente, caracterizado
por una acumulación de detalles. Un género que aspira a tejer una relación
confidencial entre la escritora y el confesor o director espiritual (Armacanqui-
Tepacti 1999: 107-117). Las cartas escritas por Sor Manuela de Santa Ana (10)
a su confesor Pedro de Loaysa, cartas confesionales escritas por obediencia en
un singular lenguaje erótico en general espiritual pero por momentos directo,
en las que, con abierta franqueza narra su desesperación, su búsqueda de con-
suelo y sus experiencias místicas; las epístolas que María Antonia de San José
(12) envía al exjesuita Gaspar Juárez instalado en Roma después de la expul-
sión (Blanco 1942) permiten observar los pasos mediante los cuales la beata
jesuítica toma conciencia de sí y llega a definirse como criatura elegida de Dios
y heredera de la Compañía de Jesús en la organización de los Ejercicios espiri-
tuales en el territorio de la actual Argentina (Fraschina 2015); las de Sor Josefa
de los Dolores (13), dirigidas a su confesor, el jesuita Manuel Álvarez, son el
medio que –ante su ausencia- ella elige para comunicarle todo lo que pasaba
por su alma mediante un discurso ensimismado, reiterativo, moroso, detallado
en la narración de sus experiencias interiores pero parco y hasta cifrado en la
referencia al mundo exterior. Las epístolas de estas tres mujeres consagradas a
Dios permiten recorrer el paisaje interior de sus autoras quienes sin duda en-
doba (1804), 1ª. ed. Salta: Ediciones Universidad Católica de Salta, 1997. Cita tomada de Rossi
de Fiori et al (2008: 473).
10
Rosa de Santa María, en Mujica Pinilla (2001:165), Tomado de Meléndez 1681, Tesoros ver-
daderos de las Indias (t. 2: 305).
11
Sor Francisca Josefa del Castillo, en Ferrús Antón y Girona Fibla, eds., (2009: 18), tomado
de Vida de Sor Francisca Josefa del Castillo, 298.
12
Hermana María de Jesús, Escritos de la Hermana María de Jesús, en Historia del Monasterio
de Carmelitas Descalzas de San José de Bogotá y noticias breves del las Hijas del Carmen de
tienen por protagonistas a las almas del purgatorio -un tema que procedente
de Europa cobró fuerza en la Lima del siglo XVII y se expandió. A Úrsula de
Jesús (3) -la donada mulata a quien ya nos hemos referido- los muertos se le
aparecen con numerosos reclamos relacionados con las almas del purgatorio.
En su Diario -que no es tal, sino una serie de recuerdos- a través de un lenguaje
sencillo y telegráfico relata su visión de alguien que ha estado en el purgatorio:
“grandes penas, que allá había gran concierto, que cada uno tenía su lugar con-
forme a su estado -que la monja a una parte- los religiosos a otra- los seglares
-sacerdotes indios negros todas las generaciones y estados de cada uno y las
obligaciones que tenían, se les daban las penas”.13 Una reproducción de la socie-
dad estamental y jerárquica colonial, la única que Úrsula conoce.
Entre las místicas, protagonistas de éxtasis o arrobos -una vez más, una ex-
periencia basada en la tradición de las santas medievales y de Teresa de Ávila-
se recurre al “intercambio de corazones”, y al “desposorio místico” (4, 6, 8, 9, 10,
13). Al igual que lo que ocurre con Catalina de Siena (1347-1380), para las mís-
ticas de la América colonial, la concreción del amor espiritual, la unión mística
amorosa tiene su culminación en el acto de beber la sangre que brota del cos-
tado de Cristo, una sangre que mana eternamente. Una sangre que les habla de
la pasión y muerte del esposo, un acontecimiento reparador de la humanidad
y del sufrimiento con el que -entienden- les alcanzó la vida. El corazón, será
el lugar de encuentro íntimo con Cristo, de descanso amoroso, la bodega del
Cantar de los Cantares; las experiencias de intercambio de corazones en las que
el cuerpo se muestra como una mediación esencial; el abrazo amoroso que re-
lata Sor Gertrudis de San Ildefonso (11), como expresión de la unión de volun-
tades tal como hacía siglos ya lo habían manifestado Santa Lutgarda y Ángela
de Foligno. Y el desposorio místico protagonizado por Catalina de Siena y que
retoma Jerónima del Espíritu Santo Nava y Saavedra (6):
14
Gerónima del Espíritu Santo Nava y Saavedra, Jerónima Nava y Saavedra (1669-1727) Auto-
biografía de una Monja Venerable, en Herrera (2013: 249).
15
Hermana María de Jesús, Escritos de la Hermana María de Jesús en Historia del Monasterio
de Carmelitas Descalzas de Santa Fe de Bogotá, en Herrera (2013:287).
16
Sor Josefa de los Dolores Peña y Lillo, El Epistolario de Sor Josefa de los Dolores Peña y Li-
llo (Chile, 1763-1769), Araya Espinosa, Azúa Ríos, Invernizzi Santa Cruz, en Lavrin y Loreto
(2006:314), Carta 24.
17
Santa Teresa de Jesús, Obras completas: Libro de la Vida Capítulo 13, números 16 a 29; Ca-
mino de perfección, Capítulos 7 y 8.
18
Por “cuenta de conciencia” se entiende la manifestación del estado que de la propia concien-
cia hace la religiosa al Superior para que este le conozca íntimamente así en lo que atañe a sus
costumbres como en lo referente a sus afectos o propensiones.
19
Hermana María de Jesús, Escritos…, (Herrera 2013:107)
20
Hermana María de Jesús, Escritos…, (Herrera 2013:298)
21
Catalina de Jesús, Autobiografía de la Venerable Madre Sor Catalina de Jesús, (Stolley
2000:173)
22
Úrsula de Jesús, Diario espiritual, (van Deusen 2004: 55)
23
Gerónima del Espíritu Santo Nava y Saavedra, Autobiografía de una monja venerable, (He-
rrera 2013: 223)
24
Hermana María de Jesús, Escritos…, (Herrera 2013: 281)
25
Francisca Josefa de la Concepción del Castillo, Su vida, (Herrera 2013: 157)
Y esto era exactamente lo que hacían: asumían ambos roles. Eran a la vez
elegidas de Dios (2), (11), (12),intercesoras entre Dios y los hombres (9), re-
paradoras (1), (9), voceras de sus hermanas (10), corredentoras (8), (15), (6),
(4) , maestras (6), profetas, hasta de su propia muerte (9), (11), visionarias
(1), (2), (3), (5), (6), (8), (9), (10), (11), (15), amanuenses de Dios (8), sanado-
ras (3), esposas/hijas de Jesucristo -todas-, apóstolas (5), (12), (7), gozaron de
fama de santidad, aún antes de profesar como monja (2) y fueron consejeras
de la comunidad (2), (9). Desde ver su propia imagen en el altar del monas-
terio (11) -un caso extremo de auto-hagiografía- a “pícara comediante” (7),
cubrieron el más amplio abanico imaginable de roles y funciones.
Por último interesó saber cuál fue el destino de los textos producidos por
las mujeres en religión en la América del sur durante el período colonial.
Seguir el rastro de cada uno de ellos a partir de lo investigado por decenas
de historiadores y literatos durante décadas fue una tarea ardua que dio sus
frutos y permitió constatar realidades muy distintas.
A diferencia de lo que ocurre con lo escrito por Sor Juana Inés de la Cruz,
prácticamente ninguno de ellos -con la excepción de algunos párrafos del
epistolario de María Antonia de San José (12) - se publica en vida de su auto-
ra27. Es que estamos ante escritos de intimidad, en su mayoría autobiográfi-
cos, casi siempre cuentas de conciencia, y epistolarios que no fueron redacta-
dos con el objetivo de salir a la luz pública.
En la primera época -hasta mediados del siglo XVII- observamos una In-
quisición muy activa que controla (1) y confisca (2) los escritos provocando
26
Catalina de Jesús Herrera. Autobiografía de la Venerable…, (Stolley 2000: 175)
27
María Antonia de San José, El Estandarte de la Mujer Fuerte (Blanco 1942: 421-436).
para los parámetros de dicha ciudad- que aún hoy funciona con el mismo
destino. Las cartas que ella envió al exjesuita Gaspar Juárez, fueron la base
de un opúsculo -El Estandarte de la Mujer Fuerte- que circuló por Europa en
vida de ella. Iniciado el proceso de su beatificación en 1905, el Papa Benedic-
to XVI la proclamó Venerable un siglo más tarde, en 2010; Francisco la nom-
bró Beata en 2016 y en este momento está en estudio el caso de una curación
“inexplicable en términos científicos”, que se atribuye a la intercesión de la
beata rioplatense: de aceptarse, ella pasaría a ser parte del santoral católico.
Conclusiones
67
Nazarenas 1793
68
Teresa de Jesús- Sta.
Catalina de Siena - Ma.
Gerónima del E. Sta. Fe de Jerónima Nava y Saave-
No prop. auto- de Agreda- Clara de
Santo Bogotá dra (1669-1727)
6 1669-1727 Monja clarisa biográf. - Vida Asís- Sta. Gertrudis
Jerónima Nava y Nueva Gra- Autobiografía de una
Alicia Fraschina
69
Alicia Fraschina
Bibliografía