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CÓMO ESCRIBIR UN HAIKU (I)

un viento fresco
atraviesa el viñedo;
notas de otoño

En este artículo voy a darte algunas indicaciones para que


puedas escribir buenos haikus. Antes de nada, es importante
que tengas claro qué es y qué no es un haiku; lo tienes
explicado en este artículo del blog: Qué es (y qué no es) un
haiku.

En un haiku se captura un instante de manera similar a


como lo capturaríamos con una cámara de fotos. En una
fotografía, el instante queda retratado en una imagen; en un
haiku, queda plasmado en palabras. Para escribir un haiku, al
igual que para hacer una fotografía, tan importante es encontrar
un instante que merezca la pena retratar como saber retratarlo.

Para hacerte con un instante a retratar, lo ideal es que


salgas a pasear por la ciudad o el campo y prestes atención a lo
que hay alrededor. También te valdrá con estar atento cuando
vas al trabajo en transporte público o mientras estás en el coche
en mitad de un atasco o frente al semáforo en rojo. En cuanto
contemples algo que te cause un asombro, por mínimo que sea,
ya te habrás hecho con ese instante que necesitas para escribir
tu haiku.

Por ejemplo, si te ha llamado la atención cómo la gente va


con prisas por la calle, esta imagen (la gente caminando con
prisas por la calle) te valdrá perfectamente.

Una vez tengas decidida la escena que vas a mostrar, se


trata de describirla de la manera más sencilla y directa
posible, para que el lector la pueda captar sin problemas.

Por ejemplo, si la escena que quieres retratar tiene lugar al

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atardecer, podrías poner, en uno de los versos, un “se pone el


sol”.

Evita describir de manera poética: si para referirte al sol


usas una expresión retórica como “el astro rey”, en vez de,
simplemente, “el sol”, estarás haciendo que lo que llame la
atención sea el texto en sí, más que el instante descrito, y, con
ello, distraerás al lector. En un haiku, no son las palabras las
que han de impresionar, sino lo que comunicamos con ellas.

En general, has de evitar las metáforas, como la del


ejemplo anterior; “el astro rey” es una metáfora porque el sol
no es un rey, excepto figuradamente. En este caso, se trata de
una forma conocida de llamar al sol, pero, aun así, es preferible
no usarla.

Una metáfora la puedes usar en caso de que sea


meramente descriptiva. Por ejemplo, la expresión “se pone el
sol” es también una metáfora, porque el sol, en realidad, no se
pone en ningún sitio, como sí se pone, qué sé yo, un plato en
una mesa, pero se trata de una forma aceptada y coloquial de
hacer referencia al ocaso, y no distraerá al lector.

De la misma manera, has de evitar poner los adjetivos a la


izquierda del sustantivo o alterar el orden natural de los
elementos de la frase de cualquier otra forma. Por ejemplo, si
quieres describir unos campos verdes, hazlo así, de manera que
suene lo más natural posible: “los campos verdes”. Si, en
cambio, escribes “los verdes campos”, el lector se fijará en las
palabras en sí, en lugar de en esos campos verdes de los que le
estás hablando.

Si pones verbos, ponlos en presente. Si necesitas


mencionar algo que haya sucedido con anterioridad al instante
que te ha llamado la atención, puedes hacerlo en pasado. Por
ejemplo, si quieres mostrar cómo, tras un diluvio, el sol vuelve
a brillar, puedes mencionar primero la lluvia...

Ha diluviado

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… y luego ya describir el momento en el que brilla el sol:

y ahora, de nuevo,
brilla el sol.

Procura que el lector pueda visualizar la escena sin


problemas. Por ejemplo, si yo escribo...

Día de playa
y de pronto empieza
a diluviar.

... el lector no tendrá manera de saber si en la playa había


mucha gente o, por el contrario, apenas la había. En cambio, si
escribo...

Playa repleta
y de pronto empieza
a diluviar.

... entonces el lector podrá hacerse una imagen más nítida


del instante en cuestión. Aún faltaría mostrar con algo más de
detalle el momento en el que empezó a llover: cómo primero se
oyó un trueno, cómo la gente se apresuró a recoger... No es
fácil, ya que el espacio, en un haiku, es muy poco.

El haiku lo has de escribir en el formato propio del género,


es decir, en 17 sílabas distribuidas en tres versos, de 5, 7 y
5 sílabas, respectivamente. Esta métrica es flexible: no
tienen por qué ser exactamente 5, 7 y 5 sílabas, sino que
podrían ser 6, 6 y 5, por ejemplo; te hablaré de ello un poco
más abajo. Has de tener en cuenta, en cualquier caso, que se
trata de sílabas métricas, y no de sílabas gramaticales.

Te explicaré brevemente cuál es la manera de contar las


sílabas métricas de un verso:

Primero has de contar las sílabas de manera normal, es


decir, tal como te enseñaron en la escuela. Con ello habrás

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obtenido el número de sílabas gramaticales. Por ejemplo, el


siguiente verso...

el mar azul

... tiene 4 sílabas gramaticales:

el-mar-a-zul (4)

Luego has de modificar este número en función de dónde


tenga el acento la última palabra del verso. Si el verso acaba en
palabra aguda, se cuenta una sílaba más:

el mar azul

el-már-a-zúl (4+1=5)

Si el verso termina en palabra esdrújula, se cuenta una


sílaba menos:

cantan los pájaros

cán-tan-los-pá-ja-ros (6-1=5)

Si el verso termina en palabra llana, no se suma ni se


resta ninguna sílaba:

Sol de febrero

sól-de-fe-bré-ro (5)

Por último, has de modificar el número en función de los


fenómenos fonéticos que se produzcan en el verso: sinalefas,
elisiones, sinéresis... Aquí te hablaré únicamente de las
sinalefas, y sólo de las que se producen entre dos sílabas (se
pueden producir también entre tres).

Se produce una sinalefa cuando dos o más sílabas que


pertenecen a palabras distintas se pronuncian con un único
golpe de voz.

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En el siguiente verso se produce una sinalefa, ya que, al


leerlo, la última sílaba de la primera palabra y la primera de la
segunda palabra se pronuncian en una única sílaba:

corté una rama

cor-(téu)-na-rá-ma

Si se produce una sinalefa, se cuenta una sílaba menos.


Así, en el verso anterior, es número de sílabas es 5, y no 6.

Para que se produzca una sinalefa, tiene que suceder que


el último sonido de una palabra sea vocálico y el primero de la
siguiente también lo sea.

Como ya había comentado, no es necesario que un haiku


tenga exactamente 5-7-5 sílabas, aunque, si las tiene, será más
valorado por muchos lectores; esto es algo a tener muy en
cuenta si, por ejemplo, lo escribes para presentarlo a un
concurso.

Así, podemos escribirlo en, por ejemplo, 6-6-5, 7-5-5 o 5-


6-5 sílabas, y no por ello se leerá mal. Un primer verso de un
haiku suele quedar bien con 5 o 6 sílabas, y, en ocasiones,
también queda bien con 7 sílabas, mientras que el segundo
suele quedar bien con 6 o 7 sílabas, y, en ocasiones, también
queda bien con 5 sílabas. El verso final es el que menos
flexibilidad permite, y, por lo general, sólo suele quedar bien
cuando tiene exactamente 5 sílabas.

De todas maneras, has de tener en cuenta que el hecho de


que un verso quede bien o no, no depende únicamente del
número de sílabas métricas, sino que entran en juego otros
factores: por ejemplo, la distribución de las sílabas tónicas en el
verso.

Fíjate: como último verso de un haiku nos valdría tanto “la


primavera” como “y la primavera”, por más que uno tenga 5
sílabas...

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la-pri-ma-vé-ra

... y el otro tenga 6:

y-la-pri-ma-vé-ra

La razón es que en ambos hay, en realidad, una única


sílaba tónica, la de la palabra primavera (ya que tanto la
conjunción (y) como el artículo (la) se consideran palabras
atonas, es decir, no se carga en ellas la voz); esto da como
resultado que, a efectos de ritmo, ambos versos se leen
prácticamente igual.

Verás que en ocasiones no resulta nada sencillo decir en


un número concreto y tan reducido de sílabas aquello que
necesitamos decir. Por ejemplo, si necesitases cerrar el haiku
haciendo referencia a, pongamos, una mariposa, podrías hacerlo
sin problemas (“la mariposa”; 5 sílabas), pero si, en cambio,
necesitases hacer referencia a una autopista, te costaría más,
porque “la autopista” tiene sólo 4 sílabas (se produce una
sinalefa), y no quedaría bien como último verso.

Una solución es recurrir a sinónimos. Por ejemplo, podrías


substituir la palabra autopista por la palabra carretera, y con
ello ya no se produciría la sinalefa: “la-ca-rre-té-ra”. Eso sí,
estarías cambiando ligeramente la escena mostrada, ya que una
carretera no es lo mismo que una autopista, y tendrías que ver
entonces si para la escena que quieres mostrar y la emoción
que pretendes transmitir te vale igual una carretera que una
autopista.

Bueno, pues hasta aquí el artículo. Espero que estas


indicaciones que te he dado te resulten útiles.

Un saludo,

César Sánchez

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