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Las repercusiones de la revolución industrial en la cotidianeidad de

la humanidad

La revolución industrial se define como el cambio revolucionario en el modo


de producir bienes y servicios. Dicha revolución afectó no solamente a la
industria sino a toda la organización económica y social, que permitió el
crecimiento económico a nivel mundial.
Social y demográficamente hablando, este proceso histórico trajo consigo el
incremento –aunque, según Dobb, no aumentó la tasa de natalidad sino, más
bien, disminuyó la tasa de mortalidad y morbilidad en distintas regiones
geográficas- de la población y, en consecuencia, de la mano de obra; desde un
punto de vista económico, se puede considerar un crecimiento económico a
nivel mundial a pesar de las distintas crisis por las que pasó el sistema
capitalista, el tema de la mercantilización y producción de los productos pasa
por un proceso de globalización y sofisticación; a pesar de lo mencionado, la
revolución industrial ha producido cambios negativos a la humanidad, por
ejemplo la automatización y sofisticación de los bienes y servicios, y nuestra
sedentaria dependencia a ellos, esta sofisticación trajo consigo una serie de
daños muchas veces irreversibles al ecosistema en el que vivimos, las
relaciones entre los países céntricos y periféricos reafirman cada vez más las
desigualdades socioeconómicas a nivel global.
Durante este periodo inventos como la máquina de telar, la máquina de vapor,
el telégrafo, el petróleo, la transformación del hierro en acero y la aparición de
la electricidad, fueron fundamentales para el cambio de modelo productivo,
pasando del autoconsumo a un modelo empresarial y global.
Previamente, múltiples factores como el aumento de la producción agraria, la
mano de obra abundante, el capital, la expansión del comercio, las
innovaciones técnicas, la mentalidad empresarial y la política favorable,
fueron vitales para hacer posible el comienzo de dicha revolución. La
revolución industrial ha sido el mayor acontecimiento en la historia de la
humanidad, tanto social como económicamente.
Este cambio crucial transformó radicalmente el proceso de producción. No
solo exigió que los obreros se concentraran en un único lugar de trabajo –la
fábrica-, hecho que había sucedido con anterioridad en el período de la
“manufactura”, como lo denominó Marx, sino que impulsó al proceso de
producción un carácter colectivo, como actividad de un equipo en parte
mecánico y, en parte, humano. Una característica de este proceso colectivo fue
el incremento de la división del trabajo hasta un grado de complejidad no
conocido antes, y su incremento, por lo demás, en un grado insospechado
dentro de lo que constituía una única unidad o equipo de producción. Otra
característica fue que las actividades del productor humano debieron
adecuarse cada vez más al ritmo y a los movimientos del proceso mecánico,
cambio del equilibrio técnico que tuvo su reflejo socioeconómico en la
creciente dependencia del trabajo respecto del capital y en el papel cada vez
más acusado del capitalista como fuerza coercitiva y disciplinaria aplicada al
productor humano en las operaciones de éste trabajo.

Desde el punto de vista social, desde Europa se impulsó un crecimiento


constante de la población, favorecido por los movimientos migratorios (se
calcula que hubo un movimiento migratorio entre Europa y América de unos
50 millones de personas) y por la creación de una nueva estructura social más
a favor de la familia nuclear. En esta época crecieron el número de ciudades
por todo el mundo, y aparece la “ciudad industrial” que nacía y se desarrollaba
en torno a una industria concreta. La población se va a dividir en tres clases
sociales diferentes: la burguesía, el proletariado y la clase media.
Desde el punto de vista económico, a partir de la revolución se puede
comenzar a hablar de un “crecimiento económico sostenible”, no constante en
momentos puntuales debido a las crisis cíclicas derivadas del capitalismo, y se
aumenta la producción para la venta y no para el autoconsumo, de manera que
la venta de los productos se globaliza. También se desarrolla el término de la
división espacial del trabajo.
Aunque la revolución industrial haya afectado de forma positiva a la
humanidad, también ha tenido consecuencias desfavorables: • Las sociedades
se han vuelto totalmente dependientes de la industria, extendiendo el uso de
las máquinas a todas las esferas de la vida, involucionando nuestras
capacidades como puede ser la memoria o incluso nuestra salud debido a una
vida sedentaria.
En cuanto a nuestro planeta, La Tierra, hemos ocasionado lesiones casi
irreversibles; debido a nuestro afán por evolucionar utilizamos recursos
naturales a los que no damos tiempo a renovarse y como consecuencia además
de transformar radicalmente el paisaje, contaminamos y destruimos nuestra
propia fuente de recursos.
Se han producido desigualdades económicas debido al capitalismo, lo que ha
generado un mundo más injusto con grandes diferencias entre los países
desarrollados y los no desarrollados.
La Revolución industrial ha supuesto un gran cambio de manera positiva en
nuestras vidas, aunque hemos dejado a un lado varios aspectos que debemos
corregir, como es el medioambiente, los aspectos sociales y las desigualdades
económicas, y si no hacemos algo para remediarlo, sufriremos graves
consecuencias a largo plazo.

Referencia bibliográfica

Dobb, M. (1971). Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. Argentina:


Siglo Veintiuno Editores.

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