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1.

  MEMORIA AGRADECIDA DEL AÑO 2019  


El año 2019 se nos va de las manos... no podemos aferrarnos a él, ni
detenerlo. No podemos añorarlo, ignorarlo ni manipularlo.  
Sólo cabe tener una ACTITUD DE ACOGIDA silenciosa de todo lo que
hemos vivido y nos ha afectado más íntimamente.  
(En silencio recordamos y acogemos aquellas situaciones que más nos
han marcado durante este año).  
HACEMOS MEMORIA de los sucesos más notorios que hemos
escuchado en las noticias y han conmovido a la humanidad. No podemos
permanecer indiferentes ante lo que sucede a nuestros hermanos en el
mundo.
Nombramos algunos en voz alta  
AGRADECEMOS todos los dones recibidos día tras día a lo largo del año
2016  
Señor, Dios nuestro, dueño del tiempo y de la eternidad,
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello que recibí de TI.  
Gracias por la vida y el amor,
la salud, la enfermedad y la muerte.
Gracias por la creación, por el agua, el aire y el sol.
Gracias por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Gracias por la fe, la alegría, la esperanza y el amor.
Gracias por tu Palabra, la comunidad cristiana
y los sacramentos.
Gracias por tu Presencia en mi vida,
que me cuida, rodea, protege, sustenta.  
Te ofrezco lo que soy y lo que tengo. 
Te presento a mi familia, a mis amigos,  
a las personas que viven cerca de mí 
y a las que están lejos,
las que me dieron su mano
y las que me cerraron su puerta.
Aquellas con las que compartí la vida,
el trabajo, el dolor y la alegría.  
Señor, al finalizar el año quiero pedirte perdón
por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.
Perdón por la indiferencia hacia los que peor lo pasan.
Perdón por mi egocentrismo que me aísla de los hermanos.  
Pido tu ayuda para ser constante en la fe,
generoso en el amor
y valiente en las dificultades. Amén.      
2.  CAMINOS PARA EL AÑO NUEVO  
Estrenamos otro año. No viene vacío sino habitado por la presencia de Dios Amor
y el cuidado de María, Madre. El Señor nos ofrece nueva vida, nuevas
oportunidades, tiempo nuevo.
 Año nuevo, tiempo de soñar, de no dejarnos robar la esperanza.
 Año nuevo, camino con Jesús.
 Año nuevo, con la presencia de José y María.
 Año nuevo, con la Luz de la Palabra
 Año nuevo, oportunidad para crear puentes de encuentro.
 Año nuevo, con el don y la tarea de la paz.
 Año nuevo, para aventurar la vida en los caminos del Evangelio.
 Año nuevo, tiempo para orar: Señor, aquí está mi vida.
Padre, me pongo en tus manos, 
haz de mí lo que quieras, 
sea lo que sea,
te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo, 
lo acepto todo, 
con tal que tu voluntad se cumpla en mí, 
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma, 
te la doy con todo el amor de que soy capaz, 
porque te amo.
Y necesito darme, 
ponerme en tus manos sin medida, 
con una infinita confianza, 
porque Tú eres mi Padre (Charles de Foucauld).
Un día de balance. Nuestro tiempo es breve. Es parte muy importante de la
herencia recibida de Dios.

– Actos de contrición por nuestros errores y pecados cometidos en este año que
termina. Acciones de gracias por los muchos beneficios recibidos.

– Propósitos para el año que comienza.

I. Hoy, es un buen momento para hacer balance del año que ha pasado y
propósitos para el que comienza. Buena oportunidad para pedir perdón por lo que
no hicimos, por el amor que faltó; buena ocasión para dar gracias por todos los
beneficios del Señor. La Iglesia nos recuerda que somos peregrinos. Ella misma
está presente en el mundo y, sin embargo, es peregrina (1). Se dirige hacia su
Señor peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Diosƒy
(2).

Nuestra vida es también un camino lleno de tribulaciones y de consuelos de Dios.


Tenemos una vida en el tiempo, en la cual nos encontramos ahora, y otra más allá
del tiempo, en la eternidad, hacia la cual se dirige nuestra peregrinación. El
tiempo de cada uno es una parte importante de la herencia recibida de Dios; es la
distancia que nos separa de ese momento en el que nos presentaremos ante
nuestro Señor con las manos llenas o vacías. Sólo ahora, aquí, en esta vida,
podemos merecer para la otra. En realidad, cada día nuestro es un tiempo que
Dios nos regala para llenarlo de amor a Él, de caridad con quienes nos rodean, de
trabajo bien hecho, de ejercitar las virtudes…, de obras agradables a los ojos de
Dios. Ahora es el momento de hacer el tesoro que no envejece. Este es, para cada
uno, el tiempo propicio, éste es el día de la salud (3). Pasado este tiempo, ya no
habrá otro.

El tiempo del que cada uno de nosotros dispone es corto, pero suficiente para
decirle a Dios que le amamos y para dejar terminada la obra que el Señor nos
haya encargado a cada uno. Por eso nos advierte San Pablo: andad con prudencia,
no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo (4), pues pronto
viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar (5). Verdaderamente es corto
nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar. No es justo, por tanto, que
lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no
podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno(6).
San Pablo, considerando la brevedad de nuestro paso por la tierra y la
insignificancia que tienen las cosas en sí mismas, dice: pasa la sombra de este
mundo (7). Esta vida, en comparación de la que nos espera, es como su sombra.

La brevedad del tiempo es una llamada continua a sacarle el máximo rendimiento


de cara a Dios. Hoy, en nuestra oración, podríamos preguntarnos si Dios está
contento con la forma en que hemos vivido el año que ha pasado. Si ha sido bien
aprovechado o, por el contrario, ha sido un año de ocasiones perdidas en el
trabajo, en el apostolado, en la vida de familia; si hemos abandonado con
frecuencia la Cruz, porque nos hemos quejado con facilidad al encontrarnos con
la contradicción y con lo inesperado.

Cada año que pasa es una llamada para santificar nuestra vida ordinaria y un
aviso de que estamos un poco más cerca del momento definitivo con Dios.

No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no


desfallecemos. Por consiguiente, mientras hay tiempo hagamos el bien a todos
(8).

II. Al hacer examen es fácil que encontremos, en este año que termina, omisiones
en la caridad, escasa laboriosidad en el trabajo profesional, mediocridad
espiritual aceptada, poca limosna, egoísmo, vanidad, faltas de mortificación en
las comidas, gracias del Espíritu Santo no correspondidas, intemperancia, mal
humor, mal carácter, distracciones más o menos voluntarias en nuestras prácticas
de piedad… Son innumerables los motivos para terminar el año pidiendo perdón
al Señor, haciendo actos de contrición y de desagravio. Miramos cada uno de los
días del año y cada día hemos de pedir perdón, porque cada día hemos ofendido
(9). Ni un solo día se escapa a esta realidad: han sido muchas nuestras faltas y
nuestros errores. Sin embargo, son incomparablemente mayores los motivos de
agradecimiento, en lo humano y en lo sobrenatural. Son incontables las mociones
del Espíritu Santo, las gracias recibidas en el sacramento de la Penitencia y en la
Comunión eucarística, los cuidados de nuestro Angel Custodio, los méritos
alcanzados al ofrecer nuestro trabajo o nuestro dolor por los demás, las
numerosas ayudas que de otros hemos recibido. No importa que de esta realidad
sólo percibamos ahora una parte muy pequeña. Demos gracias a Dios por todos
los beneficios recibidos durante el año.

Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque
con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran
estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más
pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a
los otros. Pues, cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que
está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo
para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios; porque somos tan
miserables y tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de
acá de hecho con gran desasimiento, quien no entiende tiene alguna prenda de lo
de allá (10).

Terminar el año pidiendo perdón por tantas faltas de correspondencia a la gracia,


por tantas veces como Jesús se puso a nuestro lado y no hicimos nada por verle y
le dejamos pasar; a la vez, terminar el año agradeciendo al Señor la gran
misericordia que ha tenido con nosotros y los innumerables beneficios, muchos
de ellos desconocidos por nosotros mismos, que nos ha dado el Señor.

Y junto a la contrición y el agradecimiento, el propósito de amar a Dios y de


luchar por adquirir las virtudes y desarraigar nuestros defectos, como si fuera el
último año que el Señor nos concede.

III. En estos últimos días del año que termina y en los comienzos del que
empieza nos desearemos unos a otros que tengamos un buen año. Al portero, a la
farmacéutica, a los vecinos…, les diremos Feliz año nuevo! o algo semejante. Un
número parecido de personas nos desearán a nosotros lo mismo, y les daremos
las gracias.

Pero, qué es lo que entienden muchas gentes por un año bueno, un año lleno de
felicidad, etcétera? Es, a no dudarlo, que no sufráis en este año ninguna
enfermedad, ninguna pena, ninguna contrariedad, ninguna preocupación, sino al
contrario, que todo os sonría y os sea propicio, que ganéis bastante dinero y que
el recaudador no os reclame demasiado, que los salarios se vean incrementados y
el precio de los artículos disminuya, que la radio os comunique cada mañana
buenas noticias. En pocas palabras, que no experimentéis ningún
contratiempo(11).

Es bueno desear estos bienes humanos para nosotros y para los demás, si no nos
separan de nuestro fin último. El año nuevo nos traerá, en proporciones
desconocidas, alegrías y contrariedades. Un año bueno, para un cristiano, es
aquel en el que unas y otras nos han servido para amar un poco más a Dios. Un
año bueno para un cristiano no es aquel que viene cargado, en el supuesto de que
fuera posible, de una felicidad natural al margen de Dios. Un año bueno es aquel
en el que hemos servido mejor a Dios y a los demás, aunque en el plano humano
haya sido un completo desastre. Puede ser, por ejemplo, un buen año aquel en el
que apareció la grave enfermedad, tantos años latente y desconocida, si supimos
santificarnos con ella y santificar a quienes estaban a nuestro alrededor.

Cualquier año puede ser el mejor año si aprovechamos las gracias que Dios nos
tiene reservadas y que pueden convertir en bien la mayor de las desgracias. Para
este año que comienza Dios nos ha preparado todas las ayudas que necesitamos
para que sea un buen año. No desperdiciemos ni un solo día. Y cuando llegue la
caída, el error o el desánimo, recomenzar enseguida. En muchas ocasiones, a
través del sacramento de la Penitencia.

Que tengamos todos un buen año! Que podamos presentarnos delante del Señor,
una vez concluido, con las manos llenas de horas de trabajo ofrecidas a Dios,
apostolado con nuestros amigos, incontables muestras de caridad con quienes nos
rodean, muchos pequeños vencimientos, encuentros irrepetibles en la
Comunión…

Hagamos el propósito de convertir las derrotas en victorias, acudiendo al Señor y


recomenzando de nuevo.

Pidamos a la Virgen la gracia de vivir este año que comienza luchando como si
fuera el último que el Señor nos concede.
El fin de año momento para pedir perdón y agradecer
¡Que tengamos todos un buen año! Que podamos presentarnos delante del Señor con las
manos llenas.

Por: Francisco Fernández Carvajal | Fuente: encuentra.com

Un día de balance. Nuestro tiempo es breve. Es parte muy importante de la


herencia recibida de Dios.

Actos de contrición por nuestros errores y pecados cometidos en este año que
termina. Acciones de gracias por los muchos beneficios recibidos.
 

Propósitos para el año que comienza

I. Hoy, es un buen momento para hacer balance del año que ha pasado y
propósitos para el que comienza. Buena oportunidad para pedir perdón por lo
que no hicimos, por el amor que faltó; buena ocasión para dar gracias por todos
los beneficios del Señor. La Iglesia nos recuerda que somos peregrinos. Ella misma
está presente en el mundo y, sin embargo, es peregrina (1). Se dirige hacia su
Señor peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Diosƒy
(2).

Nuestra vida es también un camino lleno de tribulaciones y de consuelos de Dios.


Tenemos una vida en el tiempo, en la cual nos encontramos ahora, y otra más allá
del tiempo, en la eternidad, hacia la cual se dirige nuestra peregrinación. El tiempo
de cada uno es una parte importante de la herencia recibida de Dios; es la
distancia que nos separa de ese momento en el que nos presentaremos ante
nuestro Señor con las manos llenas o vacías. Sólo ahora, aquí, en esta vida,
podemos merecer para la otra. En realidad, cada día nuestro es un tiempo que
Dios nos regala para llenarlo de amor a Él, de caridad con quienes nos rodean, de
trabajo bien hecho, de ejercitar las virtudes…, de obras agradables a los ojos de
Dios. Ahora es el momento de hacer el tesoro que no envejece. Este es, para cada
uno, el tiempo propicio, éste es el día de la salud (3). Pasado este tiempo, ya no
habrá otro.

El tiempo del que cada uno de nosotros dispone es corto, pero suficiente para
decirle a Dios que le amamos y para dejar terminada la obra que el Señor nos
haya encargado a cada uno. Por eso nos advierte San Pablo: andad con prudencia,
no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo (4), pues pronto
viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar (5). Verdaderamente es corto
nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar. No es justo, por tanto, que
lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no
podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno(6).

San Pablo, considerando la brevedad de nuestro paso por la tierra y la


insignificancia que tienen las cosas en sí mismas, dice: pasa la sombra de este
mundo (7). Esta vida, en comparación de la que nos espera, es como su sombra.

La brevedad del tiempo es una llamada continua a sacarle el máximo rendimiento


de cara a Dios. Hoy, en nuestra oración, podríamos preguntarnos si Dios está
contento con la forma en que hemos vivido el año que ha pasado. Si ha sido bien
aprovechado o, por el contrario, ha sido un año de ocasiones perdidas en el
trabajo, en el apostolado, en la vida de familia; si hemos abandonado con
frecuencia la Cruz, porque nos hemos quejado con facilidad al encontrarnos con la
contradicción y con lo inesperado.

Cada año que pasa es una llamada para santificar nuestra vida ordinaria y un aviso
de que estamos un poco más cerca del momento definitivo con Dios.
No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no
desfallecemos. Por consiguiente, mientras hay tiempo hagamos el bien a todos
(8).

II. Al hacer examen es fácil que encontremos, en este año que termina,
omisiones en la caridad, escasa laboriosidad en el trabajo profesional, mediocridad
espiritual aceptada, poca limosna, egoísmo, vanidad, faltas de mortificación en las
comidas, gracias del Espíritu Santo no correspondidas, intemperancia, mal humor,
mal carácter, distracciones más o menos voluntarias en nuestras prácticas de
piedad… Son innumerables los motivos para terminar el año pidiendo
perdón al Señor, haciendo actos de contrición y de desagravio. Miramos
cada uno de los días del año y cada día hemos de pedir perdón, porque cada día
hemos ofendido (9). Ni un solo día se escapa a esta realidad: han sido muchas
nuestras faltas y nuestros errores. Sin embargo, son incomparablemente mayores
los motivos de agradecimiento, en lo humano y en lo sobrenatural. Son
incontables las mociones del Espíritu Santo, las gracias recibidas en el sacramento
de la Penitencia y en la Comunión eucarística, los cuidados de nuestro Angel
Custodio, los méritos alcanzados al ofrecer nuestro trabajo o nuestro dolor por los
demás, las numerosas ayudas que de otros hemos recibido. No importa que de
esta realidad sólo percibamos ahora una parte muy pequeña. Demos gracias a
Dios por todos los beneficios recibidos durante el año.
Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir y procurar no ser ingratos, porque
con esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran
estado en que nos pone, nos lo tornará a tomar y nos quedaremos muy más
pobres, y dará Su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a
los otros. Pues, cómo aprovechará y gastará con largueza el que no entiende que
está rico? Es imposible, conforme a nuestra naturaleza, a mi parecer, tener ánimo
para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios; porque somos tan
miserables y tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de
acá de hecho con gran desasimiento, quien no entiende tiene alguna prenda de lo
de allá (10).

Terminar el año pidiendo perdón por tantas faltas de correspondencia a la gracia,


por tantas veces como Jesús se puso a nuestro lado y no hicimos nada por verle y
le dejamos pasar; a la vez, terminar el año agradeciendo al Señor la gran
misericordia que ha tenido con nosotros y los innumerables beneficios, muchos de
ellos desconocidos por nosotros mismos, que nos ha dado el Señor.

Y junto a la contrición y el agradecimiento, el propósito de amar a Dios y de luchar


por adquirir las virtudes y desarraigar nuestros defectos, como si fuera el último
año que el Señor nos concede.

III.
En estos últimos días del año que termina y en los comienzos del que
empieza nos desearemos unos a otros que tengamos un buen año. Al
portero, a la farmacéutica, a los vecinos…, les diremos Feliz año nuevo! o algo
semejante. Un número parecido de personas nos desearán a nosotros lo mismo, y
les daremos las gracias.

Pero, qué es lo que entienden muchas gentes por un año bueno, un año lleno de
felicidad, etcétera? Es, a no dudarlo, que no sufráis en este año ninguna
enfermedad, ninguna pena, ninguna contrariedad, ninguna preocupación, sino al
contrario, que todo os sonría y os sea propicio, que ganéis bastante dinero y que
el recaudador no os reclame demasiado, que los salarios se vean incrementados y
el precio de los artículos disminuya, que la radio os comunique cada mañana
buenas noticias. En pocas palabras, que no experimentéis ningún
contratiempo(11).

Es bueno desear estos bienes humanos para nosotros y para los demás, si no nos
separan de nuestro fin último. El año nuevo nos traerá, en proporciones
desconocidas, alegrías y contrariedades. Un año bueno, para un cristiano, es aquel
en el que unas y otras nos han servido para amar un poco más a Dios. Un año
bueno para un cristiano no es aquel que viene cargado, en el supuesto de que
fuera posible, de una felicidad natural al margen de Dios. Un año bueno es aquel
en el que hemos servido mejor a Dios y a los demás, aunque en el plano humano
haya sido un completo desastre. Puede ser, por ejemplo, un buen año aquel en el
que apareció la grave enfermedad, tantos años latente y desconocida, si supimos
santificarnos con ella y santificar a quienes estaban a nuestro alrededor.

Cualquier año puede ser el mejor año si aprovechamos las gracias que Dios nos
tiene reservadas y que pueden convertir en bien la mayor de las desgracias. Para
este año que comienza Dios nos ha preparado todas las ayudas que necesitamos
para que sea un buen año. No desperdiciemos ni un solo día. Y cuando llegue la
caída, el error o el desánimo, recomenzar enseguida. En muchas ocasiones, a
través del sacramento de la Penitencia.

Que tengamos todos un buen año! Que podamos presentarnos delante del Señor,
una vez concluido, con las manos llenas de horas de trabajo ofrecidas a Dios,
apostolado con nuestros amigos, incontables muestras de caridad con quienes nos
rodean, muchos pequeños vencimientos, encuentros irrepetibles en la Comunión…
Hagamos el propósito de convertir las derrotas en victorias, acudiendo al Señor y
recomenzando de nuevo.

Pidamos a la Virgen la gracia de vivir este año que comienza luchando como si
fuera el último que el Señor nos concede.
Moniciones Misa Vispera de Año Nuevo – Ciclo A
INTRODUCCION

Hermanos bienvenidos a esta Eucaristía del último día del año 2010.

Hoy culmina un año más en la historia de la humanidad y en la historia de nuestras propias vidas, y queremos
terminarlo con los ojos y el corazón puestos en Jesús, nacido en Belén. Él, esta más allá de la historia, pero la guía,
la orienta y le da sentido. En este día de fin de año, pidamos a Jesucristo, Señor del Tiempo,  que el mundo entero y
nosotros mismos, podamos dar pasos decisivos, en el año que comienza, a un nuevo tiempo, donde El reine y ocupe
el lugar que le corresponde. Y  pidámosle a María, Nuestra Madre Celestial, que nos ilumine la razón para que
realmente podamos analizar nuestro accionar en el camino recorrido hasta aquí, como así también que encienda
nuestros corazones para una entrega generosa y para estar dispuestos a ser verdaderos dadores de Vida.

Nos ponemos de pie y recibimos al celebrante.

INTRODUCCION A LAS LECTURAS

San Juan nos enseña que por estar ungidos con el Espíritu de la Verdad, nosotros no podemos desear, ni obrar mal.
El apóstol san Juan expresa que Cristo es la Palabra que se ha hecho carne entre nosotros y su Palabra, es la vedad
que todo hombre necesita.

ORACION DE LOS FIELES

A cada intención respondemos: “SEÑOR DEL TIEMPO, ESCUCHANOS”

Por la Iglesia universal, para que siga proclamando en todo momento y en todo tiempo, que Cristo – Jesús, es el
Señor, el Rey de Reyes, el Salvador. OREMOS.

Por los pastores de la iglesia, para que sus vidas, sean manifestación perenne del amor de Dios, y su testimonio,
refleje a todos los hombres de la tierra, a Cristo vivo y presente , ayer, hoy y siempre. OREMOS
Por el mundo, para que en este nuevo año que se inicia, sea propicio para el acercamiento de todos los pueblos, sin
distinción alguna, especialmente, de aquellos que viven la tragedia de la guerra, la violencia y el terrorismo, y que
se desplieguen por todas partes, las banderas de la paz, justicia y verdad. OREMOS.,

Por nuestra comunidad parroquial, para que juntos iniciemos con optimismo y confianza el año venidero y con
esfuerzo y firmeza, con fe y amor, hagamos realidad los proyectos para la construcción de nuestro templo.
OREMOS.

Vamos a pedir muy especialmente por la Hermana Silvana, para que el niño Jesús, María y José  la acompañen
siempre por los caminos que nuestro Señor le señale. Te vamos a extrañar. OREMOS.

Por nosotros aquí reunidos en este ultimo día del año, para que encontremos siempre en la Eucaristía, el alimento
del espíritu, que nos fortalezca y ayude a profundizar la verdad de nuestra fe, para amar mas al Señor y a los
Hermanos. OREMOS

OFRENDAS

    Junto con el Pan y el Vino, depositamos en el altar todos los trabajos, sufrimientos y alegrías vividos en este año
que se termina.

COMUNION

    Caminamos hacia el Altar, confiados de que al recibir la comunión con Cristo quedaremos inundados de esa
Vida, llena de entusiasmo, para ser entregada a los demás.

DESPEDIDA

Hermanos, demos gracias a Dios por todo lo que nos ha regalado durante el año que hoy termina, y pidámosle,
desde lo más profundo de nuestro corazón, que en el nuevo año que está por comenzar, su presencia sea Luz y Guía
de nuestras vidas, y María, mediadora de Gracias, dadora de vida y madre nuestra, nos haga tener un corazón
abierto a todos.

    Nos vamos con María, Medianera de Gracias, Dadora de Vida y Madre nuestra, agradecidos de todo lo que
hemos recibido y pidiendo, con sincero amor y humildad, un corazón abierto a todos.

ORACION DE MEDITACION
ACCION DE GRACIAS

Señor…

Dueño del tiempo y de la eternidad

Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro

Al terminar este año queremos darte gracias,

Por todo aquello que recibimos de Ti

Gracias por nuestras familias y amigos,

Gracias por la vida y el amor, por las flores

Por el aire y el sol, por la alegría y el dolor,

Por todo cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrecemos cuanto hicimos en este año,

 El trabajo que pudimos realizar,

Las cosas que pasaron por nuestras manos,

Y lo que con ellas pudimos construir.

Pero también te pedimos perdón,

Por no realizar lo que Tú querías,

Por pereza, por conformista y por qué no, por cobardía

Pronto iniciaremos un nuevo año

Y detengo mi vida, ante el nuevo calendario aun sin estrenar,

Te pedimos, la paz y la alegría,

La fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.


Que nuestro espíritu, se llene de bendiciones,

Cólmanos de bondad y de alegría

Para que cuantos conviven con nosotros,

O los que se nos acerquen,

Encuentren en nuestras vidas.4

Un poquito de ti

Amén.

ORACIÓN PARA FIN DE AÑO

 
 
 
 
En estos últimos momentos del año que ya termina,
heme aquí, Señor, en el silencio y en recogimiento
para decirte GRACIAS,
para solicitarte: AYUDA,
para implorarte: PERDÓN.

GRACIAS,
Señor por la paz, por la alegría,
por la unión que los hombres, mis hermanos, me han brindado,
por esos ojos que con ternura y comprensión me miraron.
Por esa mano oportuna que me levantó,
por esos labios cuyas palabras y sonrisa me alentaron,
por esos oídos que me escucharon,
por ese corazón que amistad, cariño y amor me dieron.
Gracias, Señor por el éxito que me estimuló,
por la salud que me sostuvo,
por la comodidad y diversión que me descansaron.
Gracias, señor... me cuesta decírtelo...
por la enfermedad, por el fracaso, por la desilusión,
por el insulto, por el engaño, por la injusticia,
por la soledad, por el fallecimiento del ser querido.
Tu lo sabes, Señor, cuán difícil fue aceptarlo;
quizá estuve al punto de la desesperación,
pero ahora me doy cuenta
que todo esto me acercó más a Ti.
¡Tú sabes lo que hiciste!
Gracias, Señor, sobre todo por la fe
que me has dado en Ti y en los hombres.
Por esa fe que se tambaleó
pero que Tú nunca dejaste de fortalecer
cuando tantas veces encorvado bajo el peso del desánimo
me hizo caminar en el sendero de la verdad
a pesar de la oscuridad.

AYUDA
Te he venido también a implorar
para el año que muy pronto va a comenzar.
Lo que el futuro me deparará, lo desconozco Señor.
Vivir en la incertidumbre, en la duda,
no me gusta, me molesta, me hace sufrir.
Pero sé que Tú siempre me ayudarás.
Yo te puedo dar la espalda. Soy libre.
Tú nunca me la darás. Eres fiel.
Yo sé que me tenderás la mano.
Tu sabes que yo no siempre la tomaré.
Por eso, hoy te pido que me ayudes a ayudarte,
que llenes mi vida de esperanza y generosidad.
No abandones la obra de tus manos. Señor.

PERDÓN
No podría retirarme sin pronunciar
esa palabra que tantas veces,
te debí de haber dicho,
pero que por negligencia y orgullo he callado,
perdón, Señor, por mis negligencias,
descuidos y olvidos, por mi orgullo y vanidad,
por mi necedad y capricho,
por mi silencio y mi excesiva locuacidad.
Perdón, Señor, por prejuzgar a mis hermanos,
por mi falta de alegría y entusiasmo,
por mi falta de fe y confianza en Ti,
por mi cobardía y mi temor en mi compromiso.
Perdón, porque me han perdonado
y no he sabido perdonar.
Perdón por mi hipocresía y mi doblez,
por esa apariencia que con tanto esmero cuido
pero que en el fondo no es más que engaño a mi mismo.
Perdón por esos labios que no sonrieron,
por esa palabra que callé,
por esa mano que no tendí,
por esa mirada que desvié,
por esos oídos que no presté,
por esa verdad que omití,
por ese corazón que no amó
... por ese Yo que se prefirió.

Señor, no te he dicho todo.


Llena con tu amor mi silencio y cobardía.
GRACIAS por todos los que no te dan gracias.
AYUDA a todos los que imploran tu ayuda.
PERDÓN por todos los que no imploran perdón.
Me has escuchado... ahora,

Oración para despedir el año que


termina y recibir el Año Nuevo
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Se acerca el fin del 2018 y el mundo entero se prepara para recibir el nuevo año con
fiestas y fuegos artificiales, pero muchos olvidan de celebrarlo con Dios, dueño de la vida
y el tiempo. Por ello te compartimos esta oración para rezarla junto con tu familia,
comunidad o amigos antes de la medianoche del 31 de diciembre.
Se recomienda estar alrededor del nacimiento o pesebre. Juntos comienzan diciendo: “En
el nombre del Padre…”
Luego se hace la siguiente oración:
Lector 1: “Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el
pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que
recibimos de ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por
cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el
trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con
ellas pudimos construir.
Lector 2: Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las
amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que
estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con
los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el
dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Todos: Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin
entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora
vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido
perdón.
A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún
sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la
sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un
corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas,
mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se
llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”
Para terminar, los participantes se agarran de las manos y rezan un Padre Nuestro, un
Ave María y un Gloria. Luego, entre todos, se dan un abrazo diciendo: “La paz sea
contigo. ¡Feliz año Nuevo!”

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