Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Carrer
U S U A L Y C O R R I E N T E E N ESTOS REINOS
POR
CL.
E s propiedad.
j3. y. JA.
Al Señor Don Manuel Domingo Láños
Marqués de Lários,
/
Quien cania su mal espanta, dice l a sen-
tenciosa copla popular.—Yo que no ten-
go voz (ni casi voto) n i estilo, n i oido,
he de contentarme con canturrear sotto
voce, en prosa v i l para mayor ignominia,
si quiero espantar males ó penas.—En
realidad, lo que yo hago no puede lla-
marse cantar y , hombre verídico y ami-
go de las definiciones precisas, declaro
que lo que en otros ingenios privilegia-
dos es canto atrayente y deleitoso, en mí
es locuacidad vana y efímera.—De aquí
el título de este libro, modesta y fiel es-
CHARLA QUE TE CHARLA
P
ÍEN veces h a b r á usted pasado por la
prosaica encrucijada que llaman L a s
cuatro esquinas, sin sospechar si-
quiera que allí se ha representado
drama doloroso, que allí se han debatido
complicados problemas de moral pública
y privada, que allí vivió, otras veces, l a
gente mas meticulosa y severa de toda Má-
laga, temerosa de Dios y amiga del bien
parecer, hasta las cachas.
Efectivamente; hoy desemboca usted de
la calle A n c h a con dirección á la de Mon-
tano, bien para tomar l a ruta de San Fe-
16 CHABLA QUE TE CHAELA
V e n muerte, t a n escondida,
que no ce sienta v e n i r ;
por que e l placer de m o r i r
no me v u e l v a á dar l a v i d a .
E L PRIMER COCHE
P
REGORIO, es preciso echar 'coche, si-
quiera por dignidaz, siquiera por
que no digan que somos unos mén-
digos! Las de Bolchaca iban ayer
para la F a r o l a en carretera propia; las de
Grallumbo tienen un milord para los jueves
y domingos, y hasta las de Cefirillo usan
voiture este verano.
—Mujer, el de las de Cefirillo no es co-
che propiamente dicho; es birlocho;—ob-
serva el llamado Gregorio, á quien su se-
ñ o r a ha estado predicando la convenien-
cia de entrar en el gran mundo sobre
92 - CHARLA QUE TE CHARLA
JUAN J . RELOSILLAS 97
STÁBAMOS á 30 de J u l i o y h a c í a un
calor insoportable. E l t e r m ó m e t r o
sudaba prosaicamente como un ga-
n a p á n , y los débiles mortales se reian
de las calderas de Pedro Botero, menos
hirvientes, sin duda, que el aire que á
grandes r á f a g a s inflamadas corriá llevan-
do l a asfixia y el letargo por todas partes.
E l dia 30, es para los miembros de l a
bohemia lo que l a espada de Damocles, l a
maza de F r a g a , la clava de Hércules y to-
dos aquellos instrumentos á quienes l a his-
toria dá un tremendo valor cortante ó apa-
102 CHAELA QUE TE CHAKLA
(DANZA'. MACABRA.)
I.
II.
III.
IV.
"PROCESIÓN
T
A ha sonado el, segundo repique.
Las campanas, como nunca ale-
gres y potentes, parecen participar
del exceso de vida que por todas
partes se nota.'—La luz solar es mas v i v i -
da, mas irizada, mas acariciadora; el azul
del cielo ha perdido su densidad uniforme;
y tenues nubes blancas lo matizan, refle-
jando una claridad difusa que dá al etéreo
manto tonos verdaderamente celestes.—La
brisa llega fresca, retozona, en alegre ó
invisible tropel, y al besar la enhiesta
vara de nardos recibe en cambio ceremo-
158 CHARLA QUE TE CHARLA
LOS H U M O R I S T A S
T E M A S V E R A N I E G O S
L A JARRA
EL ABANICO
damas t a m b i é n de porcelana ó t a m b i é n
chinas.—No se dice si aquel dia memora-
ble estornudaron h o r r i b l é m e n t e los chinos
adjuntos á las chinas sopladoras, pero es
probable que resultara mas de un manda-
rín frayeé.
Luego el abanico se hizo griego y ro-
mano, y francés, para acabar en cosmo-
polita, mejorando incesantemente sus con-
diciones mecánicas, pero perdiendo en sun-
tuosidad y riqueza; como que desde el
abanico monumental de plumas de pavo
real, al abanico moderno de á diez cénti-
mos l a pieza, que hoy lleva cualquier ele-
gante en el bolsillo, pasando por los aba-
nicos de varillaje de nácar, con oro y pe-
drería, hay todo un mundo de m á q u i n a s
de hacer viento.
¿Se acuerda V . , lector, de aquel aba-
nico clásico de los dias de toros, hecho
con cañas y papeles de vivos colores, en
cuyas vitelas, llamémoslas así, se veian
groseramete estampados atributos tauri-
nos y escenas andaluzas, con alguno que
otro desahogo poético?—Todavía veo claro
y distinto, al industrial que voceaba tan
rudimentaria mercancía, ponderando sus
192 CHARLA QUE TE CHARLA
E L GRILLO
(CHAZINA LITERARIA)
N
o trato de calumniar á nuestros mas
distinguidos cerdos, pero l a verdad
es que se han descreditado de una
j vez para siempre.
Estoy indignado: oleadas de i r a en prosa
salen de m i tintero, como si quisieran aho-
gar l a raza entera de esos animalitos, mas
, interesantes para el hombre hoy que nos
separa de ellos un obstáculo tan respetable
como l a muerte.
¡Qué ingratitud! L a humanidad sobrepo'-
diéndose á preocupaciones heréticas, dis"
pensaba á los cochinos de ambos^ sexos el
224 CHAELA QUE TE CHAELA
A L M A N A Q U E S
CUESTIONES D E O R N A T O
LOS CONVENCIDOS
P
ÓMO marcha derecha á su providen"
cial destino, esta civilización tan ca-
lumniada! ¡Cómo se mudan y se per-
feccionan las costumbres, á t r a v é s
del tiempo, que depura y embellece las ins-
tituciones, cuando no se las traga!
No hace aun 30 años (ó l a vida de un
jugador) las chicas de familias pobres, pe-
ro honradas, se consagraban indefectible-
mente al claustro, después de obtener l a
licenciatura y aun el doctorado en com-
potas, arte de bordar al tambor, ciencia
de las flores artificiales, y demás ramos
304 CHARLA QUE TE CHAELA
U N PUÑADO D E COPLAS
Jincarse en roillas
que y a biene Dios;
bá á recibilo la mare ó m i arma
é m i corason.
Cuando yo esté en l a a g o n í a
siéntate á m i cabecera,
fija tu vista en l a m í a
y pue sé que no me muera.
S i en bia no me vengo
me v e n g a r é en rrmerte;
porque andaré toas las seportnras
jasta que te encuentre.
PRIMERA PARTE
PEÓLOGO.
P
H vilipendio! ¡oh mengua!—exclamó
D . Justo L e a l y Completo, natural
de Sinhiel, casado en primeras y úni"
cas nupcias, de cincuenta años de
edad, padre de un solo hijo, bachiller en
filosofía y letras, rico por su casa, y espar-
tano por convencimiento, después de haber
apurado el último sorbo de su taza de t é
con leche, en el café de L a P u r e z a . — ¡ E s t o
es bochornoso! ¡ L l a m a r pudorosa señorita
á una bolera á quien j o he adivinado por
dentro á través de su p a n t a l ó n de seda, y
por la módica suma de una peseta...! ¡Ape-
326 C H A E L A QUE T E C H A R L A
CAPÍTULO ÚNICO.
CAPITULO P E I M E R O .
EPÍLOGO.
Páginas.
A l que leyere. 7
Las cuatro esquinas de Mari-
blanca. . . . . . . . . 15
U n paseo por la eternidad. . . 49
E l primer coche. . . . . . 91
U n a historia maravillosa. . . 101
L a oración de la tarde. . . . 137
E n noche de difuntos ' 147
L a procesión. . . . . . . 157
Los humoristas 165
Temas veraniegos. . . . . . 181
Saletes. . . . . . . . . 223
Las primeras aguas. . . . . 231
Almanaques 241
Las castañas 251
L a vida pública. . . . . . 259
Cuestiones de ornato. . . , . 269
L a pecadora, el niño y el pá-
jaro.. . . . / . . . . "479
Páginas.