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Resumen
¿Pero cuáles son los elementos visibles sobre los cuales se estructura ese
acontecimiento cultural denominado educación a distancia? ¿Qué mitificaciones
acerca de este acontecimiento se han elaborado, quizá con intentos de
deslegitimación? Responder estos interrogantes es el objeto principal del presente
trabajo.
Una década más tarde, mediante otro acto jurídico, pero esta vez con jerarquía de
ley, se determinó que las instituciones de educación superior “podrán adelantar
programas en la metodología de educación abierta y a distancia, de conformidad
con la presente Ley”3. Aunque reconoce la emergencia y legitimidad de la
modalidad de educación a distancia, sólo le asigna el carácter de una metodología
subsidiaria. El enunciado tiene, así mismo, una formulación de carácter
excepcional, propia de una aclaración, semejante a un parágrafo, que supone una
matriz innombrable, pero preexistente y concebida como fundamento natural de la
formación que realizan las instituciones de educación superior, razón por la cual
2
Cfr., Decreto 1820 de julio 18 de 1983, parágrafo 2º.
3
Cfr., Ley 30 de 1992, artículo 15.
no dice que “podrán adelantar programas en las metodologías presencial y a
distancia, de conformidad con la presente Ley”.
Más aún, serían esos mismos desplazamientos los que habrían posibilitado la
emergencia de la educación a distancia. O, de otro modo, es posible identificar en
los intersticios de las rupturas del suelo del sistema educativo moderno y sus
aparatos institucionales, la irrupción de la ecuación a distancia. Pero no ha sido
por simple procedimiento de sencillez y asepsia en torno a la complejidad barroca
que caracteriza el funcionamiento de los dispositivos curriculares, sino por el
ejercicio de una nueva economía política, epistemológica, disciplinaria,
pedagógica, ética y estética. Porque si el currículo ha sido esencial a la
institucionalización de la educación moderna, ¿en cuál de sus direcciones ha sido
más notable esa necesariedad? Y, por lo mismo, ¿en cuáles de esas dimensiones
es posible rastrear las fisuras que se han venido operando?
Por otra parte, el examen es también otra serie adelantada por expertos,
destinado a la creación de ambientes y contextos para evaluar las omnipotencias
alcanzadas por los individuos, dado previos enunciados de actuación. Más que un
control de contenidos, se trata ahora de habilidades en demostración. De otro
lado, la formación no sería ya una función del profesor, sino del individuo en la
médula en que el aprendizaje deja de ser una responsabilidad asignada al
estudiante para convertirse en el patrimonio de su propia autonomía, es el
aprendiz el vector fundamental de su propia formación. La educación a distancia lo
es por la desarticulación de esa unidad trinitaria y la seriación de sus
componentes. Pero esta disolución o ruptura no tiene carácter negativo alguno
sino, por el contrario, es la condición de posibilidad para su emergencia,
legitimidad y legalidad.
7
Cfr., Rodríguez, Eustaquio Martín, Ahijado Quintillán, Manuel (1999). Ediciones de la Torre. La
educación a distancia en tiempos de cambio: nuevas generaciones, viejos conflictos. Ver también
en su momento: Contreras, Marco Elías, Leal Afanador, Jaime Alberto y Salazar Ramos, Roberto J.
(1997). La educación abierta y a distancia. Alternativas de autoformación para el nuevo milenio.
Ediciones Hispanoamericanas. Bogotá. Igualmente: Roberto J. Salazar Ramos, Roberto J., y Melo
Cortés, Ángela Liliana. “Lineamientos conceptuales de la modalidad de educación a distancia”, en:
Arboleda Toro, Néstor y Rama Vitale, Claudio, Editores (2013), La educación superior a distancia y
virtual en Colombia: nuevas realidades. Virtual Educa /ACESAD. Bogotá.