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La Paradoja de Abilene.

Creo que antes de comenzar, lo más sano es definir con claridad el


concepto de paradoja.
Una paradoja viene del latín Paradoxum, que puede ser traducido como
“opiniones contrarias”, sin embargo, nosotros la podemos identificar más
fácilmente como aquel “acertijo” para el cuál no podemos encontrar una
solución lógica. A continuación, algunos ejemplos de paradojas:

- Cuando se han reemplazado todas las partes de un barco, ¿sigue


siendo el mismo barco?
- ¿Es cierta una afirmación sobre algo que no existe?

Sin embargo, una paradoja se puede volver más compleja cuando


agregamos el factor humano, en éste incluimos la voluntad y la razón de las
personas como individuos y el pensamiento colectivo de un grupo
completo
La paradoja de Abilene es un ejemplo claro de lo volátil que puede ser la
voluntad humana y, sobre todo, nos brinda un claro ejemplo de lo que
puede generar la presión social en el pensamiento de grupo.
En el video visto en clase, podemos identificar varios factores externos
muy interesantes: El clima caluroso de Texas, la tarde de callada y
“aburrida”, y el sentir del paso lento del tiempo. Por otro lado, encontramos
factores inherentes a las personas del grupo, por ejemplo, el lenguaje
corporal de todos los integrantes, el posible dese de complacer a sus pares,
el concepto de “paseo familiar” que están viviendo en ese momento, etc.
Sin embargo, cuando llega el momento de tomar la decisión de ir o no a
Abilene, podemos notar que el lenguaje corporal comienza a hablar por sí
mismo, las miradas y los tonos de voz cambian y es notable el titubeo al
hablar. Todo esto puede delatar las verdaderas intenciones de los
integrantes de todos los individuos del grupo y, al final, siempre decidir
algo con lo que en realidad ningún miembro del mismo está de acuerdo.
Este fenómeno es explicado por la psicología social cognitiva, e indica que
las personas suelen sentirse desanimadas, o incluso en riesgo de sentirse
aislados del grupo al que pertenecen por actuar en contra de las tendencias
del mismo.
Comportamientos como este pueden ser explotados en muchos sentidos, los
políticos e influenciadores tienden a utilizar la presión social para estimular
a grupos grandes de personas y lograr inclinar las voluntades a favor de su
ideología.
Otro ejemplo puede verse todos los días en las redes sociales con sucesos
globales que inclinan la balanza de la opinión pública masiva hacia un lado
u otro, y en donde es observable la presión social para conseguir una
opinión grupal que habla al unísono. Esto es un ejemplo claro de la
ingeniería social que expertos aplican a las masas a diario.
Personalmente, sucedió un ejemplo similar al que vimos en clase: El
proyecto imposible. La idea original se definió con un alcance posible y
dimensionado de acuerdo con la realidad de la infraestructura que se tenía a
mano. El proyecto consistía en el monitoreo proactivo de todos los equipos
y enlaces a nivel nacional que tiene Tigo en sus tres operaciones (Tigo
Móvil, Tigo Business y Tigo Star). Después de muchas discusiones
técnicas, dimensionamiento de recursos físicos, convergencia de recursos
lógicos entre las diferentes unidades de negocio se llegó a un consenso con
el que todos estábamos auténticamente de acuerdo.
Semanas después, se recibió la instrucción de tener que modificar el
alcance y, en lugar de monitorear solo la operación, ahora se debía
monitorear también los enlaces y equipos de todos los clientes de Tigo
Business. En términos puntuales, de monitorear un aproximado de cuatro
mil objetos, ahora había que monitorear un poco menos de quince mil.
Todos en la sala sabíamos que técnicamente no era factible. Los recursos y
el tiempo que teníamos no eran suficientes, y la convergencia a nivel lógico
de todas las redes era simplemente imposible.
Nadie dijo nada, todos asentimos y nos pusimos a trabajar bajo la idea
flotante de “puede que si se pueda”, cuando en el fondo todos sabíamos que
no era posible.
Pasó el tiempo, hubo más reuniones y más discusiones, pero nadie miraba
la luz del caso. Era un proyecto muy ambicioso, que de haber sido
completado hubiese dejado en alto el nombre de todos los integrantes del
equipo.
Lastimosamente yo salí de la operación de Tigo en ese momento y el
proyecto quedó en manos del equipo. Supe después que el proyecto volvió
a tener su alcance original y que el directivo había caído en razón sobre
todas las condiciones de fracaso para el alcanza nuevo.
En fin, concluyo con que nadie está exento de vivir la Paradoja de Abilene
y que lo importante es saber identificar el momento en el que ésta se da
para levantar la mano a tiempo y evitar la toma de decisiones que pueden
ser perjudiciales para uno y para el equipo.

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