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Introducción:
El presente trabajo procura una aproximación al Derecho de la Competencia Nacional con el fin
de otorgar elementos que sirvan para el discernimiento entre el paralelismo y la práctica
conscientemente paralela. Es así como se propone un análisis integrado de las normas
nacionales siguiendo una estructura piramidal que obedecerá a un orden general como primera
aproximación hasta lo particular de la reglamentación que inspira el presente documento.
Así las cosas, es preciso analizar el escenario planteado por la Constitución Nacional, sobre el
cual se desarrollan los mercados nacionales.
Incluso se llego hasta una aproximación teleológica que bien brinda elementos al intérprete
determinando que se busca “la construcción de una economía en la cual la competencia sea la
norma”.[2] Lo anterior en razón a que se consideró que la libre competencia contribuye de
manera crucial al logro de la eficiencia del mercado. [3]
Buscando armonía con los debates procurados en el seno de la Asamblea, se redactó el artículo
333 de la Constitución, el cual preceptúa:
“Artículo 333. La actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del
bien común. Para su ejercicio, nadie podrá exigir permisos previos ni requisitos, sin autorización
de la ley.
La empresa, como base del desarrollo, tiene una función social que implica obligaciones. El
Estado fortalecerá las organizaciones solidarias y estimulará el desarrollo empresarial.
El Estado, por mandato de la ley, impedirá que se obstruya o se restrinja la libertad económica
y evitará o controlará cualquier abuso que personas o empresas hagan de su posición
dominante en el mercado nacional.
La ley delimitará el alcance de la libertad económica cuando así lo exijan el interés social, el
ambiente y el patrimonio cultural de la Nación.”
La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha indicado que la libre competencia enmarca la
libre iniciativa privada y la libre empresa [4] y que no constituye un derecho estático que impida
la intervención del Estado en la economía, [5] Esto implica que la libre competencia es un
derecho relativo y que como tal debe ser monitoreado.
Los sujetos activos de toda esta reglamentación son todos los asociados al Estado, todos los
individuos que pretendan entablar relaciones jurídico negóciales en el territorio nacional. Es así,
como es menester hablar de la autonomía que tienen estos agentes que despliegan actividades
negóciales en Colombia.
Así las cosas, es del caso afirmar que el artículo 333 de la Constitución, citado con anterioridad,
es el asidero de la autonomía de la voluntad en Colombia. El mismo artículo indica a partir de
elementos facultativos y limitativos el universo del principio. El orden público Económico, es uno
de los elementos que limita a los agentes del mercado en su libre albedrío de operar en el
mercado. Es decir, el agente que se dispone a operar en el mercado puede llegar hasta donde
se lo permiten los derechos de la colectividad o el también llamado interés general. Siendo un
poco mas grafico, el agente en el mercado es libre y autónomo dentro de un marco estipulado
por la constitución.
La autonomía de la voluntad en Colombia está limitada por las buenas costumbres, la Buena fé
y el Orden Público. Los doctrinantes se han aproximado al concepto de Orden público a partir
de cuatro elementos; el Orden Público Político, Orden Público de la Familia, Orden Público del
Estado y el Orden Público Económico. Es respecto a este último que debemos referirnos en aras
de procurar elementos que ayuden a discernir entre el paralelismo y la práctica
conscientemente paralela.
El primero que habló de este concepto, llamándolo orden económico fue George Ripert hacia
los años 40 del siglo pasado. A finales del siglo diecinueve empiezan a aparecer las leyes
antimonopolio pues la misma libertad contractual había llevado a que se llegara a situaciones
monopólicas por parte de algunos agentes de los mercados. El efecto de estas legislaciones era
en principio obligar a las empresas a dividirse, pues lo importante era procurar la competencia
para que el consumidor no se viera diezmado en sus intereses.
Posteriormente durante el siglo veinte, sobre todo después de la primera Guerra Mundial ,
apareció el concepto de Orden Público Económico desarrollado en disposiciones legislativas que
suprimen la libertad contractual e intervienen directamente en el contrato. Se suprimió la
libertad de elegir el contratante o de definir el contenido del negocio. Esta última hipótesis fue
mucho más usual, los contratantes se tenían que ubicar dentro de un marco contractual
definido previamente por el legislador, se buscó definir el contenido mínimo de los contratos
gracias a la intervención estatal que se inició con el objeto de hacer justicia social. Lo anterior
fue una repuesta a los denominados por la doctrina contratos de adhesión. Esto llevó a Salley a
plantear la teoría de los contratos de adhesión en donde el juez podía entrar a cambiar el
contenido del contrato para reestablecer la justicia contractual. Pero los jueces se negaron a
hacerlo y por ello el legislador tuvo que intervenir.
A finales de la primera Guerra Mundial, fue necesario reafirmar aún más la intervención del
legislador, pero en este caso ya por razones diferentes, no se trataba tanto de justicia
contractual, sino de producir efectos macroeconómicos para beneficio de la colectividad, se
busca conciliar la contratación individual con el interés colectivo. Todo esto ha dado lugar a que
la doctrina defina dos clases de orden público económico[6]:
Orden Público Económico de Protección:
Su finalidad es la de obtener un equilibrio contractual. Claro ejemplo son los hoy llamados
contratos de adhesión. Dentro de esta categoría se encuentran entre otros: todos los contratos
de transporte, el contrato de seguro, el contrato de arrendamiento de vivienda urbana, de
predios rústicos o de establecimientos de comercio, el contrato de construcción de inmuebles,
los contratos de compraventa masiva en donde van apareciendo los estatutos de protección al
consumidor, entre otros. En todos ellos el legislador, regula el intercambio de bienes y servicios
sopesando los intereses de los sujetos que intervienen en el negocio.
En cuanto al orden público de protección, el derecho civil sancionaría con una nulidad por causa
u objeto ilícito, esto es, una nulidad absoluta. Sin embargo, la doctrina ha afirmado que, como
se trata de proteger a una de las partes, no tiene sentido que cualquiera de ellas,
especialmente la que se benefició, pueda solicitar la nulidad; sino que mejor sería que se
tratara de una nulidad relativa que sólo pudiera ser solicitada por el protegido, lo que
adicionalmente conllevaría a una reducción en los términos de prescripción.
En línea con lo antedicho, es fácil encontrar una dicotomía entre las definiciones que
trae el Código Civil sobre manifestación de la voluntad, como de las que se pueden
dilucidar de la teoría y doctrina civilista, y las definiciones que la reglamentación en
Derecho de Competencia provee. Permitan sea la anterior problemática la antesala o la
base del esclarecimiento del discernimiento entre el paralelismo y la practica
concientemente paralela.
Para el caso concreto es necesario estudiar la definición de acuerdo toda vez que el
escenario que estudiaremos es el de los acuerdos horizontales restrictivos de la
competencia. El Código Civil Colombiano, no ofrece una definición de acuerdo. no
obstante, para efectos de este ejercicio permitan que sean las definiciones de los
artículos 1494 y 1495, las que identifiquen la dicotomía:
Para efectos del propuesto ejercicio académico, a partir del artículo 1494, se rescata
como el código equipara el contrato a la convención en cuanto a sus efectos. Así
las cosas, y bajo el entendido que convenio es un acto encaminado a producir un
efecto deseado, en el presente caso obligarse. Es coherente decir que el acuerdo tiene
como antecedente el mismo acto en el cual las partes encuentran sus voluntades para
lograr efectos deseados.
Faltaría definir entonces qué es un acto jurídico, a lo que los teóricos del Derecho
Civil responden que el Acto jurídico no se trata de un acontecimiento dado por la
naturaleza, siempre hay participación humana en el mismo. El ordenamiento tiene en
cuenta la voluntad en la participación como un antecedente necesario del efecto,
pero no es necesario que la voluntad esté dirigida específicamente a la consecución del
resultado, es decir, el efecto es independiente, es señalado por la ley.
De lo anterior sería correcto inferir que en el acto jurídico existen dos elementos uno
subjetivo en el que se ve determinada la voluntad y otro objetivo en el que sin
importar el elemento volitivo, se producen unos efectos como consecuencia del acto.
“Artículo 1. Modificado. Decreto Especial 3307 de 1963, Art. 1. Quedan prohibidos los
acuerdos o convenios que directa o indirectamente tengan por objeto limitar la
producción, abastecimiento, distribución o consumo de materias primas, productos,
mercancías o servicios nacionales o extranjeros y en general, toda clase de prácticas y
procedimientos o sistemas tendientes a limitar la libre competencia y a mantener o
determinar precios inequitativos.”
La similitud con el los preceptos del articulo 1494 del Código Civil saltan a la vista, el
legislador vuelve a equiparar el acuerdo y el convenio pero en este caso liga la
voluntad de los concertados a los efectos que se puedan producir.
El artículo 47 del Decreto 2153 de 1992, por su parte, contempla los acuerdos que
se consideran contrarios a la libre competencia:
“1. Los que tengan por objeto o tengan como efecto la fijación directa o indirecta de
precios.
2. Los que tengan por objeto o tengan como efecto determinar condiciones de venta o
comercialización discriminatoria para con terceros.
3. Los que tengan por objeto o tengan como efecto la repartición de mercados entre
productores entre productores o entre distribuidores.
4. Los que tengan por objeto o tengan como efecto la asignación de cuotas de
producción o de suministro.
5. Los que tengan por objeto o tengan como efecto la asignación, repartición o
limitación de fuentes de abastecimiento de insumos productivos.
6. Los que tengan por objeto o tengan como efecto la limitación a los desarrollos
técnicos.
7. Los que tengan por objeto o tengan como efecto subordinar el suministro de un
producto a aceptación de obligaciones adicionales que por su naturaleza no constituían
el objeto del negocio, sin perjuicio de lo establecido en otras disposiciones.
8. Los que tengan por objeto o tengan como efecto abstenerse de producir un bien o
servicio o afectar sus niveles de producción.
9. Los que tengan por objeto la colusión en las licitaciones o concursos o los que
tengan como efecto la distribución de adjudicaciones de contratos, distribución de
concursos o fijación de términos de las propuestas.
10. <Numeral adicionado por el artículo 16 de la Ley 590 de 2000. El nuevo texto es el
siguiente:> Los que tengan por objeto o tengan como efecto impedir a terceros el
acceso a los mercados o a los canales de comercialización.”
En línea con la anterior y expuesto el marco necesario para desarrollar el objeto del
presente estudio es preciso analizar el artículo 45 del Decreto 2153 de 1992, que
definiría que es un acuerdo.
Es necesario abordar este tema con una primera aproximación, respecto a cuál es el
significado que pretendía el legislador al plasmar dentro de una misma frase las figuras
de prácticas concertadas o conscientemente paralelas, al estar haciendo una
descripción de las conductas o instrumentos que constituyen un acuerdo. Estos dos
conceptos son y deben entenderse como diferentes.
Permítase el siguiente ejercicio técnico para entender qué fue lo que quiso decir el
legislador. El sujeto en esta norma esta indeterminado, sin embargo, por tratarse de
un acuerdo se infiere que es el acuerdo de voluntades, por ende, se presupone la
existencia de por lo menos dos sujetos. Por tratarse de una definición el legislador
procura lograr su objetivo mediante el método descriptivo y separa cada una de las
diferentes figuras jurídicas mediante una coma, así; “Todo contrato, convenio,
concertación,” posteriormente se refiere a “practica concertada o concientemente
paralela”. Queda la duda si el legislador procuró una coordinación disyuntiva exclusiva
o una coordinación disyuntiva inclusiva. Taxativamente, y, por tratarse de una
descripción en la que se están diferenciando las figuras jurídicas se puede interpretar
que es una exclusiva, es decir, practica concertada no es lo mismo que practica
concientemente paralela para el legislador.
Hace bien el legislador al interpretar que no son iguales las prácticas concertadas a las
concientemente paralelas. La relación entre estas dos figuras obedece a la de género y
especie, siendo las últimas de genero y las primeras la especie. La duda entonces
queda en porqué el legislador quiso incluirlas dentro de la definición de acuerdo.
Aun cuando nuestra sistema jurídico obedece a principios del Derecho Frances, es el
Derecho Norteamericano el que primero se ocupó de velar por la libre competencia en
los mercados. Para Colombia y para todo pais que involucre en sus sistema un juego
de normas sobre Competencia es inminente buscar referencias en los precedentes
jurisprudenciales Norte Americanos.
Respecto al caso que nos ocupa, la Corte Suprema de los Estados Unidos, prohibió el
“meeting of the minds”, que sea dicho tampoco es muy claro y ha suscitado
incansables debates entre doctrinantes y abogados litigantes. La traducción es “el
encuentro de las mentes”. En cambio una practica concientemente paralela no implica
el encuentro de voluntades o el “meeting of the minds”.
El Oligopolio
Es una “Situación de Mercado en que unos pocos agentes económicos controlan la producción y
por ende, la Oferta de Mercado de un determinado Bien o servicio.
Debido a los supuestos de racionalidad económica los directivos de empresas que actúan en
mercados oligopólicos se abstienen de tomar decisiones que desaten la competencia toda vez
que una baja en el precio resultaría en la misma participación de mercado con ganancias
inferiores. Esto se debe a que la baja en un precio de mercado inmediatamente desataría en los
competidores la misma conducta, trasladando el margen al consumidor y dejando de percibir
los competidores.
Después del caso BELL ATLANTIC CORPORATION vs. William TWOMBLY, las conductas
paralelas requieren de lo que la Corte Suprema denominó, factores adicionales de prueba.
La Corte cambió su posición respecto a darles un tratamiento a estas conductas de perse
anticompetitivas, a tener que analizarse bajo las reglas de la razón. La justificación para éste
1
http://www.eco-finanzas.com/diccionario/O/OLIGOPOLIO.htm. Marzo 3, de 2011
cambio es que no obstante no existir prueba suficiente para darles el tratamiento perse los
efectos de la conducta son los precios supracompetitivos que son nocivos para el mercado . En
ese sentido el demandante tiene que incurrir en costosos análisis de mercado bajo la regla de la
razon, en aras de determinar que si existen factores adicionales a la conducta que la hacen
nociva para el mercado.
BELL ATLANTIC CORPORATION vs. William TWOMBLY, toma lugar en el mercado de las
telecomunicaciones de los Estados Unidos. Cuatro operadores de telefonía de larga distancia
que poseen el 90% de participación en el mercado, al parecer acuerdan obstruir la entrada de
las compañías de telefonía locales al entregar concesiones inferiores, ofertar los servicios a
sobreprecio y aumentar los costos de transacción de las operaciones al diseñar facturación y
procesos administrativos complejos. También deteriorarón la atención a los clientes, y, se
presentaron casos en donde a pesar de existir oportunidades de negocio en mercados
contingentes donde los cuatro poseían ventajas competitivas sustanciales sobre otros agentes,
se abstuvieron de competir.
La Corte Suprema dice que se debe contar con “factores adicionales” que ayuden a diferenciar
entre conducta independiente paralela (la cual sería legal), de conducta colusiva paralela (la
cual seria ilegal). La Corte dice requerir estos “factores adicionales”, en mercados en donde se
espera el paralelismo debido a contar con información y costos similares. Básicamente la Corte
le teme a los “falsos positivos”, por este motivo solicita información adicional para exonerar
cualquier duda respecto a la conducta independiente de los agentes en el mercado.
Despues del caso Twombly las Cortes han dicho que el paralelismo conciente es legal. El
demandante que busca éxito en sus pretensiones deberá aportar cuanta prueba sea indiciaria
de la falta de independencia de la firmas que actúan en el mercado oligopólico, es decir deberá
hacer un análisis detallado del mercado-regla de la razón.
Vienen al caso los siguientes interrogantes: Hasta qué punto se consideran como suficientes los
factores para determinar que existe una conducta ilegal? Se trata de pruebas directas, pruebas
indirectas? En conclusión la doctrina denominó a este vacío, “oligopoly gap” 2 o “unproven
cartel gap”. Consiste en la inseguridad jurídica que se genera al dejar en manos de la Corte
Suprema el hecho de que el paralelismo sea legal o no conforme a los elementos que la misma
considere como “factores adicionales” que configurarían una conducta restrictiva de la
competencia.
En la Unión Europea
En Europa el problema del paralelismo se debe analizar desde la perspectiva del articulo
81 sección primera de la normativa. El problema persiste toda vez que la estructura
oligopólica facilita los elementos del cartel sin que medie una prueba directa como la
de un acuerdo.
La pregunta que surge entre los reguladores es cómo se logra que los competidores se
comparten como tal y no como coloboradores? Las herramientas para combatir las
conductas anticompetitivas en Europa son tres, Monopolios compartidos o dominio
colectivo Articulo 82 seccion 2(igual a Sherman Act Section 2), legislacion de
desconcentracion y Control de Integraciones (EC merger Regulation ECMR, por ultimo
2
Barry Hawk, Gregorio Motta. Oligopolies and Collective Dominance: A solution in search of a
problem. Eighth edition of the Treviso Conference on "Antitrust Between EC Lawand National Law".
New York: Noviembre 2008< http://ssrn.com/abstract=1301693> {consulta enero 22, 2011}
procedimientos regulatorios como las Investigaciones de Mercado del Reino Unido. La
cuata seria la de acuerdos anticompetitivos bajo el articulo 81)äcuerdos o practicas
concertadas.
La primera solucion presenta tres problemas. 1. No se puede pretender que una firma
que actua en un mercado oligopolico se comporte en como el Competidor Perfecto. Se
desconoceria la incidencia de factores externos que atentan contra la racionalidad
economica a la hora de tomar decisiones. 2. Someteria a la Autoridad de Competencia o
a la corte al control de precios, ambos no facultados para esta tarea.. 3. Se le daria un
tratamiento mas severo al ologopolista que al Monopolista lo cual no tiene sentido.
El juez Breyer de los Estados unidos dice que el problema mas grande con este tipo de
conductas que no son prohibidas pero cuyos efectos no son deseados es el remedio. Se
pregunta c’omo se le puede pedir a un competidor que fije sus precios sin mirar la
reacion de su competencia?
En los casos en lo que se va a dar el trato de Dominio Colectivo se debe hacer el
examen de Three prong. Consiste en:
[4] “Es verdad que la Constitución establece la libre competencia como principio, que ella
plasma la libertad de empresa, que la libertad económica está garantizada y que la gestión
estatal debe cristalizarse en medidas que impidan su obstrucción o restricción, en especial
si éstas surgen merced al predominio de productores u oferentes de productos o servicios
considerados en particular.” Corte Constitucional, sentencia C-389 de 1995, magistrado
ponente: José Gregorio Hernández.
[5] “(…) la libre competencia no puede erigirse en derecho absoluto ni en barrera infranqueable para la actividad de
intervención del Estado.” Corte Constitucional, sentencia C-398 de 1995, magistrado ponente: José Gregorio
Hernández.
[6] Apuntes de la clase de Felipe Navia Revollo, Profesor del curso de “Negocio Juridico” de la
Universidad Externado de Colombia. Bogotá, Julio 27, 2004.
[7] Apuntes de la clase de Felipe Navia Revollo, Profesor del curso de “Negocio Juridico” de la
Universidad Externado de Colombia. Bogotá, Julio 27, 2004.