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Desde hace 171 años los partidos liberal y conservador manejan el Estado con métodos excluyentes,
gamonalistas y autoritarios en beneficio de un reducido grupo de colombianos y transnacionales y en
contra de la mayorías nacionales. Los dos partidos se alternan el gobierno valiéndose de un sistema
electoral corrupto y clientelista, financiado con dineros de los grupos económicos, contrabandistas,
transnacionales y narcotraficantes.
Estos partidos que representan y defienden los grandes intereses económicos, están de espaldas a la
realidad, al interés nacional y los sufrimientos populares; son parte de una estructura de poder que no
tiene credibilidad ni representa el interés de la nación. Hoy en día pasan por una crisis irreversible,
quedando reducidos a simples clubes electorales.
Este Estado que se agotó se soporta en el terrorismo y se complementa con los crímenes de los grupos
paramilitares, que siempre han existido en la historia del país. Recurre a la violencia para silenciar la
oposición. En 1914 asesino al general Rafael Uribe Uribe portador de ideas progresistas en ese
entonces; En 1948 asesinó a Jorge Eliecer Gaitan, líder de profundo arraigo popular que propugnaba
por la justicia social, la democracia, enfrentaba a la oligarquía y denunciaba la creciente intromisión del
imperialismo en los asuntos del país.
En la década del 50 asesinó a 300 mil campesinos en una guerra sucia, similar a la actual, en la que
fueron despojados de su tierra un millón de ellos, con el pretexto de eliminar el peligro comunista y
defender la religión.
En los últimos 15 años 3.200 activistas políticos y líderes sociales fueron víctimas de desaparición
forzada; miles de activistas de izquierda y luchadores sociales fueron asesinados.
El partido Unión Patriótica desapareció del mapa político víctima del genocidio de 4.000 de sus
militantes; en el mismo periodo fueron asesinados 2.900 dirigentes sindicales.
El 22.0 % de los colombianos en capacidad de laborar que viven en las siete principales ciudades del
país están desempleados; si sumamos el existente en el resto de ciudades intermedias y el área rural, el
desempleo pasa del 30.0%.
Las transnacionales, 15 conglomerados económicos y unas pocas familias controlan el 60.0% de toda la
actividad económica del país:
Éste es el problema más grave de Colombia. La capacidad corruptora del narcotráfico penetró todas las
instituciones de Estado y la vida social en los últimos 30 años, incrementando la descomposición moral
y pérdida de valores, estimulando la criminalidad y el escalonamiento de la guerra, últimamente.
La corrupción es el otro cáncer que carcome al Estado. El presupuesto de la nación es manejado como
mercancía de retribución de favores y pago de deudas políticas, como botín para incrementar la riqueza
personal de unos pocos que soportan económicamente a la clase política.
En el año de 1999 los robos al erario público investigados sobrepasaron los 8 billones de pesos, lo cual
representa el 17.77% del presupuesto nacional del año 2000. El contralor general de la República
calcula en más de 3 billones de pesos el dinero que cada año pierde la nación por robos al erario
público.
En Colombia los grupos paramilitares han existido desde que se inició la construcción de la República y
a la muerte del libertador Simón Bolívar. En el siglo XIX se produjeron 57 levantamientos armados y
guerras civiles, lideradas por caudillos militares, latifundistas y gamonales que tenían a su servicio
ejércitos mercenarios.
Esta tradición se conserva y materializa en el siglo XX en los grupos paramilitares que organizaron los
terratenientes en la década del 30 para obstruir la ley de tierras del 36; en la década del 50 con los
llamados "pájaros" y "chulavitas" organizados por los jefes conservadores; éstos con el pretexto de
limpiar el país de comunistas, impulsaron una nueva concentración de la tierra.
En la década del setenta toma nueva fuerza el paramilitarismo de manos del Ejército colombiano dentro
de la concepción de la política de seguridad nacional: bananeros y terratenientes de la costa norte,
Antioquia, Santanderes, Magdalena Medio, Valle del Cauca y Cauca principalmente, financian grupos
para ahogar la lucha de los campesinos por recuperar la tierra que les habían robado anteriormente.
Los narcotraficantes se convirtieron en grandes propietarios rurales a partir de los años 80, en
operaciones de lavado de dólares y el despojo violento de campesinos, le dan nuevo impulso a estos
grupos para defender su negocio e imponer su propia ley. Los narcotraficantes convertidos en
terratenientes y comerciantes se aliaron con las Fuerzas Armadas oficiales, siendo asumidos en la
estrategia contrainsurgente como financiadores y proveedores de sicarios en operaciones encubiertas en
un principio, siendo más adelante vinculados a tareas de limpieza indiscriminada en zonas campesinas
y barrios populares.
Entre los años 1992 y 1999 aquellos grupos asociados con la fuerza pública ejecutaron mas de 5.500
masacres, en las que perdieron la vida 19.000 civiles. En 1.998 fueron 285 masacres y 1.366 civiles los
muertos; en 1.999 fueron 403, donde murieron 1.865 colombianos. En los primeros seis meses del año
2.000, hicieron 253 masacres donde murieron 1.035 civiles.
5. La derecha totalitaria, oxigenada con los dineros del narcotráfico y la corrupción, impone la
dialéctica del terror, acalla la voz de la oposición e impide la democracia.
El conflicto que tiene su origen en causas económicas, políticas y sociales históricas, es presentado ante
la opinión nacional e internacional de una manera simplificada, mostrándolo como un problema
derivado del narcotráfico y del espíritu violento de los colombianos. Es una manera de esconder las
causas y presentar los efectos como el origen del conflicto.
El escalonamiento de la guerra actual es el resultado, de una parte, del desarrollo adquirido por la
insurgencia debido a condiciones económicas, sociales y políticas que le favorecen y de otra, el temor
de los Estados Unidos a perder el control sobre el país y de quienes se han beneficiado históricamente
de la riqueza colombiana.
Ese temor propicia la alianza en torno a un proyecto de ultraderecha excluyente, intolerante que a
través de la guerra sucia aterroriza y elimina, pretendiendo acallar con sus métodos las expresiones de
la lucha por el cambio y la construcción de un nuevo país. Es un proyecto que se inspira y alimenta del
nazismo alemán, del fascismo italiano y franquismo español.
Esta alianza se concretiza en un partido que apenas se anuncia dentro de exclusivos círculos y que lo
denominan PARTIDO NACIONAL SOCIALISTA, que cuenta con una expresión militar de
mercenarios (los paramilitares) y con las incalculables finanzas derivadas del monopolio de la
exportación de la cocaína y heroína que se produce en Colombia.
La nueva etapa del movimiento guerrillero colombiano, iniciada especialmente por la formidable
resistencia de los campesinos de Marquetalia, ha demostrado lo siguiente:
1. La resistencia armada contra la agresión de Marquetalia, El Pato, Guayabero, Riochiquito, Sur del
Tolima y otros sectores prueba que el movimiento guerrillero que surge de las masas, expresa sus
necesidades y se guía por la orientación del marxismo-leninismo, es invencible, por poderosas que sean
las fuerzas del enemigo y aun cuando no existan aún condiciones en el país para generalizar la lucha
armada como forma principal.
3. Entre la lucha de masas y la lucha armada guerrillera no hay contraposición alguna. La guerra de
guerrillas es una de las formas más elevadas de la lucha de masas y sólo se consolida y avanza allí
donde tiene carácter de masas, donde brota materialmente de las masas, donde expresa fielmente sus
intereses inmediatos e históricos. La experiencia de revolucionarios que intentaron iniciar luchas
armadas, en los últimos años, sin contar con las masas campesinas -con su voluntad y con su respaldo
activo- enseña que los planes idealistas ofrecen fáciles éxitos al ejército, a la policía o a los bandidos a
sueldo de autoridades y latifundistas.
5. En las zonas agredidas, en desarrollo de los planes de la misión militar yanqui, la acción guerrillera
se ha convertido en la forma principal de lucha de las masas. En esas regiones todas las formas de lucha
se convierten en auxiliares de la forma principal, la armada que debe servir de eje para el desarrollo de
otras acciones de masas y para la protección de las organizaciones populares. Por otra parte, la
concentración de fuerzas oficiales en las regiones agredidas, crea condiciones favorables para tomar la
iniciativa.
Nuestro pueblo también desarrolla formas de lucha que no pueden llamarse "pacíficas", pero que aún no
son luchas armadas; entre ellas se destaca la ocupación de terrenos ociosos en centros urbanos donde
los destechados improvisan sus viviendas, haciendo frente a la presión de las autoridades y a la
represión policial. Tales acciones de masas, aunque tienen orígenes casi siempre económico-
reivindicativos, podrán ir elevando sus consignas y sus métodos a medida que progrese la combinación
de las luchas guerrilleras campesinas con la luchas masivas en los centros obreros, estudiantiles y
urbanos.
7. En este proceso, aunque la resistencia guerrillera campesina no sea aún la forma principal de lucha,
si es cada día más importante, porque constituye la más efectiva respuesta popular a la política
terrorista de un régimen sometido al imperialismo yanqui y se convierte en un nuevo factor
revolucionario, de gran fuerza de atracción entre las masas. Las luchas armadas, comenzando por las
acciones guerrilleras campesinas, se han hecho indispensables en Colombia por la reanudación en gran
escala de la política de violencia antipopular del gobierno oligárquico.
8. El movimiento guerrillero que crece actualmente tiene un carácter más definido y más elevado que
las luchas guerrilleras de etapas anteriores, no sólo porque se beneficia de todas sus experiencias, sino
principalmente porque tiene un claro contenido revolucionario y antiimperialista y se plantea como
objetivo central la toma del poder para el pueblo. Este nuevo movimiento guerrillero colombiano es la
respuesta patriótica a la creciente intervención militar del imperialismo yanqui contra nuestro pueblo,
en desarrollo de las consignas del "Plan Laso" y de los principios de la llamada "guerra preventiva".
La intervención imperialista yanqui se expresa, además,. en la creciente ingerencia de la misión militar
norteamericana en las fuerzas armadas, en el financiamiento directo por el gobierno de los Estados
Unidos de las operaciones del ejército contra regiones campesinas y en el "préstamo" para la guerra
contra los trabajadores colombianos de toda clase de armamentos, aviones y flotas de helicópteros. De
ese modo a las viejas causas de la violencia terrorista en Colombia, entre las cuales la principal ha sido
y sigue siendo la voracidad latifundista, se agrega ahora, como factor determinante la política
intervencionista de los imperialistas yanquis.
http://www.hazrebeldia.8m.com/origenes.htm