Está en la página 1de 8

http://www.rnw.nl/sp/toolbar/informe_colombia.

html

http://www.viaalterna.com.co/textos/bib05.htm

El Conflicto Colombiano "for Dummies"


P. ¿Cuántos actores hay en el conflicto colombiano?
R. Ocho (8)dos de ellos hiperactivos, tres semiactivos, dos inmóviles, uno figurativo.
Los dos actores hiperactivos son la insurgencia y los paramilitares. Los tres actores
semiactivos son el Gobierno, el sector no beligerante de la clase subordinada (el que apronta
los muertos inocentes) y las Fuerzas Armadas. Los actores inmóviles son el Estado y la casta
hegemónica. El actor figurativo, el Presidente postinero de nuestra nación.
El narcotráfico, siendo el virus que fermenta la totalidad del universo social colombiano, no es
un actor, sino la albúmina que trastorna a todos los actores.
P. ¿Cuáles son las causas (remotas e inmediatas) del conflicto colombiano?
R. Esas causas son primero, la nada inmaculada concepción de la Injusticia social en el vientre
cesante de la "Conquista", luego la prolongada gestación de esa bacteria durante el indolente
sueño colonial. Después su epifanía republicana, en el parto inducido de "la Independencia"; su
pubertad delincuencial durante nuestro sangriento decimonono; su cretinización en tiempos del
Frente Nacional y, por último, su sanguinaria drogadicción contemporánea.
P. ¿Qué funciones cumplen hoy los actores del conflicto?
R. 1. La insurgencia cumple dos funciones. Una consiste en recordarnos a los colombianos el
alto odio de clases que la casta hegemónica sembró en nuestro país con su actuación
proterva. La intensidad defensiva que adoptan los de abajo refleja el grado de dominación que
secularmente dispensan los de arriba. Otra consiste en demostrarnos cómo, al final, una fuerza
sediciosa logra despilfarrar sus acumulados logros reivindicativos.
2. Los paramilitares cumplen tres funciones a) cuantificar con su violencia la degradación de la
causa insurgente. b) luchar por sus percibidos intereses de clase, aunque afirmen estar
luchando en pro de la "clase media", pues es un factor constante de la historia humana luchar
una clase, o porción de ella, estrictamente por y para sí. Por ejemplo, los estratos populares
que durante nuestra Independencia lucharon ora al lado ora contra Bolívar lo hacían según lo
indicaban sus intereses de clase. c) Tercera función paramilitar, el auge paramilitar ratifica que
la guerrilla ha perdido la personería del conglomerado social objeto de sus tempranas cuitas
"revolucionarias".
Ausente esa personería, la subversión hoy no cuenta sino con pólvora para enfrentar las armas
mediatizadas de su opositor de clase, y la pólvora tarde o temprano se acaba. En otras
palabras la guerrilla vino por lana y se está trasquilando, y de no coligar sus múltiples facciones
y de no empalmar fuerzas (a pesar de los rencores) con los paramilitares, no podría llevar a
cabo -ni siquiera con su "bolivarianismo"- la regeneración igualitaria que solicita. ¡La clase
subordinada colombiana se está devorando a sí misma!
3. Gobierno. Así como las células del cuerpo humano fenecen, así también las de nuestro
Gobierno. La anemia es el resultado. De ahí que sus células transmitan impulsos de una parte
a otras, pero sin que haya comunicación efectiva de ideas. Análogo dilema sucede con sus
mensajes a la ciudadanía. Tal comunicación no es inteligente sino osmótica, las partículas
informativas se difunden al tuntún y la glucosa con que intenta almibarar a la población
empalaga o intoxica. El resultado es la confusión pública. Similar cosa sucede con los vasos
capilares que lo comunican con la insurgencia. Sus pocas ideas fluyen de manera turbulenta, lo
que eleva la presión arterial del país. Es decir, en razón de su atrofia, el Gobierno destruye
más que fortalece el metabolismo con que busca la solución de los problemas nacionales.
Como resultado, el cuerpo civil de la nación se atomiza en un sinnúmero de anárquicas
tendencias.
4. La parte no beligerante de la clase dominada cumple hoy la misma función que ha cumplido
siempre, ser el banco de sangre con que se curan los morbos que de tiempo en tiempo excreta
sobre ella un país intoxicado. El rosario de tumbas campesinas que jalona a Colombia
conmemora la agonía que la contienda secular suscita por el poder, por la tierra, por las
riquezas, por el derecho a la vida.
5. La función del Ejército se simboliza en sus fallidos compromisos para con la ciudadanía.
Sólo basta observar la impunidad con que la subversión y los paramilitares desangran al pueblo
expósito, para concluir que ningún argumento, por sofista que sea, puede justificar esa
prevaricación escandalosa en que han incurrido por casi dos décadas las Armas nacionales.
Para decirlo en términos cuartelarios, las Fuerzas Militares del Estado van "joche".
6. La función del Estado queda patentizada en su anomia actual, valga decir, en su total falta
de autoridad, a despecho de que aún pueda usarse una glosa lincolniana para retratar lo que el
Estado colombiano sigue siendo un instrumento de, por y para el usufructo privativo del sector
dominante.
7. La función de la casta hegemónica. Digo "casta" y no "clase" por una simple razón. Porque
en términos antropológicos una casta se subdivide en grupos más o menos exclusivistas
compuestos por personas que en gran medida reclaman su preeminencia en base a razones
agnaticias (pujos masculinos de estirpe) y en lo económico por razones nepotistas o
plutocráticas. En el curubito de la casta hegemónica colombiana se pavonea la oligarquía
nacional (esa que no existe, según un afamado historiador oxoniense). La pluma más exquisita
de ese pajarraco oligárquico es la que pudiera llamarse la "Lexocracia" santafereña, la misma
que, contando apenas con el dominio exclusivista de los instrumentos analíticos del habla
-semántica, lexicografía, sintáxis, etc.-, es decir, con el monopolio del "lenguaje", usurpó por
mucho tiempo, y con una elegantísima economía de esfuerzo, el dominio político-social del
país.
8. El Presidente actual de Colombia. Para justipreciar la divina comedia que montan nuestro
Presidente y su equipo de trabajo sólo se hace necesaria una expresión hurtada a la literatura
clásica "Non ragioniam di lor, ma guarda, e passa", que en buen romance significa cero a la
izquierda
P. Así como se está llevando a efecto en Colombia ¿para qué sirve el trabajo por la Paz?
R. Para nada.
P. "¿Aaaahhh?"
R. En efecto, la paz nunca ha sido un antecedente para la resolución de conflictos, ha sido
siempre consecuencia de conflictos resueltos. La "Paz" no cuenta con atributos de causalidad,
antes bien, es un efecto. Hablar de paz sin empeñarse primero en confrontar y luego en
solucionar la problemática que la perturbó ab inicio, es la manera facilista y apoltronada como
una casta dominante pero indolente ficcionaliza su trabajo, tergiversa sus responsabilidad y
lava su conciencia. La paz no es un elemento necesario para obtener la paz. Lo corrobora el
proceso de mas de 130 conferencias y 18 millones de palabras con que, sin un cese
determinante del fuego, ésta se plasmó en la malhadada Península Coreana. De ese conflicto
histórico, y de otros, se deduce que, por paradójico o brutal que parezca, el diálogo de fusil a
fusil (excluyente de civiles) puede ser la manera más corta y menos sanguinaria de obtener la
paz. Unas Fuerzas Militares del Estado tomando la ofensiva se encargarían de mantener viable
la verdadera lucha por la paz. ¿Un arcano?
Por otra parte, Colombia necesita que los árboles no le impidan ver el bosque, es decir, que
por su precipitación irresponsable por obtener la paz a cualquier precio, dejara vivos los
microbios que la han mantenido postrada por décadas. Ergo, la insurgencia debe conservar su
integridad y potencia como elemento equilibrante de poder y los paramilitares como correctivo.
Niveladas las fuerzas, la paz brotaría espontanea. La nación, pues, no requiere la paz insulsa
que buscan los pacifistas, sino la paz robusta que un remangar de camisas por parte de la
casta emperifollada y soberbia podría ofrecer, si entendiera que el monopolio de tierras,
riquezas y poder ya no le es practicable. Y si lograra inferir que la nación del futuro le
pertenece mayoritariamente a los campesinos, soldados, paramilitares e insurgentes que con
sus sacrificios y sangre están, mal que bien, determinando el futuro de Colombia y -a diferencia
de las otras clases- exponiendo el pellejo en la demanda. Los primeros en comprender esta
realidad, y en mantenerla viva, deberían ser los intelectuales progresistas y la clase trabajadora
citadina. De contera, una Colombia así homogeneizada, podría derrotar colectivamente el
problema de la droga, que también es efecto y no causa de nuestro brutal desquiciamiento de
clases. Vale decir, en la medida en que cada sector social aporte lo que le incumbe, nuestra
nación se estaría forjando como el paradigma subcontinental de una nueva, de una más noble
democracia. ¡Son tiempos de gloria los que vive Colombia!
P. ¿Tiene la sociedad civil algo que contribuir en la busqueda de soluciones?
R. Desde luego. La gestión de la SOCIEDAD CIVIL es de importancia crítica. Por substracción
de agentes, la SOCIEDAD CIVIL es ahora el único actor éticamente idóneo con que cuenta
Colombia para adelantar el trabajo social (y societal) regenerativo que necesita el país. Con un
Gobierno inocuo, con unas Fuerzas Armadas erráticas en sus logros y lastimadas en su
reputación, con un Congreso putrefacto, con cleptómanos por políticos y rebaños por partidos,
con un sistema judicial venal y abstracto, con una ciudadanía anestesiada y huerfana de
estadistas, con medios de comunicación al servicio de la clase social que los mantiene,
Colombia sólo cuenta con su incipiente sociedad civil para aplacar y derrotar el caos. Pero con
una SOCIEDAD CIVIL que logre valorarse y conocerse a sí misma, es decir, que sepa
concientizarse respecto a la modesta tarea que ha venido cumpliendo y la monumental que va
cayendo en sus manos.
Promover la civilidad y la acumulación de capital social será el norte de esa SOCIEDAD CIVIL.
Mediar entre el paternalismo del Estado y la anarquía del sector de mercado y promover los
nexos de solidaridad ciudadana entre beligerantes. Apoderarse del diálogo con la insurgencia y
los paramilitares en torno al futuro ordenamiento político-civil de la nación. Y como el propósito
de la SOCIEDAD CIVIL no puede ser la obtención del poder sino el respirarle en la nuca a los
actores políticos, a los magnates de la libre empresa y a los violentos, debe estimular la
descentralización del poder, viabilizar la participación ciudadana en la ejecución de las políticas
públicas y contextualizar los propósitos del Gobierno, del sector privado y de los alzados en
armas. Auspiciar, además, los derechos de las minorías y encarnar los valores de la igualdad
política y del pluralismo ideológico. Y reconocer que allí donde ella es frágil, allí el agente
político se torna un profesional de la política y el debate social se vuelve tecnocrático y
abstracto. Ojola SOCIEDAD CIVIL colombiana se está politizando en lo atinente al trabajo por
la "Paz". Y se está politizando porque dentro de las organizaciones de la sociedad civil se
infiltran políticos, burócratas de Estado, periodistas politizados y factores de los beligerantes y
de los empresarios.¡Grave predicamento!
En conclusión, independientemente de que el modelo de SOCIEDAD CIVIL que se aplique en
Colombia sea el asociativo o el comunicacional, cierto es que uno de los dos debe fiscalizarlo
todo y hablar con voz firme al Presidente, a los medios de comunicación, a los alzados en
armas, al Congreso, al Ejército, al Estado, a la ciudadanía y a la oligarquía. Le incumbe
propiciar la idea de que nadie puede intimidarla , comprarla o corromperla, y de que la
erradicación nacional de la corrupción y el clientelismo es objeto de su más fuerte trabajo,
amén de los exclusivismos de género, raza, credo y posición social que flagelan el país. En fin,
la desintegración actual de la nación solicita una SOCIEDAD CIVIL cabalgando el potro de la
COLOMBIANIDAD, la espuela puesta en los ijares de la apatía, la brida frenando la barbarie, y
la mirada fija en el futuro de este país que se nos deshace a diario.
Las causas del conflicto colombiano

1. Estado antidemocrático, terrorista, corrupto y excluyente

Desde hace 171 años los partidos liberal y conservador manejan el Estado con métodos excluyentes,
gamonalistas y autoritarios en beneficio de un reducido grupo de colombianos y transnacionales y en
contra de la mayorías nacionales. Los dos partidos se alternan el gobierno valiéndose de un sistema
electoral corrupto y clientelista, financiado con dineros de los grupos económicos, contrabandistas,
transnacionales y narcotraficantes.

Estos partidos que representan y defienden los grandes intereses económicos, están de espaldas a la
realidad, al interés nacional y los sufrimientos populares; son parte de una estructura de poder que no
tiene credibilidad ni representa el interés de la nación. Hoy en día pasan por una crisis irreversible,
quedando reducidos a simples clubes electorales.

El Estado colombiano se representa en un régimen presidencialista antidemocrático y corrupto; en un


legislativo venal que canjea decisiones por cargos burocráticas y contratos, por una parte del botín
presupuestal y dineros antipatrióticos de transnacionales, grupos económicos y narcotraficantes; en un
poder judicial que no falla en justicia y en derecho sino en favor de intereses particulares, que recurre al
montaje de pruebas, a testigos clonados para penalizar la protesta social y las luchas populares,
mientras que los grandes delincuentes que destruyen y roban la nación, les cubre el manto de la
impunidad.

Este Estado que se agotó se soporta en el terrorismo y se complementa con los crímenes de los grupos
paramilitares, que siempre han existido en la historia del país. Recurre a la violencia para silenciar la
oposición. En 1914 asesino al general Rafael Uribe Uribe portador de ideas progresistas en ese
entonces; En 1948 asesinó a Jorge Eliecer Gaitan, líder de profundo arraigo popular que propugnaba
por la justicia social, la democracia, enfrentaba a la oligarquía y denunciaba la creciente intromisión del
imperialismo en los asuntos del país.

En la década del 50 asesinó a 300 mil campesinos en una guerra sucia, similar a la actual, en la que
fueron despojados de su tierra un millón de ellos, con el pretexto de eliminar el peligro comunista y
defender la religión.

En los últimos 15 años 3.200 activistas políticos y líderes sociales fueron víctimas de desaparición
forzada; miles de activistas de izquierda y luchadores sociales fueron asesinados.

El partido Unión Patriótica desapareció del mapa político víctima del genocidio de 4.000 de sus
militantes; en el mismo periodo fueron asesinados 2.900 dirigentes sindicales.

2. Un Estado que ha tenido como propósito concentrar la riqueza.

Un 3% de colombianos es dueño de la gran propiedad económica, mientras que el 57.0% vive en


condiciones de pobreza, cifra que aumenta diariamente. El BID, en un estudio de 1998, afirmó que el
90% de los colombianos trabaja para que el otro 10.0% se enriquezca. 23 de los 40 millones de
colombianos viven en la franja de pobreza; de éstos, 13.5 están en la miseria absoluta.

El 22.0 % de los colombianos en capacidad de laborar que viven en las siete principales ciudades del
país están desempleados; si sumamos el existente en el resto de ciudades intermedias y el área rural, el
desempleo pasa del 30.0%.

Las transnacionales, 15 conglomerados económicos y unas pocas familias controlan el 60.0% de toda la
actividad económica del país:

* 4 grupos controlan el 92.0% del total de los activos financieros.

* 4 grupos controlan el 80.0% de los grandes medios de comunicación.


La concentración de propiedad sobre la tierra va en aumento. En 1996, el 90.0% de los campesinos era
dueño del 21.0% de la tierra; mientras que un 1.3% de los propietarios tenían el 58.0% de las más
productivas, cifra que aumenta con la contrarreforma agraria que está en marcha impuesta mediante el
desalojo y despojo de los campesinos por la vía de las masacres que realizan los grupos
narcoparamilitares y agentes de las Fuerzas Armadas oficiales al servicio de terratenientes y
agroindustriales.

El Departamento Nacional de Planeación anota que el narcotráfico compró o se apropió de tierras en el


42% de los municipios; tienen en su poder un poco más de 4 millones, de los 9 millones de hectáreas de
tierra cultivable existente, además de otras ubicadas en regiones previstas para la construcción de
megaproyectos y la explotación de recursos naturales. El Instituto Colombiano para la Reforma Agraria
confirma que el 80.0% de las tierras con vocación agrícola definida está en manos de narcotraficantes,
destinadas al engorde de ganado y funcionamiento de laboratorios donde se refina la de pasta de coca.

3. Corrupción y narcotráfico, dos virus que carcomieron el Estado y la sociedad.

Éste es el problema más grave de Colombia. La capacidad corruptora del narcotráfico penetró todas las
instituciones de Estado y la vida social en los últimos 30 años, incrementando la descomposición moral
y pérdida de valores, estimulando la criminalidad y el escalonamiento de la guerra, últimamente.

Colombia es el primer productor de cocaína en el mundo. En 1990 se calculó su producción en cerca a


300 toneladas métricas; en 1998, 450 toneladas y un año después, 550 . De éstas, el 65.0% entra al
mercado de EE.UU., el 30.0% al mercado europeo y el 5.0% restante a otros mercados.

La política antidrogas de EE.UU. fracasó. La producción y la exportación de droga aumentó a pesar de


los miles de millones de dólares destinados a la represión. Los altos precios de la hoja de coca, la crisis
de la agricultura y la corrupción del Estado, son tres factores que empujan la ampliación del área
cultivada. La agricultura tradicional no es rentable, los campesinos trabajan a pérdida por la ausencia de
apoyo estatal.

La corrupción es el otro cáncer que carcome al Estado. El presupuesto de la nación es manejado como
mercancía de retribución de favores y pago de deudas políticas, como botín para incrementar la riqueza
personal de unos pocos que soportan económicamente a la clase política.

En el año de 1999 los robos al erario público investigados sobrepasaron los 8 billones de pesos, lo cual
representa el 17.77% del presupuesto nacional del año 2000. El contralor general de la República
calcula en más de 3 billones de pesos el dinero que cada año pierde la nación por robos al erario
público.

4. El paramilitarismo, una política del Estado y un instrumento de la estructura de poder.

En Colombia los grupos paramilitares han existido desde que se inició la construcción de la República y
a la muerte del libertador Simón Bolívar. En el siglo XIX se produjeron 57 levantamientos armados y
guerras civiles, lideradas por caudillos militares, latifundistas y gamonales que tenían a su servicio
ejércitos mercenarios.

Esta tradición se conserva y materializa en el siglo XX en los grupos paramilitares que organizaron los
terratenientes en la década del 30 para obstruir la ley de tierras del 36; en la década del 50 con los
llamados "pájaros" y "chulavitas" organizados por los jefes conservadores; éstos con el pretexto de
limpiar el país de comunistas, impulsaron una nueva concentración de la tierra.

En la década del setenta toma nueva fuerza el paramilitarismo de manos del Ejército colombiano dentro
de la concepción de la política de seguridad nacional: bananeros y terratenientes de la costa norte,
Antioquia, Santanderes, Magdalena Medio, Valle del Cauca y Cauca principalmente, financian grupos
para ahogar la lucha de los campesinos por recuperar la tierra que les habían robado anteriormente.

Los narcotraficantes se convirtieron en grandes propietarios rurales a partir de los años 80, en
operaciones de lavado de dólares y el despojo violento de campesinos, le dan nuevo impulso a estos
grupos para defender su negocio e imponer su propia ley. Los narcotraficantes convertidos en
terratenientes y comerciantes se aliaron con las Fuerzas Armadas oficiales, siendo asumidos en la
estrategia contrainsurgente como financiadores y proveedores de sicarios en operaciones encubiertas en
un principio, siendo más adelante vinculados a tareas de limpieza indiscriminada en zonas campesinas
y barrios populares.

Entre los años 1992 y 1999 aquellos grupos asociados con la fuerza pública ejecutaron mas de 5.500
masacres, en las que perdieron la vida 19.000 civiles. En 1.998 fueron 285 masacres y 1.366 civiles los
muertos; en 1.999 fueron 403, donde murieron 1.865 colombianos. En los primeros seis meses del año
2.000, hicieron 253 masacres donde murieron 1.035 civiles.

5. La derecha totalitaria, oxigenada con los dineros del narcotráfico y la corrupción, impone la
dialéctica del terror, acalla la voz de la oposición e impide la democracia.

El conflicto que tiene su origen en causas económicas, políticas y sociales históricas, es presentado ante
la opinión nacional e internacional de una manera simplificada, mostrándolo como un problema
derivado del narcotráfico y del espíritu violento de los colombianos. Es una manera de esconder las
causas y presentar los efectos como el origen del conflicto.

El escalonamiento de la guerra actual es el resultado, de una parte, del desarrollo adquirido por la
insurgencia debido a condiciones económicas, sociales y políticas que le favorecen y de otra, el temor
de los Estados Unidos a perder el control sobre el país y de quienes se han beneficiado históricamente
de la riqueza colombiana.

Ese temor propicia la alianza en torno a un proyecto de ultraderecha excluyente, intolerante que a
través de la guerra sucia aterroriza y elimina, pretendiendo acallar con sus métodos las expresiones de
la lucha por el cambio y la construcción de un nuevo país. Es un proyecto que se inspira y alimenta del
nazismo alemán, del fascismo italiano y franquismo español.

En esa alianza confluye la ultraderecha tradicional representada en sectores terratenientes,


agroindustriales, comerciantes y grupos económicos principalmente, jalonan esa alianza en que
narcotraficantes convertidos en terratenientes son los grandes financiadores; los políticos corruptos la
potencian y tratan de legitimar; y las Fuerzas Armadas oficiales comprometidas con el narcotráfico y el
fortalecimiento del paramilitarismo, que intentan ahogar las luchas populares y revolucionarios que
buscan los cambios que Colombia necesita.

Esta alianza se concretiza en un partido que apenas se anuncia dentro de exclusivos círculos y que lo
denominan PARTIDO NACIONAL SOCIALISTA, que cuenta con una expresión militar de
mercenarios (los paramilitares) y con las incalculables finanzas derivadas del monopolio de la
exportación de la cocaína y heroína que se produce en Colombia.

Los orígenes de la última etapa de insurgencia guerrillera


Un documento de especial importancia para precisar los condicionantes ideológicos y políticos del
actual conflicto armado en Colombia lo constituye el que continuación transcribimos del libro "Por el
Frente Patriótico de Liberación Nacional" en el cual se compilan los Documentos del Décimo Congreso
del Partido Comunista de Colombia (Editorial Colombia Nueva, 1966):

Tesis sobre el movimiento guerrillero

La nueva etapa del movimiento guerrillero colombiano, iniciada especialmente por la formidable
resistencia de los campesinos de Marquetalia, ha demostrado lo siguiente:

1. La resistencia armada contra la agresión de Marquetalia, El Pato, Guayabero, Riochiquito, Sur del
Tolima y otros sectores prueba que el movimiento guerrillero que surge de las masas, expresa sus
necesidades y se guía por la orientación del marxismo-leninismo, es invencible, por poderosas que sean
las fuerzas del enemigo y aun cuando no existan aún condiciones en el país para generalizar la lucha
armada como forma principal.

2. La lucha armada surge y se desarrolla en Colombia, en su modalidad guerrillera, aun cuando no


exista aún en el país una situación revolucionaria. Sería negativo y fatal para el movimiento
revolucionario colombiano permitir pasivamente el aniquilamiento de las organizaciones campesinas,
con el argumento de que hay que esperar la completa madurez de una situación revolucionaria para
desplegar la lucha armada. A la agresión armada del enemigo hay que oponer en el campo la resistencia
guerrillera y la lucha armada, cuando las condiciones lo permitan, deberá ser planteada igualmente en
ciudades y centros de concentración proletaria.

3. Entre la lucha de masas y la lucha armada guerrillera no hay contraposición alguna. La guerra de
guerrillas es una de las formas más elevadas de la lucha de masas y sólo se consolida y avanza allí
donde tiene carácter de masas, donde brota materialmente de las masas, donde expresa fielmente sus
intereses inmediatos e históricos. La experiencia de revolucionarios que intentaron iniciar luchas
armadas, en los últimos años, sin contar con las masas campesinas -con su voluntad y con su respaldo
activo- enseña que los planes idealistas ofrecen fáciles éxitos al ejército, a la policía o a los bandidos a
sueldo de autoridades y latifundistas.

4. La política de autodefensa de masas, preconizada por nuestro partido, ha sido y es fundamentalmente


justa. Pero no ha sido practicada consecuentemente en algunas regiones y en otras ha sido menoscabada
por actitudes arrogantes ante el perfeccionamiento de los métodos represivos y la tecnificación política
y militar del enemigo.

La transformación de la autodefensa de masas en vigoroso movimiento guerrillero, en las circunstancias


creadas por la ofensiva sistemática y en gran escala contra regiones campesinas por parte del ejército,
es el desarrollo correcto de toda nuestra concepción de las luchas revolucionarias, en las condiciones
específicas de Colombia. Al mismo tiempo, la combinación de todos los métodos de lucha, destacando
al plano principal aquel que corresponda a una situación concreta en cada lugar, es no sólo una
interpretación exacta de la doctrina marxista-leninista sino una consecuente aplicación de ella al
proceso social de nuestra patria.

5. En las zonas agredidas, en desarrollo de los planes de la misión militar yanqui, la acción guerrillera
se ha convertido en la forma principal de lucha de las masas. En esas regiones todas las formas de lucha
se convierten en auxiliares de la forma principal, la armada que debe servir de eje para el desarrollo de
otras acciones de masas y para la protección de las organizaciones populares. Por otra parte, la
concentración de fuerzas oficiales en las regiones agredidas, crea condiciones favorables para tomar la
iniciativa.

6. El movimiento guerrillero se consolida y se amplía en una serie de regiones campesinas, aunque la


gran mayoría del pueblo colombiano sigue utilizando como forma principal de lucha las acciones de
masas cada vez más amplias, variadas y enérgicas. Estas acciones de masas se expresan en las
combativas huelgas estudiantiles, en las tenaces huelgas obreras, en la incorporación de empleados de
Estado a los movimientos huelguísticos y en los grandes paros cívicos.

Nuestro pueblo también desarrolla formas de lucha que no pueden llamarse "pacíficas", pero que aún no
son luchas armadas; entre ellas se destaca la ocupación de terrenos ociosos en centros urbanos donde
los destechados improvisan sus viviendas, haciendo frente a la presión de las autoridades y a la
represión policial. Tales acciones de masas, aunque tienen orígenes casi siempre económico-
reivindicativos, podrán ir elevando sus consignas y sus métodos a medida que progrese la combinación
de las luchas guerrilleras campesinas con la luchas masivas en los centros obreros, estudiantiles y
urbanos.

7. En este proceso, aunque la resistencia guerrillera campesina no sea aún la forma principal de lucha,
si es cada día más importante, porque constituye la más efectiva respuesta popular a la política
terrorista de un régimen sometido al imperialismo yanqui y se convierte en un nuevo factor
revolucionario, de gran fuerza de atracción entre las masas. Las luchas armadas, comenzando por las
acciones guerrilleras campesinas, se han hecho indispensables en Colombia por la reanudación en gran
escala de la política de violencia antipopular del gobierno oligárquico.

8. El movimiento guerrillero que crece actualmente tiene un carácter más definido y más elevado que
las luchas guerrilleras de etapas anteriores, no sólo porque se beneficia de todas sus experiencias, sino
principalmente porque tiene un claro contenido revolucionario y antiimperialista y se plantea como
objetivo central la toma del poder para el pueblo. Este nuevo movimiento guerrillero colombiano es la
respuesta patriótica a la creciente intervención militar del imperialismo yanqui contra nuestro pueblo,
en desarrollo de las consignas del "Plan Laso" y de los principios de la llamada "guerra preventiva".
La intervención imperialista yanqui se expresa, además,. en la creciente ingerencia de la misión militar
norteamericana en las fuerzas armadas, en el financiamiento directo por el gobierno de los Estados
Unidos de las operaciones del ejército contra regiones campesinas y en el "préstamo" para la guerra
contra los trabajadores colombianos de toda clase de armamentos, aviones y flotas de helicópteros. De
ese modo a las viejas causas de la violencia terrorista en Colombia, entre las cuales la principal ha sido
y sigue siendo la voracidad latifundista, se agrega ahora, como factor determinante la política
intervencionista de los imperialistas yanquis.

Fuente: publicación citada, pags.40 a 42

http://www.hazrebeldia.8m.com/origenes.htm

También podría gustarte